I Vísperas – Domingo XI de Tiempo Ordinario

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LUZ MENSAJERA DE GOZO.

Luz mensajera de gozo,
hermosura de la tarde,
llama de la santa gloria,
Jesús, luz de los mortales.

Te saludamos, Señor,
oh luz del mundo que traes
en tu rostro sin pecado
pura la divina imagen.

Cuando el día se oscurece,
buscando la luz amable
nuestras miradas te siguen
a ti, lumbre inapagable.

Salve, Cristo venturoso,
Hijo y Verbo en nuestra carne,
brilla en tu frente el Espíritu,
das el corazón del Padre.

Es justo juntar las voces
en el descanso del viaje,
y el himno del universo
a ti, Dios nuestro, cantarte.

Oh Cristo que glorificas
con tu vida nuestra sangre,
acepta la sinfonía
de nuestras voces filiales. Amén.

SALMODIA

Ant 1. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Salmo 112 – ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Ant 2. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Salmo 115 – ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Ant 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL – Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

LECTURA BREVE   Hb 13, 20-21

El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

V. Cuántas son tus obras, Señor.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús anunciaba el reino de Dios con muchas parábolas.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús anunciaba el reino de Dios con muchas parábolas.

PRECES

Recordando la bondad de Cristo, que se compadeció del pueblo hambriento y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:

Escúchanos, Señor.

Reconocemos, Señor, que todos los beneficios que hoy hemos recibido proceden de tu bondad;
haz que no sean estériles, sino que den fruto, encontrando un corazón noble de nuestra parte.

Dios nuestro, luz y salvación de todos los pueblos, protege a los que dan testimonio de ti en el mundo,
y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu.

Haz, Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano.

A ti, que eres el médico de las almas y de los cuerpos,
te pedimos que alivies a los enfermos y des la paz a los agonizantes, visitándolos con tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos,
cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y, puesto que el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia, para observar tus mandamientos y agradarte con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 16 de junio

Lectio: Sábado, 16 Junio, 2018

Tiempo Ordinario

1) ORACIÓN INICIAL

¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

2) LECTURA

Del santo Evangelio según Mateo 5,33-37

«Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: `Sí, sí’ `no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno.

3) REFLEXIÓN

• En el evangelio de hoy, Jesús hace la relectura del mandamiento: “No jurar el falso”. Y aquí también, va más allá de la letra, busca el espíritu de la ley y trata de indicar el objetivo último de este mandamiento: alcanzar la trasparencia total en la relación entre las personas. Aquí vale aplicar lo que ya dijimos respecto de los mandamientos: “No matar” y “No cometer adulterio”. Se trata de una nueva manera de interpretar y poner en práctica la Ley de Moisés desde la nueva experiencia de Dios como Padre/Madre que Jesús nos trae. Jesús relee la ley a partir de la intención que Dios tenía al proclamarla, siglos atrás, en el Monte Sinaí.

• Mateo 5,33: Se dijo a los antepasados: No perjurarás. La ley del AT decía: “No jures el falso”. Y aumentaba diciendo que la persona tiene que cumplir con sus juramentos para con el Señor (cf. Núm 30,2). En la oración de los salmos se dice que solamente puede subir a la montaña de Yavé y llegar al lugar santo “aquel que tiene las manos inocentes y el corazón puro, que no confía en los ídolos, ni hace juramento para engañar” (Sal 24,4). Lo mismo se dice en diversos otros puntos del AT (Ecl 5,3-4), pues tiene que poder confiar en las palabras del otro. Para favorecer esta confianza mutua, la tradición había inventado una ayuda al juramento. Para dar fuerza a su palabra, la persona juraba por alguien o por algo que era mayor que ella y que podría llegar a castigarla en caso de que no cumpliera lo que prometió. Y así es hasta hoy. Tanto en la iglesia como en la sociedad, hay momentos y ocasiones en que se exigen juramentos solemnes de las personas. En el fondo, el juramento es la expresión de la convicción de que nunca se puede confiar enteramente en la palabra del otro.

