Vísperas – Jueves de la Octava de Pascua

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.

Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.

En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.

Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.

Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.

Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.

SALMODIA

Ant 1. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7 – EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. Aleluya.

Ant 2. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.

Salmo 113 A – ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid y ved el lugar donde habían puesto al Señor. Aleluya.

Ant 3. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO – Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dijo Jesús: «No temáis. Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán.» Aleluya.

LECTURA BREVE   1Pe 3, 18. 21b-22

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

RESPONSORIO BREVE

En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:

Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Mirad mis manos y mis pies; soy yo. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mirad mis manos y mis pies; soy yo. Aleluya.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los muertos como primicia de los que se han dormido, y supliquémosle, diciendo:

Tú que has resucitado de entre los muertos, escucha, Señor, nuestra oración.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta los confines del mundo:
que tus bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.

Tú, Señor, que eres el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas,
visítanos con tu amor y sálvanos.

Tú que experimentaste los dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria,
levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos.

Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo,
libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte y mereciste para todos el don de la inmortalidad,
concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que has reunido a pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede a los que han renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una misma caridad en sus vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 5 de abril

Lectio: Jueves, 5 Abril, 2018
Tiempo de Pascua
  
1) Oración inicial
¡Ho Dios!, que has reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre; concede a los que han renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida. Por nuestro Señor.
 
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 24,35-48
Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis? ¿Por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.» Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como no acababan de creérselo a causa de la alegría y estaban asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pescado. Lo tomó y comió delante de ellos. Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.» Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras y les dijo: «Así está escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas.
 
3) Reflexión
• En estos días después de Pascua, los textos del evangelio relatan las apariciones de Jesús. Al comienzo, en los primeros años después de la muerte y resurrección de Jesús, los cristianos se preocuparon de defender la resurrección por medio de las apariciones. Ellos mismos, la comunidad viva, era la gran aparición de Jesús resucitado. Pero en la medida en que iban creciendo las críticas de los enemigos contra la fe en la resurrección y que, internamente, surgían críticas y deudas al respecto de varias funciones en las comunidades (cf. 1Cor 1,12), ellos comenzarán a recordar las apariciones de Jesús. Hay dos tipos de apariciones: (a) las que acentúan dudas y resistencias de los discípulos en creer en la resurrección, y (b) las que llaman la atención sobre las órdenes de Jesús a los discípulos y las discípulas confiriéndoles alguna misión. Las primeras responden a las críticas venidas de fuera. Ellas muestran que los cristianos no son personas ingenuas y crédulas que aceptan cualquier cosa. Por el contrario. Ellos mismos tuvieron muchas deudas en creer en la resurrección. Las otras responden a las críticas de dentro y fundamentan las funciones y tareas comunitarias no en las cualidades humanas siempre discutibles, pero sí en la autoridad y en las órdenes recibidas de Jesús resucitado. La aparición de Jesús narrada en el evangelio de hoy combina los dos aspectos: las deudas de los discípulos y la misión de anunciar y perdonar recibida de Jesús.
• Lucas 24,35: El resumen de Emaús. De retorno a Jerusalén, los dos discípulos encontraron a la comunidad reunida y comunican la experiencia que tuvieron. Narran lo que aconteció por el camino y cómo reconocieron a Jesús en la fracción del pan. La comunidad reunida les comunica, a su vez, cómo Jesús apareció a Pedro. Fue un compartir mutuo de la experiencia de resurrección, como hasta hoy acontece cuando las comunidades se reúnen para compartir y celebrar su fe, su esperanza y su amor.
• Lucas 24,36-37: La aparición de Jesús causa espanto en los discípulos. En este momento, Jesús se hace presente en medio de ellos y dice: “¡La Paz esté con vosotros!” Es el saludo más frecuente de Jesús: “¡La Paz esté con vosotros!” (Jn 14,27; 16,33; 20,19.21.26). Pero los discípulos, viendo a Jesús, quedan con miedo. Ellos se espantan y no reconocen a Jesús. Delante de ellos está el Jesús real, pero ellos se imaginan que están viendo un espíritu, un fantasma. Hay un desencuentro entre Jesús de Nazaret y Jesús resucitado. No consiguen creer.
• Lucas 24,38- 40: Jesús los ayuda a superar el miedo y la incredulidad. Jesús hace dos cosas para ayudar a los discípulos a superar el espanto y la incredulidad. Les muestra las manos y los pies, diciendo: “¡Soy yo!”, y manda palpar el cuerpo, diciendo: “Porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.” Jesús muestra las manos y los pies, porque en ellos están las marcas de los clavos (cf. Jn 20,25-27). Cristo resucitado es Jesús de Nazaret, el mismo que fue muerto en la Cruz, y no un Cristo fantasma como imaginaban los discípulos viéndolo. El mandó palpar el cuerpo, porque la resurrección es resurrección de la persona toda, cuerpo y alma. La resurrección no tiene nada que ver con la teoría de inmortalidad del alma, enseñada por los griegos.
• Lucas 24,41-43: Otro gesto para ayudarlos a superar la incredulidad. Pero no basta. Lucas dice que por causa de tanta alegría ellos no podían creer. Jesús pide que le den algo para comer. Ellos le dieron un pedazo de pescado y él comió delante de ellos, para ayudarlos a superar la deuda.
• Lucas 24,44-47: Una llave de lectura para comprender el sentido nuevo de la Escritura. Una de las mayores dificultades de los primeros cristianos fue aceptar a un crucificado como siendo el mesías prometido, pues la ley misma enseñaba que una persona crucificada era “un maldito de Dios” (Dt 21,22-23). Por eso, era importante saber que la Escritura había anunciado ya “que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones”. Jesús les mostró que esto ya estaba escrito en la Ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos. Jesús resucitado, vivo en medio de ellos, se vuelve la llave para abrir el sentido total de la Sagrada Escritura.
• Lucas 24,48: Ustedes son testigos de esto. En esta orden final está la misión de las comunidades cristianas: ser testigos de la resurrección, para que quede manifiesto el amor de Dios que nos acoge y nos perdona, y querer que vivamos en comunidad como hijos e hijas suyos, hermanos y hermanas unos de otros.
 
