Vísperas – Miércoles III de Pascua

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: HOY ROMPE LA CLAUSURA

Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.

Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.

Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Vuestra tristeza se convertirá en gozo. Aleluya.

Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vuestra tristeza se convertirá en gozo. Aleluya.

Ant 2. Ya vivamos, ya muramos, del Señor somos. Aleluya.

Salmo 126 – EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ya vivamos, ya muramos, del Señor somos. Aleluya.

Ant 3. De él todo procede, por él existe todo, en él todo subsiste: a él la gloria por los siglos. Aleluya.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De él todo procede, por él existe todo, en él todo subsiste: a él la gloria por los siglos. Aleluya.

LECTURA BREVE   Hb 7, 24-27

Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando a Dios, porque vive para siempre para interceder por ellos. Y tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.

RESPONSORIO BREVE

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.

V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Todos los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y a los que vengan a mí yo no los echaré fuera. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todos los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y a los que vengan a mí yo no los echaré fuera. Aleluya.

PRECES

Oremos a Cristo, que resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre, y digámosle:

Cristo, que vives por siempre para interceder por los hombres, escucha nuestra oración.

Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado a tu servicio,
que sean para tu pueblo ejemplo de santidad.

Concede, Señor, el espíritu de justicia a los que gobiernan las naciones
y haz que trabajen en bien de la paz, para que todos podamos vivir según tu ley.

Concede la paz a nuestros días
y multiplica los bienes de la tierra, para que los pobres puedan gozar de las riquezas de tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cristo salvador, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y con tu resurrección has dado a los hombres una prenda de su inmortalidad,
concede la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Protege, Señor, a tu pueblo y, ya que le has dado la gracia de la fe, concédele la participación eterna en la resurrección de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 18 de abril

Lectio: Miércoles, 18 Abril, 2018

1) ORACIÓN INICIAL

Ven, Señor, en ayuda de tu familia, y a cuantos hemos recibido el don de la fe concédenos tener parte en la herencia eterna de tu Hijo resucitado. Que vive y reina.

2) LECTURA

Del Evangelio según Juan 6,35-40

Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»

3) REFLEXIÓN

• Juan 6,35-36: Yo soy el pan de vida. Entusiasmado con la perspectiva de tener el pan del cielo del que hablaba Jesús y que da vida para siempre (Jn 6,33), la gente pide: «¡Señor, danos siempre de este pan!» (Jn 6,34). Pensaban que Jesús estuviese hablando de un pan especial. Por esto de forma interesada piden: “¡Danos siempre de este pan!” Este pedido de la gente recuerda la conversación de Jesús con la Samaritana. Jesús había dicho que ella podría tener dentro de sí la fuente de agua que brota para la vida eterna, y ella de forma interesada pide: «¡Señor dame de esta agua!» (Jn 4,15). La Samaritana no percibe que Jesús no está hablando de agua material. Asimismo, la gente no se da cuenta de que Jesús no está hablando del pan material. Por eso, Jesús responde bien claramente: «¡Yo soy el pan de vida! El que venga a mí no tendrá hambre y el que venga a mí no tendrá nunca sed”. Comer el pan del cielo es lo mismo que creer en Jesús. Es creer que él vino del cielo como revelación del Padre. Es aceptar el camino que él enseñó. Pero la gente, a pesar de estar viendo a Jesús, no cree en él. Jesús percibe la falta de fe y dice: “Me habéis visto y no creéis”.

• Juan 6,37-40: Hacer la voluntad de aquel que me envió. Después de la conversación con la Samaritana, Jesús había dicho a los discípulos: «Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que está en los cielos» (Jn 4,34). Aquí, en la conversación con la gente sobre el pan del cielo, Jesús se refiere al mismo asunto: “Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.” Este es el alimento que el pueblo debe buscar: hacer la voluntad del Padre del cielo. Es éste el pan que sustenta la vida de las personas y les da rumbo. Aquí comienza la vida eterna, vida que es más fuerte que la muerte. Si estuviésemos verdaderamente dispuestos a hacer la voluntad del Padre, no tendríamos dificultad en reconocer al Padre presente en Jesús.

