Vísperas. Miércoles de Ceniza

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: HEME, SEÑOR, A TUS DIVINAS PLANTAS

Heme, Señor, a tus divinas plantas,
baja la frente y de rubor cubierta,
porque mis culpas son tales y tantas,
que tengo miedo a tus miradas santas
y el pecho mío a respirar no acierta.

Mas ¡ay!, que renunciar la lumbre hermosa
de esos divinos regalados ojos
es condenarme a noche tenebrosa;
y esa noche es horrible, es espantosa
para el que gime ante tus pies de hinojos.

Dame licencia ya, Padre adorado,
para mirarte y moderar mi miedo;
mas no te muestres de esplendor cercado;
muéstrate, Padre mío, en cruz clavado,
porque sólo en la cruz mirarte puedo. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.

Salmo 138, 1-18. 23-24 – I TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.

Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Salmo 138 II

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Ant 3. Todo fue creado por él y para él.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo fue creado por él y para él.

LECTURA BREVE   Flp 2, 12b-15a

Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha.

RESPONSORIO BREVE

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.

PRECES

Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y supliquémosle, diciendo:

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Dirige, Señor, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes por los caminos de tu voluntad,
para que procuren con empeño el bien común.

Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo, siguieron a Cristo,
para que su vida sea luz para los hombres y claro testimonio de la santidad de tu Iglesia.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya,
haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,
y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Admite a los difuntos en tu gloria,
para que te alaben eternamente.

Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, digamos confiados a nuestro Padre:

Padre nuestro…

ORACION

Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Señor, que nos des un verdadero espíritu de conversión: así la austeridad de la penitencia de estos días nos servirá de ayuda en nuestra lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – 14 de febrero

Lectio: Miércoles, 14 Febrero, 2018

El significado de la oración, de la limosna y del ayuno
Cómo utilizar bien el tiempo de la Cuaresma

1. ORACIÓN INICIAL

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén. 

2. LECTURA

a) Clave de lectura:

El evangelio de este Miércoles de Ceniza está sacado del Sermón de la Montaña y quiere ofrecernos una ayuda para hacernos entender cómo practicar las tres obras de piedad: oración, limosna y ayuno y cómo utilizar bien el tiempo de Cuaresma. El modo de cumplir estas tres obras ha cambiado mucho a través de los siglos, según las culturas y costumbres de los pueblos y la salud de las personas. Hoy las personas más ancianas recuerdan el ayuno severo y obligatorio de cuarenta días durante toda la cuaresma. A pesar de los cambios en el modo de practicar las obras de piedad, queda la obligación humana y cristiana (i) de compartir nuestros bienes con los pobres (limosna), (ii) de vivir en contacto con el Creador (oración) y (iii) de saber controlar nuestro ímpetu y nuestros deseos (ayuno). Las palabras de Jesús que meditamos pueden hacer surgir en nosotros la creatividad necesaria para encontrar nuevas formas para vivir estas tres prácticas tan importantes de la vida cristiana.

b) Una división del texto para ayudarnos en su lectura:

Mateo 6,1: La clave general para entender la enseñanza que sigue
Mateo 6, 2: Cómo no hacer limosna
Mateo 6,3-4: Cómo hacer limosna
Mateo 6,5: Cómo no orar
Mateo 6,6: Cómo orar
Mateo 6,16. Cómo no hacer ayuno
Mateo 6,17-18: Cómo hacer ayuno

c) Texto:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

«Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

«Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

3. UN MOMENTO DE SILENCIO ORANTE

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. ALGUNAS PREGUNTAS

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto del texto que más te ha llamado la atención o que te ha gustado más?

b) ¿Cómo entender la advertencia inicial hecha por Jesús?

c) ¿Qué critica y qué enseña Jesús sobre la limosna? Haz un resumen para ti

d) ¿Qué critica y qué enseña Jesús sobre la oración? Haz un resumen para ti

e) ¿Qué critica y que enseña Jesús sobre el ayuno? Haz un resumen para ti

5. PARA AQUELLOS QUE QUISIERAN PROFUNDIZAR MÁS EN EL TEMA

a) Contexto:

Jesús habla de tres cosas: la limosna (Mt 6,1-6), la oración (Mt 6,5-15) y el ayuno (Mt 6,16-18). Eran las tres obras de piedad de los judíos. Jesús critica el hecho de que practican la piedad para ser vistos de los hombres (Mt 6,1). No permite que la práctica de la justicia y de la piedad se use como un medio de promoción social en la comunidad (Mt 6,2.5.16). En las palabras de Jesús aparece un nuevo tipo de relación con Dios que se abre para nosotros. Él dice: “Tu Padre que ve en el secreto te recompensará” (Mt 6,4). “Vuestro Padre que conoce vuestras necesidades antes de que le pidáis cualquier cosa” (Mt 6,8). “Si perdonáis a los hombres sus faltas, también vuestro Padre celestial os perdonará” (Mt 6,14). Jesús nos ofrece un nuevo camino de acceso al corazón de Dios. La meditación de sus palabras referentes a las obras de piedad podrá ayudarnos a descubrir este nuevo camino.

