Yo soy el buen pastor

Querido amigo: Hoy estamos ante un encuentro distinto en medio de la Pascua. Jesús se manifiesta como buen Pastor. Le vemos que sale del Templo de Jerusalén, había curado a un ciego de nacimiento, los fariseos le critican, echan fuera al ciego y Jesús contesta a sus amenazas; y les contesta explicando lo que es ser buen Pastor, no como lo hacían ellos. Y aprovechando esta ocasión, nos deja esta bellísima parábola del cuidado amoroso, donde dice las cualidades y los caracteres de un buen pastor. Escuchemos el texto de Juan 10,11-18:

Os lo aseguro: quien no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón y un salteador; pero quien entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero y las ovejas escuchan su voz. Llama a las ovejas propias por su nombre y las saca fuera. Cuando las ha sacado todas va delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no siguen a un extraño, sino que huyen de él porque no conocen la voz de los extraños. Jesús les propuso esta parábola, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Jesús les dijo de nuevo:“Os lo aseguro, Yo soy la Puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que Yo son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la Puerta: si alguno entra por mí se salvará y entrará y saldrá y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir. Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, el que no es pastor, de quien no son propias las ovejas ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí. Como mi Padre me conoce, también Yo conozco al Padre y doy mi vida por las ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco. A ésas es preciso que Yo también las guíe y oirán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso el Padre me ama, porque Yo doy mi vida para tomarla de nuevo; nadie me la quita, sino que Yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Éste esel mandato que he recibido de mi Padre”.

Al escuchar esta narración me recuerda aquellos pastores de los pueblos, donde los hemos visto con sus ovejas, donde les hemos visto llevar al rebaño, cuidarlo, atenderlo de los lobos; y me recuerda todo esto… Y me lleva a pensar que a Jesús lepasaría lo mismo: sabe —porque este oficio era muy usual entonces—, sabe de ovejas y de pastores, los ha visto mil veces en Nazaret. Quizás también ayudaría muchas veces a los pastores a reunir y sacar el rebaño, y algún día le encargarían de llevar el rebaño a buenos pastos; y se sorprende de que las ovejas no le sigan porque no le conocen. También vería cómo tendría que ayudarlas para que volvieran al redil y para que no se quedaran entre manos de ladrones, del lobo y demás. Todo esto nos lo recuerda con tanto cariño para decirnos en esta ocasión que Él es el buen Pastor, Él es la Puerta de seguridad, y que para entrar en su camino hay que ir por su puerta, que Él es el que abre y cierra esa puerta, y es el que nos lleva al amor de su Padre a través de Él, porque Él es la Puerta del redil.

Esta viva imagen del buen Pastor, que nos puede resultar familiar, nos ayuda mucho al encuentro de hoy, querido amigo. En plena Pascua, ¿qué me quieres decir, Jesús, con esto? Me dices: “Yo soy el buen Pastor tuyo. Yo soy el buen Pastor de lahumanidad. Sé que en medio del mundo, en medio de esta sociedad, en medio de todo, necesitáis un buen Pastor que os lleve a buenos pastos, que os haga cuidaros de los enemigos y que os conduzca a buenas guaridas donde estéis a gusto y podáis vivir”.Hoy, Jesús, yo también me meto ahí, te veo cómo lo dices, quizás un poco triste y un poco también disgustado por la actitud de estos fariseos que se consideran buenos pastores y tratan muy mal al rebaño. Y Él quiere darnos una imagen de cómo es, cómo hay que cuidar a las personas que tienes y que quieres, y cómo nosotros, a su vez, somos también pastores de los demás. ¿Qué caracteres quieres que tengamos? ¿Qué caracteres tienes Tú con nosotros, Jesús, como buen Pastor? “El buen Pastor —nos dices— da la vida por sus ovejas”. Hace pocos días te contemplábamos muriendo en lacruz y hoy nos dices que la prueba de amor es dar la vida por los demás, por las ovejas, para que ninguno perezca, para que todos tengamos vida eterna. Gracias, Jesús, por ser mi buen Pastor, que yo aprenda también a dar la vida por los demás y que agradezca el que Tú me cuides y que me entregues hasta tu vida.

Tú también me dices que el buen Pastor reconoce a sus ovejas. ¿Cómo no nos vas a reconocer? ¿Cómo no me vas a conocer a mí, conocer todos mis fallos, miscualidades, mis debilidades, mis pensamientos… cómo no? Pero lo importante es queyo te reconozca como Pastor, que sepa que Tú sabes todo lo mío porque me cuidas y porque quieres que no me equivoque y que siga tu camino, que es el bien, que es lafelicidad interior y exterior. ¡Cómo Tú… cuando te diriges… siempre llamas a laspersonas por su nombre: Pedro, María! Así eres Tú. Tú me llamas a mí por mi nombre en mi interior y me conoces y me dices: “Que sé por dónde andas, que sé lo que estáshaciendo, que te estoy vigilando para que no te salgas del redil, para que no te pierdas durante la noche. Que cuando Yo te silbo es para que vengas, y para que vengas a mí. No necesitas más. Yo te reconozco. Yo soy el que te cuido”. Gracias, Jesús, graciasporque conoces mi vida. Sólo Tú puedes saber cómo soy, y me quieres, y me llevas a tu redil y me amas. Gracias.

Pero también el Evangelio nos dice que Jesús dijo: “Y ellas reconocen mi voz”.Yo me pregunto en este encuentro, Jesús, si yo reconozco tu voz, si yo sé comprender y saber quién eres Tú. Recuerdo que una chica me decía que sus padres le habían enseñado muchas cosas: a leer, a escribir, a ser buena, a no cometer injusticia, a ser buena gente…, pero nunca le habían enseñado a conocer a Jesús y a hablar de Él comosu gran amigo. ¡Qué gracias tengo que dar yo de la educación que he recibido: me han enseñado a verte, a conocerte! Pero también te pido que yo ayude a los demás a reconocerte, que sepa hablar de ti, que sepa decir cómo eres, que sepa llevarte al redil a muchas personas que encuentro en mi camino fuera de ti.

Y también me dices que Tú, el buen Pastor, defiendes a tus ovejas: “Yo soy elbuen Pastor que da la vida por sus ovejas; no como el asalariado, que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, y en cuanto ve venir al lobo, las abandona y huye. Elasalariado se porta así”. Así eres Tú, Jesús. De cuántos lobos me defiendes, de cuántos lobos…, de tantas cosas que me invaden: la prisa, las cosas, el consumo, la cobardía, la pereza. Y cuántos lobos hay en la sociedad: el lobo del dinero, el lobo de los malos usos, el lobo del destrozo de las familias, el lobo de dejar todas las riquezas que tútienes… Pero yo te tengo que decir hoy que gracias, Jesús, porque me cuidas tanto, porque me das tantos medios para que yo no me pierda. Me das tantos recursos: los sacramentos, la Eucaristía, la oración, tu palabra, tus obras de misericordia, la familia,me redimes con tu sangre… Gracias, Jesús, no me dejes de tu mano porque me perderé. Gracias, Jesús, no me dejes.

