Viernes después de Ceniza

Hoy es 24 de febrero, viernes después de Ceniza.

Estamos iniciando el tiempo de Cuaresma. Un tiempo propicio para cambiar el corazón, para girarnos hacia Dios y aprender de él. Puedes iniciar este rato de oración tratando de situarte bajo la mirada cómplice y misericordiosa de Dios y pidiéndole que te enseñe cuál es su modo de hacer.

La lectura de hoy es del profeta Isaías (Is 58, 1-9a):

Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. «¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?» Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: «Aquí estoy.»»

Hoy el Señor, por medio del profeta Isaías, nos invita a cambiar nuestra mirada. A dar un giro en nuestro entendimiento. A ayunar, no desde la imagen, sino desde el corazón: Abrir las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos, partir tu pan con el hambriento. Dedica un tiempo de la oración a dejar resonar en ti estas palabras. Este nuevo modo de ayunar que propone el Señor. Deja que resuene en ti este nuevo modo de hacer.

Entonces clamarás al Señor y te responderá: aquí estoy. Hoy el Señor está aquí, contigo. Y también a ti te dice por medio del profeta Isaías, grita a plena voz. ¿Qué quiere el Señor que grites hoy? ¿Qué buena noticia quiere que des?

Vuelve a leer el texto abriéndote a la novedad. como si hoy el profeta te dirigiera esas palabras especialmente a ti.

Puedes terminar esta oración pidiéndole al Señor que te conceda aquella gracia que deseas para vivirla en este camino de Cuaresma. Camino de conversión del corazón. Este camino hacia la vida verdadera en el que sólo él es nuestra hambre y nuestra sed.

Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.

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