Vísperas – Martes XIX de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: COMO EL NIÑO QUE NO SABE DORMIRSE

Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos, al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.

Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Salmo 130 – COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA BREVE Rm 12, 9-12

Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

RESPONSORIO BREVE

V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V. Tu fidelidad de generación en generación.
R. Más estable que el cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

PRECES

Invoquemos a Dios, esperanza de su pueblo, diciendo:

Escúchanos, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque hemos sido enriquecidos en todo por Cristo, tu Hijo;
haz que por él crezcamos en todo conocimiento.

En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
dales, pues, acierto en sus decisiones para que te sean gratos en su pensar y obrar.

Tú que a los artistas concedes inspiración para plasmar la belleza que de ti procede,
haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.

Tú que no permites que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas,
da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que nos has prometido la resurrección en el último día,
no te olvides de tus hijos que ya han dejado el cuerpo mortal.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:

Padre nuestro…

ORACION

Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina (9 de agosto)

Lectio:  Martes, 9 Agosto, 2016

1) Oración inicial 

Señor, Dios de nuestros padres en la fe, infúndenos copiosamente la fuerza de la cruz, con la que enriqueciste de modo admirable a Santa Teresa Benedicta en la hora del martirio; concédenos por su intercesión, buscarte sin descanso a ti que eres la suma Verdad, y mantener con lealtad hasta la muerte la alianza eterna del amor, sellada con la sangre de tu Hijo para la salvación de la humanidad.

2) Lectura del Evangelio 

Del Evangelio según Mateo 25,1-13″

«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: `¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’ Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: `Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.’ Pero las prudentes replicaron: `No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.’ Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: `¡Señor, señor, ábrenos!’ Pero él respondió: `En verdad os digo que no os conozco.’ Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

3) Reflexión 

• Hoy es la fiesta de Santa Edith Stein que en el Carmelo tomó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Por esto, el evangelio de hoy trae la parábola de las diez vírgenes que debían dar la bienvenida al novio cuando llegara para las fiestas de la boda.

• Mateo 25,1ª: El comienzo: “Entonces”. La parábola empieza con esta palabra: “Entonces”. Se trata de la venida del Hijo del Hombre (cf Mt 24,37). Nadie sabe cuándo va a venir ese día, “ni los ángeles, ni el hijo mismo, sino que solamente el Padre” (Mt 24, 36). No importa que los adivinos quieran hacer cálculos. El Hijo del Hombre vendrá de sorpresa, cuando la gente menos lo espera (Mt 24,44). Puede ser hoy, puede ser mañana. Por esto, el recado final de la parábola de las diez vírgenes es “¡Vigilad!’ Las diez muchachas deben estar preparadas para cualquier eventualidad. Cuando la policía nazista llamó a la puerta del monasterio de las Carmelitas en Echt en la provincia de Limburgia en los Países Bajos, Edith Stein, la hermana Teresa Benedicta de la Cruz, estaba preparada. Asumió la Cruz y siguió para el martirio en el campo de exterminio por amor a Dios y a su gente. Era una de las vírgenes prudentes de la parábola.

• Mateo 25,1b-4: Las diez vírgenes preparadas para aguardar al novio. La parábola empieza así: “El Reino del Cielo es como diez vírgenes que prepararon sus lámparas y salieron al encuentro del novio”. Se trata de muchachas que debían acompañar al novio para la fiesta de la boda. Para esto, ellas debían llevar consigo las lámparas, sea para iluminar el camino, sea para iluminar la fiesta. Cinco de ellas eran prudentes y cinco eran sin fundamento. Esta diferencia aparece con claridad en la manera en que se preparan para la función que recibirán. Junto con las lámparas encendidas, las previdentes llevaron consigo también una vasija de aceite de reserva. Se preparaban para cualquier eventualidad. Las vírgenes sin fundamento se llevaron sólo las lámparas, sin pensar en llevarse un poco de aceite de reserva.