• Juan 6,41-43: Los judíos murmuran. El evangelio de mañana comienza con el versículo 44 (Jn 6,44-51) y salta los versículos de 41 a 43. En el versículo 41, empieza la conversación con los judíos, que critican a Jesús. Aquí damos una breve explicación del significado de la palabra judío en el evangelio de Juan para evitar que una lectura superficial alimente en nosotros los cristianos el sentimiento de anti-semitismo. Antes de todo, es bueno recordar que Jesús era judío y lo sigue siendo (Jn 4,9). Judíos eran sus discípulos y discípulas. Las primeras comunidades cristianas eran todas de judíos que aceptaban a Jesús como Mesías. Solo después, poco a poco, en las comunidades del Discípulo Amado, griegos y paganos comenzaban a ser aceptados en pie de igualdad con lo judíos. Eran comunidades más abiertas. Pero esta apertura no era aceptada por todos. Algunos cristianos venidos del grupo de los fariseos querían mantener la “separación” entre judíos y paganos (He 15,5). La situación era muy crítica después de la destrucción de Jerusalén en el año 70. Los fariseos se convierten en la corriente religiosa dominante en el judaísmo y empiezan a definir directivas religiosas para todo el pueblo de Dios: suprimir el culto en lengua griega; adoptar únicamente el texto bíblico en hebraico; definir la lista de los libros sagrados eliminando los libros que estaban sólo en la traducción griega de la Biblia: Tobías, Judith, Ester; Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y los dos libros de los Macabeos; segregar a los extranjeros; no comer ninguna comida sospechosa de impureza o de haber sido ofrecida a los ídolos. Todas estas medidas asumidas por los fariseos repercutían en las comunidades de los judíos que aceptaban a Jesús como Mesías. Estas comunidades habían caminado mucho. La apertura para los paganos era irreversible. La Biblia en griego ya era usada, desde hacía mucho tiempo. Así, lentamente, crece un distanciamiento mutuo entre cristianismo y judaísmo. Las autoridades judaicas en los años 85-90 empiezan a discriminar quienes siguen aceptando a Jesús de Nazaret como Mesías (Mt 5, 11-12; 24,9-13). Quien seguía permaneciendo en la fe de Jesús era expulsado de la sinagoga (Jn 9,34). Muchas de las comunidades cristianas temían esta expulsión (Jn 9,22), ya que significaba perder el apoyo de una institución fuerte y tradicional como la sinagoga. Los que eran expulsados perdían los privilegios legales que los judíos habían conquistado a lo largo de los siglos dentro del imperio. Las personas expulsadas perdían hasta la posibilidad de tener un entierro decente. Era un riesgo muy grande. Esta situación de conflicto del final del primer siglo repercute en la descripción del conflicto de Jesús con los fariseos. Cuando el evangelio de Juan habla de judíos no está hablando del pueblo judío en general, sino que está pensando mucho más en aquellas pocas autoridades farisaicas que estaban expulsando a los cristianos de las sinagogas en los años 85-90, época en la que el evangelio fue escrito. No podemos permitir que estas afirmaciones sobre los judíos hagan crecer el antisemitismo entre los cristianos.

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• Anti-semitismo: mira bien dentro de ti y arranca cualquier resto de anti-semitismo.

• Comer el pan del cielo es creer en Jesús. Esto ¿cómo me ayuda a vivir mejor la eucaristía?

5) ORACIÓN FINAL

Aclama a Dios, tierra entera,
cantad a su nombre glorioso,
dadle honor con alabanzas,
decid a Dios: ¡Qué admirables tus obras! (Sal 66,1-3)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 3, 13-19

«13Y sube a la montaña y llama a sí a los que quería, y fueron junto a él.

14E hizo Doce, para que estuvieran con él y para que les enviara a proclamar 15y tener autoridad para expulsar a los demonios.

16E hizo a los Doce, y puso a Simón el nombre de Pedro; 17y a Santiago, el hijo de Zebedeo, y a Juan, el hermano de Santiago -y les puso el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno-; 18y a Andrés, y a Felipe, y a Bartolomé, y a Mateo, y a Tomás, y a Santiagoel hijo de Alfeo, y a Tadeo, y a Simón el Cananeo, 19y a Judas Iscariote, el que también lo entregó».

La segunda sección principal de Marcos (3, 13-6, 6) comienza, como la primera, con un relato de vocación: Jesús sube a una montaña, llama a un grupo de discípulos y aparta a Doce para un seguimiento y tarea especiales. El pasaje concluye con una lista de esos Doce.

El pasaje se divide de un modo natural en dos partes. (1) Jesús asciende a una montaña y llama a sus discípulos (3, 13-15); (2) la lista de los Doce (3, 16-19).