b) Comentario del texto

Mateo 6,1: La clave general para entender la enseñanza que sigue

Jesús dice: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos”. La justicia de la que habla Jesús consiste en conseguir el lugar donde Dios nos quiere. El camino para llegar allí está expresado en la Ley de Dios. Jesús avisa del hecho de que no se debe observar la ley para ser elogiados de los hombres. Antes había dicho: “Si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt 5,26). Cuando leemos esta frase, no debemos pensar sólo en los fariseos del tiempo de Jesús, sino más bien en el fariseo que duerme en cada uno de nosotros. Si José, esposo de María, hubiese seguido la justicia de la ley de los fariseos, hubiera debido denunciar a María. Pero él era “justo” (Mt 1,19), poseía ya la nueva justicia anunciada por Jesús. Por esto transgredió la antigua ley y salva la vida de María y de Jesús. La nueva justicia anunciada por Jesús reposa sobre otra base, sale de otra fuente. Debemos construir nuestra seguridad desde dentro, no en lo que nosotros hacemos por Dios, sino en lo que Dios hace por nosotros. Y esta es la clave principal para entender la enseñanza de Jesús sobre las obras de piedad. En todo lo que sigue, Mateo aplica este principio general a la práctica de la limosna, de la oración y del ayuno. Desde el punto de vista didáctico, primero dice cómo no debe ser, y luego enseguida enseña cómo debe ser.

Mateo 6,2: Cómo no hacer limosna

El modo errado de hacer limosna, sea en tiempos pasados como hoy, es el de usar un modo vistoso, para ser reconocido y aclamado por los otros. A veces sobre los bancos de la iglesia se ven escritas estas palabras: “Obsequio de la familia tal”. En televisión, a los políticos les gusta mostrarse como grandes benefactores de la humanidad en las inauguraciones de obras públicas al servicio de la comunidad. Jesús dice: “ Aquellos que así obran, ya han recibido su recompensa”.

Mateo 6,3-4: Cómo hacer limosna

El modo correcto de hacer limosna es éste: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. O sea, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena, que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres. La limosna es una obligación. Es una forma de compartir algo que tengo, con aquéllos que no tienen nada. En una familia, lo que es de uno es de todos. Jesús elogia el ejemplo de la viuda, que daba hasta lo que le era necesario (Mc 12,44).

Mateo 6,5: Cómo no orar

Hablando de algunos modos equivocados de orar, Jesús menciona algunos usos y costumbres raras de aquella época. Cuando se tocaba la trompeta para la oración de la mañana, del mediodía o de la tarde, había gente que le gustaba encontrarse en mitad de la calle para orar solemnemente con los brazos abiertos haciéndose así ver de todos y ser considerados, de esta forma, como gente piadosa. Otros en la sinagoga, asumían posturas extravagantes, para llamar la atención de la comunidad.

Mateo 6,6: Cómo orar

Para no dejarnos dudas, Jesús exagera sobre cómo orar. Dice que se necesita orar, en secreto, solo delante de Dios Padre. Ninguno te verá. Incluso, para los otros, tú serás alguien que no reza. ¡No importa! También de Jesús dijeron: “No es de Dios”. Y esto porque Jesús oraba mucho de noche y no le importaba la opinión de los demás. Lo que importa es tener la conciencia en paz y tener la certeza de que Dios es el Padre que me acoge y no a partir de lo que hago por Dios o a partir de la satisfacción que busco en el hecho de que otros me aprecian como una persona pía que ora.

Mateo 6,16: Cómo no ayunar

Jesús critica las prácticas equivocadas del ayuno. Había gente que se desfiguraban el rostro, no se lavaban, usaban vestidos rotos, no se peinaban, de modo que todos pudiesen ver que estaban ayunando y de un modo perfecto.

Mateo 6,17-18: Cómo ayunar

Jesús recomendaba lo contrario. Cuando tú ayunes derrama perfume sobre tu cabeza, lávate la cara, de modo que ninguno se dé cuenta de que estás ayunando, sino sólo tu Padre que está en los cielos. Como decíamos antes, se trata de un camino nuevo de acceso al corazón de Dios que se abre delante de nosotros. Jesús, para asegurarnos interiormente, no pide lo que nosotros hacemos por Dios, sino más bien lo que Dios hace por nosotros. La limosna, la oración y el ayuno no son dineros para comprar el favor de Dios, sino sólo la respuesta de gratitud al amor recibido y experimentado.

c) Ampliando conocimientos:

i) El contexto más amplio del Evangelio de Mateo

El Evangelio de Mateo ha sido escrito para una comunidad de judíos convertidos que estaban atravesando una crisis profunda de identidad, con relación a su pasado. Después de convertirse a Jesús, habían continuado viviendo según sus antiguas tradiciones y frecuentaban las sinagogas, junto con los parientes y amigos, como antes. Pero sufrían, a causa de una fuerte presión por parte de los amigos judíos que no aceptaban a Jesús como Mesías. Esta tensión aumentó después de los años setenta. Cuando, en el 66 d. de Cristo, explotó la revuelta de los judíos contra Roma, dos grupos no quisieron participar, el grupo de los fariseos y el grupo de los judíos cristianos. Ambos grupos sostenían que ir contra Roma no tenía nada que ver con la venida del Mesías, como otros defendían. Después de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos en el 70, los otros grupos judíos desaparecieron todos. Quedaron sólo los fariseos y los judíos cristianos. Ambos pretendían ser los herederos de las promesas de los profetas, y por esto, aumentaba la tensión entre los hermanos a causa de la herencia. Los fariseos reorganizaron el resto del pueblo y tomaron posición cada vez más encontrada contra los cristianos, que acabaron por ser excomulgados de la sinagoga. Esta excomunicación reabrió todo el problema de la identidad. Ahora los cristianos eran de modo oficial y formal separados del pueblo de las promesas. No podían frecuentar más sus sinagogas y sus rabinos. Y ellos se preguntaban: “¿Quién es el verdadero pueblo de Dios ellos o nosotros?” ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías?

