Vísperas – Martes Santo

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: BRILLE LA CRUZ DEL VERBO, LUMINOSA.

Brille la cruz del Verbo, luminosa,
brille como la carne sacratísima
de aquel Jesús nacido de la Virgen
que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán doliente y conturbado,
lágrimas Eva junto a Adán vertía;
brillen sus rostros por la cruz gloriosa,
cruz que se enciende cuando el Verbo expira.

¡Salve, cruz de los montes y caminos,
junto al enfermo suave medicina,
regio trono de Cristo en las familias,
cruz de nuestra fe, salve cruz bendita!

Reine el Señor crucificado,
levantando la cruz donde moría;
nuestros enfermos ojos buscan luz,
nuestros labios el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos
pecadores con manos deicidas;
te adoramos, ornato del Señor,
sacramento de nuestra eterna dicha. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Oía las burlas de la gente: «Terror por doquier», pero el Señor está conmigo, como fuerte guerrero.

Salmo 48 I – VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oía las burlas de la gente: «Terror por doquier», pero el Señor está conmigo, como fuerte guerrero.

Ant 2. Sal fiador por mí ante ti mismo, Señor, ¿pues quién, si no, me dará la mano?

Salmo 48 II

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:

son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sal fiador por mí ante ti mismo, Señor, ¿pues quién, si no, me dará la mano?

Ant 3. Fuiste degollado, Señor, y por tu sangre nos compraste para Dios.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Fuiste degollado, Señor, y por tu sangre nos compraste para Dios.

LECTURA BREVE   1Co 1, 27b-30

Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más: ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta; de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

RESPONSORIO BREVE

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar.

PRECES

Adoremos a Jesús, el Salvador del género humano, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida, y pidámosle humildemente:

Santifica, Señor, el pueblo que redimiste con tu sangre.

Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.

Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.

Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida,
para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación.

Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.

Dirijámonos a Dios con la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 27 de marzo

Lectio: Martes, 27 Marzo, 2018
Tiempo de Cuaresma
 
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor.
 
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 13,21-33.36-38
Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró:
«En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.» Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.» Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?» Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, lo toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.» Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto. «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy,
vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.» Pedro le dice: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti.» Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.»
 
3) Reflexión
• Estamos en el segundo día de la Semana Santa. Los textos del evangelio de estos días nos confrontan con los hechos terribles que llevarán a la detención y a la condena de Jesús. Los textos nos traen sólo las decisiones de las autoridades religiosas y civiles contra Jesús, pero no nos relatan las traiciones y negaciones de los discípulos que posibilitaron la detención de Jesús por parte de las autoridades y contribuyeron enormemente a aumentar el sufrimiento de Jesús.
• Juan 13,21: El anuncio de la traición. Después de haber lavado los pies de los discípulos (Jn 13,2-11) y de haber hablado de la obligación que tenemos de lavarnos los pies unos a otros (Jn 13,12-16), Jesús se conmueve profundamente. Y no era para menos. Mientras él estaba haciendo aquel gesto de total entrega de sí mismo, a su lado un discípulo estaba tramando cómo traicionarlo en aquella misma noche. Jesús expresa su conmoción y dice: “En verdad os digo: uno de vosotros me entregará” No dice: “Judas me entregará”, sino “uno de vosotros”. Alguien del círculo de amistad será el traidor.
• Juan 13,22-25: La reacción de los discípulos. Los discípulos se asustan. No esperaban esta declaración tan seria de que uno de ellos les iba a traicionar. Pedro hace una señal a Juan y pregunta a Jesús quién de los doce iba a cometer la traición. Señal de que no entendían quién podía ser el traidor. O sea señal de que la amistad entre ellos no había llegado todavía a la misma transparencia de Jesús para con ellos (cf. Jn 15,15). Juan se inclina cerca de Jesús y pregunta: “¿Quién es?”
• Juan 13,26-30: Jesús indica Judas. Jesús dice: “Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.” Aquel a quien voy a dar un pedazo de pan mojado. Toma un pedazo de pan, lo moja y lo da a Judas. Era un gesto común y normal que los participantes en una cena acostumbraban tener entre ellos. Y Jesús dice a Judas: “¡Lo que vas a hacer, hazlo pronto!” Judas tenía una bolsa común. Era el encargado de comprar las cosas y de dar limosna a los pobres. Por eso, nadie percibió nada de especial en el gesto y en la palabra de Jesús. En esta descripción del anuncio de la traición ésta es una evocación del salmo en el que el salmista se queja del amigo que lo traicionó: “Hasta mi amigo seguro, en el que yo confiaba, que mi pan compartía, me trata con desprecio” (Sal 41,10; cf. Sal 55,13-15). Judas percibe que Jesús estaba enterado de todo (Cf. Jn 13,18). Sin embargo, no vuelve atrás, y se mantiene en la decisión de traicionar a Jesús. Es ahora cuando ocurre la separación entre Judas y Jesús. Juan dice que Satanás entró en él. Judas se levantó y se fue. Se puso al lado del adversario (satanás). Juan comenta: “Era de noche”. Era la oscuridad.
• Juan 13,31-33: Comienza la glorificación de Jesús. Es como si la historia hubiese esperado este momento de separación entre la luz y las tinieblas. Satanás (el adversario) y las tinieblas entran en Judas cuando decide de ejecutar aquel que está tramando. En este mismo instante se hace la luz en Jesús que declara: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. ¡Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto!” Lo que va a acontecer de aquí en adelante es contagio regresivo. Las grandes decisiones fueron ya tomadas, tanto de parte de Jesús (Jn 12,27-28) como de parte de Judas, ahora. Los hechos se precipitan. Y Jesús avisa: “Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros”. Falta poco para que se realice el paso, la Pascua.
• Juan 13,34-35: El mandamiento nuevo. El evangelio de hoy omite estos dos versos sobre el mandamiento nuevo del amor y pasa a hablar del anuncio de la negación de Pedro.
• Juan 13,36-38: Anuncio de la negación de Pedro. Junto con la traición de Judas, el evangelio trae también la negación de Pedro. Son los dos hechos que harán más sufrir a Jesús. Pedro dice que está dispuesto a dar la vida por Jesús. Jesús le llama a la realidad: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces” (Mc 14,30). Todo el mundo sabe que el canto del gallo es rápido. Cuando pronto por la mañana el gallo empieza a cantar, casi al mismo tiempo todos los demás gallos cantan. Pedro es más rápido en la negación que el canto del gallo.
 
