Vísperas – 27 de diciembre

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: NORABUENA VENGÁIS AL MUNDO.

Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.

Niño de jazmines,
rosas y azucenas,
niño de la niña
después de él más bella,
que tan buenos años,
que tan buenas nuevas,
que tan buenos días
ha dado a la tierra;
parabién merece,
parabienes tenga,
aunque tantos bienes
como Dios posea.

Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.

Mientras os tardasteis,
dulce gloria nuestra,
estábamos todos
llenos de mil penas;
mas, ya que vinisteis
y a la tierra alegra
ver que su esperanza
cumplida en vos sea,
digan los pastores,
respondan las sierras,
pues hombre os adoran
y Dios os contemplan:

Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.

SALMODIA

Ant 1. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Salmo 109 – EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.

Ant 2. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Salmo 129 – DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.

Ant 3. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él,
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.

LECTURA BREVE   Rm 8, 3b-4

Dios envió a su propio Hijo, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado. Así dictó sentencia de condenación contra el pecado, que ejercía su poder en la vida según la carne. De este modo la exigencia y el fin de la ley tuvieron cumplimiento en nosotros, que no vivimos la vida puramente natural según la carne, sino la vida sobrenatural según el espíritu.

RESPONSORIO BREVE

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios y, permaneciendo virgen, lo engendraste.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios y, permaneciendo virgen, lo engendraste.

PRECES

Oremos, hermanos, a Dios Padre, que por su gran amor hacia nosotros nos ha enviado a su Hijo, y digámosle:

Que la gracia de tu Hijo nos acompañe, Señor.

Dios de amor y Padre de nuestro Señor Jesucristo, tú que te has compadecido de los que viven en las tinieblas,
escucha las súplicas que te dirigimos por la salvación de todos los hombres.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
bendice al pueblo cristiano y concédele abundancia de paz.

Padre de todos los hombres, encamina a los pueblos al conocimiento de Jesucristo
y da a los gobernantes de las naciones la luz de tu Espíritu.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que proclamaste dichosos a los que mueren en tu paz, haz que la luz eterna brille sobre los que han muerto en Cristo,
para que descansen de sus fatigas y reciban el premio de sus obras.

A pesar de que en el mundo existe el odio y la división, oremos a aquel que nos ha hermanado en Jesucristo, diciendo:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Carta de Jesús a los niños

Queridos niños y niñas:

Sé que hoy estáis reunidos todos para celebrar mi fiesta de Navidad y que habéis invitado a vuestros padres para regalarles villancicos, canciones, poesías, baile. Por eso he aprovechado y le he dicho al cura Pepe que os llevara esta carta.

Os gusta mucho la alegría y la fiesta, igual que a mí. Este año estoy contentísimo porque os veo dentro de la parroquia y siento que venís con mucha ilusión cada semana para estar conmigo y aprender cosas de mi vida. Yo también estoy aprendiendo mucho de vuestras vidas, vuestras familias, vuestras escuelas, amigos, juegos… todo lo vuestro me gusta mucho porque os quiero un montón.

Pronto, dentro de unos días, será mi cumple – dicen que el 24 de Diciembre en la noche- , ¿sabéis por qué nací?: Porque quería estar cerca de vosotros, ser como vosotros, poder acompañaros en vuestra vida y entrar en vuestros corazones. Yo me siento hermano de todos los niños del mundo y quiero hacer una gran familia entre todos. Pero para eso necesito vuestra ayuda. En estos días la gente se hace regalos, a vosotros o harán muchos regalos, seguro que ya habéis hecho una lista para reyes; pero no os paséis en pedir cosas que después no podéis jugar con todas y los juguetes se quedan tristes en los rincones. Sabéis que muchos niños se quedan sin nada y les falta hasta el alimento diario.

A mí también me gustan los regalos y os voy a contar un secreto para que lo guardéis en vuestro corazón esta navidad: “EL REGALO QUE MÁS ME GUSTA ES QUE LAS PERSONAS ME CONOZCAN, SE AMEN, AYUDEN Y PERDONEN”. Os pido que seáis mis amigos y me ayudéis con este regalo, sois como mi equipo de la bondad. Necesito que tú me regales tu corazón queriendo y ayudando a todos los que te rodean. Me gustaría que hicieras una lista de las personas que vas a querer más y que ese papel lo pongas debajo del Belén, en mi cuna. Será un secreto en tú y yo, será el regalo que tú me hagas esta Navidad y yo seré, en tu Belén, el niño Jesús más feliz del mundo. No te olvides por favor, no me dejes solo en la cuna, quiero estar rodeado de todos esos nombres y personas que tú vas a poner debajo de ella. Ah, si te ayudan tus papis mucho mejor, así ellos también participarán en el regalo que tú me haces y yo estaré más contento todavía.

