Vísperas – Miércoles IV de Cuaresma

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: HEME, SEÑOR, A TUS DIVINAS PLANTAS

Heme, Señor, a tus divinas plantas,
baja la frente y de rubor cubierta,
porque mis culpas son tales y tantas,
que tengo miedo a tus miradas santas
y el pecho mío a respirar no acierta.

Mas ¡ay!, que renunciar la lumbre hermosa
de esos divinos regalados ojos
es condenarme a noche tenebrosa;
y esa noche es horrible, es espantosa
para el que gime ante tus pies de hinojos.

Dame licencia ya, Padre adorado,
para mirarte y moderar mi miedo;
mas no te muestres de esplendor cercado;
muéstrate, Padre mío, en cruz clavado,
porque sólo en la cruz mirarte puedo. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.

Salmo 138, 1-18. 23-24 – I TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.

Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Salmo 138 II

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Ant 3. Todo fue creado por él y para él.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo fue creado por él y para él.

LECTURA BREVE   Flp 2, 12b-15a

Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha.

RESPONSORIO BREVE

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. «Yo no puedo hacer nada sólo por cuenta mía; yo dicto sentencia según me comunica el Padre, y mi sentencia es justa», dice el Señor.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Yo no puedo hacer nada sólo por cuenta mía; yo dicto sentencia según me comunica el Padre, y mi sentencia es justa», dice el Señor.

PRECES

Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y supliquémosle, diciendo:

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Dirige, Señor, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes por los caminos de tu voluntad,
para que procuren con empeño el bien común.

Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo, siguieron a Cristo,
para que su vida sea luz para los hombres y claro testimonio de la santidad de tu Iglesia.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya,
haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,
y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Admite a los difuntos en tu gloria,
para que te alaben eternamente.

Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, digamos confiados a nuestro Padre:

Padre nuestro…

ORACION

Señor Dios, que premias los méritos de los justos y concedes el perdón a los pecadores que se arrepienten y hacen penitencia, escucha benignamente nuestras súplicas y, por la humilde confesión de nuestras culpas, otórganos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 14 de marzo

Lectio: Miércoles, 14 Marzo, 2018

Tiempo de Cuaresma

1) Oración inicial

Señor, Dios nuestro, que concedes a los justos el premio de sus méritos y a los pecadores que hacen penitencia les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros y danos, por la humilde confesión de nuestras culpas, tu paz y tu perdón. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Juan 5,17-30
Pero Jesús les replicó: « Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo.» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. Jesús, pues, tomando la palabra, les decía:«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace.
Y le mostrará obras aún mayores que éstas, para que os asombréis.
Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado.
En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado,
tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella),en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre.
No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

