Vísperas – Miércoles XX de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL
Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: TE BENDECIMOS, CRISTO, EN ESTA NOCHE.

Te bendecimos, Cristo, en esta noche:
Verbo de Dios y Luz de Luz eterna,
emisor del Espíritu Paráclito;
te bendecimos porque nos revelas
la triple luz de una indivisa gloria
y libras nuestras almas de tinieblas.

A la noche y al día has ordenado
que se releven siempre en paz fraterna;
la noche compasiva pone término
a nuestras aflicciones y tareas,
y, para comenzar el nuevo surco,
el día alegremente nos despierta.

Da un sueño muy ligero a nuestros párpados,
para que nuestra voz no permanezca
muda por mucho tiempo en tu alabanza;
mientras dormimos se mantenga en vela
toda tu creación, cantando salmos
en compañía de la turba angélica.

Y, mientras duerme nuestro humilde cuerpo,
nuestro espíritu cante a su manera:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu,
en el día sin noche donde reinan;
al Uno y Trino, honor, poder, victoria,
por edades y edades sempiternas.» Amén.

SALMODIA

Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.

Salmo 138, 1-18. 23-24 – I TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.

Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Salmo 138 II

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Ant 3. Todo fue creado por él y para él.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo fue creado por él y para él.

LECTURA BREVE 1Jn 2, 3-6

Sabemos que hemos llegado a conocer a Cristo si guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, miente; y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra posee el perfecto amor de Dios. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que está siempre en él debe andar de continuo como él anduvo.

RESPONSORIO BREVE

V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

V. A las sombras de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Dios, cuya bondad para con su pueblo es más grande que los cielos, y digámosle:

Que se alegren los que se acogen a ti, Señor.

Acuérdate, Señor, que enviaste a tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino para salvarlo;
haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.

Tú que constituiste a tus sacerdotes servidores de Cristo y administradores de tus misterios,
concédeles un corazón fiel, ciencia abundante y caridad intensa.

Tú que desde el principio creaste hombre y mujer,
guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.

Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos,
sigan con fidelidad a tu Hijo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
Concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.

Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor, dirijamos al Padre nuestra oración:

Padre nuestro…

ORACION

Acuérdate, Señor, de tu misericordia, y, ya que a los hambrientos los colmas de bienes, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 17 de agosto

Lectio: Miércoles, 17 Agosto, 2016

TIEMPO ORDINARIO

1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio
Del Evangelio según Mateo 20,1-16
«En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: `Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.’ Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: `¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’ Dícenle: `Es que nadie nos ha contratado.’ Díceles: `Id también vosotros a la viña.’ Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: `Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.’ Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: `Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.’ Pero él contestó a uno de ellos: `Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.»

3) Reflexión
• El evangelio de hoy trae una parábola que encontramos sólo en Mateo. No la hay en los otros tres evangelios. Como en todas las parábolas, Jesús cuenta una historia hecha de elementos de la vida diaria de la gente. Retrata la situación social de su tiempo, en la que los oyentes se reconocían. Pero al mismo tiempo, en la historia de la parábola, acontecen cosas que nunca acontecen en la realidad de la vida de la gente. Al hablar del dueño, Jesús piensa en Dios, piensa en su Padre. Por esto, en la historia de la parábola, el dueño hizo cosas sorprendentes que no acontecen en el día a día de la vida de los oyentes. En esta actitud extraña del dueño hay que procurar encontrar la llave para comprender el mensaje de la parábola.
• Mateo 20,1-7: Las cinco veces que el propietario sale en busca de obreros. » El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.” Así empieza la historia que habla por sí y no precisaría de ningún comentario. En lo que sigue, el propietario sale otras cuatro veces para llamar a obreros a que vayan a su viña. Jesús alude al terrible desempleo de aquella época. Algunos detalles de la historia: (a) el dueño sale personalmente cinco veces para contratar a los obreros. (b) En la hora de contratar a los obreros, solamente con el primer grupo decide el salario: un denario por día. Con los de la hora nona dice: Os daré lo que es justo. Con los otros no concordó nada, sólo los contrató para que fueran a trabajar en la viña. (c) Al final del día, a la hora de hacer las cuentas con los obreros, el propietario manda que el administrador cumpla con este servicio.
• Mateo 20,8-10: La extraña manera de acertar las cuentas al final del día. Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: `Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.’ Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Empieza por los últimos y termina por los primeros’. Aquí, a la hora de hacer cuentas, acontece algo extraño que no acontece en la vida común. Parece que las cosas se han invertido. El pago empieza con los que fueron contratados por último y que trabajaron apenas una hora. El pago es el mismo para todos: un denario, como había sido combinado con los que fueron contratados al comienzo del día. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. ¿Por qué el propietario hizo esto? ¿Tú harías así? La llave de la parábola está escondida en este gesto sorprendente del propietario.
• Mateo 20,11-12: La reacción normal de los obreros ante la extraña actitud del propietario. Los últimos en recibir el salario fueron los que habían sido contratados los primeros. Estos, así dice la historia, al recibir el mismo pago, empezaron a murmurar contra el propietario, diciendo: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor!” Es la reacción normal de sentido común. Creo que todos nosotros tendríamos la misma reacción y diríamos la misma cosa al dueño. ¿O no?
• Mateo 20,13-16: La explicación sorprendente del propietario que proporciona la llave de la parábola. La respuesta del propietario es ésta: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti.¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?” Estas palabras encierran la clave que explica la actitud del propietario y apunta hacia el mensaje que Jesús quiere comunicar: (a) El propietario no fue injusto, pues actuó de acuerdo con los que había sido combinado con el primer grupo de obreros: un denario al día. (b) Es decisión soberana del propietario dar a los últimos lo mismo que había sido combinado con los de la primera hora. Estos no tienen derecho a reclamar. (c) Actuando dentro de la justicia, el propietario tiene derecho a hacer el bien que quiere con las cosas que le pertenecen. El obrero, por su parte, tiene este mismo derecho. (d) La pregunta final toca el punto central: O ¿va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’ Dios es diferente. Sus pensamientos no son nuestros pensamientos (Is 55,8-9).
• El trasfondo de la parábola es la coyuntura de aquella época, la de Jesús como la de Mateo. Los obreros de la primera hora son el pueblo judío, llamado por Jesús a trabajar en su viña. Ellos sostuvieron el peso del día, desde Abrahán y Moisés, más de mil años. Ahora, en la undécima hora, Jesús llama a los paganos para que vayan a trabajar en su viña y ellos llegan a tener la preferencia en el corazón de Dios: “Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos”.

4) Para la reflexión personal
• Los de la undécima hora llegan, se aventajan y reciben prioridad en la fila de entrada en el Reino de Dios. Cuando tú esperas dos horas en una fila y llega alguien que, sin más, se coloca delante de ti, ¿lo aceptas? ¿Es posible comparar las dos situaciones?
• La acción de Dios supera nuestros cálculos y nuestra manera humana de actuar. Sorprende y a veces incomoda. ¿Ha ocurrido a veces en tu vida? ¿Qué lección saca?

5) Oración final
Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días. (Sal 23,6)

Ir a Religión no es contagioso

…o cómo desmontar los tópicos absurdos y falsos que se han dicho estos días contra el nuevo currículo de la asignatura

Los argumentos que exponemos en rojo han sido publicados en varios medios españoles (no humorísticos) y compartidos por un sorprendente número de personas en la red. Responderlos no era tan difícil…

* El nuevo currículo convierte la clase de Religión en catequesis.

La asignatura de Religión enseña cuál es el corpus doctrinal de una confesión religiosa. En la clase de Religión católica se enseña el conjunto de enseñanzas que transmite la Iglesia. O sea, se enseña qué es lo que cree un católico. La catequesis no se limita a enseñar en qué cree un católico, sino que busca ayudar al catecúmeno a vivir esas creencias y a insertarse en la comunidad cristiana. La clase de Religión enseña el contenido doctrinal de la fe, su teoría. La catequesis enseña cómo vivirla, su práctica. De todos modos, esto ya se decía con el currículo anterior. Y también era mentira.

* Al niño se le enseñará a rezar.

Error. A los niños se les van a enseñar las oraciones que rezan los católicos. Eso no es enseñar a rezar, eso es transmitir un conocimiento teórico. Para un católico, rezar es entrar en diálogo con Dios. Enseñar oraciones no es poner a los niños a rezar, porque no se les pide que se pongan en comunión con Dios. Conocer la fórmula de una oración no implica creer en lo que se dice. Uno puede saberse de memoria el Padrenuestro, o los siete sacramentos, sin creer que Dios es Padre y que el Bautismo nos hace sus hijos, igual que uno puede saber de memoria los argumentos que sostuvo Nietzsche en Así habló Zaratustra sin convertirse en nihilista; qué dijo Marx en El Capital sin volverse marxista; o cómo era el culto a Apolo sin convertirse en místico del Oráculo de Delfos.

* El PP vuelve a poner a los niños a rezar, como en el franquismo.

De la muerte de Franco han pasado 40 años y muchos padres ni siquiera vivieron esa época. No digamos ya los niños. No obstante, el contenido del currículo no lo ha fijado el Gobierno, sino la Comisión de Enseñanza de la Conferencia Episcopal Española, pues como dicta el sentido común –y una sentencia de 2013 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos– los contenidos que son o no son relevantes para un credo religioso es algo que sólo puede establecer la autoridad religiosa de esa confesión. Y aunque insistimos en que no se les enseña a rezar, conviene recordar que hablar de Dios en un aula no es fascista, no adoctrina, no es estúpido y «no contamina el espacio público», como ha recordado el Secretario General de la Conferencia Episcopal, que tiene dos carreras, habla varios idiomas…, y cree en Dios. Además, muchos de los mejores colegios de Occidente empiezan el día con una oración, o se reza durante la jornada, y no pasa nada.

* En la escuela no se puede imponer la creencia en Dios.

Ni en la escuela, ni fuera de ella. Como tampoco se puede imponer su no-existencia. Por eso, nadie la estudia si no quiere, pues la clase de Religión es optativa para los alumnos, y de obligada oferta para los centros. Así lo establecen los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede de 1979, que siguen en vigor con rango de Ley Orgánica, por ser un Tratado Internacional. Aunque la CEE ya ha denunciado que no se cumplen en Bachillerato.

* ¿Y qué pasa con el Islam?

La enseñanza de la Religión es un derecho de los padres, no un privilegio de una confesión. Así lo reconoce la Constitución y la Ley Orgánica de Libertad Religiosa. Por eso, todas las confesiones que tienen acuerdos suscritos con el Estado pueden solicitar que su religión se enseñe en la escuela si los padres lo solicitan. También los musulmanes. Y los judíos. Y los protestantes. De hecho, hace un mes se aprobó el currículo de enseñanza islámica, y muchos de los que hoy critican el currículo católico se felicitaban por semejante multiculturalidad.

* Decir que Dios creó el mundo es creacionismo anticientífico.

El creacionismo sostiene que es literalmente cierto que Dios creó el mundo en siete días, según aparece en el Génesis. Enseñar que el Poema de la Creación es eso, un poema, para explicar la visión judeocristiana de la creación del cosmos, es simplemente transmitir lo que la Iglesia enseña. Señalar el diseño inteligente de un Dios creador que explique el cosmos es algo propio de la metafísica, la filosofía y la religión, que no contradice a la ciencia, sino que da respuestas (lógicas, aunque puedan no creerse) a preguntas que la ciencia no responde.

* No es educativo decir que Dios quiere la felicidad del hombre.

Si lo que la Iglesia enseña es esto, decir en clase de Religión que esto es lo que enseña la Iglesia no sólo es educativo, sino que es lo lógico. Explicar por qué la Iglesia sostiene tal idea es lo mínimo que se debe exigir a un profesor que quiere enseñar una fe razonada, y no hacer un adoctrinamiento fideísta. Negar que millones de personas afirman tal cosa, o negar una explicación razonada de este hecho, quizás es lo que no parece educativo.

* Ya no se habla de arte, ni de Historia, ni de otras religiones.

Cierto, y es una pena, porque la religión católica es clave para entender nuestra civilización y siglos de producción artística. Pero el recorte horario del 50% que el PP ha establecido en la LOMCE para esta asignatura ha obligado a la Iglesia a seleccionar qué contenidos transmite. Y los contenidos de la fe van antes que los frutos que genera. Y, además, los explica. Por eso, en Bachillerato sí que se incluyen muchas de estas enseñanzas.

* Hay asociaciones de padres que se oponen a esta asignatura.

Y asociaciones de padres que están a favor. Lo decisivo es que, cada año, curso tras curso, a pesar de todas las trabas y campañas mediáticas en contra, dos de cada tres familias eligen libremente esta asignatura para sus hijos. Dos de cada tres. Libremente.

