Vísperas – Jueves III de Pascua

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.

Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.

En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.

Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.

Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.

Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.

SALMODIA

Ant 1. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.

Salmo 131 I – PROMESAS A LA CASA DE DAVID.

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.

Ant 2. Jesucristo es el único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.

Salmo 131 II.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesucristo es el único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.

Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.

LECTURA BREVE   1Pe 3, 18. 21b-22

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

RESPONSORIO BREVE

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.

V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Aleluya.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los muertos como primicia de los que se han dormido, y supliquémosle, diciendo:

Tú que has resucitado de entre los muertos, escucha, Señor, nuestra oración.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta los confines del mundo:
que tus bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.

Tú, Señor, que eres el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas,
visítanos con tu amor y sálvanos.

Tú que experimentaste los dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria,
levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos.

Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo,
libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte y mereciste para todos el don de la inmortalidad,
concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado con más plenitud la grandeza de tu amor, concédenos, ya que nos has librado de las tinieblas del error, que nos adhiramos más firmemente a tus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 19 de abril

Lectio: Jueves, 19 Abril, 2018

1) ORACIÓN INICIAL

Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado más claramente tu amor y nos has permitido conocerlo con más profundidad; concede a quienes has liberado de las tinieblas del error adherirse con firmeza a las enseñanzas de tu verdad. Por nuestro Señor.

2) LECTURA

Del Evangelio según Juan 6,44-51

Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»

3) REFLEXIÓN

• Hasta aquí el diálogo entre Jesús y la gente. De aquí en adelante, los líderes judíos empiezan a entrar en la conversación, y la discusión se hace más tensa.

• Juan 6,44-46: Quien se abre para Dios, acepta a Jesús y su propuesta. La conversación se vuelve más exigente. Ahora son los judíos, los líderes del pueblo que murmuran: «Este Jesús ¿no es el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que bajó del cielo?» (Jn 6,42) Ellos pensaban conocer las cosas de Dios. En realidad, no las conocían. Si fuesen realmente abiertos y fieles a Dios, sentirían dentro de sí el impulso de Dios que los atrae para Jesús y reconocerían que Jesús viene de Dios, ‘Pues está escrito en los Profetas: ¡Todos serán instruidos por Dios’. Todo aquel que escucha al Padre y recibe su instrucción viene a mí.

• Juan 6,47-50: Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. En la celebración de la pascua, los judíos recordaban el pan del desierto. Jesús nos ayuda a dar un paso más. Quien celebra la pascua recordando solamente el pan que los padres comieron en el pasado, acabarán muriendo como todos ellos. El verdadero sentido de la Pascua no es recordar el maná caído del cielo, sino aceptar a Jesús como el nuevo Pan de Vida y seguir el camino que él nos enseñó. Ahora ya no se trata de comer la carne del cordero pascual, sino de comer la carne de Jesús, para que no perezca aquel que la come, sino que tenga ¡la vida eterna!

• Juan 6,51: Quien come de este pan vivirá eternamente. Y Jesús termina diciendo: «Yo soy el pan de vida bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo.» En vez del maná y en vez del cordero pascual, somos convidados a comer el nuevo maná y el nuevo cordero pascual que es Jesús mismo que se entregó en la Cruz por la vida de todos.