3) Reflexión

• El Evangelio de Juan es distinto de los otros tres. Revela una dimensión más profunda que sólo la fe consigue percibir en las palabras y en los gestos de Jesús. Los Padres de la Iglesia decían que el Evangelio de Juan es “espiritual”, revela aquello que el Espíritu hace descubrir en las palabras de Jesús (cf. Jn 16,12-13). Un bonito ejemplo de esta dimensión espiritual del evangelio de Juan es el pasaje que meditamos hoy.
• Juan 5,17-18: Jesús explicita el significado profundo de la curación del paralítico. Criticado por los judíos por haber curado en un día de sábado, Jesús responde “Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo”. Los judíos enseñaban que en el día de sábado no se podía trabajar, pues Dios mismo descansó y no trabajó en el séptimo día de la creación (Ex 20,8-11). Jesús afirma lo contrario. El dice que el Padre no paró de trabajar hasta ahora. Por esto, Jesús también trabaja hasta en un día de sábado. ¡El imita al Padre! Para Jesús, la obra criadora no terminó. Dios sigue trabajando, sin cesar, día y noche, sustentando el universo y a todos nosotros. Jesús colabora con el Padre dando continuidad a la obra de la creación, para que un día todos puedan entrar en el reposo prometido. La reacción de los judíos fue violenta. Querían matarle por dos motivos: por negar el sentido del sábado, y por considerarse igual a Dios.
• Juan 5,19-21: El amor deja transparentar la acción creadora de Dios. Estos versículos revelan algo del misterio de la relación entre Jesús y el Padre. Jesús, el hijo, vive en atención permanente ante el Padre. Aquello que ve hacer al Padre, lo hace también él. Jesús es el reflejo del Padre. ¡Es la cara del Padre! Esta atención total del Hijo al Padre, hace que el amor del Padre pueda entrar en el Hijo, y a través del Hijo, pueda realizar su acción en el mundo. La gran preocupación del Padre es vencer la muerte y hacer vivir. La curación del paralítico fue una manera de sacar a las personas de la muerte y hacerlas vivir. Es una manera de dar continuidad a la obra creadora del Padre.
• Juan 5,22-23: El Padre no juzga, pero confía el juicio al hijo. Lo decisivo en la vida es la manera en que nos colocamos ante el Creador, pues dependemos radicalmente de él. El Creador se hace presente para nosotros en Jesús. En Jesús habita la plenitud de la divinidad (Cf. Col 1,19). Por esto, expresamos nuestra postura ante Dios Creador en la manera en que nos definimos ante Jesús. Lo que el Padre quiere es que lo conozcamos y lo honremos en la revelación que El hace de sí mismo en Jesús.
• Juan 5,24: La vida de Dios en nosotros a través de Jesús. Dios es vida, es fuerza creadora. Allí donde él se hace presente, la vida renace. El se hace presente mediante la Palabra de Jesús. Quien escucha la palabra de Jesús como enviado de Dios ya está resucitado. Ya recibió el toque vivificador que lo lleva más allá de la muerte. Ya pasó de la muerte a la vida. La curación del paralítico es la prueba de ello.
• Juan 5,25-29: La resurrección ya está aconteciendo. Los muertos somos todos nosotros que todavía no nos abrimos a la voz de Jesús que viene del Padre. Pero “llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán”. Con la palabra de Jesús, venida del Padre se inició una nueva creación. Ya está en camino. La palabra creadora de Jesús va a alcanzar a todos, también a los que ya murieron. Ellos oyeron y murieron.
• Juan 5,30: Jesús es el reflejo del Padre. “Yo no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. Esta frase final es el resumen de todo lo que fue reflexionado anteriormente. Esta era la idea que las comunidades del tiempo de Juan tenían e irradiaban respecto a Jesús.

4) Para la reflexión personal

• ¿Cómo te imaginas la relación entre Jesús y el Padre?
• ¿Cómo vives la fe en la resurrección?

5) Oración final

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. (Sal 144)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 2, 23-28

23Y sucedió que, al pasar él un sábado por entre los sembrados, también sus discípulos comenzaron a hacer el camino arrancando espigas.

24Y los fariseos le decían: “¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”.

25Y les dice: “¿No habéis leído alguna vez lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los que iban con él? 26 ¿Cómo entró en la casa de Dios en tiempos del sumo sacerdote Abiatar y comió los panes de la presencia, que solo a los sacerdotes les era permitido comer, y se los dio además a los que iban con él?”.

27Y les decía: “El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado. 28Así que el Hijo del hombre es señor también del sábado”».

Inmediatamente después de haber enunciado el principio que dice «vino nuevo en odres nuevos», para concluir de esa manera la discusión sobre el ayuno, Jesús concretiza aún más este tema, aprobando el gesto de los discípulos que han resuelto su necesidad de comida de una forma que, al menos según la visión de los fariseos, va en contra de la observancia del sábado. De esa manera, Mc 2, 23-28 sigue desarrollando el tema de la comida, de la que ha tratado en los dos últimos pasajes, pero la tensión ha subido claramente de nivel y se ha hecho más dura: a los discípulos se les acusa implícitamente no solo de romper algunas tradiciones fariseas vinculadas a la comunión de mesa y al ayuno, sino de algo mucho más grave: de una violación de los preceptos de la Ley escrita según los cuales se prohíbe trabajar en sábado (cf. Ex 20, 10).

El pasaje se divide naturalmente en tres partes: a) el punto de partida, con la descripción de la acción de los discípulos y la objeción de los fariseos (Mc 2, 23-24); b) la primera respuesta de Jesús, basada en 1Sam 21 (Mc 2, 25-26); c) y la segunda respuesta, fundada en la finalidad original del sábado (Mc 2, 27-28).

