Vísperas – 4 de febrero

VÍSPERAS

VIERNES IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Oración de la tarde

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

HIMNO

 

Como una ofrenda de la tarde,

elevamos nuestra oración;

con el alzar de nuestras manos,

levantamos el corazón.

 

Al declinar la luz del día,

que recibimos como don,

con las alas de la plegaria,

levantamos el corazón.

 

Haz que la senda de la vida

la recorramos con amor

y, a cada paso del camino,

levantemos el corazón.

 

Cuando sembramos de esperanza,

cuando regamos con dolor,

con las gavillas en las manos,

levantemos el corazón.

 

Gloria a Dios Padre, que nos hizo,

gloria a Dios Hijo Salvador,

gloria al Espíritu divino:

tres Personas y un solo Dios. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.n.﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽os difuntos que anhelan tu visidiente deseo, justo Simedero.y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. como nos

 

Salmo 140

 

Señor, te estoy llamando, ven deprisa,

escucha mi voz cuando te llamo.

Suba mi oración como incienso en tu presencia,

el alzar de tus manos como ofrenda de la tarde.

 

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,

un centinela a la puerta de mis labios;

no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,

a cometer crímenes y delitos;

ni que con los hombres malvados

participe en banquetes.

 

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,

pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza;

yo seguiré rezando en sus desgracias.

 

Sus jefes cayeron despeñados,

aunque escucharon mis palabras amables;

como una piedra de molino, rota por tierra,

están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.

 

Señor, mis ojos están vueltos a ti,

en ti me refugio, no me dejes indefenso;

guárdame del lazo que me han tendido,

de la trampa de los malhechores.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 1. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.n.﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽os difuntos que anhelan tu visidiente deseo, justo Simedero.y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. como nos

 

 

Ant. 2. Tú eres mi refugio y mi lote, Señor, en el país de la vida.

 

Salmo 141

A voz en grito clamo al Señor,

a voz en grito suplico al Señor;

desahogo ante él mis afanes,

expongo ante él mi angustia,

mientras me va faltando el aliento.

 

Pero tú conoces mis senderos,

y que en el camino por donde avanzo

me han escondido una trampa.

 

Mira a la derecha, fíjate:

nadie me hace caso;

no tengo adónde huir,

nadie mira por mi vida.

 

A ti grito, Señor;

te digo: “Tú eres mi refugio

y mi lote en el país de la vida.”

 

Atiende a mis clamores,

que estoy agotado;

líbrame de mis perseguidores,

que son más fuertes que yo.

 

Sácame de la prisión,

y daré gracias a tu nombre:

me rodearán los justos

cuando me devuelvas tu favor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 2. Tú eres mi refugio y mi lote, Señor, en el país de la vida.

 

 

Ant. 3. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.

 

Cántico: Flp 2, 6-11

 

Cristo, a pesar de su condición divina,

no hizo alarde de su categoría de Dios,

al contrario, se anonadó a sí mismo,

y tomó la condición de esclavo,

pasando por uno de tantos.

 

Y así, actuando como un hombre cualquiera,

se rebajó hasta someterse incluso a la muerte

y una muerte de cruz.

 

Por eso Dios lo levantó sobre todo

y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble

en el cielo, en la tierra, en el abismo

y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. 3. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.

 

 

LECTURA BREVE         Rm 11, 33-36

 

¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Cuántas son tus obras, Señor.

R. Cuántas son tus obras, Señor.

 

V. Y todas las hiciste con sabiduría.

R. Tus obras, Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Cuántas son tus obras, Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO                             

 

Ant. Al anochecer, cuando se puso el sol, llevaron todos los enfermos y endemoniados a Jesús, y él los curó.

 

Cántico de María. Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Al anochecer, cuando se puso el sol, llevaron todos los enfermos y endemoniados a Jesús, y él los curó.

 

 

PRECES

 

Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:

Escucha a tu pueblo, Señor

 

Padre todopoderoso, haz que florezca en la tierra la justicia

— y que tu pueblo se alegre en la paz.

