Vísperas – Miércoles IV de Tiempo Ordinario

SAN JUAN BOSCO, presbítero. (MEMORIA)

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CUANDO, SEÑOR, EL DÍA YA DECLINA

Cuando, Señor, el día ya declina,
quedaos con el hombre, que, en la noche
del tiempo y de la lucha en que camina,
turba su corazón con su reproche.

Disipad nuestras dudas, hombres santos,
que en el alto glorioso del camino
ya dejasteis atrás temores tantos
de perder vuestra fe en el Don divino.

Perdonad nuestros miedos, seguidores
del camino en la fe que os fue ofrecido,
hacednos con vosotros confesores
de la fe y del amor que habéis vivido.

Que tu amor, Padre santo, haga fuerte
nuestro amor, nuestra fe en tu Hijo amado;
que la hora suprema de la muerte
sea encuentro en la luz, don consumado. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.

Salmo 138, 1-18. 23-24 – I TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.

Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Salmo 138 II

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Ant 3. Todo fue creado por él y para él.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo fue creado por él y para él.

LECTURA BREVE   Rm 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.

PRECES

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:

Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,
ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.

Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Señor Dios nuestro, que has dado a la Iglesia, en el presbítero san Juan Bosco, un padre y un maestro de la juventud, concédenos que, movidos por un amor semejante al suyo, nos entreguemos a tu servicio, trabajando por la salvación de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 31 de enero

Lectio: Miércoles, 31 Enero, 2018
1) Oración
Señor: concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda, también, a todos los hombres. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos 6,1-6
Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.» Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe.
 
3) Reflexión
• El evangelio de hoy habla de Jesús de visita a Nazaret y de como la gente de Nazaret se encierra en si misma y no lo acepta (Mc 6,1-6). El evangelio de mañana describe como Jesús se abrió al pueblo de Galilea enviando a sus discípulos en misión (Mc 6,7-13).

• Marcos 6,1-2ª: Jesús vuelve a Nazaret. “Jesús salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga”. Es bueno siempre volver a la propia patria y volver a encontrar a amigos y amigas. Después de una larga ausencia, Jesús vuelve y, como de costumbre, en el día de sábado se fue a la sinagoga para tomar parte en la reunión de la comunidad. Jesús no era el coordinador de la comunidad, sin embargo toma la palabra y empieza a enseñar. Señal de que las personas pueden participar y expresar su opinión.
• Marcos 6,2b-3: Reacción de la gente de Nazaret ante Jesús. La gente de Cafarnaún había aceptado la enseñanza de Jesús (Mc 1,22), pero a la gente de Nazaret no le gustaron las palabras de Jesús y quedó escandalizada. ¿Por qué? Jesús, el chico al que conocían desde su infancia, ¿cómo es que ahora es tan diferente? Ellos no aceptan el misterio de Dios presente en Jesús, un ser humano como todos los demás, conocido por todos. ¡Para poder hablar de Dios no podía ser igual a los demás! Como se ve, no todo le fue bien a Jesús. Las personas que hubieran tenido que ser las primeras en aceptar la Buena Nueva, son de hecho las que más dificultad tienen en aceptarla. El conflicto no era sólo con los de fuera, sino que también con sus parientes y con la gente de Nazaret. Tienen dificultad en creer en Jesús, porque no consiguen entender el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús: “¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?” ¡No llegan a creer en Jesús!
• Los hermanos y las hermanas de Jesús. La expresión “hermanos de Jesús” es motivo de mucha polémica entre católicos y protestantes. Basándose en éste y en otros textos, los protestantes dicen que Jesús tuvo más hermanos y hermanas y que María ¡tuvo más hijos! Los católicos dicen que María no tuvo más hijos. ¿Qué pensar de esto? En primer lugar, las dos posiciones tanto de los católicos como de los protestantes, tienen ambas argumentos sacados de la Biblia y de la Tradición de sus respectivas Iglesias. Por esto, no conviene pelear sobre esta cuestión, ni discutirla sólo con argumentos racionales, ya que se trata de convicciones profundas, que tienen que ver con la fe y con los sentimientos de ambos grupos. El argumento que se limita a la cabeza, no consigue deshacer una convicción del corazón. ¡Irrita y aleja! Lo mismo, cuando no concuerdo con la opinión del otro, debo siempre respetarla. En segundo lugar, en vez de pelear alrededor de los textos, todos nosotros, católicos y protestantes, deberíamos unirnos para luchar en defensa de la vida, creada por Dios, vida tan desfigurada por la pobreza, por la injusticia y por la falta de fe. Deberíamos recordar otras frases de Jesús: “He venido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). “Que todos sean uno, para que el mundo crea que tú, Padre, me has enviado” (Jn 17,21). “Quien no está en contra, está a favor nuestro” (Mc 10,39.40).
• Marcos 6,4-6. Reacción de Jesús ante la actitud de la gente de Nazaret. Jesús sabe muy bien que “nadie es profeta en su patria”. Y lo dice: “Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio”. De hecho, donde no existe aceptación ni fe, la gente no puede hacer nada. Las ideas preconcebidas lo impiden. Aún queriendo, Jesús no pudo hacer nada y queda extrañado ante su falta de fe. Por eso, ante la puerta cerrada de su propia comunidad, “comenzó a recorrer los alrededores, enseñando en los poblados”. La experiencia de rechazo lleva Jesús a cambiar de práctica. Se dirige a otros poblados y, como veremos en el evangelio de mañana, implica a los discípulos en la misión dando instrucciones de cómo deben dar continuidad a la misión.
 
4) Para la reflexión personal
• Jesús tiene problemas con sus parientes y con su comunidad. Desde que tú empezaste a vivir mejor el evangelio, ¿ha cambiado algo en la relación con tu familia y con tus parientes?

• Jesús no pudo hacer muchos milagros en Nazaret porque faltaba fe. Y hoy, ¿encuentra fe en nosotros, en mí?
 
5) Oración final
¡Dichoso al que perdonan su culpa

y queda cubierto su pecado!
Dichoso el hombre a quien Yahvé
no le imputa delito,
y no hay fraude en su interior. (Sal 32,1-2)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 1, 29-34

29Y, de inmediato, saliendo de la sinagoga, fueron a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan.

  1. Pero la suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y de inmediato le hablan de ella;

31 y, acercándose, la levantó agarrándole la mano, y la fiebre la dejó y les servía.

32Llegada la tarde, cuando se puso el sol, le llevaban a todos los que tenían mal y endemoniados.

33Y estaba toda la ciudad agolpada a la puerta;

34y curó a muchos enfermos que tenían mal y expulsó a muchos demonios, y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.

Estructuralmente, nuestro pasaje constituye un equivalente (y un complemento) al pasaje del exorcismo de 1, 21-28, que es el episodio más significativo de esta sección del evangelio. Los temas tratados en 1, 24-34 aparecen así en forma quiástica (siguiendo un modelo ABBA): exorcismo + curación + curación + exorcismos. El conjunto del pasaje muestra cierta unidad, ya que todo sucede en el mismo lugar, es decir, en (o ante) la casa de Pedro.

1, 29-31: El comienzo de nuestro pasaje se encuentra estrechamente vinculado con el anterior. Jesús dejó la sinagoga y va a la casa cercana de Pedro. La sintaxis de la sentencia que describe ese movimiento es bastante tosca, dado que dice que son «ellos» los que van a la casa de Simón y Andrés («fueron»), de manera que podría haberse supuesto que Santiago y Juan estaban incluidos, pero después añade «con Santiago y Juan». La historia que se desarrolla después de la entrada en la casa de Pedro responde al modelo de una narración clásica de curación: 1) Descripción de la enfermedad; 2) Petición para la curación; 3) Contacto de curación; 4) Cumplimiento de la curación; 5) Demostración de la curación.

Se trata de una narración desnuda. Pero incluso ella tendría un significado simbólico para los lectores de Marcos. Agarrar de la mano se utiliza para hablar de Dios, del que se dice que toma la mano de sus elegidos (cf. Is 42, 6; Sal 72 [73], 23). Resulta todavía más significativo el verbo empleado para hablar de Jesús que «levanta» a la mujer. Este mismo verbo, que también significa «resucitar», serviría para recordar la resurrección general de los muertos (cf.12, 26) y más en especial la resurrección de Jesús (cf. 6, 14.16; 14, 28; 16, 7). Según eso, probablemente, Marcos desea vincular el «poder de resurrección» que se manifiesta en los milagros de curación de Jesús con el mismo poder escatológico por el cual Dios resucitará a Jesús después de la muerte.

