Vísperas – Viernes III de Cuaresma

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: MUERE LA VIDA Y VIVO YO SIN VIDA.

Muere la vida y vivo yo sin vida
ofendiendo la vida de mi muerte;
sangre divina de las venas vierte
y mi diamante su dureza olvida.

Está la majestad de Dios tendida
en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el más fuerte
y de su cuerpo la mayor herida.

¡Oh duro corazón de mármol frío!
¿Tiene tu Dios abierto el lado izquierdo
y no te vuelves un copioso río?

Morir por él será divino acuerdo,
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y, como no la tengo, no la pierdo. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Salmo 134 I – HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Salmo 134 II.

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA BREVE   St 5, 16. 19-20

Confesaos mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para alcanzar vuestra curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia. Hermanos, si alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra convertirlo, sepa que quien convierte a un pecador de su camino equivocado salvará su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.

RESPONSORIO BREVE

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los sacrificios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los sacrificios.

PRECES

Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:

Compadécete, Señor, de tu pueblo.

Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su esperanza,
para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.

Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu Evangelio
y dando testimonio de él por su fe, esperanza y caridad.

Conforta, Señor, a los que están tristes,
y otórganos a nosotros el poder consolar a nuestros hermanos.

Haz que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos
y dales parte en tu gloriosa resurrección.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:

Padre nuestro…

ORACION

Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones, para que sepamos refrenar nuestros excesos mundanos y seguir fielmente las inspiraciones que nos vienen de ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – 9 de marzo

Lectio: Viernes, 9 Marzo, 2018

Tiempo de Cuaresma

1) ORACIÓN INICIAL

Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos dominar nuestro egoísmo y secundar las inspiraciones que nos vienen del cielo. Por nuestro Señor.

2) LECTURA

Del santo Evangelio según Marcos 12,28b-34

Se acercó uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.

3) REFLEXIÓN

• En el Evangelio de hoy (Mc 12,28b-34), los escribas y los doctores quieren saber de Jesús cuál es el mayor mandamiento. Hoy también mucha gente quiere saber qué es lo más importante en la religión. Algunos dicen: ser bautizados. Otros: la oración. Otros dicen: ir a Misa o participar en el culto del domingo. Otros: amar al prójimo y luchar por un mundo más justo. Otros se preocupan sólo de las apariencias y de los cargos de la iglesia.

• Marco 12,28: La pregunta del doctor de la Ley. Poco antes de la pregunta del escriba, la discusión había sido con los saduceos entorno a la fe en la resurrección (Mc 12,23-27). Al doctor, que había asistido al debate, le había gustado la respuesta de Jesús, y había percibido en él una gran inteligencia. Quiso aprovechar la ocasión para plantear una pregunta y recibir una aclaración: “¿Cuál es el mayor de todos los mandamientos?” En aquel tiempo, los judíos tenían una gran cantidad de normas para reglamentar la práctica y la observancia de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Algunos decían: “Todas estas normas tienen el mismo valor, pues vienen todas de Dios. No nos compite introducir distinciones en las cosas de Dios”. Otros decía: “¡Algunas leyes son más importantes que otras y, por ello, obligan más!” El doctor quiere saber la opinión de Jesús.

• Marcos 12,29-31: La respuesta de Jesús. Jesús responde citando un pasaje de la Biblia para decir que el mandamiento mayor es “¡amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con toda la fuerza!” (Dt 6,4-5). En el tiempo de Jesús, los judíos piadosos recitaban esta frase tres veces al día: por la mañana, a medio día y por la noche. Era tan conocida entre ellos como entre nosotros el Padre Nuestro. Y Jesús añade, citando de nuevo la Biblia: “El segundo es éste: ‘Amarás tu prójimo como a ti mismo’ (Lev 19,18). No existe otro mandamiento mayor que estos dos”. Respuesta breve y ¡muy profunda! Es el resumen de todo lo que Jesús ha enseñado sobre Dios y sobre la vida (Mt 7,12).

• Marcos 12,32-33: La respuesta del doctor de la ley. El doctor concuerda con Jesús y concluye: “Sí, amar a Dios y amar al prójimo es mucho más importante que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Es decir, el mandamiento del amor es más importante que los mandamientos relacionados con el culto y los sacrificios del Templo. Esta afirmación viene de los profetas del Antiguo Testamento (Os 6,6; Sal 40,6-8; Sal 51,16-17). Hoy diríamos que la práctica del amor es más importante que las novenas, las promesas, las misas, los rezos y las procesiones.