4) Para la reflexión personal
• A veces, la incredulidad y la duda se anidan en el corazón y procuran enflaquecer la certeza que la fe nos da ante la presencia de Dios en nuestra vida. ¿Has vivido esto alguna vez? ¿Cómo lo has superado?
• Ser testigos del amor de Dios revelado en Jesús es nuestra misión, es mi misión. ¿Lo soy?
 
5) Oración final
¡Señor, dueño nuestro,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? (Sal 8)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

17 “La última parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los creyentes (Sección primera). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor (Sección segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos”.

La primera afirmación que se hace aquí es que el catecismo quiere explicarnos el sentido y la importancia de la oración. Nosotros lo que nos saldría espontáneamente es “A ver que me enseñen unas cuantas oraciones”, pues tenemos un sentido practicista. Pero el catecismo dice que lo importante es explicar el sentido y la importancia de la oración, después veremos cómo se hace. Quien ha hecho el catecismo, sabe que el problema principal no es que nos faltan métodos para rezar bien, sino que no estamos plenamente convencidos del sentido y de la importancia de la oración.

El catecismo quiere decir que a veces puede ocurrir que caigamos en ateísmos prácticos, si creo en Dios, pero no tengo una relación con Él, si no hablo con Él, es como si fuese un ateísmo práctico, es como si dijese, creo en mi mujer, pero no hablo con ella nunca. Existe ateísmo práctico, no solamente en el sentido de que mi vida moral es lo contrario a lo que mi fe profesa, que también ocurre, que mis obras contradicen mi fe, sino también en este sentido de la oración, si creo que Dios es mi Padre, ¿Cómo no voy a tener relación con mi padre, si creo que me ha creado y tiene un destino para mí?