3, 13-15: La pequeña narración que precede a la lista de los Doce consta de dos sentencias, cada una con tres cláusulas. a) La primera sentencia describe el ascenso de Jesús a la montaña, con la llamada de los discípulos. b) La segunda describe la institución de los Doce. La relación entre las dos sentencias no se clara. ¿La llamada de Jesús a los discípulos desde la cumbre de la montaña (3, 13) se identifica con el nombramiento de los Doce (3, 14) o más bien se trata de dos cosas distintas? En ese último caso, Marcos describiría primero la llamada  de una masa de discípulos y después presentaría la selección de Doce de entre esa masa mayor, para un acompañamiento más íntimo y una misión especial. Teniendo en cuenta otros pasajes en los que aparece un grupo más amplio de discípulos acompañando a los Doce (4, 10; 10, 32), esta última alternativa parece la preferible.

Es probable que cuando describe el ascenso de Jesús a «la» montaña, Marcos esté evocando el ascenso de Moisés al Sinaí, tema descrito en diversos lugares del Pentateuco (Ex 19, 24-34; Nm 27; Dt 9-10. 32). Ex 19, 3 constituye un ejemplo particularmente significativo, dado que dos versículos más adelante se introduce la profecía en que se ice que Israel será la posesión particular de Dios; esa profecía tiene semejanzas con la forma en que Jesús en Marcos escoge a doce para que tengan mayor intimidad con él y, por implicación, con Dios. Otro antecedente mosaico significativo aparece en Ex 24, 1-4, donde se dice que Moisés ascendió al Sinaí en compañía de un grupo de sacerdotes y ancianos, elevando doce pilares que simbolizan las doce tribus. Según eso, la vinculación que Marcos establece entre la subida a la montaña, la asociación con un grupo de líderes y el número de doce tiene también un paralelismo mosaico.

Sin embargo, antes de describir la institución de los Doce, Marcos presenta de una manera profundamente simbólica la elección de un cuerpo mayor de discípulos. Jesús sube a la montaña y llama ante sí a aquellos «a los que él quería», y ellos vinieron a él. Se pone de relieve el poder de la elección de Jesús, en quien viene a reflejarse el poder soberano de elección de Dios en el Antiguo Testamento: de un modo significativo, en Is 45, 4 la elección divina viene acompañada por un cambio de nombre, lo mismo que en Marcos.

Esta llamada divina cumple su efecto deseado, porque la palabra de Dios no vuelve a Dios vacía (Is 55, 11). Los elegidos siguen a Jesús a la montaña, «separándose» de sus ocupaciones anteriores para estar con él. El verbo «se separaron» (ap-êlthon)resulta significativo, pues se podría haber dicho simplemente «fueron» (êlthon).El uso de la forma compuesta es quizá un recordatorio de que seguir a Jesús implica dejar atrás otras cosas (cf. 1, 20).

La próxima acción de Jesús consiste en nombrar a Doce de entre los discípulos recién llamados, para que ocupen un puesto de especial intimidad y responsabilidad; ese número de doce despierta no solo recuerdos de Moisés, sino que despierta también las más profundas esperanzas judías de la renovación escatológica de la nación israelita.

El matiz escatológico queda reforzado por el hecho de que Marcos repite la palabra «hizo» en el sentido de «nombró», lo cual puede ser un eco de Gn 1, vinculando de esa forma el gesto de Jesús que «hace» a Doce con la esperanza de una nueva creación que Dios «hará»; ese matiz escatológico aparece también evocado a través de la palabra en la que se dice que los Doce han sido instituidos para proclamar la buena nueva y para expulsar demonios, actividades que en la narración de Marcos están vinculadas con la llegada de la nueva era (1, 14-15.24; 3, 27; 7, 24-30).

Pero los Doce aparecen no solo llamados para realizar actos de predicación y exorcismos, sino que tales actos brotan de una convivencia previa con Jesús, que les llama para «estar con él». Esta tensión entre estar con Jesús y ser enviado se resuelve del modo más simple interpretando 3, 14 y 3, 15 en un sentido sucesivo: «ahora» los discípulos están con Jesús, «más tarde» serán enviados a proclamar y exorcizar (cf. 6, 7.12-13). Pero la extraña formulación de Marcos implica quizás también otro nivel de significado.

