Vísperas – Martes XI de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: COMO EL NIÑO QUE NO SABE DORMIRSE

Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos, al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.

Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor rodea a su pueblo.

Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Salmo 130 – COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA BREVE   Rm 12, 9-12

Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

RESPONSORIO BREVE

V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V. Tu fidelidad de generación en generación.
R. Más estable que el cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

PRECES

Invoquemos a Dios, esperanza de su pueblo, diciendo:

Escúchanos, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque hemos sido enriquecidos en todo por Cristo, tu Hijo;
haz que por él crezcamos en todo conocimiento.

En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
dales, pues, acierto en sus decisiones para que te sean gratos en su pensar y obrar.

Tú que a los artistas concedes inspiración para plasmar la belleza que de ti procede,
haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.

Tú que no permites que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas,
da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que nos has prometido la resurrección en el último día,
no te olvides de tus hijos que ya han dejado el cuerpo mortal.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:

Padre nuestro…

ORACION

Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 20 de junio

Lectio: Martes, 20 Junio, 2017

Tiempo Ordinario

1) ORACIÓN INICIAL

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

2) LECTURA

Del santo Evangelio según Mateo 5,43-48

«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

3) REFLEXIÓN

• En el evangelio de hoy llegamos a la cima de la Montaña de las Bienaventuranzas, donde Jesús proclamó la Ley del Reino de Dios, cuyo ideal se resume en esta frase lapidaria: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial” (Mt 5,48). ¡Jesús estaba corrigiendo la Ley de Dios! Cinco veces de seguido había afirmado: “¡Se os dijo, pero yo os digo!” (Mt 5,21.27,31.33.38). Es una señal de mucho valor de su parte corregir, públicamente, ante toda la gente reunida, el tesoro más sagrado de la gente, la raíz de su identidad, que era la Ley de Dios. Jesús quiere comunicar una nueva mirada para entender y practicar la Ley de Dios. La llave para poder tener esta nueva mirada es la afirmación: Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. Nunca nadie podrá llegar a decir: “¡Hoy fui perfecto como el Padre celestial es perfecto!” Estaremos siempre por debajo de la medida que Jesús nos ha puesto delante. ¿Por qué él nos puso delante un ideal que para nosotros los mortales es imposible alcanzar?

• Mateo 5,43-45: Oísteis que se os digo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. En esta frase Jesús explicita la mentalidad con la cual los escriba explicaban la ley; mentalidad que nacía de las divisiones entre judíos y no judíos, entre prójimo y no prójimo, entre santo y pecador, entre puro e impuro, etc. Jesús manda subvertir este pretendido orden nacido de divisiones interesadas. Manda superar las divisiones. “Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?” .Aquí sacamos de la fuente, de donde brota la novedad del Reino. Esta fuente es Dios mismo, reconocido como Padre, que hace nacer el sol sobre malos y buenos. Jesús manda que imitemos a este Dios: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (5,48). Es imitando a este Dios que creamos una sociedad justa, radicalmente nueva:

• Mateo 5,46-48: Ser perfecto como el Padre celestial es perfecto. Todo se resume en imitar a Dios: » Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.» (Mt 5,43-48). El amor es el principio y el fin de todo. No hay mayor amor que dar la vida para los hermanos (Jn 15,13). Jesús imitó al Padre y reveló su amor. Cada gesto, cada palabra de Jesús, desde el nacimiento hasta la hora de morir en la cruz, era una expresión de este amor creador que no depende del presente que recibe, ni discrimina al otro por motivo de raza, sexo, religión o clase social, sino que nace de un querer al otro, gratuitamente. Fue un creciendo continuo desde el nacimiento hasta la muerte en Cruz.

• La manifestación plena del amor creador en Jesús. Fue cuando en la Cruz ofreció el perdón al soldado que lo torturaba y lo mataba. El soldado, empleado del imperio, tomó el pulso de Jesús y lo apoyó sobre el brazo de la cruz, luego colocó un clavo y empezó a dar golpes. Varios martillazos. La sangre corría. El cuerpo de Jesús se contorcía por el dolor. El soldado, mercenario ignorante, ajeno a lo que estaba haciendo y a lo que estaba ocurriendo a su alrededor, seguía dando golpes como si fuera un clavo en la pared de la casa para colgar un cuadro. En este momento Jesús dirige al Padre esta oración: “Padre, ¡perdona¡ ¡No saben lo que hacen!” (Lc 23,34). Por más que los hombres quisieran la falta de humanidad no consiguió apagar en Jesús la humanidad. Ellos lo prenderán, lo insultarán, escupirán en el rostro, le darán trotazos, harán de él un rey payaso con la corona de espinas en la cabeza, le flagelarán, le torturarán, le harán andar por las calles como un criminal, tiene que escuchar los insultos de las autoridades religiosas, en el calvario lo dejarán totalmente desnudo a la vista de todos y de todas. Pero el veneno de la falta de humanidad no consiguió alcanzar la fuente de la humanidad, que brotaba desde dentro de Jesús. El agua que brotaba desde dentro era más fuerte que el veneno que venía de fuera, queriendo de nuevo contaminarlo todo. Mirando aquel soldado ignorante y bruto, Jesús tuvo pena del muchacho y rezó por él y por todos: “¡Padre, perdona!” y hasta consigue una disculpa: “Son ignorantes. ¡No saben lo que están haciendo!” Ante el Padre, Jesús se hizo solidario de los que lo torturaban y maltrataban. Era como el hermano que va con sus hermanos asesinos ante el juez y él, víctima de sus propios hermanos, dice al juez: “Son mis hermanos, sabe. Son ignorantes. ¡Pero mejorarán! ” Era como si Jesús estuviera con miedo que la mínima rabia contra el muchacho pudiera apagar en él el pequeño resto de humanidad que aún llevaba dentro. Este gesto increíble de humanidad y de fe en la posibilidad de recuperación de aquel soldado fue la mayor revelación del amor de Dios. Jesús puede morir: “¡Está todo consumado!” E inclinando la cabeza, entrega el espíritu (Jn 19,30). Realizó la profecía del Siervo sufriente (Is 53).

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• ¿Cuál es la motivación más profunda del esfuerzo que haces para observar la Ley de Dios: merecer la salvación o agradecer la bondad inmensa de Dios que te ha creado, te mantiene en vida y te salva?

• ¿Cómo entiendes la frase: “ser perfecto como el Padre celestial es perfecto?”

5) ORACIÓN FINAL

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado. (Sal 51,3-4)

¡No tengas miedo, hijo mío!

Como el profeta que, consciente de que solo encuentra su auxilio en Dios, siente que su vida va desde la angustia y el desaliento hasta la paz (Jer 20,13), así el cristiano ha de poner todas sus fuerzas para “vencer el mal a fuerza de bien” (Rom 5,15). Por eso, se nos llama incluso hasta poner en peligro la vida por el Reino, reconociendo que no hay que tener miedo porque Dios nunca abandona a sus hijos (10,26).

Sobre un himno de la Liturgia de las Horas

¡No tengas miedo, me dices, Señor!
No tengas miedo a los hombres,
porque nada hay encubierto que no llegue a saberse;
nada hay escondido que no llegue a ser diáfano.
No tengas miedo a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma…

Tu invitación, Señor, me llena de confianza,
pero dentro de mí estoy asustado,
mi corazón y mi vida están llenos de temores…,
porque…

No sé de dónde brota la tristeza que tengo.
Mi dolor se arrodilla, como el tronco de un sauce,
sobre el agua del tiempo, por donde voy y vengo,
casi fuera de madre, derramado en el cauce.

Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú sabes
cómo soy; tú levantas esta carne que es mía;
Tú, ésta luz que sonrosa las alas de las aves;
tú, esta noble tristeza que llaman alegría.

Tú me diste la gracia para vivir contigo;
tú me diste las nubes como el amor humano;
y, al principio del tiempo, tú me ofreciste el trigo,
con la primera alondra que nació de tu mano.

Con el último rezo de un niño que se duerme
y, con la voz nublada de sueño y de pureza,
se vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme
hacia ti, y en tus manos desmayar mi cabeza.

No tengas miedo, hijo mío, me sigues repitiendo,
porque insignificante es un pájaro que cruza el espacio,
pero jamás perderá altura su vuelo sin que lo permita el Señor.
Por eso, no tengas miedo; tú vales más que cualquiera de las aves.
¡Hasta los cabellos de tu cabeza están contados,
y ni uno solo caerá sin la venia del buen Dios!
¡Vive confiado y no tengas miedo, hijo mío!

Isidro Lozano

Pidamos al Sagrado Corazón, por el clero y las órdenes religiosas

I

SI el Papa es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, el Clero y las Ordenes religiosas son sus brazos. De ellos se sirve para obrar el bien y promover el servicio de Dios: por esto los sacerdotes y religiosos son tan aborrecidos de la impiedad, que a toda hora anda ella procurando o bien destruirlos o bien corromperlos. Dediquemos, pues, hermanos este día de hoy a rogar por tan importante necesidad.

Pidamos al Sagrado Corazón que encienda y abrase en celo y caridad el alma de sus sacerdotes y religiosos y religiosas, para que por su medio gane cada día terreno el Reino de Dios sobre la tierra, y se conquisten nuevas almas para la gloria celestial. Que sea perfecta en ellos la observancia de las leyes eclesiásticas; que brillen en el pueblo por la pureza de las costumbres; por el desinterés; la obediencia; la humildad y el espíritu de sacrificio.

¡Oh Corazón de Jesús! ¡Mira cómo está el mundo, y la necesidad que hay de que trabajen buenos obreros en él! ¡Oh Padre de familias, manda buenos trabajadores a tu Viña. Hazlo, Corazón Divino, por tu gloria y por la salvación de tantas almas que has confiado a la dirección de tus ministros.

Te lo suplicamos muy especialmente, Sagrado Corazón, en este día de tu devoto Mes. Medítese unos minutos.

II

Como sean los sacerdotes y las Casas religiosas, tales serán los seglares que viven a su alrededor. ¡Ay del pueblo donde reina hasta en los ministros del santuario, el desorden o siquiera la negligencia! ¡Cuánto debe interesarnos ante el Sagrado Corazón esta necesidad!

¡Oh Corazón Divino! Da celosos pastores a tus ovejas, ardientes anunciadores a tu palabra, fieles dispensadores a tus Sacramentos. Aviva en las almas que en los Institutos religiosos has escogido como especial porción tuya, y que más estrechamente te están ligados por medio de los votos. Dales el espíritu de oración, la vida mortificada, el reconocimiento interior, la ejemplar observancia.

¡Señor! Tú has dicho: “Un poco de levadura hace fermentar toda la masa”. Y ¿quiénes son la levadura de tu pueblo, sino estas almas que Tú has escogido de la masa común de él? Envía santos religiosos, ¡Señor! envía almas de superior perfección, y se transformará el mundo.

Medítese, y pídase la gracia particular.

Evangelii Gaudium – Francisco I

66. La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total»[60].


[60] Conférence des Évêques de France. Conseil Famille et Société, Élargir le mariage aux personnes de même sexe? Ouvrons le débat! (28 septiembre 2012).

Música – Domingo XII de Tiempo Ordinario

«¡NO TENGÁIS MIEDO…»!

“¿En dónde están los profetas
que en otro tiempo nos dieron
las esperanzas y fuerzas para andar?
En las ciudades, en los campos,
entre nosotros están”

(R. Cantalapiedra)

Ambientación musical: “Pueblos de la tierra” en Melodías para la contemplación-1 (SP).

Jesús es el rostro humano de Dios. Él manifiesta que a Dios se le debe amor y no temor o miedo. La confianza es la alternativa al miedo. Las palabras de Jesús son una continuidad a las del profeta Jeremías.