Ojo con el ateísmo práctico, y por el ateísmo que por la práctica puede llegar a ser teórico, por aquello que dice el refrán “Si no vives como piensas acabarás pensando como vives”. Es que nosotros no estamos solos, Dios vive con nosotros, camina junto a nosotros, luego tenemos que tener una relación con Él, y en esa relación con Él yo voy descubriendo lo que Dios ha pensado para mí, cuáles son sus proyectos, cuáles son sus planes de amor. Este es el sentido, la importancia, es una importancia máxima. El hecho de que no tengamos vida de oración nos tiene que preocupar, aunque pensemos que tenemos las cosas claras, ¡Yo ya tengo fe! Pero no nos quedamos a solas nunca. Es como los matrimonios “Como puedes decir que no te quiero si hago tanto por ti”, pues a lo mejor tienes que hacer algunas cosas menos pero también estar de vez en cuando con tu mujer y decirle que la quieres, a ver si el hacer cosas buenas, por Dios, va a ser la excusa para no estar con Él. Por eso dice el sentido y la importancia, nosotros somos descubridores que no inventores. El inventor va inventando según su ingenio la vida, pero nosotros somos descubridores. Dios tiene su proyecto y nosotros poco a poco lo vamos conociendo, y eso supone vida de oración, he de ir discerniendo, ¿Qué quieres para mí? ¿este camino u otro? Ayúdame a encontrarlo, hemos de tener un tiempo y un margen de oración. A veces nos quejamos de cómo se yo lo que Dios quiere de mí, pero ¿Se lo preguntas? ¿Te pones delante de Él en silencio?

Así, en la primera sección de la cuarta parte del catecismo se habla del sentido y la importancia de la oración y la segunda sección lo que hace es explicar, hacer un comentario sobre las siete peticiones del padrenuestro. Uno descubre cuando se asoma al catecismo que el comentario del padrenuestro ha sido uno de los temas a los que más ha recurrido la tradición católica, ya en los primeros siglos los santos padres comentaban el catecismo, y luego sin embargo, ha habido otros momentos en la vida de la Iglesia en los que no se ha reflexionado tanto sobre el padrenuestro y es importante que nos abramos a descubrir que le decimos a Dios en el padrenuestro puesto que es la oración revelada, la que Jesús nos enseñó. Esto nos ayuda a que no contrapongamos oración vocal y meditación.

A veces, decimos ¿Qué es más importante la oración vocal o la meditación o que tu reces en tu interioridad o que reces con oraciones aprendidas de memoria? No lo contrapongamos porque el catecismo nos enseña en la oración vocal que Cristo nos enseñó que es lo que queremos decir, es la suma de lo que debemos esperar de Dios porque Dios quiere dárnoslo. Esas peticiones del padrenuestro, tenemos en ellas la seguridad de que Jesús nos dijo que las pidiésemos, luego si Jesús nos dijo que las pidiésemos es que Dios nos la quería dar. Hay una oración que solemos rezar en la liturgia que dice más o menos así “Concedemos pedirte lo que tú quieres darnos y haz mi corazón conforme al tuyo”. Es una petición importantísima porque la oración de petición lo que tiene que hacer es disponerme para acoger lo que Dios quiere darme, a ver si pensamos que la oración de petición es intentar ganar a Dios impulso, igual lo convenzo ¡No es eso! Soy yo el que tiene que convencerse, sino que me tengo que convencer por Él, aunque sea yo el que le pida a Él, es Él el que va transformando mi corazón conforme le voy pidiendo.

