Vísperas – Martes XXV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: NOS DIJERON DE NOCHE.

Nos dijeron de noche
que estabas muerto,
y la fe estuvo en vela
junto a tu cuerpo;
La noche entera,
la pasamos queriendo
mover la piedra.

Con la vuelta del sol,
volverá a ver la tierra
la gloria del Señor.

No supieron contarlo
los centinelas,
nadie supo la hora
ni la manera;
antes del día,
se cubrieron de gloria
tus cinco heridas.

Con la vuelta del sol,
volverá a ver la tierra
la gloria del Señor.

Si los cinco sentidos
buscan el sueño,
que la fe tenga el suyo
vivo y despierto;
la fe velando,
para verte de noche
resucitando.

Con la vuelta del sol,
volverá a ver la tierra
la gloria del Señor. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19 – ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY.

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión;

que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20, 2-8. 14 – ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA BREVE   1Jn 3, 1a. 2

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

RESPONSORIO BREVE

V. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V. Tu fidelidad de generación en generación.
R. Más estable que el cielo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

PRECES

Alabemos a Cristo, que mora en medio de nosotros, su pueblo adquirido, y supliquémosle diciendo:

Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

Dueño y Señor de los pueblos, acude en ayuda de todas las naciones y de los que las gobiernan:
que todos los hombres sean fieles a tu voluntad y trabajen por el bien y la paz.

Tú que al subir al cielo llevaste contigo una gran multitud de cautivos,
devuelve la libertad de los hijos de Dios a nuestros hermanos que sufren esclavitud en el cuerpo o en el espíritu.

Concede, Señor, a los jóvenes la realización de sus esperanzas
y que sepan responder a tus llamadas en el transcurso de su vida.

Que los niños imiten tu ejemplo
y crezcan siempre en sabiduría y en gracia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acoge a los difuntos en tu reino,
donde también nosotros esperamos reinar un día contigo.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:

Padre nuestro…

ORACION

Te damos gracias, Señor Dios todopoderoso, porque has permitido que lleguemos a esta noche; te pedimos aceptes con agrado el alzar de nuestras manos como ofrenda de la tarde. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – 26 de septiembre

Lectio: Martes, 26 Septiembre, 2017 – 0005

1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 8,19-21
Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.» Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen.»

3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos habla del episodio en que los padres de Jesús, inclusive su madre, quisieron conversar con é, pero Jesús no les presta atención. Jesús tuvo problemas con la familia. A veces, la familia ayuda a vivir mejor y a participar en la comunidad. Otras veces, dificulta esa convivencia. Así fue para Jesús, y así es para nosotros.
• Lucas 8,19-20: La familia busca a Jesús. Los parientes llegan a la casa donde estaba Jesús. Probablemente habían venido de Nazaret. De allí a Cafarnaúm hay sólo unos 40 km. Su madre estaba con ellos. No entran, pues había mucha gente, pero le mandan un recado: “Tu madre y tus hermanos están fuera ahí fuera, y quieren verte». Según el evangelio de Marcos, los parientes no quieren ver a Jesús. Ellos quieren llevárselo y traérselo para casa (Mc 3,32). Pensaban que Jesús se había vuelto loco (Mc 3,21). Probablemente, tenían miedo, pues según nos informa la historia, la vigilancia de parte de los romanos con relación a todos los que de una forma o de otro tenían un cierto liderazgo popular, era enorme (cf. He 5,36-39). En Nazaret, en la sierra, estaría más al seguro que en la ciudad de Cafarnaúm.
• Lucas 8,21: La respuesta de Jesús. La reacción de Jesús es firme:»Mi madre y mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ponen en práctica.» En Marcos, la reacción de Jesús es más concreta. Marcos dice: “Entonces Jesús miró hacia las personas que estaban sentadas a su alrededor y dijo: Aquí están mi madre y mis hermanos. Aquel que hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34-35). ¡Jesús ensancha la familia! No permite que la familia lo aleje de la misión: ni la familia (Jn 7,3-6), ni Pedro (Mc 8,33), ni los discípulos (Mc 1,36-38), ni Herodes (Lc 13,32), ni nadie (Jn 10,18).
• Es la palabra la que crea la nueva familia alrededor de Jesús: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en práctica.». Un buen comentario de este episodio es lo que dice el evangelio de Juan en el prólogo: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,10-14). La familia, los parientes, no entendieron a Jesús (Jn 7,3-5; Mc 3,21), no hacen parte de la nueva familia. Hacen parte de la nueva comunidad sólo aquellos y aquellas que reciben la Palabra, esto es, que creen en Jesús. Estos nacen de Dios y forman la Familia de Dios.
• La situación de la familia en el tiempo de Jesús. En el tiempo de Jesús, tanto la coyuntura política, social y económica como la ideología religiosa, todo conspiraba para el enflaquecimiento de los valores centrales del clan, de la comunidad. La preocupación con los problemas de la propia familia impedía que las personas se uniesen en comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios pudiera manifestarse, de nuevo, en la convivencia comunitaria de la gente, las personas tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y abrirse a la gran familia, a la Comunidad. Jesús dio el ejemplo. Cuando su familia trató de apoderarse de él, reaccionó y ensanchó la familia (Mc 3,33-35). Creó comunidad.
• Los hermanos y las hermanas de Jesús. La expresión “hermanos y hermanas de Jesús” es causa de mucha polémica entre católicos y protestantes. Basándose en éste y en otros textos, los protestantes dicen que Jesús tenía más hermanos y que María tenía más hijos. Los católicos dicen que María no tuvo más hijos. ¿Qué pensar de esto? En primer lugar, las dos posiciones, tanto de los católicos como de los protestantes, ambas tienen argumentos sacados de la Biblia y de la Tradición de sus respectivas iglesias. Por esto, no conviene pelearse ni discutir esta cuestión con argumentos sólo de la cabeza. Pues se trata de convicciones profundas, que tienen que ver con la fe y con los sentimientos de ambos. El argumento sólo de la cabeza no consigue deshacer una convicción del corazón. ¡Apenas irrita y aleja! Aún cuando no concuerdo con la opinión del otro, tengo que respetarla siempre. En segundo lugar, en vez de discutir alrededor de textos, nosotros todos, católicos y protestantes, deberíamos unirnos bien para luchar en defensa de la vida, creada por Dios, vida tan desfigurada por la pobreza, por la injusticia, por la falta de fe. Deberíamos recordar alguna que otra frase de Jesús: “He venido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia”(Jn 10,10). “Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú, Padre, me has enviado”(Jn 17,21). “¡No se lo impidáis! Quien no está en contra está a favor nuestro”(Mc 10,39.40).