¡Qué mensaje, qué parábola tan preciosa! Todo lo que Tú me dices, Jesús… Túsiempre estás al servicio de los tuyos, pero no como un asalariado, sino que das la vida por ellos. Y cómo luchas… y qué tristeza… y con qué afán dices: “tengo otras ovejas” y que “tengo que ir a buscarlas para que oigan mi voz”. Éste es el buen Pastor, el espíritude servicio y el espíritu de amor. Muchas, muchas veces yo te he abandonado, no te he oído, no he oído tu voz, pero Tú vas a por mí: cuando me ves agobiada, cuando me ves fuera de ti, cuando me ves libre, sin camino, cuando me ves en mi mundo, egoísta, cuando no sé servir, cuando te desconozco… ¡cómo vas a por mí! Gracias, Señor, gracias.

¡Qué suerte hemos tenido con el regalo de esta parábola, querido amigo! Hoy,en este encuentro vemos a Jesús, con qué mimo se dirige a mí y me dice: “Soy tu buenPastor, y Yo te cuido, y Yo doy la vida por ti, y reconozco cómo eres. Tú me conoces a mí cuando te das cuenta de que estoy a tu lado y te cuido de todos los lobos y voy apor ti cuando estás mal”.

Me quedo contigo así, Jesús, pensando y viéndote y agradeciéndote y queriéndote porque me cuidas y porque eres mi Pastor. Y te quiero decir tantascosas…: “Jesús, gracias por preocuparte de mí, gracias porque me guías, y me ponesmedios, personas, para ir a ti. Gracias porque respetas mi libertad pero quieres queesté contigo y me ayudas porque no me dejas nunca, nunca”. Y me dices: “Pero si Yosoy tu luz, ¿y no me ves? Si Yo soy tu camino, ¿y no me sigues? Si Yo soy tu vida, ¿y no me buscas? Si Yo soy tu maestro, ¿y no me escuchas? Si Yo soy tu Dios, ¿por qué no acudes a mí? Si Yo soy tu amigo, ¿por qué no me amas? Si Yo soy tu amor, ¿por qué nome acoges?”. Y te diré: “Aunque no sienta, aunque no vea, aunque no sepa qué hacer,Jesús, creo en ti, quiero seguirte, y quiero ser esa ovejita fiel que Tú cuidas con tanto amor. Esas estampas que hay tan preciosas cogiendo Tú en tu regazo a esa oveja descarriada… Ésa soy yo, Señor. Gracias. Creo en ti, te amo, gracias por ser mi Pastor ymi cuidador hasta que me muera. No me dejes, Señor, y llévame siempre al redil de tu corazón. Allí quiero descansar hasta morir. Gracias, buen Pastor. Gracias, Jesús, gracias”.

Francisca Sierra Gómez

 

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II Vísperas – Domingo IV de Pascua

II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: AL FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA

Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas,
y un aleluya inmenso como el cielo
para cantar la gloria del Mesías.

Será el estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte, sin pecado, sin envidia;
será el amor perfecto del encuentro,
será como quien llora de alegría.

Porque hoy remonta el vuelo el sepultado
y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.

Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido la Iglesia lo contempla,
lo adora más presente todavía.

Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra la historia que principia,
nuestros son los laureles de su frente,
aunque un día le dimos las espinas.

Que el tiempo y el espacio limitados
sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7 – EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

Ant 2. En las tinieblas brilla una luz para el justo. Aleluya.

Salmo 111- FELICIDAD DEL JUSTO

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En las tinieblas brilla una luz para el justo. Aleluya.

Ant 3. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO – Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

LECTURA BREVE   Hb 10, 12-14

Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado.

RESPONSORIO BREVE

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

V. Y se ha aparecido a Simón.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Mis ovejas atienden a mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mis ovejas atienden a mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

PRECES

Oremos a Dios Padre, que resucitó a su Hijo Jesucristo y lo exaltó a su derecha, y digámosle:

Haz que participemos, Señor, de la gloria de Cristo.

Padre justo, que por la victoria de la cruz elevaste a Cristo sobre la tierra,
atrae hacia él a todos los hombres.

Por tu Hijo glorificado, envía, Señor, sobre tu Iglesia al Espíritu Santo,
a fin de que tu pueblo sea en medio del mundo signo de la unidad de los hombres.

Conserva en la fe de su bautismo a la nueva prole renacida del agua y del Espíritu Santo,
para que alcance la vida eterna.

Por tu Hijo glorificado, ayuda, Señor, a los que sufren, da la libertad a los presos, la salud a los enfermos
y la abundancia de tus bienes a todos los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A nuestros hermanos difuntos, a quienes mientras vivían en este mundo diste el cuerpo y la sangre de tu Hijo glorioso,
concédeles la gloria de la resurrección en el último día.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales, para que así llegue también el humilde rebaño hasta donde penetró su victorioso Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Domingo IV de Pascua

La traducción corriente dice “Buen Pastor”. Y, no obstante, el texto original griego ha de traducirse, literalmente, por: “Yo soy el pastor bello”, como lo recordaba el Cardenal Martíni de Milán en su Carta Pastoral sobre la belleza que salvará al mundo. De hecho no hay una diferencia grande entre ambas expresiones toda vez que es en verdad bello lo que es bueno y verdadero. Es a fin de cuentas la diferencia que se da entre una verdadera rosa y una flor de plástico, entre una persona auténtica y alguien que trata de engañar desempeñando un papel. ¿No decimos cuando nos encontramos con una persona admirable por su generosidad su amor, su fidelidad: “¡Qué persona tan bella!” y cuando se nos cuenta un relato especialmente conmovedor, ¿no decimos “¡qué historia tan bella!? Pues, bien, en este sentido podemos decir que Jesús es un “pastor bello”. Él utiliza esta imagen para describir la naturaleza de sus relaciones con nosotros.

Lo que en primer lugar subraya es la diferencia entre un verdadero pastor, al que pertenecen las ovejas, y el mercenario, o guarda pagado. La diferencia entre ambos se manifiesta en primer lugar en los momentos de peligro, por ejemplo, cundo aparece un lobo. El verdadero pastor se halla dispuesto a poner en riesgo su vida; el mercenario piensa tan sólo en poner a salvo la suya.

La segunda característica que señala Jesús en la “pastor bello” es el conocimiento mutuo entre él y sus ovejas. Para un extraño que está contemplando un rebaño de ovejas, todas le son iguales; pero el verdadero pastor distingue a unas de otras y conoce a cada una de ellas por su nombre. Y Jesús va mucho más lejos de lo que pueda dejar entender esta imagen. Afirma que este conocimiento mutuo entre Él y sus discípulos es de la misma naturaleza que el conocimiento mutuo entre Él y su Padre. Conocimiento que no es teórico e intelectual; es del orden del amor y es tal que se está dispuesto a dar la vida por quien se ama. De esta manera estamos nosotros llamados a conocerle.