4) Para la reflexión personal
• Judas, amigo, se vuelve traidor. Pedro, amigo, se vuelve negador. ¿Y yo?
• Colocándome en la situación de Jesús: ¿cómo se enfrenta a la negación y a la traición, al desprecio y a la exclusión?
 
5) Oración final
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. (Sal 70)

¿María de Nazaret o la Virgen?

María López Vigil

No hay mujer más famosa en el mundo que la madre de Jesús. Al escuchar ese nombre (María, Miriam, Maryam, Mary, Marija, Marie, Miren…) responden millones de niñas y mujeres en todo el mundo.

Bendita entre las mujeres y tocaya de tantas mujeres, qué poco sabemos de esta niña campesina y judía, criada en Nazaret, que no sabía leer, pero sí contar las cabras que pastoreaba en los cerros de su caserío… Seguramente, muy jovencita fue dada en matrimonio por su padre. No sabemos cuántos años tenía cuando dio a luz a Jesús. Sí sabemos que lo amamantó, lo lavó y vistió, lo cuidó…

En los evangelios encontramos sólo breves datos que nos permiten imaginar su relación con su hijo, ya profeta. Dejan constancia que le costó entender lo que Jesús anunciaba cuando hablaba del Reino de Dios. Hasta loco lo creyó (Lc 8, 19- 21). Sin contarnos cómo llegó a comprenderlo, nos dicen que después lo acompañaba por los caminos con otras mujeres y que estuvo presente cuando lo torturaron en la cruz. La última vez que la «vemos» es reunida en Jerusalén con los seguidores de Jesús, cincuenta días después de aquella jornada amarga, cuando ella, con otras mujeres y con ellos, decidieron anunciar que Jesús seguía vivo. Empezaba así el movimiento de Jesús.

Hay también en los evangelios otros relatos simbólicos sobre ella: el ángel que le anuncia su embarazo, la visita a su prima y el canto que entonó ese día, su angustia por el hijo perdido a los doce años…

A pesar de todo, lo que más «sabemos» de ella son creencias que han transformado a María de Nazaret en «la Virgen». Hasta su nombre desaparece a menudo cuando la nombran, centrando toda su identidad en eso: en la virginidad.