Y ahora quiero abrazaros, regalaros un abrazo, pero también necesito vuestra ayuda, como no puedo abrazaros a todos al mismo tiempo, vais a hacer una cosa: que cada uno le dé un abrazo muy fuerte al que tiene a su lado y le diga“este es el abrazo de Jesús que nació en Belén y en mi corazón también”.

Un abrazo grande, grande, grande… os quiero un montón

Para la celebración

MONICIÓN DE ENTRADA

En el momento de reunirnos para la Eucaristía de este domingo, sentimos de nuevo la llamada a ir superando nuestro mutuo desconocimiento para sentirnos comunidad que celebra su fe. En continuidad con la fiesta del Nacimiento de Jesús, centramos hoy nuestra mirada en la familia de Nazaret: María, José y Jesús, en su vida sencilla y oculta. Con ello le damos gracias a Dios porque, en la familia, nos ha dado a conocer el misterio que da razón de nuestras vidas: la gratuidad y el amor. Y, sobre todo, porque el misterio profundo de Dios se nos ha revelado en la sencillez cotidiana de una vida de familia. Acción de gracias e interpelación, para aprender a compartir la vida, el pan y la mesa de cada día. La mesa de su palabra y de la vida entregada de Jesús.

Tú, Padre, nos llamas a la vida y nos perdonas. Que, como María, José y Jesús, sepamos crecer en paz, unión, amor y reconciliación en nuestros propios hogares. Que toda la humanidad llegue a vivir como una sola familia de hermanos, cogidos de la mano a ti, que eres nuestro Padre.

ACTO PENITENCIAL:

Te pedimos perdón Padre, por todas las deficiencias de nuestra vida familiar y por tantas familias donde el amor se ha roto:

* Por nuestras desuniones familiares, que tal vez hayan podido dolernos en estas Navidades. SEÑOR, TEN PIEDAD.

* Por los niños y mujeres maltratados, CRISTO, TEN PIEDAD.

* Por quienes son víctimas de la separación y la soledad. SEÑOR, TEN PIEDAD.

Te pedimos perdón, Padre, y esperamos de tu misericordia y de la fuerza de tu Espíritu, para crear reconciliación, amor y respeto en todas las familias del mundo.

OFERTORIO

Una familia trae el pan, el vino, dos ramas de árbol y el niño Jesús. Si es posible, podemos proyectar en la pantalla la imagen de dos árboles frondosos.

Presentamos al Señor, junto con el pan y el vino, nuestras propias familias, en las que hemos crecido y en las que crecemos y crecen nuestros hijos, como el gran regalo que hemos recibido de Dios. Al presentarla y ofrecerla, nos vienen a la memoria tantas familias destrozadas por la guerra, el odio y la violencia. Y todas las familias que ven deshechos sus hogares a causa de la crisis: recortes, salarios empobrecidos, paro indefinido…Y te damos gracias por esos árboles que son nuestros padres, a cuya sombra vamos creciendo de generación en generación.

SOBRE LA MESA

Sobre la mesa están el agua, el vino,
los cubiertos, el pan, la loza nueva.
Hoy ha salido el sol y, en tanto funde
la mucha nieve –sucia ya- de ayer,
acaricia el blancor de los manteles
y arranca chispas del cristal. Llegamos
ante la mesa familiar, y mudos,
vamos tomando asiento; cinco seres
de Dios, en esta casa que ahora empieza
a conocernos y a ser nuestra –un hombre-,
una mujer, tres hijos-, silenciosamente,
vamos cumpliendo un viejo rito,
uniendo nuestros claros eslabones
a la cadena del vivir. Aroma
la hierbabuena, cuando voy sirviendo,
humeante, la sopa. Tomo luego
un pedazo de pan y, mientras gozo
repartiéndolo, digo: “Dios, bendice
este techo, esta mesa, este alimento,
este poco de lumbre y este mucho
de amor”. Y es una música celeste
el leve son que inician las cucharas.

Comentario al evangelio de hoy (27 de diciembre)

¡Discípulo de un solo Maestro!

Cuando alguien se nos muere, se acaban los contactos y todo lo llena el silencio. Si llamamos a su teléfono, su voz no responde. Si tocamos su cuerpo fallecido, no muestra sensibilidad. Pero apenas murió Jesús, a los dos días, el ambiente se llenó de rumores de resurrección: decían que estaba vivo y que se había aparecido a sus mejores amigos, entre ellos a su discípulo preferido. Hoy, en Navidad, celebramos su fiesta. Escuchemos el relato evangélico.