José Antonio Méndez

Amoris Laetitia – Francisco I

83. En este contexto, no puedo dejar de decir que, si la familia es el santuario de la vida, el lugar donde la vida es engendrada y cuidada, constituye una contradicción lacerante que se convierta en el lugar donde la vida es negada y destrozada. Es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser un objeto de dominio de otro ser humano. La familia protege la vida en todas sus etapas y también en su ocaso. Por eso, «a quienes trabajan en las estructuras sanitarias se les recuerda la obligación moral de la objeción de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia no sólo siente la urgencia de afirmar el derecho a la muerte natural, evitando el ensañamiento terapéutico y la eutanasia», sino también «rechaza con firmeza la pena de muerte»[93].


[93] Relación final 2015, 64.

Para la catequesis: Domingo XXI de Tiempo Ordinario

XXI Domingo del Tiempo Ordinario
21 de agosto 2016

Lecturas: Isaías 66:18-21; Salmo 116; hebreos 12: 5-7. 11-13; Lucas 13, 22-30

La puerta angosta

En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?»

Jesús le respondió: «Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’.

Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.

Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.

(Lucas 13, 22-30)

Reflexión

Jesús advierte, en el evangelio, que no siempre los que piensan que deben estar en primer lugar son los que se salvaran, sino los que a pesar de toda dificultad y frustración en el camino continúan fieles.
¿Se frustran con facilidad? ¿Tratan sus familias siempre de darles todo lo que piden sin el menos esfuerzo por su parte? ¿Tienen la actitud de que todo se les debe dar? ¿Se esfuerzan en ayudar a otros?
Compartan sobre lo que querría decir Jesús con lo de la puerta estrecha. ¿Por qué cosas están dispuestos a sacrificarse? Compartir

Actividad

Hagan un gran reloj de cartulina con las horas del horario más común de los niños (levantarse, ir a la escuela). Dar las campanadas y decir algo como: ¡Las 7! ¡Hora de levantarse! ¿Me levanto rápido y hago la oración de la mañana, o me hago el enfermo para no tener que ir a la escuela? Ir pasando así por todas las horas con opciones para cada momento. ¿Quiénes han pasado por la puerta estrecha? Preguntar a los niños cuantas veces han escogido lo quizás más difícil pero más agradable a Dios. Compartir

Oración

Señor, tu ves y bendices todos nuestros esfuerzos y sacrificios por alcanzar una vida mejor para nuestra familia. Tu nos llamas a entrar por la puerta estrecha del esfuerzo de ser generosos, servidores de todos, sinceros y cariñosos con todos, porque tú nos amas a todos. Amen.

Comentario Domingo XX de Tiempo Ordinario

Oración

Del Salmo 145

Alábente, YHWH, tus criaturas, bendígante tus fieles; cuenten la gloria de tu reinado, narren tus proezas explicando tus proezas a los hombres,
el esplendor y la gloria de tu reinado.
Tu reinado es un reinado por los siglos,
tu gobierno, de edad en edad.

 

Lc 13,22-30

«22Y atravesaba ciudades y pueblos enseñando y haciendo camino hacia Jerusalén.

23Pero uno le dijo: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”.
Pero él les dijo: 24“Luchad para entrar por la puerta estrecha, porque muchos, os digo, buscarán entrar y no serán capaces.

25Cuando sea levantado el dueño de la casa y cierre la puerta, los que estéis fuera empezaréis a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ y respondiendo os dirá: ‘No sé de dónde sois vosotros’. 26Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas’. 27Y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois vosotros. ¡Apartaos de mí, todos hacedores de injusticia!’.

28Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras vosotros sois echados fuera. 29Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y serán sentados a la mesa en el Reino de Dios.

30Y he aquí que hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos”».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

Después de dos pequeñas parábolas sobre el Reino de Dios (el grano de mostaza, Lc 13,18-19; la levadura, Lc 13,20-21), protagonizadas, según la marca inclusiva lucana, por un hombre y una mujer, el evangelio de hoy nos habla de la puerta de acceso a ese Reino y de quienes entrarán al Reino. Alude a una circunstancia histórica: el pueblo judío contemporáneo de Jesús, primer depositario de la salvación, lo rechazó, a pesar de haberlo tenido tan cerca. Es el “primero que será último”. En cambio, pueblos procedentes de todas las partes de la tierra, que no habían conocido la tradición religiosa que desembocaba en la persona única de Jesús, entrarán primero. La alerta, naturalmente, nos es dirigida ahora a los cristianos de hoy, que debemos esforzarnos en un verdadero discipulado para no encontrar sorpresas de última hora. Después de nuestro texto, el evangelio nos presenta un breve texto sobre la libertad de Jesús ante Herodes, que es un anuncio de su destino (13,31-33) y las conmovedoras palabras de Jesús a una Jerusalén empeñada en rechazarlo (13,34-35).