Mateo, por tanto, escribe su evangelio (1) para este grupo de cristianos, como un evangelio de consolación para aquéllos que estaban excomulgados y perseguidos por los judíos: ayudándoles a superar el trauma de la rotura; (2) como un evangelio de revelación, mostrando que Jesús es el verdadero Mesías, el nuevo Moisés, que cumple las promesas; (3) como un evangelio de nueva práctica, mostrando cómo deben hacer para llegar a la verdadera justicia, mucho mayor que la justicia de los fariseos.

ii) Una clave para el Sermón de la Montaña

El Sermón de la Montaña es el primero de los cinco discursos del Evangelio de Mateo. Describe las condiciones que permiten a una persona el poder entrar en el Reino de Dios: la puerta de entrada, la nueva lectura de la ley, el modo nuevo de ver y practicar las obras de piedad; el modo nuevo de vivir en comunidad. En una palabra, en el Sermón de la Montaña, Jesús comunica el modo nuevo de mirar las cosas de la Vida y del Reino. Se trata de una división que sirve de clave de lectura:

Mt 5,1-16: La puerta de entrada

Mt 5,1-10: Las ocho Bienaventuranzas ayudan a percibir donde el Reino está ya presente (Mt entre los pobres y perseguidos) y donde estará en breve (Mt entre los otros seis grupos).

Mt 5,12-16: Jesús dirige palabras de consuelo a los discípulos y avisa: aquél que viva las bienaventuranzas será perseguido (Mt 5,11-12), pero su vida tendrá un sentido, un significado, porque será sal de la tierra (Mt 5,13) y luz del mundo (Mt 5,14-16).

Mt 5,17 al 6,18: La nueva relación con Dios: Una nueva Justicia

Mt 5,17-48: La nueva justicia debe superar la justicia de los fariseos

Jesús radicalizaba la ley, o sea, la llevaba a su raíz, a su objetivo principal y último que es servir la vida, la justicia, el amor y la verdad. Los mandamientos de la ley indican un nuevo camino de vida, evitado por los fariseos (Mt 5,17-20).

De pronto Jesús presenta varios ejemplos de cómo deben ser entendidos los mandamientos de la Ley de Dios dada por Moisés: antiguamente se os dijo, pero yo os digo ((Mt 5,21- 48).

Mt 6,1-18: La nueva justicia no debe buscar recompensa o mérito (Es el evangelio de este Miércoles de Ceniza)

Mt 6,19-34: La nueva relación con los bienes de la tierra: una nueva visión de la creación

Afronta las necesidades primarias de la vida: alimentos, vestidos, casa, salud. Es la parte de la vida que produce más angustias en las personas. Jesús enseña cómo relacionarse con los bienes materiales y con las riquezas de la tierra: no acumular bienes (Mt 6,19-21), no mirar al mundo con mirada afligida (Mt 6,22-23), no servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (Mt 6, 24), no preocuparse por lo que comeremos o beberemos (Mt 6,23-34).

Mt 7,1-29: La nueva relación con las personas: una nueva vida en comunidad

No buscar la paja en el ojo de tu hermano (Mt 7,1-15), no echar las perlas a los puercos (Mt 7,6); no tener miedo de buscar las cosas de Dios (Mt 7,7-11); la regla de oro (Mt 7,12); escoger el camino estrecho y difícil (Mt 7, 13-14) ; poner atención a los falsos profetas (Mt 7,15-20); no sólo hablar sino obrar (Mt 7,21-23); la comunidad construida sobre esta base estará segura, en pie, a pesar de la tempestad (Mt 7,24-27) . El resultado de estas palabras es una nueva conciencia delante de los escribas y fariseos (Mt 7,28-29).

6. ORACIÓN DE UN SALMO: SALMO 40 (39)

Dichoso será el hombre
que pone en Yahvé su confianza,
Anunciar la gran justicia de Dios

Yo esperaba impaciente a Yahvé:
hacia mí se inclinó
y escuchó mi clamor.
Me sacó de la fosa fatal,
del fango cenagoso;
asentó mis pies sobre roca,
afianzó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
una alabanza a nuestro Dios;
muchos verán y temerán,
y en Yahvé pondrán su confianza.
y no se va con los rebeldes
que andan tras los ídolos.
¡Cuántas maravillas has hecho,
Yahvé, Dios mío,
cuántos designios por nosotros;
nadie se te puede comparar!
Quisiera publicarlos, pregonarlos,
mas su número es incalculable.
No has querido sacrificio ni oblación,
pero me has abierto el oído;
no pedías holocaustos ni víctimas,
dije entonces: «Aquí he venido».
Está escrito en el rollo del libro
que debo hacer tu voluntad.
Y eso deseo, Dios mío,
tengo tu ley en mi interior.
He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he contenido mis labios,
tú lo sabes, Yahvé.
No he callado tu justicia en mi pecho,
he proclamado tu lealtad, tu salvación;
no he ocultado tu amor y tu verdad
a la gran asamblea.

Y tú, Yahvé, no retengas
tus ternuras hacia mí.
Que tu amor y lealtad
me guarden incesantes.
Pues desdichas me envuelven
en número incontable.
Mis culpas me dan caza
y ya no puedo ver;
más numerosas que mis cabellos,
y me ha faltado coraje.

los que me insultan: «Ja, ja».