Las reacciones al contacto curador de Jesús tienen también unas dimensiones simbólicas, vinculadas al conjunto de Marcos. Este dice que «la fiebre dejó» a la mujer, y estas palabras forman un paralelo con la descripción del espíritu impuro que salía del endemoniado unos versículos atrás (1, 26). Aunque Marcos no llega a identificar las curaciones con los exorcismos, las vincula de un modo muy estrecho. Tanto la opresión de los demonios como las aflicciones corporales son distorsiones o barreras que van en contra de la voluntad de Dios y que desaparecen a la llegada de Jesús.

Al otro lado de estas barreras espirituales, el hecho de que la mujer curada «sirva» a Jesús y a sus discípulos constituye una reminiscencia de 1, 13, donde se utiliza el mismo tiempo del mismo verbo para describir la ayuda que los ángeles ofrecen a Jesús mientras es tentado por Satán. El ministerio de la suegra de Pedro es un reflejo del ministerio de los ángeles y un anticipo del ministerio del mismo Jesús (10, 45).

El mundo conceptual presupuesto por nuestro pasaje es, por tanto, el de ciertos textos apocalípticos. Conforme a ese esquema, a un lado está Satán, los demonios y ciertos seres humanos; al otro lado está Dios y Jesús, los ángeles y otros seres humanos. Hay que optar por un lado o por otro. De todas formas, hasta que llegue el tiempo final los demonios pueden perturbar incluso a los que forman parte del lote de Dios.

1, 32-34: El servicio de la mujer a Jesús y a sus compañeros deja ahora paso al servicio de Jesús a favor del pueblo de Cafarnaún. La casa de Pedro viene a presentarse ahora como lugar de curaciones públicas (no ya en privado), cuando los habitantes de Cafarnaún llevan a sus amigos y parientes enfermos al lugar donde está Jesús, para experimentar su contacto curativo. La situación de estas curaciones, cuando el sábado ha terminado, resulta significativa. Por un lado, la reverencia por Jesús no está en contradicción con la piedad judía; por otro, la liturgia judía del final del sábado celebraba la creación del mundo por Dios. Estas asociaciones ofrecen el trasfondo de la visión marcana del acto divino de la recreación escatológica, según la cual Jesús cura y expulsa demonios en la casa de Pedro, al concluir el sábado. Esta dimensión escatológica de la acción de Jesús queda destacada por el énfasis repetido en la universalidad del gesto: todos los enfermos y endemoniados son traídos a la casa donde está Jesús y toda la ciudad está reunida a su puerta.

No solo es significativo el encuadre de nuestro pasaje en el tiempo, sino también en el espacio. La casa de Pedro puede haberse convertido ya en una iglesia doméstica, donde se reúnen los cristianos de Cafarnaún. Para los lectores de Marcos, que celebraban su culto en iglesias domésticas, tanto este pasaje como aquellos que describen a Jesús actuando en casas (cf. 2, 1-2.15; 3, 20, etc.) resultan actuales: así como Jesús manifestó su poder en las casas durante su ministerio público, así se manifiesta él ahora en las casas a través de su presencia en las pequeñas comunidades cristianas. Pueden haber captado también el sentido actual del hecho de que la escena pase de la sinagoga (en 1, 21-28) a la casa, o sea, a la iglesia doméstica (en 1, 29-34). La población se agolpa ante la casa, no ante la sinagoga.

Cuando Marcos describe finalmente las curaciones y los exorcismos de Jesús, añade que Jesús no permitió que los demonios hablaran «porque le conocían». Esta imposición de silencio recuerda la ya vista en 1, 25. Ambas órdenes de silencio cuadran con el marco apocalíptico del evangelio: la de 1, 25 forma parte del gesto de Dios que increpa escatológicamente a los poderes del caos; a su vez, la de 1, 34 está relacionada con el ordenamiento escatológico del tiempo, ya que una revelación prematura de los secretos de Dios hubiera introducido un riesgo de desastre.

A pesar de su conclusión, con su nota de secreto, que está vinculada con un elemento básico de la teología de Marcos, nuestro pasaje en su conjunto ofrece una visión hermosa de Jesús respondiendo al anhelo universal humano de plenitud: no solo unos pocos elegidos, sino toda la ciudad se congrega delante de la casa donde él se encuentra, y Jesús cura a todos ellos (los «muchos… muchos» en 1, 34 no tienen carácter restrictivo, sino que tienen carácter inclusivo de toda la comunidad). Ese mismo aspecto de Jesús que se abre al mundo entero aparecerá en el pasaje siguiente, donde Jesús dice a sus discípulos que él debe dirigirse a las aldeas del entorno, para proclamar también allí la buena noticia, «pues para esto he venido» (1, 38).

Detroit

Título original: Detroit
Intérpretes: Will Poulter, Jack Reynor, John Boyega.
Género: Denuncia social.
Directores: Kathryn Bigelow.
Producción: USA 2017

En el verano de 1967 se produjeron en De- troit unos violentos disturbios de carácter racial. Lo de menos fue el detonante: el desalojo de un club en un barrio de mayoría afroamericana. Las algaradas y enfrentamientos, primero con la policía municipal, y luego con la federal y el ejército, se prologaron varios días con saqueos, incendios y multitud de detenidos.

La película de Bigelow toma como base un hecho puntual de aquellos sucesos, un incidente acaecido en un pequeño motel desde el que –supuestamente– un francotirador disparó a las fuerzas del orden. La búsqueda del autor y de su arma (las detonaciones procedían de una pistola de fogueo) supuso una noche de terror para los allí alojados y tres huéspedes muertos por la patrulla de policía local que se encargó del caso.

El film se centra en las arbitrariedades sádicas de unos policías racistas que aplicaron a sus retenidos un juego de intimidación, brutalidad y desprecio por los afroafricanos. Semejantes abusos policiales, de una violencia intolerable, siguen siendo todavía frecuentes por desgracia en muchos cuerpos policiales de aquel país.

Impresiona, capta y sobrecoge la maestría de Kathryn Bigelow para lograr que sintamos casi el mismo pánico de las víctimas porque los policías son capaces de cualquier salvajada y su conducta es impredecible. La elección del reparto, en el que no figuran estrellas, da todavía más verosimilitud al film.

Hace cincuenta años de aquellos terribles sucesos, pero el supremacismo blanco no es tan sólo la ideología de unos cuantos “chalados” o nostálgicos. Sigue siendo una forma de pensar y actuar que descalifica y estigmatiza a los afroamericanos en EEUU. Baste recordar los todavía recientes disturbios en Charlottesville en los que el mismo presidente terció e hizo un mal tercio.

Evangelii Gaudium – Francisco I

288. Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia. Es también la que conserva cuidadosamente «todas las cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y también es nuestra Señora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás «sin demora» (Lc 1,39). Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización. Le rogamos que con su oración maternal nos ayude para que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos, y haga posible el nacimiento de un mundo nuevo. Es el Resucitado quien nos dice, con una potencia que nos llena de inmensa confianza y de firmísima esperanza: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5). Con María avanzamos confiados hacia esta promesa, y le decimos:

Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.

Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.

Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.

Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.

Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.

Comentario Domingo V de Tiempo Ordinario

Oración

Por tu bondad, Señor y Hermano Jesús:
Concédenos escuchar tu Palabra con el corazón abierto y con nuestro ser entero orientado a Ti.
Haz que nos sea:
– luz en el caminar de nuestra vida,
– fortaleza en la lucha diaria,
– nuestro gozo en los sinsabores de nuestra existencia. AMEN.

 

Mc 1, 29-39

«29Y, de inmediato, saliendo [Jesús y sus discípulos] de la sinagoga, fue a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan.
30La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y de inmediato le hablan de ella.

31Y, acercándose, la levantó cogiéndole de la mano. Y le dejó la fiebre y les servía.

32Al atardecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. 33Y estaba la ciudad entera agolpada a la puerta.
34Y curó a muchos enfermos que tenían diversos males y expulsó muchos demonios, y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.

35De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar desértico y allí se puso a orar.
36Y fueron a buscarle Simón y sus compañeros y, 37al encontrarlo, le dicen: “Todos te buscan”.

38Y les dice: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para proclamar también allí, porque para eso he salido.
39Y fue por Galilea entera, proclamando en sus sinagogas y expulsando los demonios».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

El evangelio de este domingo es continuación del evangelio del domingo pasado. Jesús, después de sanar a un endemoniado en la sinagoga de Cafarnaún (1,21-28), continúa haciendo presente la nueva realidad de la soberanía salvadora de Dios. La fiebre de la suegra de Simón, todo tipo de enfermedades y los demonios (= espíritus inmundos) salen derrotados tras el encuentro con Jesús. La narración continuará con la curación de un leproso, episodio con el que termina el capítulo 1o del evangelio de Marcos, narrado de forma trepidante y con gran incidencia de las curaciones de Jesús.

 

TEXTO

Está formado por tres pequeñas unidades textuales (perícopas): 1) La curación de la suegra de Simón; 2) Un sumario o resumen de actividad de Jesús, de curaciones y exorcismos; 3) Un (des)encuentro de Jesús y sus primeros discípulos. Cada perícopa tiene su peculiaridad. En la primera, la curación de la suegra de Simón, aparece un gesto típico de Jesús: tomar de la mano y levantar. Jesús capacita a las personas para vivir cabalmente, enteramente, su proyecto vital; y, en esta ocasión, es servir (una característica esencial del discipulado en Mc). En la segunda, en la que continúa la confrontación entre la fuerza de Dios transmitida por Jesús y las fuerzas demoníacas, abocadas al fracaso, hay un elemento perturbador: le llevan todos los enfermos y endemoniados, pero Jesús sana a muchos. Un elemento que se presenta más explícito en la tercera, en la que los discípulos quieren marcar la ‘agenda’ de Jesús, y él se resiste (‘todos te buscan’ =/= ‘vámonos a otra parte’). Adelantar la identidad de Jesús (como hacen los demonios) o marcar la agenda de Jesús (como hacen los discípulos) son una manera de atrapar a Jesús en nuestros intereses, lo cual es combatido enérgicamente en el evangelio de Marcos, donde Jesús, maestro y señor, siempre va por delante, marcando el camino.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Los escenarios: la proclamación de la soberanía de Dios no se limita a los espacios sagrados (sinagoga), sino que se extiende a los ámbitos naturales donde está la gente (casa). Nuestro seguimiento de Jesús tiene que abarcar todos los espacios en los que nos movemos. ¿Es así?

• Los verbos de movimiento: Jesús no para en su misión de hacer presente la nueva realidad salvadora de la soberanía de Dios (cf. Sal 97: “Dios reina, la tierra goza”). En su continuo ‘ir y venir’ hay una llamada a nuestro empeño por llevar la presencia salvadora de Dios siempre y en todos los sitios.

• La insistencia en las actividades de Jesús: proclamar, curar, expulsar demonios: hacer presente la soberanía de Dios, sanar por fuera y por dentro a las personas. ¿Son así nuestras actividades ‘comunes’? Notad que si recomenzamos a leer el evangelio desde el versículo 21, veremos que, desde 1,21 a 1,39, final del evangelio de hoy, se nos narra “un día cualquiera” de Jesús, que se conoce como “la jornada de Cafarnaún”. ¿Qué tiene que ver con “un día cualquiera de nuestra vida”? ¿Qué podríamos hacer para que se parecieran más?

• Las oposiciones que se insinúan (o más que eso) en el evangelio (‘todos-muchos’; ‘te buscan-vamos a otra parte’) preparan el terreno para el desarrollo dramático del evangelio y crean en el lector una tensión narrativa que le pide seguir adelante en su lectura. Indican que siempre corremos el peligro de utilizar a Jesús, cuando realmente él tiene que ser el Señor de nuestras vidas.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo V del Tiempo Ordinario

V Domingo Tiempo Ordinario
2 de Febrero de 2018

Malaquías 3, 1-4; Salmo 24, 7.8.9.10; Hebreos 2, 14-18; Lucas 2, 22-32

La Presentación del Señor

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones. Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en el moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: “Señor ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; Luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel. “

Reflexión

Imagínate la escena. ¿Cómo se siente Simeón? ¿Cómo se siente María? Jesús era un niño como tú y vino a traer la luz. La luz va contra la oscuridad de las mentiras y de todo lo que la gente desea esconder. ¿Hay oscuridad cerca de ti? ¿Te cuesta a veces decir la verdad? ¿Cómo puedes llevar la luz a otras personas?

Actividad

Hacer una lista de las cosas que pueden hacer para traer luz al mundo. Entregar una vela de cartulina a cada niño. Que ellos pinten su compromiso de ser luz. Presentarlos al Señor.

Oración

Señor, Tú nos pides que seamos luz,
respetando la dignidad de toda persona,
ya que tú fuiste uno de nosotros. Tú nos pides
que seamos luz donde existe la oscuridad del odio, la envidia y la tristeza. Haznos luz para que todos puedan ver tu sonrisa de amor. Amen

Canciónes: “Jesús es la Luz” (CD, Jesús yo Creo en Ti, Teresa Bas Mayo)
“Esta Lucecita”, Manuel Bonilla,
 https://youtu.be/Fa_ZBs7U1Dc

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo V de Tiempo Ordinario

San Marcos nos presenta una jornada cotidiana de Jesús: va al templo, visita a sus amigos, les ayuda en sus problemas, predica la Palabra de Dios, cura enfermos y vuelve a iniciar un nuevo día muy temprano por la madrugada, poniéndose en un lugar solitario a orar. Las jornadas de Cristo fueron de mucho tiempo, pues sabía que tenía poco tiempo para cumplir su misión, llevar la Buena Nueva al mundo. Por eso, cuando Simón interrumpe su oración diciéndole que todos le buscan, Cristo no se resiste y con total disposición responde: «Vamos (…), pues para eso he venido».

Una persona que sabe que sus responsabilidades y todo lo que hace es una forma de amar a Dino y a los que le rodean, no le teme al trabajo y lo hace con entusiasmo y alegría, sobreponiéndose a flojeras, miedos o fracasos.

En cambio, cuando no le damos este sentido a nuestro trabajo, y sólo los vemos como una pesada carta que otros nos impusieron, todo nos parece difícil, abrumador y desalentador.

jesús, siendo hombre, seguramente también se vio en la tentación de facilitarse la vida, pero con la fuerza del Espíritu Santo, obtenida a través de la oración, tomaba energías para nunca claudicar. Cristo hablaba todos los días con nuestro Padre eterno ofreciéndole sus trabajos, sus esfuerzos y pidiéndole ayuda para cumplirlos con perfección y amor.

¿Cumplo mis responsabilidades con amor y disposición, por amor a Dios y a los que me rodean?

Comentario al evangelio – 31 de enero

El evangelio de hoy aplica a Jesús una de las leyes elementales del crecimiento humano y espiritual de cualquier persona que persigue su madurez: Por su dinámica propia la libertad exige una dosis de autoafirmación que en ocasiones se hace valer con formas tajantes y ásperas. Jesús jamás se mostró como un pelele al que pudieran manipular los demás, ni siquiera sus más allegados familiares, incluida su buena Madre.

El episodio que recoge el evangelio de hoy viene referido a una de las visitas que Jesús hizo a su pueblo natal tras haberse emancipado de su familia y haber ya iniciado su vida itinerante y misionera. Su ya notable fama de sabio y de milagrero suscita gran expectación en Nazaret. Todos le esperan con curiosidad.

Tal vez, en el fondo sus paisanos deseaban ser testigos en primicias de una enseñanza inédita de aquel joven sabio o de algún milagro portentoso. Nadie quería privarse de tal espectáculo. O posiblemente, alguno de sus paisanos, pensaría hacer negocio redondo  con este afamado hijo del pueblo, convirtiendo la aldea en un centro de turismo religioso y sanitario. 

El caso es que Jesús defrauda a sus paisanos. Lo hace sin contemplaciones. Como nos defrauda también en tantas ocasiones a todos nosotros cuando buscamos tenerle bajo nuestro control y  hacer de la fe o del seguimiento un negocio rentable a nuestro favor o un venero de gratificaciones o de ventajas.

¿Podremos reconocer alguna lección para nosotros? El texto insinúa al menos éstas:

Es dinámica sana y saludable el experimentar el desgarro y la separación del propio ambiente y de las figuras afectivas que nos han acompañado en una etapa de la vida. Para crecer hay que cortar en un cierto momento. Jesús fue Hijo “ex-patriándose” del Abbá; y fue hermano nuestro distanciándose de su familia. Eso no es una grosera rebeldía, es una ley de crecimiento.

Estamos amenazados por la tentación permanente de querer convertir la religión en espectáculo, apoyándola en milagros, en exaltaciones deslumbrantes, en impresionantes movidas, en emociones de vértigo… La fe se autentifica como verdadera cuando viene envuelta de pobreza, discreción, normalidad y sencillez. Es de una altísima madurez cristiana el ver a Dios en las cosas ordinarias, aquellas precisamente que con frecuencia nos resultan cansinas y rutinarias.

Hay veces en las que, para seguir la voluntad de Dios, debemos defraudar y hacer sufrir a los más cercanos y queridos. La docilidad infantil huele a chamusquina. Todos hemos dicho o hemos oído que hay muchas veces en la vida en las que tenemos que decir “no”. Eso, aunque nuestra autoimagen lo acuse y resienta, es robustez de espíritu. Es una forma no popular de imitar a Jesús.