• El nuevo Éxodo. La multiplicación de los panes aconteció cerca de Pascua (Jn 6,4). La fiesta de pascua era la memoria peligrosa del Éxodo, la liberación del pueblo de las garras del faraón. Todo el episodio narrado en este capítulo 6 del evangelio de Juan tiene un paralelo en los episodios relacionados con la fiesta de pascua, tanto con la liberación de Egipto como con la caminada del pueblo en el desierto en busca de la tierra prometida. El Discurso del Pan de Vida, hecho en la sinagoga de Cafarnaún, está relacionado con el capítulo 16 del libro del Éxodo que habla del Maná. Merece la pena leer todo este capítulo 16 del Éxodo. Percibiendo las dificultades del pueblo en el desierto, podemos comprender mejor las enseñanzas de Jesús aquí en el capítulo 6 del evangelio de Juan. Por ejemplo, cuando Jesús habla de “un alimento que perece” (Jn 6,27) el está recordando el maná que se llenaba de gusanos y se pudría (Ex 16,20). Asimismo, cuando los judíos “murmuraban” (Jn 6,41), hacen lo mismo que los israelitas hacían en el desierto, cuando dudaban de la presencia de Dios en medio de ellos durante la travesía (Es 16,2; 17,3; Núm 11,1). La falta de alimentos hacía que la gente dudara de Dios y empezara a murmurar contra Moisés y contra Dios. Aquí también los judíos dudan de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret y empiezan a murmurar (Jn 6,41-42).

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• La eucaristía ¿me ayuda a vivir en estado permanente de Éxodo? ¿Lo estoy consiguiendo?

• Quien está abierto a la verdad encuentra en Jesús la respuesta. Hoy, mucha gente se aleja y no encuentra una respuesta. ¿Es culpa de quién? ¿De las personas que no quieren escuchar? ¿O de los cristianos que no sabemos presentar el evangelio como un mensaje de vida?

5) ORACIÓN FINAL

Venid, escuchad y os contaré,
vosotros, los que estáis por Dios,
todo lo que ha hecho por mí.
Mi boca lo invocó,
mi lengua lo ensalzó. (Sal 66,16-17)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

19. “Este Catecismo está concebido como una exposición orgánica de toda la fe católica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el interior del texto y el índice analítico al final del volumen permiten ver cada tema en su vinculación con el conjunto de la fe.”

El Catecismo está pensado como una exposición orgánica, es decir, lo ideal es que uno lo lea como una unidad, lo que no quiere decir que no podamos acercarnos a él para consultar algo concreto, pero el desarrollo de todos los aspectos conlleva uno al otro, y uno se va construyendo sobre el anterior. Por ejemplo, si alguien va a consultar lo referente al tema de la resurrección de los muertos, pues lo entendería mejor si lo leyese en todo el contexto.

Salmo misionero

No tengáis miedo.
Si sois hombres tentados por el miedo,
si lo nuevo os aterra,

si os habéis acostumbrados a la rutina,
si no sabéis por donde vais,

si os espanto todavía la cruz…

¡No tengáis miedo!
¡Está vivo y camina, como Señor, delante de vosotros!
Si vuestros ojos se llenan de sueños,

si no veis nada detrás de los cosas,
si la realidad sólo es lo que veis,
si buscáis y sólo encontráis la frialdad de¡ silencio,
si clamáis y Dios no os responde al instante…

Si el cansancio os abruma,
si la palabra no os dice nada,
si las palabras os faltan,
si no encontráis las razones
para vivir tantos veces buscados,
si habéis perdido la ilusión,

si ya todo es noche sin chispo de luz…

¡No tengáis miedo! ¡Él está vivo!

Ecclesia in Medio Oriente – Benedicto XVI

28. El mundo entero fija su atención en Oriente Medio, que busca su camino. Que esta región muestre cómo el vivir juntos no es una utopía, y que la desconfianza y el prejuicio no son algo ineluctable. Las religiones pueden unir sus esfuerzos para servir al bien común y contribuir al desarrollo de cada persona y a la construcción de la sociedad. Los cristianos mediorientales viven desde hace siglos el diálogo islámico-cristiano. Para ellos, éste es un diálogo que forma parte de la vida cotidiana. Ellos conocen su riqueza y sus limitaciones. Más recientemente, viven también el diálogo judeo-cristiano. Existe igualmente desde hace mucho tiempo un diálogo bilateral o trilateral de intelectuales o teólogos, judíos, cristianos y musulmanes. Es un laboratorio de encuentros y también de estudios diversos que se ha de promover. A ello contribuyen eficazmente también todos los diferentes institutos y centros católicos –de filosofía, teología u otras materias– que nacieron tiempo atrás en Oriente Medio, y que trabajan allí en condiciones a veces difíciles. Los saludo cordialmente y les animo a continuar su obra de paz, sabiendo que es preciso sostener todo aquello que combate la ignorancia fomentando el conocimiento. La conjunción feliz entre el diálogo de la vida cotidiana con el de los intelectuales o teólogos, contribuirá ciertamente, poco a poco, y con la ayuda de Dios, a mejorar la convivencia judeo-cristiana, judeo-islámica y cristiano-musulmana. Este es mi deseo y la intención por la que rezo.

