Vísperas – Lunes XXI de Tiempo Ordinario

SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la iglesia. (MEMORIA).

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de Virgen, hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado,
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

Con destellos de luz que Dios envía,
no dejéis de brillar, faros divinos;
de los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad la verdad en los caminos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor se complace en los justos.

Salmo 10 – EL SEÑOR ESPERANZA DEL JUSTO

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo detesta.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor se complace en los justos.

Ant 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Salmo 14 – ¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Ant 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN – Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

LECTURA BREVE   St 3, 17-18

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.

RESPONSORIO BREVE

V. En la asamblea le da la palabra.
R. En la asamblea le da la palabra.

V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la palabra.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea le da la palabra.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.

Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.

Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.

Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:

Padre nuestro…

ORACION

Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 28 de agosto

Lectio: Lunes, 28 Agosto, 2017

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 23,13-22
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar.
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!
«¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ` Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: `Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado.’ ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.

3) Reflexión

• Los próximos tres días vamos a meditar el discurso que Jesús pronunció criticando a los doctores de la ley y a los fariseos, llamándolos hipócritas. En el evangelio de hoy (Mt 23,13-22), Jesús pronuncia contra ellos cuatro ‘ay’ o plagas. En el evangelio de mañana se añaden otros dos (Mt 23,23-26), y en evangelio de pasado mañana otros dos (Mt 23,27-32). En todo ocho ‘ay’ o plagas contra los líderes religiosos de la época. Son palabras muy duras. Al meditarlas, tengo que pensar en los doctores y en los fariseos del tiempo de Jesús, pero también y sobre todo en el hipócrita que hay en mí, en nosotros, en nuestra familia, en nuestra Iglesia, en la sociedad de hoy. Vamos a mirar en el espejo del texto para descubrir lo que existe de errado en nosotros.
• Mateo 23,13: El primer ‘ay’ contra los que cierran la puerta del Reino. “Que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar”. ¿Cómo cierran el Reino? Presentando a Dios como un juez severo, dejando poco espacio a la misericordia. Imponiendo en nombre de Dios leyes y normas que no tienen nada que ver con los mandamientos de Dios, falsificando la imagen del Reino y matando en los otros el deseo de servir a Dio y el Reino. Una comunidad que se organiza alrededor de este falso dios “no entra en el Reino”, ni es expresión del Reino, e impide que sus miembros entren en el Reino.
• Mateo 23,14: El segundo ‘ay’ contra los que usan la religión para enriquecerse. Ustedes explotan a las viudas, y roban en sus casas y, para disfrazar, hacen largas oraciones! Por esto, ustedes van a recibir una condena muy severa”. Jesús permite que los discípulos vivan del evangelio, pues dice que el obrero merece su salario (Lc 10,7; cf. 1Cor 9,13-14), pero usar la oración y la religión como medio para enriquecerse, esto es hipocresía y no revela la Buena Nueva de Dios. Transforma la religión en un mercado. Jesús expulsa a los comerciantes del Templo (Mc 11,15-19) citando a los profetas Isaías y Jeremías: “Mi casa es casa de oración para todos los pueblos y ustedes la han transformado en una cueva de ladrones” (Mc 11,17; cf. Is 56,7; Jr 7,11)). Cuando el mago Simeón quiso comprar el don del Espíritu Santo, Pedro lo maldijo (Hec 8,18-24). Simón recibió la “condena más severa” de la que Jesús habla en el evangelio de hoy.
• Mateo 23,15: El tercero ‘ay’ contra los que hacen proselitismo. “Ustedes que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!”. Hay personas que se hacen misioneros y misioneras y anuncian el evangelio no para irradiar la Buena Nueva del amor de Dios, sino para atraer a otros a su grupo o a su iglesia. Una vez, Juan prohibió a una persona el que usara el nombre de Jesús porque no formaba parte de su grupo. Jesús respondió: “No se lo impidáis. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros” (Mc 9,39). El documento de la Asamblea Plenaria de los obispos de América Latina, se realizó en el mes de mayo de 2008, en Aparecida, Brasil, bajo el título: “¡Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que en él nuestros pueblos tengan vida!” Es decir que el objetivo de la misión no es para que los pueblos se vuelvan católicos, ni para hacer proselitismo, sino para que los pueblos tengan vida, y vida en abundancia.
• Mateo 23,16-22: El cuarto ‘ay’ contra los que viven haciendo juramento. “Ustedes dicen: ‘ Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!”. Jesús hace un largo razonamiento para mostrar la incoherencia de tantos juramentos que la gente hacía o que la religión oficial mandaba hacer: juramento por el oro del templo o por la ofrenda que está sobre el altar. La enseñanza de Jesús, indicada en el Sermón de la Montaña, es el mejor comentario del mensaje del evangelio de hoy: “Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: `Sí, sí’ `no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno” (Mt 5,34-37).