 

Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino,

— y obtengan así la salvación.

 

Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia

— y sean siempre fieles a su mutuo amor.

 

Recompensa, Señor, a nuestros bienhechores

— y concédeles la vida eterna.

 

Acoge con amor a los que han muerto víctimas del odio, de la violencia o de la guerra

— y dales el descanso eterno.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos enseñó el Señor.

 

Padre nuestro…

 

 

ORACIÓN

 

Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

Comentario al evangelio de hoy (4 de febrero)

Este breve pasaje evangélico tiene toda la densidad, y también la generalización, de un fragmento-grapa entre dos anécdotas particulares. Hay que concatenar la misión realizada por los discípulos –supuestamente partiendo de Nazaret o alrededores- con la multiplicación de los panes, que se realizará en algún lugar de la ribera del lago, siempre en territorio judío; y el evangelista lo hace con algunos tópicos significativos

Jesús y los discípulos son presentados como centro de atención de las multitudes; se habla panorámicamente de lo realizado por los discípulos enviados (“lo que habían hecho y enseñado”) y de una multitud insaciable en escuchar o recibir la acción benéfica de Jesús, y quizá también la de los mismos discípulos. Se ha suscitado todo un movimiento de masas: “concurrieron a donde ellos, a pie, desde todas las ciudades”. Y Jesús, compadecido de esas masas hambrientas de la palabra, vuelve a obsequiarlas con su enseñanza. Se programa un descanso que, en realidad, no va a tener lugar.

“Descansar un poco, en privado, en un lugar desierto”. Tal vez el evangelista quiere recordar a su iglesia algo que se percibe en la conducta de Jesús: la tarea de evangelizar debe tomarse con ganas, pero sin ansiedad; el primero de los evangelizadores siempre buscó tiempos para “reponerse” espiritualmente, en soledad, en oración al Padre (cf. Mc 1,35; 6,46). El evangelizador que no se reserva esos espacios y lugares acaba “secándose”, no teniendo ya nada que ofrecer, y quizá incluso desmotivado para la tarea (¡sería interesante que sacerdotes, catequistas, y en general agentes de evangelización, nos preguntemos cuánto tiempo de oración, silencio y soledad nos tomamos habitualmente!).

Se compadeció porque “estaban como ovejas sin pastor” (Zac 10,2). La expresión no es, por tanto, original del evangelista. Por supuesto él conoce el corazón compasivo de Jesús, que frecuentemente le lleva a realizar curaciones, y siempre a perdonar y consolar. Pero aquí hay algo más: Jesús ofrece su palabra, su enseñanza para que las multitudes puedan orientar certeramente sus propios pasos. El pasaje del Antiguo Testamento se presentaba a Yahvé como guía de un pueblo engañado y extraviado por agoreros y nigromantes; ahora es Jesús, presencia insuperable de Yahvé, quien cuida de esas ovejas.

En la Roma del evangelista había muchos adivinos, magos, sibilas,… Al cristiano de entonces se le advertía que no fuese a ellos sino al evangelio. ¿Qué diría hoy a quienes andan atentos a brujos y “videntes” que han montado sus canales de televisión al servicio del engaño y del negocio? Aunque el cántico que voy a recordar no sea una obra de arte de primera categoría, vale la pena tomar en serio su texto: “no fijéis los ojos en nadie más que en Él….”.

Severiano Blanco, cmf

Laudes – 4 de febrero

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LITURGIA DE LAS HORAS

SÁBADO, IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

4 de febrero

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor, abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

 

INVITATORIO

 

Ant. Escuchemos la voz del Señor, para que entremos en su descanso.

 

Salmo 94

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

HIMNO

 

Bello es el rostro de la luz, abierto

sobre el silencio de la tierra; bello

hasta cansar mi corazón, Dios mío.

 

Un pájaro remueve la espesura

y luego, lento, en el azul s eleva,

y el canto le sostiene y pacifica.

 

Así mi voluntad, así mis ojos

se levantan a ti; dame temprano

la potestad de comprender el día.