• Mateo 5,34-36: Pues yo os digo que no juréis en modo alguno. Jesús quiere sanar esta deficiencia. No basta “no jurar el falso”. Va más allá y afirma: “Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. . Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.. Juraban por el cielo, por la tierra, por la ciudad de Jerusalén, por la propia cabeza. Jesús muestra que todo esto es remedio que no cura el dolor de la falta de trasparencia en la relación entre personas. ¿Cuál es la solución que propone?

• Mateo 5,37: Sí, sí. No, no. La solución que Jesús propone es ésta: “Diga apenas ‘sí’, cuando es ‘sí’; y ‘no’, cuando es ‘no’. Que lo que pasa de aquí viene del Maligno». El propone la honradez total y radical. Nada más que esto. Lo que pasa de aquí, viene del Maligno . Aquí, de nuevo, nos encontramos ante un objetivo que quedará siempre ante nosotros y que nunca llegaremos a cumplir del todo. Es otra expresión del nuevo ideal de justicia que Jesús propone: Sed perfectos como el Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Jesús elimina desde la raíz cualquier intento de crear en mí la convicción de que me salvo por mi observancia de la ley. Nadie podrá merecer la gracia de Dios. Ya no sería gracia. Observamos la Ley, no para merecer la salvación, sino para agradecer de corazón la inmensa bondad gratuita de Dios que nos acoge, perdona y salva sin algún merecimiento de nuestra parte.

4) PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• ¿Cómo es mi observancia de la ley?

• Alguna vez, ¿he experimentado en mi vida algo de la bondad gratuita de Dios?

5) ORACIÓN FINAL

Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente a Yahvé,
con él a mi derecha no vacilo. (Sal 16,7-8)

Domingo XI de Tiempo Ordinario

1.- Situación

A veces nos parece evidente la presencia providente de Dios. Y otras, tenemos la sensación de que se oculta demasiado. Si nos analizamos, veremos que esa percepción depende de nuestras expectativas. Así ocurrió en la época de Jesús: la venida del Reino era esperada como irrupción grandiosa; el Mesías, lugarteniente de Dios, debía imponerse con todo su poder, cumpliendo las promesas de una era de felicidad total y de elevación de Israel a cabeza de la humanidad, y esto, para siempre.

Dios está ligado a nuestras fantasías infantiles de felicidad y omnipotencia.

Normalmente, ya no esperamos un Reino de felicidad material; las fantasías infantiles suelen tener formas más sutiles: buscamos en Dios la solución de problemas que no queremos abordar, o nos imaginamos la relación con El sin conflictos, o Le exigimos que nos dé bienes espirituales inmediatamente, o suponemos que, si es tan bueno, no tienen por qué ocurrirnos ciertas cosas…

2.- Contemplación

Los dos parabolitas del Evangelio de hoy nos introducen de cabeza en el estilo de Dios al actuar en la Historia.

Cuenta con el hombre, que ha de sembrar la semilla. Pero el fruto es obra de Dios. Si intenta controlar el crecimiento y se afana ansiosamente, la semilla terminará sofocada. Si se duerme confiadamente en manos de Dios, si se apoya en la fe, verá maravillas.

Sin embargo, las maravillas no tendrán nada que ver con sus deseos narcisistas o sus megalomanías. El Reino es poderoso, pero como el granito de mostaza. Su fuerza es oculta, a largo plazo. Su eficacia no la comprueban los que viven de sueños de grandeza (aunque éstos sean esprituales), sino los pequeños, aquellos a quienes cualquier don de Dios, el más insignificante, les parece un regalo maravilloso.

La lectura de Ezequiel 17,22-24 nos ayudará a dar gracias al Señor porque El es así, el que «humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes». Nos dice, además, que ésta es su promesa y que así lo hará. En efecto, con el Mesías Jesús, el árbol humilde, el grano de mostaza, ha llegado el Reino de la vida oculta y fuerte.

3. Reflexión y praxis

El Reino de la vida oculta y fuerte. En efecto, el Reino es eficaz, y visiblemente eficaz, pero hace falta darle tiempo y vivir este tiempo paradójicamente: con la urgencia de quien tiene un solo día para sembrar el grano, y la tranquila confianza de quien se echa a dormir, pues no disponemos de su eficacia, y sabe que así, en manos de Dios, está mejor.

