Vísperas – Miércoles XXVI Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVI
De la memoria. Salterio II

2 de octubre

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS. (MEMORIA) 

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ÁNGELES DE LA GLORIA Y DEL SERVICIO

Ángeles de la gloria y del servicio,
que vivís junto a la fuente de la vida,
la santidad de Dios es vuestra estancia
y su divina faz es vuestra dicha.

Ángeles servidores de la paz
en Belén junto al Hijo de María,
ángeles que rendís adoración
en el desierto al vencedor Mesías,

jóvenes de celestes vestiduras
para anunciar en Pascua la noticia,
la Iglesia reconoce vuestros pasos
y da gracias al Padre que os envía.

Ángeles invisibles y callados,
vuestra gracia supera fantasía;
sois gozo de la excelsa Trinidad
y ayuda de la Iglesia peregrina.

Honor y majestad a Jesucristo,
cuyo rostro los ángeles ansían;
honor y gratitud al Unigénito,
al que nos dio su honor con su venida. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.

Salmo 33 I – EL SEÑOR, SALVACIÓN DE LOS JUSTOS

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.

Ant 2. Vive el Señor, cuyo ángel me ha protegido.

Salmo 33 II

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.

Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.

La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vive el Señor, cuyo ángel me ha protegido.

Ant 3. Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho, pues él os ha mostrado su misericordia.

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por eso, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los beneficios que os ha hecho, pues él os ha mostrado su misericordia.

LECTURA BREVE   Ap 8, 3-4

Vino un ángel y se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso, para que lo ofreciese en representación de las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está delante del trono. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios, de mano del ángel, en representación de las oraciones de los santos.

RESPONSORIO BREVE

V. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
R. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.

V. Para que te guarden en tus caminos.
R. Dios ha dado órdenes.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sus ángeles están de continuo viendo el rostro de mi Padre celestial.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sus ángeles están de continuo viendo el rostro de mi Padre celestial.

PRECES

Oremos al Señor, pidiéndole que nos haga siempre prontos a la voz de su palabra, como los ángeles, y démosle gracias, diciendo:

Con los ángeles, cantamos el himno de tu gloria.

Señor, tú que quisiste que los ángeles anunciaran tus maravillas a los hombres,
haz que nosotros con su ayuda proclamemos también tus grandezas ante nuestros hermanos.

Dios altísimo, cuya santidad proclaman sin cesar los ángeles,
haz que tu Iglesia cante también siempre tu alabanza.

Tú, Señor, que has dado órdenes a tus ángeles para que guarden siempre los caminos de tus hijos,
haz que cuantos viajan por la tierra, por el mar y por el aire puedan regresar con paz y alegría a sus hogares.

Tú que quisiste que los ángeles anunciaran la paz a los hombres que tú amas,
envía también a tus ángeles a los que gobiernan las naciones para que procuren la paz de los pueblos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cuando mandes a tus ángeles con la trompeta atronadora para reunir a tus elegidos de los cuatro vientos,
haz que nuestros difuntos sean colocados entre tus elegidos.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Dios, Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar, para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lc 17, 5-10

Estamos en la segunda parte de la narración del viaje a Jerusalén, sección que se cierra con una serie de recomendaciones: la advertencia contra el escándalo (17, 1-3a), la actitud de perdón fraterno (17, 3b-4) y el texto de este domingo sobre el poder de la fe (17, 5-6) y los límites y condicionamientos del servicio cristiano (17, 7-10).

Cuando abrimos un comentario exegético del evangelio de Lucas se analizan por separado los vv.5-6 y los vv.7-10; así que, si la liturgia nos presenta ambos textos en una unidad, debemos poner toda nuestra atención.

En esta narración lucana del viaje, los apóstoles -sin previo aviso ni nada que prepare al lector- piden a Jesús, el Señor, que aumente su fe. La respuesta que Lucas pone en boca de Jesús es una máxima sobre la fe tomada de la llamada fuente Q y que tiene un objetivo puramente didáctico: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza…”

El mensaje es claro: lo importante no es la cantidad, sino la calidad; y la calidad en la fe viene expresada en el grado de autenticidad del creyente. La fe es dinámica y tiene unas posibilidades ilimitadas. Si uno tiene una fe auténtica, será capaz de realizar las cosas más insospechadas.

Esta recomendación sobre el poder de la fe se completa con una breve parábola o semejanza (vv.7-9) y su aplicación (v.10), dirigida a los apóstoles. El discípulo es siervo y su misión es llevar adelante aquello a lo que Dios le llama. Y eso no es todo: el discípulo realiza la tarea desde la humildad y su fidelidad a lo encomendado no tiene recompensa, todo es por pura gracia.