A lo largo del evangelio, Marcos dice que los discípulos están con Jesús o que Jesús está con ellos (1, 29; 2, 19; 3, 7; 4, 36; 5, 37.40; 6, 50; 8, 10; 9, 8; 11, 11; 14, 7.14.17.18.20.33.67). En otros casos, Marcos parece haber introducido referencias a los Doce o a los discípulos en general (cf. 2, 15; 3, 20; 6, 1; 11, 11), o haber destacado su presencia de un modo retórico con el uso de plurales (por ejemplo 11, 15.19.27). Estos rasgos tienen el efecto de retratar a Jesús como alguien que se encuentra constantemente rodeado por un círculo de discípulos; él no aparece como un individuo solitario, sino como alguien que está vinculado a una comunidad, de manera que vivir la vida cristiana significa «vivir con él». Este retrato de la vida de los discípulos como una «comunión con Jesús» se encuentra relacionado sin duda con la experiencia de la comunidad de Marcos. En esta perspectiva hallamos otra forma de reconciliar la tensión que existe dentro de 3, 14: ahora, en el tiempo de después de pascua, pueden vincularse ambas cosas: el estar con Jesús y el ser enviado por él. Cualquier misión que no estuviera enraizada en el «ser/estar con Jesús» se encuentra condenada al fracaso.

3, 16-19: La lista de los Doce. Después de la narración altamente simbólica sobre la llamada de los discípulos y la selección de los Doce, Marcos añade una lista de esos últimos. Dentro de la lista, los más importantes son los tres primeros nombres: Simón (= Pedro), Santiago y Juan; todos ellos reciben apodos. Santiago y Juan vienen después de Pedro y ocupan el lugar en el que debería hallarse normalmente Andrés, el hermano de Pedro, que viene después. A lo largo del evangelio, estos tres discípulos se convertirán en los compañeros más íntimos de Jesús (5, 37; 9, 2; 14, 33; cf. 13,3). Un grupo con los mismos nombres (aunque la identidad de Santiago es diferente) es el que forman los «pilares» de la Iglesia de Jerusalén (cf. Gal 2, 9).

Pero el relieve de un grupo selecto de tres dentro de un cuerpo más amplio de Doce puede tener también un significado escatológico, de manera que ellos aparezcan como signo de los tres patriarcas (Abrahan, Isaac, Jacob) dentro del nuevo Israel. En la línea de esta interpretación escatológica de la organización de 3 + 12 se hallaría el hecho de que el Consejo de los Doce de Qumrán estaba completado por un grupo especial de tres. Estrictamente hablando, el círculo de discípulos de Jesús de los que habla Marcos tiene una organización de 3 + 9 (pues los tres y los nueve forman parte de los 12), más que una organización de 3 + 12, pero el número 3 y el 12 son los más importantes en el evangelio.

El hecho de dar nuevo nombre a tres discípulos refuerza la impresión de que nuestro pasaje alude al renacimiento escatológico de Israel bajo nuevos patriarcas: los cambios de nombre de dos de los patriarcas (Abram se vuelve Abrahán y Jacob se vuelve Israel) están vinculados con su significado fundacional en la historia de Israel (cf. Gn 17, 5; 32, 28).

Una comparación de Pedro con Abrahán, el antepasado de Israel, resulta particularmente apropiada, dado que el nuevo nombre de Simón es Pedro, que significa «roca», y en Is 51, 1-2 a Abrahán se le llama la «roca» de la cual se ha extraído el pueblo de Dios. El apodo de Santiago y Juan (Hijos del Trueno) puede tener también un matiz escatológico.

Pero la imposición de un nombre nuevo puede evocar también aspectos negativos de ese círculo íntimo de los tres discípulos, aspectos que se reflejan más tarde en el evangelio. Jesús habría previsto esos trazos negativos, como hará después cuando profetice que los Doce le abandonarán (cf. 14, 30). Por ejemplo, el carácter «roqueño» de Pedro podría estar relacionado con las rocas/piedras donde cae la semilla en la parábola del sembrador, en la que se alude a unos oyentes que reciben el mensaje del evangelio con alegría, pero que se derrumban cuando llega la tribulación, como sucederá con Pedro en 14, 66-72 (etimológicamente, el término griego empleado en 4, 16 es petrôdêy está relacionado con Petros). De modo similar, el epíteto «Hijos del Trueno» puede referirse a la violencia que mostrarán los hijos de Zebedeo (9, 38; cf. Lc 9, 54). En definitiva, no todo va bien en el Israel escatológico.

