Vísperas – Martes II de Cuaresma

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: NO ME PESA, SEÑOR, HABER FALTADO.

No me pesa, Señor, haber faltado
por el eterno mal que he merecido,
ni me pesa tampoco haber perdido
el cielo como pena a mi pecado.

Pésame haber tus voces despreciado
y tus justos mandatos infringido,
porque con mis errores he ofendido
tu corazón, Señor, por mí llagado.

Llorar quiero mis culpas humillado,
y buscar a mis males dulce olvido
en la herida de amor de tu costado.

Quiero tu amor pagar, agradecido,
amándote cual siempre me has amado
y viviendo contigo arrepentido. Amén.

SALMODIA

Ant 1. No podéis servir a Dios y al dinero.

Salmo 48 I – VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.

Ant 2. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Salmo 48 II

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:

son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Ant 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

LECTURA BREVE   St 2, 14. 17. 18b

Hermanos, ¿qué provecho saca uno con decir: «Yo tengo fe», si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? La fe, si no va acompañada de las obras, está muerta en su soledad. Pruébame tu fe sin obras que yo por mis obras te probaré mi fe.

RESPONSORIO BREVE

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Todos vosotros sois hermanos; no déis entre vosotros a nadie el título de padre, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos; ni os proclaméis maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todos vosotros sois hermanos; no déis entre vosotros a nadie el título de padre, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos; ni os proclaméis maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

PRECES

Oremos a Jesús, el Señor, que levantado en la cruz atrae a todos hacia él, y digámosle:

Atrae, Señor, a todos hacia ti.

Señor, que la luz con que resplandece el misterio de la cruz atraiga a todos los hombres,
para que te reconozcan como camino, verdad y vida.

Da tu agua viva a todos los sedientos de verdad,
para que su sed quede eternamente saciada.

Ilumina a los científicos y a los artistas,
para que el progreso sea también camino de salvación.

Mueve los corazones de los que se apartaron de ti a causa del pecado o del escándalo,
para que se conviertan a ti y permanezcan en tu amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Admite en tu reino a todos los difuntos,
para que se alegren eternamente con la Virgen María y con todos los santos.

Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 27 de febrero

Lectio: Martes, 27 Febrero, 2018

Tiempo de Cuaresma

1) ORACIÓN INICIAL

Señor, vela con amor continuo sobre tu Iglesia; y pues sin tu ayuda no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protege a tu Iglesia en el peligro y mantenla en el camino de la salvación. Por nuestro Señor.

2) LECTURA

Del santo Evangelio según Mateo 23,1-12

Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; ensanchan las filacterias y alargan las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame ‘Rabbí’.

«Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Instructores’, porque uno solo es vuestro Instructor: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

3) REFLEXIÓN

• El evangelio de hoy trae una crítica de Jesús en contra de los escribas y de los fariseos de su tiempo. Al comienzo de la actividad misionera de Jesús, los doctores de Jerusalén habían ido hasta Galilea para observarlo (Mc 3,22; 7,1). Incomodados por la predicación de Jesús, habían esparcido la calumnia según la cual era un endemoniado (Mc 3,22). A lo largo de tres años la popularidad de Jesús fue creciendo. Creció también el conflicto entre él y las autoridades religiosas. La raíz de este conflicto estaba en la manera en que ellos se pusieron ante Dios. Los fariseos buscaban su seguridad no tanto en el amor de Dios para con él, sino más bien en la observancia rigurosa de la Ley. Confrontado con esta mentalidad, Jesús acentúa la práctica del amor que relativiza la observancia de la ley y le da su verdadero sentido.

• Mateo 23,1-3: La raíz de la critica: “Ellos dicen, pero no hacen”. Jesús reconoce la autoridad de los escribas y fariseos. Ellos ocupan la cátedra de Moisés y enseñan la ley de Dios, pero ellos mismos no observan lo que enseñan. De ahí la advertencia a la gente: “Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.” ¡Es una crítica que arrasa! Enseguida, como en un espejo, Jesús hace ver algunos aspectos de incoherencia de las autoridades religiosas.

• Mateo 23,4-7: Mirarse en el espejo para hacer una revisión de vida. Jesús llama la atención de los discípulos sobre el comportamiento incoherente de algunos doctores de la ley. Al meditar estas incoherencias, conviene pensar no en los fariseos y en los escribas de aquel pasado lejano, sino más bien en nosotros mismos y en nuestras incoherencias: atar cargas pesadas y echarlas a las espaldas de la gente, pero ni con el dedo queremos moverlas. Todas nuestras obras las hacemos para ser vistos por los hombres; queremos el primer puesto en lugares destacados y que la gente nos llame ‘doctor’. ¡A los escribas les gustaba entrar en las casas de las viudas y hacer largas preces en cambio de dinero! (Mc 12,40)

• Mateo 23,8-10: Ustedes todos son hermanos. Jesús manda tener la actitud contraria. En vez de usar la religión y la comunidad como medio de autopromoción para parecer más importante ante los demás, pide que no se use el título de Maestro, Padre o Guía, pues uno sólo es el guía: Cristo; sólo Dios en el cielo es Padre, y Jesús es el maestro. Todos los demás somos hermanos. Esta es la base de la fraternidad que nace de la certeza de que Dios es nuestro Padre.

• Mateo 23,11-12: El resumen final: el mayor es el menor. Esta frase final es lo que caracteriza tanto la enseñanza como el comportamiento de Jesús: “El más grande de ustedes, será servidor de ustedes. Quien se exalta será humillado, y quien se humilla será exaltado” (cf. Mc 10,43; Lc 14,11; 18,14).

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• ¿Qué es lo que Jesús criticó en los doctores de la Ley, y en qué los elogió? ¿Qué es lo que él critica en mí y qué elogiaría en mí?

• ¿Te has mirado al espejo?

5) ORACIÓN FINAL

«Me honra quien sacrifica dándome gracias,
al que es recto le haré ver la salvación de Dios.» (Sal 50,23)

Patriarcado y machismo: patologías emparentadas

David Molineaux

Orígenes humanos

Los primeros humanos, los de la era paleolítica, se desplazaban durante incontables milenios en pequeños clanes nómadas. Los varones cazaban y las mujeres recolectaban semillas, tubérculos, frutas, y nueces. Sus posesiones eran casi nulas, la distribución de alimentos era estrictamente igualitaria, y las personas que ejercían el liderazgo influían no por imposición sino por medio de la persuasión y la elocuencia.