4) Para la reflexión personal
• La familia ¿ayuda o dificulta tu participación en la comunidad cristiana?
• ¿Cómo asumes tu compromiso en la comunidad cristiana sin perjudicar ni la familia ni la comunidad?

5) Oración final
Enséñame, Yahvé, el camino de tus preceptos,
lo quiero recorrer como recompensa.
Dame inteligencia para guardar tu ley
y observarla de todo corazón. (Sal 119,33-34)

Un esguince en el cerebro

GÓMEZ CERDÁ, Alfredo

Un esguince en el cerebro

Editorial Edebé, Barcelona 2016, 128 págs.

Godofredo ha estado rodeado de aparatos electrónicos desde el principio de su vida. Está acostumbrado a ellos y los domina a la perfección. Ha crecido y la profe del colegio le pide, como a sus compañeros, que lea un libro. ¿Qué petición es esa?, se extrañan los padres. No pueden comprender que su hijo tenga que hacer semejante cosa y que además le guste. Godofredo empieza a tener dolores de cabeza. Después de visitar a diferentes médicos, los padres deciden prohibir la lectura al hijo. ¿Es necesaria? ¿No es suficiente con dominar todo el mundo electrónico? ¿No se dan cuenta en el cole que su hijo es un portento con el dominio de todos los aparatos? ¿Para qué la lectura? Menos mal que el niño encontrará el camino para leer sin tener dolores de cabeza y sin que los papás se opongan.

Para lectores entre 9 y 11 años, gustará porque tiene hu- mor crítico, es divertido, porque juega con al exageración de unos padres que se creen tan modernos que niegan la importancia de la lectura para el crecimiento de su hijo. Lo mismo nuestro cerebro enferma si olvidamos cultivarlo, si olvidamos lo fundamental…

La oveja perdida, el joven descarriado

Esta carta va dirigida personalmente a ti: profesor, catequista, monitor de tiempo libre, animador de un grupo juvenil…, ¡educador! No empieces a hacer cábalas sobre cómo ha llegado a ti… Más bien, gasta tu precioso tiempo en saber quién es el remitente. No, no saques la lista; lee el contenido de la misiva: ya verás cómo le pones enseguida nombre y rostro. Ah, y después, si lo deseas, respóndele. Y no te preocupes, no tiene por qué ser ahora mismo; tienes todo un curso por delante. Tampoco uses bolígrafo y papel: mucho mejor, contéstale con tu vida y con tus obras… ¡Te entenderá a la primera!

M. de Palazuelo

Carta a mi educador

 

Querido educador, querida educadora:

Antes de nada quiero explicarte una cosilla: He sido yo el que te ha escrito personalmente estas líneas; sin embargo sabes de sobra que para esto de la ortografía, de la redacción, del estilo y de tantísimas otras cosas no soy muy bueno (las notas me delatan). Así que he pedido a uno de mis compañeros (de los 99) que ponga en orden mis pensamientos… Aclarado todo esto, comienzo. No se si tendrás a más de un joven perdido (el evangelio sólo habla de una oveja); tal vez sí, por lo que te daré alguna pista; ya verás cómo muy pronto das con el remitente.

Soy yo, el joven con el que gastas más tinta roja, el que aparece en tus labios (y no precisamente para decir cosas buenas) cada vez que, con tus colegas, tenéis reunión.

Soy yo el que te levanta de la silla y hace dirigir tus pasos, un día sí y otro también, al despacho del director, al gabinete psicológico o a la habitación del párroco.

Soy yo el que hace la gracia a destiempo, el que levanta la mano para soltar “el chiste del momento” y el que desparece cuando requieres voluntarios.

Soy yo, el joven con el que te encuentras muchas más veces por la calle o por el recreo que por la clase, el que inventa disculpas absurdas para justificar sus ausencias, el que al, cruzarse por el pasillo, te saluda con la más absoluta indiferencia.

Soy yo, el que (lo piensas aunque no lo digas) “de tal palo, tal astilla, con esos padres, esos amigos…”; al que auguras un futuro negro; el que, si no estuviera, sería mejor para todos…

En definitiva, querido educador, soy yo el que, más que tu oveja perdida (ya quisieras tú, ¿verdad?), soy tu oveja negra…

Pero también, soy yo, y con esto acabo, el que te necesita, el que quiere que salgas en su busca, el que, a pesar de que me escape dos, tres o quinientas veces, desea con toda su alma que vuelvas a por mí, que me des otra y otra y otra oportunidad… Porque tal vez seas tú la única persona que todavía cree en mí… ¿O no?

Nada más, espero tu respuesta. Un abrazo de…

“Tu joven 100-1”

Evangelii Gaudium – Francisco I

159. Otra característica es el lenguaje positivo. No dice tanto lo que no hay que hacer sino que propone lo que podemos hacer mejor. En todo caso, si indica algo negativo, siempre intenta mostrar también un valor positivo que atraiga, para no quedarse en la queja, el lamento, la crítica o el remordimiento. Además, una predicación positiva siempre da esperanza, orienta hacia el futuro, no nos deja encerrados en la negatividad. ¡Qué bueno que sacerdotes, diáconos y laicos se reúnan periódicamente para encontrar juntos los recursos que hacen más atractiva la predicación!

Música – Domingo XXVI de Tiempo Ordinario

«…DESPUÉS SE ARREPINTIÓ Y FUE»

“Al romper el día
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.
Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria

no hay trabajo grande”
(J. L. Blanco Vega)

Ambientación musical: “En la viña del Señor” en el CD Parábolas-2 (SP).

Jesús se enfrenta a los dirigentes religiosos de Israel que le acusan de acoger a los pecadores y marginados. «Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino». Jesús condena el orgullo de quienes se consideran justos y con derechos adquiridos; en cambio, muestra cómo el Padre acoge a los pecadores si se convierten de verdad y con obras. «Hay muchos primeros que serán últimos, y últimos que serán primeros». La parábola de hoy concluye indicándonos cuál es la gran barrera que cierra el paso al compromiso del Reino, es decir, la autosu ciencia y los propios intereses, de clase o institucionales, que niegan lo evidente.

Canto de entrada: “Jesucristo nos amó hasta el extremo” CLN A 17; MD 5-2. “Reunidos en el nombre del Señor” CLN A 9; MD 73; “Cuando estáis reunidos en mi nombre” CLN A 6.

Salmo responsorial: “Recuerda, Señor, tu ternura”

O. Fieles: “Escucha, Señor, nuestra oración”

Presentación de ofrendas: “Bendito seas, Señor” CLN H 6.

Santo: CLN I 3.

Fracción del pan: “Cordero de Dios” CLN 3.

 

Comunión: Lo que importa no son las convicciones externas, sino la actitud interior. El que hace lo que el Padre quiere no es el que observa unos ritos externos, sino el que cumple la voluntad del Padre, aunque le cueste. Cantamos: “Si me falta el amor” CLN 742. “Reúne, Señor a tu Iglesia” MD 189, “Tú eres, Señor, el Pan de vida” CLN O 41; MD 163.

Canto final: “Sois la semilla que ha de crecer” CLN 409; MD 20.

Antonio Alcalde Fernández

Recursos – Domingo XXVI de Tiempo Ordinario

1. EL CONTEXTO. La era de la “postverdad”

Estamos en la sociedad de la “postverdad”: Ya no se trata solo de una característica peculiar de una persona concreta, sino de una táctica, una manera de enfocar la relación con los ciudadanos en la que lo que se dice, se mantiene y reafirma puede ser absolutamente mentira, sin que eso tenga la menor relevancia. La negación absoluta de los hechos, de los datos y de la evidencia, sin la menor precaución ni decencia, está a la orden del día en conferencias de prensa, comparecencias públicas y discursos. La palabra se ha puesto de moda, pero es vieja: decíamos más llanamente que “del dicho al hecho hay mucho trecho”… Incluso Sócrates murió por oponerse a la “postverdad” de los sofistas… Lo peor de todo es esta especie de perversión por la que hoy la gente admite que hay palabras que se dicen que no atienen a la realidad, sino que la ocultan, pero no les importa, porque “funcionan”. La “mentira” está hoy superada. Y vivimos en la “postverdad” de lo que dice la prensa, los políticos, los que hacen promesas que sabemos que nunca se cumplirán. Pero no importa y no nos importa. Pocos tienen la paciencia de consultar las hemerotecas. Palabras engañosas, palabras que sirven de cobertura, de adorno, de éxito. La corrupción está de fondo y vivimos en ella y de ella, a todos los niveles, no sólo los más altos. La “postverdad” nos deshumaniza.

2. LA OFERTA DEL EVANGELIO. La coherencia y la honradez.

O la coherencia. Lo que cuenta no son las palabras (“no voy”), sino los hechos (“pero fue”)… O, mejor, la coherencia entre palabras y hechos. Es la historia de los dos hijos. La coherencia de la vida la muestran los hechos, no las palabras. Pero palabras y hechos deben coincidir porque entonces se da la coherencia y la honradez. Hoy la “postverdad” es una perversión de la convivencia, de la información, de la vida política en cuanto una sociedad que buscar un orden coherente y justo donde vivir. La persona supone una unificación del ser personal y no su incoherencia. Sólo nos humaniza la verdad y la honradez.

3. Un texto

«Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; uni ca así toda su actividad en la libertad, y desarrolla, por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación» (Emmanuel Mounier, Mani esto al servicio del personalismo).

«La primera acción de la vida cristiana es, en nosotros, la reducción de esta zona que Heidegger llama “el mundo del Se”. Es decir, el mundo de la irresponsabilidad y de las escapatorias con que con tanta facilidad se instala en la psicología colectiva de los grandes cuerpos sociales el mundo del se dice, el mundo de lo que se hace. A medida que nos despersonalizan más profundamente, mediante la prensa, los acontecimientos públicos, los slogans baratos y la acomodación a la irresponsabilidad, coagula en nuestras comunidades… en estas especies de concreciones sociales que se llaman la opinión, los hábitos, la rutina. En lenguaje cristiano, es muy necesario llegar a hablar de una especie central y grave de pecado contra la persona. ». (Emmanuel Mounier, “Adsum”).

LA “VIDA EN LA VERDAD”

«El poder es prisionero de sus propias mentiras y, por tanto, tiene que estar diciendo conti- nuamente falsedades. Falsedades sobre el pasado. Falsedades sobre el presente y el futuro. Falsifica los datos estadísticos. Da a entender que no existe un aparato policíaco omnipotente y capaz de todo. Miente cuando dice que respeta los derechos humanos. Miente cuando dice que no persigue a nadie. Miente cuando dice que no tiene miedo. Miente cuando dice que no miente. El individuo está obligado a creer todas estas mistificaciones, pero ha de comportarse como si las creyese o, por lo menos, tiene que soportarlas en silencio o comportarse bien con los que se basan en ellas. Por tanto, está obligado a vivir en la mentira. No tiene que aceptar la mentira. Basta que haya aceptado la vida con ella y en ella. Ya con esto rati ca el sistema, lo consolida, lo hace lo es.