Pero cuando los oyentes de Marcos llegan al fin de la lista, se encuentran con una realidad más oscura, porque el último nombre es «Judas Iscariote, el que también le entregó». La descripción de Judas resulta especialmente chocante, porque está situada muy cerca de la acción de Jesús, que ha cambiado los nombres de Pedro, Santiago y Juan, pues él (Judas) cumple una función que en los textos del Antiguo Testamento se encuentra reservada a Dios o a los ángeles (la función deentregar). Esta yuxtaposición expresa una paradoja central de Marcos: aunque posea una autoridad casi divina, el Hijo del Hombre – que en Dn 7 aparece como título de majestad- será entregado en manos de hombres de mala voluntad, será puesto en manos de los pecadores (cf. 9, 31; 14, 41).

Judas, el instrumento de esta traición, se halla en la línea de lo que se llama un «personaje de doble nivel»: por una parte, él aparece como el traidor del Jesús terreno; pero, por otra parte, él prefigura a los que traicionan a los cristianos de la comunidad de Marcos, entregándoles en manos de la investigación judicial y de la muerte, unos traidores que son quizá «hermanos cristianos» (14, 9.11-12). Esta función doble de Judas resulta especialmente probable porque «Iscariote», el epíteto de Judas, resulta semejante al nombre de los «sicarios», un grupo de revolucionarios en cuyas manos pueden haber tenido que sufrir los cristianos de Marcos.

Pero esta nota sombría al final de la lista de los Doce, nota que anticipa violento final del evangelio de Marcos y los ecos de ese final en el momento presente de la historia de su comunidad, no es la nota dominante de nuestro pasaje. El tema principal es más bien el gozo de haber sido llamados especialmente por la gracia de Dios, escogidos por Jesús para estar con él y alistados personalmente en la guerra escatológica, cuyas batallas se vencen proclamando el evangelio y destruyendo así las estructuras demoníacas del mal (3, 14-15; cf. 1, 39; 6, 12-13). Pero quienes se arriesgan en esa lucha aprenden pronto que en el tumulto del combate es fácil confundir la identidad de los luchadores. Satán puede disfrazarse y aparecer como un príncipe de luz (2Cor 11, 14), los demonios pueden hacer confesiones divinas (cf. Mc 1, 25.34; 3, 11; 6, 7) y parecer que los mismos agentes de Dios utilizan el poder de Satán para luchar contra los demonios (cf. 3, 22). Por eso es fundamental tener claro «quién es quién y qué es qué» en este tema. El próximo pasaje del evangelio intentará lograr esa claridad.

Partir el pan dando gracias

Compartimos el pan,
cuerpo de tu Hijo entregado a la muerte
por amor a todos los suyos.

Alzamos la copa de la salvación,
su vida resucitada,
esperanza de una vida siempre nueva.

¡Bendito seas, Padre, por tanta bondad
gratuitamente ofrecida a tu pueblo!

¿Qué podemos ofrecerte, para expresar nuestra gratitud,
sino la humilde promesa
de compartir sin reservas
lo que hemos recibido de ti?

Mendigos de pan, sedientos de vida,
henos aquí ante ti, Padre nuestro.

Danos hoy nuestro pan de cada día,
abre nuestras manos que se cierran sin compartir.

No tenemos más que un poco de pan
y la pobreza de nuestra existencia.

Te pedimos que hagas pedazos
la indigencia de nuestra ofrenda,
para que sea en tus manos
fuente fecunda en medio de nuestro desierto.

Por medio de tu Espíritu, manten a tu Iglesia fiel
a la misión que ha recibido de ti
para todos los hambrientos del mundo.

Que tus hijos se prodiguen
en el servicio a los más pobres,
y que quienes no tienen nada
se descubran ricos de ti
y seguros del amor de sus hermanos.

Y entonces podremos cantarte con un solo corazón,
como ya nos lo inspira tu Espíritu
cuando nos sentamos a la mesa
en la que tu Hijo viene
a multiplicar para todos los hombres
el pan que alegra el corazón del ser humano.

* * *

En cualquier lugar del mundo, cerca y lejos de nosotros,
hay hombres que se preguntan
quién les conducirá a la vida.
¡Haznos compartir, Señor, el grito de su anhelo!
El desierto nos ha invadido, todo parece marchitarse,
y cada cual procura salvaguardar sus bienes.
¡Condúcenos, Señor, por nuevas rutas!
Por los hombres que sacian a diario su hambre,
te pedimos les hagas sentirse inquietos
ante la miseria de este mundo hambriento de justicia.
Por los que comulgan regularmente en tu eucaristía,
te pedimos hagas que te encuentren como una palabra nueva,
pues tú sólo te das para ser compartido.
Por los que están alejados de la Iglesia,
te pedimos les hagas descubrir en nuestro testimonio
un alimento capaz de saciar su hambre.
Para que nadie abandone la fe
sin haber corrido el riesgo de aventurarse
por caminos exigentes e inesperados,
¡te pedimos, Señor, que nos oigas!