2, 23-26: Jesús y sus discípulos hacen su camino a través de un campo de cereal, un día de sábado. Bajo el ojo vigilante de los fariseos, los discípulos comienzan a arrancar (y desgranar) espigas, presumiblemente para saciar el hambre. Los fariseos objetan que esta acción es ilegal, no porque los discípulos estén apoderándose de la propiedad ajena, pues una ley compasiva de la Biblia permitía que los pobres recogieran el grano que había sido dejado en los campos (Lv 919, 9; 23, 22; cf. Dt 23, 25). La objeción se dirige más bien contra el hecho de que los discípulos están realizando en sábado un trabajo, aquí presumiblemente el cosechar espigas.

La primera respuesta de Jesús a esa objeción de los fariseos consiste en apelar a un precedente bíblico (el de David en 1Sm 21, 1-6) donde se encuentra una violación no culpable de una ley que se centra en la comida. Jesús afirma que David «comió del pan de la presencia», que solo pueden comer los sacerdotes (Lv 24, 9) y se lo dio a comer también a sus seguidores. El ejemplo no es totalmente apropiado, pues la trasgresión de los discípulos de Jesús no está en lo que comen, sino en el hecho de que ellos trabajan en sábado para conseguir comida. Puede ser que Marcos tenga otras razones para citar el ejemplo de David. La alusión de Jesús a 1Sm 21 vincula la autorización de un líder con la de sus seguidores («aquellos que iban con él»). Cuando Jesús se proclama a sí mismo Señor del sábado. Por otra parte, para Marcos resulta importante el presentar a Jesús realizando una función davídica. Aunque el evangelista tenga algunas reservas sobre el título «Hijo de David» (12, 35-37), él puede emplearlo aún para Jesús (10, 48) o vincularle, por lo demás, positivamente con el reino de David (11, 9-10). Después de todo, el Mesías esperado por la mayor parte del pueblo debía ser davídico no sólo por linaje, sino también por semejanza. Por otra parte, en nuestro pasaje, Marcos pone de relieve la función real de Jesús por la manera en que él describe a los discípulos recogiendo granos, pues de esa manera hace que surja la impresión de que están abriendo un camino para Jesús, como si estuvieran preparando una visita del soberano. De todas formas, la misma historia parece reconocer implícitamente que, a fin de cuentas, Mc 2, 25-26 ofrece una respuesta inadecuada a las objeciones de 2, 24, porque Jesús ofrece inmediatamente otra réplica que resulta más pertinente.

2, 27-28: Esta respuesta consta de dos afirmaciones, la primera relacionada en general con los seres humanos, la segunda con el Hijo del Hombre en particular.

La primera respuesta, «el sábado ha sido creado para el hombre y no el hombre para el sábado», está relacionada con ideas que se encuentran tanto en el Antiguo Testamento como en el judaísmo posbíblico. Algunos pasajes del Antiguo Testamento suponen que el sábado tiene una finalidad humanista, es decir, la de ofrecer descanso para las personas después del duro trabajo de la semana (cf. Ex 23, 12; Dt 5, 14). Algunas tradiciones rabínicas han generalizado esta idea, condensándola en un dicho que, por su forma, es muy semejante al enunciado por Jesús: «El sábado ha sido entregado para ti, no tú para el sábado».

Mientras 2, 27 tiene importantes analogías judías, la conclusión del pasaje, en el versículo siguiente, no las tiene. Aquí el argumento se modula y cambia desde el nivel humano a un nivel cristológico: «Así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado». El «así» del principio resulta intrigante. ¿De qué manera se justifica la afirmación de que el Hijo del Hombre es señor del sábado a partir de una declaración según la cual el sábado ha sido hecho para los hombres?

Una respuesta muy influyente ha sido la de afirmar que aquí el término «Hijo de Hombre» no se refiere a Jesús o a ninguna figura particular, sino que este pasaje utilizaría más bien una expresión del Antiguo Testamento según la cual hijo de hombre significa simplemente «un ser humano». Entonces la afirmación significaría simplemente que «la humanidad es señora del sábado», una idea que seguiría en la línea de 2, 27.