¡En ti gocen y se alegren

¡Dígnate, Yahvé, librarme;
Yahvé, corre en mi ayuda!
¡Queden confusos y humillados
los que intentan acabar conmigo!
¡Retrocedan confundidos
los que desean mi mal!
Queden corridos de vergüenza

todos los que te buscan!

¡Digan sin cesar: «Grande es Yahvé»

los que ansían tu victoria!

Aunque soy pobre y desdichado,

el Señor se ocupará de mí.

Tú eres mi auxilio y libertador,

¡no te retrases, Dios mío!

7. ORACIÓN FINAL

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 1, 40-45

40Y viene a él un leproso, rogándole y poniéndose de rodillas y diciendo: “Si quieres, puedes limpiarme”.

41Y, compadecido, extendiendo su mano, tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”.

42Y, de inmediato, salió de él la lepra y fue limpiado.

43Y, conminándole severamente, le expulsó de inmediato 44y le dice: “Ojo con decir nada a nadie, sino vete, muéstrate a ti mismo al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para testimonio ante ellos”.

45Pero él, saliendo, comenzó a proclamar muchas cosas y a difundir la palabra, de modo que [Jesús] no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad, sino que estaba fuera, en lugares desiertos, y venían a él de todas partes.

Como apéndice a la sección del «día de Cafarnaún», Marcos añade una historia de curación, haciendo así que sean tres los milagros terapéuticos que Jesús realiza en 1, 16-45 a favor de las personas (cf. 1, 21—28 y 1, 29-31). Como las otras dos curaciones, esta tiene claros rasgos de exorcismo, pero se relaciona también con un tipo de observancia de la ley judía, que será un tema muy importante en la siguiente sección del evangelio (2, 1-3, 6).

La estructura del pasaje está dominada por las repeticiones y los contrastes. Al comienzo, el enfermo viene (erchetai) a Jesús y muestra confianza en su capacidad (dynasai) de curarle. Al final, él sale (exelthôn) del lugar donde está Jesús y el texto destaca su incapacidad de aparecer en público. La historia está dominada por el motivo de la limpieza-purificación. La atención que se dedica a la demostración de la curación –ocupa la mitad de la historia- resulta inusual.

1, 40-42: En algún momento del viaje misionero de Jesús, un hombre con lepra (o con enfermedad cutánea) se aproxima a Jesús (1, 40). La enfermedad de la piel aparece tratada con enorme dureza en el contexto de la pureza cúltica de la comunidad en la antigua religión israelita (cf. Lv 13-14). A los afectados por ella se les consideraba como si fueran cadáveres, y el contacto físico con ellos producía el mismo tipo de impureza que se contraía al tocar un cadáver (cf. Nm 12, 12; Job 18, 13). Observemos la patética descripción de Lv 13, 45-46: “El hombre que tiene enfermedad de escamas llevará vestidos rasgados, y su cabeza será despeinada. Se cubrirá hasta la nariz y pregonará: ‘¡Impuro, impuro!’ Quedará impuro todo el tiempo que tenga enfermedad. Siendo impuro, habitará solo, y su morada estará fuera del campamento”.

En nuestro caso, la angustia con que este enfermo marginado vive su difícil situación queda destacada por la repetición en el primer versículo: le suplica a Jesús y le ruega que utilice su poder par «limpiarle» (1, 40a). Al mismo tiempo, este hombre expresa su fe en el poder curativo de Jesús: «Si quieres, puedes limpiarme» (1, 40b). La utilización de «puedes» resulta significativa, pues en Marcos esta palabra indica con frecuencia la capacidad de hacer aquello que resulta imposible para las meras fuerzas humanas y en el contexto general Marcano, dicha capacidad de Jesús deriva de Dios. Así que el poder de Jesús proviene de Dios, rasgo que queda destacado por el “paso” del verbo en voz activa («puedes limpiarme» en 1, 40 a la voz pasiva («fue limpiado» en 1, 41).

Jesús responde a la petición del hombre con una mezcla de emociones: Jesús se compadece (o se enfurece según algunos manuscritos), extiende su mano y toca al suplicante, acompañando esta acción con palabras que ponen de relieve su deseo de ayudar («Quiero, queda limpio» en 1, 41). La compasión es por el enfermo; la ira, por la enfermedad, presentada como un demonio en el transcurso del relato). El resultado es que no es la impureza del hombre la que pasa a Jesús cuando le toca, sino que es la pureza de la santidad de Jesús la que pasa al hombre, de manera que queda curado (1, 42).

1, 43-45: Pues bien, ilógicamente, después de haberle curado, Jesús trata al hombre como si él se identificara con la enfermedad, expulsándole de su presencia, como si él mismo fuera un demonio (1, 43). El deseo de Marcos, que quiere presentar la curación como un exorcismo ha influido en la coherencia de su narración. Sea como fuere, el rasgo más destacado es el hecho de que Jesús imparte instrucciones al curado (1, 44): no tiene que hablar con nadie, sino ir donde el sacerdote y ofrecer los sacrificios ordenados por Moisés en Lv 14 (tres corderos, o un cordero y cuatro aves, dependiendo de la riqueza de la persona). A través de esta instrucción, Jesús parece reconocer la autoridad de la institución sacerdotal. En esa línea, la razón que Marcos ha tenido para colocar aquí nuestro pasaje, antes de las historia de controversia de 2, 1-3, 6, parece haber sido la de destacar el respeto que Jesús tiene por la ley, a pesar de sus enfrentamientos con los escribas, intérpretes de esa ley.