En las peticiones del padrenuestro tenemos plena seguridad de que Jesús nos las enseño y que quiere que sean nuestras peticiones principales, y esto sirve para conformar nuestra voluntad a la suya, para adecuarla, para que seamos un solo querer y un solo sentir. Para que mi querer sea el querer de Dios. Yo quiero lo que Dios quiera, y cuando un hombre logra decir esto, lo dice con convencimiento y plena confianza, verdaderamente lo que es hacer oración y hemos comprendido lo que es ser cristiano “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera”.

Esa es la meta a la que debe llevarnos rezar bien el padrenuestro, lo que tú quieras, como quieras y cuando quieras. Por eso termina diciendo el punto, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre Celestial quiere concedernos.

El amor ha triunfado, somos campeones

Jn 20,1-9

Solo un corazón que ama es capaz de entender las palabras de Jesús sobre la resurrección. El discípulo amado comprende y cree. No se puede creer en la resurrección solo con la razón. Cuando vivimos la experiencia de sentirnos amados por el Señor, entonces estamos en la onda de la comprensión, de la cercanía con su misterio, que es siempre misterio de amor. Gente apasionada como María Magdalena es capaz de contagiar a otros los sentimientos que están viviendo. Ella moviliza a Pedro y al discípulo amado. Nosotros también estamos llamados a entrar en la experiencia de la resurrección y a dinamizar a otros para que hagan camino hasta comprender lo que continuamente sucede cuando estamos abiertos al amor de Dios. Abramos nuestro corazón en medio de la oscuridad para que la Luz brille como cirio de esperanza y presencia del Resucitado. Hermanos, ¡aleluya!, el Amor ha triunfado, somos campeones, campeones del Amor que nos regala Cristo Resucitado, vencedor del mal y de la muerte.

Como María, como Pedro y el discípulo amado, salgamos corriendo hacia el sepulcro, para que el Señor nos conceda abrirnos al misterio de su amor, al misterio de la vida.

Ecclesia in Medio Oriente – Benedicto XVI

14. Por otra parte, existe ya un «ecumenismo diaconal» en el campo de la caridad y la educación entre los cristianos de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales. Y el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio, que agrupa a las Iglesias de diferentes tradiciones cristianas de la región, es un buen foro para que el diálogo pueda desenvolverse con amor y respeto recíproco.

El evangelio de la misericordia

1.- ¿Increencia, o indiferencia? Muchas personas ni se han planteado la existencia de Dios o viven como si Dios no existiera. Ya dijo Juan Pablo II que el gran mal de nuestro mundo es la indiferencia religiosa, es decir el echar a Dios de nuestra vida, pues entonces el hombre acaba deshumanizándose y perdiendo todos los valores que nos distinguen de las demás criaturas. La madre Teresa de Calcuta dejó escrita una sentencia que nos debe hacer pensar: «El peor mal es la indiferencia».

2- «Dichosos los que crean sin haber visto». Hemos podido ver cómo estos días de Semana Santa la gente sale a la calle y se enfervoriza con las procesiones. Impresiona ver las lágrimas de muchas personas al ver pasar la imagen del «Jesús de Medinaceli». Acuden a Él para pedirle favores miles de personas. ¿Es ésta la fe que Jesús desea en sus discípulos? Hoy Él nos dice: «Dichosos los que crean sin haber visto». Tomás vio y creyó, pero, como dice San Agustín, «quería creer con los dedos». Tiene que meter sus dedos en las cicatrices para creer. El santo obispo de Hipona se pregunta: ¿y si hubiera resucitado sin las cicatrices? Entonces…Tomás no hubiera creído, «pero si no hubiera conservado las cicatrices en su cuerpo, no hubiera sanado las heridas de nuestro corazón». Jesús alaba a los que creen sin haber visto por encima de los que creen porque han visto y hasta han podido tocar. Sin embargo, Tomás nos resulta cercano porque se parece mucho a nosotros, hombres del siglo XXI tecnificado: queremos comprobar las cosas antes de creerlas. Hay muchas personas, sin embargo, que se fían de Jesús: todo ese pueblo sencillo y humilde de las procesiones nos da ejemplo de confianza, porque creer es fiarse de Aquél que nunca nos falla.