Pero es improbable que Marcos lo haya entendido simplemente como una afirmación sobre una prerrogativa de la humanidad en general. Para él, más bien, el Hijo del Hombre es una figura individual, basada en Dn 7. Marcos emplea aquí la forma definida (el Hijo de Hombre), mientras que si se tratara de una afirmación antropológica general se esperaría una forma indefinida (un hijo de hombre). Además, en el contexto Marcano, la referencia al Hijo del Hombre en 2, 28 sigue de cerca de la referencia al Hijo de Hombre en 2, 10 (¡tiene poder para perdonar!), que alude sin duda al mismo Jesús. Para Marcos el David mesiánico y el Hijo del Hombre de Daniel son uno y el mismo personaje, y su nombre es Jesús (cf. 14, 61-62). Además, uno de los trasfondos importantes de la figura daniélica del «como hijo de hombre» es la figura de Adán en Gn 1, 3. Dado que Mc 2, 27 remite ya a la historia de Adán, la transición a 2, 28 resulta natural. El sábado fue un don divino para beneficio del primer Adán. De esa forma su correspondiente escatológico (que es Jesús) tiene también soberanía sobre el sábado. Es posible que Marcos esté pensando en que Jesús restaura el aspecto de compasión del sábado originario, que en el tiempo intermedio ha quedado desvirtuado por la dureza de corazón de los hombres que han transformado el buen sábado en fuente de destrucción (cf. 3, 4 y también 10, 1-9).

Según eso, en nuestro pasaje, Jesús apela a la voluntad original de Dios en la creación y a su renovación escatológica en su propio misterio (el de Jesús), a fin de defender la infracción de las regulaciones sabáticas de sus discípulos.

Cuaresma. El árbol es bueno cuando da frutos buenos

Un árbol es bueno cuando da frutos buenos. Y para que llegue a darlos, el árbol requiere muchos cuidados.

Lo primero que hay que hacer es preparar la tierra para plantarlo; ha de estar la tierra bien regada, sin malas hierbas ni piedras que impidan a sus raíces extenderse y agarrar profundamente la tierra.

Después, es necesario tener una gran paciencia para permitirle crecer a su ritmo. También es necesario darle tiempo para reponer fuerzas, para recobrar la salud. En una palabra, hay que estar pendientes de él con un gran cuidado. Al árbol hay que darle también sus oportunidades.

Hay que podar las ramas secas para que la savia pueda llegar sin dificultad hasta las ramas más pequeñas y más alejadas del tronco.

Hay que apuntalarlo para que resista las tempestades. Si es frágil y está mal cuidado, resistirá poco y será arrancado de cuajo. HAY QUE PRESERVARLO DE LOS BICHOS QUE SE COBIJAN EN ÉL Y LE destruyen quitándole las fuerzas.

Hay que preocuparse de él en todo momento. ¡Entonces sí que será capaz de dar los frutos esperados, sabrosos y nutritivos!

Nosotros somos parecidos a los árboles. Nuestros frutos son nuestras obras y nuestras palabras. Si permanecemos plantados en la Palabra de Jesús, en su Evangelio, entonces daremos frutos -nuestras obras y palabras- en las cuales se podrá saborear la Palabra de Jesús. Si nos preocupamos de que nuestras raíces estén asentadas en Jesús; entonces nuestros frutos serán frutos de amor y no de odio.