El que cree en ti, Señor,
ya nunca más tendrá sed:
él mismo será fuente de vida.
Creemos que en ti ha sido vencida la muerte
para todo el que entrega su vida con la tuya,
y te damos gracias por ello,
Dios bendito por los siglos de los siglos.

Oh Dios que amas la vida:
tú habitas el corazón de todo deseo verdadero,
y cuando el hombre aspira a vivir mejor,
es hacia ti hacia quien le empuja su deseo.
Danos también hoy, de nuevo,
el pan de la vida, la fuente de la eternidad;
danos el cuerpo y la sangre de tu Hijo,
pues sólo él es el alimento
que puede guiar al mundo infaliblemente
hacia el futuro que no ha de tener fin.

Ecclesia in Medio Oriente – Benedicto XVI

27. La tolerancia religiosa existe en numerosos países, pero no implica mucho, pues queda limitada en su campo de acción. Es preciso pasar de la tolerancia a la libertad religiosa. Este paso no es una puerta abierta al relativismo, como algunos sostienen. Y tampoco una medida que abre una fisura en el creer, sino una reconsideración de la relación antropológica con la religión y con Dios. No es un atentado contra las «verdades fundantes» del creer, porque, no obstante las divergencias humanas y religiosas, un destello de verdad ilumina a todos los hombres[22]. Bien sabemos que, fuera de Dios, la verdad no existe como un «en sí». Sería un ídolo. La verdad sólo puede desarrollarse en la relación con el otro que se abre a Dios, el cual quiere manifestar su propia alteridad en y a través de mis hermanos humanos. Por tanto, no conviene afirmar de manera excluyente «yo poseo la verdad». La verdad no es posesión de nadie, sino siempre un don que nos llama a un proceso que nos asimile cada vez más profundamente a la verdad. La verdad sólo puede ser conocida y vivida en la libertad; por eso, no podemos imponer la verdad al otro; la verdad se desvela únicamente en el encuentro de amor.


[22] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, 2.

Comentario Domingo IV de Pascua

ORACIÓN

Señor y hermano nuestro Jesús, Tú eres el Buen Pastor que cuidas con mimo de tus ovejas:

– llámanos por nuestro propio nombre,
– guíanos en los andares de nuestra vida,
–  cuídanos en todos los avatares de nuestro caminar,
–  y repara nuestras fuerzas en la mesa de tu Palabra y de tu Pan.
Tú que vives y reinas con el Padre por los siglos de los siglos. AMEN.

 

Jn 10, 11-18

«11Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.12Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace presa en ellas y las dispersa; 13porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.

14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vidapor las ovejas. 16También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.

17Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; ésa es la orden que he recibido de mi Padre».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

En el marco de diversas fiestas judías, el evangelista Juannos presenta un “crescendo” narrativo en el que la oposición a Jesús va aumentando hasta llegar a la decisión de matarle. Después del episodio de la curación del ciego de nacimiento (9,1-39), los fariseos reaccionan preguntando a Jesús si también ellos eran ciegos (9,40). Jesús les responde con el discurso del Buen Pastor (10,1-18). Tras este discurso, en el marco de la fiesta de la Dedicación, se producirán otros incidentes entre Jesús y los judíos y, tras la resucitación de Lázaro, los judíos deciden dar muerte a Jesús (11,53).

 

TEXTO

El evangelio de este domingo recoge la segunda parte del discurso del Buen Pastor, que Jesús pronuncia a los fariseos. En la primera parte del discurso, Jesús se presenta por dos veces como la puerta que conduce a la salvación y a la vida. Ahora, también por dos veces, se presenta como el buen pastor que da su vida por y conoce a las ovejas. Frente a la puerta, está el ladrón y el salteador; frente al pastor, el asalariado. Teniendo encuenta la expresión “dar la vida”, podemos estructurar eltexto en tres partes: a) el buen pastor da su vida por las ovejas, frente al asalariado que huye ante el peligro (vv. 11-13); b) el buen pastor da su vida por las ovejas porquelas conoce, aunque sean de diferentes rediles (vv. 14- 16); c) el buen pastor da su vida por las ovejas porqueobedece y ama al Padre (vv. 17-18).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Es importante observar las imágenes utilizadas por Jesús: el buen pastor, las ovejas, el asalariado, el lobo,otras ovejas… Es importante discernir a qué se refieren ybuscar una posible identificación. Si nos identificamos con el buen pastor, dar la vida es la clave a considerar: ¿qué compromisos se siguen de nuestro seguimiento de Jesús Buen Pastor? Si nos identificamos con las ovejas, dejarse conducir por el pastor es la clave: ¿Somos dóciles a la enseñanza y el ejemplo del Maestro?