Finalmente, habla Jesús de ovejas que le pertenecen, pero que no son de este rebaño. Aun cuando no son del mismo redil, son “suyas” y también a ellas ha de guiar. Día vendrá, en un momento que nadie conoce ni puede prever, en que no habrá más que un solo rebaño y un solo pastor.

En la primera predicación apostólica, pocos días tras la Resurrección y Pentecostés, las imágenes se entrecruzan y se completan. Hablaba Jesús a los pastores de Galilea utilizando la imagen que más les llamaba su atención – la imagen del pastor – Pedro, dirigiéndose a los ciudadanos de Jerusalén, utiliza la imagen de una construcción. A los jefes del pueblo y a los ancianos, les afirma que Jesús es la piedra que ellos los constructores, han rechazado y que se ha convertido en piedra angular. Toda salvación, incluso la curación que le ha sido conferida por Pedro al paralítico que por otra parte no pedía más que una limosna, tiene en Él su origen.

El Apóstol Juan, escribiendo su Carta en el atardecer de su vida, se ve aún fascinado por este conocimiento mutuo, fruto del amor del Padre para con nosotros. Toda la belleza de nuestra condición de hijos de Dios – condición que es ya la nuestra – se revelará cuando aparezca Jesús en su gloria y podamos verle tal cual es, sin velo alguno.

Tan sólo esta intimidad con Jesús en un conocimiento mutuo puede otorgarnos la fuerza de ser sus testigos, hasta la misma muerte si fuera ello preciso. Hace menos de veinticuatro horas me encontraba yo aún en la República democrática del Congo., en la diócesis de Bukavu, cuyo pastor, Monseñor Emmanuel Kataliko, se ve actualmente desterrado y corre riesgo su vida por haber defendido con toda valentía a su pueblo. Es un ejemplo entre otros muchos. Presentemos en nuestra oración de un modo particular, en este día a cuantos, hombres y mujeres, que imitando al “bello pastor” del Evangelio se consagran hasta arriesgar su vida en el servicio y la defensa de cuantos les han sido confiados, sean padres o madres de familia, o incluso jefes políticos o religiosos. Y oremos asimismo para que todos – hombres o mujeres – que han cargado con semejantes responsabilidades resistan a la tentación de actuar como mercenarios para quienes no cuentan las ovejas.

A. Veilleux

Conocer al pastor

Jesús hoy se ha vestido de pastor, uno de los oficios más humildes y abnegados de la sociedad. Nos dice que conoce perfectamente a sus ovejas y que estas le conocen a él… El asalariado, en cuanto ve venir al lobo, las abandona y huye porque no le importan las ovejas. Él no, él da la vida por ellas… El papa Francisco nos invitaba, en una ocasión, a que oliéramos a oveja, uno de los animales más queridos por Jesús… Puestos a analizar, yo me pregunto: «¿Cuáles son los encantos de las ovejas?». Un listado de urgencia me permite esbozar lo que pienso de estos animales entrañables:

En primer lugar, destacarla su instinto comunitario. Las ovejas caminan siempre en manadas; para ellas el rebaño representa el colegio en el que fueron matriculadas nada más nacer, y su virtud más acusada es el compañerismo. Cuando alguna se desvía o se distrae, todas sus compañeras acusan su ausencia, y ella se colma de soledad. Y,e1 pastor, apenas detecta la pérdida, se pone en seguida en camino y se desvive y-angustia hasta que 4 encuentra. Y ella, al regresar a la comunidad ovina, es recibida con alegría y júbilo por el colectivo de sus compañeras.

Otra condición de las ovejas reside en su exquisita finura de oído para detectar el silbido del pastor.

Conocen como nadie su sonido nítido, la tesitura adecuada y la cadencia dulce, amorosa e inconfundible de sus finales. El silbido de su amo lo distinguen perfectamente de ese otro, acatarrado y basto, de cualquier asalariado a quien no le importan las ovejas… Cuando el amo las reclama, ellas retozan y bailan de alegría; y, en su lenguaje ovejuno, se dicen unas a otras: «¡Vamos, que nos llama el que nos quiere!».

Y la tercera joya que adorna a las ovejas es el seguimiento, alegre y decidido, al pastor, que cuida de ellas día y noche. Seguir al pastor significa, ante todo, fiarse de él, aprender de sus consejos y de su conducta, caminar por los senderos que él marca, sintonizar con sus sentimientos, dolores y deseos; en una palabra, configurarse plenamente con su modo de pensar, sentir y actuar.

Nos tranquiliza enormente la seguridad de que el pastor se preocupa por los derroteros de la oveja que se pierde y se despista: es preciso recuperarla, buscarla día y noche, sin tregua ni descanso, hasta encontrarla. Y luego, se alegra con júbilo por haberla encontrado… Jesús, el buen Pastor, se encargará sin duda de hacernos posible lo imposible, fácil lo difícil, llevadero lo que nos parece arduo. Pero ello requiere que seamos ovejas dóciles, ejemplares y activas; y no hay otro camino que seguir los pasos y las huellas de Jesús.

De ahí la necesidad de conocerle a fondo, para a fondo imitarle.
 

Monseñor Francisco Ohisma, en un libro de cuentos, nos relata que un afamado actor estaba recitando, ante un público selecto, textos de Shakespeare. Un sacerdote, con tono tímido, preguntó al actor si conocía el Salmo 22: «El Señor es mi Pastor, nada me falta». «Si, lo conozco y estoy dispuesto a recitarlo con una condición: que después, también lo recite usted». El sacerdote aceptó la propuesta. El actor realizó una bellísima interpretación, con una dicción perfecta. El público aplaudió a rabiar. Lo recitó después el sacerdote y, al terminar, no hubo aplausos, sino silencio y lágrimas emocionadas. El actor reflexionó y se dirigió al público: «Señoras y señores, entiendo perfectamente lo que ha sucedido esta noche. Yo conocía el salmo, pero este hombre conoce al Pastor».

Y yo lanzo la pregunta: ¿Nos atreveríamos a recitar en público el Salmo 22?

Pedro Mari Zalbide

Domingo IV de Pascua

En un pueblo de cultura agraria, como lo fue Israel, los rebaños y sus pastores tuvieron siempre una notable importancia práctica y una significación simbólica. El título de «pastor» se aplica con frecuencia a Dios, como el Pastor fiel que cuida del pueblo. Por el contrario, los reyes y gobernantes son denunciados por los profetas como pastores infieles, egoístas y perversos. Impresiona leer el capítulo 34 de Ezequiel o las diatribas de Jeremías (2, 8; 3, 15; 10, 21, etc.).