…La “vida en la mentira” sólo puede funcionar como pilar del sistema si está caracterizada por la universalidad, debe abarcarlo todo, infiltrarse en todo; no es posible ninguna coexistencia con la “vida en la verdad”; cualquier evasión la niega como principio y la amenaza en su totalidad.» (Václav Havel)

4. Un poema, una canción, una oración

DAR CRÉDITO

Muchos anuncios,
muchas promesas,
muchas rebajas,

muchas oportunidades,
muchas gangas …

Muchas voces me susurran
constantemente
sus ofertas.

Con sus llamativas, vanas,
huecas,
lights
palabras
cubren su pobreza
y cantan sus alabanzas.

Mas no me satisfacen,
pues ni me alimentan,
ni me quitan el hambre,
ni me acogen como persona,
ni me defienden de sus intrigas.

En este mar de palabras,
de propaganda so sticada,
de ilusiones engañosas,
de ofertas apetecibles,
de oportunidades novedosas,
yo sólo quiero dar crédito
a tu palabra buena y nueva,
valiosa y gratuita,
que me ofrece la vida,
la dignidad y la alegría.
Yo sólo quiero darte crédito
a Ti, que eres la Palabra y la vida.
Creo, Señor, en Ti.

Florentino Ulibarri

Oración de los fieles (Domingo XXVI de Tiempo Ordinario)

Pidámosle a Dios que nos ayude a hacer las cosas según su voluntad.

HÁGASE, SEÑOR, TU VOLUNTAD

  • Por la Iglesia, para que predique más por la coherencia de su vida que por la proclama de sus declaraciones. Oremos.
  • Por los gestores y administradores de las instituciones civiles, para que sean servidores del bien común y no se aprovechen de su situación en beneficio propio. Oremos.
  • Por los profesionales de la enseñanza que afrontan el nuevo curso, para que puedan cumplir su misión con ilusión renovada. Oremos.

  • Por todos los que asumen el servicio de la catequesis y la iniciación en la fe, para que sean testigos creíbles de Jesús y sepan transmitir el mensaje cristiano como llamada a la conversión. Oremos.

  • Por todos los que hemos sido llamados a trabajar en la viña del Señor, para que, a pesar de pobrezas y resistencias, respondamos con generosidad. Oremos.

Señor, danos tu paz y tu justicia, y haz que se cumpla en nosotros tu voluntad. Por JCNS.

Comentario al evangelio – 26 de septiembre

El texto evangélico de hoy es complicado. Da la impresión de que Jesús se había distanciado de su familia. Leyendo este breve texto nos imaginamos a Jesús en medio de mucha gente que le escucha con atención. Por la puerta del fondo se intentan acercar la madre y los hermanos de Jesús. Pero Jesús no les hace mucho caso.

Esta imagen está muy lejos de la más tradicional y dulcificada imagen de Jesús como un hijo modélico, con unas perfectas relaciones con sus padres. El texto, además, es complicado porque habla de los “hermanos” de Jesús, lo que en principio es incompatible con la virginidad de su madre y su carácter de hijo único. 

La realidad es que nada en la vida suele ser sencillo. La realidad de la relación entre las personas suele ser complicada, compleja. Son procesos que necesitan tiempo. A veces, corremos el peligro de, teniendo sólo presente el final, olvidarnos de las etapas intermedias. La realidad es que María debió ser una mujer normal de aquellos tiempos. Probablemente tuvo que pasar por un largo proceso personal hasta entender la actitud y la forma de comportarse de Jesús. Como les pasa a muchos padres con sus hijos, seguramente María no entendió al principio a dónde quería ir Jesús.

Quizá esa fuese la razón por la que fue a buscarle acompañada del resto de su familia. Los biblistas nos dicen que los “hermanos” es una forma genérica de referirse a la familia de Jesús. En aquel tiempo las familias no eran como ahora: padre, madre e hijo (sólo a veces hijos). Lo normal era que viviesen juntos todos en torno al patriarca. Todos eran familia. Todos eran “hermanos”. Por eso, sus familiares fueron a buscar a Jesús.

Pero Jesús ya estaba en otra onda. Estaba ya en el reino de Dios. Esa era su familia: la de los hijos e hijas de Dios, la de los que escuchan la Palabra y la ponen en práctica. Para que aprendamos que hay algo mucho más importante que la sangre. O, dicho de otra manera, que hay una sangre mayor y más fuerte, más original y vital: nuestro común origen en el Padre dios que nos creó. De ahí nace la verdadera fraternidad. María lo asimiló poco a poco.

Pero lo asimiló. Y, al final de la vida de Jesús, estuvo donde tenía que estar: al pie de la cruz y, más tarde, acompañando a los discípulos en la oración. ¿Y nosotros?