Spe Salvi – Benedicto XVI

42. En la época moderna, la idea del Juicio final se ha desvaído: la fe cristiana se entiende y orienta sobre todo hacia la salvación personal del alma; la reflexión sobre la historia universal, en cambio, está dominada en gran parte por la idea del progreso. Pero el contenido fundamental de la espera del Juicio no es que haya simplemente desaparecido, sino que ahora asume una forma totalmente diferente. El ateísmo de los siglos XIX y XX, por sus raíces y finalidad, es un moralismo, una protesta contra las injusticias del mundo y de la historia universal. Un mundo en el que hay tanta injusticia, tanto sufrimiento de los inocentes y tanto cinismo del poder, no puede ser obra de un Dios bueno. El Dios que tuviera la responsabilidad de un mundo así no sería un Dios justo y menos aún un Dios bueno. Hay que contestar este Dios precisamente en nombre de la moral. Y puesto que no hay un Dios que crea justicia, parece que ahora es el hombre mismo quien está llamado a establecer la justicia. Ahora bien, si ante el sufrimiento de este mundo es comprensible la protesta contra Dios, la pretensión de que la humanidad pueda y deba hacer lo que ningún Dios hace ni es capaz de hacer, es presuntuosa e intrínsecamente falsa. Si de esta premisa se han derivado las más grandes crueldades y violaciones de la justicia, no es fruto de la casualidad, sino que se funda en la falsedad intrínseca de esta pretensión. Un mundo que tiene que crear su justicia por sí mismo es un mundo sin esperanza. Nadie ni nada responde del sufrimiento de los siglos. Nadie ni nada garantiza que el cinismo del poder –bajo cualquier seductor revestimiento ideológico que se presente– no siga mangoneando en el mundo. Así, los grandes pensadores de la escuela de Francfort, Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, han criticado tanto el ateísmo como el teísmo. Horkheimer ha excluido radicalmente que pueda encontrarse algún sucedáneo inmanente de Dios, pero rechazando al mismo tiempo también la imagen del Dios bueno y justo. En una radicalización extrema de la prohibición veterotestamentaria de las imágenes, él habla de la « nostalgia del totalmente Otro », que permanece inaccesible: un grito del deseo dirigido a la historia universal. También Adorno se ha ceñido decididamente a esta renuncia a toda imagen y, por tanto, excluye también la « imagen » del Dios que ama. No obstante, siempre ha subrayado también esta dialéctica « negativa » y ha afirmado que la justicia, una verdadera justicia, requeriría un mundo « en el cual no sólo fuera suprimido el sufrimiento presente, sino también revocado lo que es irrevocablemente pasado »[30]. Pero esto significaría –expresado en símbolos positivos y, por tanto, para él inapropiados– que no puede haber justicia sin resurrección de los muertos. Pero una tal perspectiva comportaría « la resurrección de la carne, algo que es totalmente ajeno al idealismo, al reino del espíritu absoluto »[31].


[30] Negative Dialektik (1966), Tercera parte, III, 11: Gesammelte Schriften, vol. VI, Frankfurt/Main, 1973, 395.

[31] Ibíd., Segunda parte, 207.

Comentario Domingo V de Cuaresma

Oración

Señor Jesús: Tú eres la resurrección y la vida. Gracias porque nos concedes creer y confiar en Ti. Gracias a Ti:
– no hay ni enfermedad ni muerte que se resista a tu amor poderoso;

– no hay debilidad nuestra que se resista al poder de tu palabra de vida;

– no hay nada que hagamos que sea inútil, ni infecundo, ni absurdo;

Desde Ti, nos ponemos en pie cada día.
Desde Ti, nuestra debilidad se hace fuerte.
Desde Ti, nuestro cansancio se hace de nuevo aliento de vida.
Desde Ti, nuestro corazón herido se siente perdonado y sanado para la vida.

Jn 12,20-33

«20Había algunos griegos de los que subían para adorar en la fiesta. 21Así que éstos acudieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron diciendo: “Señor, queremos ver a Jesús”. 22Va Felipe y se lo dice a Andrés; van Andrés y Felipe y se lo dicen a Jesús.

23Jesús les responde diciendo: “Ha llegado la hora para que sea glorificado el Hijo del hombre. 24En verdad, en verdad os digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. 25El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 27Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué diré? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero si por esto he venido, para esta hora, 28Padre, glorifica tu Nombre”.

Vino entonces una voz del cielo: “Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré”.

29Así que la muchedumbre que estaba allí y oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: “Le ha hablado un ángel”.

30Respondió Jesús y dijo: “No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. 31Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

33Esto decía para señalar de qué muerte iba a morir».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

Según la estructura tradicional del cuarto evangelio, estamos al final del “libro de los signos” (Jn 1,19-12,50), justo antes del “libro de la gloria” (Jn 13,1-21,25). En esta forma de comprender el evangelio, que separa “los signos” de “la gloria” es bastante arbitrario, pues ya desde el principio “signos y gloria” van estrechamente unidos (cf. Jn 2,11). En todo caso, estamos al final de la sección en que se nos narran los signos de Jesús: el séptimo y último, la resucitación de Lázaro está en Jn 11, junto a la violenta reacción de las autoridades judías, que deciden la muerte de Jesús. Se está fraguando el destino de Jesús, que entra mesiánicamente en Jerusalén en 12,12. En ese contexto aparece este discurso de Jesús a Andrés y Felipe. Tras él, el evangelio recogerá la situación de incredulidad de los judíos, y sin más comenzará el relato de la Pasión con el episodio del lavatorio de los pies (13,1ss). La Cuaresma está avanzada y el evangelio nos prepara para la hora de Jesús.