Jesús se define a sí mismo como el «pastor bueno». El contraste no es el «pastor malo», sino el «mercenario». La diferencia está en que el «bueno» se define por la ausencia absoluta de interés, hasta el extremo de que, si es preciso, se deja quitar la vida, con tal que las ovejas no se vean amenazadas, en peligro, divididas o dispersas. Lo más opuesto a Jesús es un «mercenario», al que Jesús califica como un «asalariado». Cuando en el pastoreo, como figura simbólica, entran los intereses del dinero, el sueldo, el cargo, el ascenso, el buen nombre, la buena imagen que se tiene ante la gente, ya tenemos un «mercenario», que puede estar en formación, en ascenso o en altos cargos de mucha responsabilidad. Ese, aunque ni se dé cuenta de lo que hace, lo que en realidad hace es «estragos». Porque lo que le importa no son las ovejas, sino otras cosas.

En tiempo de Jesús, los pastores tenían mala fama. El oficio de pastor estaba en las listas de «oficios despreciados». Porque tenían fama de tramposos y ladrones. El contraste es Jesús, que considera a las ovejas como algo tan suyo, que por ellas se deja la vida. Es más, también siente como suyas las «otras ovejas» que llenan el ancho mundo.

José María Castillo

Ecclesia in Medio Oriente – Benedicto XVI

Los emigrantes

31. La realidad de Oriente Medio es rica por su diversidad, pero con demasiada frecuencia constrictiva e incluso violenta. Es una realidad que afecta al conjunto de los habitantes de la región y en todos los aspectos de su vida. Situados en una posición muchas veces delicada, los cristianos sienten de manera especial, y a veces con cansancio y escasa esperanza, las consecuencias negativas de estos conflictos e incertidumbres. A menudo se sienten humillados. Saben también por experiencia que son víctimas designadas cuando hay agitaciones. Después de haber participado activamente durante siglos en la construcción de sus respectivas naciones, y contribuido a la formación de su identidad y su prosperidad, numerosos cristianos buscan ambientes más favorables, lugares de paz donde ellos y sus familias puedan vivir con dignidad y seguridad, y espacios de libertad donde puedan expresar su fe sin estar sujetos a tantas restricciones[24]. Esta opción es desgarradora. Afecta gravemente a personas, familias e Iglesias. Mutila a las naciones y contribuye al empobrecimiento humano, cultural y religioso de Oriente Medio. Un Oriente Medio con pocos o sin cristianos ya no es Oriente Medio, pues los cristianos participan con otros creyentes en la identidad tan singular de la región. Los unos son responsables de los otros ante Dios. Por ello es importante que los líderes políticos y religiosos comprendan esta realidad y eviten una política o una estrategia que privilegie una sola comunidad y que tienda hacia un Oriente Medio monocolor, que de ninguna manera reflejaría su rica realidad humana e histórica.

Lectio Divina – 22 de abril

Lectio: Domingo, 22 Abril, 2018

Jesús es el Buen Pastor
“¡Para que todos tengan vida y vida en abundancia!”
Juan 10,11-18

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Clave de lectura:

El evangelio de este Cuarto Domingo de Pascua nos trae la parábola del Buen Pastor. Por esto, a veces, es llamado, Domingo del Buen Pastor. En algunas parroquias se celebra la fiesta del párroco, pastor del rebaño. En el evangelio de hoy, Jesús se presenta como el Buen Pastor que ha venido “para que todos tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). En aquel tiempo, el pastor era la imagen del “leader”. Jesús dice que muchos se presentaban como pastores, pero eran en realidad “ladrones y salteadores”. Hoy sucede la misma cosa. Hay personas que se presentan como leaders, pero en realidad, en vez de servir, buscan sus propios intereses. Algunos de ellos tienen un modo de hablar tan suave y hacen una propaganda tan inteligente que consiguen engañar a la gente.

¿Has tenido la experiencia de haber sido engañado alguna vez? ¿Cuáles son los criterios para evaluar a un leader tanto a nivel de comunidad como de nación? ¿Quién es, cómo debe ser un buen pastor? Con estas preguntas en la mente, tratemos de meditar el texto del evangelio de hoy. En el curso de la lectura tratemos también de estar atentos a las imágenes que Jesús usa para presentarse a la gente como un verdadero y buen pastor.

b) Una división del texto para ayudar en la lectura:

Jn 10,11: Jesús se presenta como el Buen Pastor que da su vida por las ovejas.
Jn 10,12,13: Jesús delinea la conducta del mercenario

Jn 10,14-15: Jesús se presenta como el Buen Pastor que conoce a sus ovejas
Jn 10,16: Jesús indica la meta a conseguir: un solo rebaño y un solo pastor

Jn 10,17-18: Jesús y el Padre

c) Texto:

Juan 10,11-1811 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Qué es lo que más ha llamado tu atención en el texto del Buen Pastor? ¿Por qué?
b) ¿Cuáles son las imágenes que Jesús se aplica a sí mismo, cómo las aplica y qué significan?
c) ¿Cuántas veces en este texto, Jesús usa la palabra vida y qué afirma sobre la vida?
d) ¿Que dice el texto sobre las ovejas que somos nosotros?¿Cuáles son las cualidades y las obligaciones de las ovejas?
e) Pastor-Pastoral. ¿Se puede decir que nuestra pastoralcontinúa la misión de Jesús-Pastor?

5. Para aquéllos que desean profundizar más en el texto.

a) Contexto:

i) El discurso de Jesús sobre el Buen Pastor (Jn 10,1-18) es como un ladrillo puesto en una pared ya preparada. Con este ladrillo la pared es más bella y fuerte. Inmediatamente antes, en Jn 9,40-41, el evangelio hablaba de la curación de un ciego de nacimiento (Jn 9,1-38)) y de la discusión de Jesús con los fariseos sobre la ceguera (Jn 9, 39-41) Inmediatamente después, en Jn 10, 19-21, Juan coloca la conclusión de la discusión de Jesús con los fariseos sobre la ceguera. Los fariseos se presentaban al pueblo en calidad de leaders y pensaban que estaban en grado de poder discernir y enseñar las cosas de Dios. En realidad, ellos eran ciegos (Jn 9,40-41) y despreciaban la opinión de la gente representada por el ciego del nacimiento que había sido curado por Jesús (Jn 9,34). El discurso del Buen Pastor ha sido introducido aquí con el fin de ofrecer algunos criterios para saber discernir quién es el leader , el pastor que merece crédito. La parábola realiza una palabra que Jesús apenas había dicho a los fariseos: “Jesús dijo entonces: «Yo he venido a este mundo para juzgar, para que aquéllos que no ven vean y aquéllos que ven se vuelvan ciegos” (Jn 9,39)

ii) El discurso de Jesús sobre el “Buen Pastor” presenta tres comparaciones, ligadas entre sí por la imagen de las ovejas, que ofrecen criterios para discernir quién es el verdadero pastor:
1ª comparación (Jn 10,1-5) : “Entrar por la puerta”. Jesús distingue entre el pastor de las ovejas y aquel que asalta para robar. Aquello que revela quién es el pastor es el hecho de que él entra por la puerta. El salteador por otra parte.
2ª comparación (Jn 10,6-10): “Yo soy la puerta”. Entrar por la puerta significa obrar como Jesús, cuya preocupación mayor es la vida en abundancia de las ovejas. Aquello que revela al pastor es la defensa de la vida de las ovejas
3ª comparación (Jn 10,11-18) : “Yo soy el buen pastor”. Jesús no es sencillamente un pastor. Él es el Buen Pastor. Aquello que revela quién es el Buen Pastor es (1) el conocimiento recíproco entre la oveja y el pastor y (2) dar la vida por las ovejas.

