Vísperas – Miércoles X de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: SEÑOR, TÚ ERES SANTO: YO ADORO, YO CREO.

Señor, tú eres santo: yo adoro, yo creo;
tu cielo es un libro de páginas bellas,
do en noches tranquilas mi símbolo leo,
que escribe tu mano con signos de estrellas.

En vano con sombras el caos se cierra:
tú miras al caos, la luz nace entonces;
tú mides las aguas que ciñen la tierra,
tú mides los siglos que muerden los bronces.

El mar a la tierra pregunta tu nombre,
la tierra a las aves que tienden su vuelo;
las aves lo ignoran; preguntan al hombre,
y el hombre lo ignora; pregúntanlo al cielo.

EI mar con sus ecos ha siglos que ensaya
formar ese nombre, y el mar no penetra
misterios tan hondos, muriendo en la playa,
sin que oigan los siglos o sílaba o letra.

Señor, tú eres santo: yo te amo, yo espero;
tus dulces bondades cautivan el alma;
mi pecho gastaron con diente de acero
los gustos del mundo, vacíos de calma.

Concede a mis penas la luz de bonanza,
la paz a mis noches, la paz a mis días;
tu amor a mi pecho, tu fe y tu esperanza,
que es bálsamo puro que al ánima envías. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro salvador.

Salmo 61 – DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO.

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro salvador.

Ant 2. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

Salmo 66 – QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

Ant 3. Todo fue creado por él y para él.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo fue creado por él y para él.

LECTURA BREVE   1Pe 5, 5b-7

Sed humildes unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo os eleve. Descargad en él todas vuestras preocupaciones, porque él se interesa por vosotros.

RESPONSORIO BREVE

V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

V. A las sombras de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.

PRECES

Aclamemos, hermanos, a Dios, nuestro salvador, que se complace en enriquecernos con sus dones, y digámosle con fe:

Muéstranos, Señor, tu amor y danos tu paz.

Dios eterno, mil años en tu presencia son como un ayer que pasó;
ayúdanos a recordar siempre que nuestra vida es como una hierba que se renueva por la mañana y se seca por la tarde.

Alimenta a tu pueblo con el maná para que no perezca de hambre
y dale el agua viva para que nunca más tenga sed.

Que tus fieles busquen y saboreen los bienes de arriba
y te glorifiquen también con su descanso.

Concede, Señor, buen tiempo a las cosechas,
para que la tierra dé fruto abundante.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Que los difuntos puedan contemplar tu faz
y que nosotros tengamos un día parte en su felicidad.

Confiemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, terminando nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Dios nuestro, tu nombre es santo y tu misericordia llega a tus fieles de generación en generación; atiende, pues, las súplicas de tu pueblo y haz que pueda cantar eternamente tus alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 14 de junio

Lectio: Miércoles, 14 Junio, 2017
Tiempo Ordinario
  
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.
 
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 5,17-19
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.»
 
3) Reflexión
• El Evangelio de hoy (Mt 5,17-19) enseña como observar la ley de Dios de manera que su práctica muestre en qué consiste el pleno cumplimiento de la ley (Mt 5,17-19). Mateo escribe para ayudar las comunidades de judíos convertidos a superar las críticas de los hermanos de raza que los acusaban diciendo: “Ustedes son infieles a la Ley de Moisés”. Jesús mismo había sido acusado de infidelidad a la ley de Dios. Mateo trae la respuesta esclarecedora de Jesús a los que lo acusaban. Así nos da una luz para ayudar las comunidades a resolver su problema.
• Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras sencillas y directas, Jesús había dicho que la misión de la comunidad, su razón de ser, es ser sal y luz. Había dado algunos consejos respecto de cada una de las imágenes. A continuación vienen los tres breves versículos del Evangelio de hoy.
• Mateo 5,17-18: Ni una tilde de la ley dejará de ser vigente. Había varias tendencias en las comunidades de los primeros cristianos. Unas pensaban que no era necesario observar las leyes del Antiguo Testamento, pues es la fe en Jesús lo que nos salva y no la observancia de la Ley (Rm 3,21-26). Otros aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad del Espíritu con que algunas comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado. Pensaban que ellos, siendo judíos, debían continuar observando las leyes del AT (Hec 15,1.5). Había además cristianos que vivían tan plenamente en la libertad del Espíritu, que habían dejado de mirar la vida de Jesús de Nazaret o el AT y que llegaban a decir: “¡Anatema Jesús!” (1Cor 12,3). Ante estas tensiones, Mateo procura un equilibrio más allá de los dos extremos. La comunidad ha de ser un espacio, donde este equilibrio pueda ser alcanzado y vivido. La respuesta dada por Jesús a los que lo criticaban seguía bien actual para las comunidades: “¡No he venido a abolir la ley, sino a darle pleno cumplimiento!”. Las comunidades no podían estar contra la Ley, ni podían encerrarse en la observancia de la ley. Al igual que Jesús, debían dar un paso y mostrar, en la práctica, cuál es el objetivo que la ley quiere alcanzar en la vida de las personas, a saber, en la práctica perfecta del amor.
• Mateo 5,19: Ni una tilde de la ley dejará de ser vigente Y a los que querían deshacerse de toda la ley, Mateo recuerda otra palabra de Jesús: “Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos”. La gran inquietud del Evangelio de Mateo es mostrar que el AT, Jesús de Nazaret y la vida en el Espíritu Santo, no pueden separarse. Los tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: el Dios de Abrahán y Sara está presente en medio de las comunidades por la fe en Jesús de Nazaret que nos manda su Espíritu.
 
4) Para la reflexión personal
• ¿Cómo veo y vivo la ley de Dios: cómo horizonte de libertad creciente o cómo imposición que delimita mi libertad?
• Y ¿qué podemos hacer hoy para los hermanos y las hermanas que consideran toda esta discusión como superada y sin actualidad? ¿Qué podemos aprender de ellos?
 
5) Oración final
¡Celebra a Yahvé, Jerusalén,
 alaba a tu Dios, Sión!,
que refuerza los cerrojos de tus puertas
y bendice en tu interior a tus hijos. (Sal 147,12-13)

Te quedaste entre nosotros

Te las ingeniaste, Jesús, para hacerte presente,
para quedarte entre nosotros,
para recordarnos que la vida es un banquete
al que todos estamos invitados.

Elegiste el pan, algo que no falta en nuestra mesa;
es lo más sencillo, lo más fácil de compartir,
lo más humano… Así te quedaste entre nosotros.

Nos invitaste a vivir así, partiéndonos y repartiéndonos,
para que sepamos que hemos nacido para darnos,
no quedándonos nada sólo para nosotros.

Quieres que te recordemos disfrutando,
rodeado de amigos, lavándoles los pies.
Quieres que seamos alegres, cordiales,
anfitriones sencillos que sientan a todos a su mesa,
sin complicaciones, sólo con actitud de servir y amar.

Quieres que te recordemos entregando la vida,
para que vivamos siendo un regalo para los demás,
como lo fuiste Tú.
Te tenemos entre nosotros y compartimos la vida,
siempre en memoria tuya.
Enséñanos el modo y la manera.

En el Sagrado Corazón, hallaremos la más firme esperanza

I

VANAS son las esperanzas del mundo y desgraciado quien fía en ellas. Pasa la juventud, se cambia la fortuna, caen las ilusiones, se entibia la amistad; nada, en una palabra, queda en pie de cuanto parece algunas veces halagar al hombre en su breve paso sobre la tierra.