Hace unos 12.000 años, a finales de la edad de hielo más reciente, se inició un cambio fundamental: aparecieron los primeros asentamientos neolíticos. En Eurasia, algunos grupos empezaron a establecerse en aldeas. Practicaban la horticultura a pequeña escala, sembrando granos y legumbres, y domesticaron algunos animales. La acumulación de posesiones era modesta: un pequeño rebaño, herramientas rudimentarias, una vivienda sencilla…

El estudio de sitios arqueológicos neolíticos, y sobre todo el hallazgo de una gran cantidad de figurinas femeninas, sugiere que en extensas regiones se practicaban cultos a la fertilidad y a deidades femeninas.

Tanto en el paleolítico como en el neolítico, el aporte económico de las mujeres solía ser igual o más importante que el de los varones. Su status social era alto, más que el de las mujeres de muchas sociedades actuales. Las diferencias económicas y sociales eran mínimas, y el conflicto armado era infrecuente.

Sociedades patriarcales: apropiación y control

Hacia finales de la era neolítica fueron surgiendo nuevas tecnologías, como el riego masivo y arados tirados por animales, las cuales dieron lugar a la acumulación de importantes excedentes de granos. La privatización de grandes extensiones de terreno permitió a grupos minoritarios, típicamente entre el 1 y el 2 por ciento de la población, apropiarse de hasta el 70% de las tierras productivas. La gran mayoría de los excluidos fueron obligados a aceptar una forma u otra de servidumbre; apareció la esclavitud como institución formal.

A partir del cuarto milenio a.C., fueron apareciendo centros urbanos con miles o incluso decenas de miles de habitantes. Para reglamentarlos surgió una institución novedosa: el estado, con el rey a la cabeza. Se inventaron los primeros sistemas de escritura; aparecieron códigos legales escritos y los primeros textos de historia.

Emergió una nueva casta social, la de los militares, encargada de proteger los intereses de las élites político-económicas y de aumentar sus fortunas por medio de guerras de conquista. Su tarea fue facilitada por nuevas tecnologías de metales, que producían no sólo mejores herramientas sino espadas y carros de guerra. Los registros históricos de la antigua Mesopotamia -cuna de las primeras civilizaciones urbanas- relatan que apenas aparecieron los primeros reyes, éstos iniciaron campañas de conquista en territorios aledaños y empezaron a construir imperios. La guerra se volvió no sólo frecuente, sino crónica.

Estos regímenes, ya decididamente patriarcales, se centraban en la apropiación y el control. Instalaron rígidos sistemas jerárquicos: en la cúspide de la pirámide se encontraba una pequeña élite de varones que monopolizaban los recursos y el poder. Luego venían los mandos medios: militares, sacerdotes, administradores, y algunos artesanos urbanos. En la base estaba la gran masa de la población, proveedora de alimentos básicos y mano de obra.

El control jerárquico fue, en primer lugar, económico. En segundo lugar estaba la dominación política y militar. Las mujeres, privadas del destacado papel económico y social que habían jugado en las sociedades humanas anteriores, fueron asignadas a roles domésticos, subordinadas en todo a los varones y a menudo consideradas como posesiones. Su comportamiento sexual estaba bajo el más estricto control: para la herencia patrilineal de bienes, era esencial que el varón pudiera identificar a sus hijos «legítimos».

Juicios de superioridad e inferioridad

Las sociedades patriarcales funcionan jerárquicamente en múltiples aspectos. Todo se compara, todo se califica en base a criterios de superioridad e inferioridad. Se establecen rangos sociales, «niveles culturales», y categorías raciales. Hay jerarquías del éxito, de fuerza y capacidad, de inteligencia y mérito, y de belleza femenina.

La obsesión patriarcal con el control otorga un lugar central a la autoridad y la obediencia, impuestas por medio del dolor y el temor al castigo. Algunos comentaristas hablan de un «complejo de autoridad sagrada»: el control vertical se justifica en nombre de conceptos religiosos.

Bajo el patriarcado las múltiples diosas del período neolítico, asociadas con fertilidad y tierra, fueron dando lugar a figuras masculinas con rasgos guerreros, residentes en el cielo. En la literatura, y también en la escultura y otras expresiones artísticas públicas, se glorificaba a la guerra y las armas: la espada a menudo se volvió símbolo sagrado, y las guerras de conquista obedecían a mandatos divinos.

En las sociedades patriarcales se da más valor a las emociones «duras» como la ira y el desprecio, por encima de sentimientos considerados «blandos», tales como la empatía y la compasión. Se fomentan actitudes de competitividad agresiva: se acostumbra a criar a los varones en la lógica de la guerra.

En muchos casos se justifica el control y la do- minación en nombre de la apropiación de la verdad. Se enseña que hay un solo camino «correcto» en política, en economía, y en religión: «el error no tiene derechos». Históricamente, esto ha llevado a cruzadas, inquisiciones, e incluso genocidios.

Las religiones patriarcales tienden a sacralizar el dolor. Se desconfía del placer, y en general de las espontaneidades instintivas, tan poco controlables. La sexualidad se suele asociar con la transgresión: a menudo se reprime la expresión de la sensualidad y ternura.

Algunos investigadores han hecho notar, sobre todo en los varones de estas sociedades, una especie de «armadura psicológica»: patrones de rigidez muscular y neuronal que obstaculizan el movimiento corporal fluido y que se asocian frecuentemente a patologías físicas y psicológicas.

La modernidad: desafíos al patriarcado

Los imperios de la antigüedad, y también las civilizaciones del mundo clásico, fueron estrictamente patriarcales. La Europa medieval heredó el mismo sistema, al igual que la época moderna que surgió a partir del siglo XV.

En la modernidad más reciente, sobre todo a partir de la Ilustración del siglo XVII, ha crecido una fuerte resistencia a diversos aspectos del patriarcado: las monarquías han ido cediendo a sistemas políticos más democráticos, y en los siglos XIX y XX el marxismo y la socialdemocracia cuestionaron la explotación económica de sectores mayoritarios de la población. Se han formado movimientos por los derechos humanos; por el respeto a las minorías raciales, nacionales, y sexuales; y por la abolición de la esclavitud. Y como todos sabemos, en muchos países han surgido luchas por la igualdad política, económica, y social de las mujeres.