¡Cuántas veces exigimos a Dios ser reconocidos por nuestra entrega por el Reino! ¡Cuánto de ponernos medallas por los logros en la misión, que ni tan siquiera nos pertenece! ¡Cuánto sentimiento de creernos imprescindibles! Si tuviéramos más fe, mejor dicho, si tuviéramos una fe más auténtica, diríamos como San Agustín: “rezar como si todo dependiera de Dios y trabajar como si todo dependiera de nosotros”.

Ana Unzurrunzaga 

Comentario al evangelio de hoy (2 de octubre)

Hoy celebramos la fiesta de los Santos Ángeles Custodios.
En este día la liturgia nos propone tres textos vinculados entre sí con el motivo de los ángeles. Puede verse al respecto la reflexión que hacíamos el miércoles día 29.
La primera lectura está tomada del libro del Éxodo. Son unas palabras que el Señor dirige a su pueblo como promesa de que no sucumbirá ante sus enemigos. Estas palabras se encuentran en el libro junto con gran cantidad de prescripciones, y su función es la de unir el cumplimiento de los mandamientos a la certeza de la conquista de la tierra prometida.
Los creyentes del siglo XXI deberíamos tener ya superada esta lógica a partir de nuestra experiencia de la misericordia divina. Tal vez, la clave para la interpretación de las lecturas de este día, se encuentre siguiendo el orden inverso. Veamos:

Evangelio y Salmo Responsorial: El más importante en el Reino de los cielos es, para San Mateo, el que se haga como un niño (recordemos que los niños son un grupo de personas despreciado en tiempos antiguos en Israel). Muy parecida es la convicción del salmista que se sabe al amparo del Altísmo.
Primera lectura: la obediencia al ángel (y a los mandamientos que se encuentran en torno a estos versículos en el libro del Éxodo) hará posible el triunfo sobre los enemigos.

Nuestras vidas están en manos de Dios. La tarea será reconocerlo como nuestro Señor y guía.

Miércoles XXVI Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles, 2 de octubre.

Inicio esta oración marcando mi cuerpo con la señal de la cruz, evocando mi Dios que es Trinidad. Primero marco mi cabeza y nombro al Padre, fuente y principio de todo lo existente. Después, en el centro de mi cuerpo nombro al Hijo, plenitud de todo el Universo. Y por último con los dos hombros invoco al Espíritu Santo, fuerza de Dios que sostiene toda la creación. Con este gesto de saludo me dispongo a escuchar lo que el Señor quiera decirme hoy.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 9, 57-62):

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»

Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»

A otro le dijo: «Sígueme.»

Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»

Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»

Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»

Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

En este evangelio Jesús apela a mi coherencia. Digo que quiero seguirlo pero ¿estoy realmente dispuesto a hacerlo? Muchas veces mis intenciones y declaraciones van rápido que mis afectos y acciones. Le digo a Jesús, te seguiré a donde vayas, pero no siempre soy verdaderamente libre para hacerlo. Señor, hazme libre. Despójame de todo aquello que me impide ser coherente. Rompe las amarras que me esclavizan.

Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre. Estoy lleno de buenas razones para no entregarme al Señor. Siempre hay una buena excusa, razonable, poderosa para quedarme cómodo y tibio en mi rutina. Hoy leo este evangelio que me dice, basta de excusas. ¿Cuáles son las principales excusas que presento al Señor? ¿Qué argumentos esgrimo para quedarme donde estoy?

Las principales excusas que el evangelio consigna tienen que ver con la familia. Sin duda, la familia es un lugar de gracia y amor. Allí crecemos y nos desarrollamos. Pero el Señor me pone en alerta para que ella no se convierta en una dificultad para mi entrega. Reviso mis relaciones familiares. ¿Tengo lazos sanos? ¿Soy capaz de amar libremente, sin manipulación? ¿Soy libre de las expectativas que mis padres, mis hermanos o hijos tienen sobre mí?

Leo ahora el texto de una manera diferente.

«Señor, quiero seguirte, y claro que voy a hacerlo. Solo que ahora no es el momento, es que la vida está muy apretada. Es que mi agenda está sobrecargada. Es que ahora me debo a mis estudios, a mi trabajo, a mis aficiones, a mis amigos, a mi familia… Pero sí, algún día encontraré tiempo. Tiempo para rezar más, tiempo para profundizar en tu evangelio. Tiempo para cuidar la vida de sacramentos. Tiempo para los pobres. Tiempo para amar mejor… Algún día lo haré».