Y sin embargo, el pobre corazón humano necesita algo firme y permanente a que arrimarse, para no caer en los horrores de la desesperación. ¿En qué podrá, pues, fijar su esperanza? ¡Ah! Todo se pasa, ha dicho Santa Teresa de Jesús, todo se pasa, es verdad;. pero Dios no se muda. He aquí, pues, el centro fijo en que podemos colocar nuestras esperanzas los que deseamos colocarlas en algo seguro e inmutable.

¡Oh Corazón Divino de mi amadísimo Jesús! ¡Todo se escapa y desaparece a nuestro amor, dejándonos vacíos y desolados! Sólo Tú permaneces eternamente como faro de luz y norte resplandeciente para el corazón que te ama. ¡Que me falte todo, Dios mío, pero que no me faltes Tú! ¡En Ti pongo mi esperanza, y no seré nunca defraudado.

Medítese unos minutos.

II

¡Oh vida humana llena cada día de tantos y tan crueles desengaños! ¡Oh alma mía, que en tantos objetos has querido cifrar tu felicidad, sin que hayan logrado calmar tus ansias! ¡Oh pobre mortal! que eres como hoja seca que el viento arremolina y agita, buscando en todo la dicha y no hallándola en ninguna de las cosas creadas!

¡Fíjate aquí y detente! Ahonda aquí tus raíces en el amor de tu buen Jesús, único que puede calmar tu amoroso anhelo, único que no defraudará tus esperanzas. Pobre barquillo, siempre llevado acá y allá por las olas, y siempre con el abismo bajo los pies temiendo el naufragio! Echa aquí tus anclas si quieres hallar puerto seguro, donde algo puedas reposar y rehacerte de las fatigas de tu azarosa navegación. ¡Paloma cansada de volar por todas partes, sin hallar donde fijar los pies! Éntrate por la abertura de esa Arca, que te espera para ofrecerte asilo seguro contra todas las borrascas.

¡Corazón de Jesús! Sé todo para mí, pues de Ti lo espera todo mi afligido corazón. Promesas seductoras del siglo, que, tantas veces han engañado mi alma, yo las miro por lo que son, polvo, nada. ¿Qué puede prometerse quien pone sus esperanzas en el polvo y en la nada?

¡Oh Dios de cielos y tierra! ¡Qué sosegado descanso alcanza el que todo lo espera de Ti y nada fuera de Ti!

Medítese, y pídase la gracia particular.

Evangelii Gaudium – Francisco I

60. Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una «educación» que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos, empresarios e instituciones— cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes.

Comentario Domingo del Corpus Christi

Oración

Señor Jesucristo, nos diste tu Palabra,
y quisiste permanecer para siempre
con los tuyos y nos regalaste tu presencia en el Pan y en el Vino,
concédenos:

  •   reconocerte y adorarte en esos signos de tu amor,
  •   y alimentarnos de la mesa de tu Palabra y de la mesa de Pan y de vino
    que nos fortalecen y nos realimentan para el caminar de nuestra vida.

Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. AMEN.

 

Jn 6, 51-58

«51‘Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo’.

52Disputaban entonces los judíos entre sí: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’.

53Les dijo entonces Jesús: ‘En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 55Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57Como el Padre que vive me envió y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. 58Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el que vuestros padres comieron, y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

 

CONTEXTO

El texto forma parte de uno de los grandes discursos de Jesús en Juan, el discurso sobre el pan de vida (Jn 6). El capítulo 6 empieza con la multiplicación de los panes, en la que Jesús parte el pan para que la multitud pudiera comer. Por eso le siguen. Y Jesús les dice: “En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado” (v. 26). Luego Jesús les habla del alimento que permanece para la vida eterna (v. 27), el pan que baja del cielo y da la vida al mundo. Y añade: “Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed” (v. 35). Esto desencadena la murmuración de los judíos, porque conocían a sus padres (v. 41) y una nueva respuesta de Jesús, en la que identifica el pan de vida con su propia carne (vv. 43-51). Eso provoca la discusión entre los judíos (v. 52) y la siguiente respuesta de Jesús (vv. 53-58). Después de esto veremos la reacción de los discípulos (vv. 60.66) y la confesión de Pedro, que pone fin al capítulo 6 del evangelio joánico.