La Iglesia católica proclama cuatro «dogmas de fe» sobre ella, en un culto en ascenso con el correr de los siglos. Según los dogmas, es madre de Dios (siglo IV), es virgen perpetua (antes, durante y después del parto, siglo VI), no tiene pecado original (siglo XIX) y subió al cielo en cuerpo y alma (siglo XX). Proclama también la Iglesia católica otras cuatro «verdades fundamentales»: es corredentora, es reina, es madre espiritual de los creyentes y es medianera de todas las gracias. Como si no bastara, da por ciertas algunas de sus «apariciones» en cuevas, arbustos, mares y nubes…

De todos los ropajes con los que concilios, teólogos y pontífices han revestido a Maryam, el dogma que ha arraigado más en el imaginario popular es el de la virginidad, que mucha gente suele confundir con el de la concepción inmaculada, entendiéndolo como que Jesús fue concebido «inmaculadamente», es decir, sin la «suciedad» de una relación sexual.

Hay dogmas de fe, impuestos como creencias que deben ser aceptados sin discusión y bajo pena de excomunión y de infierno, que pueden tener consecuencias dañinas, especialmente en quienes en la sociedad no han sido enseñados a pensar con su propia cabeza y a dudar. ¿No podría ser un ejemplo la teología de la redención? Porque quienes han sido enseñados a creer que fuimos salvados por dolor y sangre, con frecuencia acaban pensando que nos salvamos sufriendo, aguantando pacientemente las «cruces» que Dios nos manda, sean las injusticias de un patrón explotador, el desgobierno de un dictador, el maltrato de un marido abusivo o cualquier otro agravio…

¿Podrá también tener consecuencias negativas el dogma de la virginidad de María? A partir del texto simbólico del ángel que le anuncia su embarazo, in- terpretado como un hecho real, y a partir del texto mítico del Génesis sobre el pecado de Eva, interpretado como un hecho histórico y fundamento de toda la dogmática, se ha ido construyendo, siglo a siglo, hasta nuestros días, uno de los imaginarios religiosos más contradictorios sobre «la Mujer».

¿No hemos escuchado una y otra vez que la mujer ideal fue la sumisa, la que por ser virgen fue elegida madre de Dios? ¿Y que la mujer proscrita es la rebelde, la que pecando abrió las puertas del mal en el mundo, la madre de todos los humanos? De un modo o de otro, dicho o no dicho, entre María y Eva hemos sido colocadas todas las mujeres.

La María simbólica, la «esclava del Señor», se nos presenta a las mujeres como un modelo a imitar, aunque siempre inalcanzable porque ninguna mujer llega a ser madre siendo virgen. La Eva mítica se nos presenta como una alerta roja, advirtiéndonos que las mujeres somos frágiles, débiles, inclinadas a tentar y susceptibles de ser tentadas…

¿No resultará dañino el dogma de la virginidad de María, al presentar la virginidad como el valor que en las mujeres más agrada a Dios? ¿Será sano presentar la virginidad como un valor superior al sano y alegre disfrute de la sexualidad? ¿Será positivo presentar la pasividad y sumisión con que María acepta lo extraño de su embarazo, como virtudes que deben adornar a todas las mujeres?

A todos, mujeres y también hombres, el dogma de la virginidad de María, incrustado en las conciencias, nos puede sugerir una idea dañina: el desprecio de la sexualidad, especialmente de la femenina. San Agustín, que 17 siglos después de sus escritos tanto sigue influyendo en la teología, anudó estas tres ideas: lo pecaminoso del sexo, el nacimiento virginal de Jesús y la superioridad de la virginidad sobre la vida sexual.

El edificio dogmático está construido de tal forma que cualquier piedra que se coloque necesita apoyarse en otra. El dogma de la virginidad de María tiene mucho que ver con los dogmas con que fue revestido Jesús de Nazaret hasta convertirlo en Cristo. Su origen extraordinario, el hijo de un dios concebido humano en el seno de una virgen, llevó a hacer también dogma que en el parto María había conservado su virginidad y que después del nacimiento de Jesús jamás habría tenido relaciones sexuales. Algunos teólogos obsesionados por la virginidad, predicaron que la madre de María también había sido virgen. Y otros consideraron nacimientos virginales en cadena desde la cuarta generación previa a Jesús. Toda esta especulación para «asegurar» la divinidad de Jesús, basándola en la idea de que el cuerpo y la sexualidad no son ni divinos ni sagrados.