• Marcos 12,34: El resumen del Reino Jesús confirma la conclusión del doctor y dice: “¡No estás lejos del Reino de Dios!” De hecho, el Reino de Dios consiste en unir los dos amores: amor a Dios y amor al prójimo. Pues si Dios es Padre/Madre, nosotros todos somos hermanos y hermanas, y tenemos que mostrarlo en la práctica, viviendo en comunidad. «¡De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas!» (Mt 22,40) Los discípulos y las discípulas tienen que ponerse en la memoria, en la inteligencia, en el corazón, en las manos y en los pies esta ley mayor, pues no se llega a Dios de no ser a través la entrega total al prójimo.

• Jesús había dicho al doctor de la Ley: «¡No estás lejos del Reino!» (Mc 12,34). El doctor ya estaba cerca, pero para poder entrar en el Reino tenía que dar un paso más. En el AT el criterio del amor al prójimo era: “Amar el prójimo como a sí mismo”. En el NT, Jesús ensancha el sentido del amor: “¡Este s mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado! (Jn 15,12-13). Ahora el criterio será: “¡Amar al prójimo como Jesús nos amó!”. Es el camino seguro para llegar a una convivencia más justa y más fraterna.

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• Para ti, ¿qué es lo más importante en la religión?

• Nosotros hoy, ¿estamos más cerca o más lejos del Reino de Dios del doctor que fue elogiado por Jesús? ¿Qué piensas?

5) ORACIÓN FINAL

Señor, ningún dios como tú,
no hay obras como las tuyas;
pues eres grande y haces maravillas,
tú solo eres Dios. (Sal 86,8.10)

Oración Buenos días

Oración para la mañana en la semana del 12 al 16 de marzo, con los materiales publicados por los salesianos.

Buenos días 7-11 septiembre. Infantil

Buenos días 12 al 16 de marzo. Ed Infantil

 

Buenos días 7-11 septiembre. Ed. Primaria

Buenos días 12 al 16 de marzo. Ed. Primaria

 

Historia del Corpus Christi

Buenos días 12 al 16 de marzo. Ed. Secundaria

 

Descargar

Buenos días 12 al 16 de marzo. Bachiller

Spe Salvi – Benedicto XVI

37. Volvamos a nuestro tema. Podemos tratar de limitar el sufrimiento, luchar contra él, pero no podemos suprimirlo. Precisamente cuando los hombres, intentando evitar toda dolencia, tratan de alejarse de todo lo que podría significar aflicción, cuando quieren ahorrarse la fatiga y el dolor de la verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en la que quizás ya no existe el dolor, pero en la que la oscura sensación de la falta de sentido y de la soledad es mucho mayor aún. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. En este contexto, quisiera citar algunas frases de una carta del mártir vietnamita Pablo Le-Bao-Thin († 1857) en las que resalta esta transformación del sufrimiento mediante la fuerza de la esperanza que proviene de la fe. « Yo, Pablo, encarcelado por el nombre de Cristo, os quiero explicar las tribulaciones en que me veo sumergido cada día, para que, enfervorizados en el amor de Dios, alabéis conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia (cf. Sal 136 [135]). Esta cárcel es un verdadero infierno: a los crueles suplicios de toda clase, como son grillos, cadenas de hierro y ataduras, hay que añadir el odio, las venganzas, las calumnias, palabras indecentes, peleas, actos perversos, juramentos injustos, maldiciones y, finalmente, angustias y tristeza. Pero Dios, que en otro tiempo libró a los tres jóvenes del horno de fuego, está siempre conmigo y me libra de las tribulaciones y las convierte en dulzura, porque es eterna su misericordia. En medio de estos tormentos, que aterrorizarían a cualquiera, por la gracia de Dios estoy lleno de gozo y alegría, porque no estoy solo, sino que Cristo está conmigo[…]. ¿Cómo resistir este espectáculo, viendo cada día cómo los emperadores, los mandarines y sus cortesanos blasfeman tu santo nombre, Señor, que te sientas sobre los querubines y serafines? (cf. Sal80 [79],2). ¡Mira, tu cruz es pisoteada por los paganos! ¿Dónde está tu gloria? Al ver todo esto, prefiero, encendido en tu amor, morir descuartizado, en testimonio de tu amor. Muestra, Señor, tu poder, sálvame y dame tu apoyo, para que la fuerza se manifieste en mi debilidad y sea glorificada ante los gentiles […]. Queridos hermanos al escuchar todo esto, llenos de alegría, tenéis que dar gracias incesantes a Dios, de quien procede todo bien; bendecid conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia […]. Os escribo todo esto para que se unan vuestra fe y la mía. En medio de esta tempestad echo el ancla hasta el trono de Dios, esperanza viva de mi corazón… »[28]. Ésta es una carta « desde el infierno ». Se expresa todo el horror de un campo de concentración en el cual, a los tormentos por parte de los tiranos, se añade el desencadenarse del mal en las víctimas mismas que, de este modo, se convierten incluso en nuevos instrumentos de la crueldad de los torturadores. Es una carta desde el « infierno », pero en ella se hace realidad la exclamación del Salmo: « Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro… Si digo: ‘‘Que al menos la tiniebla me encubra …», ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día » (Sal 139 [138] 8-12; cf. Sal 23[22], 4). Cristo ha descendido al « infierno » y así está cerca de quien ha sido arrojado allí, transformando por medio de Él las tinieblas en luz. El sufrimiento y los tormentos son terribles y casi insoportables. Sin embargo, ha surgido la estrella de la esperanza, el ancla del corazón llega hasta el trono de Dios. No se desata el mal en el hombre, sino que vence la luz: el sufrimiento –sin dejar de ser sufrimiento– se convierte a pesar de todo en canto de alabanza.