 

 

TEXTO

El evangelio de hoy no forma una perícopa, porque el v. 51 pertenece a la unidad anterior (vv. 41-51) y falta el v. 59, que completaría la unidad textual formada por los vv. 52-59. Con todo, el evangelio podemos estructurarlo en 3 partes: a) una introducción, en la que se presenta el tema que desarrolla Jesús en esta parte del discurso, esto es, la identificación del pan vivo con la carne de Jesús (v. 51); b) la reacción de su auditorio, mostrando su extrañeza (v. 52); c) la respuesta de Jesús, desarrollando el tema (vv. 53-58). La frase “El que coma/come de este pan vivirá para siempre” forma una inclusión que abre y cierra el texto (vv. 51.58) y el hilo conductor del texto es comer/beber la carne/sangre de Jesús. De fondo, la nueva vida (eterna) ofrecida por Jesús a los miembros de la comunidad reunida en torno a la Eucaristía.

 

ELEMENTOS INTERESANTES

• Jesús había dado de comer el “pan de miga y cáscara” al comienzo del capítulo 6, pero luego ofrece un pan vivo que es su propia carne y que alimenta a un nivel más profundo porque hace vivir para siempre: Jesús nos da acceso de nuevo al árbol de la vida, del Paraíso, del que habíamos sido arrojado (cf. Gen 3) pero del que no seremos arrojados afuera (Jn 6,37). Teniendo a Jesús como pan, “viviremos para siempre”, tendremos el “acceso a la vida”, tendremos la “vida eterna”. Para siempre. ¿Puedes decir que Jesús es “tu pan”? ¿Puedes decir que Jesús es el pan que de verdad puede “saciar” tu “hambre”, tus anhelos, tus cansancios? ¿Cómo puedes ser un pan para los demás, para los que están a tu alrededor?

• A quien coma/beba la carne/sangre de Jesucristo se le ofrece la resurrección (v. 54), permanecer en Jesús (v. 56), vida (v. 57). La Eucaristía es el momento más privilegiado para recibir todos estos dones, pero ¿tenemos experiencia de eso? ¿encontramos en la eucaristía la vida que Jesús ofrece, la esperanza en la resurrección? ¿qué podemos hacer para que las palabras de Jesús se “hagan” en cada eucaristía?

• El texto nos abre con certeza a un futuro de vida: tres veces aparece el verbo “vivirá” (vv. 51.57.58) y el corazón del mismo es “yo lo resucitaré” (v. 54). ¿Qué relevancia tiene esta insistencia en nuestra vida creyente?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Santísima Trinidad

Cuerpo y Sangre de Cristo
18 de junio 2017

Lecturas: Deuteronomio 8, 2-3.14b-16a; Salmo 147; 1 Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida».

Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”.

(Juan 6, 51-58)

 

Reflexión

Comer en la misma mesa es signo de amistad y deseos de convivir y compartir. Para los judíos en tiempo de Jesús, comer con alguien era forma de expresarle respeto y simpatía. Comer en familia les recordaba la presencia liberadora de Dios, en la cena antes de la salida de Egipto. Jesús se queda sacramentalmente por las mismas razones. ¿Qué semejanzas encuentras entre una comida familiar, una fiesta con amigos y la Eucaristía Dominical? Compartir

 

Oración

Gracias Señor por darte como pan y vino y así nutrirnos con tu amor
Tu eres nuestro pan, señor. Tú eres quien nos da fuerza para seguir caminando por la vida. Tu nos llamas a saciar el hambre de nuestros hermanos. Ayúdanos a saber corresponder a tu gran amor. Amen

Llamados a ser Comunidad

En la fiesta del Corpus Christi, los cristianos adoramos la presencia real de Jesucristo muerto y resucitado por nuestra salvación bajo las especies sacramentales del pan y del vino consagrados. En este día acogemos la invitación de Cáritas a crecer como comunidad de hermanos y a participar en la Eucaristía, sacramento de comunión con Dios y con nuestros semejantes. De este modo, cuantos comemos de un mismo pan no sólo somos invitados a formar un solo cuerpo, sino a crecer en la espiritualidad de comunión que dé sentido y anime nuestro compromiso social en favor de los que sufren.