Nuestra respuesta al buen pastor

1.- Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas… las conozco y las mías me conocen… tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que atraer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Para todos nosotros, los cristianos, es evidente que Cristo es nuestro buen pastor. Eso no lo dudamos nadie y no es necesario insistir en ello. La pregunta que debemos hacernos cada uno de nosotros hoy, yo creo que debe ser: ¿yo vivo y me comporto realmente como oveja del rebaño de Cristo? Es decir: ¿realmente vivo para los demás?; ¿estaría dispuesto a dar mi vida por ellos?; ¿trato de conocer al prójimo con el que convivo?; ¿me preocupo, en la medida en la que me es posible, de otras personas con las que no convivo, pero sé que necesitan mi ayuda? Espontáneamente, todos vivimos para nosotros mismos, antes que para los demás. Probablemente, esto es algo irremediable, porque nos impulsa a ello nuestro egoísmo original y nuestras tendencias irremediables a cuidarnos a nosotros mismos. Pero, junto a este egoísmo original y a nuestra tendencia natural a cuidarnos a nosotros mismos, debe estar siempre ahí nuestra voluntad cristiana de hacer todo lo posible por los demás. No sólo por los familiares, amigos y personas más conocidas, sino por toda persona que necesite de nuestra ayuda, sea una ayuda presencial, o, simplemente, una ayuda a distancia, a través de la oración, la limosna, o cualquier otra clase de acción social posible. Lo que nunca puede hacer un cristiano, un discípulo del buen Pastor, es vivir egoístamente, sólo pensando en sí mismo, sin atender activa y eficazmente a todas las personas a las que él pueda ayudar, de la manera que sea. Esta debe ser nuestra respuesta al buen Pastor: tratar de imitarle en la medida en que podamos. No será nunca suficiente admirar las virtudes de Cristo como buen Pastor, si nosotros no vivimos realmente preocupados por seguirle e imitarle, dentro de nuestras posibilidades. En este domingo del buen Pastor todos nosotros, los cristianos, debemos hacer el propósito firme de hacer de nuestra vida una vida generosa y comprometida, religiosa y socialmente, con el mundo y sociedad en la que vivimos. Si no lo hacemos así, no estaremos celebrando cristianamente el domingo del buen Pastor.

2.- La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Este discurso que el autor de Hechos pone en boca de Pedro, después de que este hubiera curado a un inválido en la Puerta Hermosa del templo de Jerusalén, va dirigido a los jefes del pueblo y ancianos de Israel. Pedro habla lleno del Espíritu Santo y les dice que al que ellos crucificaron, a Jesús, es aquel a quien Dios resucitó de entre los muertos, el único que puede salvarnos a todos, por lo que se ha convertido en la piedra angular que desecharon los arquitectos. La pregunta que debemos hacernos nosotros ahora, ante estas palabras de Pedro, y del salmo 117, es si realmente Jesús es para nosotros la piedra angular del edificio de nuestra fe. Jesús como palabra de Dios, como nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida espiritual. Esto es fácil decirlo, pero es difícil vivir de acuerdo con esta verdad, porque diariamente son otras muchas las cosas, noticias y acontecimientos, que ocupan nuestra atención y, en gran parte, dirigen y gobiernan nuestra vida. Sin dejar de ser hombres y mujeres de nuestro tiempo debemos vivir como cristianos, ocupados y preocupados por ser fieles en todos nuestros pensamientos, palabras y obras, al evangelio, es decir, a la vida y al mandamiento de Jesús.