4) Para la reflexión personal

• Son cuatro ‘Ay’ o cuatro plagas, cuatro motivos para recibir la crítica severa de parte de Jesús. ¿Cuál de las cuatro críticas cabe en mí?
• Nuestra Iglesia, ¿se merece hoy estos ‘ay’ de parte de Jesús?

5) Oración final

¡Cantad a Yahvé un nuevo canto,
canta a Yahvé, tierra entera,
cantad a Yahvé, bendecid su nombre! (Sal 96,1-2)

Vivir, no ir tirando

El 21 de junio de 2015 el papa Francisco se reunió en Turín con los jóvenes de la región italiana de Piamonte con motivo de la ostensión de la Sábana Santa y del bicentenario de don Bosco. Dejando de lado el discurso que llevaba preparado, el Papa prefirió improvisar a partir de tres preguntas que le hicieron los jóvenes:

  1. Deseo «testimoniar también yo el amor más grande», a pesar de que «a menudo nos sentimos defraudados precisamente en el amor. ¿En qué consiste la grandeza del amor de Jesús? ¿Cómo podemos experimentar su amor?» (Chiara, discapacitada de 19 años).
  • El Papa llamó la atención sobre los jóvenes que «viven, pero viven como un vegetal: hacen las cosas, pero su vida no se mueve, está parada. ¡Me dan mucha tristeza los jóvenes que se jubilan a los 20 años! Sí, han envejecido rápido. Lo que hace que un joven no se jubile es el deseo de amar, el deseo de dar lo que hay más bello en el hombre, y lo que hay más bello en Dios».
  • «El amor tiene dos ejes: el primero es que el amor está más en las obras que en las palabras: el amor es concreto. ¿Qué hacéis por amor? El amor se da… El segundo eje del amor es que «el amor siempre se comunica; es decir, el amor escucha y responde, el amor se hace en el diálogo, en la comunión».
  • Tengo que decir «una palabra impopular. También el Papa algunas veces debe arriesgarse para decir la verdad. El amor es muy respetuoso de las personas, no usa a las personas, es decir, el amor es casto. A vosotros, jóvenes, en este mundo hedonista, donde sólo tiene publicidad el placer, pasarlo bien, yo os digo: sed castos, sed castos».
  • «Todos pasamos por momentos en los que esta virtud es muy difícil, pero es el camino de un amor genuino, de un amor que sabe dar la vida, que no busca usar al otro para el propio placer. Es un amor que considera sagrada la vida de la otra persona».
  1. «A menudo respiramos un sentido de desconfianza en la vida. ¿Qué hacer para no desalentarnos y continuar esperando?» (Sara, 27 años, apasionada del teatro, pero en paro).
  • «¿Me puedo fiar de los dirigentes mundiales cuando voy a votar por un candidato, me puedo fiar que no llevará a mi país a la guerra? Si te fías solo de los hombres, has perdido”.
  • El Papa habló de los que se dicen cristianos pero luego fabrican armas. Y recordó algunos acontecimientos trágicos del siglo pasado como la tragedia Armenia, o la Shoah, o Stalin en Rusia; en los que murieron millones de personas, por ser consideradas “de segunda clase”. Y mientras tanto las grandes potencias “miraban para otro lado” por su propio interés. Y habló de «la tercera guerra mundial por partes que se vive en el mundo, de la que ya ha hablado en otras ocasiones».
  • «Jesús nos decía que no pusiéramos nuestra seguridad en las riquezas, en los poderes mundanos. ¿Cómo me pudo fiar de la vida? ¿Cómo puedo hacer, cómo puedo vivir una vida que no destruya, que no sea un camino de destrucción, una vida que no descarte a las personas? ¿Cómo puedo vivir una vida que no me decepcione?»
  1. «¿Nos puede ayudar a encontrar caminos que manifiesten nuestra amistad con Jesús y su amor más grande hacia todos?» (Luigi, universitario de 26 años, voluntario que busca que los centros juveniles de su zona estén en salida hacia donde están los niños y los jóvenes).
  • «Me entristecen los jóvenes que se jubilan a los 20 años… Han envejecido demasiado pronto.»
  • «Y obrad contracorriente. Para vosotros, jóvenes que vivís en esta situación económica, y también cultural, hedonista, consumista…, con estos valores no se avanza. Haced cosas constructivas, aunque sean pequeñas, pero que nos reúnan, que nos unan entre nosotros, con nuestros ideales. Éste es el mejor antídoto contra esta desconfianza de la vida y contra la cultura que sólo ofrece pasarlo bien».
  • «Vivid la realidad. Y si esa realidad es cristal y no diamante, busco la realidad a contracorriente y hago mi realidad, pero algo que sea servicio para los otros».