3.- Mensajeros de la paz y el perdón. Para que nuestra fe sea auténtica es necesario dar un paso más. No vale sólo con vivir las emociones de un momento. La fe nos compromete y nos anima a seguir a Jesús y a poner en práctica su mensaje, pues «la fe sin obras es una fe muerta», nos dice Santiago. El mensaje de Jesús en este segundo domingo de Pascua es doble: la paz y la misericordia. En primer lugar, nos trae la paz: «Paz a vosotros». Es la paz que no puede regalarnos nadie más en la vida, la paz interior, la paz que da sentido a nuestra vida y la plenifica. Por eso los discípulos «se llenaron de alegría al ver al Señor». Hay algo que todavía no tenemos asumido los que nos decimos seguidores de Jesús: tenemos que ser misericordiosos. Jesús nos envía a perdonar no a condenar, es el evangelio de la misericordia lo que nos trae Jesús. Me alegré mucho al escuchar las últimas palabras del Papa Francisco en el Vía Crucis del Coliseo de Roma. Nos recordó que tenemos que anunciar el perdón de Dios, que no tenemos que tener vergüenza al proclamar que Jesús es quien salva de vedad, que tenemos que practicar la “santa esperanza”. Nosotros tenemos que ser mensajeros de perdón, aprender a perdonarnos primero a nosotros mismos y ser instrumentos de perdón y reconciliación para todos. Este es el Evangelio auténtico. Quizá muchos no dan el paso de entrar en nuestras celebraciones desde la calle después de las procesiones porque no ven en nosotros esos signos evangélicos de paz, misericordia y alegría. Hoy es el día de la «Divina misericordia». Que la celebración de este día nos ayude a ser misericordiosos todo el año.

4- El modelo de comunidad cristiana. Él forma de vida de la primera comunidad cristiana fue consecuencia de la vivencia la fe en Jesucristo resucitado. Esta no puede vivirse sólo «por libre», quedaría muy pobre, como les ocurre a mucho de los que reducen su fe a seguir una procesión. Sólo es cristiana de verdad si se comparte en comunidad. Los pilares, idealizados por supuesto, de la primera comunidad son muy claros: pensaban y sentían lo mismo (comunión de vida), lo poseían todo en común (comunidad de bienes), daban testimonio de la resurrección del Señor (evangelizaban). Sabemos también por el capítulo 2º de los Hechos que acudían asiduamente a la oración común y a la fracción del pan (Eucaristía). En el fondo, como dice San Agustín, «hallaban el gozo en lo común, no en lo privado». ¿Se parecen nuestras comunidades a ésta? ¿Qué tenemos que mejorar para ser de verdad una comunidad que sigue a Jesucristo?

José María Martín OSA

A los ocho días llegó Jesús

En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!». Y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Él repitió: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros». Después sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos». Tomás, uno de los doce, a quien llamaban «el Mellizo», no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor». Él les dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los los clavos y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creo». Ocho días después, estaban nuevamente allí dentro los discípulos, y Tomás con ellos. Jesús llegó, estando cerradas las puertas, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo aquí y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás contestó: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús dijo: «Has creído porque has visto. Dichosos los que creen sin haber visto». Otros muchos milagros hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este libro. Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el mesías, el hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

Jn 20, 19-31

Para meditar

En este pasaje del Evangelio vemos que hay personas que necesitan ver para creer. Y hay otras personas que creen sin ver. No es que Tomás fuera peor persona que los demás; de hecho, cuando se da cuenta de que es realmente Jesús, lo reconoce de inmediato y le dirige palabras muy cariñosas.

Ser creyente tiene mucho que ver con creer sin ver, con ser capaces de seguir a Jesús y vivir como Él quiere, sin que le tengamos físicamente a nuestro lado. Está claro que la fe es creer sin ver, porque creer en lo que se ve no se puede, porque eso no es creer. Ser cristiano supone arriesgarse y dar un salto a lo desconocido. Es una aventura maravillosa.