Patriarcado y machismo

Sin embargo, las estructuras patriarcales persisten. Y bajo su alero, con diversos matices, está el machismo. Pero patriarcado y machismo son dos realidades muy distintas: el patriarcado es todo un sistema social, político y económico, mientras que el machismo es una subcultura (o una variedad de ellas) que estimula a los varones a exhibir comportamientos considerados hiper-masculinos. Deben mantener el control riguroso sobre el comportamiento de la mujer y los hijos y exagerar rasgos personales como la agresividad, la impasibilidad, y la violencia bajo cualquier pretexto, sobre todo en contra de la mujer. El machismo se asocia muy a menudo con el comportamiento masculino irresponsable: la promiscuidad desenfrenada y el abandono de la prole.

El machismo sigue causando incalculable sufrimiento y tragedia: basta tomar conciencia, por ejemplo, del drama del feminicidio en los diferentes países de nuestra región. Pero el machismo no es patriarcado: es su patético hijo bastardo.

En resumen, el patriarcado sigue siendo la patología central de la civilización occidental. Las luchas en contra de sus múltiples expresiones abordan, necesariamente, temas económicos, políticos, sociales, y ecológicos. Entre ellas, no puede estar ausente la exigencia de poner fin al machismo.

Cuaresma, mistagogía de la Pascua

LA PASCUA DE CRISTO SIGUE CRECIENDO

El sentido de la Cuaresma cristiana se puede resumir así: la Cuaresma nos introduce en la celebración, cada año más intensa, del Misterio Pascual de Cristo. 

Se habla mucho, desde hace algunos años, del Misterio Pascual. La expresión existía ya en la liturgia: «Jesucristo, tu Hijo, en favor nuestro instituyó por medio de su sangre el misterio pascual » (Viernes Santo, 1ª oración); «para celebrar dignamente el Misterio Pascual» (jueves 3º de Cuaresma). 

Puede existir el peligro de que para algunos la frase se convierta en un slogan bonito, pero vacío de sentido y de vivencia. 

«Misterio Pascual» viene a expresar lo mismo que «misterio de la Redención», pero de una manera: 

– más concreta: porque centra la atención, no en un concepto, sino en el gran acontecimiento que constituye la muerte y la resurrección de Cristo; 

– más completa: porque no considera sólo la muerte de Cristo, sino también su resurrección, ambas como única intervención salvadora del poder de Dios; 

– más dinámica: porque hace resaltar el paso poderoso de la muerte a la vida en Cristo.

Para Cristo, el Misterio Pascual es su PASO triunfal de la muerte a la Vida. El misterio total de la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión. Es el PASO=PASCUA, el gran suceso de la historia, el acontecimiento salvador por excelencia. Acto vital, dinámico, del Dios poderoso, 
que nos salva de la muerte por la Muerte de su Hijo, y nos introduce en la vida por la Vida nueva de Cristo. 

Para nosotros, el Misterio Pascual es la participación en la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Se trata de que también nosotros PASEMOS, que nos incorporemos al tránsito pascual de Cristo. Cada año más profundamente.

Este es el eje de toda la historia de la salvación: que lo que se ha cumplido en Cristo-Cabeza se cumpla en todos sus miembros.

Cristo dio el gran Paso. Cumplió en Sí la Pascua.

Ahora el Cristo total, la Iglesia, prolonga y perfecciona esta Pascua del Cristo físico a lo largo de la Historia, pasando continuamente de la muerte del pecado a la vida nueva y fructífera de la gracia, camino de la salvación total y definitiva:

para que la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales sea, por tu gracia, prenda de vida eterna (Noche de Pascua).

UN TIEMPO FUERTE DE NOVENTA DIAS

Todo el Año Litúrgico tiene como finalidad esta asimilación del Misterio de Cristo. Pero con mayor intensidad la Cuaresma y la Pascua:

– la Cuaresma nos inicia en la Pascua, nos entrena en el paso de la muerte a la vida;

– el TriduoPascual (Viernes, Sábado y Domingo de Resurrección) culmina la celebración del Tránsito del Señor (de la muerte y del sepulcro a la Vida) y del nuestro (del pecado, por el Bautismo, a la gracia);

– y el Tiempo Pascual prolonga la solemnidad a lo largo de cincuenta días -la «pentecostés»- que se celebran como uno solo.

La Cuaresma no es, pues, fin en si misma, sino que culmina y se perfecciona en la Pascua. El proceso pascual decisivo para cada cristiano se realiza en tres tiempos: morir al pecado y al mundo; morir al egoísmo, que ya es estrenar nueva existencia; celebrar con Cristo el nacimiento a la nueva vida; y vivir con nueva energía y entusiasmo: como niños recién nacidos.

No se trata de «instruirnos» sobre la Pascua, sino de «iniciarnos» en su Misterio.

La atención y las fuerzas nos deben acompañar «in crescendo» a lo largo de los noventa días: los cuarenta de preparación y los cincuenta de celebración. Con la cumbre de la Noche Pascual, meta y fuente de nuestra reforma de resucitados con Cristo, y la plenitud del Espíritu en Pentecostés.

No vaya a ser que lleguemos con esfuerzo, a lo largo de la Cuaresma, hasta la puerta, y no tengamos ya las fuerzas o la tensión necesaria para entrar en la Pascua y vivirla hasta su final.

Noventa días de «tiempo fuerte». Primavera espiritual de la Iglesia y de cada cristiano, que se renueva en su vida de gracia, en su «historia de la salvación», en su incorporación al Cristo que muere y resucita.

Con la suficiente energía como para aprovechar el impulso durante el resto del año.

CRISTlANOS QUE SE CONVIERTEN

La incorporación creciente al misterio de la Pascua de Cristo la expresa la liturgia cuaresmal en una palabra: conversión.

La palabra griega «metánoia» significa «cambio de mentalidad».