No hay ninguna religión que ignore el significado del cuerpo. Todas tienden a normar las dos principales funciones de nuestros cuerpos: la alimentación y la sexualidad. Por ser un impulso tan vital, la moral sexual ha ocupado un lugar central en todas las religiones. En las religiones ancestrales de la humanidad abundaron los ritos que bendecían la fertilidad y el principio sexual femenino como símbolo divino y sagrado. Pero con el avance de las religiones patriarcales, de las que derivan todas las religiones actuales, la sexualidad femenina fue censurada con una severidad nunca aplicada a la de los hombres.

¿No son estas ideas malsanas ajenas al mensaje de Jesús? Jesús confió en las mujeres y las integró a su grupo y nunca habló de nada parecido a una «moral sexual». Todo esto echó raíces en la teología posterior, acentuando una visión negativa de la sexualidad. La relación sexual dejó de ser un placer sagrado, maravillosa vía de comunicación humana, una metáfora del amor de Dios, para convertirse en algo sucio, negativo, degradante.

Uno de los orígenes de este daño está en el dogma de la virginidad de María. ¿No podremos revisarlo? Para empezar a cambiar de mentalidad, llamémosla por su nombre, María de Nazaret, Maryam, mucho mejor que «la Virgen».

Ella fue la madre de Jesús. No sabremos nunca quién engendró a Jesús. Ella lo parió con los dolores con los que todas las mujeres dan a luz. Y tuvo otros hijos. Los evangelios mencionan a sus hermanos y hablan de “sus hermanas”. Mateo nos da los nombres de los cuatro hermanos de Jesús.

Dios te salve, Maryam, llena eres de gracia, na- ciste como todas nosotras, te embarazaste como nos embarazamos nosotras, pariste como todas nosotras y moriste como moriremos todas. Bendita tú entre las mujeres, no sólo por haber sido su madre, sino porque estás ahí, al comienzo del movimiento de Jesús, forjadora, inspiradora y pionera, junto a otras mujeres, de aquella primera comunidad que empezó a construir el Reino de Dios.

Ecclesia in Medio Oriente – Benedicto XVI

5. Según los Hechos, la unidad de los creyentes se reconocía porque «perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (2,42). La unidad de los creyentes se alimenta, pues, de la enseñanza de los Apóstoles (el anuncio de la Palabra de Dios) a la que ellos responden con una fe unánime, de la comunión fraterna (el servicio de la caridad), de la fracción del pan (la Eucaristía y el conjunto de los sacramentos) y de la oración personal y comunitaria. Estos son los cuatro pilares sobre los que se fundan la comunión y el testimonio en el seno de la primera comunidad de los creyentes. Que la Iglesia, presente sin interrupción en Oriente Medio desde los tiempos apostólicos hasta nuestros días, encuentre en el ejemplo de esta comunidad los recursos necesarios para mantener viva en ella la memoria y el dinamismo apostólico de los orígenes.

Misa de la familia

*Objetivo: vivir con alegría la presencia de Jesús Resucitado

*Idea: Jesús, con su Resurrección, también nos incorpora a su misma suerte: resucitaremos


1. MONICIÓN DE ENTRADA

Buenos días a todos: ¡ALELUYA, ALELUYA! ¡EL SEÑOR HA RESUCITADO!

Esta es la gran noticia que, desde esta noche pasada, corre por todo el mundo. Allá donde existen cristianos, esta gran verdad, se convierte en un pregón y en la alegría mayor de nuestra vida: ¡TAMBIEN NOSOTROS RESUCITAREMOS! No podemos apagar la voz de la Pascua, no podemos acallar esta vida nueva que Jesús nos trae.

–Vamos a poner, en esta celebración, nuestras voces: que canten la alegría de la Resurrección

–Vamos a poner el corazón: que dejemos al Señor entrar y vivir en El

–Vamos a poner todo lo que somos: que el Señor nos haga partícipes de su VIDA NUEVA

Recibamos, en este día, el CIRIO PASCUAL que representa a Jesús Resucitado.