• Mateo 25,5-7: El retraso no previsto de la llegada del novio. El novio se demora. No había una hora determinada para que llegara. En la espera, el sueño se apodera de las muchachas, sin embargo las lámpara siguen gastando aceite e se van apagando poco a poco. De repente, en medio de la noche, se oye un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”. Todas ellas despiertan y empiezan a preparar las lámparas que ya estaban casi al final. Debían de poner el aceite de reserva para evitar que las lámparas se apagaran.

• Mateo 25,8-9: Las diversas reacciones ante la llegada atrasada del novio. Solamente ahora las necias se dan cuenta de que olvidaron llevar consigo el aceite de reserva. Fueron a pedir aceite a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan”. Las prudentes no pudieron atender este pedido, pues en aquel momento lo que importaba no era que las prudentes compartieran su aceite con las otras, sino que estuvieran listas para acompañar al novio hasta el lugar de la fiesta. Por esto aconsejan: ‘es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.’

• Mateo 25,10-12: El destino de las vírgenes prudentes y de las necias. Las necias siguen el consejo de las prudentes y van a comprar aceite. Durante esta breve ausencia de la compra llega el novio y las prudentes pueden acompañarlo a la fiesta de las bodas. Y la puerta se cierra detrás de ellas. Cuando llegan las otras, llaman a la puerta y piden: “¡Señor, Señor, abre la puerta para nosotras!” Y reciben la respuesta: “En verdad os digo que no os conozco”.

• Mateo 25,13: La recomendación final de Jesús para todos nosotros. La historia de esta parábola es muy sencilla y la lección es evidente. “Velad, pues, porque no sabéis, ni el día, ni la hora”. Moral de la historia: no seas superficial, mira más allá del momento presente, trata de descubrir el llamado de Dios hasta en las mínimas cosas de la vida, hasta en el aceite que falta en la lámpara.’

4) Para la reflexión personal

• ¿Te ocurrió ya de pensar en el aceite de reserva de tu lámpara?

• ¿Conoces la vida de Santa Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz?

5) Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,

sin cesar en mi boca su alabanza;

en Yahvé se gloría mi ser,

¡que lo oigan los humildes y se alegren. (Sal 34,2-3)

Homilía – Festividad de la Asunción de María

Esta es la fiesta de las vacaciones de verano. Es la Virgen de Agosto. Es probablemente una de las fiestas marianas más populares. En ella se dan las más variadas circunstancias. Personas que se enganchan a la celebración folclórica de la fiesta del pueblo. Personas que, alejadas de la práctica religiosa durante el año, vuelven a sentir el fuego bajo las cenizas cuando contemplan la imagen de la Virgen de su pueblo y de su infancia. Personas que se cuelgan con todo el fervor del patrocinio y la intercesión de la Virgen, nuestra Madre. A ella acudimos en nuestras necesidades, cuando tenemos cosas importantes que pedir a Dios, sobre todo en esos momentos de la vida en los que ya “no podemos más”. La madre es siempre la gran intercesora. 

Fruto de tanto fervor mariano y de tanta veneración a la Madre son los valiosos adornos que van cubriendo las imágenes de la Virgen: mantos, coronas, joyas, perlas preciosas, rosarios de lujo… Tantos adornos que a veces sólo se llega a ver un trocito del rostro de María, nada más. Y sobre todo nos dan una imagen un poco falseada de la María de los Evangelios. Tantos adornos son testimonio de mucho fervor. Pero es necesario ver en María no solo la gran Señora y la intercesora, sino también la mujer evangélica, la humilde discípula, el modelo de vida cristiana. La asunta al cielo es la misma que fue modelo de vida evangélica en la tierra. Ella debe ser ejemplo y referencia en nuestra vida humana y cristiana. 

Ella es una invitación a la fe, a reavivar y fortalecer nuestra fe. “Bendita tú que has creído”. “Madre de los creyentes, que siempre fuiste fiel, danos tu confianza, danos tu fe”. La fe fue virtud firme en María y ha sido patrimonio de los verdaderos discípulos y discípulas de Jesús. 