Para hacer vida el evangelio

  • Escribe algo en lo que creas y que nunca hayas visto (date un tiempo para pensar en ello, no digas lo primero que se te ocurra).
  • ¿Qué es para ti creer? ¿Cómo explicarías qué es tener fe?
  • Escribe un compromiso que te ayude a ser una persona que sepa creer sin ver.

Oración

Danos, Señor, tu paz.
El mundo necesita la paz, tu paz.
Haz Señor Jesús,
que nosotros, tus seguidores.
seamos portadores de paz, de tu paz.
Esa es una buena causa para luchar con ilusión y entrega,
una buena causa para empeñar
todas nuestras energías.
¡Que bonito sería que nuestra sola presencia,
allá donde fuera, trasmitiese paz!
De nuevo, a pesar de todo lo que nos pueda
incomodar,
a pesar de los sinsabores que nos pueda traer
en muchos momentos la vida
Tú nos estás diciendo:
“paz a nosotros”.

Vienes a traernos la Paz

Fue lo primero que decía a tus discípulos:
“paz a vosotros”.
Porque tu sola presencia ya nos llena de paz,
nos sosiega por dentro y nos ayuda
a vivir serenos.

Y una vez que nos has pacificado,
que nos has relajado,

que nos has quitado los agobios de la vida,
entonces, y sólo entonces,

nos pones en misión,
enviándonos a acompañar

la vida de los hermanos.

Nos invade tu Espíritu y nos convierte
en sanadores,

en amigos confidentes
y desculpabilizadores,
en compañeros de vida,
facilitadores de libertad

e impulsadores de sueños
y de transformación social.

Descansando en Ti,
cuando estamos agobiados,
nos envías a llevar paz

a los que viven angustiados,
comprensión y disculpa
para los marginados,
perdón y compañía

para los solos y entristecidos.

Con tu fuerza y tu impulso
nos conviertes en amigos,

en la mano tendida al que lo necesita,
en la defensa justa de lo que no funciona,
en la voz del que no puede gritar

y pedir lo que le es debido.

Envueltos en tu amor
podemos transformar el mundo entero
con pequeñas vivencias cotidianas,
con gestos, con ternuras,

con mil detalles, con tareas
y posturas concretas
de amor, de convivencia, de tolerancia y de solidaridad.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio del Domingo II de Pascua

• Los discípulos están reunidos en un mismo lugar (19 y 26), expresión de que son comunidad eclesial; también “el primer día de la semana” o “domingo” es expresión de lo mismo (ambas apariciones [19 y 26] tienen lugar en domingo), ya que es el día en que nos reunimos como Iglesia para celebrar que el Resucitado está en medio de nosotros.

• El “miedo de los judíos” (19) lo habíamos encontrada en pasajes como el del ciego de nacimiento (Jn 9,22).

• A pesar de las “puertas cerradas” (19), el Resucitado toma la iniciativa, se hace presente en medio de los discípulos y les da la “paz” (19), su paz, la que el mundo no da (Jn 14,27), tal como lo había anunciado.

• Enseñar “las manos y el costado” (20), que son los lugares con las marcas de la muerte en cruz, es un modo de incidir en que el Resucitado es el mismo que el Crucificado.

• La expresión “como el Padre” (21) o, en otros lugares, “lo que he hecho con vosotros” (Jn 13,15), indica lo que tiene que ser la vida del discípulo: dejarse modelar según Jesús, como él lo ha hecho según el Padre.

• Lo que define a Jesús es la misión. También sus discípulos serán definidos por la misión que Él les da (21): “como Tú me enviaste al mundo, así os envío yo también al mundo” (Jn 17,18).