2. PENITENCIAL

Hoy, todo es vida y es alegría, después de la renovación de las promesas del bautismo –a continuación de las palabras del sacerdote- se nos rociará con el agua bendecida ayer noche en la Vigilia Pascual. Ahora, con todos ángeles de Dios, con todos los cristianos de la tierra, con las campanas y el gloria proclamemos la gloria de la Resurrección del Señor

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Hoy veremos a un Pedro contento de predicar la resurrección de Jesús y, sobre todo, escucharemos como dice: el Padre lo ha resucitado. San Pablo, en la segunda lectura, nos recordará que Cristo es nuestro tesoro y que nuestros corazones han de estar donde está él. Finalmente, en el Evangelio, contemplaremos como Magdalena, Pedro y Juan son sorprendidos por el anuncio del ángel: ha resucitado.

(Podría, perfectamente, representarse la escena: salen Magdalena, Pedro y Juan. A su encuentro igualmente sale un ángel con el anuncio de HA RESUCITADO). El ángel puede elevar entre sus manos el CIRIO PASCUAL)

(Igualmente, con un buen fondo musical, se puede proclamar la secuencia de Pascua)

4. RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO

¿Creéis en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra? SI, CREO

¿Creéis en Jesucristo, su único hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María virgen, murió, fue sepultado resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? SI, CREO

¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? SI, CREO

Esta es nuestra fe. La fe que profesamos. Que nos gloriamos en mantener y proclamar.

(Mientras se canta “Ilumíname Señor y resucítame” el sacerdote aspergea a toda la asamblea. Es bueno advertir que, en ese momento, todos inclinemos la cabeza)

5. ORACIÓN DE LOS FIELES

5.1. Por la Iglesia. Para que se sienta rejuvenecida por la presencia de Jesucristo resucitado. Roguemos al Señor.

5.2. Por todos nosotros. Para que seamos unas personas alegres. Que irradiemos fe y esperanza. Roguemos al Señor.

5.3. Por todos los cristianos. Recordemos especialmente a los cristianos asesinados en tantos lugares del mundo con el silencio vergonzoso de Occidente. Para que sean fuertes ante las dificultades. Roguemos al Señor.

5.4. Por los que no creen. Para que el resplandor de la Pascua les haga pensar que, con Dios, el hombre está más lleno de vida. Roguemos al Señor.

5.5. Por todos los que han muerto con la esperanza en la resurrección. Para que, lejos de olvidarlos, recemos por ellos y un día podamos encontrarnos en la VIDA que nunca acaba. Roguemos al Señor

6. OFRENDAS

6.1. Con esta HERMOSA PLANTA queremos representar la nueva primavera que nos ha traído Jesús con su Resurrección. Que lejos de marchitarse nuestra esperanza, la mantengamos viva con nuestra FE.

6.2. Con esta palabra ¡GRACIAS! Le decimos a Jesús que estamos agradecidos por su triunfo sobre la muerte. Entre otras cosas porque, al resucitar, también nosotros resucitaremos un día.

6.3. Aún suenan en nuestros oídos las palabras de Jesús en Jueves Santo “tomad y comed, toma y bebed”. Pues para que Jesús vea que no olvidamos su mandato aquí traemos el pan y el vino para que se haga presente y no nos falte nunca su presencia en el altar.

7. ¡RESUCITASTE, SEÑOR!

Y nos diste la vida ¡ALELUYA!
Y todo fue luz en la oscuridad ¡ALELUYA!
Y despertó el mundo de su tristeza ¡ALELUYA!
Y la muerte fue derrotada ¡ALELUYA!

¡RESUCITASTE, SEÑOR!
Por el hombre que estaba perdido
Por el que no tenía ganas de vivir
Por aquel que se alejó de los buenos caminos

¡RESUCITASTE, SEÑOR!
Y nos trajiste felicidad ¡ALELUYA!
Y nos infundiste paz ¡ALELUYA!
Y nos libraste del olvido eterno ¡ALELUYA!
Y nos hiciste más hermanos ¡ALELUYA!

¡RESUCITASTE, SEÑOR!
Para que nos amásemos más
Para que mirásemos al cielo
Para que no olvidásemos a Dios
Para que fuéramos hombres de fe
Para que llevásemos tu nombre
a todos los rincones de la tierra

¡RESUCITASTE, SEÑOR!
¡GRACIAS, SEÑOR!
¡GRACIAS, AMIGO!
¡HAS VENCIDO A LA MUERTE!
¡ALELUYA, ALELUYA!