La latina «con-versio» viene a indicar lo mismo: «vuelta, cambio de dirección». Que es lo que se ha traducido en latín «paenitere, paenitentia», pero entendida en su sentido pleno de conversión total que es el que le viene dado en los textos cuaresmales:

– que nuestra mentalidad mundana, lejana al evangelio, se convierta en mentalidad cristiana;

– que nuestros caminos de pecado, nuestra vida carnal y materialista se dirijan ahora por los caminos de la gracia, una vida según el espíritu;

– que donde reinaba el egoísmo, cerrando las puertas a Dios y al prójimo, se inaugure una apertura de docilidad para con Dios y de amor práctico para con el prójimo:

Convertíos a mi de todo corazón, convertíos al Señor Dios vuestro (miércoles de ceniza);
y Leví, dejándolo todo, se levantó y lo siguió

He venido a llamar a los pecadores para que se conviertan (sábado ceniza).

Un cambio, una nueva dirección en la vida. Empezando por la mentalidad, que es la raíz de toda conducta.

EL DEDO EN LA LLAGA

Una conversión auténtica hace «daño».

Porque nuestra Cuaresma y nuestra Pascua no debe dedicarse a jugar con las ideas. Ni contentarse con agua de rosas. Debe llegar al fondo.

Este «convertirse», que es «morir con Cristo para resucitar con El», debe entrar con decisión hasta lo más profundo de nuestro ser. Y reformar. Cortar. Cambiar.

Y nos dolerá. Como cuando el dentista nos toca el nervio enfermo.

Si no le hacemos «daño» al hombre viejo en Cuaresma, es que no le hemos puesto el dedo en la llaga.

A lo mejor nos hemos contentado con dar una limosna o abstenernos de unos caramelos o cigarrillos.

Si no nos hemos abstenido del pecado y del egoísmo, no ha entrado la Cuaresma en la raíz de nuestra personalidad. Y tampoco entrará la Pascua.

Si entendemos la «penitencia cuaresmal» como un pequeño ayuno, que no nos cuesta gran cosa, y no nos transforma interiormente, poco habremos conseguido de la Cuaresma.

Y mal podremos tocar las campanas de Pascua: rasgad los corazones, no las vestiduras,
convertíos al Señor Dios vuestro (miércoles de ceniza).

Es adentro donde tiene que bajar la conversión, y no quedarse en la superficie. Celebrar la Cuaresma es mirarse sin ningún miedo al espejo de Cristo. Encararse en sus exigencias. Comparar su programa y su ideología con la nuestra: ¿qué nos falta?, ¿qué nos sobra? Y emprender con decisión la reforma:

Seréis santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo (lunes primera semana).

UN RITMO SIEMPRE MODERNO

Esta conversión se predicaba en un tiempo de modo especial para los catecúmenos, que en Cuaresma se preparaban a su bautismo, y para los penitentes públicos, que recorrían el camino de su reconciliación.

Pero entonces y ahora se dirigía y se dirige con mayor fuerza a los ya bautizados. Porque aunque estamos ya incorporados a Cristo, nuestro hombre viejo nos crece cada año. Y de nuestro flamante vestido nuevo («revestíos de Cristo») nos hemos ido despojando poco a poco por el camino.

Por eso cada año somos convocados a un nuevo catecumenado y a una nueva reconciliación. Somos invitados insistentemente a un «paso», a una conversión siempre necesaria.

Hay un ritmo dialéctico en el rico formulario de la liturgia cuaresmal que puede ilustrar este «paso» del hombre viejo al nuevo:

– de la enfermedad a la salud: paralítico (4º martes), el hijo del centurión (lunes 4º);

– de la lucha y los peligros, al triunfo: historia de José (viernes 2º), de Susana (lunes 5º), de Jeremías (miércoles 2º y viernes 5º), persecución del justo (viernes 4º), de Ester (jueves 1º), Cristo tentado y transfigurado (domingos 1º y 2º);

– de la sed, al agua viva: el agua de Moisés al pueblo y de Cristo a la Samaritana (domingo 3º, A);

– de las tinieblas a la luz: el ciego de nacimiento (domingo 4º A);

– de la muerte a la vida: Lázaro (domingo 5º A);

– del pecado a la conversión: historia de Jonás y Nínive (miércoles 1º), el hijo pródigo (sábado 2º y domingo 4º C);

– del fermento viejo a la nueva levadura (domingo de Pascua);

– pero sobre todo con el gran ritmo, anunciado repetidas veces y cumplido gloriosamente, de la Muerte a la Resurrección de Cristo.

Es el «estilo» de Dios, el «ritmo pascual», de «paso», de tránsito dinámico y poderoso. Que se ha hecho esencia de la historia de la salvación y que nosotros asimilamos en nuestro proceso cuaresmal-pascual.

Una pauta sustanciosa, ésta, para la catequesis y para la vivencia de la Cuaresma como ejercicio del Misterio Pascual.

«De muerte a vida», es un ritmo fácil de entender para los jóvenes y los mayores. Todos tenemos algo que «matar» en nosotros: el orgullo, la pereza, la ira, el egoísmo. Todos tenemos algo que renovar. Hacernos «hombres nuevos», dejando al «hombre viejo».

CUARESMA CON CRISTO

No tenemos que perder de vista esta compañía: nosotros no hacemos una Cuaresma nuestra. No estamos solos en la subida a la Pascua.

Cristo, que una vez y para siempre subió a la muerte para merecer la vida, sigue con nosotros y en nosotros el mismo camino. Hoy, con una actualidad misteriosa pero realísima, se nos hace compañero de viaje, para realizar en nosotros su Cuaresma y su Pascua, la obediencia y el triunfo, la muerte y la vida.

El, perseguido por sus adversarios,

incomprendido por sus discípulos,
lleno de miedo y repugnancia ante la muerte,
derramando su vida en una muerte trágica,
para resucitar glorioso a su nueva vida de Kyrios, de Señor,
triunfador ya para siempre de la muerte.

Nosotros, perseguidos por la tentación y el pecado,
en choque abierto y doloroso con el mundo, la carne y el demonio,
llenos de miedo ante la renuncia y el sacrificio,
pero crucificados al mundo y a su mentalidad,
cara a la resurrección a una vida más fuerte y vigorosa
por los caminos de Dios, injertados en la vida pascual de Cristo.

Tú quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad (Dom. de Ramos).

LA CUARESMA, SACRAMENTO

Todo lo demás tiene categoría de medio.