3.- Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!… cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. Seremos semejantes a Jesús, nuestra piedra angular, y seremos semejantes a Dios, nuestro Padre. Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza por amor; por tanto, nosotros sólo por amor y en el amor, podremos llegar a ver algún día a Dios tal cual es. Esta es nuestra gran esperanza, nuestra esperanza teologal, una esperanza que es la que debe sostenernos en todos los momentos de nuestra vida. La vida humana muchas veces es frágil, dolorosa e ingrata, y es precisamente en estos momentos cuando más fuerte debe mostrarse y actuar nuestra esperanza cristiana. Sin esperanza cristiana no puede haber vida cristiana, una esperanza cuya alma viva debe ser el amor. El amor no puede pasar nunca, porque si falta el amor cristiano no puede haber esperanza cristiana, ni vida cristiana. Sólo en el amor y por el amor podemos ser ahora transitoriamente hijos de Dios, y sólo en el amor y por el amor llegaremos a ver un día a Dios tal cual es. Esta es nuestra esperanza cristiana.

Gabriel González del Estal

El buen pastor da la vida por las ovejas

«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, en viendo venir al lobo deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, igual que mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil. También a ellas tengo que apacentarlas. Ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama, porque yo doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que la doy yo por mí mismo. Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla. Tal es el mandato que he recibido de mi Padre».

Juan 10, 11-18

 

Comentario del Evangelio

Dice Jesús que el buen pastor da su vida por las ovejas. Para mi esto es muy parecido a lo que hacen nuestras madres y nuestros padres por nosotros. Dedican todo el tiempo que sea necesario para que nosotros podamos ser felices.

Dios nos quiere y nos cuida como nuestros padres. Y Jesús lo compara a un pastor que cuida de sus ovejas. Nosotros también debemos seguir los pasos de Jesús y cuidar a otras personas como un pastor cuida de sus ovejas.

Así que hoy vamos a quedarnos con estas dos cosas: con la imagen de que Dios nos cuida como nos cuidan nuestros padres y que nosotros debemos cuidarnos unos a otros como una gran familia.

Para hacer vida el Evangelio

• Escribe algunas de las cosas buenas que tus padres hacen por ti.

• ¿Por qué hablamos de Dios como si fuera nuestro padre? ¿Debemos los cristianos cuidar de los demás?

• Escribe un compromiso para cuidar a otras personas como Jesús, que es el buen pastor.

 

Oración

Hoy te presentamos, Señor,
a todos los hermanos más perdidos;
queremos poner en tu regazo

a los niños con familias deshechas,
a todos los enfermos que sufren,
a cualquier persona sola, sin amor,
al que esté triste y no tenga consuelo,
a las prostitutas que venden su cuerpo,
a los que incomprensiblemente

las compran.
Queremos que abraces también,
a cada anciano solitario, olvidado de los suyos,
a los que buscan entre drogas
la felicidad que no consiguen,
a los que beben para anestesiar sus días,
a los jóvenes que no tienen valores,

a los desenamorados que lloran su dolor,
a los creyentes que no te disfrutan,

a los matrimonios que se aburren juntos,
a los que viven una vida sosa…

Tú eres el buen pastor

Y cada uno de nosotros
somos tus ovejas.
Tú sabes las dificultades
de cada camino,
Tú coges por el hombro al más débil,
Tú facilitas las sendas al que no trepa,
Tú cuidas siempre de la que está peor.