El hombre, sin embargo, desobedece a Jesús y comienza a extender la noticia del milagro (1, 45). Esta conclusión está llena de paradojas. Por un lado, el hombre al que antes no se le permitía aparecer en público va ahora pregonando por todas partes los hechos de Jesús, de modo que este no puede aparecer abiertamente a causa de la fama que esta publicidad le granjea. Por otro lado, una habilidad de Jesús, o sea, su poder de curación (dynasai; 1, 40), se convierte en causa de su inhabilidad para moverse libremente (meketi… dynasthai; 1, 45).

La desobediencia de este hombre curado hace que la causa de Jesús se extienda y se conozca más en el entorno –no sólo en toda Galilea (cf. 1, 39), sino por todas partes-. Ciertamente, el hombre curado parece ser en cierto sentido un misionero prototípico: él difunde por todas partes la buena nueva y su proclamación hace que otros repitan su experiencia, viendo a Jesús (cf. el paralelo entre este hombre que «vino» donde Jesús en 1, 40 y la afirmación en 1, 45 de que «venían a él de todas partes»). Para Marcos, esta proclamación universal de la buena noticia es en sí misma un signo escatológico, y la conclusión del pasaje, con la afirmación de que la gente viene hacia Jesús de todas partes, refuerza este matiz escatológico. La misma curación encaja en este contexto, dado que el restablecimiento de un hombre afligido por la enfermedad de lepra se tomaba a veces como equivalente a la resurrección de un muerto, y de esa manera aparece como un signo de la llegada de la nueva era de salvación y como expresión del lugar central que Jesús ocupa en ella.

Salir, caminar y dejarse sembrar

La cuaresma es un camino que nos lleva directamente al encuentro con Cristo, Vivo y Resucitado. Un camino que desemboca en la celebración de la Pascua, el paso de la muerte a la Vida. En algunas ocasiones hemos podido entender este momento como un camino de dolor, de tristeza, de muerte. Pero, todo lo contrario, la Cuaresma es un camino que produce vida en abundancia, pues Cristo es la vida y durante todo este peregrinar será Él quien nos acompañe con su Palabra. Entendamos esta Cuaresma como un “caminar con Cristo”, acompañados y guiados en todo momento por su Palabra, por sus enseñanzas y su testimonio. El encuentro con Él nos ayudará a ir dando pasos certeros hacia el encuentro con nosotros mismos, encontrando el sentido de todo lo que hacemos o dejamos de hacer y poniéndonos en camino para entender que es lo que deberíamos hacer o dejar de hacer.

¿Qué queremos decir con esto? Pues que la Cuaresma nos ayuda a resituar en nosotros una actitud fundamental, que muchas veces creemos superada: la búsqueda, esa necesidad que se arraiga en lo más profundo de nuestro corazón, esa insatisfacción que nos hace salir de la mediocridad para buscar la plenitud, lo verdadero, lo bello, lo bueno. Despertar esta actitud de búsqueda es despertar el deseo de encontrar a Cristo, de descubrirlo de nuevo, de gustarle de nuevo, de sentirlo de nuevo, de encaminar nuestros pasos por las sendas por las que cada día intuimos su paso, su cercanía y su presencia.

Despertar esta actitud de búsqueda supone levantar nuevamente la mirada y hacer que se cruce con la de todos aquellos con los que nos encontramos por el camino y descubrir, a través de ese cruce de miradas, que somos capaces de ver a Jesús. Solamente en ese momento, tu búsqueda se tornará en encuentro. En encuentro con Aquel que es capaz de hacerse presente en la mirada del hermano, del pobre, del necesitado.

La Cuaresma es un camino de búsqueda, y para buscar hemos de salir. Salir de nosotros mismos con libertad, con el deseo de no querer seguir viviendo a medias, con la autenticidad que supone el no buscar reconocimientos sino transformación del corazón, con la necesidad de
experimentar que la felicidad que busco no se convierte en un espejismo momentáneo del camino, sino en el poso de un vida arraigada en la Palabra de Dios, fuente y germen de la Alegría cris ana. Libertad para liberarnos de todo aquello que nos ata y que no debemos buscar muy lejos de nosotros mismos. Liberarnos de todas aquellas “libertades”, que muchas veces defendemos, y que nos alejan de Cristo: la defensa de nuestros intereses, de nuestras comodidades, de nuestros proyectos, de nuestro empo, de nuestro… “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8, 34)

El secreto de esta salida es la conversión, es decir, dar un giro radical, despojarnos de todo aquello que nos paraliza, que no hace permanecer inmóviles en la búsqueda del rostro de Dios. No habrá conversión sin la decisión, firme y humilde al mismo tiempo, de hacer que Su rostro brille en nuestra vida, nos inunde con su luz y con su belleza. En este camino de salida, la persona descubre que no es el centro, que la conversión supone el descentrarse para que Dios ocupe el lugar que le corresponde.

La Cuaresma nos invita a salir, pero de manera nueva. Quizá porque la vivencia de ayer no nos sirve para lo que nos depara vivir el hoy. Una nueva visión de la vida, una nueva experiencia de nosotros mismos, una nueva realidad que vivimos, un nuevo encuentro con Cristo. Ahí está la clave de la Cuaresma. Caminar hacia un nuevo encuentro con Cristo, ser capaces de seguir descubriéndolo, de volver a descubrirlo en cada cosa que hacemos, en cada acontecimiento, en cada vivencia, en cada persona con la que nos encontremos.