Lo importante en Cuaresma es incorporarse a esa carrera del Cristo que muere y se levanta a una existencia nueva de resucitado. Lo importante es realizar con la ayuda de Dios en lo más hondo de nuestra persona esta «conversión», paso pascual de las sombras en que siempre andamos metidos, a la plena luz.

Los medios exteriores de la «observancia cuaresmal» son útiles, tienen importancia. Pero siempre como expresión de la postura interior, del empeño personal, y sobre todo, como expresión de la acción interior de Dios, que obra con nosotros la gran renovación pascual.

En este sentido se llama la Cuaresma «sacramento»: porque es signo exterior de una realidad interior de conversión y de gracia de Dios que nos renueva para la Pascua: «celebrado el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba» (domingo 1º); «para que las penitencias exteriores transformen nuestro espíritu» (jueves 2º).

EL PAN DE LA PALABRA

¿Cuáles son estos medios que la Cuaresma nos ofrece?

Ante todo, y para subrayar que la iniciativa parte siempre de Dios, la Palabra divina.

La Iglesia se hace catecúmena. Nos sentamos de nuevo en la escuela de la Palabra, para aprender. Para entrar más a fondo en el conocimiento de los planes de Dios y su misterio de salvación. Para conocer mejor el dinamismo del Cristo que nos redime en un nuevo Éxodo Pascual.

Cuaresma, tiempo de meditación en la Escritura. Contemplación de la historia de la salvación: «el que medita la ley del Señor día y noche, da fruto a su debido tiempo» (miércoles de ceniza).

La verdadera imagen de la Iglesia en Cuaresma no es solamente la de un pueblo que ayuna y llora, vestido de saco y cilicio, sino sobre todo la de una comunidad que se recoge en escucha orante de la Palabra de su Señor.

Cada día tiene su formulario de lecturas propio. Tenemos que valorar estas lecturas, su proclamación, la trasmisión de su mensaje: así será mi palabra: no volverá a mi vacía (martes 1º).

Qué bien estaría que cada día hubiera una pequeña homilía, recalcando precisamente este progreso hacia la Pascua. En estas lecturas se encuentra una pedagogía estupenda que prepara gradualmente a la Pascua. No hace falta ir a buscar temas peregrinos para la catequesis o la meditación.

CUARENTA DIAS DE RODILLAS

La lectura de la Palabra de Dios nos lleva a una más intensa oración.

La reforma que hay que cumplir en la Cuaresma no se puede realizar sin la ayuda de Dios. Es El el que purifica nuestro ser, el que nos renueva, el que convertirá nuestro viejo Adán en el nuevo Cristo.

Y por eso nos postramos en oración: pedid y se os dará, buscad y encontraréis (jueves 1º).

La Iglesia en oración. Sobre todo en Cuaresma. Para que no nos creamos que con el ayuno y los demás ejercicios ascéticos que podemos emprender en este tiempo, somos nosotros los que merecemos la nueva vida. La Iglesia, consciente de que la Pascua es obra de Dios, se pone en actitud de oración, pidiendo la salvación pascual para la comunidad entera y para cada uno de sus miembros.

«Encarézcase la oración por los pecadores «, recomienda la Constitución de Liturgia (SC 109) en el tiempo de Cuaresma. En esta categoría entramos todos, necesitados de renovada conversión. Toda la comunidad se reconoce pecadora y se hace penitente, implorando de Dios el perdón y los dones de su gracia para la conversión. Oración personal y oración litúrgica, colectiva. En unión de toda la Iglesia. O de la comunidad a que pertenecemos.

EL PAN PARA EL CAMINO

La oración, sobre todo, de la Eucaristía, donde en torno al nuevo Cordero Pascual, Cristo, e identificados con El, dirigimos al Padre nuestro sacrificio de acción de gracias para nuestra salvación pascual y participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Aquí está el centro de nuestra jornada cuaresmal:

«concédenos avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en plenitud» (dom. 1º)

La Eucaristía como fuente de nuestra reforma y como motor de nuestra inserción en el misterio pascual.

La Eucaristía acelera en nosotros el proceso de la resurrección a la vida de Cristo: «purifícanos por la acción de este sacrificio» (domingo 50).

La Eucaristía concentra y actualiza la Entrega (el Paso) de Cristo al Padre en su sacrificio pascual. Participar en ella es participar de la Pascua del Señor.

UN AYUNO TREMENDAMENTE ACTUAL

Con la Palabra y la Oración, la Cuaresma estimula en nosotros un trabajo personal y colectivo de Ayuno.

Un ayuno con dimensiones profundas y personales. No el ayuno reducido a la abstinencia de alimentos, medido por una casuística sobre el peso de sus onzas. Eso seria tergiversar el sentido de la «paenitentia», que debe ser una vuelta de toda la personalidad a Dios.

El ayuno cuaresmal tiene un contexto mucho más radical que la simple abstinencia de alimento. Es el ayuno del hombre viejo. El ayuno del pecado. La renuncia a los propios caminos para abrazar los de Cristo.

Este es el ayuno principal. La lucha contra el pecado en nosotros mismos. Si uno se priva de un plato de carne, pero no de su rencor y de su deseo de venganza, se ha quedado meramente en la superficie de su ayuno.

Si sacamos dinero de la cartera para dar una limosna, pero no sacamos del corazón el odio al hermano, o la soberbia, no hemos progresado gran cosa.

En este contexto se entiende la observancia cuaresmal, en la cual ha tenido siempre un papel preponderante el ayuno.

La renovación interior va así acompañada y favorecida por una austeridad exterior que en la práctica puede adoptar muchas modalidades. Son muchas las apetencias, no necesarias a nuestra salud, que podemos negarnos en la Cuaresma. La «muerte al pecado» se puede avivar pedagógicamente con esos sacrificios que a la vez dan una agilidad mayor para correr por los caminos del espíritu.

El que no quiere renunciar a nada, el que se concede a si mismo todo en la comida, en la diversión, en el placer, es señal de que no se ha puesto en clima de conversión pascual. El privarse de algo es signo de nuestra vuelta a lo esencial en la vida: Dios y sus caminos. Lo demás es todo relativo. El ayuno subraya esta relatividad de las criaturas, mientras rinde homenaje a Dios.