Hoy te presentamos, Señor,
a todos los hermanos más perdidos;
queremos poner en tu regazo

a los niños con familias deshechas,
a todos los enfermos que sufren,

a cualquier persona sola, sin amor,
al que esté triste y no tenga consuelo,
a las prostitutas que venden su cuerpo,
a los que incomprensiblemente

las compran.

Queremos que abraces también,
a cada anciano solitario,
olvidado de los suyos,

a los que buscan entre drogas
la felicidad que no consiguen,
a los que beben para anestesiar sus días,
a los jóvenes que no tienen valores,
a los desenamorados que lloran

su dolor,
a los creyentes que no te disfrutan,
a los matrimonios que se aburren juntos,
a los que viven una vida sosa…

Da otra vuelta, Señor, por tu rebaño,
recoge a la oveja que aún está
por ahí perdida.

Que nadie se quede sin tu amor
y tu abrazo.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio del Domingo IV de Pascua

• En este pasaje a “pastor“ se le añade el calificativo de “bueno” (11.14). Esta expresión no nosdebe hacer pensar en lo que sugieren determinadas esculturas o pinturas –incluso cierta literatura piadosa–, de un Jesús blando y pasivo, que se resigna y hace que nos resignamos ante la “maldad” de los demás. No tiene nada que ver. Jesús es “el pastor bueno”, es decir, el de verdad, el auténtico. Se expresa, por tanto, la calidad de este pastor, igual que se decía que era “el bueno” el vino (Jn 2, 10), o que sedirá de las obras (Jn 10, 32), o que laparábola de los sinópticos lo dice de la tierra (Mt 13, 8). Más que elbuen pastor, Jesús es el pastor bueno.

• Cómo habían hecho los profetas(Jr 23, 3 ss; Ez 34, 10ss), esta calidad de Jesús como pastor bueno es puesta en contraste con el que no es bueno: “quien va por el jornal – el asalariado” (12), el mercenario.Con este contraste se da relieve a lo que se está diciendo sobre Jesús y su misión: viene “a dar la vida” (11) sin pedir nada a cambio,de forma totalmente gratuita. Es lo que celebramos en la Pascua.

• Que “da la vida” (11.15.17.18)quiere decir que se expone, que se arriesga por defender sus ove- jas (12-13). Es decir, Jesús se compromete con nosotros, se acerca a quienes están al margen, a los enfermos, a los pobres. come con los pecadores y los incorpora a su grupo. Se compromete.

• Jesús “da la vida” en la medida que Él es “la vida” (Jn 14,6; 1,4; 11,25). La fe en Él –que hemos renovado en la Pascua– nos conduce a participar de esa vida (Jn 20, 31; 3,15). La consecuencia: los creyentes en Él daremos la vida por los otros (Jn 15, 13; 1Jn 3, 16).

• “Conocer” (15.16) es una palabraque en la Biblia, y en Jn especial- mente, está estrechamente relacionada con “amar-estimar”. Así, Jesús está hablando del amor entre Él y nosotros (14), un amor queviene del amor entre el Padre y el Hijo (15).

• La unión entre todos los hijos de Dios dispersos (*Jn 11,52), toda lahumanidad, que incluye “otras ovejas” (16), no sólo los judíos, será una realidad gracias a Jesús y a su muerte generosa.

• “Dar la vida y recobrarla” (17-18):es la Pascua, la muerte y resurrección de Jesús.

Comentario al evangelio – 19 de abril

IMPREVISTA CONVERSIÓN. 

TODOS PUEDEN SER DISCÍPULOS


    Qué sugerente y emocionante me resulta este pasaje de los Hechos. Su autor sigue describiéndonos la expansión del Evangelio por zonas cada vez más alejadas (periferias, que diría hoy nuestro Papa) del judaísmo oficial, en manos de aquellos «heterodoxos» diáconos que tuvieron que salir huyendo del «centro», tras la muerte de Esteban. 

