Jueves I Semana de Tiempo Ordinario

Hoy es jueves 17 de enero.

La oración es tiempo y lugar para la confianza. Para dejarte tocar y alcanzar por el amor de Dios. Al comenzar este rato de oración, preséntale al Señor, los sentimientos que te acompañan en este momento, las situaciones que te preocupan, las personas, por las que quisieras orar. El Señor te acoge tal como eres, tal como estás. Hoy llega a ti con su palabra. Disponte para acogerla y deja que ilumine tu vida.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 1, 40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Contempla la escena como si estuvieras allí. Sal al encuentro de Jesús. Acoge los sentimientos que su presencia te provoca. ¿Qué quisieras presentarle hoy? ¿Qué quisieras poner ante su mirada compasiva? ¿Qué quisieras que él transformara y tocara con su amor? Pídele con confianza, pon ante él tu deseo.

El encuentro del leproso con Jesús no sólo le libra de su enfermedad, sino que restituye su mundo de relaciones. Le devuelve a su entorno vital. Tal vez desees también presentarle al Señor tu entorno social. Las personas con las que día a día, tu vida se va tejiendo. Tal vez, también hay algo que en tu mundo de relaciones necesite ser sanado, puesto ante la mirada reconciliadora de Dios.

Todo encuentro con Jesús es desde la libertad. Todo dialogo con él es un diálogo entre dos libertades. Al escuchar de nuevo la buena noticia que hoy se proclama, presta atención a las palabras que Jesús y el leproso se dirigen mutuamente. Imagina el sentimiento del leproso al acercarse a Jesús. Da gracias por la respuesta amorosa  y compasiva del Jesús.

Señor, ¿cómo callar cuando tu amor me ha tocado? Señor, ¿cómo no anunciarte cuando has devuelto la palabra a mi vida silenciada? Ante tu mirada compasiva, ya soy alguien único. Ante tu mano tendida, me invitas a tender la mía confiadamente. Que por tu palabra pueda anunciar tu reino. Que por tu gesto compasivo, pueda yo tocar a otros con amor. Que por mi vida transformada, muchos puedan saber del amor, de la libertad, de la alegría, del perdón. Amén.

Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.

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