No se trata, únicamente, de emprender un camino que nos lleve a conseguir ser mejores, más buenos, más solidarios, más comprome dos ¿acaso hay alguien, sea de la religión que sea, que no esté llamado a serlo? Se trata de un camino que nos ayude a volver a escuchar su Palabra con esa fuerza que nos convence, que nos admira, que hace vibrar el corazón. Que nos ayude a verlo y volver a sentir el deseo de estar con él, de vivir para él. Que permita que vuelva afluir en nosotros la frescura de un amor que nos hace vivir solo para amar, como Él. Volver a descubrirlo para volver a esparcir su fragancia por donde quiera que vayamos, con todo lo que digamos o con todo lo que hagamos.

Caminamos hacia nuestro corazón con el deseo de poder abrirlo de par en par, pero en este camino encontraremos su les voces que intentarán aplacar en nosotros ese deseo. En el desierto viviremos la tentación, en el Tabor buscaremos las respuestas inmediatas y fáciles, seguirán llegando nuevas oportunidades para llenar nuestro templo de cosas que deberían quedar fuera, nos conformaremos con caminar en nieblas y esperaremos siempre el fruto de nuestro campo sin ni siquiera haber vivido el proceso de la siembra. Pero la invitación es otra, a no perdernos en la inseguridad y confusión de un peregrino solitario, sino caminar con la seguridad de sen rnos acompañados, guiados y confortados. Caminar con el cayado de la Palabra de Dios, que nos ayudará a evitar pasos vacilantes. Con la brújula de la oración que nos enseñará a descubrir, a cada momento, el camino a seguir. Con la seguridad y el impulso de los sacramentos, que serán el alimento que nos mantenga rmes para seguir caminando, con la con anza de que por inciertos que hayan sido nuestros pasos siempre se puede caminar de nuevo. Con las gafas de la limosna, que nos permitan descubrir que no caminamos solos, que junto a nosotros, en nuestro camino, encontramos muchos, hombres y mujeres, que desean ser compañeros peregrinos.

Vivir la Cuaresma acompañados supone vivir con otros la búsqueda real de Cristo, compartir con ellos el camino recorrido y encaminar nuestros pasos para poder pasar de la muerte a la vida, para ser capaces de convertirnos en testigos de Aquel que resucita y ofrece a todos una esperanza nueva. Supone vivir “en salida” en una sociedad que pretende hacernos vivir cada día más hacia dentro, recluidos, callados. Supone ofrecer respuestas, oportunidades de vida ante tantas estructuras que excluyen, separan y matan. Supone establecer diálogos y encuentros por encima de normas establecidas. Supone tender manos que levantan y consuelan, construir puentes que unen y acercan, por encima de muros que separan y dividen. Supone descubrir que no estamos solos, que nunca estamos solos.

Caminemos durante esta Cuaresma acompañados de la Palabra de Dios. Dejemos que cada semana nos ayude a dar un paso por este itinerario que nos llevará a descubrir a Cristo vivo en lo más profundo de nuestro corazón y que renovará en nosotros el deseo de anunciarlo y proclamarlo.

Spe Salvi – Benedicto XVI

14. A este respecto, de Lubac ha podido demostrar, basándose en la teología de los Padres en toda su amplitud, que la salvación ha sido considerada siempre como una realidad comunitaria. La misma Carta a los Hebreos habla de una « ciudad » (cf. 11,10.16; 12,22; 13,14) y, por tanto, de una salvación comunitaria. Los Padres, coherentemente, entienden el pecado como la destrucción de la unidad del género humano, como ruptura y división. Babel, el lugar de la confusión de las lenguas y de la separación, se muestra como expresión de lo que es el pecado en su raíz. Por eso, la « redención » se presenta precisamente como el restablecimiento de la unidad en la que nos encontramos de nuevo juntos en una unión que se refleja en la comunidad mundial de los creyentes. No hace falta que nos ocupemos aquí de todos los textos en los que aparece el aspecto comunitario de la esperanza. Sigamos con la Carta a Proba, en la cual Agustín intenta explicar un poco esta desconocida realidad conocida que vamos buscando. El punto de partida es simplemente la expresión « vida bienaventurada [feliz] ». Después cita el Salmo 144 [143],15: « Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor ». Y continúa: « Para que podamos formar parte de este pueblo y llegar […] a vivir con Dios eternamente, ‘‘el precepto tiene por objeto el amor, que brota de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera» (1 Tm 1,5) »[11]. Esta vida verdadera, hacia la cual tratamos de dirigirnos siempre de nuevo, comporta estar unidos existencialmente en un « pueblo » y sólo puede realizarse para cada persona dentro de este « nosotros ». Precisamente por eso presupone dejar de estar encerrados en el propio « yo », porque sólo la apertura a este sujeto universal abre también la mirada hacia la fuente de la alegría, hacia el amor mismo, hacia Dios.

Comentario Domingo I de Cuaresma

Oración

Oh Dios Padre:
Jesús, tentado en el “desierto”, como nosotros en nuestra vida, supo superar toda tentación: toda búsqueda de sí mismo.
Haz que busquemos nuestros lugares de “desierto”, momentos de soledad Contigo para escuchar tu Palabra. Toca y mueve nuestro corazón para:
– vivir de tu Palabra, como Jesús, y superar todo egoísmo;
– hacer opción por vivir según tu corazón en medio de todo lo que nos toca vivir;
– vencer todo miedo a lo que nos cuesta, toda pereza para aceptar lo ingrato;
– hacer ayuno de todo lo superficial e innecesario que nos tienta tanto hoy día;
– convertir nuestro ayuno en compartir lo nuestro con los que padecen necesidad;
– mirar con corazón inquieto y dolorido a los sufrientes de este mundo.