• Jesús no sólo es “el buen pastor” (= el pastor auténticofrente al asalariado o a los falsos pastores), sino también “el pastor bueno”, que se deja conmover por la situación de la multitud vejada y abatida, “como ovejas que no tienen pastor” (cf. Mt 9,36; 14,14; Mc 6,34). En los sinópticos,Jesús enseña o cura o envía a sus misioneros ante esa realidad desgraciada; en Juan, la bondad del pastor se manifiesta en que da la vida por sus ovejas. Es el centro de nuestro evangelio, insistentemente presente (vv. 11.14.17.18). Así que Jesús es más que un simple pastor, por bueno o responsable que pueda ser. ¿Qué significa esemás de Jesús en tu vida personal, comunitaria y social?

• Es interesante observar la relación directa entre el“conocimiento de Dios Padre” y la “donación de la propia vida” por…: no hay verdadero conocimiento de Dios sin entrega pastoral decidida y radical.

• Las “otras” ovejas: la Buena Noticia se extiende a todosy tenemos que ser valientes en nuestra capacidad evangelizadora, evitando cerrarnos en nuestro propio interior o en el interior de nuestras comunidades. ¿Cómo ira la busca de esas “otras” ovejas?

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo III de Pascua

IV Domingo de Pascua
22 de Abril 2018

Hechos 4:8-12; Sal. 117: 1. 8-9. 21-23. 26. 28cd. 29; 1 Juan 3, 1-2; Juan 10:11-18

Jesús el Buen Pastor

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga, y no las ovejas. “Yo soy el buen pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por mis ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me obedecerán, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre.”

Reflexión
Jesús dice que nos conoce por nuestro nombre. ¿Cómo escuchas tú para reconocer cuando Jesús te quiere decir algo? ¿Quiénes son tus buenos pastores? ¿Hay malos pastores dentro de tu comunidad? ¿Podrían hacerles daño? Jesús da la vida por las personas a quienes ama. ¿Qué sacrificios estás tú dispuesto hacer por las personas a quienes quieres?

Actividad
Actuar el evangelio con los niños. Estos son los personajes que hacen falta: el Buen Pastor, un pastor malo, un lobo, dos rediles de ovejitas que significan Israel y los gentiles. Realzar el amor del Buen Pastor a sus ovejas. También, cortar oveja en cartón y pegar algodones. Escribir detrás nombre del niño y bailar con oveja a la canción Soy una Oveja.

Oración
Tú nos conoces por nuestro nombre, Señor. Conoces lo que somos y lo que podemos. Te damos gracias, Señor, porque nos amas así, sin condiciones. Danos buenos oídos para escuchar tu voz, para saber cuándo nos llamas. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo IV de Pascua

En el tiempo y los lugares en que vivió Jesús como hombre, eran cosa común los pastores y los rebaños. Por eso hoy, se compara con un pastor y a nosotros con las ovejas que cuida y guía. Pero nos aclara que sólo él es el Buen Pastor, pues hay otros que aparentan querer nuestro bien, aunque sólo buscan su propio interés, y cuando su mala guía nos lleva al mal (el lobo), no les importa que caigamos en él.

Jesús es el Buen Pastor porque nos ama tanto que hasta dio la vida por nosotros; porque nos guía con su palabra y su ejemplo siempre al bien y a la felicidad; porque nos conoce y mantiene una relación personal con cada uno de nosotros.

¿Puedo distinguir al Buen Pastor del malo?

