Miércoles X de Tiempo Ordinario

Hoy es 14 de junio, miércoles de la X semana de Tiempo Ordinario.

Al comenzar este tiempo de oración, procura hacer un poco de silencio. Este es un momento especial del día. Es un tiempo para el encuentro, el silencio y la escucha. En la oración abrimos nuestra intimidad al Señor y el Señor se acerca a nosotros de un modo especial. Para eso necesitamos estar atentos y disponibles.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 5, 17-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos.»

Jesús habla con autoridad. Sus palabras quieren siempre abrir nuestros ojos para mostrarnos que la realidad está llena de la presencia de Jesús. Nosotros vivimos muchas veces angustiados y preocupados por muchas cosas. Jesús ha venido a abrirnos al sentido profundo de la vida. A dar plenitud a nuestra vida. ¿Qué te impide vivir plenamente? ¿Qué te dificulta ser libre para seguir a Jesús?

En la ley y los profetas, el pueblo de Israel encontraba el fundamento de su fe. Jesús no quiere cerrar ese tiempo, sino que quiere llevarlo en plenitud. También yo puedo reducir mi fe al cumplimiento de normas. A celebrar rituales vacíos. Jesús quiere que le conozca a él, que esté junto a él. Y eso es lo que dará plenitud en mi fe.

No puedes ser testigo de Jesús reduciendo su mensaje. No puedes anunciar a un Jesús limitado o parcial. Conocer íntimamente a Jesús te permitirá anunciarlo y comunicarlo en su totalidad. ¿Qué te atrae más de Jesús y su mensaje?

Al leer de nuevo el relato de Mateo, fíjate cómo Jesús valora el anuncio íntegro de la fe. Queremos conocer mejor a Jesús para dar testimonio de él.

Para terminar esta oración, dirígete a Jesús. Agradece su presencia una vez más y exprésale, con toda confianza, que quieres conocerle más intensamente, más profundamente, para poder dar un testimonio auténtico de él.

Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres,
entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

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