Hoy es jueves, 26 de enero.
Este rato que te dispones a pasar en oración, no es un momento cualquiera del día. Esta oración es un regalo, una oportunidad. Jesús te está esperando. Y a través del evangelio de hoy, te invita a la misión, a confiar en él, a participar desde ya en el anuncio y realización del Reino. ¿Quién puede resistirse a participar, si es Jesús el que lo pide?
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 10, 1-11):
Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: «Paz a esta casa.» Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros.»
En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: »Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca.
¿Has caído en la cuenta de que Jesús envió a alguien para que tú recibas la buena noticia? ¿Qué te viene a la mente al saber que el mismo Jesús envía a sus discípulos y estos a su vez a los suyos hasta llegar a ti?
Piensa en tu vida, especialmente en todas aquellas personas que te han anunciado algo del evangelio o te han transmitido la buena noticia. Un detalle, una charla, un libro… una sonrisa. Pueden ser catequistas, sacerdotes, amigos, familia, incluso personas que no conoces. Toma conciencia de que todos ellos, uno a uno, han sido escogidos por el Señor y enviados para decirte que su Reino está cerca.
¿Puedes descubrir que el Señor también te ha elegido a ti para comunicar su palabra? ¿Te sientes parte de ese grupo que anuncia la buena noticia y lo hace sin nada, con lo puesto, sin esperar tampoco nada a cambio?
Ahora que vas a volver a leer el evangelio, presta atención a las palabras que Jesús te dirige a ti, a lo que te dice justo antes de enviarte a anunciar el Reino.
Jesús insiste en que no te llenes de cosas para el camino. A la hora de lanzarse a construir y anunciar el Reino, no valen falsas seguridades ni miedos. Lo principal es la confianza en Jesús. Repasa con el Señor todo aquello que debes ofrecer al andar por el camino. Aquello que no te permite ponerte por entero a su servicio. Finaliza esta oración rezando el Padre nuestro, deteniéndote en el punto aquel en el que decimos: venga nosotros tu Reino.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén