I Vísperas – Sagrado Corazón

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: MÁRMOL CON SANGRE, TU FRENTE

Mármol con sangre, tu frente;
lirios con sangre, tus manos;
tus ojos, soles con muerte;
luna con muerte, tus labios.

Así quiero verte, Cristo,
sangriento jardín de nardos;
así, con tus cinco llagas,
cielo roto y estrellado.

Rojo y blanco, blanco y rojo,
te vio la niña del cántico:
bien merecido lo tienes,
por santo y enamorado.

Abismo reclama abismo:
¿o no lo sabías acaso?;
el amor llama a la muerte:
muerte y amor son hermanos.

Amor quema, amor hiende
carne y alma, pecho y labio.
Amor, espada de fuego;
amor, cauterio y taladro.

Así quiero verte, Cristo,
con sangre, lirios y mármol;
soles y lunas con muerte
en tus ojos y en tus labios. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Con amor eterno nos amó Dios; por eso levantado sobre la tierra nos atrajo a su corazón, compadeciéndose de nosotros.

Salmo 112 – ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Con amor eterno nos amó Dios; por eso levantado sobre la tierra nos atrajo a su corazón, compadeciéndose de nosotros.

Ant 2. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.

Salmo 145 – FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.

Ant 3. Yo soy el buen pastor que apaciento mis ovejas, y doy mi vida por las ovejas.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo soy el buen pastor que apaciento mis ovejas, y doy mi vida por las ovejas.

LECTURA BREVE   Ef 5, 25b-27

Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla, purificándola en el baño del agua, que va acompañado de la palabra, y para hacerla comparecer ante su presencia toda resplandeciente, sin mancha ni defecto ni cosa parecida, sino santa e inmaculada.

RESPONSORIO BREVE

V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.

V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Por la virtud de su sangre.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. He venido a traer fuego al mundo, y ¡cuánto deseo que esté ya ardiendo!

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. He venido a traer fuego al mundo, y ¡cuánto deseo que esté ya ardiendo!

PRECES

Acudamos, hermanos, a Jesús, descanso de nuestras almas fatigadas, y digámosle suplicantes:

Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Oh Jesús, que quisiste ser traspasado por la lanza para que de tu corazón abierto, al brotar el agua y la sangre, naciera tu esposa la Iglesia,
haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada.

Jesús, templo santo de Dios, destruido por los hombres y levantado nuevamente por el Padre,
dígnate hacer de la Iglesia morada del Altísimo.

Jesús, rey y centro de todos los corazones, que con amor eterno nos amas y nos atraes con misericordia,
renueva tu alianza con todos los hombres.

Jesús, paz y reconciliación nuestra, que has hecho las paces en un solo hombre nuevo, dando muerte al odio mediante la cruz,
danos acceso al Padre.

Jesús, vida y resurrección nuestra, alivio de los que están cansados y descanso de los que se sienten agobiados,
atrae hacia ti a los pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Jesús, que por tu amor desbordante te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte y una muerte de cruz,
llama a los fieles difuntos a la resurrección.

Unidos a Jesucristo, que nos ama como hermano, acudamos al Padre, diciendo:

Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Dios todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza del amor que resplandece en el corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina (22 de junio)

Lectio: Jueves, 22 Junio, 2017

Tiempo Ordinario

1) ORACIÓN INICIAL

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

2) LECTURA

Del santo Evangelio según Mateo 6,7-15
«Y, al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. «Vosotros, pues, orad así:
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
 venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
 y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
«Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

3) REFLEXIÓN

• El evangelio de hoy nos presenta la oración del Padre Nuestro, el Salmo que Jesús nos ha dejado. Hay dos redacciones del Padre Nuestro: la de Lucas (Lc 11,1-4) y la de Mateo (Mt 6,7-13). La redacción de Lucas es más breve. Lucas escribe para las comunidades que venían del paganismo. Trata de ayudar a las personas que están iniciando el camino de la oración. En el evangelio de Mateo, el Padre Nuestro está en aquella parte del Sermón del Monte, donde Jesús orienta a los discípulos y a las discípulas en la práctica de las tres obras de piedad: limosna (Mt 6,1-4), oración (Mt 6,5-15) y ayuno (Mt 6,16-18). El Padre Nuestro forma parte de una catequesis para judíos convertidos. Ellos estaban ya acostumbrados a rezar, pero tenían ciertos vicios que Mateo trata de corregir. En el Padre Nuestro Jesús resume toda su enseñanza en siete preces dirigidas al Padre. En estas sietes peticiones, retoma las promesas del Antiguo Testamento y manda pedir al Padre que Le ayude a realizarlas. Los primeros tres hablan de nuestra relación con Dios. Los otros cuatro tienen que ver con nuestra relación con los demás.

• Mateo 6,7-8: La introducción al Padre nuestro. Jesús critica a las personas para quienes la oración era una repetición de fórmulas mágicas, de palabras fuertes, dirigidas a Dios para obligarlo a responder a sus pedidos y necesidades. Quien reza debe buscar en primer lugar el Reino, mucho más que los intereses personales. La acogida de la oración de parte de Dios no depende de la repetición de las palabras, sino de la bondad de Dios que es Amor y Misericordia. El quiere nuestro bien y conoce nuestras necesidades, antes que recitemos nuestras oraciones.

• Mateo 6,9a: Las primeras palabras: “¡Padre Nuestro, que estás en el cielo!” Abba, Padre, es el nombre que Jesús usa para dirigirse a Dios. Expresa la intimidad que tenía con Dios y manifiesta la nueva relación con Dios que debe caracterizar la vida de la gente en las comunidades cristianas (Gal 4,6; Rom 8,15). Mateo añade al nombre del Padre el adjetivo nuestro y la expresión que estás en el Cielo. La oración verdadera es una relación que nos une al Padre, a los hermanos y a las hermanas y a la naturaleza. La familiaridad con Dios no es intimista, sino que expresa la conciencia de pertenecer a la gran familia humana, de la que participan todas las personas, de todas las razas y credos: Padre Nuestro. Rezar al Padre y entrar en la intimidad con él, es también colocarse en sintonía con los gritos de todos los hermanos y hermanas. Es buscar el Reino de Dios en primer lugar. La experiencia de Dios como Padre es el fundamento de la fraternidad universal.

• Mateo 6,9b-10: Las tres peticiones por la causa de Dios: el Nombre, el Reino, la Voluntad. En la primera parte del Padre-nuestro, pedimos para que se restaure nuestra relación con Dios. Para restaurar la relación con Dios, Jesús pide (a) la santificación del Nombre revelado en el Éxodo en ocasión de la liberación de Egipto; (b) pide la venida del Reino, esperado por la gente tras el fracaso de la monarquía; (c) pide el cumplimiento de la Voluntad de Dios, revelada en la Ley que estaba en el centro de la Alianza. El Nombre, el Reino, la Ley: son los tres ejes sacados del Antiguo Testamento que expresan cómo debe ser la nueva relación con Dios. Las tres peticiones muestran que es preciso vivir en la intimidad con el Padre, haciendo con que su Nombre sea conocido y amado, que su Reino de amor y de comunión se vuelva realidad, y que se haga su Voluntad así en la tierra como en el cielo. En el cielo, el sol y las estrella obedecen a la ley de Dios y crean el orden del universo. La observancia de la ley de Dios «así en la tierra como en el cielo» tiene que ser la fuente y el espejo de armonía y de bienestar en toda la creación. Esta relación renovada con Dios, se vuelve visible en la relación renovada entre nosotros que, a su vez, es objeto de cuatro peticiones más: el pan de cada día, el perdón de las deudas, el no caer en la tentación y la liberación del Mal.

• Mateo 6,11-13: Las cuatro peticiones por la causa de los hermanos: Pan, Perdón, Victoria, Libertad. En la segunda parte del Padre nuestro, pedimos que sea restaurada y renovada la relación entre las personas. Las cuatro peticiones muestran cómo deben ser transformadas las estructuras de la comunidad y de la sociedad para que todos los hijos y las hijas de Dios vivan con igual dignidad. Pan de cada día: La petición del «Pan de cada día» (Mt 6,11) recuerda el maná de cada día en el desierto (Ex 16,1-36). El maná era una “prueba» para ver si la gente era capaz de caminar según la Ley de Señor (Ex 16,4), esto es, si era capaz de acumular comida sólo para un día como señal de fe que la providencia divina pasa por la organización fraterna. Jesús invita a realizar un nuevo éxodo, una nueva convivencia fraterna que garantice el pan para todos. La petición de «perdón por las deudas» (6,12) recuerda el año sabático que obligaba a los acreedores al perdón de las deudas a los hermanos (Dt 15,1-2). El objetivo del año sabático y del año jubilar (Lev 25,1-22) era de deshacer las desigualdades y empezar de nuevo. ¿Cómo rezar hoy: “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores? Los países ricos, todos ellos cristianos, se enriquecen gracias a la deuda externa de los países pobres. No caer en la Tentación: la petición «no caer en la tentación» (6,13) recuerda los errores cometidos en el desierto, donde el pueblo cayó en la tentación (Ex 18,1-7; Núm 20,1-13; Dt 9,7-29). Es para imitar a Jesús que fue tentado y venció (Mt 4,1-17). En el desierto, la tentación llevaba a la gente a seguir por otros caminos, a volverse atrás, a no asumir el camino de la liberación y a reclamar de Moisés que lo conducía la liberación. Liberación del Mal: el mal es el Maligno, Satanás, que trata de desviar y que, de muchas maneras, trata de llevar a las personas a no seguir el rumbo del Reino, indicado por Jesús. Tentó a Jesús para que abandonara el Proyecto del Padre y fuera el Mesías conforme a las ideas de los fariseos, de los escribas y de otros grupos. El Maligno aleja de Dios y es motivo de escándalo. Entra en Pedro (Mt 16,23) y tienta a Jesús en el desierto. Jesús lo vence (Mt 4,1-11).

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• Jesús dice «perdona nuestras deudas», pero hoy rezamos «perdona nuestras ofensas» ¿Qué es más fácil: perdonar las ofensas o perdonar las deudas?

• ¿Cómo sueles recitar el Padre Nuestro: mecánicamente o poniendo toda tu vida y tu compromiso en él?

5) ORACIÓN FINAL

Los montes se derriten como cera,
ante el Dueño de toda la tierra;
los cielos proclaman su justicia,
los pueblos todos ven su gloria. (Sal 97,5-6)

Oración de fin de curso

Señor y Padre mío,
al terminar este curso quiero darte gracias por todo aquello que recibí de Ti.

Gracias por la vida, por las flores, por el aire y por el sol, por la alegría y el dolor,
por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año: el trabajo que pude realizar,
las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te agradezco las personas que a lo largo de estos meses amé,
y las que me amaron,
compañeros, catequistas (profesores), educadores (y empleados del colegio), las amistades nuevas y los que conocía de antiguo,
los que me dieron su mano y aquellos a los que yo pude ayudar;
con todos ellos compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Lléname de bondad y de alegría para estas vacaciones,
para que cuantos convivan conmigo o se acerquen a mí, encuentren en mi vida un poquito de TI.

Danos un próximo curso feliz y enséñanos a repartir felicidad. Amén.

Autor desconocido

Pidamos al Sagrado Corazón, por la educación cristiana de los niños y niñas

I

SON los niños y las niñas las flores tempranas del jardín de Cristo y la porción predilecta de su amantísimo Corazón. Jesucristo en su vida mortal manifestó por la niñez singular preferencia. Un pasaje del Santo Evangelio nos muestra al Salvador llamando en torno de sí a los niños y niñas y rechazando la actitud de los Apóstoles. La Iglesia, heredera del Divino Maestro, no se muestra menos celosa en esta maternal predilección.

Pero también el enemigo muestra decidido empeño en apoderarse de esos corazones; y el mundo le secunda, y muchos padres le favorecen de un modo espantoso en esta obra infernal de robárselos a Dios. ¡El síntoma más pavoroso de nuestros desventurados tiempos es la corrupción de la niñez! Roguemos, pues, hoy, por los niños al Sagrado Corazón.

Salva, ¡oh buen Jesús!, de la peste del siglo a esas pobres almas, apenas salidas de las aguas de tu Bautismo y ya enlodadas quizás por la cenagosa corriente de la corrupción. Conserva en sus corazones la posesión completa que tuviste de ellos cuando por aquel Sacramento los redimisteis de las garras de Satanás. ¡Mira, Divino Jesús, cómo están hoy deterioradas y quebrantadas las más bellas flo- res de tu jardín!

¡Oh dulce Jesús, bondadoso amigo de los niños y niñas!, te pedimos hoy con mucho dolor por esas prendas que el demonio procura robar a tu Corazón.

Medítese unos minutos.

II

¡A quién no entristece ver tan alejadas de Dios a tantas almas tiernas, que debieran ser el bello adorno y la más preciada esperanza del Catolicismo! Unas sumidas en las tinieblas de la infidelidad en países no cristianos, otras entregadas a la educación perversa en escuelas impías, otras presenciando cada día ejemplos corruptores en aquellos mismos, que por el bien, debieran ser su espejo y su luz. ¡Cuántos de esos niños y niñas llevan a la primera Comunión el alma ya embrutecida por el vicio! ¡Cuántos después de esta toma de posesión que realiza en ellos el Hijo de Dios, lo lanzan inmediatamente de su corazón para alzar en él el trono de su enemigo! ¡Y cuántos quedarán en poder de este enemigo la mayor parte de la vida y cuántos eternamente!

¡Oh dulce Corazón de Jesús! Bien merecen estas víctimas de la astucia infernal, las súplicas más fervientes de tus devotos. Te rogamos, pues, por este plantel predilecto que ha de ser mañana tu cosecha. Hazla tuya, líbrala de los lazos que se le tienden, de los falsos maestros, de los malos padres, de las lecturas y distracciones perversas, de los amigos de la perdición. Se Tú el Custodio de su candor, el guía de sus pasos, el dulce objeto de sus primeros afectos; atráelos y enamóralos, ríndelos con el suavísimo influjo de tu amor, clava en ellos el sello de tu perpetuo dominio, y sea este completo en ellos toda la vida, traspase la muerte y dure por toda la eternidad.

Medítese, y pídase la gracia particular.

Evangelii Gaudium – Francisco I

Desafíos de la inculturación de la fe

68. El substrato cristiano de algunos pueblos —sobre todo occidentales— es una realidad viva. Allí encontramos, especialmente en los más necesitados, una reserva moral que guarda valores de auténtico humanismo cristiano. Una mirada de fe sobre la realidad no puede dejar de reconocer lo que siembra el Espíritu Santo. Sería desconfiar de su acción libre y generosa pensar que no hay auténticos valores cristianos donde una gran parte de la población ha recibido el Bautismo y expresa su fe y su solidaridad fraterna de múltiples maneras. Allí hay que reconocer mucho más que unas «semillas del Verbo», ya que se trata de una auténtica fe católica con modos propios de expresión y de pertenencia a la Iglesia. No conviene ignorar la tremenda importancia que tiene una cultura marcada por la fe, porque esa cultura evangelizada, más allá de sus límites, tiene muchos más recursos que una mera suma de creyentes frente a los embates del secularismo actual. Una cultura popular evangelizada contiene valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con una mirada agradecida.

Las palabras de Cristo siguen urgiendo

UN JEREMÍAS.- Jeremías se lamenta amargamente. Una vez más es el profeta plañidero, el que llora hasta el extremo de que su figura sea el prototipo de la desgracia. Hecho un «Jeremías» se dice. Como del mismo Cristo en su pasión: Hecho un «ecce homo»… Misterio de los planes de Dios, dando cabida al sufrimiento del justo. Y un sufrimiento grande, profundo. Dolor que hace clamar, gritar, llorar.

Jeremías ve el peligro, oye el cuchicheo de sus enemigos, se da cuenta de sus intrigas. Sabe que lo van a delatar, que intentan calumniarlo, que viven al acecho para aprovechar el primer desliz, el primer traspiés. Momentos de angustia que hacen temblar al profeta, asustarse, sentir un miedo cerval. Sus lágrimas corren abundantes, sus lamentaciones se desgranan en unas letanías interminables… Jeremías, figura de Cristo paciente, mensaje para el justo que sufre y que pena. En efecto, Jesús crucificado es la respuesta, sin palabras y sin más explicación, del sentido «sinsentido» que tiene el sufrimiento del elegido de Dios.

Y en medio de ese dolor, de ese miedo, de este terror pavoroso, surge una exclamación de esperanza, un grito de gozo entrañable. El profeta se alza de su postración, se levanta con vigor y coraje, seguro, indomable en su propósito de anunciar el mensaje de Dios. De pronto ha comprendido que no está solo, se da cuenta de que a su lado está el Señor de los ejércitos, como un fuerte soldado, como valiente guerrero que decidirá favorablemente la contienda.

«Cantad al Señor -termina diciendo-, alabad al Señor que libró la vida del pobre de las manos del impío…». Dios está contigo, te alienta, te sostiene, te empuja. No temas, no te acobardes, no te inquietes. Yo te haré, dice el Señor, como muro de bronce, como columna férrea, como ciudad fortificada. Van a luchar contra ti, pero no podrán vencerte, porque yo estaré contigo para librarte… Jeremías sigue su camino de sufrimiento con serenidad, lo mismo que Jesús sale al encuentro de los que vienen a prenderle. Luego, ahora también, la historia se repite. Y otros «jeremías», otros «ecce homo» van cruzando la vida con su enorme fardo de dolor, redimiendo a la Humanidad.

2.- CONFESAR A CRISTO ANTE LOS HOMBRES.- En este pasaje evangélico el Señor repite, por tres veces, la misma frase: No tengáis miedo. Las dificultades de la predicación serían muchas, y el Señor no las oculta a sus apóstoles en el momento de enviarlos a proclamar el Evangelio. Les llega a decir que los envía como ovejas entre lobos. Pero en medio de aquellas dificultades, tenían que mantenerse animosos, serenos y fuertes para no callar y seguir predicando el mensaje de la salvación.

En primer lugar, el daño que pudieran ocasionarles los demás sería un daño relativo. En el peor de los casos les podrían quitar la vida. Pero nunca podrían matarles el alma. En cambio, Dios puede perder no sólo al cuerpo sino también al alma. Por otra parte, el daño físico, con ser doloroso y en ocasiones irresistible, sería para ellos un bien precioso, si lo sufrían por amor a Cristo, que premiaría con creces aquel sacrificio, y les daría, además, fuerza y coraje para llevarlo a cabo.

El Maestro les recuerda también que Dios Padre vela por ellos, y que nada les ocurrirá que no sea permitido por Él. Por tanto, han de actuar con libertad y franqueza, independientes y seguros, sabiendo que Dios está de su parte, y que es Él quien los envía a predicar el Evangelio. Con esa decisión no habrá obstáculo que no puedan superar, dificultad que no lleguen a vencer.

Este talante de optimismo y audacia los llevó a todos los caminos de la tierra, sin complejos ni temores. Era tal su empuje y su entusiasmo que la siembra de la Palabra era cada vez más ancha. Pronto no habría país donde el cristianismo no hubiera llegado. El imperio romano, que alcanzaba prácticamente los límites del mundo, se vio inundado por aquella doctrina que hablaba de amor a Dios y al prójimo.

Hoy las palabras de Cristo siguen urgiendo a los que le hemos seguido, hoy también nos pide Dios la audacia de confiar en su poder. Es cierto que la siembra está iniciada, pero aún queda mucho por hacer, y nadie puede quedar mano sobre mano en la gran tarea de anunciar el Reino. Hemos de ser testigos del Evangelio, confesar a Jesucristo delante de los hombres. Sólo así nos confesará Él ante el Padre cuando llegue el momento de comparecer ante el tribunal divino.

Antonio García-Moreno

“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo”

No les tengáis miedo, porque no hay nada tan oculto que no se llegue a descubrir, y nada tan secreto que no se llegue a saber. Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz, y lo que oís al oído predicadlo sobre las terrazas. No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede perder el alma y el cuerpo en el fuego. ¿No se venden dos pájaros por unos cuartos? Y, sin embargo, ninguno de ellos cae en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza están contados. Así que no tengáis miedo; vosotros valéis más que una bandada de pájaros. Al que me confiese delante de los hombres, le confesaré también yo delante de mi Padre celestial; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre celestial».

Mateo 10, 26-33

Jesús este domingo nos dice que no tengamos miedo, pero fijaros que dice que no tengamos miedo de los que matan el cuerpo. Se lo decía a los primeros cristianos del siglo I que fueron muy perseguidos y asesinados por ser seguidores de Jesús.

¿A qué nos suena esto? Hace unas semanas Ignacio Echevarría, un español que vivía en Londres, fue asesinado por tres terroristas. Fue capaz de vencer el miedo y salió en ayuda de una mujer a la que los terroristas estaban intentando asesinar.

Ignacio Echevarría es una persona creyente, que tomó la decisión de hacer lo que Jesús nos dice, que no tengamos miedo. Ignacio está ahora con Jesús, su amigo, y está en cada uno de nosotros, porque nos ha descubierto que lo importante en la vida es entregarse a los demás. Ignacio Echevarría es un santo, una persona que vive entre nosotros, un ejemplo para todos, un héroe con un monopatín.

 

Para hacer vida el Evangelio

— Busca información en Internet o preguntando a tus padres o amigos sobre Ignacio Echevarría, el “héroe del monopatín”.

— ¿Por qué es un héroe? ¿Qué es lo que más te ha impresionado de lo que has descubierto sobre Ignacio? ¿Crees que Ignacio ha hecho lo que Jesús nos pide a los cristianos?

— Escribe un compromiso para no tener miedo como Jesús nos pide y como Ignacio Echevarría nos ha enseñado.

 

Oración

Señor Jesús,
¿por qué insistes tanto en que no tengan (tengamos) miedo?
¿No será porque, personalmente,
experimentaste muchas dificultades
en realizar tu Proyecto en este mundo
y quieres prevenir a tus discípulos de las oposiciones
con las que se van a encontrar?
Si Tú, Señor Jesús, lo pasaste mal
¿cómo no tenían que pasarlo aquellos pobres hombres? ¿cómo tenemos que pasarlo nosotros que, como dice el Apóstol Pablo,
somos “vasijas de barro”?
Que siempre, Señor Jesús
resuene en mi corazón lo que hoy me has dicho:
“no tengáis miedo”.
No para envalentonarme
y sentirme superior a los demás
sino para que sea consciente
de que es posible que no lo tenga fácil.

No tengáis miedo a los hombres

Señor Jesús,
¿por qué insistes tanto en que no tengan (tengamos) miedo?
¿No será porque, personalmente, experimentaste muchas dificultades
en realizar tu Proyecto en este mundo y quieres prevenir a tus discípulos de las oposiciones con las que se van a encontrar?

Si Tú, Señor Jesús, lo pasaste mal ¿cómo no tenían que pasarlo aquellos pobres hombres? ¿cómo tenemos que pasarlo nosotros que, como dice el Apóstol Pablo,
somos “vasijas de barro”?

Ahora nos dices también a nosotros: “no tengáis miedo”.

Por ello creo que hemos de ser conscientes de que mientras estamos en este mundo viviremos en tensión, en conflicto.

Pienso que con esta advertencia nos estás diciendo que hemos de estar vigilantes, dispuestos a la entrega
y a empezar muchas veces de nuevo.

Estas palabras tuyas las puedo situar en tu época, cuando Tú eras seguido por muchas personas, y te llevaban los enfermos para que los curases
y al mismo tiempo cuando los fariseos te recriminaban los milagros que hacías en sábado, o no aceptaban tu familiaridad con Dios Padre,
o te acusaban de borracho y comilón,
o te recriminaban el que te juntases con publicanos y pecadores…

Tú no tenías miedo,
Tú fuiste una persona completamente libre, lo único que buscabas era cumplir
la voluntad de Dios Padre.
Lo demás, supongo, no te afectaba demasiado, porque estabas lleno de Dios.
Pero Tú eras Tú y aún así un día le dirás : “Padre si es posible pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Tú lo tuviste crudo,
ahí está tu cruz que me lo recuerda.

Estas palabras las podemos situar también en algún tiempo posterior
cuando los primeros cristianos
son perseguidos por los judíos
y por los romanos,
en tiempo de las primeras persecuciones, aquellos cristianos sabían lo que le pasó
al diácono Esteban, a Pedro, a Juan, a Santiago a Pablo y a tantos otros que fueron perseguidos, maltratados
por hablar de Ti, por decir que estabas vivo, por afirmar que eras el enviado de Dios Padre, por proclamar que al crucificado Dios
lo había resucitado.

O también las podemos situar ahora cuando en algunos sitios hay evangelizadores que se juegan el tipo como Tú te lo jugaste, cuando no está de moda la religión cristiana. Un sacerdote misionero que está en Honduras me dice ante la violencia que allí se da:
“He aprendido a manejarme en estas situaciones, pues no conviene hablar
por teléfono con la familia y he de guardar mucha discreción, pero he intentado acompañar indirectamente (el tema es que pinchan
el teléfono y no es conveniente que intuyan ayuda de la iglesia).

En fin, el Señor solo sabe a donde me lleva, porque la oración me es compleja, entregar la vida aquí es prioritario, pues la vida está amenazada”.

El hecho es que siendo extraordinario
tu Proyecto,
siendo algo muy bueno para la humanidad, en ocasiones, ni el mundo lo acepta ni nosotros lo asumimos en su totalidad.

Por todo ello lo primero que me sale de dentro es pedirte perdón por mis infidelidades,
y por los obstáculos que ponemos a tu Proyecto, a tu Persona.

En segundo lugar yo te pido, Señor Jesús, que tu Espíritu, el Paráclito, el Defensor nos inunde, penetre por completo en tu Iglesia para que sea valiente en llevar adelante
la misión que Tú le has encomendado.

Ciertamente las resistencias están ahí:
son mi pecado, el pecado del mundo,
son mis limitaciones, las debilidades del mundo.

Que siempre, Señor Jesús
resuene en mi corazón lo que hoy me has dicho: “no tengáis miedo”.
No para envalentonarme
y sentirme superior a los demás
sino para que sea consciente
de que es posible que no lo tenga fácil.

Notas para fijarnos en el evangelio del Domingo XII de Tiempo Ordinario

● Por tres veces Jesús les dice a sus Apóstoles: no tengáis miedo.

● Hay que situar estas palabras que Jesús les dice a sus Apóstoles en referencia a la misión que Él les confía. No tengáis miedo para realizar la misión, que yo os confío, viene a decirles Jesús a sus Apóstoles y ahora nos lo repite a nosotros.

● Los Apóstoles eran conscientes de lo que le aconteció a Juan Bautista y por otra parte veían como Jesús provocaba admiración, pero al mismo tiempo generaba rechazo y precisamente en el grupo de los dirigentes.

● No es extraño, por tanto, que el sentimiento de miedo tomase cuerpo en la vida de los Apóstoles.

● La acción evangelizadora de Jesús, sus palabras y sus acciones le complicaron la vida. Jesús se jugó su vida siendo fiel a la misión que Dios le había encomendado.

● La misión que los Apóstoles han de realizar es la misión de Jesús y no es extraño que les pueda parecer difícil.

● También difícil le pareció a Moisés la misión que Dios le confió y lo mismo les aconteció a los profetas.

● Por eso Moisés le replicó a Dios a la propuesta que le hizo: ¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto? Yo no tengo facilidad de palabra… soy torpe de palabra y de lengua” ( Ex 3, 11, 4. 10).

● Los Apóstoles tienen miedo de anunciar el Reino, de continuar el proyecto de Jesús. Los Apóstoles tiene que enfrentarse a la tarea de hablar al mundo con palabras y gestos, han de anunciar al mundo la Buena Nueva, han de transmitir lo que han vivido junto a Jesús y eso les puede dar miedo. No es fácil ser continuadores de la obra de Jesús.

● Ese proyecto les puede atenazar.

● Por eso Jesús, por tres veces, les exhorta a que no tengan miedo.

● También son estas las palabras de Je- sús cuando se presenta ante los Apóstoles una vez Resucitado: “no tengáis miedo”.

● Estas palabras tienen una fuerza especial si las situamos en el tiempo en el que fueron redactadas, en la época en la que los cristianos eran perseguidos.

● ¿Por qué no han de tener miedo?

● Porque pueden matar el cuerpo pero no el alma.

● Porque Dios es providente y si Dios se ocupa de unos pajarillos, cuanto más se ocupará de nosotros.

● Estamos llamados a hacer un acto de fe en la providencia de Dios.

● Porque no hay secreto que pronto o tarde no será desvelado.

● Pero al mismo tiempo hay que decir que sí que tenemos que tener miedo :

– A lo que o a los que nos pueden desviar del camino de Jesús.

– A lo que pueda provocar la división en el seno de la comunidad cristiana,

– A ser infieles a lo que Dios espera de nosotros, miedo a defraudarle.

– …

● Viene bien escuchar personalmente y en comunidad estas palabras de Jesús “no tengáis miedo”, porque es posible que ante las dificultades que encontramos en el campo de la misión, en el trabajo evangelizador, en el esfuerzo por vivir en coherencia con el Evangelio es posible que tengamos miedo.

● Dificultades han habido y habrán, dificultades no nos faltarán, pero ayudas tampoco. Así nos lo asegura Jesús. No perdamos la esperanza.

Comentario al evangelio (22 de junio)

      Conviene de vez en cuando en la vida centrarse en lo fundamental y dejar lo accesorio. No vaya a ser que vayamos a terminar confundiendo lo uno con lo otro. Lo que se dice de la vida se aplica también a la vida cristiana y a la Iglesia. 

      Podemos llegar a pensar que en la vida cristiana es importante la forma de colocar las flores en el altar, el tamaño de la iglesia, la longitud de las oraciones, ponerse de rodillas o sentado, hacer peregrinaciones, rezar esto o lo otro, hacer el mes de ejercicios o practicar el retiro mensual, saberse las diversas devociones y para qué sirve cada santo, que el sacerdote lleve las vestimentas adecuadas y que se arrodille en su momento y pronuncie las palabras justas. 

      Pero Jesús nos centra en lo fundamental y en muy pocas palabras. Nos enseña a orar y nos da una indicación interesante. De entrada que no hay que usar muchas palabras, que nuestro Padre del cielo ya sabe lo que nos hace falta, que para eso es nuestro Padre y nos quiere bien. Hay que tenerlo en cuenta no vaya a ser que pensemos que a base de repetir Dios nos va a hacer más caso.

      Y luego nos deja una oración de ejemplo. La oración por excelencia. El Padrenuestro. Es una oración de petición pero que al mismo tiempo nos compromete. Nos enseña a pedir lo fundamental. Nada de aprobar el examen o que mañana haga buen tiempo. Que venga su reino, que se haga su voluntad –y la voluntad de Dios no se refiere sino a que seamos capaces de amar como él nos amó, y de perdonar, y de ser misericordiosos, y de luchar por la justicia…–. Cuando rezamos el padrenuestro nos dirigimos a Dios pero también nos comprometemos con él solemnemente a perdonar y amar como hemos sido perdonados y amados. Así de simple. Así de claro. 

      Rezar el Padrenuestro nos saca del ese mundito cerrado, consolador e íntimo en que a veces convertimos la oración. Y nos lleva directamente a la calle, a la relación con los hermanos, a trabajar en todo momento por construir el reino. 

      Por eso decía al principio de este comentario, que el Evangelio de hoy nos centra en lo fundamental, en lo verdaderamente importante. No vale la oración que no nos lleva a vivir como Jesús. No vale la oración que nos aleja de los hermanos. No vale la oración que no nos compromete en nuestra vida práctica con el reino, con nuestros hermanos y hermanas. El Padrenuestro se puede rezar cuantas veces se quiera pero sólo será válido si se hace vida, si se hace compromiso práctico en favor del amor y de la justicia, en favor del Reino.