Celebramos hoy la fiesta de san Juan. El evangelio se centra en la figura del discípulo amado por Jesús. Fue testigo de muchos hechos de la vida de Jesús que sólo él nos transmitió. El más sorprendente, el que la Iglesia ha escogido para celebrar su fiesta es el siguiente: María Magdalena que fue la mañana del domingo al sepulcro se sobresalta y piensa que han robado el cuerpo de Jesús, pues el sepulcro está vacío. Lo comunica. Pedro y el discípulo amado salen corriendo hacia el sepulcro y verifican que el cuerpo de Jesús no está en el sepulcro. El discípulo amado no cree que lo hayan robado. Vio y creyó que había resucitado de entre los muertos, porque entendió en ese momento las Escrituras. Lo que otros interpretaban como robo, él lo interpretaba como resurrección.

El discípulo amado solo tuvo un Maestro y a él se entregó con pasión. Junto a él se hizo hombre y cristiano. Tomó muy en serio aquellas palabras de Jesús: ¡no llaméis a nadie maestro, uno solo es vuestro maestro! Junto a Jesús encontró a una mujer que tomó como madre espiritual, la misma madre de Jesús. Propio de este discípulo fue creer, sí creer siempre y amar, hacer del amor su arma más poderosa. Y fue consecuente hasta el final.

El discípulo amado no recibe en el cuarto evangelio un nombre propio. En él nos podemos reflejar cualquiera nosotros. Allí donde el Evangelio dice “discípulo amado” podemos poner nuestro propio nombre.

Yo veo hoy a mucha gente perdida, no porque no tengan maestro, sino porque tienen muchos: maestros según la conveniencia. Es como tener muchos dioses, sin comprometerse con ninguno, como tener muchos maridos o mujeres sin comprometerse con ninguna. De ese modo, el ser humano no se integra, ni unifica. Encontrar al único Maestro y entregarse apasionadamente a Él es lo único que se requiere de un cristiano.

Hace de Jesús su único maestro aquella persona que vive cada día bajo la Palabra de su Señor, que escucha y actúa desde lo que escucha. “Si no creéis no tendréis vida en vosotros”. Hace de Jesús su único maestro aquella persona que vive en el amor cada día y todo lo reduce a ese único mandamiento y es capaz de lavar los pies de cualquiera. Hace de Jesús su único maestro quien es capaz de seguirlo con María hasta el Calvario y de llegar allá donde, por miedo, muchos no llegan.

Como el discípulo amado también nosotros podemos vivir guiados por el único maestro. De él aprendemos la importancia de la fe, del amor, de vivir y permanecer unidos a la vid para dar fruto.

Ser discípulo amado de Jesús es ser experto en navidades. Sabremos descubrir los signos de Jesús resucitado e interpretar los rumores de Resurrección. Donde los demás ven contraindicaciones, nosotros veremos síntomas, huellas, signos. Donde otros veían un robo, el discípulo amado “vio y creyó”.

Viernes después de Navidad

Hoy es viernes, 27 de diciembre, festividad de San Juan Evangelista.

Celebramos hoy la fiesta de san Juan Evangelista. El autor del cuarto evangelio habla de sí mismo como el discípulo amado. Así se sintió él. Ojalá pueda vivir yo esa misma experiencia. Ojalá pueda vivirme como discípulo amado personalmente por Jesús.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 20, 2-8):

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.”

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

La resurrección de Jesús no es una experiencia privada que se recibe en la intimidad. En este pasaje veo cómo se buscan unos a otros. Se cuenta la noticia, se adelantan, se esperan. Jesús resucitado sólo puede ser vivido en comunidad. Del mismo modo yo he recibido la buena noticia de otros. Y también estoy llamado a comunicarlo. Pienso en cómo mi forma de celebrar estos días de Navidad, puede ser un anuncio de la buena noticia.

Este pasaje es un icono de la variedad de la Iglesia. María, Juan, Pedro. Cada uno tiene una relación distinta con Jesús. María es la primera testigo. Juan el discípulo amado. Pedro es más lento pero es respetado como el que debe entrar antes. Jesús no anuló esa variedad, no parecía asustarle un trato distinto con cada uno. ¿Me siento yo así en la Iglesia? ¿Puedo rezar con y por esa variedad?

Vuelvo a leer el texto de Juan y me uno a su experiencia en el paraíso. Juan fue uno de los doce y se sintió íntimamente unido a Jesús. Por eso se recrea en los detalles y emociones. Al volver a leer el texto puedo sentir la cercanía, la humanidad y la vida que late detrás  del evangelio.