Vivamos en comunión

Con el lema “Llamados a ser comunidad”, Cáritas nos invita en su campaña institucional a poner el foco de atención en la dimensión comunitaria de nuestro ser, como eje fundamental de nuestro hacer al servicio del Reino de Dios y del proyecto de transformación social en el que estamos empeñados en el ejercicio de la caridad.

El redescubrimiento de nuestro ser comunitario es el punto de partida para superar nuestros intereses individuales, los comportamientos autorreferenciales y colaborar con el Señor en la construcción de un mundo en el que la experiencia del amor de Dios nos permita vivir la comunión y construir una sociedad más justa y fraterna.

La comunidad, nos recuerda Cáritas,[1] es el ámbito donde podemos acompañar y ser acompañados, donde podemos generar presencia, cercanía y un estilo de vida donde el que el que sufre encuentre consuelo, el que tiene sed descubra fuentes para saciarse y el que se siente excluido experimente acogida y cariño. En la comunidad podemos responder al  mandato de Jesús, que nos mandó dar de comer al hambriento (Mc 6,37) y podemos implicarnos en el desarrollo integral de los pobres, buscando los medios adecuados para solucionar las causas estructurales de la pobreza.[2]

Sólo así podremos encontrar salidas a nuestra realidad social, más centrada en la búsqueda de intereses egoístas, en la agresividad ideológica y en la permanente descalificación del otro que en el descubrimiento de lo que nos une y nos enriquece a pesar de las legítimas diferencias.[3]

Cultivemos la espiritualidad de comunión

Ahora bien, si queremos ser ámbito de comunión y constructores de comunidad, necesitamos cultivar una verdadera espiritualidad de comunión al estilo de aquellos primeros cristianos que vivían unidos y lo tenían todo en común, porque eran asiduos en la enseñanza de los apóstoles y en la fracción del pan[4].

San Juan Pablo II nos describía con gran profundidad las características de esta espiritualidad de comunión, al comenzar el presente milenio:

“Espiritualidad de comunión significa ante todo una mirada del corazón hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado”.

“Espiritualidad de comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como “uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad”.

“Espiritualidad de comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un “don para mí”. Además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente”.[5]

Promovamos cauces para vivir la comunión con los que sufren

A la luz de este texto y con la mirada puesta en nuestra realidad eclesial y social, queremos señalar algunas de las implicaciones que demanda de todos nosotros una verdadera espiritualidad de comunión con los que sufren:

  1. Comunión y dignidad humana

La espiritualidad de comunión nos exige descubrir nuestra identidad y nuestra dignidad personal. Esta dignidad no se sustenta en factores económicos, en razones étnicas, en cuotas de poder ni en fluctuantes acuerdos humanos. Su fundamento radica en el misterio de la Trinidad que nos habita y nos constituye como imagen suya. Somos seres nacidos de la comunión y hechos para la comunión. Cuando eso falla, y este es uno de los vacíos de la cultura actual, la cuestión social se convierte en una cuestión antropológica[6] y el mayor problema no está sólo en la pobreza, sino en la pérdida de la dignidad humana que se esconde detrás de la pobreza y que afecta a quienes la sufren y a quienes la generan.