Música – Domingo de Resurrección

Entrada: HOY EL SEÑOR RESUCITÓ – Juan Antonio Espinosa
Resucitó – Kiko Argüello
Resucitó el Señor – José Sánchez López (P. Josico)

Aspersión: AGUA VIVA – Alberto Taulé
Fuente bautismal – Carmelo Erdozáin

Gloria: GLORIA A DIOS EN EL CIELO (21) – Bob Hurd

Del salmo 117: ÉSTE ES EL DÍA DEL TRIUNFO DEL SEÑOR – E. Estrella

Aclamación: ALELUYA, ALELUYA (17) – Brotes de Olivo
Aleluya, aleluya (25) – José Sánchez López (P. Josico)

Ofrendas: CON EL VINO Y CON EL PAN – Autor desconocido

Himno:  SANTO, SANTO, SANTO (19) – Bob Hurd

Paz: CORDERO DE DIOS (41) – Bob Hurd

Comunión: CRISTO ES LA RESURRECCIÓN – Carmelo Erdozáin
Cumplió su Palabra – I. Travatori

Meditación: TU CAMINO Y TU VERDAD – Kairoi
Quédate con nosotros – Juan Antonio Espinosa

Salida: REINA DEL CIELO – Francisco Palazón
ALÉGRATE, MARÍA – José Sánchez López (P. Josico)
La Pascua con María – Bernardo Velado / Antonio Alcalde

Letras y partituras de los cantos

Recursos – Domingo de Resurrección

PREGÓN DE PASCUA

Que se haga luz hasta los confines de la tierra
y la alegría se desborde
en el corazón de los hombres y las mujeres.
Que renazca la esperanza;
que surja la vida,
y que el amor se derrame impetuoso
llenando de armonía nuestras relaciones.

Lo anunciamos con fuerza y esperanza
en este día de alegría.

Lo anunciamos con la fuerza que surge del evangelio…
poder de Dios para todo creyente.

Con la esperanza de que nuestro grito
siga siendo una voz que no se apague
en nuestra existencia cotidiana.

Quiere ser nuestra voz
el grito de los hombres y mujeres,
el grito de la Iglesia,
que proclama impaciente
que Cristo ha resucitado…
y que estamos alegres,
porque podemos resucitar.

Queremos con nuestra voz proclamar hasta la afonía,
que vale la pena vivir y luchar;
amar y sufrir,
cantar y arriesgar…
porque Cristo, el Señor, está vivo,
y nosotros y nosotras estamos alegres.

Este acontecimiento, hermanos y hermanas,
es el que nos mantiene en vela…
despiertos… atentos a la vida… llenos de alegría.

El que hace surgir destellos desconocidos en nuestros rostros,
como efectos de esa nueva luz,
que la Pascua ha encendido en nuestras manos…
nos lleva a dar gracias
al Dios de los cielos y de la tierra…

Porque ha puesto su tienda
entre nosotros y nosotras,
y porque el Resucitado
comparte nuestras tristezas y alegrías,
nuestros afanes e inquietudes.

Porque nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en él…
Tú, Señor nos hiciste para ti,
y nuestro corazón está inquieto…
hasta que descanse en ti, Señor…
hasta que descanse en ti.

Éste es el día en que los pobres de la tierra
se sienten bienaventurados,
porque Cristo les impulsa a salir de la pobreza…
y a nosotros a solidarizarnos con ellos y con ellas…

Éste es el día
en el que los que nada poseen,
se sienten bienaventurados,
porque Cristo les muestra su predilección, todo su amor…
y a nosotros y nosotras nos compromete a ser justos…
a no desentendernos de ellos y de ellas,
porque son nuestros hermanos y hermanas necesitados…

Éste es el día de los que sufren y lloran
porque las Bienaventuranzas de Jesús
les llegan a sus vidas…
y con ellas, la fuerza y la gracia de la resurrección.

Éste es el día de los que arriesgan su vida
por la paz y la justicia…
porque el triunfo de Cristo es su propio triunfo.

Éste es el día de todos los que sentimos
la alegría y el gozo de creer en Jesús,
porque sabemos que en nuestra vida
tiene cabida la esperanza.

Éste es el día
en el que todos los marginados y marginadas de nuestra sociedad
pueden aspirar, como aquellos publicanos y prostitutas,
amados por Jesús…
a las primicias del Reino de Dios.