Tal vez hoy día lo que más nos estorba a un sano recogimiento y a una agilidad espiritual no son tanto los alimentos, cuando las imágenes y la palabrería. Una discreta renuncia a espectáculos, a lecturas, a tantas cosas que nos ofrece la sociedad de consumo, pueden ser todavía más útiles que los sacrificios en la comida, en el tabaco o en los dulces.

«Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles» (SC 110). Se puede, pues, adaptar el «ayuno», pero valorando siempre más esta base radical de renuncia a lo que no es Cristo en nosotros para convertirnos a Dios.

CUARESMA DE CARIDAD

Una de las señales de la recta inteligencia del ayuno es que termine en la caridad. Ayunar, para dar al prójimo.

«Lo que cada uno sustrae a sus placeres, lo dé a favor de los débiles y pobres» (S. León, en un sermón cuaresmal). «Lo que tomamos en estas cosas de menos, aproveche para alimentar a los necesitados»(Sacrament. Veronense 929).

Este es el sentido de las campañas que en varias naciones y comunidades se llevan a cabo durante la Cuaresma para ayudar a países o instituciones pobres. El ayuno cuaresmal no es meramente negativo, sino que es renuncia a nuestras apetencias, para abrir las puertas a Dios (oración, lectura) y al prójimo-(caridad). Las dimensiones del más auténtico cristianismo:

dejar libres a los oprimidos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo…
el ayuno que yo quiero es éste (viernes de ceniza);
misericordia quiero y no sacrificios (sábado 3°).

Una Cuaresma de caridad. Optima iniciativa en cualquier comunidad cristiana que marcha hacia la Pascua.

BAUTIZADOS EN LA MUERTE

El ambiente bautismal que desde los primeros siglos impregna la Cuaresma entra totalmente dentro del proceso de tránsito de la Iglesia y de cada cristiano a la vida pascual de Cristo:

– los catecúmenos dejan las costumbres viejas, pasan de la tiniebla del pecado a la Luz y la Vida de Cristo.

– los ya bautizados renuevan cada año su experiencia de catecúmenos y bautizados, profundizando así en la raíz misma de su existencia cristiana.

Los temas bautismales se desarrollan, sobre todo, a partir de la tercera semana. En la reforma del Leccionario han pasado al 3º, 4º y 5º domingos de Cuaresma los tres evangelios más típicamente bautismales: el de la samaritana (Cristo, Agua viva), el del ciego de nacimiento (Cristo, Luz) y el de Lázaro (Cristo, Vida), que antes se encontraban en las ferias de la tercera y cuarta semanas.

Otros textos que ilustran en este período la transformación bautismal son la curación del leproso Naamán (lunes 3º), las aguas que brotan del templo (martes 3º), etcétera.

Con razón se llama a estas semanas “retiro bautismal de la Iglesia”. Retiro que culmina en la Noche Pascual, alrededor del Agua, con las lecturas y los ritos del bautismo.

Los nuevos textos de la bendición del agua, del bautizo y de la renovación de las promesas bautismales en la Vigilia Pascual, pueden muy bien ser aprovechados para la catequesis a lo largo de la Cuaresma.

La fuerza pascual del Bautismo la descubrió sobre todo San Pablo, que entendió este sacramento como la mejor participación en el Misterio Pascual de Cristo: sumergidos en el agua para dar muerte al hombre viejo, y saliendo del agua resucitados a una nueva vida, en Cristo Jesús:

Por el bautismo fuimos sepultados con El en la muerte,
para que así como Cristo fue despertado de entre los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos
en una vida nueva (lectura de la Noche Pascual).

Este es nuestro Bautismo y ésta nuestra Cuaresma: bautizados a la muerte, para resucitar con Cristo a nueva vida.

Revalorizar estos textos y su catequesis es vital para la pastoral de la Cuaresma.

LA CONFESION PASCUAL

La Eucaristía, cada día. El Bautismo, la Noche Pascual.

Un tercer Sacramento da el tono a la Cuaresma como preparación a la Pascua: el de la Penitencia, que viene a recoger y valorar los elementos «conversionales» de nuestra Cuaresma.

En la lucha contra el pecado, en el juicio contra todo lo viejo y anticristiano que hay en nosotros, la Reconciliación nos orienta, nos da la fuerza, nos proporciona una ocasión magnífica para someter nuestra existencia de pecadores al juicio y a la misericordia de Dios, que es el que en definitiva nos tiene que transformar. El leccionario de Cuaresma nos recuerda insistentemente la Alianza entre Dios y su Pueblo, Alianza que nos compromete a cumplir sus mandamientos, a vivir conforme al Evangelio de Cristo.

Este sacramento renueva la vida bautismal en nosotros y nos introduce en la Eucaristía, que es la renovación de la Alianza. Por tanto, nos inicia óptimamente en la Pascua. Nos ayuda a dar el paso definitivo.

La preparación cuidadosa de la confesión en este tiempo, ya desde su inicio, debe ser uno de los puntos de la catequesis cuaresmal.

Y mucho mejor si se realiza comunitariamente. Con un tono eclesial que se va por fortuna redescubriendo en el sacramento de la Penitencia. No faltan subsidios y directivas para la realización de Celebraciones de la Palabra como expresión de la penitencia de una parroquia, de un colegio, de una familia.

«Incúlquese a los fieles las consecuencias sociales del pecado… No se olvide la participación de la Iglesia en la acción penitencial (SC 109).

LA IGLESIA HACE EJERCICIOS

La dimensión comunitaria de la penitencia cuaresmal ha sido resaltada en el Concilio y seguramente está destinada a producir mucho fruto en la renovación postconciliar. La Iglesia entera se pone en camino a la resurrección y entra en el esfuerzo doloroso de la reforma y la conversión.

La Iglesia entra en Ejercicios: los Ejercicios cuaresmales de la Pascua. Junto al Esposo, unida a El en su lucha y en su muerte lenta: camino de la salvación.

Una comunidad que camina a la Pascua, que celebra la Cuaresma y trata de hacerla suya: todos unidos en el empeño común de renovación, todos unidos alrededor de la Palabra de Dios, en oración humilde y fervorosa, hermanados por los vínculos bautismales y alimentados por el mismo Pan eucarístico.

Una comunidad que lucha contra el mal, para asimilar siempre mejor la vida que nos trae Cristo.