«No te engañes. Siempre habrá un ‘ahora’ que parece más urgente. Siempre habrá motivos para posponer los riesgos, para que se imponga el miedo, la comodidad o la seguridad. Tú sígueme ahora. Hoy. Sígueme a vivir en la intemperie vital, donde no todo es seguro, donde las preguntas muerden, donde el prójimo exige, donde el amor te complica. Ven, conmigo, hoy, ahora».

adaptación de Lc 9, 57-62, por José Mª Rodríguez Olaizola, sj

Señor Jesús, quiero ser libre para comprometerme. Dicen que implicarse en complicarse. Enséñame a implicarme en tu reino, aunque eso me complique la vida. Deseo complicarme por los más pobres y los que sufren. Deseo sentir que mi vida se pone en jaque por la causa de tu Padre Dios. Enséñame a implicarme y resistir. A perseverar en este camino plagado de tensiones y dificultades.

Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.

Laudes – Miércoles XXVI Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVI
De la memoria. Salterio II

2 de octubre

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS. (MEMORIA) 

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant. Venid, adoremos al Señor, a quien sirven los ángeles. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: CANTEMOS HOY A LOS ÁNGELES

Cantemos hoy a los ángeles,
custodios nuestros y hermanos,
que velan por los humanos
y van de su bien en pos.
Ven siempre la faz del Padre,
él los ampara benigno,
y luchan contra el maligno
en las batallas de Dios.

¡Oh espíritus inmortales!
Tenéis por reina a María,
sois su vital letanía,
su enamorada legión.
Por vuestro medio nos llegan
dones y gracias del cielo,
la fe, la luz, el consuelo,
la paz y la inspiración.

Terribles como un ejército
bien ordenado en batalla,
vuestra asistencia no falla
contra la insidia infernal.
Silentes guardas y amigos,
de nuestra noche luceros,
seréis nuestros compañeros
en la patria celestial.

La gloria a Dios que ha creado
ejército tan prolijo:
que adore sumiso al Hijo,
su rey y su plenitud,
y que al Espíritu Santo,
terrenos y celestiales,
le rindan universales
tributos de gratitud. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor enviará a su ángel contigo y dará éxito a tu empresa.

SALMO 62 2-9 – EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor enviará a su ángel contigo y dará éxito a tu empresa.

Ant 2. Bendito sea Dios, que envió a su ángel y libró a sus siervos que en él confiaron.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR – Dn 3,57-88.56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Bendito sea Dios, que envió a su ángel y libró a sus siervos que en él confiaron.

Ant 3. Alabad al Señor, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.

Salmo 149 – ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alabad al Señor, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.

LECTURA BREVE   Ex 23, 20-21a

Voy a enviar un ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te conduzca al lugar que te he preparado. Pórtate bien en su presencia y obedécelo.

RESPONSORIO BREVE

V. Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.

V. Y daré gracias a tu nombre.
R. Tañeré para ti, Dios mío.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Dios mío.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Todos los ángeles son espíritus destinados a una misión, enviados en servicio de los que han de heredar la salvación.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todos los ángeles son espíritus destinados a una misión, enviados en servicio de los que han de heredar la salvación.

PRECES

Adoremos, hermanos, al Señor, ante quien los ángeles se postran, y, suplicándole que mande a estos servidores de su reino para que nos ayuden en nuestro camino, digamos:

Bendecid al Señor, todos sus ángeles.

Tú, Señor, que has dado órdenes a tus ángeles para que nos guarden en nuestros caminos,
condúcenos hoy por tus sendas y no permitas que caigamos en el pecado.

Haz que te busquemos a ti en todo lo que hagamos
y seamos así semejantes a los ángeles que están viendo siempre tu rostro.

Concédenos, Señor, la pureza del alma y la castidad del cuerpo,
para que seamos como tus ángeles en el cielo.

Manda, Señor, en ayuda de tu pueblo al gran arcángel Miguel,
para que nos sintamos protegidos en nuestras luchas contra Satanás y sus ángeles.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Dios, Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar, para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Oficio de lecturas – Miércoles XXVI Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVI
De la memoria. Salterio II

2 de octubre

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS. (MEMORIA) 

OFICIO DE LECTURA 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Señor, a quien sirven los ángeles.


Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: ÁNGELES DE LA MAÑANA

Ángeles de la mañana,
ángeles del mediodía,
de la tarde y de la noche
son tu presencia divina.

Llenos de gozo, Señor,
te damos nuestra alegría,
peregrinos de la tierra,
huéspedes ya de tu vida.