Al final, se despidió de los jóvenes repitiéndoles la misma frase del joven beato Pier Giorgio Frassati, antiguo alumno salesiano, ante cuya tumba había rezado por la mañana en la catedral: «¡Vivir, no ir tirando!»

Herminio Otero

Tentaciones del agente de pastoral

Desde hace meses, cuando empecé a preparar el concepto para las cubiertas de este año, tengo reservadas unas tijeras y un gran rollo de cinta adhesiva para esta foto. Os preguntaréis por qué. Muy sencillo: por el CRTL-C y CRTL-V, es decir, el corta-pega. Creo que esta es una de las grandes tentaciones de los actuales agentes de pastoral. Es algo con lo que me he encontrado también en muchas de las charlas sobre pastoral que me toca impartir. En la mayoría siempre surge la siguiente pregunta: ¿No tendrás algunos materiales escritos que podamos usar en nuestros grupos? Se tiende ir a lo fácil, a buscar en Internet, en los libros, donde sea: cortar y pegar para servir frío, sin gusto y, lo más grave, sin pensar en el comensal.

Tengo que agradecer a Jaime y María, animadores del Centro Juvenil de Atocha, que posaran de manera tan informal y divertida para la primera de las fotos. Porque la crítica la tenía clara, pero no quería ser demasiado directo, así que les pedí que se divirtieran con la cita y así estuvimos un buen rato en la puerta del centro juvenil. En la conversación les pregunté cómo preparaban el grupo de cada semana. Me dijeron que eran varios animadores y que la herramienta que más usaban era el Whasapp. No terminaba de entender lo que me querían decir, pero resulta que entre los educadores del centro tienen un grupo de Whasapp en el que comentan lo que van a hacer, cómo están los chicos, lo que mejor les viene según el momento en el que están, los exámenes…

Me pareció una idea excelente, sobre todo para los anticuados que nos pasamos el día de reunión con el culo pegado a una silla y que queremos dejar todo cerrado y organizado tras la reunión. Estos chicos sí que tienen en cuenta al comensal antes de servirle un plato, intuyen lo que necesita y desde ahí preparan sus materiales, que además comparten en tiempo real.

En contra de lo que pueda parecer, la segunda de las fotos no es una crítica al uso de los móviles por parte de adolescente y jóvenes. Aunque cada uno esté con su dispositivo y parezca que no están hablando entre ellos, en realidad están reflexionando y compartiendo cosas para el grupo de la semana. Están siendo creativos, fomentando el aprendizaje colaborativo y poniendo en primer lugar a cada uno de los chicos con los que trabajan, muy lejos del “corta y pega” al que otros estábamos acostumbrados.

jotallorente

Evangelii Gaudium – Francisco I

130. El Espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas. Son dones para renovar y edificar la Iglesia[108]. No son un patrimonio cerrado, entregado a un grupo para que lo custodie; más bien son regalos del Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos hacia el centro que es Cristo, desde donde se encauzan en un impulso evangelizador. Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos. Una verdadera novedad suscitada por el Espíritu no necesita arrojar sombras sobre otras espiritualidades y dones para afirmarse a sí misma. En la medida en que un carisma dirija mejor su mirada al corazón del Evangelio, más eclesial será su ejercicio. En la comunión, aunque duela, es donde un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo. Si vive este desafío, la Iglesia puede ser un modelo para la paz en el mundo.