  1. Comunión y cuidado de la casa común

La espiritualidad de comunión nos sensibiliza sobre la importancia de sentirnos solidarios con la realidad global de nuestro mundo, sabiendo que el cuidado de nuestra vida, de las relaciones con la naturaleza y de la casa común es inseparable de la justicia, la fraternidad y la fidelidad a los demás.[7] En consecuencia, nos empuja a tener un corazón abierto y universal para acoger a todos  -especialmente a los excluidos, los descartados, los migrantes, los refugiados- y para integrarlos en nuestra comunidad haciéndolos partícipes de ella con todos sus derechos y con todas sus potencialidades.

  1. Comunión y desarrollo humano integral

La espiritualidad de comunión nos lleva a vivir el servicio de la caridad como un servicio al desarrollo humano integral. No estamos en el mundo sólo para dar pan o para promover un simple desarrollo económico. Como Jesús en el desierto, hemos de tener siempre presente que “no sólo de pan vive el hombre” (Cfr Mt 4,4). Además de pan, necesitamos “Palabra”, relación, comunicación, comunión y sentido. Necesitamos a Dios y nos necesitamos unos a otros. Por eso, decimos que estamos al servicio del desarrollo humano integral, para “promover a todos los hombres y a todo el hombre”, como formuló el beato Pablo VI (PP n.14). Precisamos un desarrollo que integre a todos los pueblos de la tierra, que integre la dimensión individual y comunitaria, la dimensión corporal y espiritual del ser humano, sin absolutizar al individuo ni masificarlo, sin reducir el desarrollo al crecimiento económico y sin excluir a Dios de la vida del hombre.[8]

  1. Comunión y compromiso transformador

La comunión con los que sufren a causa de la marginación y la exclusión nos mueve a reaccionar ante las injusticias sabiendo que no es suficiente atender a las víctimas. Es necesario incidir en el cambio de las reglas de juego del sistema económico-social. Como dice el papa Francisco, “imitar al buen samaritano no es suficiente […], es necesario actuar antes de que el hombre se encuentre con los ladrones, combatiendo las estructuras de pecado que producen ladrones y víctimas”.[9] Y para  esto no basta transformar las estructuras. Necesitamos dejarnos afectar por los pobres y desde ellos transformar también nuestros criterios y actitudes, nuestro modo de pensar y de vivir.[10]

  1. Comunión y economía solidaria

Nos preocupa la sociedad centrada en el dios dinero y sentimos la necesidad de seguir abriendo caminos a otra economía al servicio de la persona que promueva al mismo tiempo la inclusión social de los pobres y la consolidación de un trabajo decente como expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer[11]. Nuestras Cáritas tienen ya un fecundo recorrido en este campo. Con ellas, “creemos que es un momento propicio para revisar este camino y dejarnos confrontar e iluminar por la fe y la doctrina social de la Iglesia de modo que, en la medida de nuestras posibilidades, respondamos a la economía que mata promoviendo otra que da vida”[12]. Como hemos manifestado en otras ocasiones, “la reducción de las desigualdades […] no puede dejarse en manos de las fuerzas ciegas del mercado. Es necesario dar paso a una economía de comunión, a experiencias de economía social que favorezcan el acceso a los bienes y a un reparto más justo de los recursos”.[13]

  1. Comunión y espiritualidad de ojos abiertos

Por último, la comunión con el Espíritu que movió a Jesús a hacer de su vida una vida para los demás y una buena noticia para los pobres. Hoy hemos de ser conscientes de que no toda espiritualidad sirve para el compromiso caritativo y social. Lo ha dicho Francisco: “No sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón”.[14] Lo hemos repetido nosotros en La Iglesia, servidora de los pobres (nn. 37-38).Nuestra mística ha de ser una mística de ojos abiertos a Dios y a los hermanos, no una mística sin nombre y sin rostro, como algunas de moda.[15] Una mística buscadora de rostros, al estilo de Jesús, que se adelanta a ver el rostro de los oprimidos,  sale al encuentro de los que sufren y es buena noticia para los pobres (Cfr Lc 4,16-19).