 

Mc 1, 12-15

«12Y, de inmediato, el Espíritu le empuja [a Jesús] al desierto, 13y estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás. Y estaba con las fieras, y los ángeles le servían.

14Después que Juan fue entregado, fue Jesús a Galilea, proclamando el evangelio de Dios 15y diciendo: “Ha sido cumplido el tiempo y está llegando el reino de Dios: convertíos y creed en el evangelio”».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

Con el comienzo de la Cuaresma, volvemos a los inicios del evangelio de Marcos. El texto litúrgico nos presenta el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto, según la versión breve y sobria de Marcos. Si leemos los paralelos de Mateo y Lucas, veremos que éstos desarrollan mucho más el relato. Después, encontramos las primeras palabras de Jesús en el evangelio, que ya leíamos domingos atrás, con lo que se pone en marcha la etapa decisiva de la historia de la salvación. A este evangelio le precede el episodio del bautismo de Jesús, ungido por el Espíritu, proclamado “Hijo amado” por Dios; preparado, pues, para iniciar su misión. A este evangelio sucede la llamada a los primeros discípulos que, tal como se presenta en Marcos, es la primera señal de la cercanía del Reino de Dios: importancia decisiva del discipulado, importancia decisiva de todos nosotros.

 

TEXTO

El evangelio de hoy tiene dos unidades textuales pequeñas pero muy significativas: A) Vv. 12-13: Jesús es empujado al desierto por el Espíritu y, allí, es tentado por el diablo. B) Vv. 14-15: Jesús comienza su proclamación en Galilea. En la primera unidad, el desierto y los cuarenta días evocan, tras el paso del mar Rojo, el camino de Israel por el desierto durante cuarenta años hasta llegar a la tierra prometida. Jesús es como el nuevo Israel que, empujado por el Espíritu, vuelve a revivir la experiencia fundante del primer Israel, pueblo elegido. Pero el pueblo desconfió, murmuró y tentó a Dios, mientras que Jesús demuestra que está completamente entregado al plan de Dios; Jesús, en la prueba, permanece fiel. Los cuarenta días evocan también a Moisés en el Sinaí escribiendo en las tablas las palabras de la alianza, y a Elías camino del Horeb. Jesús se presenta en continuidad con los grandes hitos de la historia de la salvación, pero el texto evangélico se preocupará de mostrar cómo supera a todas las anteriores etapas. En la segunda unidad, que ya vimos en el domingo III del Tiempo Ordinario, se destacan las primeras palabras de un Jesús ya pertrechado para ser heraldo del Reino de Dios. Cuatro afirmaciones fundamentales: a) el tiempo se ha cumplido = ha llegado el momento decisivo de la historia y, con Jesús, irrumpe el momento definitivo de la revelación de Dios; b) el Reino de Dios está cerca = no ha llegado aún, pero las consecuencias de su cercanía ya se pueden experimentar (“ya sí, todavía no”); c) la llamada a la conversión = después de experimentar esa cercanía del Reino de un Dios a favor de sus criaturas, se trata de cambiar la mentalidad, dejarse atravesar totalmente por esa experiencia nueva; d) la llamada a la fe en el Evangelio = esta Buena Nueva es creíble, tiene fiabilidad, merece toda nuestra confianza.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Jesús entre las fieras (cf. Dt 8,15; 32,10; Nm 21,6). Parece convivir en armonía, como el primer Adán (Gn 2,4-25). Jesús, nuevo Adán, inicia una nueva historia (nuevo comienzo: Gn 1,1 = Mc 1,1). La meta señalada por Is 11,6-8, la paz mesiánica, ya ha comenzado por Jesús. Él es una fuerza para la paz y la reconciliación: ¿Qué nos sugiere en estos tiempos nuevos para nuestro pueblo?

• La escena de los ángeles sirviendo a Jesús indica que Jesús tenía su única fuerza y alimento en Dios (Jn 4,34: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra”). ¿Dónde tenemos nosotros nuestra fuerza y nuestro alimento? ¿Cuántos dioses ocultan la presencia de Dios en nuestra vida?

• El anuncio de Jesús y la importancia del orden de tal anuncio: no se pide la conversión para poder experimentar la bondad del Reino, sino que primero hay que experimentar esa bondad para llegar al cambio de mentalidad.

• Sendas palabras se repiten en cada unidad: desierto y evangelio. El primero es el escenario donde Jesús demuestra su total capacidad y entrega al servicio del Reino; el segundo es compendio de su misión. ¿En qué “escenarios” salimos victoriosos para entregarnos al servicio del Reino? ¿En cuáles salimos derrotados? Es en éstos donde encontramos la verdad de lo que realmente somos y de lo que realmente estamos dispuestos a ser. ¿Qué es, o puede ser, una buena nueva para nosotros? ¿Qué buena nueva podemos y debemos transmitir hoy?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo I de Cuaresma

Con el Miércoles de Ceniza dio inicio la Cuaresma, tiempo de preparación para la pasión de Cristo en la Semana Santa y para la gira alegría de su resurrección durante la Pascua. Cristo, a través de su retirada en el desierto, nos da el ejemplo de cómo preparamos, a través de la oración y el ayuno. Por eso, la Iglesia nos propone hacerlo mediante la oración, el ayuno y la limosna. Estas tres actividades nos ayudarán a sabernos desprender de las cosas que nos dominan y que nos alejan de Dios.