[108] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 12.

Homilía – Domingo XXII de Tiempo Ordinario

Satanás

¿Le dijo Jesús a Pedro: eres para mí Satanás? Acababa de proclamarlo Mesías, Hijo de Dios vivo. Lo bendijo como a quien ha recibido una revelación del Padre… ¿Y ahora le replica con Satanás? Pues, sí. Las dos cosas son ciertas: que Simón a rmó inspirado por Dios Padre que Jesús es el Mesías y que Jesús, a pocas de cambio, lo llamó Satanás: apártate, Satanás. Cosas muy serias tenían que estar en juego para tal rechazo.

Efectivamente, lo que Pedro había dicho era de importancia trascendental: en su confesión proclamaba solemnemente que las expectativas israelitas de siglos, de que un día vendría un enviado, Ungido por Dios para dirigir al pueblo, se hacían realidad en Jesús. Isaías, y como él otros profetas, durante más de 700 años lo habían anunciando. Hoy ya está entre nosotros el que tenía que venir, el Salvador del mundo. Pero lo que Pedro imaginaba estaba a distancia sideral del proyecto de Dios.

¿En qué consistía ese proyecto? Dos caminos para conocerlo: uno, el de las Escrituras anteriores a Jesús; otro, un suceso de su vida.

Debemos ir al canto de Isaías, capítulo 53, donde detalla lo que pasaría a su gente, que resultó ser también anuncio de lo que esperaba a Jesús. Versos como «subirá como raíz reseca; no hay en él belleza ni hermosura. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebrantos; apartamos de él la mirada, fue menospreciado, no lo estimamos. Cargó con nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Quedó herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz cayó sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados»… Este retrato terrible lo dejó el profeta como re ejo de lo que aguardaba a su nación, derrotada por pueblos enemigos.

Lo que ignoraban los discípulos de Jesús era que en ese retrato estaba dibujado el futuro de su Jesús, el Mesías. Jesús era consciente de que por ahí iría su camino y su final. Lo aprendió en un momento solemne, en su bautismo, cuando el Padre lo anunciaba con palabras en clave midrásica: «tú eres mi Hijo único, mi predilecto». Quedaron clavadas en su corazón; comprendió su destino. Con lo de único pudo leerse en el hijo único de Abrahán, y con lo de predilecto, en el Siervo de Isaías (que acabamos de recordar). Como el único Isaac, algún día cargaría con el leño para el sacri cio. Como el predilecto, se veía elegido para una misión misteriosa: anunciar con cada gesto, con cada palabra el amor entrañable, la misericordia que recibía del Padre y que por él quería extender a toda la humanidad.

Ese era el secreto de su elección, el fondo misterioso de su mesianismo, que Pedro y sus compañeros no entendían entonces. Lo comprendieron después de la resurrección, cuando, guiados por el Espíritu, reconstruyeron su vida y su muerte afrentosa. Cuando Pedro le dice: tú eres el Mesías, lo dice tal como suponía la gente: victorioso, inmortal. Por eso le discutía su destino. Jesús le contrapone el proyecto del Padre: las palabras de Isaías eran claras y terminantes. Él, el predilecto, las había aceptado y las vivía con pasión: «hago siempre lo que agrada a mi Padre». Jesús dejó así abierto el camino que deberían seguir sus seguidores para anunciar el evangelio, no desde la gloria del mundo, ni desde el dominio sobre las conciencias, sino desde un amor servicial y dispuesto a dar la vida por la causa de Dios.

Éste es Jesús, que como dice Pablo: me amó y dio la vida por mí, palabras que podemos repetir cada uno. No busquemos otro Mesías, busquemos el auténtico en la cruz del amor. Pasa que a veces no entendemos los caminos del Dios que decía: mis caminos no son vuestros caminos. Si nos empeñamos en contradecirlo, ¿no mereceríamos ser llamados: Satanás? Qué grandísima gracia llegar a comprender el amor con que Dios nos salva. Sin ser ese amor, es imposible captar nada del ser de Jesús. Benditos sean Él y su Cruz.

