Vísperas – San Lorenzo

SAN LORENZO, diácono y mártir. (FIESTA).

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: OH DIOS, QUE ERES EL PREMIO

Oh Dios, que eres el premio, la corona
y la suerte de todos tus soldados,
líbranos de los lazos de las culpas
por este mártir a quien hoy cantamos.

El conoció la hiel que está escondida
en la miel de los goces de este suelo,
y, por no haber cedido a sus encantos,
está gozando los del cielo eterno.

Él afrontó con ánimo seguro
lo que sufrió con varonil coraje,
y consiguió los celestiales dones
al derramar por ti su noble sangre.

Oh piadosísimo Señor de todo,
te suplicamos con humilde ruego
que, en el día del triunfo de este mártir,
perdones los pecados de tus siervos.

Gloria eterna al divino Jesucristo,
que nació de una Virgen impecable,
y gloria eterna al Santo Paracleto,
y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Lorenzo entró en el combate como un mártir y confesó el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Salmo 114 – ACCIÓN DE GRACIAS

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Lorenzo entró en el combate como un mártir y confesó el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Ant 2. El bienaventurado Lorenzo exclamó: «Me siento totalmente feliz, porque me he convertido en hostia de Cristo.»

Salmo 115 – ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El bienaventurado Lorenzo exclamó: «Me siento totalmente feliz, porque me he convertido en hostia de Cristo.»

Ant 3. Te doy gracias, Señor, porque he merecido entrar en tu reino.

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Te doy gracias, Señor, porque he merecido entrar en tu reino.

LECTURA BREVE   1Pe 4, 13-14

Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

RESPONSORIO BREVE

V. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El bienaventurado Lorenzo dijo: «Mi noche no tiene oscuridad alguna, todo en ella está iluminado con una gran luz.»

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El bienaventurado Lorenzo dijo: «Mi noche no tiene oscuridad alguna, todo en ella está iluminado con una gran luz.»

PRECES

En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:

Te glorificamos, Señor.

Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires,
porque nos amaste hasta el extremo.

Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y les das parte en los premios de tu reino.

Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los pecados,
la sangre de la alianza nueva y eterna.

Te damos gracias, Señor,
porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Te damos gracias, Señor,
porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.

Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:

Padre nuestro…

ORACION

Dios nuestro, que inflamaste con el fuego de tu amor a san Lorenzo, para que brillara por la fidelidad a su servicio diaconal y por la gloria de un heroico martirio, haz que nosotros te amemos siempre como él te amó y practiquemos lo que él enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 10 de agosto

Lectio: Viernes, 10 Agosto, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre; aumenta en nuestros corazones el espíritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Juan 12,24-26

En verdad, en verdad os digo:
si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda él solo;
pero si muere,
da mucho fruto.
El que ama su vida, la pierde;
y el que odia su vida en este mundo,
la guardará para una vida eterna.
Si alguno me sirve, que me siga,
y donde yo esté, allí estará también mi servidor.
Si alguno me sirve, el Padre le honrará.
3) Reflexión
• El pasaje contiene palabras solemnes y cruciales sobre el modo en que la misión de Jesús y de sus discípulos “produce mucho fruto”. Pero esta declaración solemne y central de Jesús, “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (v.24) está incluida en el contexto de 12,12-36 donde se narra el encuentro de Jesús como mesías con Israel y el rechazo de su propuesta mesiánica por parte de éste. ¿Cuáles son los temas principales que describen el mesianismo de Jesús? Los judíos esperaban un mesías bajo la apariencia de un rey poderoso que continuaría el estilo real de David y restituiría a Israel su pasado glorioso. Sin embargo Jesús pone en el centro de su mesianismo la donación de su vida y la posibilidad dada al hombre de poder aceptar el proyecto de Dios sobre la misma.