Revisemos las imágenes de Dios que tenemos para pasar de la imagen de un Dios terrible, castigador y dominante, a la imagen del Dios Padre y amigo, protector y liberador de los pobres y oprimidos: «Miradlo los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón» (Sal 68)

Canto de entrada: “Cristo nos da la libertad” CLN 727; MD 94; o bien “Al reunirnos” CLN A 7; MD 72.

Salmo responsorial: “Señor, que me escuche tu gran bondad”.

Santo: de A. Alcalde en el CD Piedras Vivas (SP)
Fracción del pan: “Cordero de Dios” (M. Manzano) CLN N 3

Comunión: “Acerquémonos todos al altar” CLN 24; MD 170.”Nos convidas, Señor a tu Mesa” en el CD Piedras Vivas; o bien,

Canto final: Terminamos la celebración pidiendo al Señor la fortaleza necesaria para ser sus profetas y confesar con valentía la fe en medio de un mundo hostil a su voluntad. Cantamos: “Danos un corazón grande para amar. Danos un corazón fuerte para luchar” CLN 718; MD 59.

Antonio Alcalde Fernández

Recursos – Domingo XII de Tiempo Ordinario

DIOS NOS CUIDA

“No tengáis miedo -dice Jesús-, hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados…” Todo en la creación tiene un aire de bondad, de positividad, de esperanza. No se puede vivir permanentemente en el miedo, la sospecha, el dramatismo de la vida. Dios nos desea también un espacio de paz en nuestra alma, de confianza y abandono. “En una sociedad como la nuestra, la sociedad de la incertidumbre, en la que parecen flaquear todas las certezas y el futuro parece presentarse como una nube confusa, Jesús nos invita a no tener miedo. A generar dentro de nuestro corazón una energía que brota del amor a Jesucristo y que nos da audacia para no tener miedo. Esto significa que debemos ser capaces de ver la realidad tal como es, de confiar en el Dios que desea lo mejor para todos… No tener miedo a que los seres humanos somos dueños de nuestra vida y debemos construir juntos una sociedad más libre, más armoniosa y más cuidadosa con la naturaleza. Es el mensaje de la encíclica Laudato Si del papa Francisco” (Leandro Sequeiros).

ECHAR RAÍCES EN… LA ESPERANZA

«Saberse siempre en las manos de Dios, ésa es pues la formulación exacta de la fe en la Providencia, por más que no siempre pueda ser una experiencia sensiblemente verificada. De ella surge un tipo de hombre y mujer capaz de admirar y amar la creación, de luchar contra toda forma de mal en ella, de olvidarse un poco de sí, y de entregar su presente y su futuro a Dios. También el de las personas que ama» (José Antonio García, “Ventanas que dan a Dios”).

Este es el sentido de aquellas palabras del P. Arrupe, al dimitir de General de los jesuitas a causa de su enfermedad: “Yo me siento más que nunca en las manos de Dios. Eso es lo que he deseado toda mi vida desde joven. Y eso es también lo único que sigo queriendo ahora. Pero con una diferencia: hoy toda la iniciativa la tiene el Señor. Les aseguro que saberme y sentirme totalmente en sus manos es una profunda experiencia”.

Sigue José Antonio García: «En muchos momentos “malos” de la vida, experiencias como ésa agolpadas en nuestro corazón podrían gritarnos que a pesar de tantos datos que parecen contradecirlo, el mundo, cada persona y nosotros mismos estamos envueltos en la ternura de Dios, rodeados por sus potentes y amorosos brazos. ¿Sólo en los momentos malos? No. También la belleza y el amor, las montañas y los ríos, la amistad y toda forma de implicación por un mundo mejor están envueltos en la misma ternura, sostenidos por los mismos brazos»

LAUDATO SI

Dios y las criaturas

«Jesús asume la fe bíblica en el Dios creador y destaca un dato fundamental: Dios es Padre (cf. Mt 11,25). En los diálogos con sus discípulos, Jesús los invitaba a reconocer la relación paterna que Dios tiene con todas las criaturas, y les recordaba con una conmovedora ternura cómo cada una de ellas es importante a sus ojos: “¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Pues bien, ninguno de ellos está olvidado ante Dios” (Lc 12,6). “Mirad las aves del cielo, que no siembran ni cosechan, y no tienen graneros. Pero el Padre celestial las alimenta” (Mt 6,26)» (96).