Modesto Vázquez Gundín, SJ

Mt 16, 21-27 (Evangelio Domingo XXII de Tiempo Ordinario)

La tercera parte del Evangelio de Mateo recoge el camino recorrido por Jesús y los discípulos hacia Jerusalén, su última actividad en la ciudad y los momentos decisivos de su pasión, muerte y resurrección (Mt 16,21-28,20). Allí llega a plenitud el plan salvífico de Dios. A lo largo del camino, Jesús se centrará en instruir a los discípulos sobre su mesianismo, que pasa por la cruz, y las consecuencias que tendrá para ellos. El camino de Jesús es el camino del discípulo.

Tras la confesión en Cesarea, donde Pedro ha reconocido a Jesús como Mesías, Hijo de Dios, los discípulos deben comprender qué significa realmente esto y qué implica en sus vidas. El primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección da inicio a esta tercera parte y anticipa lo que sucederá en Jerusalén: Jesús es el Mesías que «debe ir a Jerusalén donde va a padecer por causa de los sacerdotes, ancianos y escribas, va a morir y resucitará al tercer día». El horizonte de la resurrección pasa por la muerte en la cruz.

La reacción de Pedro a este anuncio muestra que los discípulos no han comprendido aún el significado del misterio de Jesús, Mesías. Es necesario que pase por el sufrimiento y la cruz para que se realice el plan de salvación de Dios, asumido desde el principio y que llegará a su plenitud en la resurrección. No es el Mesías rey soberano que triunfa por su fuerza y poder. El plan de Dios pasa por la debilidad, la entrega, el sufrimiento y la cruz. Pero no termina ahí; al contrario, es solo el paso para el triunfo de la resurrección. Aún no han entendido que ésta es la que da sentido pleno a la entrega en la cruz.

La dura respuesta de Jesús a las palabras de Pedro vuelve la mirada hacia el momento de las tentaciones. Allí, el tentador quiso apartar a Jesús de cumplir la misión que Dios le había en- cargado, trató de alejarle de la voluntad de Dios invitándole a vivir un mesianismo de triunfo y de poder, y no de entrega y cruz. Pedro, que fue presentado como «piedra sobre la que se asentará el edi cio de la Iglesia», ahora se convierte en «piedra de escándalo» que induce a Jesús a renunciar al plan de Dios.

La expresión « ¡Ponte detrás de mí, Satanás!» recuerda la llamada de Pedro, junto al lago de Galilea. Como en aquel momento, Jesús le invita a colocarse tras sus huellas, a seguirle como discípulo que ha de aprender del Maestro. Aún no ha comprendido el signi cado auténtico de su mesianismo, de su entrega que pasa por la muerte en la cruz y alcanza la vida nueva en la resurrección. Ha de colocarse detrás de Jesús  y aprender lo que significa «cargar con su cruz y seguirle», y no ser motivo de tropiezo (como lo fue el tentador en el desierto).

Ser discípulo supone hacer propio el estilo de vida de Jesús, acoger su entrega y su destino: «cargar con la cruz, renunciar a sí mismo, perder la vida». Se trata de una opción definitiva que abarca a toda la vida y es para toda la vida. La cruz forma parte del plan de Dios, es irrenunciable. Caminar con Jesús hacia Jerusalén es hacer propio su camino, estar dispuesto a entregar la vida por amor, acoger la voluntad del Padre. Esta es la senda por la que van a caminar junto a Jesús: el camino de la entrega es el camino de la resurrección; dar vida, dando vida.

Óscar de la Fuente de la Fuente

Rom 12, 1-2 (2ª lectura Domingo XXII de Tiempo Ordinario)

La mayoría de las cartas de Pablo contienen, además de la introducción y la conclusión, dos secciones principales: una primera de carácter expositivo o doctrinal, sobre cuestiones que hoy llamaríamos «teológicas», y una segunda de tipo exhortatorio, que ofrece a los destinatarios de la carta consejos para su vida cristiana. Así, la reflexión sobre Dios, Jesucristo o la Iglesia no se queda en una mera elucubración teórica, sino que de ella se derivan consecuencias «prácticas» para el seguimiento de Jesús.