– Cuando haces todo lo que puedes y sabes por la educación de tus hijos, pero no intentas controlarlos, y cuando no responden a tus expectativas morales o religiosas, no desesperas…

– Cuando estás comprometido en la causa de los desfavorecidos, pero no te sirves de ellos para auparte a ti mismo.

– Cuando, en la evangelización, prefieres medios gratuitos, testimoniales, centrados en las personas, más que en las estructuras.

– Si en tu vida has descubierto progresivamente el valor de las cosas sencillas y rutinarias.

– ¿Quién soporta realmente el peso de la humanidad: los responsables políticos y económicos o tantas personas anónimas que cuidan de los enfermos y de los niños? Todo hace falta, ciertamente, gente que se dedique a humanizar la cultura y la sociedad; pero el subsuelo de toda cultura de las relaciones sociales está en el entramado invisible del amor de cada día y de las actitudes éticas.

– ¿No es verdad que sentimos más satisfacción cuando celebramos el triunfo de la Iglesia o de nuestra causa política o la victoria de nuestro líder deportivo, que cuando vemos a un compañero echar mano a otro, olvidando sus intereses personales, o a una madre mantener la esperanza en la enfermedad de su hijo?

– Nos cuesta creer que Dios pueda hacer su obra con nuestra fragilidad e impotencia. Estamos esperando «efectos especiales», experiencias elevadas. Pero el Señor nos lleva por caminos de fe oscura y de amor difícil.

Hemos de revisar nuestras precomprensiones sobre el Reino. El mejor modo es contemplar reiteradamente qué dijo e hizo Jesús.

Nos ayudará, también, dirigir una mirada retrospectiva a nuestra historia personal y constatar cómo Dios ha ido haciendo su obra a pesar nuestro, y cómo todo ha dependido de confiar en su acción oculta.

Javier Garrido

16 de junio – Sagrado Corazón

LA LANZADA

ORACIÓN PREPARATORIA

Oh Dios, que por medio del Corazón de tu Hijo, herido por nuestras culpas, te dignas, en tu misericordia infinita, darnos los tesoros de tu amor; te pedimos nos concedas que, al presentarte el devoto obsequio de nuestra piedad, le ofrezcamos también el homenaje de una digna satisfacción. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

CONSIDERACIÓN DEL DÍA

Lanzada contra el Corazón de Cristo son las persecuciones que sufre la Iglesia, salida del Costado del Divino Redentor, sobre todo los que sufre por parte de las naciones anticristianas.

 

LETANÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Padre Eterno, Dios de los cielos, ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros
Santa Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Pa­dre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Al­tísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien están to­dos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien el Padre halló sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseo de los eter­nos collados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente y de mu­cha misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado de opro­bios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, Ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, perforado por una lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de toda con­solación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pe­cados del mundo, perdónanos, Se­ñor.
Cordero de Dios, que quitas los pe­cados del mundo, escúchanos, Se­ñor.
Cordero de Dios, que quitas los pe­cados del mundo, ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo.

 

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, mira el corazón de tu amadísimo Hijo y las alabanzas y sa­tisfacciones que te dio en nombre de los pecadores, y concede propicio el perdón a los que imploran tu misericordia, en nombre de tu mismo Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

ORACIÓN FINAL

Señor Jesús, que tus santos misterios infundan en nosotros el fervor divino, con el que, recibida la bondad de tu dulce Corazón, aprendamos a despreciar lo terreno y amar lo celestial. Tu que vives y reinas por siglos infinitos. Amén.

Ecclesia in Medio Oriente

86. Profundizar en el sentido teológico y pastoral de esta evangelización es una tarea importante para «compartir el don inestimable que Dios ha querido darnos, haciéndonos partícipes de su propia vida»[79]. Dicha reflexión deberá abrirse a las dos dimensiones, la ecuménica y la interreligiosa, inherentes a la vocación y a la misión propia de la Iglesia católica en Oriente Medio.


[79] Carta ap. en forma de Motu proprio, Ubicumque et semper (21 septiembre 2010): AAS 102 (2010), 791.