     El «ángel del Señor» quiere ir llevando a su Iglesia hacia el Sur, ese que también existe (JM Serrat), y Felipe, que ya se había movido por Samaría, va a ser el encargado de tal tarea. No parece una estrategia evangelizadora muy apropiada tomar el camino del desierto: ¿qué se puede encontrar por ahí? No cayó en la tentación de la eficacia o de los números, que a nosotros tanto nos puede. Ni le va a parecer una pérdida de tiempo entretenerse con un personaje tan particular, difícil y poco interesante a muchos ojos.

    El Diácono Felipe se «tropieza» con un etíope (un africano). Se trataba de un «prosélito», a veces también llamados «temerosos de Dios». Se refiere a los que se sentían atraídos por el judaísmo, pero que no estaban totalmente integrados o considerados como el resto. En el judaísmo había «niveles de pertenencia», por decirlo de algún modo, y personajes como éste, por más que fueran de alta alcurnia, eran de «segunda clase». En este caso, por dos razones: por ser extranjero y por ser eunuco (=impuro, excluido del acceso al Templo ).

    Sin embargo, -qué estupendo descubrir esto ya en la Iglesia primitiva-, Felipe no se hace problema de ello. En las comunidades cristianas helenistas no había diferencias (aunque esto será motivo de conflicto entre Pablo y algunos miembros de la comunidad de Jerusalem, que sí pretendían establecer esas diferencias, al estilo judío): ni de raza, ni de impureza, ni de condición social… El Evangelio era para todos. 

    Y Felipe no regatea esfuerzos. Se acerca, se monta en la carroza, se sienta con el eunuco y entra en conversación con él. El etíope va leyendo las Escrituras (no cualquiera disponía de ellas, y no cualquiera sabía leer). Pero no las entendía. Como les ocurre a tantos hermanos nuestros para quienes el Antiguo Testamento (o buena parte de él) es una especie de galimatías y no encuentran «guías». Y parecido podría decir del Nuevo Testamento.

    Pero se ve que nuestro diácono sí que tiene formación escriturística, pero no le suelta ningún discurso, ni discute. Como había hecho Jesús con los dos de Emaús, le deja que hable, que formule sus dudas, le escucha, mientras siguen juntos el viaje… 

    Y luego, partiendo de lo que ha escuchado, le va anunciando el Evangelio de Jesús. El punto de llegada será que decide bautizarse: «¿Qué dificultad hay en que me bautice?». Ninguna. Y así ocurre.

    Todo un ejemplo de catequesis, todo un ejemplo de «guía» espiritual, de acompañamiento en la fe, todo un modelo de evangelización, todo un modelo de hacer Iglesia.

     Felipe tiene ocasión de experimentar personalmente aquello que estaba escrito en los profetas, y que Jesús retoma en el Evangelio de hoy: Serán todos discípulos de Dios. Todo el que viene a él, todo el que escucha y aprende de él, todo el que come el Pan vivo bajado del cielo será discípulo. Esta es la definición de discípulo. Vale para Felipe, y vale para el ministro de la reina Candaces, que viajaba con la Escritura en la mano. 

     Cuesta entender que el paso del tiempo acabara reservando el nombre de «discípulo» y la responsabilidad de evangelizar a un grupo reducido del Pueblo cristiano. Ojalá que todo cristiano tuviera el empuje misionero, el conocimiento de la Biblia y la preparación teológica de Felipe. El Concilio Vaticano II quiso recuperar y potenciar la vocación apostólica de todo bautizado, de todo el que ha recibido el Espíritu de Pentecostés, así como darle el lugar que corresponde a la Palabra de Dios en la espiritualidad cristiana y en la Liturgia. Pero aún queda mucho por hacer. 

    Que Felipe nos guíe y acompañe. Que se multipliquen en la Iglesia los «guías»/acompañantes que tantos necesitan y buscan, y que todos los que tienen inquietud (los que el Padre atrae) encuentren su sitio entre nosotros, sea cual sea su condición, situación y origen.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf