Vísperas – Miércoles V de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: HORA DE LA TARDE.

Hora de la tarde,
fin de las labores.
Amo de las viñas,
paga los trabajos
de tus viñadores.

Al romper el día
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.

Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.

Das al de la tarde
lo que al mañanero.
Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.

A lo que sembramos
dale crecimiento.
Tú que eres la viña,
cuida los sarmientos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Salmo 26 I – CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Ant 2. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.

Salmo 26 II

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.

Ant 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

LECTURA BREVE   St 1, 22. 25

Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla.

RESPONSORIO BREVE

V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

V. No arrebates mi alma con los pecadores.
R. Ten misericordia de mí.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Oremos, hermanos, a Dios Padre, que en su amor nos mira como hijos, y digámosle:

Muéstranos, Señor, la abundancia de tu amor.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: guárdala de todo mal
y haz que crezca en tu amor.

Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como al único Dios verdadero,
y a Jesucristo como al Salvador que tú has enviado.

A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes
y que tu bondad les dé la vida eterna.

Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: alivia sus dificultades
y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

En tu misericordia acoge a los que hoy han muerto
y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común:

Padre nuestro…

ORACION

Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú que eres siempre inmutable, da firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 7 de febrero

Lectio: Miércoles, 7 Febrero, 2018
1) Oración
Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.
 
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos 7,14-23

Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» -así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»
 
3) Reflexión
• El Evangelio de hoy es la continuación del asunto que meditamos ayer. Jesús ayuda a la gente y a los discípulos a entender mejor el significado que la pureza tiene ante Dios. Desde siglos, para no volverse impuros, los judíos observaban muchas normas y costumbres relacionadas con comida, bebida, ropa, higiene del cuerpo, lavado de los vasos, contacto con personas de otra religión y raza, etc. (Mc 7,3-4) No tenían permiso para entrar en contacto con los paganos y para comer con ellos. En los años 70, época de Marcos, algunos judíos convertidos decían: “Ahora que somos cristianos tenemos que abandonar estas costumbres antiguas que nos separan de los paganos convertidos.” Pero otros pensaban que debían continuar a observar estas leyes de la pureza (Cf. Col 2,16.20-22). La actitud de Jesús, descrita en el evangelio de hoy, nos ayuda a superar el problema.

• Marcos 7,14-16: Jesús abre un nuevo sendero para que la gente se acerque a Dios. Dice a la multitud: “¡Todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle!” (Mc 7,15). Jesús invierte las cosas: lo impuro no viene de fuera para dentro, como enseñaban los doctores de la ley, sino de dentro para fuera. De este modo, nadie más precisa preguntarse si esta o aquella comida o bebida es pura o impura. Jesús coloca lo puro y lo impuro a otro nivel, a nivel del comportamiento ético. Abre un nuevo sendero para llegar hasta Dios y, así, realiza el deseo más profundo de la gente.
• Marcos 7,17-23: En casa m casa, los discípulos piden explicación. Los discípulos no entendieron bien lo que Jesús quería decir con aquella afirmación. Cuando llegaron a casa pidieron una explicación. A Jesús le extraño la pregunta de los discípulos. Pensaba que habían entendido la parábola. En la explicación a los discípulos va hasta el fondo de la cuestión de la pureza. ¡Declara puros todos os alimentos! Es decir: ningún alimento que entra en el ser humano puedo volverlo impuro, pues no va hasta el corazón, sino que va al estómago y termina de nuevo fuera del ser humano. Sino que lo que vuelve impuro, dice Jesús, es aquello que sale del corazón para envenenar la relación humana. Y enumera: prostitución, robo, asesinato, adulterio, ambición, etc. Así, de muchas maneras, por la palabra, por la convivencia, Jesús fue ayudando a las personas a ver y a conseguir la pureza de otra manera. Por la palabra, purificaba a los leprosos (Mc 1,40-44), expulsaba a los espíritus impuros (Mc 1,26.39; 3,15.22 etc.), y vencía la muerte que era fuente de toda impureza. Gracias a Jesús que la toca, la mujer excluida como impura queda curada (Mc 5,25-34). Sin miedo a ser contaminado, Jesús come junto con las personas consideradas impuras (Mc 2,15-17).
• Las leyes de la pureza en el tiempo de Jesús. La gente de aquella época se preocupaba mucho por la pureza. La ley y las normas de la pureza indicaban las condiciones necesarias para que alguien pudiera presentarse ante Dios y sentirse en su presencia. No era posible presentarse ante Dios de cualquier manera. Pues Dios es Santo. La Ley decía: “¡Sed santos, porque yo soy santo!” (Lv 19,2). Los impuros no podían llegar cerca de Dios para recibir de él la bendición prometida a Abrahán. La ley de lo que es puro e impuro (Lv 11 a 16) se escribió después del cautiverio en Babilonia, unos 800 años después del Éxodo, pero tenía sus raíces en la mentalidad y en las antiguas costumbres del pueblo de la Biblia. Una visión religiosa y mítica del mundo llevaba a la gente a apreciar cosas, animales y a las personas, desde la categoría de la pureza (Gn 7,2; Dt 14,13-21; Nm 12,10-15; Dt 24,8-9).
En el contexto de la dominación persa, siglos V y IV antes de Cristo, ante la dificultad de reconstruir el templo de Jerusalén y para la supervivencia del clero, los sacerdotes que estaban en el gobierno del pueblo de la Biblia ampliaron las leyes de la pureza y la obligación de ofrecer sacrificios de purificación por el pecado. Así, después del parto (Lv 12,1-8), de la menstruación (Lv 15,19-24) o de la cura de una hemorragia (Lv 15,25-30), las mujeres debían ofrecer sacrificios para recuperar la pureza. Los leprosos (Lv 13) o quienes entraban en contacto con cosas y animales impuros (Lv 5,1-13) también debían ofrecer sacrificios. Una parte de estas ofrendas quedaba para los sacerdotes (Lv 5,13). En el tiempo de Jesús, tocar un leproso, comer con un publicano, comer sin lavarse las manos, y tantas otras actividades, etc.: todo esto volvía impura a la persona, y cualquier contacto con esta persona contaminaba a los demás. Por esto, las personas “impuras” debían ser evitadas. La gente vivía con miedo, amenazada siempre por tantas cosas impuras que amenazaban su vida. Estaba obligada a vivir desconfiando de todo y de todos. Ahora, de repente, ¡todo cambia! A través de la fe en Jesús, era posible conseguir la pureza y sentirse bien ante Dios, sin que fuera necesario observar todas aquellas leyes y normas de la “Tradición de los Antiguos”. ¡Fue una liberación! ¡La Buena Nueva anunciada por Jesús sacó a la gente de la defensiva, del miedo, y le devolvió las ganas de vivir, la alegría de ser hijo y hija de Dios, sin miedo a ser feliz!
 
4) Para la relación personal
• En tu vida, ¿hay costumbres que consideras sagrados y otros que consideras no sagrados? ¿Cuáles? ¿Por qué?

• En nombre de la Tradición de los Antiguos, los fariseos olvidaban el Mandamiento de Dios. Esto ¿acontece hoy? ¿Dónde y cuándo? ¿También en mi vida?
 
5) Oración final
La salvación del honrado viene de Yahvé,

él es su refugio en tiempo de angustia;
Yahvé lo ayuda y lo libera,
él lo libra del malvado,
lo salva porque se acoge a él. (Sal 37,39-40)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 1, 35-39

35Y de madrugada, cuando era todavía muy de noche, levantándose, salió y fue a un lugar desierto y allí oraba.

36Y Simón y los que estaban con él le persiguieron 37y le encontraron, y le dicen: “Todos te buscan”.

38Y les dice: “Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que proclame también allí, porque para esto he salido”.

39Y fue proclamando en sus sinagogas por toda Galilea y expulsando los demonios.

El secreto implicado en la prohibición que Jesús impone a los poderes demoníacos en 1, 34 queda reforzado al comienzo de nuestro pasaje, donde Jesús se esconde incluso de sus propios discípulos. Pero al final del pasaje viene a desplegarse de nuevo la dialéctica marcana entre ocultamiento y revelación, pues Jesús cumple su intención de proclamar la buena noticia de Dios a lo largo de Galilea.

Nuestra historia sirve para redondear los temas del «día de Cafarnaún», que contiene la historia fundacional de la Iglesia de Cafarnaún. Los versículos 1, 35-39 constituirían una conclusión adecuada.

Por su forma, este pasaje es una historia centrada y culminada en un dicho; todo en ella dirige al dicho de Jesús en 1, 38, donde él revela la razón por la que «ha salido».

1, 35-39: Se podría esperar que, tras su día y su noche de extenuante actividad en Cafarnaún (cf. 1, 21-34), Jesús habría deseado dormir hasta tarde; en contra de eso, él se levanta temprano la mañana siguiente y sale para orar en un lugar apartado, sin despertar a sus discípulos (1, 35). Esta es una conducta típica de los carismáticos bíblicos, que van a donde el Espíritu les dirige sin ni siquiera despedirse (cf. 1Re 18, 12; 2Re 2, 16; Hch 8, 39-40). Es otro signo de que Jesús actúa bajo la dirección de un poder sobrehumano y no tiene por qué dar cuentas a los hombres (cf. 1, 22.27; 11, 27-33).

Sus discípulos, sin embargo, se alarman cuando descubren su ausencia. Hay algo chocante en ese gesto de desesperación de los discípulos al perseguirle, como lo expresa el verbo utilizado en 1, 36. Un rasgo semejante aparecen en la historia de la resurrección en Lc 24, 28-31, en la que dos discípulos piden al Señor resucitado que permanezca con ellos; sin embargo, como en nuestra historia, Jesús desaparece de su vista. Para Marcos, Jesús es por naturaleza alguien elusivo. Sin embargo, como muestra la continuación de la historia, él puede ser encontrado por la gente que le persigue de un modo sincero. De todas formas, al mismo tiempo, el matiz negativo de «persiguieron» está evocando quizá la fricción que vendrá a producirse entre los discípulos y Jesús.

Cuando los discípulos encuentran, por fin, a Jesús le dicen que todos le están buscando (1, 37) –otro signo del profundo anhelo que él ha suscitado en la población de Cafarnaún-. Sin embargo, Jesús muestra de nuevo su autoridad y su independencia respecto a las expectativas humanas, negándose a volver al escenario de su triunfo anterior. En vez de eso, él insiste en ir a predicar también en las ciudades vecinas: «pues para eso he venido» (literalmente «he salido») (1, 38). Esta afirmación constituye el clímax del pasaje. Esta palabra ha de entenderse dentro de un grupo importante de dichos marcanos sobre la «venida» de Jesús (1, 24; 1, 28; 2, 17 y 10, 45). Resulta específicamente significativo el hehco de que Jesús vincule su «salida« con su intención de proclamar. Esto le hace semejante al profeta Amós, que emerge de la oscuridad a la luz pública para proclamar el mensaje de Dios (Am 7, 14-15) y le asemeja también con algunas figuras judías posteriores, tales como Flavio Josefo, y con algunas figuras sobrehumanas de la literatura antigua como Hermes. Según eso, en 1, 38, Marcos está aplicando a Jesús un tipo de lenguaje que utilizaban los enviados divinos en el mundo antiguo. La palabra «he salido» tiene además otro matiz que está apoyado con gran fuerza por el contexto Marcano, y es el matiz militar. Según la conclusión de este pasaje, Jesús viene a Galilea no solo proclamando, sino también continuando su «guerra» en contra de los poderes demoníacos. Marcos pone de relieve la estrecha conexión que existe entre los exorcismos y la proclamación del evangelio. El evangelio proclama, según Marcos, la venida escatológica de Dios y esa venida implica la destrucción de los poderes perversos que han usurpado el justo dominio de Dios sobre el mundo (cf. 1, 12-15). Por eso, es significativo el hecho de que uno de los matices de «salir», dese los tiempos clásicos, sea el de «venir para la batalla».