• Historia de una semilla. Jesús presenta, con una mini-parábola, la donación de su vida, característica crucial de su mesianismo. El acontecimiento central y decisivo de su vida lo describe recurriendo al ambiente, del cual toma las imágines con el fin de que su palabras resulten interesantes y cercanas. Se trata de la historia de una semilla, una pequeña parábola para comunicarse con la gente de manera sencilla y trasparente: la semilla empieza su itinerario en los oscuros meandros de la tierra donde se ahoga y se pudre, pero en primavera se convierte en un tallo verde y en verano en una espiga repleta de granos. La parábola tiene dos puntos focales: producir mucho fruto y encontrar la vida eterna. Los Primeros Padres de la Iglesia han visto en la semilla que se hunde en la oscuridad de la tierra una alusión a la Encarnación del Hijo de Dios. Parecería que la fuerza vital de la semilla está destinada a perderse en la tierra ya que la semilla se pudre y muere. Mas he aquí después la sorpresa de la naturaleza: cuando se doran las espigas en el verano, se revela el secreto profundo de aquella muerte. Jesús sabe que la muerte está a punto de cernerse sobre su persona, pero sin embargo no la ve como una bestia feroz que devora. Es verdad que ella tiene las características de las tinieblas y del desgarramiento, pero Jesús posee la fuerza secreta propia del parto, un misterio de fecundidad y de vida. A la luz de esta visión se comprende otra expresión de Jesús: “El que ama su vida la perderá y el que odia su vida en este mundo la conservará para la vida eterna”. El que considera la propia vida como una posesión fría vivida en el propio egoísmo es como una semilla cerrada en sí misma y sin perspectivas de vida. Sin embargo, el que “odia su vida”, expresión semítica muy incisiva para indicar la renuncia a realizarse únicamente a sí mismo, descentra el eje que mantiene el sentido de la existencia hacia la donación a los demás; sólo así se vuelve creativa la vida y pasa a ser fuente de paz, de felicidad y de vida. Es la realidad de la semilla que germina. Pero el lector podrá extraer de la mini-parábola otra riqueza, la dimensión “pascual”. Jesús es consciente de que para conducir la humanidad a la meta de la vida divina, él debe pasar por la vía estrecha de la muerte en cruz. El discípulo que sigue la estela de esta vía afronta su “hora”, la hora de la muerte, con la seguridad de que ésta lo introducirá en la vida eterna, es decir, a la comunión con Dios.
• Síntesis. La historia de la semilla es morir para multiplicarse; su función es hacer un servicio a la vida. El anonadamiento de Jesús es comparable a la semilla de vida sepultada en la tierra. En la vida de Jesús, amar es servir y servir es perderse en la vida de los demás, morir a sí mismo para dar vida. Jesús, mientras se aproxima su “hora”, el momento decisivo de su misión, promete a los suyos la seguridad de una consolación y de una alegría sin fin, aunque vaya acompañada de todo tipo de perturbación. Él pone el ejemplo de la semilla que se ha de pudrir y el de la mujer que ha de parir con dolor. Cristo ha elegido la cruz para él y para los suyos: el que quiera ser discípulo suyo está llamado a compartir su propio itinerario. Él habló siempre con radicalidad a sus discípulos: “El que quiera salvar la propia vida la perderá. El que la pierda por mí la salvará” (Lc 9,24).
4) Para la reflexión personal
• ¿Es tu vida expresión de la donación de ti mismo? ¿Eres una semilla de amor que produce amor? ¿Eres consciente de que para ser semilla de alegría, la alegría de los trigales, es necesario el momento de la siembra?

• ¿Crees poder decir que has elegido seguir al Señor si después no abrazas la cruz con él? Cuando en ti se desencadena la lucha entre el “sí” y el “no”, entre el valor y la duda, entre la fe y la incredulidad, entre el amor y el egoísmo, ¿te sientes turbado pensando que estas tentaciones no son propias del que sigue a Jesús?
5) Oración final
Feliz el hombre que se apiada y presta,

y arregla rectamente sus asuntos.
Nunca verá su existencia amenazada,
el justo dejará un recuerdo estable. (Sal 112,5-6)

