● La fe cristiana, el seguimiento de Jesús, es una opción radical que supone poner a Dios, a Jesús… por encima de todo, de forma que lo demás queda supeditado a Dios, a Jesús, al Reino…Es lo que decimos en el primer Mandamiento “amarás a Dios sobre todas las cosas”.
● Este amor a Dios por encima de todas las cosas, en si, no disminuye el amor al marido, a la esposa, a los padres, a los hijos… al contrario le da a uno más motivos para permanecer en el amor.
● Por desgracia, muchas veces, faltan en nuestro mundo testimonios radicales que muestren la importancia que tiene para las personas Dios, Jesús, el Reino.
● Tenemos el peligro de hacer del se- guimiento de Jesús, de la vida cristiana algo descafeinado, sin vigor, excesivamente complaciente con todo. Y cristiano quiere decir ungido por Dios para luchar por una vida más digna y justa para todos.
● Es aquello de la parábola del tesoro escondido o de la perla preciosa que el que lo encuentra lleno de alegría es capaz de vender todo lo que tiene para conseguirlo.
● La propuesta de Jesús es la ley del perder para ganar.
● No se trata de despreciar nada, de desatender a los padres o a los hijos… Hay un Mandamiento que nos da Dios y que está siempre vigente “honrarás a tus padres”.
● La cuestión se plantea cuando entre en conflicto el seguimiento de Jesús con el amor a los familiares o con otras realidades de la vida. En ese momento hay que ver cómo tiene prioridad el seguimiento de Jesús.
● A la hora de la verdad lo que cuenta es la meta “el ser digno de Él”, ”el seguirle”. Por tanto se trata de algo positivo que para conseguirlo, para llevarlo a término, en ocasiones, pide renunciar a personas o a cosas. Pero nuestra mirada no ha de fijarse en lo que dejamos sino en lo que conseguimos a quién seguimos.
● La propuesta de Jesús es que el Reino sea el centro de la vida de sus seguidores. Es lo que queda simbolizado en las narraciones que nos describen las llamadas de Jesús de los Apóstoles “y dejando las redes lo siguieron”. Seguir a Jesús pide dejar algunas redes.
● La experiencia a todos nos dice que efectivamente el seguimiento de Jesús, la conversión al Evangelio, en ocasiones, desencadena conflictos en la familia, en el mundo en el que uno vive como la empresa, los amigos, el negocio, el barrio, etc. A veces los valores del Evangelio no cuadran con los criterios de nuestro mundo y originan conflictos.
● Al fin y al cabo ese fue el camino que siguió Jesús. Él entregó su vida, perdió su vida pero a la postre Dios lo Resucitó, ganó la vida.
● Hay también otro aspecto a tener en cuenta en esta lectura: la acogida. Acogida a Cristo y acogida a los enviados de Dios, acogida a cualquier persona. Es este uno de los signos distintivos de los miembros de la familia de Dios. Y en la actualidad tenemos muchas ocasiones de practicar la acogida. El día del juicio final se nos dirá “era forastero y me acogisteis”, ¡ojalá sea así!
● Según Jesús hay una identidad entre Él y sus enviados, sus seguidores; por eso afirma que el que acoge a sus discípulos es como si acogiese al mismo Jesús: “el que os recibe a vosotros me recibe a mí”. Incluso un sencillo acto tan simple como dar un vaso de agua porque es discípulo de Jesús tendrá su recompensa.