¡Que nunca nos abandone,
en el sueño o la vigilia,
el ángel que nos pusiste
como compañero y guía! Amén.

SALMODIA

Ant 1. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

Salmo 38 I – SÚPLICA DE UN ENFERMO

Yo me dije: vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente.

Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.

Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.

Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

Ant 2. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

Salmo 38 II

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.

Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.

Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.

Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;

porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro,
antes de que pase y no exista.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

Ant 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.

Salmo 51 – CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES

¿Por qué te glorías de la maldad
y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias,
tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes;

prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera.

Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces
del suelo vital.

Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él:
«Mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes.»

Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en su misericordia
por siempre jamás.

Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.

V. Mi alma espera en el Señor.
R. Espera en su palabra. 

PRIMERA LECTURA

Del segundo libro de los Reyes 17, 24-41

ORIGEN DE LOS SAMARITANOS

En aquellos días, el rey de Asiria trajo gente de Babilonia, Cutá, Avá, Jamat y Sefarvaím, y la estableció en las poblaciones de Samaria, para suplir a los israelitas. Ellos tomaron posesión de Samaria y se instalaron en sus poblados. Pero al empezar a instalarse allí, no daban culto al Señor, y el Señor les envió leones que hacían estrago entre los colonos. Entonces, expusieron al rey de Asiria:

«La gente que llevaste a Samaria como colonos no conoce los ritos del dios del país, y por eso éste les ha enviado leones que hacen estrago entre ellos, porque no conocen los ritos del dios del país.»

El rey de Asur ordenó:

«Llevad allá uno de los sacerdotes deportados de Samaría, para que se establezca allí y les enseñe los ritos del dios del país.»

Uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue entonces a establecerse en Betel, y les enseñó cómo había que dar culto al Señor. Pero todos aquellos pueblos se fueron haciendo sus dioses y, cada uno en la ciudad donde vivía, los pusieron en las ermitas de los altozanos que habían construido los de Samaría: los de Babilonia hicieron a Sucot-Benot; los de Cutá, a Nergal; los de Jamat, a Asima; los de Avá, a Nibjás y Tartac; los de Sefarvaím sacrificaban a sus hijos en la hoguera en honor de sus dioses Adramélec y Anamélec.

También daban culto al Señor; nombraron sacerdotes a gente de la masa del pueblo, para que oficiaran en las ermitas de los altozanos. De manera que daban culto al Señor y a sus dioses, según la religión del país de donde habían venido. Hasta hoy vienen haciendo según sus antiguos ritos; no veneran al Señor ni proceden según sus mandatos y preceptos, según la ley y la norma dada por el Señor a los hijos de Jacob, al que impuso el nombre de Israel. El Señor había hecho un pacto con ellos y les había mandado:

«No veneréis a otros dioses, ni los adoréis, ni les deis culto, ni les ofrezcáis sacrificios; sino que habéis de venerar al Señor que os sacó de Egipto con gran fuerza y brazo extendido; a él adoraréis y a él le ofreceréis sacrificios. Cuidad de poner siempre por obra los preceptos y normas, la ley y los mandatos que os ha dado por escrito. No veneréis a otros dioses. No olvidéis el pacto que he hecho con vosotros. No veneréis a otros dioses, sino al Señor, vuestro Dios, y él os librará de vuestros enemigos.»

Pero no hicieron caso, sino que procedieron según sus antiguos ritos. Así, aquella gente honraba al Señor y daba culto a sus ídolos. Y sus descendientes siguen hasta hoy haciendo lo mismo que sus antepasados.

RESPONSORIO    2R 17, 38-39; Dt 6, 4

R. No olvidéis el pacto que he hecho con vosotros. No veneréis a otros dioses, sino al Señor, vuestro Dios, * y él os librará de vuestros enemigos.
V. Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno.
R. Y él os librará de vuestros enemigos.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 12 sobre el salmo «Qui habitat», 3, 6-8: Opera omnia, edición cisterciense, 4 [1966], 458-462)

QUE TE GUARDEN EN TUS CAMINOS

A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Den gracias y digan entre los gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos.» Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu, incluso le prometes la visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.

A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes.

Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados.

En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y administradores. En efecto, ahora somos ya hijos de Dios, aunque ello no es aún visible, ya que, por ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.

Por lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente.

RESPONSORIO    Sal 90, 11-12. 10

R. A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; * te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.
V. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda.
R. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios, Padre misericordioso, que, en tu providencia inefable, te has dignado enviar, para nuestra guarda, a tus santos ángeles, concede a quienes te suplican ser siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.