Jn 9, 28-38

«Discípulo suyo lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Sabemos que Dios habló a Moisés, pero de éste no sabemos siquiera de dónde viene.
— Eso es lo bonito, que no sepáis de dónde viene un hombre que me abrió los ojos. Todo el mundo sabe que Dios no escucha a los pecadores, sino a los hombres buenos que hacen lo que Dios quiere. Nunca se ha oído decir que un hombre haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada de eso.
— Desde tu nacimiento estás en pecado, ¿y vienes a darnos lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron.
Supuso Jesús que lo habían expulsado, y al encontrarlo, le dijo:
— ¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
— ¿Quién es, Señor, para que crea en él?
— Estás viéndolo: es el que habla contigo.
— Creo, Señor.
Y se postró ante él» (Jn 9, 28-38).
De este modo, una tarde cansina de fin de año, yo, cristiano, nacido veinte siglos después de Jesucristo, sorprendí mi corazón meditando sobre la condición humana.
Pensé para mí:
¡Yo! Yo soy un desconocido e insignificante ciudadano de un mísero planeta llamado Tierra, que no alcanza ni la dimensión de un microscópico grano de arena, en la inmensidad infinita del universo. Yo: ¡proeta de Jesucristo!
Sestillones de estrellas y billones de cuerpos celestes dejan en nada las más gigantescas dimensiones que la mente humana puede percibir e imaginar. ¡Y todo eso gira y se mueve con una precisión extraordinaria en dirección a no se sabe qué, en un universo que nadie sabe dónde empieza ni dónde termina!
Y el macrocosmos es parecido al microcosmos. Y todo lo que pasa por la mente humana es relativo, pues el hombre no alcanza a ser ni el «ésimo» de esa vasta e inconcebible dimensión ciclópeda del universo creado.
Y me vinieron unas ganas inmensas de reírme de las veces que pensé en la grandeza inconmesurable de los mares, los ríos, los viajes a la luna y las conquistas de la ciencia.
Y me asaltó un deseo loco de reírme de todos los sabios del mundo que han dicho que sabían algo, juzgando encontrarse cara a cara con la verdad por haber descrifrado un granito de un vasto enigma, o por haber demostrado que toda una época histórica había vivido creyendo en un absurdo.
Y me vino a la mente aquel hombre sencillo, que entendía un poco de lo nada que se puede entender, y sugería una nueva forma de medir lo inconmensurable.
De repente una lágrima caprichosa se deslizó por mi rostro, mientras yo decía en la soledad de mi cuarto:
—Nada. Nada, Señor. El hombre no es nada. ¡Millones de años necesita para llegar, con la máxima velocidad imaginable, a la estrella más cercana! ¡Billones de años para atravesar una trillonésima parte del universo creado!
A sestillones de kilómetros camina la luz de astros que ya se desintegraron, y todavía no ha llegado hasta nosotros.
Somos partículas mínimas y sin ninguna extensión en el concierto de la creación.
Somos una nada elevada a potencia infinitesimal.
¡Y un pseudo-sabio osa escribir su teoría que niega la existencia de alguien inteligente que gobierna todo esto! ¡Y el mundo le cree, a él, que es incapaz de fabricar el émbolo o cadena para descargar la cisterna de su letrina particular…!
P. Zezinho

Gaudete et exsultate (Francisco I)

41. Cuando alguien tiene respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales. Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios.

La misa del Domingo: misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

Nuevamente, en este domingo, el mensaje de Jesús nos sigue hablando de la Eucaristía con el evangelio de San Juan. ¡Sed bienvenidos!

¿Cómo ha ido la semana? ¿En qué hemos gastado nuestras fuerzas y nuestro ingenio? ¿Tal vez nos encontramos un poco cansados?

Que la presencia del Señor, que viene a este altar, nos dé las fuerzas necesarias para seguir peregrinando por este mundo.

Pongamos nuestra ilusión, nuestra atención y también nuestras voces, en esta Santa Misa.

Nos ponemos de pie.

 

2. PENITENCIAL

1. El Señor está en medio de nosotros, su pueblo, y no siempre nos damos cuenta. Señor, ten piedad

2. El Señor nos conduce por caminos verdaderos. Pero, a veces, preferimos otros que nos llevan a la mentira o a la falsedad. Cristo, ten piedad

3. El Señor, con su Eucaristía, se comparte, se reparte, se rompe por nosotros. ¿Por qué nos cuesta tanto repartirnos a favor de los demás? Señor, ten piedad

 

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Como Elías, cuya primera lectura nos habla de él, también andamos necesitados del pan del cielo. San Pablo, además, nos recordará que, en la fraternidad, en el amor, hemos de encontrar razones para convivir con los demás.

Finalmente, el evangelio, San Juan nos presenta a la Eucaristía como el nuevo Maná que otorga fuerza y vida abundante.

 

4. ORACIÓN DE LOS FIELES

1. Tengamos un recuerdo especial por los sacerdotes. Que nos ayuden a descubrir el valor y el secreto de la Eucaristía. Roguemos al Señor.