CADA AÑO VUELVE LA PRIMAVERA

Nuestra inserción en Cristo es difícil. Y conoce ya una historia muy movida de conquistas y pérdidas.

Cada Cuaresma nos empeña en la misma tarea. Pero sin repetirse, porque es siempre distinta. Como son nuevos cada año los ecos del Aleluya Pascual. La lucha se va abriendo a nuevos campos. El hombre nuevo cristiano asimila nuevas formas vitales en nuestra personalidad. Y nos tenemos que ir haciendo más maduros en Cristo.

La ley de lavida cósmica, con el retorno de la primavera, se convierte en ley de la historia de la salvación, con el progresivo crecimiento y revitalización del Cuerpo Eclesial de Cristo, que desde el día de la Ascensión hasta el del retorno de Cristo, tiene un programa de maduración que se va haciendo historia en cada uno de sus miembros.

Y la Cuaresma, con la Pascua, es nuestra primavera en Cristo: mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis? (dom. 5° C). Está bien que cada año emprendamos con ilusión nuestra incorporación más decidida a Cristo y a su vida pascual.

Porque de Pascua en Pascua vamos caminando con confianza y seriedad hacia el Paso último, que nos debe introducir para siempre en Cristo.

La vida habrá sido una gran Cuaresma para una gran Pascua.

Un entrenamiento decisivo, una mistagogía de iniciación para la Pascua que nunca acabará:

cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con El, en gloria (2ª lectura del día de Pascua);

«de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba» (pref. 1er. domingo de Cuar.).

  1. ALDAZABAL

Spe Salvi – Benedicto XVI

27. En este sentido, es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (cf. Ef 2,12). La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando « hasta el extremo », « hasta el total cumplimiento » (cf. Jn 13,1; 19,30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente « vida ». Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza que hemos encontrado en el rito del Bautismo: de la fe se espera la « vida eterna », la vida verdadera que, totalmente y sin amenazas, es sencillamente vida en toda su plenitud. Jesús que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. Jn 10,10), nos explicó también qué significa « vida »: « Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo » (Jn 17,3). La vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente para sí, ni tampoco sólo por sí mismo: es una relación. Y la vida entera es relación con quien es la fuente de la vida. Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces « vivimos ».

Música – Domingo III de Cuaresma

Entrada: JUNTOS COMO HERMANOS – Cesáreo Gabaráin
                 Agua pura – Alberto Taulé

Penitencial: SEÑOR, TEN PIEDAD (19) – Alfonso Luna

Del salmo 18: TÚ TIENES, SEÑOR, PALABRAS DE VIDA ETERNA – R. Morales

Aclamación: HONOR Y GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS (35) – B. Carrillo

Ofrendas: ACEPTA, SEÑOR, EL VINO Y EL PAN – Pedro Joaquín Madurga

Himno: SANTO, SANTO, SANTO (16) – Alfonso Luna

Paz: CORDERO DE DIOS (20) – Autor desconocido

Comunión: A LOS HOMBRES AMÓ DIOS – J.A. Tindley
                     Donde hay caridad y amor – Pedro Joaquín Madurga

Meditación: UN MANDAMIENTO NUEVO – A. Alcalde
                       Yo creo – Emilio Vicente Mateu

Salida: SANTA MARÍA DEL CAMINO – Juan Antonio Espinosa
              Madre de América Latina – Card. Eduardo Pironio

Letras y partituras de los cantos

Recursos – Domingo III de Cuaresma

PRESENTACIÓN Y ASPERSIÓN CON EL AGUA BENDITA

(Concluida la homilía, los padres del último bautizado, si es posible con su hijo o hija, van hasta el fondo del lugar de la celebración y cogen el calderillo o el recipiente que contiene el agua ya bendecida y llevan al presbiterio, donde se la dan al que preside, y dicen:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, nosotros te traemos hoy el agua que Tú nos has dado. La usamos para el aseo personal y para cuidar nuestros campos y nuestras plantas. Ella nos refresca y nos regala vida. Pero ella es, sobre todo, la fuente de nuestra nueva vida, por el Bautismo. Nos perdonó nuestro pecado, nos llenó el corazón de tu gracia, nos incorporó a la vida del Resucitado y nos sumó a tu Iglesia.
Hoy te pedimos, Señor, que renueves esta comunidad y actualices en cada uno de nosotros y de nosotras la gracia bautismal. Pero te pedimos, también, que nos haga vivir la gracia de la igualdad, para que seamos conscientes de nuestra participación y corresponsabilidad en las tareas y actividades de tu Iglesia.

(Finalizada su intervención y ofrenda, el que preside, toma de sus manos el calderillo o recipiente con el agua bendita, coge el acetre, se signa él en la frente y realiza la aspersión sobre la comunidad)

PRESENTACION DE LA CONCHA BAUTISMAL

(Cualquier miembro adulto puede realizar esta ofrenda, después dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy esta concha que ha sido utilizada para el bautismo de muchos de nosotros y de nosotras. Con ella queremos simbolizar cómo, por tu gracia y la donación del Espíritu, Tú mismo nos has incorporado a la comunidad, a tu familia sobre la tierra, para que seamos signos de tu Reino. Que podamos vivir en cada momento de acuerdo a la dignidad a la que nos has llamado.

PRESENTACION DE LAS VELAS

(Dos jóvenes de la comunidad llevan las velas que, situadas sobre la mesa del altar, van a iluminar a la comunidad. Uno o una de ellos es quien hace la ofrenda)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, nosotros te hemos traído estas dos velas que van a iluminar nuestra asamblea, como el símbolo de la fe que profesamos cada uno de nosotros y de nosotras en tu Hijo Jesucristo. Realmente la has encendido en cada uno de nosotros y de nosotras como don de tu Espíritu y es un regalo que nos has dado generosamente. Nosotros hoy, además de agradecértelo, queremos empeñar en él nuestras personas, pues, por la fe en Jesucristo, reconocemos que nuestras personas y nuestras vidas tienen el sentido que sin ella carecerían.