El Buen Pastor se hace presente en nuestros padres, en el sacerdote y en todas las personas que realmente quieren nuestro bien. Sigamos al Buen Pastor y no nos equivoquemos. Así, un día veremos a la humanidad unida por el amor de Cristo…

Comentario al evangelio – 18 de abril

CRECER EN LAS DIFICULTADES


    Los Hechos nos relatan la primera persecución contra la Iglesia. No nos indican una causa especial para que la persigan, pero resulta significativo que los que salen huyendo son «todos menos los apóstoles». Tendremos que interpretar que los perseguidos fueron sobre todo los compañeros de Esteban, los que tenían más inquietud misionera, los que habían hecho la adaptación de la Buena Nueva de Jesús a la cultura helenista.

Se nombra expresamente a uno de ellos, uno de los Siete Diáconos: Felipe. 

    El autor de Hechos intentó «disimular» el conflicto dentro de la Comunidad entre este sector helenista y el grupo de los apóstoles, «reduciéndolo» a un problema de atención a las viudas helenistas (Hech 6). Parece que fue bastante más que eso, porque seguidamente aparecen predicando y difundiendo la Palabra de Dios… si se tendrían que haber dedicado a dar de comer a las viudas. «Algo harían» para que fueran objeto de la primera persecución (algo además de ocuparse de la comida de las viudas). Esteban había sido la primera víctima.

    Los discípulos, por su parte, debían estar convencidos de que podrían resolver los problemas planteados con la religión judía fuera y dentro de la comunidad. Se toman más tiempo, seguramente quieren ser «prudentes» y tomar las decisiones con más calma. Les cuesta asumir las «adaptaciones» y «libertades» que se ha tomado el sector helenista (y que han llevado a Esteban a sufrir el martirio), y por lo tanto romper definitivamente con las tradiciones judías que los helenistas creían que encorsetaban el Evangelio y excluían a muchos para que lo aceptaran. A Pedro y al resto de los apóstoles les costará bastante asumir estos cambios, pero terminarán por aceptarlo, porque no se puede ir en contra del Espíritu Santo, como justificará más adelante este mismo Saulo que ahora persigue a este sector «heterodoxo», y que tiene como centro geográfico de referencia las ciudades de Damasco y Antioquía.

    Precisamente las dificultades en que se verá la primera Iglesia serán el origen de la expansión misionera y de la universalidad del Evangelio. Todo ello nos invita a mirar con esperanza las dificultades que, en cada tiempo y también hoy, afectan a la Iglesia. Pueden y deben ser ocasiones de purificación, de profundización en la teología, de ser creativos y decididos en la pastoral. Hoy, como entonces, hace falta escuchar las voces de los que piden cambios a fondo, de los que están más metidos en la realidad pastoral, en las periferias… 

Seguramente, hoy como entonces, los que viven en «Jerusalem» vayan más despacio y les cueste decidir.

   Pero el duelo causado por las dificultades y persecuciones, al final, eso esperamos, llenarán «la ciudad» de alegría. El grano de trigo que es la Iglesia tendrá que morir muchas veces para que sea posible que aparezca el trigo y el pan que los hombres necesitan como alimento. Estamos, pues, ante una llamada a la esperanza, al discernimiento y a la purificación.

          En el Evangelio encontramos una queja de Jesús, que nos hace recordar el final del mismo, cuando Tomás necesita ver para creer. Aquí hay quienes han visto (y oído) y no creen, es decir, no acogen a Jesús como revelación del Padre. «Verle» y «creer», empezar a vivir como él, convertirse en discípulo significa tener vida eterna. Ya, ahora; y ser resucitado después, en «el último día», que para el Evangelio de Juan es el día de la Pascua, y el día final de nuestra historia. 

         Jesús no quiere «echar fuera» a nadie. Está aludiendo a la expulsión de Adán del paraíso, cuando  dejó de estar a su alcance el «Árbol de la Vida» y Adán y Eva fueron echados fuera. La cruz será el nuevo Árbol de la Vida del que hay que comer/alimentarse para que «no se pierda nadie», ésta es la voluntad del Padre, una salvación universal. 

        Dicen los especialistas que la expresión «Yo soy el pan de vida» se refiere simultáneamente a la revelación de Jesús (el «Yo Soy» de la zarza ardiente: se conoce quién es Dios «mirando» a Jesucristo) y a la consiguiente respuesta de fe («creer en él»), y también al cuerpo eucarístico de Jesús que hay que comer. 

       Ojala que Jesús no tenga que quejarse de nosotros porque vemos y no creemos. La voluntad del Padre es que nadie se pierda, sí, pero no nos puede salvar si nos empeñamos en ser «ciegos» culpablemente, porque no queremos alimentarnos de él, creer en él, hacer nuestro su estilo de vida.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf