Lunes X de Tiempo Ordinario

Hoy es 12 de junio, lunes X de Tiempo Ordinario

Vamos a acercarnos a Jesús. Nosotros tomamos la iniciativa y buscamos. Jesús se deja ver, se comunica fuera del ruido, del gentío, en la paz de la montaña. En determinados días, en ciertas ocasiones, es bueno apartarse para escuchar. Hoy nos unimos a todos los santos, hombres y mujeres que de diversas maneras, a lo largo de la historia, han vuelto caminos hacia Dios. Han escuchado su palabra y han hecho visible su reino. Con ellos, hoy, aquí y ahora, me acerco a la montaña donde Jesús sigue comunicando su verdad.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 5, 1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Jesús dedica sus palabras a las personas que le buscan sabiéndose necesitados, desesperados. A menudo sufrimos, lloramos y deseamos justicia. Pero no siempre nos sentimos por ello amados o dichosos. Caer en la cuenta de ese amor es el primero de los efectos de la relación con Dios.

Mucha gente hoy en día, asume su sufrimiento, pero no espera consuelo en Dios. Evoco el mundo, de cerca y de lejos. Pienso en todas esas personas que sufren, que lloran, que tienen hambre y sed de pan y de justicia. Y están necesitados de una palabra de esperanza.

Jesús les llama dichosos. Les invita a estar alegres y contentos, esperanzados mirando al futuro. además les promete su apoyo y su amor.

Si leo de nuevo el texto con atención, veré que Jesús hace una alabanza de la vida entregada a la construcción del reino. Los que tiene sed de justicia, trabajan por la paz, los calumniados por seguirle. Jesús me está invitando a vivir de una forma intensa, comprometida, no fácil, pero que lleva consigo la dicha de ver a Dios en mi vida. Es una constatación del presente y una promesa de futuro.

Jesús habla claro. Pone ejemplos, quizás tú formes parte de ellos. Cuando sufrimos, cuando somos perseguidos, en la soledad de la lucha, Dios es consuelo. Vuelvo la vista a todos esos santos a quienes hoy evoca la iglesia. Ellos son los dichosos, hombres y mujeres que han hecho de Dios y su reino, su horizonte y motivo. con ellos pido hoy la ilusión para continuar el camino.

Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.