No todo está perdido

«Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle» (205).

Oración de los fieles (Domingo XII de Tiempo Ordinario)

Reunida la Asamblea de los que seguimos a Jesús de Nazaret en torno a esta mesa de la fraternidad, elevemos nuestra plegaria al Dios de Jesús por la Iglesia y por la humanidad.

• Por la Iglesia, para que sea siempre un espacio de acogida para los hombres y mujeres que buscan y trabajan por un mundo sin miedos, roguemos al Señor.

• Por esta comunidad reunida aquí en el domingo para celebrar el que somos elegidos por Dios para anunciar sin miedo un mensaje de esperanza, roguemos al Señor.

• Por los que tienen poder en este mundo, para que sepan construir una sociedad más justa, fraternal y respetuosa con el medio natural, roguemos al Señor.

• Por todos nosotros, los que tenemos miedos dentro del corazón. Por los que se sienten inseguros, bloqueados, desorientados sin brújula, para que reencuentren el sentido profundo de sus vidas, roguemos al Señor.

Oremos: te pedimos, Señor, que escuches estas peticiones nacidas de lo más profundo del corazón. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Comentario al evangelio (20 de junio)

      He pasado unos cuantos años encargado de una residencia de estudiantes. Había, ¿cómo no?, conflictos de muy diverso tipo en la convivencia. De vez en cuando había que poner orden. La casa tenía un reglamento. Y a él se agarraban los estudiantes siempre que podían. “Es que el reglamento no dice nada sobre…”, “Es que el reglamento dice sólo…” Pero como toda acción tiene su reacción, a los que estábamos en la dirección nos tocaba muchas veces llamar la atención de los estudiantes sobre otro documento que regía la vida de la residencia: era el proyecto educativo. 

      Recuerdo más de una vez, recordando a los estudiantes que el reglamento marcaba los mínimos obligatorios pero que el proyecto educativo nos señalaba los máximos, a dónde queríamos llegar, cuáles eran los objetivos que la residencia marcaba a los estudiantes pero el tiempo de su estancia en ella. Y que, por eso, el proyecto educativo era en el fondo mucho más importante que el reglamento. Pero ellos no lo entendían a veces muy bien. 

      A los cristianos nos pasa de vez en cuando algo parecido. Dejamos nuestra mente y nuestra atención fijada en el límite entre lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. Hasta aquí se puede. Pasar ese límite ya es pecado. Hay que ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar. Pero, ¿es pecado si se falta sólo un domingo? ¿y si se tiene una causa justificada? ¿y si no se tiene? ¿es pecado mortal o venial? ¿y si se faltan muchos? 

      Me atrevería a decir que andar con esas cuestiones es perder el tiempo y olvidarnos de lo más importante. Porque lo esencial es la invitación que nos hace Jesús al final del evangelio de hoy: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Lo nuestro no es quedarnos  en el límite (hay que perdonar pero ¿hasta dónde es obligatorio perdonar y desde donde es voluntario?) sino llegar a lo mejor. Hay que lanzar la mirada al horizonte y tenerla clara en la meta a la que queremos llegar: vivir como Jesús el amor en plenitud, sin medida, sin límites, sin mediocridades. 

      Seguro que nos lo hemos propuesto más de una vez. Seguro también que no lo hemos conseguido, que nuestras limitaciones y mediocridades, nos han impedido avanzar por el camino del amor. Pero eso no es lo malo. Lo malo es que nos detengamos y renunciemos a avanzar. Jesús nos pone el objetivo final por delante: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Y nos invita a seguir caminando hacia ese objetivo. ¿Vamos?