 

TEXTO

El evangelio, tras un versículo de introducción (13,22), tiene como centro tres dichos de Jesús, que Lucas agrupa en un mismo bloque: a) el dicho de la puerta estrecha (vv. 23b-24); b) el dicho de la puerta cerrada (vv. 25-27); c) el dicho del lamento por no participar del Reino (vv. 28-29). En el primer dicho, el acento está puesto en la ética, con la imagen de la lucha por entrar en el Reino: éste no es un tobogán descendente por el que se baja sin ningún esfuerzo. En el segundo dicho, el acento se pone en el no reconocimiento por parte de Jesús de los que, en principio, eran sus seguidores: es una alerta importante para no “dejarnos” en el discipulado. En el tercero, el énfasis está en la sorpresa de unos discípulos que no disfrutan del Reino, con la tradicional imagen del “llanto y rechinar de dientes”. Todos estos elementos literarios y catequéticos desembocan en la conclusión del texto, en el v. 30, en uno de los más impactantes dichos paradójicos de Jesús: el “orden”, comprendido a nuestro modo, queda totalmente subvertido.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Seguimos en camino hacia Jerusalén (y hacia la meta, el Reino). Lucas insiste en recordarnos este dato (9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,22.33; 14,25; 17,11; 18,31.37; 19,1.11.28) y nos sugiere así una enseñanza clara: tenemos que asumir con decisión el camino de nuestro discipulado, sin pensar que, con lo que somos y hacemos, ya hemos llegado a la meta. No podemos detenernos complacientemente porque tenemos que conformarnos con Jesús hasta el final. ¿En qué aspectos de nuestro seguimiento estamos más parados? ¿En cuáles deberíamos avanzar más?

• Ni ser israelita entonces ni ser cristiano ahora garantiza por sí mismo la entrada en el Reino de Dios. Al revés, la “seguridad” de pertenecer a la Iglesia o tener en ella ministerios diversos puede ser un obstáculo real para entrar en la soberanía salvadora de Dios. En este sentido, tres alertas de Jesús:

• La puerta estrecha: en Lc 3,8, Juan Bautista aleccionaba a los que acudían a él para que no se confiaran por ser descendencia de Abraham, sino que dieran “frutos de conversión”. Los frutos de un seguimiento exigente de Jesús, cuyas palabras hay que hacer, no simplemente escuchar (cf. 6,46) pueden estar en el fondo de la imagen de la puerta estrecha. En tal sentido, debemos preguntarnos por la distancia que hay entre lo que decimos creer y lo que hacemos. Entrar (en el Reino) no es algo automático.

• La puerta cerrada: “No sé de dónde sois” (vv. 25.27). Si no basta haber convivido con Jesús, si no basta haber escuchado su enseñanza, ¿qué más podemos hacer? Jesús declara “injusticia” un modo convencional de relacionarse con él. ¿A qué nos está urgiendo?

• La imagen del llanto y rechinar de dientes expresa el fracaso y la desilusión de unos seguidores que creían tener acceso fácil al Reino y descubren que Dios lo ha poblado de “extranjeros”, de “extraños” (y estos términos también son “imagen”). El paradójico dicho del v. 30 nos indica que el orden de valores para Jesús no coincide con el nuestro y que, en nuestro camino discipular, tenemos que conformarnos a Jesús, y no acomodar su persona y mensaje a nuestros intereses.

• El texto en su conjunto nos alerta para no confiarnos. La alerta, potente, nos debe hacer reflexionar hondamente sobre nuestro discipulado: ¿cómo avanza? ¿cómo crece? ¿cómo va siendo cada vez más fiel a la persona y al proyecto de Jesús, nuestro Maestro?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Jesús iba recorriendo pueblos y ciudades rumbo a Jerusalén. En cada uno de ellos se detenía un momento para hablar con la gente. En uno de esos pueblos alguien le pregunta: «¿son pocos los que se salvan?» Pero por la respuesta de Jesús, nos damos cuenta que para él lo importante no es «cuántos se salvarán», sino «cómo hemos de buscar salvarnos». Y es muy claro en decir que será a través de nuestro esfuerzo y sacrificio por hacer el bien, pues «los que hacen el mal» quedarán fuera del Reino de Dios.

Para salvarnos no será suficiente con «guardar las apariencias», por ejemplo yendo a misa sin fervor, escuchando la Palabra de Dios sin ponerla en práctica; hacer buenas obras sólo para ser admirados… Para salvarnos hace falta buscar la única puerta de entrada para el cielo: «la puerta angosta», es decir, la del esfuerzo diario por rechazar el mal y agradar a Dios con nuestras buenas obras.

Con nuestro esfuerzo por hacer el bien, estamos atentos a que no se nos cierre «la puerta del Cielo», pues Dios decidirá cuándo y para quién deja esa puerta abierta.

No nos descuidemos buscando lo fácil y atractivo: hacer la tarea copiando la del compañero; holgazanear mientras en casa todos me atienden; disfrutar lo que Dios me ha dado sin pensar en los que nada tienen; vengar la ofensa recibida… Más bien, busquemos «la puerta angosta»: esforzándonos en hacer bien nuestros trabajos; ayudando en casa; compartiendo lo que Dios nos ha dado; perdonando al que nos ofende;… todo por amor a Dios a los hombres.

Nuestro mejor esfuerzo nunca será suficiente para salvarnos; requerimos la ayuda de Dios. Oremos por recibir su gracia.

¿En qué ocasiones he buscado lo fácil y cómodo, rechazando el sacrificio y el esfuerzo por hacer el bien?

Comentario al evangelio (17 de agosto)

      Hace ya unos cuantos años, poco después de terminar el Concilio Vaticano II, cuando se pusieron tantos cambios en marcha en la Iglesia, me encontré publicado en un periódico un  chiste gráfico. Se veía en él a dos ancianas devotas, las típicas beatas, vestidas de negro, que caminaban hacia la Iglesia que se veía al fondo. Y en el tradicional bocadillo, se podía leer lo que una decía a la otra: “Por mucho que se empeñen con estas cosas de Concilio, al cielo iremos las de siempre.” 

      Las viejas devotas se referían a que ellas estaban ahí, cumpliendo desde el principio. Eran de los llamados a primera hora de la parábola. Habían sufrido todo el calor del día. Habían trabajado aguantando el sol. Y ahora venía el Concilio a decir que todos estaban llamados a participar de la mesa del Señor, que todos somos hijos de Dios. Y, claro, ¡cómo es posible que los llamados a última hora tengan los mismos derechos que los que están bregando y adorando y cumpliendo desde el principio!

      Me ha hecho también recordar esta parábola las clases de religión de mi infancia, cuando nos explicaban el sacramento de la reconciliación y terminábamos preguntando si se salvaría la persona que, después de toda una vida de pecado, al final, se arrepentía y se confesaba. El profesor nos decía que sí. Entonces, preguntábamos por el caso contrario: el que pasaba toda una vida de virtud y al final, casi por accidente, cometía un pecado mortal y moría sin confesarse, ¿se condenaba éste?

      El planteamiento está equivocado. Porque hace de nuestra relación con Dios una especie de matemáticas o de comercio. Nosotros le ofrecemos sacrificios y él, a cambio, nos salva. ¡Error inmenso! Porque no tiene en cuenta que somos sus hijos e hijas queridos, que él es Padre de amor y misericordia. Más todavía: que es Amor y Misericordia. Y que nada ni nadie escapa a su abrazo misericordioso. Ni yo ni nadie. Todos estamos tocados por su amor. Todos somos hijos. Dios no nos pide sacrificios. Sólo nos pide que nos dejemos amar por él y que extendamos ese amor a los que nos rodean.  

      Me sorprenden los comentarios que algunos dejan a estas homilías, afirmando que no todos somos hijos de Dios. Hasta citas bíblicas aducen algunos para defender su postura. Lo siento por ellos. No han entendido lo más central del mensaje de Jesús. No es una doctrina. Es una realidad de la que dio testimonio con su vida y con su muerte. Dios es amor, es padre de todos y nadie escapa de ese abrazo amoroso y misericordioso. Lo reconozcamos o no. 

      Por eso da lo mismo que lleguemos antes o después a la viña del Señor. Sobre todo porque trabajar en su viña no es un trabajo pesado. Es un gozo. Es la mejor oportunidad de nuestra vida. Más bien, lo deberíamos sentir por los que llegan tarde. Se han perdido parte de lo mejor de esta vida: experimentar en nuestros corazones el amor de este Padre de Misericordia.

Fernando Torres, cmf