En este día de “todos los santos” recordamos que la llamada de la Fe, recibida en el bautismo, tiene una lógica de perfeccionamiento, de plenitud. No se puede dejar el trabajo a medio hacer: “Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto”, nos recuerda en evangelista Mateo. No se trata de pequeñas parcelas de vida, sino de una viva vivido en plenitud, tal como la concibe Jesús desde el corazón del Padre y con la fuerza del Espíritu.
UN TEXTO
«… poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es una opción llena de consecuencias. Significa expresar la convicción de que, si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial. Preguntar a un catecúmeno, “¿quieres recibir el Bautismo?”, significa al mismo tiempo preguntarle, “¿quieres ser santo?” Significa ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,48).
Como el Concilio mismo explicó, este ideal de perfección no ha de ser malentendido, como si implicase una especie de vida extraordinaria, practicable sólo por algunos “genios” de la santidad. Los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación de cada uno… Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este « alto grado » de la vida cristiana ordinaria. La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección. Pero también es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una pedagogía de la santidad verdadera y propia, que sea capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona. Esta pedagogía debe enriquecer la propuesta dirigida a todos con las formas tradicionales de ayuda personal y de grupo, y con las formas más recientes ofrecidas en las asociaciones y en los movimientos reconocidos por la Iglesia»
Juan Pablo II, Carta apostólica El Nuevo Milenio (Novo Millennio Ineunte), nº 31
UN POEMA
a vosotros,
que recibís mi Palabra
y la ponéis en práctica;
a vosotros,
que os reunís en mi nombre
os llamo amigos.
que sois fuertes
en vuestra debilidad;
a vosotros,
que os mantenéis firmes
en la opción evangélica;
a vosotros,
que progresáis en la fe puesta en acción,
dispuestos a dar la cara,
a echar una mano;
a vosotros,
con quienes se puede contar
para toda buena causa,
os llamo amigos.
A vosotros,
que afrontáis la realidad
e intentáis mejorarla;
a vosotros,
que no renunciáis a la utopía
a vosotros,
que dais una oportunidad
a un futuro mejor,
os llamo amigos.
que celebráis lo que creéis
y compartís lo que tenéis;
a vosotros,
juntos en la fiesta
y juntos en la lucha;
a vosotros,
que tenéis mis sentimientos
y mi Espíritu,
os llamo amigos.
UN SÍMBOLO: Una o varias espigas de trigo: “si el grano de trigo no muere”… Una vela encendida o un vaso lleno de agua…