Jesús no sólo anuncia su intención de llevar esta guerra a las ciudades del entorno, sino que además involucra a sus discípulos en su plan: «vayamos». La conclusión del pasaje (1, 39) cumple e incluso desborda el plan que había anunciado Jesús en 1, 38, al decir que quería extender su ministerios a «las ciudades del entorno». Ahora se informa de que fue «por toda la región de Galilea» (1, 39). Es toda la región la que ahora experimenta el poder de las palabras y las acciones de Jesús. Más aún, la extensión geográfica de la influencia de Jesús está comenzando a igualarse ahora con la de Juan Bautista (cf. 1, 5: «por toda la región de Judea»). En el próximo pasaje, esa influencia de Jesús se extenderá todavía de una manera más amplia, después que una notable curación transforme a un hombre sufriente, haciéndole no solo servidor (cf. 1, 31), sino también un predicador de Jesús.

La violencia en el deporte base

“LA VIOLENCIA ES UNA DEBILIDAD” (Jean Jaures)

En mis años de experiencia como entrenador, he podido ver casos en los que el corazón se me encogía con situaciones de frustración de chavales por la reacción de entrenador y padres. Voy a relatar dos de los que más me impactaron.

El primero, Andrés, de 11 años, en un partido de categoría alevín. La verdad es que era un partido importante para su clasi cación y conseguir la preciada medalla en dicho campeonato suponía el reconocimiento de sus compañeros, entrenador y familia.

Mucha presión para un chico tan joven. El partido fue muy disputado y la balanza se inclinó hacia el otro equipo por un fallo cometido por Andrés, punto que le llevó a un nivel de frustración tal que hizo que el chaval rompiese a llorar, cosa que, en cierto modo, podía ser normal por los nervios del momento, pero lo que hizo que me encogiera del todo fue la reacción de su entrenador, que, lejos de apoyarle y consolarle, le increpó y le pidió explicaciones de su fallo. Y, al ver la reacción del entrenador, sus propios compañeros le decían que habían perdido por su culpa… Andrés fue a refugiarse en sí mismo sin encontrar apoyo en nadie más que un amigo que fue a verle jugar. Mi sorpresa fue grande cuando la actitud de su amigo fue el punto de inflexión en el que la familia de Andrés comprendió que el comportamiento no era el correcto y lo que necesitaba él en ese momento era asumir su error con su ayuda.

“NO TE PREOCUPES POR QUE TUS HIJOS NO TE ESCUCHEN, TE OBSERVAN TODO EL DIA” (Madre Teresa de Calcuta)

Otro de esos casos fue el de otro chico llamado Luis de categoría alevín que, en otro partido no tan importante como el anterior pero sí con un marcador apretado, me hizo re exionar mucho porque, a la presión excesiva abonada por el entrenador/ padre del chico, unida a la falta de educación que era patente en cada gesto, creó una situación insostenible. Cada vez que Luis marcaba, se encaraba con los padres del equipo contrario, y si eso no fuera suficiente, sibilinamente iba increpando a los jugadores del equipo contrario. Éstos avisaron a su entrenador, que lo puso en conocimiento del entrenador de Luis, el cual no puso freno al comportamiento del chico, viéndose obligado el entrenador contrario a notificar dicha actitud al árbitro. La reacción de Luis fue la de insultarle, por lo cual le mandó al banquillo sin poder terminar el partido, con las consecuencia que eso trajo para el equipo. Lo positivo de esta situación fue la actuación del árbitro, que dio una gran lección al saber leer la situación, y se acercó a Luis al terminar el partido felicitándole por su juego, pero haciéndole ver que su comportamiento iba a ensuciar su trayectoria deportiva, lo cual dejó boquiabierto al entrenador/padre de Luis, que quedó avergonzado por su comportamiento en el partido.

“BIENAVENTURADOS LOS PACIENTES QUE DE ELLOS SERÁ EL REINO DE LOS CIELOS” (Mt 5,4)

REFLEXION:

Quiero hacer hincapié en el papel fundamental de la familia así como el de los entrenadores para crear un ambiente relajado y pací co donde, sin perder el espíritu de la competición, se pueda disfrutar de los éxitos así como aprender de las derrotas, las cuales también nos hacen ser mejores, y poder, de esta manera, disfrutar todos del deporte como lo que es: una actividad donde poder esforzarse y alcanzar nuevas metas tanto individuales como en equipo pero siempre con una sonrisa en la boca y una palmadita en la espalda de apoyo.

INTERROGANTES:

• ¿Le damos el sentido correcto a la palabra equipo?
• ¿Seremos capaces de transmitir el “Fair Play” en nuestros ámbitos más cercanos y con esto hacerlo llegar a todos los chavales y crear una sociedad más feliz consigo misma a través del deporte?
• ¿Podremos enseñar que no hay que ganar por ganar y por encima de todo?
• ¿Podremos hacer ver que la primera victoria es el respeto al compañero que está enfrente?
• ¿Seremos capaces de no proyectar nuestras frustraciones del pasado en el presente de los chavales?

Jorge Muro

Spe Salvi – Benedicto XVI

7. Debemos volver una vez más al Nuevo Testamento. En el capítulo undécimo de la Carta a los Hebreos (v. 1) se encuentra una especie de definición de la fe que une estrechamente esta virtud con la esperanza. Desde la Reforma, se ha entablado entre los exegetas una discusión sobre la palabra central de esta frase, y en la cual parece que hoy se abre un camino hacia una interpretación común. Dejo por el momento sin traducir esta palabra central. La frase dice así: « La fe es hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve ». Para los Padres y para los teólogos de la Edad Media estaba claro que la palabra griega hypostasis se traducía al latín con el término substantia. Por tanto, la traducción latina del texto elaborada en la Iglesia antigua, dice así: « Est autem fides sperandarum substantia rerum, argumentum non apparentium», la fe es la « sustancia » de lo que se espera; prueba de lo que no se ve. Tomás de Aquino[4], usando la terminología de la tradición filosófica en la que se hallaba, explica esto de la siguiente manera: la fe es un habitus, es decir, una constante disposición del ánimo, gracias a la cual comienza en nosotros la vida eterna y la razón se siente inclinada a aceptar lo que ella misma no ve. Así pues, el concepto de « sustancia » queda modificado en el sentido de que por la fe, de manera incipiente, podríamos decir « en germen » –por tanto según la « sustancia »– ya están presentes en nosotros las realidades que se esperan: el todo, la vida verdadera. Y precisamente porque la realidad misma ya está presente, esta presencia de lo que vendrá genera también certeza: esta « realidad » que ha de venir no es visible aún en el mundo externo (no « aparece »), pero debido a que, como realidad inicial y dinámica, la llevamos dentro de nosotros, nace ya ahora una cierta percepción de la misma. A Lutero, que no tenía mucha simpatía por la Carta a los Hebreos en sí misma, el concepto de « sustancia » no le decía nada en el contexto de su concepción de la fe. Por eso entendió el término hipóstasis/sustancia no en sentido objetivo (de realidad presente en nosotros), sino en el sentido subjetivo, como expresión de una actitud interior y, por consiguiente, tuvo que comprender naturalmente también el término argumentum como una disposición del sujeto. Esta interpretación se ha difundido también en la exégesis católica en el siglo XX –al menos en Alemania– de tal manera que la traducción ecuménica del Nuevo Testamento en alemán, aprobada por los Obispos, dice: « Glaube aber ist: Feststehen in dem, was man erhofft, Überzeugtsein von dem, was man nicht sieht » (fe es: estar firmes en lo que se espera, estar convencidos de lo que no se ve). En sí mismo, esto no es erróneo, pero no es el sentido del texto, porque el término griego usado (elenchos) no tiene el valor subjetivo de « convicción », sino el significado objetivo de « prueba ». Por eso, la exegesis protestante reciente ha llegado con razón a un convencimiento diferente: « Ahora ya no se puede poner en duda que esta interpretación protestante, que se ha hecho clásica, es insostenible »[5]. La fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir, y que está todavía totalmente ausente; la fe nos da algo. Nos da ya ahora algo de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una « prueba » de lo que aún no se ve. Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro « todavía-no ». El hecho de que este futuro exista cambia el presente; el presente está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras.


[4] Summa Theologiae, II-II, q. 4, a. 1.

[5] H. Köster: ThWNT VIII (1969), 585.

Comentario Domingo VI de Tiempo Ordinario

Oración

Señor y Hermano Jesús:
Tú dijiste que “tu Padre nos enviaría en tu nombre el Espíritu Santo y que Él nos recordaría lo que nos enseñaste y nos los explicaría todo”.
Tú conoces la pobreza y la aridez de nuestro corazón.
Te pedimos que tu Espíritu nos lo refresque, nos lo ilumine, nos haga entender tu Evangelio.
Nos lleve sobre todo a fiarnos de Ti y de tu Padre, a seguirte en fe confiada y amorosa, y a poner nuestro grano de arena para construir paz y vida en nuestro entorno.

AMEN, ASI SEA.

 

Mc 1, 40-45

«40Y acude a él un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: “Si quieres, puedes limpiarme”.
41Y, compadecido*, extendiendo su mano, le tocó y le dice: “Quiero, queda limpio”.

42Y, al instante, se fue de él la lepra y quedó limpio.

43Y le despidió al instante, prohibiéndole severamente: 44“Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio”.

45Pero él, así que se fue, se puso a proclamar todo y a divulgar la noticia, de modo que [Jesús] ya no podía presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares desiertos.
Y acudían a él de todas partes».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

Prosigue la narración evangélica. Este evangelio es la continuación del que leíamos el domingo pasado. Jesús continúa haciendo presente la nueva realidad de la soberanía de Dios. En las partes anteriores a este relato del leproso, Jesús inicia su misión por medio de la proclamación de la Buena Nueva de Dios (1,14). Él proclama el Reino de Dios, no sólo a través de palabras, en la enseñanza (1,21), sino también a través de obras: curación de enfermos y expulsión de demonios (1,29-35). A la curación del leproso seguirá la curación del paralítico (2,1-12) y la llamada a Leví (2,13-14).

Para comprender mejor el relato, es preciso conocer la situación de los leprosos en tiempo de Jesús. Según la concepción judía, el leproso era impuro por su enfermedad. Desde el punto de vista religioso, este hecho lo excluía del acceso a Dios y, en consecuencia, del pueblo elegido (cf. Lv 13,45ss). Era, además, transmisor de impureza, lo mismo a personas que a objetos. La lepra era “la hija primogénita de la muerte” (Job 18,3). El leproso quedaba fuera de la sociedad, temerosa de verse físicamente contagiada y religiosamente contaminada. Estaba obligado a avisar a gritos de su estado de impureza, para que nadie se acercase a él, y tenía que vivir en descampado. Era un maldito, un castigado por Dios y, por ende, por todos.

 

TEXTO

El evangelio de hoy es un díptico. En la primera parte (vv. 40-42) se nos narra la limpieza del leproso en tres pasos: la solicitud del leproso (v. 40), la acción de Jesús, en la que vuelve a aparecer la mano de Jesús, como en el evangelio anterior (v. 41), y la consecuencia de la acción de Jesús: el leproso queda limpio de la lepra (v. 42). En la segunda parte (vv. 43-45), también nos encontramos con una estructura ternaria: las indicaciones de Jesús (vv. 43-44), la reacción, ostensiblemente desobediente, del ya sanado (v. 45a) y la reacción de la gente (v. 45b). El texto está enmarcado por la inclusión “acudir a él” (vv. 40 y 45) y el adverbio “de inmediato” (eythys), tan característico de la primera parte de Mc, ejerce de fina conexión entre las dos partes. El tema de la limpieza o purificación es el central en el relato.

*Una variante de manuscritos muy importantes cambia “compadecido” por “encolerizado”.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• La actitud humilde del leproso, con una súplica que manifiesta únicamente su absoluta confianza en el poder de Jesús. Es un modelo para nuestro acercamiento a Jesús.

• El gesto de “tocar”, entrar en contacto físico con el leproso, que estaba prohibido por la Ley, niega que Dios excluya de su favor al leproso. Jesús “tocar” lo intocable (la Ley) y al intocable (el leproso); el leproso, al acercarse a Jesús, viola la Ley, y Jesús, al tocarle, también. La Ley, al imponer la marginación, no expresa el ser ni la voluntad de Dios. ¿Qué mensaje nos comunica el evangelio y qué consecuencias para nuestra vida creyente?

• La contradicción entre el silencio impuesto y el testimonio del leproso. La prohibición de hablar puede deberse al llamado “secreto mesiánico”, el propósito de Jesús de mantener oculto su mesianismo hasta no llegar a conocerse y asumir todo su recorrido; pero la experiencia del amor de Dios, del que pensaba estar excluido, y la libertad adquirida, causan en el hombre una alegría incontenible que tiene que proclamar. ¿Es así de expansiva nuestra experiencia creyente?

• El que elimina la lepra, el que saca de la marginación, se convierte en un “marginado” para la religión y la sociedad. Jesús tiene que quedarse fuera (adverbio de gran significado religioso), en lugar desértico, como antes le pasaba al leproso. ¿Nos dice algo?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo VI del Tiempo Ordinario

Sexto Domingo Tiempo Ordinario
11 de Febrero de 2018

Levítico 13, 1-2.44-46; Salmo 32, 1-2.5.11; 1Cor 10, 31-11:1; Marcos 1, 40-45

Jesús Sana a un Leproso

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: ¡Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”. Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, adonde acudían a él de todas partes.

Reflexión

Jesús se acerca a quienes los demás rechazan. ¿Hay alguien en tu escuela o tu barrio que tenga alguna deformación o enfermedad y a ti te dé repugnancia o miedo? ¿Rechazas tú a alguien? El leproso fue a contarles a todos lo que Jesús había hecho por él. ¿Cuándo tú has recibido un favor, muestras agradecimiento?

Actividad

Traten de actuar el evangelio. Luego represéntala con personajes de esta época ¿Quiénes se quedan fuera por sus limitaciones? ¿Como invitamos a esas personas que regresen al grupo? Esta semana trata de incluir una persona que ha sido rechazada.

Oración

Señor, en tu gran compasión no rechazas a nadie. Enséñanos a ver a todos como hijos amados tuyo para no separar a nadie de la comunidad. Te damos gracias por tu gran compasión de nosotros. Danos la alegría de tu salvación para que podamos anunciarla a los demás. Amén.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo VI de Tiempo Ordinario

En los tiempos de Jesús, la lepra era considerada impura, como toda enfermedad de la piel. Cualquier persona que descubría que estaba infectada por esta enfermedad, debía presentarse ante el sacerdote y no podía acercase a ninguna persona sin antes gritar: «¡Impuro, impuro!» Lo que las leyes judías estaban tratando de hacer, era proteger al pueblo del contagio, pero para conseguirlo, obligaban a los leprosos a vivir de una manera inhumana: aislados y sin las condiciones mínimas de higiene y alimentación.

Pero Jesús, que es toda bondad y comprensión, no sólo deja que el leproso se acerque a él, sino que además, lo toca, y compadeciéndose de él, ¡lo cura!

Jesús nos enseña que para amar, se requiere saber ponerse en los zapatos de los demás. Es decir, ser capaces de compadecerse, de hacer propio el dolor ajeno, y así, poder entenderlo. Después, con valentía, vencer cualquier obstáculo que nos impida acercarnos y ayudar a quien lo necesita.

A nuestro alrededor siempre hay personas que nos necesitan, aunque a veces no las vemos por las prisas, las ocupaciones y las preocupaciones que nos vuelven insensibles y egoístas. A veces no nos acercamos a ellas porque no nos caen bien, porque no son como nosotros o porque nos han ofendido. Algunas necesitan de nuestra ayuda material, pero otras, necesitan nuestro cariño, nuestra ternura, nuestro respeto, nuestro perdón, nuestras palabras de aliento, nuestra aceptación…

No dejemos que el miedo, la soberbia, el orgullo, la pereza, el rencor, la envidia… detengan nuestras buenas intenciones y enfríen el amor de Dios que actúa dentro de nosotros. Pidamos su inspiración para vencer los obstáculos que nos impiden amar.

¿Quién está a mi alrededor esperando a que venza mis miedos, mis rencores y mis egoísmos para poder acercarme?

Comentario al evangelio (7 de febrero)

Jesús ha comenzado su enseñanza diciendo: “Escuchadme y entended”. Escuchar es el gran mandato de la religión judía: “Escucha, Israel…” Sólo desde la escucha se entiende y comprende el mensaje de Jesús, porque con los oídos oímos pero con el corazón escuchamos y entendemos. Del corazón brotan las buenas o malas opciones. El corazón es la fuente del bien y del mal. Jesús afirma “nada de lo que entra en el hombre puede mancharlo. Lo que sale de dentro es lo que contamina al hombre”. Siempre hemos oído que Dios mira el corazón y lo escudriña, y que comprende las intenciones más íntimas que motivan nuestras decisiones. Frente a Dios nadie puede esconderse.

Es interesante observar: la lista de pecados que enumera Jesús son los que dañan las relaciones con el prójimo: “malos pensamientos, fornicación, robos, asesinatos, adulterios, codicia, malicia, fraude, desenfreno, envidia,  arrogancia, desatino”. Siempre en las relaciones humanas el criterio principal es el amor. El amor es la regla de oro y el criterio fundamental de todo el obrar humano y cristiano. Como dice Pablo “a nadie debáis nada más que amor” y también afirma que el amor es la plenitud de la Ley. Y Jesús nos recuerda que en el amor a Dios y al prójimo está la plenitud de la Ley y los Profetas.

El corazón humano se modela en la escucha de Dios. Este Dios que habla en la historia de hoy, por la Iglesia, en los más débiles e indefensos de la sociedad, en la comunidad cristiana, en las verdaderas necesidades del hombre, en el grito de los sufrientes y oprimidos, en la Palabra de Cristo que siempre nos llama al seguimiento y que nos invita a superar los esquemas que cada uno nos construimos y justificamos. Este Jesús que nos propone ser verdaderos discípulos en la escucha de la Verdad por el camino de la interioridad.

Necesitamos volver a los “cinco minutos diarios para Dios”, ese momento donde nuestro corazón, escuchando la voz de Dios, encuentra sosiego, paz, fuerza y ánimo para poder dar a los demás lo mejor que hay dentro de nosotros mismos.

José Luis Latorre