PRESENTACIÓN DE UNA PERSONA EN SILLA DE RUEDAS

(Hace esta ofrenda alguien que trabaje en pastoral de la salud o acompañe y cuide a algún enfermo)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo quiero ofrecerte, Señor, dos cosas al mismo tiempo: el dolor de esta persona a la que cuido y el talante de mis cuidados. Las dos experiencias, Señor, son la religión que Tú quieres: asumir el sufrimiento y el mal, y saber que el mejor holocausto que te podemos ofrecer es una vida de entrega a los demás. Te pido que unas nuestras experiencias a las de tu Hijo en la Cruz y que las purifiques para que sean cada vez más semejantes a las suyas.

PRESENTACIÓN DE UNOS CARTELES (o diapositivas) DE MÁRTIRES DE HOY

(Se presentan unos carteles o unas diapositivas que reflejan la realidad de nuestro mundo: la pobreza, el hambre, la droga…; y otros carteles o diapositivas de personas o líderes ¿actuales? que han luchado y luchan a favor de la justicia y de la paz)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, sobre la mesa del altar, te ponemos las esclavitudes y luchas de la humanidad, hoy: la pobreza, el hambre, la droga…; y, también, la lucha constante y generosa de tantos hombres y mujeres para su erradicación y desaparición. Te pedimos que unas su ofrenda a la de tu Hijo Jesucristo, el único sacrificio que te es agradable; acéptala como hiciste con la muerte de Jesús. Y, también, llena nuestros corazones de deseos de libertad y comprométenos en su lucha; arrebátanos nuestros conformismos y comodidades; anímanos y danos tu gracia para convertirnos realmente y dar frutos concretos de tu amor.

PRESENTACIÓN DE UNA ONG

(No como algo único y exclusivo, sino como “UNA” de ellas; las demás las iremos presentando a lo largo del año, en diversos domingos y fiestas. Se trata de presentar un folleto o proyecto que presente las acciones de esta ONG)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: SeSeñor, queremos ofrecerte hoy toda la acción humanitaria de tantos grupos, comprometidos a favor de las personas más débiles de nuestra sociedad y cultura. Te la presentamos por medio de la acción de este grupo (………….). Acéptala, Señor, porque -se sientan creyentes o no- tu Reino se hace realidad en su compromiso. Y a nosotros, haznos también cada día más sensibles y comprometidos con los más necesitados, especialmente en este camino cuaresmal.

Oración de los fieles – Domingo III de Cuaresma

Seguimos adelante en nuestra andadura cuaresmal, y el pueblo muestra ante Ti las necesidades que tiene en su camino. Oremos diciendo:

R.- ESCUCHA A TU IGLESIA PEREGRINA.

1. – Por el Papa Francisco, para que con tu ayuda, siga con ese gran afán peregrino en la predicación del Evangelio, como lo fueron incansablemente sus antecesores.

OREMOS

2. – Por los gobernantes y los políticos para que se dejen guiar por la fuerza y la sabiduría que viene de Dios.

OREMOS

3. – Por los viven lejos de tu lado, para que nuestra oración y ejemplo les acerquen a la casa del Padre.

OREMOS

4. – Por los enfermos, excluidos, encarcelados o angustiados, para que encuentren en tu Iglesia la salud y la libertad que tu nos traes.

OREMOS

5. – Por los que se dedican al mundo de la economía y los negocios, para que no ahoguen estos asuntos la alegría que nos viene de Cristo.

OREMOS

6. – Por todos nosotros que paso a paso, nos encaminamos al drama de tu cruz, haz que contemplando este misterio, cojamos fuerzas para poder tomar la nuestra y seguirte.

OREMOS

Señor, tu pueblo camina siguiendo los pasos que tu marcaste primero, atiéndenos y concédenos lo que confiados te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor Amen.

Comentario al evangelio – 27 de febrero

Todos deseamos vivir esta Cuaresma como algo muy provechoso para nuestra vida espiritual. Y la mejor guía para conseguirlo lo tenemos en la santa Biblia, en los textos que nos propone la liturgia.

El profeta Isaías nos dice: “Dejad de hacer el mal,  aprended a hacer el bien.   Buscad la justicia, socorred al oprimido,  proteged el derecho del huérfano,  defended a la viuda”. ¡Buen programa para estos días de penitencia cuaresmal!

El evangelio nos presenta las controversias de Jesús con los distintos grupos  de judíos que rechazaban sus enseñanzas. Leían la Biblia, que ellos llamaban la Torá,  pero no ponían en práctica sus enseñanzas.

Nos sorprende la vanidad y la ostentación de estos maestros de la Ley, la incapacidad para distinguir lo importante de lo secundario. Se habían olvidado de que la religión es también cuestión del corazón, tanto en su relación con Dios, como en su relación con el prójimo.

Jesús respetó la Ley de Moisés, pero también destapó la hipocresía de los doctores y maestros que la enseñaban: ataban cargas pesadas sobre los hombros de los demás, pero ellos no arrimaban ni un dedo para llevar esas cargas. Decían a los demás lo que tenían que hacer para agradar a Dios, pero ellos dejaban a Dios de lado.

¿Se dan todavía hoy entre nosotros este tipo de situaciones? Por supuesto. La condición humana es muy parecida en todas partes y en todas las épocas de la historia, por eso la hipocresía también puede estar presente hoy entre nosotros cristianos. Es tiempo de Cuaresma,  es la ocasión propicia para hacer un buen examen de nuestras actitudes y sentimientos. Y, por supuesto, con la gracia del Señor, intentar cambiar, pues en el esfuerzo está el mérito.

Hay una fábula que ilustra este plan de superación. Se titula “Los dos lobos”:“Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.

Los niños le preguntaban curiosos sobre muchas cosas: cómo ser buenas personas, por qué había personas malas, por qué tenían intenciones no muy buenas y engañaban, etc.

El viejo cacique les dijo: «Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí; es entre dos lobos. Uno de los lobos es: maldad,  ira, envidia, rencor, avaricia, arrogancia, mentira, orgullo… El otro es: bondad, alegría, paz, amor, humildad, dulzura, generosidad, amistad, compasión.

Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros también niños, y dentro de casi todos los seres humanos de la tierra.» Lo pensaron un minuto, y uno de los niños le preguntó: «Abuelo, ¿cuál de los dos lobos ganará?» Y el viejo cacique respondió: “simplementeel que tú alimentes, hijo mío«.

Es un cuentito, pero cuánta verdad encierra si lo queremos aprovechar. ¿Qué virtudes me he propuesto cultivar en esta Cuaresma?

Carlos Latorre, cmf