[28] Breviario Romano, Oficio de Lectura, 24 noviembre.

La misa del Domingo: misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

Todos hemos visto alguna vez como al principio de un ejército, se levanta un estandarte que simboliza la fuerza y la unión de los soldados.

En este 4º domingo de cuaresma, contemplamos la cruz como el máximo estandarte del amor que Dios nos tiene.

Nos invita a seguirle. A no olvidarle. A elegir entre Jesús y otros “dioses pequeños”. Dios siempre permanecerá fiel incluso hasta morir.

Que el Señor, que es la luz de nuestras vidas, sea también el TODO de nuestro vivir. Levantemos nuestros ojos y renovemos nuestro amor hacia Él. Su cruz será para nosotros la luz.

 

2. PENITENCIAL

2.1. ¿Cómo tenemos nuestras almas? ¿Y nuestros corazones? ¿Los alimentamos con la oración diaria? Señor, ten piedad

2.2. Hagamos un examen de conciencia ¿En qué hemos faltado al Señor? ¿Y a los que nos rodean? Cristo, ten piedad

2.3. ¿Qué es para nosotros la cruz? ¿La llevamos en el pecho? ¿Hemos guardado un lugar preferente en nuestras casas para ella? Señor, ten piedad

 

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas de hoy intentan llevarnos a la luz. En la primera veremos como el pueblo, a pesar de sus pecados, cuenta con otra oportunidad por parte de Dios. En la segunda, San Pablo, nos recuerda que nuestra salvación viene como consecuencia de haber sido salvados en Cristo. Finalmente, el Evangelio, nos recuerda que Dios nos ama con locura. Tan sólo nos pide que, en la cruz, seamos capaces de descubrir lo mucho y cómo Él nos ama.

 

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

4.1. Por la Iglesia. Para que nunca olvide que la Salvación que Dios nos trajo, la debe de llevar –sea como sea- a todos los hombres y mujeres del mundo. Roguemos al Señor.

4.2. Para que nos fiemos más de Dios. Para que los hombres descubran el amor tan gigantesco que Dios nos manifestó al dejar crucificar a su hijo en la cruz. Roguemos al Señor.

4.3. Para que seamos conscientes de nuestros errores. Para que, con una buena confesión, nos preparemos bien a la próxima Semana Santa. Roguemos al Señor.

4.4. Para que hagamos de cada eucaristía una gran fiesta. Para que demos gracias a Dios por lo mucho que nos quiere y nos perdona. Roguemos al Señor.

4.5. Por nuestros difuntos. Por los que no miran a la cruz. Por los que maldicen el nombre de Dios. Para que vuelvan a descubrir la luz de Dios. Roguemos al Señor.

 

5. OFRENDAS

5.1. Hoy, con el nombre de JESÚS, queremos poner nombre al AMOR de Dios. Que nos preparemos con devoción a los próximos días santos que se acercan: JESUS EN LA CRUZ

5.2. Con esta CORONA DE ESPINAS queremos simbolizar las dificultades que a veces tenemos para ser buenos cristianos. Que nunca nos falte el auxilio del Espíritu Santo para seguir adelante.

5.3. Con esta cruz de madera damos gracias a Dios porque ha querido salvarnos a todos los hombres. Porque su amor no tiene límites ni conoce fronteras. ¡Gracias, Señor!

5.3. Con el pan y el vino, acercándonos a Jueves Santo, damos gracias a Dios por haberse quedado con nosotros en el altar. Que la comunión nos dé fuerzas para distinguir entre el bien y el mal.

 

6. ORACIÓN FINAL

TE ADMIRAMOS, SEÑOR

Por lo mucho que nos amas

y, además, nos perdonas.

Por estar junto a nosotros,

cuando te abandonamos

TE ADMIRAMOS, SEÑOR

Tu eres la verdad, frente a la mentira

Tú eres la luz, ante la oscuridad

Tú eres el amor, frente al odio

TE ADMIRAMOS, SEÑOR

Tu generosidad no tiene límites

Tu cruz abraza a todos los hombres

Tú fuiste enviado para nuestra salvació

TE ADMIRAMOS, SEÑOR

No permites que nadie nos perdamos

No quieres que nos condenemos

No deseas que nos caigamos

TE ADMIRAMOS, SEÑOR

Tu cruz, Señor, es nuestra salvación

Tu cruz, Señor, es tu mucho amor

Tu cruz, Señor, es redención

Con nuestras obras nos juzgamos a nosotros mismos

1.- Las falsa seguridades. El Libro de las Crónicas describe la situación del pueblo de Dios antes del destierro a Babilonia, y su retorno de la cautividad. Los profetas habían criticado la falsa seguridad en el culto de Jerusalén, porque no es el Templo el que se puede salvar, sino la palabra de Dios, que exige continuamente una búsqueda de la justicia. Cuando no existe esa búsqueda, el Templo se convierte en una «cueva de ladrones». A este pueblo que no quiere caminar, que no cree ya en las promesas, que no responde con fe a la Palabra de Dios, el Señor le obliga a caminar. Su falsa seguridad, el Templo, será destruido y todos ellos deportados a Babilonia. Allí aprenderán a esperar, allí renacerá la fe en el Dios de sus padres, el que obliga a caminar, y por eso la Palabra de Dios, una vez más, pondrá en marcha a su pueblo y el Señor lo conducirá de nuevo a Jerusalén en un segundo Éxodo. Así es toda la historia de la salvación, siempre la Palabra de Dios pone en marcha a su pueblo, un pueblo recalcitrante que siempre, una y otra vez, recae en falsa seguridad. Hoy día puede pasarnos a nosotros lo mismo, al pensar que somos “cumplidores” del precepto dominical y de otras normas. Podemos creer, como decía aquella ilustración de Mingote, que “al cielo iremos los de siempre”.

2.- “Por la cruz, a la luz”. San Pablo nos dice que Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo y nos ha salvado por pura gracia; nos dice que incluso nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Pero entenderíamos mal estas palabras si, desconociendo todo lo que en ellas hay aún de promesa, respondiéramos con una fe triunfalista. Por eso, San Pablo trata de hacerles volver los ojos a la realidad cristiana y ésta no es otra que la cruz. Porque sólo el que realiza la verdad se acerca a la luz. Hemos sido salvados en Cristo. Con la muerte de Cristo, el Hijo de Dios, todos hemos sido ya salvados, pero sería prematuro el cruzarnos de brazos para celebrar la victoria sin poner nada de nuestra parte. A la luz se llega a través de la cruz

3.- Vivir en la verdad y en la luz. Juan utiliza la narración de la serpiente de bronce, elevada por Moisés en el desierto, como figura que ilustra proféticamente lo que sucede en la «elevación» del Hijo del Hombre en la cruz. Ve en la crucifixión el momento culminante de la vida de Jesús, la «hora», de su glorificación. La salvación viene del Hijo del Hombre exaltado en la cruz. El plan de salvación no tiene otro fundamento que el incomprensible amor de Dios al «mundo”. Dios envía a su hijo para salvar al mundo y no para condenarlo, Dios quiere la salvación de todos los hombres. Frente a cualquier dualismo de buenos y malos, Dios ofrece a todos la salvación y no sólo a una minoría privilegiada. El nombre del Hijo único de Dios es «Jesús», que significa «Dios salva». Creer en el «nombre», es creer en la misión salvadora de Jesús. Dios quiere la salvación de todos; si, no obstante, algunos se condenan es porque rechazan la salvación. El juicio de Dios es algo que acontece ya cuando el hombre resiste al Evangelio con su mala vida. La «luz» cuestiona a los hombres y les obliga a decidir entre la fe y la salvación, o la incredulidad y la perdición. Muchos se deciden por la incredulidad, porque sus obras no son buenas. Los que obran perversamente se oponen a la verdad con la mentira de su vida y esconden sus malas obras huyendo de la luz. En cambio, los que hacen la verdad buscan la luz, para que se vean sus obras buenas. Nosotros nos juzgamos a nosotros mismos, como dice San Agustín: “Dios no envió su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él (Jn 3,17). El médico viene a curar al enfermo en cuanto de él depende. Quien no quiere cumplir sus prescripciones, se da muerte a sí mismo. El Salvador vino al mundo; ¿por qué se le llamó Salvador del mundo, sino (porque vino) para salvar, no para juzgar al mundo? ¿No quieres que él te salve? Tú mismo te juzgarás”