iii) ¿En qué modo la parábola del Buen Pastor puede quitar la ceguera y abrir los ojos de las personas? En aquel tiempo, la imagen del pastor era el símbolo del leader. Pero no por el simple hecho de que alguien se ocupe de las ovejas puede éste ser definido como pastor. También los mercenarios cuentan. Los fariseos eran personas leaders. ¿Pero eran también pastores? Como veremos, según la parábola, para discernir quien es pastor y quién es mercenario, es necesario atender a dos cosas: (a) A la conducta de las ovejas frente al pastor que las conduce, para ver si reconocen su voz. (b) A la conducta del Pastor ante las ovejas para ver si su interés es la vida de las ovejas y si es capaz de dar la vida por ellos (Jn 10,11-18).

iv) El texto del evangelio de este cuarto domingo de de Pascua (Jn 10,11-18) es la última parte del discurso del Buen Pastor (Jn 10, 1-18). Por esto queremos comentar todo el texto. Observemos de cerca las diversas imágenes de las que Jesús se sirve para presentarse a nosotros como el verdadero y buen pastor.

b) Comentario del texto:

i) Jn 10,1-5: 1ª Imagen: El pastor “entra por la puerta”
Jesús comienza el discurso con una comparación sobre la puerta: “Quien no entra por la puerta, sino que sube por otra parte es un ladrón y salteador. Quien por el contrario entra por la puerta es el pastor de las ovejas”. Para entender esta comparación, es bueno recordar lo que sigue. En aquel tiempo, los pastores cuidaban al rebaño durante el día. Llegada la noche, ellos llevaban a las ovejas a un gran recinto comunitario, bien protegido de ladrones y lobos. Todos los pastores de una misma región llevaban allí a sus rebaños. Un guardián se ocupaba de ellas durante la noche. Al día siguiente, muy de mañana, llegaba el pastor, batía las manos sobre la puerta y el guardián abría. Las ovejas reconocían la voz de su pastor, se levantaban y salían detrás de él a pastar. Las ovejas de los otros pastores oían la voz pero no se movían, porque para ellas era una voz desconocida. La oveja reconoce la voz de su pastor. De vez en cuando aparecía el peligro de un asalto. Para robar las ovejas, los ladrones no se presentaban al guardián de la puerta, sino que entraban por otro lado o destruían el recinto, hecho de piedra una sobre otra.

ii) Jn 10,6-10: 2ª Imagen: explica qué significa “entrar por la puerta”. Jesús es la puerta.
Aquellos que escuchaban a Jesús, los fariseos (cf Jn 9,40-41), no entendieron la comparación. Entonces Jesús explicó: “Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes que yo, son ladrones y salteadores”. ¿De quién o quiénes está hablando Jesús con esta frase tan dura? Probablemente se está refiriendo a leaders religiosos que arrastraban a la gente detrás de ellos, pero que no respondían a la esperanza de la gente. Engañaban a la gente, dejándolas peor que antes. No les interesaba el bien de la gente, sino el propio interés y el propio bolsillo. Jesús explica que el criterio fundamental para discernir quién es el pastor y quién es el asaltante es la preocupación por la vida de las ovejas. Pide a la gente que no sigan a aquél que se presenta en calidad de pastor, pero no desea la vida de la gente. Es aquí donde Jesús pronunció aquella frase que se canta aun en nuestros días: “He venido para que tengan vid y vida en abundancia”. Este es el primer criterio.

iii) Jn 10,11-16: 3ª imagen: explica que significa “he venido para que tengan vida en abundancia” (Aquí empieza el texto de esta semana cuarta de Pascua)

* Jn 10,11: Jesús se presenta como el Buen Pastor que da su vida por las ovejas
Jesús cambia la comparación. Antes, Él era la puerta de las ovejas. Ahora dice que es el pastor de las ovejas. Y no un pastor cualquiera, sino: “¡Yo soy el buen pastor!”. La imagen del buen pastor viene del Viejo Testamento. Todo sabían qué era un pastor y cómo vivía y trabajaba. Diciendo que es un Buen Pastor, Jesús se presenta como aquél que viene a cumplir las promesas de los profetas y las esperanzas de la gente. Insiste sobre dos puntos: (a) la defensa de la vida de las ovejas; el buen pastor da su vida (Jn 10,11.15.17.18); (b) en la recíproca comprensión entre las ovejas y el pastor; el pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen al pastor. (Jn 10,4.14.16)

* Jn 10,12-13: Jesús delinea la conducta del mercenario que no es pastor
“El mercenario que no es pastor”. Mirando desde fuera, no se percibe la diferencia entre el mercenario y el pastor. Los dos se ocupan de las ovejas. Hoy hay muchas personas que se ocupan de otras en los hospitales, en las comunidades, en los asilos para ancianos, en los colegios, en los servicios públicos, en las parroquias. Algunos lo hacen por amor, otros, apenas por un salario, para poder sobrevivir. A estas personas los otros no les interesan. Tienen conducta de funcionarios, de asalariados, de mercenarios. En el momento del peligro ellos no se interesan, “ porque las ovejas no son de ellos”, los niños no son de ellos, los alumnos no son de ellos, los vecinos no son de ellos, los fieles no son de ellos….

Ahora, en vez de juzgar la conducta de los otros pongámonos delante de nuestra conciencia y pidámonos: ¿En mi relación con los otros… soy mercenario o pastor? Piensa que Jesús no te condena porque el trabajador tiene derecho a su paga (Lc 10,7), sino que te pide que des un paso adelante y te conviertas en pastor.

* Jn 10,14-15: Jesús se presenta como el Buen Pastor que conoce a sus ovejas
Dos cosas caracterizan al buen pastor: a) conoce a las ovejas y es conocido por ellas. En la lengua de Jesús, “conocer” no es cuestión de conocer el nombre o el rostro de la persona, sino de relacionarse con la persona por amistad y por afecto. b) dar la vida por las ovejas. Esto significa estar dispuesto a sacrificarse por amor. Las ovejas sienten y perciben cuándo una persona las defiende y las protege. Esto vale para todos nosotros: para los párrocos y para aquéllos que tienen cualquier responsabilidad hacia otras personas. Para un párroco, saber si es buen pastorno basta con haber sido nombrado y obedecer a las normas del derecho canónico. Es necesario ser reconocido como buen pastor por las ovejas. A veces esto se olvida en la política actual de la Iglesia. Jesús dice que no sólo el pastor reconoce a las ovejas, sino que también las ovejas reconocen al pastor. Ellos tienen criterios para esto. Porque si ellos no lo reconocen, aunque sea nombrado según el derecho canónico, él no es pastor según el corazón de Cristo. No son sólo las ovejas las que deben obedecer a quien las conduce. También aquél que conduce debe estar muy atento a la reacción de las ovejas para saber si obra como pastor o como mercenario.

* Jn 10,16: Jesús define la meta a conseguir: un solo rebaño y un solo pastor.
Jesús mira al horizonte y dice que hay otras ovejas que no son de este rebaño. Todavía no han escuchado la voz de Jesús, pero cuando la oigan, se darán cuenta que Él es el pastor y lo seguirán. ¿Quién hará esto o cuándo sucederá? ¡Somos nosotros, imitando en todo el comportamiento de Jesús, el Buen Pastor!

* Jn 10,17-18: Jesús es el Padre
En estos dos versículos finales Jesús se abre y nos deja entender algo que está en lo más profundo de su corazón: su relación con el Padre. Aquí se percibe la verdad de cuanto dice en otro momento: “No os llamo siervos , sino que os llamo amigos porque todo aquello que he oído del Padre os lo he hecho conocer” (Jn 15,15) Jesús es para nosotros un libro abierto.

c) Ampliando conocimientos

La imagen del Pastor en el VT, la cuál se realiza en Jesús.

i) En Palestina, la supervivencia de la gente dependía en mucho de la cuida de ganados: cabras y ovejas. La imagen del pastor que guía a sus ovejas a las praderas era muy conocida por todos, como hoy conocemos la imagen del chofer de autobús. Era normal usar la imagen del pastor para indicar la función de quien gobernaba y conducía al pueblo. Los profetas criticaban a los reyes porque eran pastores que no se ocupaban de su grey y no la conducían a pastar (Jr 2,8; 10,21; 23, 1-2). Esta crítica sobre los malos pastores aumentó y llegó a su punto culminante cuando por culpa del rey el pueblo fue deportado al destierro (Ez 34,1-10; Zc 11,4-17).

ii) De frente a la frustración sufrida a causa de la actuación de los malos pastores, surge el deseo de tener a Dios como Pastor, deseo tan bien expresado en el salmo: “El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar” (Sl 23,1-6; Gén 48,15). Los profetas esperan que en el futuro, Dios mismo venga a guiar a su rebaño, como un pastor (Is 40,11; Ez 34, 11-16). Y esperan que esta vez la gente sepa reconocer la voz de su pastor: “!Escuchad hoy su voz!” (Sl 95,7). Esperan que Dios venga en calidad de Juez que pronunciará la sentencia entre las ovejas del rebaño (Ez 34,17). Nace el deseo y la esperanza de que un día, Dios suscite buenos pastores y que el Mesías sea un buen pastor para el pueblo de Dios (Jr 3,15; 23,4).

iii) Jesús realiza esta esperanza y se presenta como el buen pastor, diferente de los salteadores, que antes de Él habían robado al pueblo. Se presenta también como el Juez del pueblo que al final, emitirá la sentencia como el pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46). En Jesús se realiza la profecía de Zacarías que dice que el buen pastor será perseguido por los malos pastores, enojados por su denuncia: “¡Heriré al pastor y se dispersará el rebaño!” (Zc 13,7).

iv) Al final del evangelio de Juan, la imagen se extiende y Jesús termina con ser todo al mismo tiempo: puerta (Jn 10,7), pastor (Jn 10,11), cordero y oveja (Jn 1,36).

Una clave para el evangelio de Juan.

Todos perciben la diferencia que hay entre el evangelio de Juan y los otros tres evangelios: Mateo, Marcos y Lucas. Alguno lo define así: Los tres últimos hacen una fotografía, Juan hace una radiografía. O sea, Juan ayuda a los lectores a descubrir la dimensión más profunda que hay en lo que Jesús dice y hace. Revela las cosas escondidas que solamente los rayos equis de la fe pueden descubrir y revelar. Juan enseña a leer los otros evangelios con la mirada de la fe y a descubrir el significado más profundo. Jesús mismo había ya dicho que mandaría el don de su Espíritu para que pudiésemos comprender toda la plenitud de sus palabras (Jn 14,24-25; 16,12-13). Los antiguos Padres de la Iglesia decían: el evangelio de Juan es “espiritual” y “simbólico”.

Algunos ejemplos: (a) Jesús cura al ciego de nacimiento (Jn 9,6-7). Para Juan este milagro tiene un significado más profundo. Revela que Jesús es la Luz del mundo, que nos hace comprender y contemplar mejor las cosas de Dios en la vida (Jn 9,39). (b) Jesús resucita a Lázaro (Jn 11,43-44), no sólo para ayudar a Lázaro y consolar a sus dos hermanas, Marta y María, sino para revelar que Él es la Resurrección y la Vida (Jn 11,25-26). (c) Jesús cambia 600 litros de agua en vino en las bodas de Caná (Jn 2,1-13). Y lo hace no sólo para salvar la alegría de la fiesta, sino también y sobre todo para revelar que la nueva Ley del Evangelio es como vino comparado con la Ley precedente. Y lo hace con abundancia (¡600 litros!) precisamente para significar que a nadie le faltará hasta el fin de los tiempos. (d) Jesús multiplica los panes y alimenta a los hambrientos (Jn 6,11) no sólo para saciar el hambre de aquella gente pobre que le acompañaba por el desierto, sino también para revelar que Él mismo es el pan de la vida que alimenta a todos a través de la vida (Jn 6,34-58). Jesús habla con la Samaritana sobre el agua (Jn 4,7.10) , pero lo que Él quería era que ella llegase a descubrir el agua del don de Dios, que ya llevaba dentro (Jn 4,13-14). En una palabra, es el Espíritu de Jesús quien da vida (Jn 6,63). La carne o solo la letra no bastan y pueden incluso matar el sentido y la vida (2 Cor 3,6).

6. Oración: Salmo 23 (22)

El Señor es mi pastor!

Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí reparo mis fuerzas.

Me guía por cañadas seguras
haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería,
pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.

Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

El predicador obligado a escuchar en los bancos

Pincel y bastón

El domingo he tenido que hacer yo la predicación. Entendámonos. No es que el cura me haya llamado al ambón, cediéndome el puesto. Ha sido una operación clandestina, unilateral, de la que nadie se ha percatado.

De la página del evangelio emergía, con nítida evidencia, la figura del pastor. Y el cura lo esquivaba, divagaba, hablaba de otra cosa, concentraba su atención sobre todo en las ovejas, sus deberes y sus faltas.

Es verdad que no podía eximirse de ilustrar la imagen del pastor y la de sus contrafiguras, pero era un discurso vago, abstracto, que no mordía en la realidad. Y, sin embargo, esta hubiera sido la ocasión propicia para hablar en primera persona, decir algo de sí mismo, a lo mejor también para confesarse, humildemente, en público.

Nada de eso. El pastor vagaba por allá y por acá, dando la impresión de no saber qué hacer. Una pincelada delicada sobre la imagen del pastor, y un bastonazo dedicado a las ovejas (comprendidas también las que no estaban). Sobre los mercenarios, pocas palabras embarazosas. Desaparecidos de la circulación, cosas de otros tiempos.

Un parangón imposible

Y entonces he puesto mentalmente al cura en el banco y en mi lugar. Y siempre, mentalmente, he tomado la palabra. Más o menos así:

«Mis queridos fieles, hoy para vosotros es fácil juzgar y condenar, casi como un juego de chavales que tiran al blanco. Basta comparar a vuestro pobre pastor con el verdadero, es más, con el único Pastor, y advertir la escasa semejanza. Aunque están muy cerca, entre las dos imágenes se abre una distancia tremenda. No hablemos de coincidencia, una cosa absurda.

Intentad comprender mi incomodidad, mi confusión, en este domingo llamado del buen pastor.

Si Jesús hubiese trazado, en grandes líneas, la figura del pastor ideal, todo sería más sencillo. Pero él mismo se ha propuesto como ejemplo, y entonces para mí la causa está perdida de antemano, ni siquiera intento esbozar una tímida defensa. De la comparación salgo inevitablemente con los huesos rotos. Y dado que pueda salvar la cara, sobre ella se extiende un velo de rubor.

Desafío a cualquiera de vosotros a ponerse en mi lugar, y a aceptar esa confrontación: sin presunción, no saldría mejor parado. Digo una media blasfemia: ni siquiera el papa…

Si habéis escuchado atentamente el texto evangélico, hay inmediatamente una frase que me deja clavado: «El buen pastor da la vida por las ovejas». Alguien, también en un pasado reciente, ha sido capaz de hacerlo. Yo espero tener ese coraje, en el caso de que se presentase la ocasión. Pero, quizás os contentaríais con que me gastase, día a día, por vosotros, que pusiese a disposición sobre todo mi tiempo.

No me importa reconocerlo: no soy un buen pastor según ese modelo imposible e inalcanzable. Pero tampoco me parece que soy un mercenario. Soy algo intermedio. El interés económico, os lo puedo asegurar, en mi caso cuenta poco. Más bien, con frecuencia, entra en juego el orgullo, el amor propio, la vanidad, un cierto gusto por el poder, el deseo de lucirme, el prestigio, y hasta el privilegio.

En una palabra, soy un pastor así, así.

Cuando veo llegar al lobo, o incluso una manada de lobos, no huyo, pero tengo que decir que no sé qué hacer. Además porque los lobos ahora están domesticados, ya no dan miedo, se presentan bien, se han convertido en cachorros aparentemente inocuos, y dejan que los llevéis de paseo. Con una diferencia que quizás no captáis: ellos son los que os ponen el freno.

Y yo, que también me doy cuenta del peligro, no sé cómo defenderos de esos enemigos a los que os habéis aficionado.

El buen pastor, además, tendría la obligación de conocer a sus ovejas y las ovejas deberían preocuparse de conocerle a él. Admito que hago bien poco por dejarme conocer por vosotros. La misión se convierte en una especie de máscara, de armadura protectora. Los sentimientos se mantienen cerrados dentro.

Ni siquiera puedo decir que os conozco de verdad. Hay siempre mucho que hacer, esa es la excusa. Pero reconozco que con frecuencia me siento muy comprometido para hacer… otra cosa.

Por otra parte vosotros, cuando venís al cura, lo hacéis casi exclusivamente para pedir servicios religiosos (y siempre muchas veces, exigiendo, como en una oficina cualquiera), y no para dejaros conocer. Los elementos que ofrecéis son bien escasos.

En cuanto a las numerosas ovejas que faltan regularmente a la llamada, me limito a esperar, a rezar, para que encuentren el buen camino, para que entren en vereda, para que reconozcan sus yerros, pero no tengo la valentía de irlos a buscar allí donde se encuentran.

Estoy de acuerdo en que esperar no significa buscar. Que no basta con lamentarse. Y que es inútil lanzar sobre los presentes —como hago muchas veces— las reprimendas destinadas a los que no están.

Debería preguntarme sobre el porqué de muchos vacíos, e incluso sobre el porqué de ciertas presencias, a pesar de todo. Pero es más cómodo apuntar con el dedo que intentar entender y sobre todo implicarse.

Termino citando una frase que siempre me ha impresionado: «La llama que devora al pastor se convierte en luz para la grey». Sí, quisiera pediros que recéis para que vuestro pastor no deje apagar por el funcionarismo, por el oficio o por la costumbre la llama que un día Alguien le ha encendido dentro.

No basta que esa llama permanezca encendida. Debe devorarlo totalmente, debe convertirse en fuego, incendio, pasión incontenible.

Entonces también un pobre pastor, a pesar de las miserias, las culpas y los defectos que lleva encima, a pesar de los enredos, puede indicar el camino a las ovejas que le siguen (a pesar de todo), y quizás mandar una pequeña señal a las que están quién sabe dónde».

Por desgracia nos conocen…

Sin embargo no me ha parecido justo limitarme a hacer la predicación al predicador. La palabra del domingo ofrecía muchos motivos también para una reflexión personal.

Pedro, por ejemplo, declaraba: «Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy…». Sí, los apóstoles son juzgados, paradójicamente, no por fechorías, sino por haber devuelto la salud a un pobre desgraciado. En una palabra, se les reconocía culpables por haber hecho el bien. Obligados a justificarse por haber realizado un milagro en el nombre de Jesús.

Diría que hoy la situación ha cambiado, usando un expresión de moda, porque la tendencia se presenta invertida. Existe el riesgo de venir acusados, con abundancia de pruebas, por el bien que dejamos de hacer, las muchas ocasiones perdidas, los innumerables pecados de omisión.

Luego viene esa frase de Juan que no logro aceptar, al menos cuando roza con la situación presente: «El mundo no nos conoce porque no le conoció a él». Hoy, hay que admitirlo honestamente, es verdad lo contrario.

El mundo, quiero decir el de los lejanos, precisamente porque conserva al menos una cierta idea de él, no nos reconoce. Somos excesivamente diferentes.

O, si lo preferimos, podemos decir lo siguiente: el mundo, desgraciadamente, nos conoce hasta demasiado bien. Y, por muchos esfuerzos que haga, no logra relacionarnos con un cierto Jesús de Nazaret. El desfase es evidente, el contraste estridente.

El mundo, ¡ay!, conoce nuestra conducta, nuestros comportamientos, nuestra mentalidad. Y no logra compaginarla con el evangelio.

Y nos lamentamos de que hoy mucha gente ha perdido a Dios. En realidad somos nosotros los que perdemos credibilidad.

No estoy seguro de que el cura haya dicho todas estas cosas, comentando la primera y la segunda lectura. Pero yo, después de haber hecho la predicación, he considerado oportuno hacer el examen de conciencia mirándome en esos dos espejos no excesivamente tranquilizadores para mi imagen de cristiano.

A. Pronzato

Somos rebaño

Fuera de su contexto ganadero, normalmente se utiliza la palabra “rebaño” en sentido negativo, para referirse a un grupo de personas que se dejar dirigir por otros en sus gustos, opiniones, etc. Una persona se sorprendió cuando le dije que yo no disponía en mi teléfono móvil de una conocida aplicación de mensajería instantánea: “¿Y cómo puedes vivir?”, preguntó muy extrañada. Mi respuesta fue: “Libre”. Una de las paradojas de nuestra sociedad es que por una parte se exalta el individualismo hasta casi caer en el egocentrismo, mientras que por otra parte se procura masificar a la gente, convertirla en “rebaño” de diversas formas, haciendo creer que “hay que” ver determinados programas y series de televisión, o formar parte de determinadas redes sociales, o tener determinadas aplicaciones en el móvil, o participar en determinados eventos… porque de lo contrario vas a ser el bicho raro, te quedas “fuera del rebaño” y en la práctica “no existes”.

Muchas veces se identifica a los cristianos con la imagen negativa del rebaño, como si fueran un grupo de “borreguitos” que dócilmente aceptan sin cuestionar los dictados de la jerarquía eclesiástica. Quizá en algunos casos haya sido o sea así, pero lo cierto es que, como nos recuerda este Domingo del Buen Pastor, somos “rebaño”: así lo hemos dicho en la oración colecta (el débil rebaño de tu Hijo…) y lo diremos en la oración final (el rebaño adquirido por la sangre de tu Hijo…); y el mismo Señor lo ha dicho en el Evangelio: escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Como nos recuerda el Papa Francisco en Evangelii gaudium 113: Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aislados. Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana. Este pueblo que Dios se ha elegido y convocado es la Iglesia.

La tentación del individualismo está muy presente también entre los cristianos, y por eso ya advirtió San Juan Pablo II: El fiel laico no puede jamás cerrarse sobre sí mismo, aislándose espiritualmente de la comunidad; sino que debe vivir en un continuo intercambio con los demás, con un vivo sentido de fraternidad (ChL 20). La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio (EG 88).

Pero el hecho de ser efectivamente “rebaño”, de ser comunidad, de ser Iglesia, no significa caer en el gregarismo, ni carecer de opiniones o voluntad propia; al contrario, es fuente de libertad: una persona que conserva su peculiaridad perso nal y no esconde su identidad, cuando integra cordialmente una comunidad, no se anula sino que recibe siempre nuevos estímulos para su propio desarrollo (EG 235).

Para vivir hoy la fe, necesitamos a la comunidad, necesitamos formar parte del rebaño del Buen Pastor, porque como indica el Papa Francisco en su reciente exhortación apostólica Gaudete et exsultate: Es tal el bombardeo que nos seduce que, si estamos demasiado solos, fácilmente perdemos el sentido de la realidad, la claridad interior, y sucumbimos (140). La comunidad está llamada a crear ese «espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado» (142). La comunidad que preserva los pequeños detalles del amor, donde los miembros se cuidan unos a otros y constituyen un espacio abierto y evangelizador, es lugar de la presencia del Resucitado que la va santificando según el proyecto del Padre (145). 

¿Vivo mi fe de modo individualista? ¿Me siento miembro del rebaño del Buen Pastor? ¿Cómo cuido mi pertenencia a la Comunidad Parroquial? ¿Qué me aporta “ser Iglesia”? ¿Qué aporto yo a los otros miembros del rebaño? ¿Formo parte de un Equipo de Vida?

Frente a la tendencia a vivir la fe como algo privado o individual, frente a la imagen negativa del “rebaño”, estamos llamados a mostrar la libertad, la grandeza que supone ser Iglesia y tener a Cristo como Buen Pastor. Como nos indica el Papa Francisco: Precisamente en esta época, y también allí donde son un «pequeño rebaño» (Lc 12, 32), los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,1316). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva. ¡No nos dejemos robar la comunidad! (EG 92).

Buscar desde dentro

No se pueden diseñar programas o técnicas que conduzcan automáticamente hasta Dios. No hay métodos para encontrarse con él de forma segura. Cada uno ha de seguir su propio camino, pues cada uno tiene su manera de abrirse al misterio de Dios. Sin embargo, no todo favorece en igual medida el despertar de la fe.

Hay personas que nunca hablan de Dios con nadie. Es un tema tabú; Dios pertenece al mundo de lo privado. Pero luego tampoco piensan en él ni lo recuerdan en la intimidad de su conciencia. Esta actitud, bastante frecuente incluso entre quienes se dicen creyentes, conduce casi siempre al debilitamiento de la fe. Cuando algo no se recuerda nunca, termina muriendo por olvido e inanición.

Hay, por el contrario, personas que parecen interesarse mucho por lo religioso. Les gusta plantear cuestiones sobre Dios, la creación, la Biblia… Hacen preguntas y más preguntas, pero no esperan la respuesta. No parece interesarles. Naturalmente, todas las palabras son vanas si no hay una búsqueda sincera de Dios en nuestro interior. Lo importante no es hablar de «cosas de religión», sino hacerle sitio a Dios en la propia vida.

A otros les gusta discutir sobre religión. No saben hablar de Dios si no es para defender su propia posición y atacar la del contrario. De hecho, bastantes discusiones sobre temas religiosos no hacen sino favorecer la intolerancia y el endurecimiento de posturas. Sin embargo, quien busca sinceramente a Dios escucha la experiencia de quienes creen en él e incluso la de quienes lo han abandonado. Yo tengo que encontrar mi propio camino, pero me interesa conocer dónde encuentran los demás sentido, aliento y esperanza para enfrentarse a la existencia.

En cualquier caso, lo más importante para orientarnos hacia Dios es invocarlo en lo secreto del corazón, a solas, en la intimidad de la propia conciencia. Es ahí donde uno se abre confiadamente al misterio de Dios o donde decide vivir solo, de forma atea, sin Dios. Alguien me dirá: «Pero ¿cómo puedo yo invocar a Dios si no creo en él ni estoy seguro de nada?». Se puede. Esa invocación sincera en medio de la oscuridad y las dudas es, probablemente, uno de los caminos más puros y humildes para abrirnos al Misterio y hacernos sensibles a la presencia de Dios en el fondo de nuestro ser.

El cuarto evangelio nos recuerda que hay ovejas que «no son del redil» y viven lejos de la comunidad creyente. Pero Jesús dice: «También a estas las tengo que atraer, para que escuchen mi voz». Quien busca con verdad a Dios escucha, tarde o temprano, esta atracción de Jesús en el fondo de su corazón. Primero con reservas tal vez, luego con más fe y confianza, un día con alegría honda.

José Antonio Pagola