Martes II Semana de Cuaresma

Hoy es 6 de marzo, martes de la II semana de Cuaresma.

Se acerca el tiempo de la Semana Santa. Es un momento privilegiado, de espera y escucha, de prestar atención al paso de Jesús por el mundo y de aprovechar sus enseñanzas. En medio de nuestra vida cotidiana, buscamos la presencia de Dios junto a nosotros y en nosotros. Buscamos en nuestro silencio interior su voz.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 23, 1-12):

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Jesús no vino a cargar nuestros hombros con fardos pesados ni con normas crueles, sino a liberarnos de nuestras cargas. No vino para ser enaltecido sino para dar vida desde la humildad y el silencio. No vino a recibir honores sino a dar la vida por los demás.

Jesús nos libera, nos muestra que lo más importante es el amor, la fraternidad entre nosotros. El servicio a los demás y no la fama, el buen nombre o el prestigio. No vino a ser servido sino a servir. Y nos dejó la promesa de que nuestro Padre, que ve en lo escondido, nos premiará.

Jesús nos dice, con la entrega incondicional de su vida, que el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras.

Escuchad a los sabios, nos dice Jesús. Seguid sus consejos y sus orientaciones, pero vivid como yo he vivido. Servid como yo he servido. Seguid el camino que mi vida os marca.

En este tiempo de cuaresma, te pido la gracia de la humildad, de ser capaz de empujar junto a los demás, antes que arrojarles cargas pesadas sobre los hombros. Te pido la gracia de aprender a no vivir pendiente de la mirada de los demás, sino sólo de la de Dios, que es el único que ve en lo escondido. Te pido la gracia de ser testigo de tu amor, más con mis obras que con mis palabras.

Gloria al Padre,
al Hijo y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

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