¿Qué os parece?

¿Qué os parece? Jesús nos invita a conversar sobre unos temas de interés. Nos propone un caso por un lado y por otro hace una afirmación sorprendente. En cuanto al caso, se trata de un padre que les manda a su dos hijos a trabajar a la viña. Al primero le dice: “ve a trabajar a la viña “. Y le contesta “No quiero”. Pero después se arrepiente y va. Se acercó al segundo hijo y le dijo lo mismo. Respondió “voy, señor” pero no fue. La respuesta no admite dudas. Lo explica muy bien el dicho popular: ”Obras son amores“. La pregunta que lanza Jesús al público que le escuchaba es la siguiente: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?”. La respuesta es unánime: el primero.

La afirmación es la siguiente: “Os aseguro que los recaudadores y las prostitutas os llevan la delantera para entrar en el Reino de Dios.” Hay quienes se contentan con pronunciar bonitas palabras, con proclamar brillantes discursos y elaborar complejos programas, pero eso no es lo importante. Lo que vale son las obras. Así se explica que San Pablo en sus cartas a los cristianos de Filipos no les anime a que elaboren manifiestos admirables, sino que les aconseja: “Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentido. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerar siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús”.

“Os aseguro que los publicanos (o recaudadores) y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Un modo de señalar la bondad, la compasión, la misericordia de Dios, que se vuelca sobre lo más frágil y débil de la humanidad. En los últimos años se está subrayando que Dios es misericordioso. En épocas anteriores, no lejanas, se insistía y se anunciaba un Dios riguroso, justo, controlador. El actual Papa, Francisco, ha cooperado notablemente en crear este clima: el de un Dios misericordioso. Frente a la corriente de mostrar a Dios como inflexible y severo, el Papa ha proclamado que el mundo necesita “descubrir que Dios es Padre, que existe la misericordia, que ni la crueldad, ni la condena es el camino.

En estas fechas, en las que se respira un ambiente de tensión, incluso de enfrentamiento, en estas fechas en las que “la globalización de la indiferencia» nos ha quitado la capacidad para llorar y sufrir con los demás, en estas fechas en las que el telediario nos cita, nos nombra lugares, personas cargadas de dolor y de odio, tenemos que destacar el valor de la misericordia. Las palabras solo no valen. Especialistas en el Islam anotan que en el Corán (el libro sagrado de los musulmanes) aparece 300 veces el término “misericordia”. Pero aquí se cumple lo que decía más arriba. Pues un porcentaje significativo de seguidores de su doctrina han ejecutado o aplaudido atentados horrorosos.

La riqueza de la palabra misericordia nos viene expresada por la cantidad de matices: caridad, compasión, bondad, piedad, simpatía, clemencia, perdón, comprensión, indulgencia, benevolencia, amabilidad, afabilidad, mansedumbre.

Con motivo de la Cumbre Mundial contra la pobreza los casi 200 Países del mundo pronunciaron discursos fervorosos. Más a la hora de apoyar la iniciativa solo 5 Países colaboran con el 0,7% de su PIB.

Jesús invita a que nos preguntemos qué opinamos sobre Dios, cómo le sentimos. Si acudimos a la viña, es decir, a las tareas que nuestro mundo reclama.

El Papa nos ha dicho que “la cuestión principal de la Iglesia es actuar, verse como un hospital de campaña tras una batalla”.

Josetxu Canibe

Anuncio publicitario