2. Por los que pasan hambre. Por los que tienen mucho y no comparten. Roguemos al Señor.

3. Para que a nadie le falte el alimento de la eucaristía, de la cultura, de la enseñanza, del amor. Roguemos al Señor.

4. Por los padres. Para que den ejemplo a sus hijos y no olviden, los domingos, de acudir a la Eucaristía. Roguemos al Señor.

5. Por nosotros. Para que seamos puntuales en el oficio religioso. Para que escuchemos con atención las lecturas. Para que, con una buena confesión, nos preparemos a comulgar cada domingo. Roguemos al Señor.

 

5. OFRENDAS

1. Con la palabra VIDA queremos reflejar el alimento que recibimos cada domingo y cada día a través de la Eucaristía. GRACIAS, SEÑOR

2. Con esta RADIO queremos simbolizar nuestro deseo de orientar nuestra vida desde Dios y para Dios. Queremos sintonizar la frecuencia del cielo en cada misa.

3. Con el pan y el vino presentamos ante el Señor nuestra debilidad, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestro deseo de que siempre venga en Cuerpo y Sangre hasta el altar.

 

6. ORACIÓN FINAL

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que sacia nuestra hambre y mitiga nuestra sed

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que fortalece nuestra debilidad

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que nos levanta cuando caemos

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que nos hace fuertes y valientes

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que nos hace testigos de tu Reino

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que se hace amor por salvarnos

TU, SEÑOR, ERES PAN
Que baja del cielo para beneficio de la tierra

El pan de vida y la fe viva en Cristo nos dan la vida eterna

1.- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. San Juan dice, en el evangelio y en sus Cartas, que tanto el pan de vida, como la fe en Cristo, producen el mismo efecto: la vida eterna. Como sabemos, San Juan no describe en su evangelio la institución de la eucaristía, pero en el capítulo sexto habla extensa y profundamente del pan de vida. El pan de vida nos dice San Juan, nos da la vida eterna. También nos dice San Juan en este mismo capítulo que el que cree en él tiene vida eterna. Para San Juan el pan de vida y la fe viva en Cristo producen, pues, el mismo efecto: la vida eterna. De donde debemos deducir que la fe viva en Cristo es también comunión con Cristo. Es decir, que comer el pan vivo y creer en Cristo, según San Juan, es vivir en comunión con él. Es evidente que no se trata aquí de un comer físicamente el cuerpo de Cristo, como tampoco se trata aquí de un simple creer racionalmente en Cristo. Comer el cuerpo de Cristo es comulgar con él, es identificarse místicamente con él, como también creer en Cristo es querer identificarme con él, es querer vivir en comunión con él. Cuando comemos físicamente el cuerpo sacramentado de Cristo en la eucaristía debemos comulgar mística y espiritualmente también con Cristo. Solo si comulgamos espiritualmente con Cristo cuando comemos físicamente el pan consagrado, habremos comido el pan vivo que nos hace vivir para siempre. En este sentido, se han aplicado estas palabras de San Juan a la participación de los fieles en el sacramento de la eucaristía. El pan que comulgamos lo recibimos como pan de vida, como vida de Cristo, y por eso creemos que este pan nos da la vida eterna. No debemos separar nunca la comunión física de la comunión espiritual, porque comulgar con Cristo es comulgar con el cuerpo místico de Cristo, del que todos nosotros somos miembros vivos.

2.- ¡Levántate, come! Elías se levantó, comió y bebió y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios. La eucaristía debe ser para nosotros alimento y fuerza espiritual, para vencer los muchos cansancios y las muchas dificultades que tenemos que vencer en nuestra vida. El profeta Elías se encontraba derrumbado física y psíquicamente, hasta el punto de desear la muerte. Pero el pan que le había preparado el ángel – el pan del cielo- le dio vida y vigor. El profeta Elías empleaba todas sus fuerzas en comunicar a su pueblo las palabras que el Señor ponía en su boca; él era únicamente un instrumento del que se valía Dios para hablar a su pueblo. Esta debe ser la misión de todo predicador del evangelio: ser un canal a través del cual la voz de Cristo llegue a otras personas. Para esto, el canal debe estar limpio y ser resistente; con la eucaristía Dios mismo limpia nuestro espíritu y nos da fuerza y entusiasmo. La fuerza que recibimos en la eucaristía no debe quedarse en nosotros, debe ser fuerza que fortalezca a los demás. No sólo comulgamos para nosotros mismos; comulgamos también para los demás.