Ella es una invitación a la caridad y a la solidaridad. De estos gestos, la María del Evangelio puso muchos: visitó a su prima Isabel en momentos de necesidad, se dio cuenta que los novios de Caná no tenían vino suficiente para completar la fiesta, permaneció después de la crucifixión de su Hijo sosteniendo a los discípulos en medio de sus miedos y angustias… Las obras de misericordia y solidaridad con los más pobres y necesitados han sido un rico patrimonio evangélico de la comunidad cristiana. 

Ella es una invitación a la fortaleza y la perseverancia. María se mantuvo fuerte y resistente al pie de la Cruz. En su fe y en su caridad se fundamentaron su fortaleza y su perseverancia. La vida es a veces muy dura y complicada. La fortaleza, la resistencia, la capacidad de sacrificio… son virtudes necesarias para enfrentarla. No es solo cuestión de voluntad, es sobre todo cuestión de la gracia. 

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros”. Cuando regresamos, la Virgen Madre siempre está ahí. Y si alguien no regresa, debe saber y recordar que “una madre no se cansa de esperar”. 

Felicísimo Martínez Díez, O.P. 

Lc 1, 39-56 (Evangelio de la Festividad de la Asunción de María)

Tras el anuncio del ángel, María sale a prisa al encuentro de Isabel. Allí se verifica el signo prometido: «Isabel espera un hijo», había dicho el ángel. Por primera vez los dos niños anunciados se encuentran: en el seno de sus madres, el precursor y el que cumple las promesas de Dios a la humanidad. En el centro de la escena, Jesús. 

Ante el saludo de María, el hijo que Isabel lleva en sus entrañas salta de gozo. La alegría, expresión de los tiempos mesiánicos, invade la casa. Juan inaugura su función de precursor anunciando a su madre, desde el seno, la llegada del Señor. E Isabel, llena del Espíritu, canta con júbilo a voz en grito, como hicieron los israelitas cuando trasladaron el arca a la ciudad de David. ¡María es ya bendita entre las mujeres, porque ha sido bendecida en el fruto de su vientre!. La bendición es fruto de la elección del Señor. 

La perplejidad de Isabel ante tal visita se manifiesta en la pregunta que dirige a María (y que quedará sin respuesta). No se trata de una auténtica pregunta; pretende poner de relieve la grandeza de la madre de Jesús: la humilde sierva, fiel a la voluntad de Dios. Y lo es por ser la «madre de mi Señor». Es la primera vez que se llama así a Jesús en el evangelio de Lucas: es el Señor (el Mesías esperado, el Rey de Israel). 

La bienaventuranza con la que Isabel pone fin a sus palabras, en tercera persona («bendita la que ha creído»), se dirige a todos los oyentes. Los que acogen la Palabra de Dios y la ponen en práctica, como María, serán dichosos ante el Señor. 

El himno que entona María no es la respuesta al saludo de Isabel. Más bien expresa el gozo y la alabanza a Dios porque ella ha sido objeto predilecto de su amor. Probablemente un himno de alabanza y acción de gracias a Dios por la salvación que obra en medio de su pueblo está en la base de las palabras puestas en boca de María. Numerosas expresiones tomadas del Antiguo Testamento conectan este salmo con la experiencia del pueblo de Israel (Cfr. 1 Sam 2,1-10; y otros). 

María, con todo su ser, proclama la alabanza del Señor. Dios ha mirada su pobreza y pequeñez. La alegría que brota de su interior es fruto de la cercanía salvífica de Dios, expresión de que en ella se está realizando lo que el ángel le anunció. La esclava humilde será dichosa por siempre porque la fuerza de Dios actúa en ella. El poder y la misericordia son inseparables en Dios. Y se concretan en el seno de María, en el hijo de sus entrañas. Los que «temen al Señor», los que se abandonan por completo a su poder, serán para siempre objeto de su misericordia. 