Esto mismo ocurre en la carta a los Romanos. Después de haber escuchado, en los meses anteriores, diversos fragmentos de la parte expositiva (capítulos 1 a 11), se nos proponen, en este domingo y en los dos siguientes, tres pasajes de la parte exhortatoria (capítulos 12 a 15). El de hoy corresponde al comienzo mismo de esta segunda parte de la carta, y se abre precisamente con el verbo «exhortar».

En este breve texto (solamente dos versículos), el apóstol hace a los romanos (y a los cristianos de todos los tiempos) dos recomendaciones preciosas. La primera es la de dar culto a Dios con la propia vida: «Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual».

Al hablar del culto (latreía), Pablo tiene como referencia tanto el culto del templo de Jerusalén, aún plenamente en vigor en su tiempo, como el de los dioses paganos; en ambos se ofrecían habitualmente sacri cios animales. En contraposición a esto, los cristianos han de ofrecer su propia vida (el cuerpo, sōma, representa a la persona en la antropología bíblica); ese es el sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Nos encontramos muy próximos a la teología de la carta a los Hebreos (escrito no paulino, pero atribuido al apóstol en la Antigüedad) sobre el sacerdocio de Cristo (y de los cristianos) como ofrenda de la propia vida.

Un culto así es descrito por Pablo como logikè latreía, que la traducción litúrgica interpreta como «culto espiritual», aunque en realidad el adjetivo significa «racional» o «mental». Puede entenderse como un culto racional, aceptable para la razón humana, en contraste con la irracionalidad de los sacrificios animales (sería la parte más griega de Pablo la que hablaría aquí) o también en el sentido de un culto que implica el asentimiento de la mente a la revelación de Dios en Jesucristo, y por tanto de una experiencia integral, que involucra a la vez cuerpo y mente.

El segundo consejo paulino es igualmente precioso y de permanente validez: «No os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto». Frente a la perenne tentación de volvernos demasiado «mundanos», el apóstol nos recuerda que el cristianismo tiene siempre algo de contracultural, pues ninguna sociedad concreta realiza plenamente el reino de Dios. De ahí la necesidad de una periódica renovación interior y de un continuo discernimiento.

José Luis Vázquez Pérez, S.J.

Jer 20, 7-9 (1ª lectura Domingo XXII de Tiempo Ordinario)

Esta quinta confesión de Jeremías (tal y como vimos en el 12º Domingo de TO) en su unidad completa es 20,7-18, supone la expresión del con icto que vive el profeta expresado abiertamente contra Dios (algo a lo que no estamos habituados en nuestra formación religiosa y espiritual). Estando en actitud defensiva para mantener nuestra fe, no descargamos la mochila de nuestro propio lastre. Pero al no sacar esas dudas, (por miedo, por respeto…) nos impedimos forjar más íntimamente nuestra necesidad de Dios. Esta quinta confesión, como desahogo rabioso, es la más violenta, desgarrada, desconcertante. ¿Puede alguien, y más un profeta, dirigirse así a su Señor?

La oposición contra el profeta crece (tras la visión profética en casa del alfarero cap. 18, le sigue la acción profética de la destrucción de la jarra de loza cap. 19 como voluntad aniquiladora de Judá, cuyo instrumento es el mismo profeta). Así, a la conversión imposible por parte del pueblo le sucede la destrucción inexorable (estamos en los años previos al 586 a.C. en que Jerusalén será destruida y Judá desolada). Si el profeta alentaba esperanzas de conversión y la amenaza de destrucción era para motivar esa conversión, ahora sólo queda la realidad de destrucción. Y si esa es la desolación interna, no le faltaron momentos externos en su vida para sentir el desgarro también físico de sus carnes (cuando entregado a la venganza de sus enemigos, se hundía en el barro de un pozo, cfr. 38,1-13). El profeta se queja amargamente de que la Palabra de Dios se convierte para él en oprobio, desprecio, burla… Y, con todo, no puede dejar de vivir de ella, de anunciarla, pues por mucho esfuerzo que haga por olvidarla es «fuego que le quema dentro». Al final, el profeta confiará en la promesa de protección por parte de Dios (vv. 11-13), pero no se le ahorra esa experiencia agónica que nos lleva a conocer más, a experimentar más, la verdad de nuestra fe, de nuestro Dios. De manera similar el evangelio nos presenta cómo la ruptura de las ideas de Simón Pedro sobre el mesianismo de Jesús es ocasión de conocer la identidad profunda de Jesús, de su misión y, por tanto, sus consecuencias para nuestro seguimiento.

Jeremías toca fondo en su misión, y hasta sus amigos, el resorte íntimo de los que cabe esperar ayuda, le abandonan, máxime si se recuerda que quedó célibe por ese enamoramiento de un Dios engañador. Él se convierte en profeta de calamidades, allá donde va, «pavor- en-torno». Ya no solo le duele su situación personal, sino que no genera alivio a los que tiene alrededor, al contrario calamidad allá donde él vive y pronuncia la Palabra de Dios. Ante la impotencia del débil, se siente con más fuerza y descaro la prepotencia del fuerte. Este diálogo a quemarropa con tintes de careo acusador contra Dios no hace débil la gura del profeta sino que engrandece su entrega en delidad, más allá de lo racional, por ese fuego que le moviliza ante las injusticias y las idolatrías. Jeremías acusa a Yahvé de haberle traicionado pues la seducción del versículo 7 tiene la gravedad de una violación y no la suavidad de un enamoramiento romántico, y acusa a sus enemigos de hacerle la vida imposible, ser objeto de burla y oprobio. En esas mismas palabras, se cumplen las promesas de la vocación profética y Jeremías se convierte en «plaza fuerte», y en su silencio escucha «yo estoy contigo para librarte» (Jr 1.8.18-19).

José Javier Pardo Izal, S.J.

Comentario al evangelio – 28 de agosto

Durante cuatro días consecutivos resuena en la lectura continua un duro alegato contra los fariseos. Comenzó ya anteayer, sábado; mañana comentaremos un punto del evangelio correspondiente; pasado mañana se omite la lectura continua, pues prevalece el relato del martirio del Bautista. Hoy, segundo día de esta breve secuencia, contextuamos históricamente el pasaje y hacemos unos apuntes válidos para nosotros.

Diversos autores sitúan hacia el año 85 de nuestra era la redacción final del evangelio de Mateo. El año 70 las tropas de Tito, después de cercar Jerusalén, incendian la ciudad y su Templo. Hasta ese tiempo, el judaísmo tenía un rostro nada uniforme, e incluso fragmentado: los habitantes de Judea despreciaban a los galileos, y tiempo atrás se había roto su comunión con los heterodoxos samaritanos; saduceos, herodianos, celotas, fariseos y escribas estaban enfrentados entre sí. Después de la destrucción del Templo cambia el panorama: es la tendencia farisea la que se impone. La tensión entre esta tendencia y los cristianos de Palestina degenera en excomunión de los últimos. El capítulo 23 de Mateo refleja este conflicto: en labios de Jesús aparece la diatriba cristiana contra letrados y fariseos.

Ya en el discurso del Monte se denuncian en términos generales las deficiencias del fariseísmo; ahora se hace fuego contra ellos con toda una batería de acusaciones, en la que se percibe nítidamente la propensión a convertir el adversario en enemigo. Podríamos examinar en qué medida cedemos nosotros a esa misma inclinación en nuestras valoraciones de “los de fuera” o “los de enfrente” y averiguar si reconocemos en ellos algún rasgo digno de aprecio.

La relación de la Iglesias católica con el judaísmo ha conocido un cambio a partir del Vaticano II, sin que deban olvidarse ciertos precedentes. Si en Mateo prepondera la presentación de la comunidad cristiana como el verdadero Israel (¡piénsese en la parábola de los viñadores homicidas!), nosotros entendemos ahora la Iglesia como el Israel definitivo de Dios, a la vez que afirmamos con Pablo y los últimos papas que los dones de Dios son irrevocables y declaramos que Israel es nuestro hermano mayor. Lo reflejaba ya una anécdota del que sería papa Juan XXIII cuando era nuncio en París. En una recepción, el rabino le cedía el paso a él, y él al rabino. El nuncio Roncalli zanjó aquel certamen de cortesías con estas palabras: “primero, el Antiguo Testamento”; en nuestros días habría dicho: “primero, el Primer Testamento”.