La pasión de Cristo, su muerte y resurrección, son el llamado de Dios al mundo para salvarnos. un llamado para que cada uno de nosotros seamos un reflejo del amor de Dios para quienes nos rodean, a través de vencer nuestras debilidades y obrar el bien.

pero amar no siempre es fácil, por nuestra naturaleza que nos inclina al egoísmo y a la comodidad. Si el demonio se atrevió a tentar a Jesús con el mal, ¡imaginemos si no deseará tentarnos a nosotros y alejarnos del bien!

Afortunadamente, siempre está Dios junto a nosotros para ayudarnos contra el demonio. Basta que le abramos nuestro corazón a través de la oración, la confesión y la Eucaristía, para que llenos de Él, tengamos la fortaleza y la voluntad para vencer al mal. Las pequeñas o grandes buenas acciones que hagamos cada día, nos irán fortaleciendo un poco más.

El mundo está necesitado del amor de Dios. Y Dios deja sentir su amor al mundo a través de las buenas acciones de los hombres. La pobreza, el odio, la violencia, la intolerancia, la soledad… son formas del mal que Dios las vence a través de su providencia y del amor que derrama en cada uno de nosotros. Por eso, cada uno de nosotros tiene la misión única de amar en donde Dios nos ha puesto en la vida.

¿Qué buenas obras puedo hacer esta Cuaresma para cumplir la misión de amar que Dios me ha dado?

Para la catequesis: Domingo I de Cuaresma

Domingo I de Cuaresma
18 febrero 2018

Génesis 9, 8-15; Salmo 25, 4-5, 6-7, 8-9; 1Pedro 3, 18-22; Marcos 1, 12-15

Jesús es puesto a prueba y sabe decir no

En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, dónde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían. Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el evangelio de Dios y decía:” Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el evangelio”.

Reflexión

Jesús se prepara para su misión orando y ayunando durante 40 días en el desierto.
¿Rezas tú a Dios para pedirle que esté contigo cuando vas a hacer algo importante? En el desierto, Satanás lo tentó, tratando de destruir el plan de Dios. ¿Sientes tú a veces tentaciones de no hacer lo que te piden los mayores? Le piden ayuda a Dios cuando están tentados a desobedecer?

Actividad

Escriban en papelitos en forma de corazones: de un lado, el nombre de alguien que necesitan perdonar; del otro lado, algo que puedan regalar a alguien necesitado. Luego colóquenlas en una cesta. Lleven la cesta al altar y pídanle a Dios que llenen sus corazones de perdón y generosidad. (Obra de Misericordia Espiritual, Perdonar)

Pueden comenzar hacer el Vía Crucis.

Oración

A veces es más fácil, Señor; buscar lo más cómodo. Danos espíritu de sacrificio y fuerzas en nuestras tentaciones. Ayúdanos a seguirte siempre, sirviendo a nuestros hermanos. Llena nuestros corazones con amor y perdón para los que nos hieren. Amen.

Comentario al evangelio – 14 de febrero

Probablemente el texto de Isaías que hemos oído responde a una época en la que el pueblo se entregó a la idolatría, y el profeta los invita a volver a su Dios y a que, a cambio del olvido en que le han tenido, le ofrezcan signos de reparación. Pero, como buen predecesor de Jesús, Isaías no pide principalmente unos signos externos de supuesta vuelta a la religión correcta: exige nada menos que “corazones rotos”. Es lenguaje bíblico ya conocido: “el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón” (1 Samuel 16,7).

La cuaresma nos invita a un repaso general de nuestra forma de vivir, a reorganizarnos en relación con Dios (oración), con los hermanos (limosna), con nosotros mismos (ayuno), a reavivar nuestra sensibilidad y nuestra libertad, dominando los propios caprichos o inclinaciones meramente instintivas. Y, naturalmente, sin que nada de ello quede viciado por motivos espurios. En lo más santo se puede infiltrar también el pecado, por ejemplo el de vanidad o de orgullo: actuando para que otros nos alaben o aplaudan. Sería un volver a las exterioridades, sin haber cambiado el corazón.

En torno a esas tres dimensiones de la vida, San Antonio M. Claret redactó en unos ejercicios espirituales este hermoso propósito: “Tendré para con Dios corazón de hijo, para con el prójimo corazón de madre, y para conmigo mismo corazón de juez”. Tal vez el tercer miembro de la frase responda a un cierto rigorismo del silgo XIX; debemos amarnos también a nosotros mismos, y comprendernos, como limitados pero como hermosas criaturas de Dios. Pero no desperdiciemos lo principal el mensaje de Claret: en todo hay que poner corazón.

Todo esto ya lo hemos oído muchas veces. Llega el comienzo de la cuaresma y ya conocemos de memoria los textos bíblicos y su mensaje; eso es lo temible: conocer de memoria. Nada daña tanto la vida del creyente como la rutina, que a veces se traduce en indiferencia o insensibilidad, por “sabérselas todas”, “ser perro viejo”, “estar ya de vuelta”… Pero también los textos litúrgicos nos ponen en guardia frente a este peligro: “es el tiempo favorable, el día de la salvación, que no vaya a caer en saco roto…”. San Pablo dice que son nada menos que Cristo y el Padre (aunque sea por medio del apóstol mismo) quienes nos dan este toque de atención. Que el Señor nos libre de tener, como lamentaba un profeta, orejas incircuncisas (Jer 6,10).

Severiano Blanco cmf