 

TEXTO

Aunque la perícopa completa llega hasta el v. 36, podemos indicar para este texto una estructura en dos partes, con tres subdivisiones cada una. Los centros de cada parte están ocupados por sendas intervenciones de Jesús. Así, la primera parte (vv. 20- 28) se divide en: a) la introducción a la perícopa, donde los griegos, deseando ver a Jesús, se dirigen a Felipe, éste a Andrés y los dos a Jesús (vv. 20-22); b) las primeras palabras de Jesús, un discurso muy denso (vv. 23-28a); c) la voz del cielo (v. 23b). La segunda parte se divide en: a) la doble reacción de la gente ante la voz (v. 29); b) las segundas palabras de Jesús (vv. 30-32); c) la aclaración del evangelista (v. 33).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Todo el texto pende de una súplica: “Queremos ver a Jesús”. No es simple curiosidad. Hay señales (v. 19, el anterior / adorar / “señor”) que nos indican una búsqueda profunda de la verdad en aquellos griegos. El deseo necesita mediadores que lo lleven hasta Jesús: Felipe y Andrés son de Betsaida, una ciudad plural y mixta, como ellos mismos son plurales; Felipe es más judaizante (leed Jn 1,45) y Andrés más abierto a lo nuevo (leed Jn 1,41). En nuestras tierras y comunidades plurales, ¿cuáles son nuestros más hondos deseos? ¿cómo despertar el deseo por Jesús? ¿somos capaces de conducir hasta Jesús a las personas que buscan?

• Las primeras palabras de Jesús están llenas de antítesis y paradojas: el breve discurso se abre y se cierra con la mención a la hora de Jesús, que es su glorificación. Pero, contra lo que cabría esperar, esa hora y esa glorificación son el sufrimiento (la pasión) y la muerte (!). En el corazón (v. 25), una serie de juegos contradictorios: amar/odiar la vida; perder/guardar la vida; este mundo/vida eterna. Antes (v. 24) el ejemplo (¡real!) del grano de trigo que sólo muriendo es capaz de dar mucho fruto; después (v. 26), la llamada al seguimiento, como servicio a (la causa de) Jesús. La densidad del texto es extrema, pero no es una densidad académica o intelectual, sino existencial y experiencial. ¿Qué significa para nosotros, para nuestra fe en Jesús, para nuestro discipulado? ¿Cómo vivir y asumir ser granos que “se entierran” para fructificar?

• La voz de Dios habla de pasado y de futuro, pero no es entendida por los que la oyeron. ¿Entendemos hoy la voz de Dios cuando une glorificación y salvación con sufrimiento y muerte? ¿Qué tiene futuro para Dios? Y nosotros, ¿qué pensamos que tiene futuro?

• Dos movimientos contrarios: el “príncipe de este mundo” cae a tierra (movimiento descendente); Jesús, el Señor, es elevado (movimiento ascendente). En el evangelio de Juan, “ser elevado” es colgar de la cruz que, con la resurrección, forma parte de la glorificación del hijo de Dios. No es fácil asumir que el triunfo final pasa por el fracaso y la muerte, pero debemos reflexionar sobre los aspectos que, en nuestra vida de fe, tienen que caer, y los que tienen que ser elevados (con el consiguiente coste de pasión y muerte.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo V de Cuaresma

V Domingo de Cuaresma
18 de Marzo, 2018

Jeremías 31: 31-34; Salmo 50: 3-4,12-13,14-15; hebreos 5: 7-9; Juan 12: 20-33

Jesús es buena semilla

Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús. “Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre. Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: Padre, ¡líbrame de esta hora! No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre dale gloria a tu nombre”. Se oyó entonces una vos que decía: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”. De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella vos, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: “Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.

Reflexión y Actividad

La muerte de Jesús, como la de un grano de trigo, no es el final de la historia, sino el principio de un fruto abundante para el bien del mundo. Converse sobre las semillas. ¿Han plantado alguna vez?

¿Tienen que esperar mucho tiempo hasta que dé fruto. Jesús se sacrificó por nosotros. ¿Qué significa sacrificarse por los demás? ¿Que nos regaló Jesús con su sacrificio? ¿Quién hace sacrificio por ustedes? ¿Qué sacrificio pueden hacer ellos para ayudar a otra persona? Escribir en papel para llevar al altar.