• La Iglesia reunida, la paz, la misión… todo arranca de la Pascua. Será el don del Espíritu el que lo active. El “aliento” (22) de Jesús sobre los discípulos expresa que su resurrección abre el paso a una creación nueva: El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo (Gn 2,7). Jesús había rogado al Padre que diera el Defensor a los discípulos (Jn 14,16), es decir, el que ha sido llamado para auxiliar, acompañar y ayudar, pero también para aconsejar y consolar y para interceder. Es el Espíritu Santo. Con él llegan el recuerdo y el conocimiento (Jn 14,26) que marcan el inicio de la fe (Jn 7,39). El Espíritu es, en Juan, un maestro que ilumina. Y es el que da al creyente su identidad propia de testigo de Jesús (Jn 15,26-27). Podríamos decir que el Espíritu es el verdadero autor del Evangelio, porque de él viene el recuerdo de lo que Jesús dijo y la comprensión de tal recuerdo.

• Las palabras de Jesús sobre el perdón (23) nos recuerdan las que recoge Mt dirigidas a Pedro (Mt 16,19) y a toda la comunidad (Mt 18,18). Palabras en las que atar y desatar significan excluir o admitir a la comunidad. El Resucitado deja este don precioso y tan delicado en las manos de la propia comunidad de los discípulos, portadora para el mundo de la vida nueva.

• La bienaventuranza (29) dirigida por el Resucitado a los creyentes que no hemos conocido al Jesús histórico, da sentido al Evangelio y al hecho de evangelizar: dar testimonio a quienes no han visto a Jesús para que puedan tener fe.

• Los vv. 30-31 expresan la finalidad del Evangelio escrito: “para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”.

Comentario al evangelio – 5 de abril

El Evangelio comienza presentando a los discípulos conversando sobre la experiencia de Emaús. Y “estaban hablando de esta cosas cuando Él (Jesús) se presentó de nuevo”,pero ellos se aterrorizaron, se llenaron de miedo, creían ver un fantasma… Les costaba aceptar la novedad de la Resurrección. Tenían la sensación de que con la Muerte de Jesús se les habían caído todas las esperanzas; ellos se habían forjado unas ilusiones muy grandes sobre el Maestro y todo había terminado en fracaso y en nada. Se les hundió su mundo interior. Se sentían como personas a la deriva y sin horizonte. La desilusión se apoderó de ellos.Para levantar a aquellos discípulos fue preciso que Jesús les dijera con cariño y ternura “palpadme”. Y aun así seguían atónitos ante lo que escuchaban y veían. Fue preciso que Jesús hiciera otro gesto “comer un pedazo de pez asado delante de ellos”.

¿Qué nos ocurre a nosotros cuando hemos vivido un gran sufrimiento (un fracaso personal, sentimental o profesional). Creemos que todo se hundió y terminó. Se nos hace difícil volver a empezar, pues nos resistimos a emprender una vida nueva. Y así como los discípulos necesitaron la pedagogía de los gestos de Jesús, también nosotros necesitamos de ese amigo, ese sacerdote, ese Sagrario que nos diga una palabra o nos coja de las manos o nos dé una palmadita en la espalda o ese momento de oración profunda ante el Sagrario donde está “El Amigo que nunca falla” y que nos dice “si me abres la puerta, entraré y cenaremos juntos”.

Los discípulos tuvieron que recorrer un largo camino hasta llegar a convencerse de que Jesús había resucitado y estaba vivo y era el mismo con quien antes habían compartido la vida. Necesitaron un tiempo de conversión profunda. Igual nos ocurre a nosotros: pasar de una fe de niños y heredada a una fe personal, adulta y responsable es un largo camino que tenemos que recorrer. Como los dos de Emaús y los otros discípulos necesitamos también escuchar la Palabra de Dios y comer el pan de la Eucaristía para que nuestros ojos se vayan abriendo a la novedad del Jesús Resucitado y así podamos dar testimonio del Señor como hizo Pedro según nos cuenta la lectura de Hechos de hoy.

José Luis Latorre, cmf