José María Martín OSA

Oración: Caritas in Veritate

La caridad no es algo que se guarda en el corazón. No es un sentimiento que me hace vivir en paz y a gusto conmigo mismo. La caridad es algo que se pone en juego en cada reto y actividad de nuestra vida. Desde la reflexión intelectual hasta en el modo en que me acerco a los necesitados. Una caridad que cuando está presente en cada ámbito de nuestra vida conduce a cada persona concreta y a la familia humana a su desarrollo integral.

La oración de hoy te invita a acercarte a la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI. Un acercamiento desde la oración que no agota todo lo que este texto ofrece. Ojalá que si has leído la encíclica la oración te ayude a concretarla en tu vida, y si no lo has hecho, que la oración te anime a profundizar en ella.

En el contexto social y cultural actual, en el que está difundida la tendencia a relativizar lo verdadero, vivir la caridad en la verdad lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral. (Caritas in veritate – Benedicto XVI)

 
Descargar

Caritas in Veritate

Comentario al evangelio (9 de marzo)

Los saduceos no aceptan la enseñanza de Jesús sobre la resurrección de los muertos; sencillamente, no creen. Pero hay uno entre ellos que busca sinceramente la Verdad; asfixiado por las minucias legales le hace a Jesús loa pregunta: «¿cuál es el mandamiento más importante?» Jesús une el amor a Dios y el amor al prójimo; sólo el amor a Dios hace posible el amor al prójimo y sólo en este puede manifestarse aquel.

«Escucha oh Israel, el Señor, nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas; el segundo es este: amarás a tu prójimo como a ti mismo».

CARTA A DIOS PIDIENDO AMOR:

Padre Dios: quiero expresarte que experiencia tengo de Ti en la verdad profunda de mí mismo. Experimento que eres Amor de Padre, manantial de misericordia que no deja de manar aunque yo vaya a beber a otras fuentes; me amas por pura Gracia. Estás más íntimo a mí que yo mismo (S. Agustín).

Tengo altibajos en mi relación contigo; los quehaceres, las prisas, me hacen perder el sosiego que necesito para reconocer tu presencia, tu cercanía. En esos días hablo contigo deprisa, no te dejo hablar, no te escucho. Cuando tomo conciencia de esta situación te busco y experimento que Tú me has encontrado antes. Con sola tu presencia me sanas y pacificas; me has esperado siempre.

Si yo creyera que estás entrañado en mi historia, nadie me esclavizaría; quedarían sosegadamente integrados mi presente-mi pasado-mi futuro; experimentaría que estoy más seguro en tus manos. Tu voluntad de Padre sería el referente continuo de mi libertad. No quiero vivir mi relación contigo a borbotones, a impulsos.

Cuando estoy en tu presencia me surge la plegaria: te pido que no olvide que siempre me acompañas en todos los caminos. Ten paciencia conmigo; aumentará mi gratitud hacia Ti; mi disponibilidad-dócil será mayor con la experiencia de tu ternura diaria. Voy a dejarte ser Dios en mi vida y no quiero pedirte aclaraciones ni discutir tus métodos. Aceptaré tus silencios y me sorprenderé con tus detalles. Quiero vivir arraigado en Ti, formando parte de tu familia trinitaria y de la comunidad eclesial con mis hermanos, tus hijos…

Me amas por le soy, no por lo que hago, Sé que un día será el último; me hubiera gustado haberte amado más, pero sé que por fin te veré y colmarás con este encuentro mi sed de Ti, mi anhelo de ser feliz. Mi destino es tu Casa. Gracias . Contemplo la cumbre espiritual de Carlos de Foucauld: «Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, te doy las gracias»…

Jaime Aceña Cuadrado cmf