Conclusión

Desde este horizonte de posibilidades que nos ofrece la espiritualidad de comunión, nos acercamos hoy al sacramento de la Eucaristía:

            – Él es la fuente de nuestra comunión con Cristo y con los hermanos.

            – En él nos acogemos y valoramos como miembros de un mismo cuerpo.

            – Con él podemos hacer de nuestra vida una vida entregada por los otros.[16]

            – Por él el Espíritu del crucificado resucitado se hace vivo entre nosotros.

Que la Eucaristía, cuerpo entregado y sangre derramada de Jesús para la vida del mundo, nos ayude cada día a descubrir que el acercarnos a la misma mesa para comer el pan eucarístico nos obliga a compartir el proyecto de Dios de lograr una vida digna y un desarrollo humano integral para todos.

Madrid, 15 de mayo de 2017

Comisión Episcopal de Pastoral Social
Conferencia Episcopal Española


[1] Cfr Cáritas Española, Fundamentación de la Campaña Institucional 2014-2017, 11.

[2] Cfr Evangelii gaudium, nn. 188-192.

[3] Cfr Encíclica Sollicitudo rei socialis, n. 26.

[4] Cfr Hech 2,44-47; 4,32-35.

[5] Carta apostólica Novo millennio ineunte, n. 43.

[6] Cfr Encíclica Caritas in veritate, n. 75.

[7] Cfr Francisco, Encíclica Laudato si, n. 70.

[8] Cfr Discurso de Francisco al Congreso sobre Perspectivas para el Desarrollo Humano Integral, con motivo del 50 aniversario de la Encíclica Populorum progressio, 4 de Abril de 2017.

[9] Discurso de Francisco a los participantes en la reunión de Economía de Comunión, 4 de Febrero de 2017.

[10] Cfr Mensaje de Francisco para la Cuaresma 2017: La Palabra es un don, el otro es un don.

[11] Cfr Benedicto XVI, Encíclica Caritas in veritate, 63.

[12] Convocatoria a las XVII Jornadas de Teología sobre la Caridad, Abriendo caminos a una economía más solidaria e inclusiva, Santiago de Compostela, 2017.

[13] La Iglesia, servidora de los pobres, n.53.

[14] Evangelii gaudium, n.262.

[15] Nos referimos a algunas místicas de tradiciones orientales desencarnadas y a otras de tono psicologicista y de Nuena Era.

[16] Cfr Rom 12,5; 1Co 10,17; Ef 5,25-27; Concilio Vaticano II,  Lumen Gentium n 7. Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal Sacramentun caritatis, nn. 88-89.

Comentario al evangelio (14 de junio)

Hoy Jesús se nos presenta como un puente entre el pasado y el futuro.

Así es nuestro Dios. Lo que Jesús viene a comunicarnos no parte de la nada. Tiene en cuenta toda la historia de Dios con su pueblo: las promesas, el éxodo, la Alianza, la tierra prometida y todo lo que el pueblo fue viviendo en ella; entre otras cosas, las infidelidades del pueblo y la entrañable misericordia de su Dios.

Jesús asume toda la historia de su gente y la condensa en su vida, lanzándola hacia el futuro. Él es un profeta… ¡y más que un profeta! Él es un sabio… ¡y más que un sabio! “En la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para liberar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción”. He ahí el resumen de esta gran historia: Jesús, el Hijo, nos abre definitivamente la puerta a la Vida de Dios. Todo lo anterior sigue en pie, desde una nueva motivación: somos “hijos en el Hijo”.

Desde esa convicción, anclada en el corazón, la historia colectiva y personal está llamada a desplegarse de forma que esa buena noticia llegue hasta los confines del mundo, y nuestro mundo avance por los caminos de Dios, hasta el final de los tiempos.

Gracias, Señor,
por hacer historia con nosotros.
Gracias por habernos enviado a tu Hijo.
Gracias por darnos la misión
de continuar esta tarea
llenos de tu Espíritu.

Luis Manuel Suárez CMF