Señor, me gustaría poder decir yo también que soy un discípulo amado. Como Juan quiero caminar junto a ti, en los momentos de seguimiento y rutina. Quiero contemplarte en los momentos gloriosos, como la transfiguración y también quiero acompañarte en los momentos oscuros de Getsemaní y la cruz. Quiero compartir tu intimidad, Señor.

Alma de Cristo, santifícame,
Cuerpo de Cristo, sálvame,
Sangre de Cristo, embriágame,
Agua del costado de Cristo, lávame,
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme,
no permitas que me aparte de ti,
del maligno enemigo, defiéndeme.
y en la hora de mi muerte, llámame,
y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe
por los siglos de los siglos.
Amén.

Laudes – 27 de diciembre

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: TÚ QUE REVELASTE A JUAN.

Tú que revelaste a Juan
tus altísimos decretos
y los íntimos secretos
de hechos que sucederán,
haz que yo logre entender
cuanto Juan ha contado.
Déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.

Tú que en la cena le abriste
la puerta del corazón,
y en la transfiguración
junto a ti lo condujiste,
permíteme penetrar
en tu misterio sagrado.
Déjame, Señor, posar
mi cabeza en tu costado.

Tú que en el monte Calvario
entre tus manos dejaste
el más santo relicario:
la carne donde habitaste;
tú que le dejaste ser
el hijo bienadoptado.
Déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.

Y tú, Juan, que a tanto amor
con amor correspondiste
y la vida entera diste
por tu Dios y tu Señor,
enséñame a caminar
por donde tú has caminado.
Enséñame a colocar
la cabeza en su costado. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor eligió a Juan, el apóstol y evangelista que conservó su castidad virginal, y lo distinguió entre los demás con una gran predilección.

SALMO 62, 2-9 – EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor eligió a Juan, el apóstol y evangelista que conservó su castidad virginal, y lo distinguió entre los demás con una gran predilección.

Ant 2. Este es Juan, el apóstol virgen, a quien Cristo en la cruz le encomendó su Madre Virgen.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR – Dn 3,57-88.56

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Este es Juan, el apóstol virgen, a quien Cristo en la cruz le encomendó su Madre Virgen.

Ant 3. El discípulo a quien Jesús amaba exclamó: «¡Es el Señor!» Aleluya.

Salmo 149 – ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El discípulo a quien Jesús amaba exclamó: «¡Es el Señor!» Aleluya.

LECTURA BREVE   Hch 4, 19-20

Pedro y Juan, tomando la palabra, dijeron: «Juzgad por vosotros mismos si es justo, delante de Dios, obedeceros a vosotros antes que a él. Nosotros no podemos dejar de hablar acerca de lo que hemos visto y oído.»

RESPONSORIO BREVE

V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.

V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y contemplamos su gloria. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y contemplamos su gloria. Aleluya.

PRECES

Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre nuestro, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre nuestro, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las creaturas.

Padre nuestro, que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus frutos con alegría.

Padre nuestro, que enviaste a tu Hijo para que reconciliara al mundo contigo,
haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Sintiéndonos asociados a Cristo en su obra redentora, sintámonos también unidos con él en su filiación divina, y digamos:

Padre nuestro…

ORACION

Dios nuestro, que nos descubriste los arcanos de tu Verbo por medio del apóstol san Juan, concédenos alcanzar una debida comprensión de todo aquello que él ha hecho llegar a nuestros oídos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. 

Oficio de lecturas – 27 de diciembre

OFICIO DE LECTURA
SAN JUAN EVANGELISTA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.


Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: CUSTODIO VIRGEN DE LA VIRGEN MADRE

Custodio virgen de la Virgen Madre,
fiel pregonero del divino Verbo,
que laves, Juan, sus manchas y pecados
piden tus siervos.

Río impetuoso de perenne fuente,
riegas el mundo por el sol sediento,
brindándole la ciencia que aprendiste
del propio Verbo.

Implora la piedad por nuestras culpas,
tú, prez del mundo, resplandor del cielo,
da poder penetrar los que enseñaste,
santos misterios.

Tú penetras del Padre en el arcano,
al escribir la fe de tu evangelio,
haznos, buen guía, que al Señor veamos
allá en el cielo.

Gloria y honor a Cristo para siempre
que la Virgen dio a luz, Hijo unigénito,
como a él, al Padre y al Amor divino
gloria cantemos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Juan dio testimonio de la Palabra de Dios y fue testigo de las obras que realizó Jesucristo.

SALMO 18 A – ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juan dio testimonio de la Palabra de Dios y fue testigo de las obras que realizó Jesucristo.