La alabanza personal de María se amplía y se hace más general. Dios ha dado un vuelco a la realidad manifestando su preferencia por los pobres, los humillados, los hambrientos, los que sufren injusticia. La promesa de liberación hecha desde antiguo se cumple en el Hijo encarnado. Las palabras de María expresan la certeza de que la esperanza de los últimos y oprimidos se cumplirá. Dios no olvida su decisión de salvación y permanece fiel a su misericordia. La lógica de Dios es su ilógica predilección por los pobres. 

Óscar de la Fuente de la Fuente

Amoris laetitia – Francisco I

78. «La mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre (cf. Jn 1,9; Gaudium et spes, 22) inspira el cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio sólo civil o los divorciados vueltos a casar. Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan […] Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público —y está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas— puede ser vista como una oportunidad para acompañar hacia el sacramento del matrimonio, allí donde sea posible»[78].


[78] Relación final 2015, 53-54.

Música – Domingo XX de Tiempo Ordinario

«ME ENGENDRASTE HOMBRE DE PLEITOS PARA TODO EL PAÍS» 

“Llévame, Señor, contigo a las chozas de los «lázaros»,
a recoger del suelo al caído y dar un bastón al cojo,
a levantar paredes y poner techos,
a preparar mesas redondas para niños desnutridos.
Dime también a mí, como a aquel inválido:
levántate y ponte en camino” 

(Patxi Loidi, Mar adentro. Plegarias para orar). 

Ambientación musical: “El alzar de mis manos” en Momentos de Paz-13.

La Palabra de Dios nos hace comprender dónde está la verdadera paz y el verdadero bien del pueblo. El profeta, portavoz de Dios, sufre persecución por su fidelidad al mensaje: anunciar la palabra incómoda de Dios.

El profeta es acusado de no buscar el bien del pueblo. La paz, fruto de la justicia, crea divisiones en la sociedad por los muchos intereses personales que tenemos; pero el testimonio del profeta no queda baldío. Es como el grano de trigo que, podrido en la tierra, germina en la abundante espiga.

Canto de entrada: “Vamos cantando al Señor” MD 75; CLN A 1; “El Señor nos llama” MD 74; CLN A 5; o bien “El Señor es mi fuerza” MD 47; CLN 717. 

Salmo Responsorial: “Señor, date prisa en socorrerme”.

Oración de los fieles: “Que nuestra oración llegue hasta ti…,”.

Santo: CLN I 15 (F. Palazón). 

Fracción del pan: “Cordero de Dios” CLN N 14 

Comunión: “Tú eres, Señor, el pan de vida” MD 163; CLN O 41.”Tú eres nuestra Pascua” CLN O 11; o bien, “Una espiga” MD 173; CLN O 17.

Canto final: “Anunciaremos tu Reino, Señor” MD 9-1; CLN 402.

Antonio Alcalde Fernández

Recursos – Domingo XX de Tiempo Ordinario

EL PAN COTIDIANO DE LA MISERICORDIA: EL RIESGO 

Hay toda una imaginería de Jesús que contradice lo que el evangelio nos muestra de Él. Imágenes de un Jesús tan lleno de bondad y mansedumbre que resultas a veces ñoño, acaramelado, dulzón… Tampoco podemos caer en una imagen de Jesús violento. Pero sí un Jesús firme ante la verdad y su mensaje de Buena Noticia para los últimos: «Promoverá firmemente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra y sus leyes que esperan las islas» (Is 43, 3-4). Esa firmeza de Jesús (un fuego de justicia y salvación) conlleva riesgos, conflictos y problemas… Meterse a proclamar el Reino de Dios en el mundo es entrar en situaciones complejas a favor de los últimos, de las que uno puede salir quemado. 

¡ATRÉVETE A SER PROFETA! 

Atrévete a dar la cara, a denunciar lo que no es justo, a poner nombre a las cosas aunque surjan ampollas y… cargar con las consecuencias. Ponerse de parte de quienes no pueden hablar ni defenderse, entrar en discusión y polémica conociendo los intereses que hay de por medio… y salir “escaldado”. Como dice Jesús: «Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!» “Pasar por un bautismo” es atravesar el momento difícil de la fidelidad y la justicia en medio de la persecución. El evangelio nos invita a una misericordia que es todo menos irenismo pacífico neutro y carente de conflictividad. 