Este es el tiempo de la alegría…
Los que creemos en Cristo Jesús resucitado
vivimos el gozo de la gran fiesta pascual.
Estamos llamados y llamadas a ser testigos de ello…

Testigos del amor de Dios
en nuestras familias, en nuestros grupos…
en nuestro pueblo… allí donde estemos…

Te rogamos Señor, que esta luz que nos ilumina,
se extienda por toda esta comunidad,
que es la Iglesia…
para sembrar en el mundo
el buen olor de Cristo resucitado.

Gracias, Señor Jesús, porque tenías razón:
al resucitar no sólo nos has abierto el Reino de tu Padre
sino que ya sabemos que eres realmente Dios…
que podemos fiarnos de tus palabras…
que podemos fiarnos de Ti…

Gracias por poder creer en Ti…
Gracias por poder creerte a Ti…
Gracias por sabernos amados y amadas por Ti y por el Padre de la Vida…
Gracias por poder creer en nosotros mismos, en nosotras mismas…
Gracias porque podemos descubrir lo valioso
que hay en cada uno, en cada una y en el otro, en la otra…
GRACIAS…

 

OFERTORIO

PRESENTACIÓN DE UN RAMO DE FLORES SILVESTRES

(Probablemente la primavera ha hecho brotar ya las primeras flores en el campo o en los primeros árboles. Ésas son las que queremos ofrecer hoy al Señor. Lo puede hacer cualquier miembro de la comunidad, a ser posible una mujer)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor, este ramo de flores, signo de que la primavera está estallando entre nosotros. Es la nueva vida que brota, como Tú lo hiciste en tu Hijo Jesucristo, resucitándole de la muerte y el sepulcro. Que estas flores y sus aromas sean símbolo de que Tú también nos haces renacer a nosotros y nosotras y nos impulsas a hacer presente esta nueva vida en el mundo y entre las personas.

PRESENTACIÓN DE UNA BUENA NOTICIA

(Debe haberse recogido en los últimos días de la prensa o los medios de comunicación social. La lee uno o una de los miembros adultos de la comunidad, ahora un varón)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Por mi parte, Señor, te traigo esta buena noticia reciente. Mira, Señor, las personas no sólo somos capaces de hacer el mal. También, y por tu gracia, hacemos cosas positivas, como ésa. Señor, que no sea una excepción. Que nos empeñemos en realizarlas continuamente, porque sólo así es como transformaremos este mundo y esta sociedad, y ellos serán un buen campo para la nueva vida de la resurrección.

PRESENTACIÓN DE UNA CESTA DE FRUTOS

(Sería bueno preparar una cesta con frutos variados y frescos y que tengan una presencia hermosa y atrayente)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, te traemos hoy esta bella y repleta cesta de frutos, primicia de lo que está produciendo el campo. Simbolizan, por una parte, nuestros esfuerzos y trabajos, y los de todas las personas, para arrancárselos a la naturaleza. Pero también, lo que unos tenemos para nuestra alimentación y lo que les falta a tantos y tantas. Sabemos que tu generosidad para con nosotros y nosotras es en orden a que seamos generosos y generosas con los demás. Por eso, hoy, con estos frutos, te ofrecemos nuestro compromiso de compartir, exigencia y síntoma que vivió tu primera Iglesia, la nacida de la Resurrección y el envío de tu Espíritu, a la cual nosotros y nosotras nos queremos parecer.

PRESENTACIÓN DE UN VASO DE ACEITE

(Esta ofrenda la debe realizar uno de los miembros del equipo de Pastoral Sanitaria o, en su defecto, alguien que cuide en su familia de un enfermo, un anciano o un minusválido.)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, por mi parte, este vaso de aceite. Y va con él, no solo mi compromiso sino también el de todos y todas y cada uno y cada una de los miembros de la comunidad, de que nuestro testimonio de la Resurrección de tu Hijo lo hemos de realizar a través de la palabra y también de nuestra solidaridad para con todas las personas y, de forma especial, para con los más necesitados y necesitadas. Señor, queremos ser bálsamo que palíe los dolores de todas las personas y medicina que les cure de todos sus males.

PRESENTACIÓN DEL ÚLTIMO RECUPERADO DE UNA OPERACIÓN O UNA ENFERMEDAD

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Aquí me tienes, Señor, porque Tú lo has querido así y has iluminado a un buen número de hombres y mujeres que me han atendido y curado. Te doy gracias por la salud recuperada, pero también quiero ofrecértela, y lo quiero hacer en nombre de todos cuantos formamos esta comunidad, comprometiéndonos a ser testigos de la vida que Tú nos regalas. Danos fuerzas para luchar siempre a favor de la vida y en contra de toda enfermedad, de todo mal, de toda injusticia y de toda expresión de muerte.