 

Despiértame, Señor, cada mañana,

hasta que aprenda a amanecer, Dios mío,

en la gran luz de la misericordia. Amén.

 

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

 

Salmo 91

 

Es bueno dar gracias al Señor

y tocar para tu nombre, oh Altísimo,

proclamar por la mañana tu misericordia

y de noche tu fidelidad,

con arpas de diez cuerdas y laúdes

sobre arpegios de cítaras.

 

Tus acciones, Señor, son mi alegría,

y mi júbilo, las obras de tus manos.

¡Qué magníficas son tus obras, Señor,

qué profundos tus designios!.

El ignorante no los entiende

ni el necio se da cuenta.

 

Aunque germinen como hierba los malvados

y florezcan los malhechores,

serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor,

eres excelso por los siglos.

 

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,

los malhechores serán dispersados;

pero a mí me das la fuerza de un búfalo

y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos no temerán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota.

 

El justo crecerá como una palmera

y se alzará como un cedro del Líbano:

plantado en la casa del Señor,

crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto

y estará lozano y frondoso,

para proclamar que el Señor es justo,

que en mi roca no existe la maldad.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 1. Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.

 

 

Ant. 2. Os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo.

 

Cántico: Ez 36, 24-28

 

Os recogeré de entre las naciones,

os reuniré de todos los países,

y os llevaré a vuestra tierra.

 

Derramaré sobre vosotros un agua pura

que os purificará:

de todas vuestras inmundicias e idolatrías

os he de purificar;

y os daré un corazón nuevo,

y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,

y os daré un corazón de carne.

 

Os infundiré mi espíritu,

y haré que caminéis según mis preceptos,

y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

 

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.

Vosotros seréis mi pueblo,

y yo seré vuestro Dios.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 2. Os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo.

 

 

Ant. 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado tu alabanza.

 

Salmo 8

 

Señor, dueño nuestro,

¡qué admirable es tu nombre

en toda la tierra!

 

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.

De la boca de los niños de pecho

has sacado una alabanza contra tus enemigos,

para reprimir al adversario y al rebelde.

 

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;

la luna y las estrellas que has creado,

¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él?

¿el ser humano, para darle poder?

 

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y dignidad,

le diste el mando sobre las obras de tus manos,

todo lo sometiste bajo sus pies:

 

rebaños de ovejas y toros,

y hasta las bestias del campo,

las aves del cielo, los peces del mar,

que trazan sendas por las aguas.

 

Señor, dueño nuestro,

¡qué admirable es tu nombre,

Señor, en toda la tierra!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado tu alabanza.

 

 

LECTURA BREVE         2 P 3, 13-15a

 

Nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurara que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerar que la paciencia de Dios es nuestra salvación.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Te aclamarán mis labios, Señor.

R. Te aclamarán mis labios, Señor.

 

V. Mi lengua recitará tu auxilio.

R. Mis labios, Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Te aclamarán mis labios, Señor.

 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la paz.

 

Cántico de Zacarías: Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamaran Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la paz.

 

 

PRECES

 

Adoremos a Dios, que por su Hijo ha dado vida y esperanza al mundo, y supliquémosle, diciendo:

Escúchanos, Señor.

 

Señor, Padre de todos, que nos has hecho llegar hasta el comienzo de este día,

— haz que toda nuestra vida, unida a la de Cristo, sea alabanza de tu gloria.

 

Que vivamos siempre arraigados en la fe, esperanza y caridad

— que tu mismo has infundido en nuestras almas.

 

Haz que nuestros ojos estén siempre levantados hacia ti,

— para que respondamos con presteza a tus llamadas.

 

Defiéndenos de los engaños y seducciones del mal,

— y preserva nuestros pasos de todo pecado.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Contentos por sabernos hijos de dios, digamos a nuestro Padre:

 

Padre nuestro…

 

 

ORACIÓN

 

Dios omnipotente y eterno, luz resplandeciente y día sin ocaso, al volver a comenzar un nuevo día, te pedimos que nos visites con el esplendor de tu luz y disipes así las tinieblas de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.