El crecimiento del Reino

1. Las dos parábolas de este evangelio coinciden en la importancia de la semilla, sumamente activa, pero muy pequeña en comparación con la abundancia de la cosecha final. El reino de Dios crece lentamente, «sin saber cómo».

2. Los comienzos del reino son lentos y humildes, en medio del silencio de Dios. No aquí hay signos extraordinarios o milagrosos, sino espera paciente, ya que, gracias al Espíritu, la semilla tiene virtud interior y fuerza de germinación. Los medios con los que siembra Jesús son humildes; así deben ser los nuestros. Por pretender el triunfo fácil y rápido, sin aceptar el lento y necesario proceso, asistimos muchas veces a fracasos estrepitosos.

3. El final de la cosecha es abundante. De tiempo en tiempo, en época de siega, hay una febril actividad: lo sembrado produce sus frutos; la abundancia está asegurada.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Tenemos paciencia y esperanza o, por el contrario, nos apresuramos a emitir juicios negativos?

Casiano Floristán

Dos parábolas

El árbol humilde

Las parábolas son comparaciones que nos hacen cercano y exigente el reino de Dios.

El Señor trabaja

Comparar es tomar algo conocido y diario para traducir una realidad de más difícil acceso: «Se parece…». La vida cotidiana de su pueblo es la gran fuente de las parábolas de Jesús. Las que hoy nos presenta Marcos nos traducen el reino de Dios en términos rurales. La primera parábola contrapone la fuerza y la riqueza de la tierra con el trabajo del labrador. Haga lo que haga éste, duerma o se levante, de día o de noche, «la semilla germina y va creciendo» (Mc 4, 27). Lleva en él una fuerza interna que lo hace pasar primero a hierba, luego a espiga y finalmente a trigo (cf. v. 28). Estamos ante un proceso que los oyentes de la parábola conocen bien. Con el trigo se hace el pan, alimento cotidiano, esencial para la vida humana. El germen de vida del grano le sirve a Jesús para comunicar un elemento capital del reino de Dios: se trata de un don. Dios es el labrador principal, nosotros no somos sino los colaboradores. Si no se comprende que la iniciativa viene del Señor no se sitúa correctamente nuestro propio aporte.

Junto con Dios nos alegraremos de que llegue la hora de la siega (cf. v. 29). Es el momento del juicio del Señor. Ese día «tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo» (2 Cor 5, 10). Acoger el Reino, hacer nuestro su mensaje de amor, justicia y libertad, significa reconocer la fuerza de Dios en nuestras vidas, reconocerlo como el labrador de la historia.

El nido de las aves

La segunda parábola nos habla de la aparente pequeñez del Reino. El gran peligro es que nos aparezca invisible. La comparación viene, una vez más, del mundo del campo. El grano de mostaza parece insignificante, encierra sin embargo la capacidad de convertirse en un árbol grande. En sus ramas las aves del cielo harán su casa y buscarán la protección de su sombra (cf. Mc 4, 31-32). Así es el Reino, sus comienzos no anuncian todo lo que vendrá. Fue anunciado inicialmente en la poco apreciada tierra de Galilea, su pregonero asustó a los grandes de su tiempo y lo condenaron a una muerte ignominiosa con la esperanza de que nadie recordara lo que dijo e hizo. Pero la semilla fue sembrada en la historia y el árbol crece, siempre humilde (cf. Ez 17, 24), pero vital y verde.

Sus frutos se dan en testimonios como los de la hermana Irene Mc Cormack (religiosa nacida en Australia). No vino al Perú a que la mataran, vino sí a dar su vida por los pobres. Su vida diaria, amistad, trabajo, gestos. Venía de un país tranquilo, sin mayores problemas, y fue asesinada cruelmente en medio de un pueblo que, cada vez más, como decía Vallejo, sólo posee su muerte para expresar su vida. El Señor hizo crecer en Irene la semilla del Reino. Cuando se levantaba y se acostaba, de día y de noche, el Reino crecía en su vida con una fuerza que tal vez ella misma no percibía. Su condición de mujer y de religiosa, siempre marginadas, representa bien el insignificante grano de mostaza. Pero el Señor ha convertido su humildad en un árbol frondoso que hoy nos da sombra y en el que la opción preferencial por el pobre hace su nido.

Gustavo Gutiérrez

El barco

La historia del barco “Aquarius” no es solo – aunque también lo es- una historia emotiva. Para los 629 refugiados – pasajeros de esta nave que navega por la aguas del Mediterráneo, el pisar tierra es un trozo del Reino de Dios. De alguna forma pone punto final al rosario de sufrimientos y angustias que han soportado en estos últimos días o meses. Pero este resultado conmovedor y esperanzador se ha venido a la buena voluntad de individuos e instituciones que unidos han colaborado para llegar a un final feliz.

Es desconcertante lo que le ha sucedido al Cardenal Ravasi, quien envió un tweet a las autoridades italianas por ser éstas las que tenían poder sobre el barco. Este tweet recogía la frase del evangelio: “Era extranjero y no me acogisteis”.Estas palabras no han gustado a un sector de la ciudadanía y las han criticado con un montón de insultos. Me cuesta comprender este tipo de reacciones. Mejor dicho no las entiendo. No permiten que los hechos y las palabras de Jesús se citen en situaciones conflictivas. Un filósofo, un sociólogo, un dirigente, alguien que se auto titula pensador o intelectual (sin saber muy bien qué significan estas palabras) pueden emitir sus juicios y a Jesús, que divide la historia de la Humanidad en dos partes se le disputa su presencia. Algo hemos tenido que hacer mal para que se le hayan retirado a Jesús el uso de la bandera de la solidaridad, del respeto a la persona, sobre todo débil.

A la pregunta para qué ha venido Jesús a este mundo, la respuesta es sencilla: Ha venido para fundar, para instaurar, para crear el Reino de Dios. Esto es, un mundo donde los hombres nos sentimos hijos de Dios y hermanos. El mensaje de Jesús es una invitación a la esperanza, a la salvación, a la liberación. No es un mensaje de condena. Hoy nos dice: “El Reino de los cielos se parece a un hombre que echa simiente en la tierra”. Y mientras duerme, “la semilla va creciendo sin que él sepa cómo“Dios cuenta con nosotros para preparar la tierra y para sembrar, pero, después, sin que sepamos, cómo, Él va haciendo a su manera, va construyendo, tejiendo desde lo más profundo de nuestras vidas su obra salvadora.”

He aquí una simpática historia. Se cuenta que una señora mayor subía todos los días al autobús. Se sentaba junto a la ventana. Abría una bolsa y durante el trayecto iba arrojando, esparciendo semillas de flores por la ventana.

-¿Por qué semillas de flores?.

Es que veo el paisaje, el panorama triste, seco.

Pero le comentan que es un trabajo inútil, ya que la mayor parte de las semillas caen sobre el asfalto, otra parte la aplastan las ruedas de los automóviles, otras se las comen los pájaros. No obstante algunas brotarán. Meses más tarde, el hombre miró por la ventana y vio el paisaje lleno de flores y comento: ”¡Qué pena que la señora no ha podido ver este panorama”!. De repente, un niño dio un grito de admiración de aquél cuadro lleno de belleza.

Para algo había servido la tarea de la señora.

Donde hay odio, ponga yo, siembre yo amor; donde haya ofensa, donde haya duda, donde haya oscuridad, donde haya tacañería ponga yo perdón, ponga yo, siembre yo luz, generosidad.

Para los 629 pasajeros – refugiados a bordo, el puerto que les espera es como un pedacito del Reino de los Cielos. Antes mucha gente particularmente muchas instituciones han tenido que sembrar semillas de sentido común, de justicia, de responsabilidad, de generosidad, semillas que están dando sus frutos al convertir en una realidad amable unas situaciones ásperas.

Josetxu Canibe

Con humildad y confianza

A Jesús le preocupaba mucho que sus seguidores terminaran un día desalentados al ver que sus esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no obtenían el éxito esperado. ¿Olvidarían el reino de Dios? ¿Mantendrían su confianza en el Padre? Lo más importante es que no olviden nunca cómo han de trabajar.

Con ejemplos tomados de la experiencia de los campesinos de Galilea, les anima a trabajar siempre con realismo, con paciencia y con una confianza grande. No es posible abrir caminos al Reino de Dios de cualquier manera. Se tienen que fijar en cómo trabaja él.

Lo primero que han de saber es que su tarea es sembrar, no cosechar. No vivirán pendientes de los resultados. No les han de preocupar la eficacia ni el éxito inmediato. Su atención se centrará en sembrar bien el Evangelio. Los colaboradores de Jesús han de ser sembradores. Nada más.

Después de siglos de expansión religiosa y gran poder social, los cristianos hemos de recuperar en la Iglesia el gesto humilde del sembrador. Olvidar la lógica del cosechador que sale siempre a recoger frutos y entrar en la lógica paciente del que siembra un futuro mejor.

Los comienzos de toda siembra siempre son humildes. Más todavía si se trata de sembrar el Proyecto de Dios en el ser humano. La fuerza del Evangelio no es nunca algo espectacular o clamoroso. Según Jesús, es como sembrar algo tan pequeño e insignificante como «un grano de mostaza» que germina secretamente en el corazón de las personas.

Por eso, el Evangelio solo se puede sembrar con fe. Es lo que Jesús quiere hacerles ver con sus pequeñas parábolas. El Proyecto de Dios de hacer un mundo más humano lleva dentro una fuerza salvadora y transformadora que ya no depende del sembrador. Cuando la Buena Noticia de ese Dios penetra en una persona o en un grupo humano, allí comienza a crecer algo que a nosotros nos desborda.

En la Iglesia no sabemos en estos momentos cómo actuar en esta situación nueva e inédita, en medio de una sociedad cada vez más indiferente a dogmas religiosos y códigos morales. Nadie tiene la receta. Nadie sabe exactamente lo que hay que hacer. Lo que necesitamos es buscar caminos nuevos con la humildad y la confianza de Jesús.

Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de volver a lo esencial. Descubriremos que solo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días. Entonces aprenderemos a sembrar con humildad el Evangelio como inicio de una fe renovada, no transmitida por nuestros esfuerzos pastorales, sino engendrada por él.

José Antonio Pagola

Comentario al evangelio – 16 de junio

Al final, Elías lo tuvo claro. No sólo en lo referente a él y a su forma de situarse y de realizar su misión sino que quiso que otros compartieran su carisma, se enriquecieran de lo que él había vivido y continuaran adelante. Así lo hizo con Eliseo, dejándole “parte de su espíritu”, que por otro lado, lo había recibido enteramente de Dios. La respuesta de este joven, al recibir simbólicamente su manto, fue ir primero a despedirse de sus padres. Lo sorprendente es que si leemos bien el texto, lo que hace después no tiene nada que ver dar adioses trágicos y emotivos. Más bien se dedica a terminar con lo que hasta ese momento había sido su vida: quema los aperos de labranza, las yuntas y da un banquete a los suyos.

Me recuerda un precioso texto de J.M. Ballarín en su libro Francesco:

César quemó las naves para que no pudieran volver atrás los que iban a conquistar Britania. De cara al mar, aquello suponía una esclavitud que los ataba a la tierra aún desconocida; de cara a Britania, era una liberación: se habían librado de la tentación de volver a las Galias (…) Esta debe ser la libertad que viene de Dios. No hay nada más empequeñecedor si empezamos a condolernos de lo que hemos quemado. No hay nada más grande, con mayores posibilidades de navegar a toda vela, si tenemos la vista puesta en lo que nos espera.

Eliseo optó por la libertad de quemar las naves y no por la esclavitud de las galeras. Quizá, porque en palabras del salmista, supo ver que el Señor es su mayor bien, su alegría y toda la herencia que se puede ansiar. Pero qué difícil vivirlo así nosotros tantas veces…

No parece que se trate de grandilocuentes hazañas ni decisiones llamativas, como si la fidelidad estuviera en nuestras manos enteramente. Más bien parece que se trata de ser humildemente honrados: que nuestro sí, sea sí y nuestro no, sea no. Así lo afirma Jesús en el evangelio de hoy. Lo demás, viene del Maligno, no de Dios.