Oración de los fieles – Domingo de Resurrección

La mañana amanece clara, iluminada por la noche santa de la Resurrección. Hoy contemplamos una luz radiante, un sepulcro vacío, una invitación a encontrarnos con Cristo y decimos:

R.- PADRE RESUCÍTANOS A LA NUEVA VIDA.

1. – Por el Papa, los obispos para que no se cansen de anunciar la buena nueva de la salvación a todos los hombres del mundo entero. OREMOS

2. – Por todas las naciones de la tierra para que reciban el anuncio de Salvación que nos trajo Jesucristo para todos. OREMOS

3. – Por todos los catecúmenos que, tras el camino cuaresmal, han comenzado a formar parte de la Iglesia católica por el Bautismo, vivan con una plena identificación a Cristo resucitado llevando al mundo el Evangelio. OREMOS

4.- Por todos los enfermos, para que el gozo de la Resurrección les ayude a salir de su situación y obtengan pronto la salud para sus dolencias. OREMOS

5. – Por los matrimonios cristianos, para que todo su actuar gire en torno a la dicha de la Resurrección. OREMOS

6. – Por todos nosotros que hemos vivido la Resurrección de Cristo para que dejando en el sepulcro el hombre viejo salgamos trasformados por el amor de Cristo a vivir según la voluntad de Dios. OREMOS

Padre, hoy que celebramos con gozo el triunfo del Amor ante la muerte, te pedimos por intercesión del Resucitado que el mundo descubra la alegría que nace del amor que nos tienes. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Comentario al evangelio – 27 de marzo

Hoy es Martes Santo. Un día «santo» porque en él se trasluce el misterio último de la libertad de Cristo. No se trata de una libertad cualquiera: es la libertad de un hombre que ha querido llevar a término humanamente el amor que Dios tiene por el hombre.
A lo largo de toda su existencia, Jesús había ido creciendo como lo que Él ya era desde siempre: el Hijo de Dios, el Salvador. La voz de Dios sobre las aguas del Jordán y en medio de la luz del Tabor, habían confirmado, como dice Isaías, que el Señor «defendía la causa» de Jesucristo, que su recompensa «la custodiaba Dios». Pero no bastaba con que Cristo supiera que Él había venido al mundo para traer la salvación divina a los hombres; era necesario que Jesús lo quisiera y lo realizara humanamente. La historia del Hijo encarnado no es la de los héroes griegos, abocados a un destino fatal, sino la de un hombre radicalmente libre, que «aprendió, sufriendo, a obedecer», para conformar su vida con el plan de Dios. De hecho, sin el concurso de su doble voluntad divina y humana, la muerte de Cristo hubiera sido muy otra, pues no habría podido convertirse en fuente de salvación para nosotros.

En este sentido, la escena que el evangelio de Juan pone hoy delante de nuestros ojos puede resultar engañosa porque, en contra de lo que pudiera parecer, el foco no está puesto sobre la vergonzante traición de Judas o la torpe temeridad de Pedro, sino sobre la libertad suprema de Jesús. La clave está en el comienzo del texto, allí donde dice que Jesús «se turbó en su espíritu y dio testimonio». En estas dos mociones de Cristo -una pasiva, interior y poco frecuente en Jesús: la turbación; y otra activa, exterior y más común en Él: el testimonio-, queda sintetizado cómo el Hijo asumió libre y humanamente el proyecto de Dios. Jesús se turba, se inquieta, padece el dolor humano ante lo que se avecina -Él sintió con corazón de hombre-, pero no rechaza las circunstancias adversas, sino que opta por vivirlas hasta el final para dar testimonio del rostro amoroso de Dios -Él eligió con corazón de hombre-. El sentir y la libertad de Jesucristo dan la talla de su entrega, que es única e irrepetible. Por eso Pedro no le podía acompañar aún: porque desconocía que la libertad humana debe elegir la cruz para dar cuenta del amor divino.

Dejemos hoy que la libertad de Cristo llegue hasta nosotros en todo su misterio, que Él nos diga a cada uno: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Y al escucharlo, ¿sabremos esperar para escoger con Él la puerta estrecha o saldremos inmediatamente a cerrar un trato con la muerte?

Adrián de Prado Postigo, cmf