UNA OBRA DE MISERICORDIA 

• ¿Qué realidad injusta hay a tu alrededor que deberías denunciar? 

•¿A qué persona desvalida que conoces deberías defender? 

•¿De parte de qué colectivos injustamente tratados debes ponerte aun a costa de perder amigos, complicar la vida familiar, etc.?

Oración de los fieles (Domingo XX de Tiempo Ordinario)

Presentemos al Dios de la paz nuestra oración en un mundo tan violento y conflictivo. 

CONCÉDENOS, DIOS MISERICORDIOSO, EL DON DE LA PAZ 

• Por los líderes religiosos y civiles más directamente responsables de promover la paz en el mundo. Oremos. 

• Por las víctimas de las guerras, del terrorismo, de la violencia de género, de todo tipo de violencia. Oremos. 

• Por todos los miembros de nuestra comunidad, que nos sensibilicemos ante el enorme desafío de la paz. Oremos 

• Por todos los cristianos y por todas las personas que sufren persecución a causa de su lucha en favor de la justicia y la paz. Oremos 

• Oremos en silencio por nuestros hermanos y hermanas difuntos. 

Que nuestro corazón, Padre, esté acorde con tus deseos. Te lo pedimos por J.N.S. 

Comentario al evangelio (9 de agosto)

      En las muchas guerras que están en marcha actualmente en nuestro mundo, unas más abiertas y otras más larvadas, se suele hablar de bajas militares. Pero también se habla de “daños colaterales”. Es un eufemismo para hablar de los muertos y heridos que no son militares, que son los otros que están por ahí, en medio de campo de batalla, sólo porque da la casualidad de que viven allí o de que pasaban por el lugar equivocado en el momento equivocado. Eso son los daños colaterales. Tienen una importancia relativamente pequeña. Lo importante, al fin y al cabo, es la victoria. No es algo nuevo. Siempre ha habido “daños colaterales” en todas las guerras. 

      Y, a veces también, en lo que no son guerras. A veces, los gobiernos toman decisiones en el campo de la economía, por ejemplo, que tienen muchos daños colaterales bajo la forma de personas que pierden su trabajo o que son expulsados de su casa porque no pueden pagar la hipoteca. 

      Pues bien, el Evangelio de hoy es una toma de postura clarísima de Jesús en contra de los “daños colaterales”, de cualquier daño colateral. Jesús deja claro que los pequeños importan y que aquí o nos salvamos todos o no se salva nadie. Las cien ovejas que tiene el pastor de la parábola son todas amadas y queridas por igual. Pero el pastor lo da todo, deja a las demás, para encontrar a la perdida, a la extraviada, a la que se ha quedado fuera de la protección del rebaño. 

      El pastor podía haber hecho un cálculo económico o matemático y haber pensado que, después de tantas vueltas por el monte a la búsqueda de pastos, tampoco era tanto haber perdido una de las ovejas. Se habría dicho que era una pérdida asumible, normal. ¿A quién no le pasa? Pero el pastor de la parábola no es de los que se dan por vencidos. Todas las ovejas son importantes para él. Todas. Todas merecen el esfuerzo del pastor por cuidarlas y mantenerlas en el rebaño. Y la extraviada merece que se la busque con todos los medios. Porque con una que falte el rebaño ya no está completo. 

      No es difícil ver en la figura del pastor al Padre de Jesús que mira por todos y cada uno de nosotros. Siempre preocupado porque ni uno de sus pequeños se pierda. Ni uno. Porque para él la familia de sus hijos e hijas nunca está completa mientras que falte uno sólo. El Padre de Jesús no habla con tranquilidad de “daños colaterales”, no asume pérdidas “inevitables” cuando se habla de sus hijos o hijas. “Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo único para salvarnos”, como dice el Evangelio de Juan. 

      Nosotros deberíamos esforzarnos igualmente para que no se pierda ni uno sólo de esos pequeños. Para que nunca más haya “daños colaterales”.

Fernando Torres, cmf