Oración

Jesús, tu estuviste atento al Padre y esto te dio fuerza y valentía para llevar a cabo tu misión. Danos tu Espíritu para que trabajemos siempre por el bien de los demás y demos frutos de vida. Amen

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo V de Cuaresma

Cristo hace uno de los más grandes milagros: salvar de la muerte a su querido amigo, Lázaro. Y para hacerlo, se aseguró que pasaran cuatro días después muerto, de modo que no quedara duda de lo grandioso de su milagro. A Jesús no le importó tener que regresar a una región donde lo buscaban para detenerlo y matarlo, así de grande era su amor por Lázaro y sus hermanas Marta y María. Por eso al llegar, sufre y llora con ellas. Muchos verán a Lázaro salir con vida del sepulcro. Algunos cambiarán su vida para siempre y otros, ni así se convertirán.

La muerte siempre es un tema que nos hace reflexionar. A la mayoría no nos gusta hablar de ella, pero es una realidad que no podemos evitar. A todos nos llegará el fin de nuestros días en esta vida y deberemos entregar cuentas a Dios de lo que hicimos con ella. De esto dependerá nuestra salvación y gozo eterno en la otra vida.

Ante la realidad de la muerte, Dios nos invita a «resucitar» cada día a una vida nueva; a decidirnos a seguirlo y a hacer de nuestra existencia una obra de amor, en cada comportamiento, en cada gesto, en cada acción que emprendamos.

No sabemos si hoy es el último día con el que contamos para hacer lo más importante que Cristo nos ha encargado: amar. Y aunque por momentos no resulte fácil, con la ayuda de Dios podremos levantarnos para volverlo a intentar.

En esta Cuaresma, ¿estoy en amistad con Jesús para así poder vivir una vida más plena, generosa y llena de amor?

Comentario al evangelio – 14 de marzo

Jesús ha venido a despertar en nosotros un recuerdo en los sótanos de nuestra consciencia adormecida: Dios es Padre y desea que en su Hijo todos seamos partícipes de su comunión de amor. Ese es el gran misterio que la entrega de Jesús en la cruz pone de manifiesto al mundo: el misterio del amor divino hacia nosotros.

Por eso, en cada paso que damos hacia la Pascua vamos descubriendo las razones por las que Jesús fue condenado y crucificado y, al mismo tiempo, el rostro misericordioso del Padre que “ama al Hijo” y, en él, desborda de amor hacia nosotros. Por eso, es comprensible que el proyecto de Jesús sea una grandiosidad que excede las capacidades humanas. Eso se nota en la reacción de los judíos que le enfrentan.

El secreto de Jesús, de sus actitudes, de sus palabras y gestos, como la curación de un hombre en sábado (cf. Jn 5,1-16), está en su estrecha unidad o intimidad con el Padre. A Jesús no le importan las acusaciones de aquellos que absolutizan la ley, pues sabe que su fuente es el Padre, no razonamientos humanos o estructuras religiosas incapaces de conducir el hombre a la libertad. Donde Jesús manifestaba en sus acciones la continuación de la obra de Dios, sus contemporáneos veían solamente blasfemia.

Y Jesús va más lejos al cambiar el nombre de Dios, a quien llama “Padre”, un nombre pronunciable, un nombre que encierra una relación, no como mera invocación religiosa, sino como verdadera experiencia vital. Como un hijo aprende el oficio de su padre, él aprendió el oficio de amar sin cálculos, sin barreras, sin miedo. Pero también podemos contemplar al Señor que se revela con la ternura de una madre; y aún más, pues, aunque una madre pudiera olvidar al niño de pecho, Él jamás se olvidaría de nosotros (cf. Is 49,15).

Con eso, Jesús nos enseña lo que significa la verdadera fidelidad, su fidelidad al Padre y hacia nosotros. Nuestra respuesta, cuando verdaderamente hacemos la experiencia de ser envueltos por sus entrañas de misericordia, no puede ser otra que responder fielmente a su Palabra y, en esta comunión de vida, saber que él nos conduce, por su muerte y resurrección, a la vida eterna.

Eguione Nogueira, cmf