Ant 2. Éste es el discípulo a quien Jesús quería con predilección.

Salmo 63 – SÚPLICA CONTRA LOS ENEMIGOS

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Éste es el discípulo a quien Jesús quería con predilección.

Ant 3. Éste es Juan, el que posó su frente en el pecho del Señor durante la cena, es el apóstol afortunado, a quien le fueron revelados secretos celestiales.

Salmo 98 – SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.

El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Éste es Juan, el que posó su frente en el pecho del Señor durante la cena, es el apóstol afortunado, a quien le fueron revelados secretos celestiales.

V. Proclamaron las alabanzas del Señor y su poder.
R. Y las maravillas que realizó. 

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Juan 1, 1 — 2, 3

>LA PALABRA DE LA VIDA Y LA LUZ DE DIOS

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros. Y esta nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que sea colmado vuestro gozo.

Y el mensaje que de él hemos recibido y os transmitimos es éste: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que vivimos en comunión con él y, con todo, andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos las obras de la verdad. Pero si caminamos en la luz, lo mismo que está él en la luz, entonces vivimos en comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y bondadoso es él para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad. Si decimos que no hemos pecado, estamos afirmando que Dios miente, y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.

Y sabemos que hemos llegado a conocerlo si guardamos sus mandamientos.

RESPONSORIO    1Jn 1, 2. 4; Jn 20, 31

R. Os anunciamos la vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado; os la anunciamos para que os alegréis, * para que sea colmado vuestro gozo.
V. Estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en él.
R. Para que sea colmado vuestro gozo.

SEGUNDA LECTURA

De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
(Tratado 1, 1. 3: PL 35, 1978. 1980)

>EN LA ENCARNACIÓN SE HA MANIFESTADO LA MISMA VIDA EN PERSONA

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos Y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida. ¿Quién podría tocar con sus manos a la Palabra, si no fuese porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros? Esta Palabra, que se hizo carne para que pudiera ser tocada, comenzó a ser carne en el seno de la Virgen María; pero no fue entonces cuando empezó a ser Palabra, ya que, como nos dice Juan, existía desde un principio. Ved cómo concuerda su carta con las palabras de su evangelio, que acabáis de escuchar: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios.

Quizá alguien piense que hay que entender la expresión «la palabra de vida» como un modo de hablar que se refiere a Cristo, pero no al cuerpo de Cristo que podía ser tocado por nuestras manos. Atended a las palabras que siguen: Porque la vida se ha manifestado. Por tanto, Cristo es la Palabra de vida.

¿Y de dónde se ha manifestado esta vida? Existía desde un principio, pero no se había manifestado a los hombres; en cambio, sí se había manifestado a los ángeles, que la veían y se alimentaban de ella como de su propio pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

Así, pues, en la encarnación se ha manifestado la misma Vida en persona, y se ha manifestado para que, al hacerse visible, ella, que sólo podía ser contemplada con los ojos del corazón, sanara los corazones. Porque la Palabra sólo puede ser contemplada con los ojos del corazón; en cambio, la carne puede ser contemplada también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no a la Palabra; por esto la Palabra se hizo carne, que puede ser vista por nosotros, para sanar en nosotros lo que nos hace capaces de ver a la Palabra.

Y nosotros -continúa- testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado, esto es, se ha manifestado entre nosotros y, para decirlo con más claridad, se ha manifestado en nuestro interior.

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Atended, queridos hermanos: Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor presente en la carne y oyeron las palabras que salían de su boca, y nos lo han anunciado. Nosotros, por tanto, hemos oído, pero no hemos visto.

¿Somos por eso menos dichosos que ellos, que vieron y oyeron? Pero entonces, ¿por qué añade: A fin de que viváis en comunión con nosotros? Ellos vieron, nosotros no, y sin embargo vivimos en comunión con ellos, porque tenemos una fe común.

Y esta nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas -continúa- para que sea colmado vuestro gozo. Gozo colmado, dice, en una misma comunión de vida, en una misma caridad, en una misma unidad.

RESPONSORIO

R. Éste es Juan, el que posó su frente en el pecho del Señor durante la cena, * es el apóstol afortunado, a quien le fueron revelados secretos celestiales.
V. Bebió el agua viva del Evangelio en su misma fuente, en el pecho sagrado del Señor.
R. Es el apóstol afortunado, a quien le fueron revelados secretos celestiales.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado. 

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que nos descubriste los arcanos de tu Verbo por medio del apóstol san Juan, concédenos alcanzar una debida comprensión de todo aquello que él ha hecho llegar a nuestros oídos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.