3.- No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios. San Pablo sigue animando a los fieles de Éfeso a vivir en comunidad cristiana y fraterna, tal como el Señor Jesús se lo había recomendado. Una comunidad cristiana en la que no reine el amor no es verdadera comunidad cristiana, porque no es una comunidad presidida por el Espíritu de Cristo, que es espíritu de amor. Los consejos concretos que da San Pablo a los primeros cristianos de Éfeso siguen siendo hoy tan válidos como entonces. Es suficiente con que los recordemos literalmente: “desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo”. Más resumido y mejor no se puede decir.

Gabriel González del Estal

Explicar a Dios (Oración)

EXPLICAR A DIOS

 

Un día más venimos a pasar un rato con Jesús. Empieza por reposar un poco. Relaja la cabeza y el cuerpo. Encuentra una postura cómoda y respira con calma.

Jesús, en estas oraciones estoy empezando a conocerte un poco más. Me doy cuenta de que en toda tu vida estabas cerca de Dios. Pero a veces para la gente no es fácil saber cómo es Dios. Por eso tú te lanzaste a los caminos para explicar a la gente cómo era ese Dios al que sentías como un Padre. Pero no todos te entendían.

Adaptación de Jn 6, 41-45:

La gente no se aclaraba mucho con Jesús. Por una parte, lo conocían. Para ellos era el hijo de María y José, el carpintero de Nazaret. Pero claro, Jesús decía que él era el enviado de Dios, y que había bajado del cielo. Así que le miraban extrañadísimos. Tampoco entendían eso de que él era como el pan que quita el hambre. Jesús intentaba explicárselo una y otra vez. Les decía que, como nadie ha visto a Dios cara a cara, lo mejor para aprender cómo es Dios era mirarle a él, al propio Jesús, pues hablaba en su nombre.

¿Nunca te ha pasado que no consigues que te entiendan? Cuando estás completamente seguro de algo, cuando cuentas una cosa que has visto o que te ha ocurrido y notas que te miran sin comprender, como si no te creyeran. Pues eso es lo que le pasaba a Jesús cuando trataba de explicar quién es Dios para él.

¿Te imaginas a Dios haciéndose un selfi? Estira el brazo, se hace una foto a sí mismo y… ¿qué se ve en la pantalla? A Jesús. Pues a lo mejor algo así nos diría hoy Jesús para tratar de describir a Dios. Miramos a Jesús como se compadecía, como oraba, como enseñaba y vemos a Dios.

Es como cuando me dicen que yo me parezco a mi madre o a mi padre. Jesús es una foto de Dios. Acuérdate de esto si alguna vez no sabes cómo es Dios. Al ver a Jesús estamos viendo a Dios. Al ver como él ama, como siembra, cómo construye. El amor que vemos en Jesús nos enseña de verdad quién es Dios.

Sólo sé que fuiste Tú quien me llamó a ser instrumento de Consolación,
hoy te doy mi sí de nuevo aunque sé de mi pecado,
pues confío en Ti, Señor, que vas conmigo.

No se puede amar a Dios a quien no vemos,
si no amamos al hermano a quien vemos;
cuando quiera yo medir cómo va mi amor a Dios
miraré si amo a todos mis hermanos. 

El amor no tiene fronteras, el amor no tiene fronteras. (bis)

Cada día siento que Tú me lo pides, que yo dé mi vida por llevarte a todos,
con detalles muy pequeños y con gestos muy humanos

para hacer feliz a quien está a mi lado.
Pero no podemos dar si no tenemos
y por eso es necesaria la oración,
para amar como Tú amas, perdonar como Tú hiciste
y sembrar paz y alegría al caminar. 

El amor no tiene fronteras…

Como Tú quiero estar siempre disponible
y que todo el que me busque a Ti te encuentre,
porque yo les dé mi vida como la darías Tú
y así puedan darte gracias y seguirte.
Haz que no pase de largo ante mi hermano
y que sean para mí los preferidos,
los enfermos, los pequeños, los que sufren y los pobres
porque Tú, Señor Jesús, vives en ellos. 

El amor no tiene fronteras…

El amor no tiene fronteras interpretado por Nahum, «En medio de ti.»

El amor que vemos a Jesús nos enseña quién es Dios.

Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario al evangelio – 10 de agosto

La fiesta del diácono y mártir san Lorenzo nos muestra una historia de servicio y de entrega de la vida. La imagen de la fecundidad del grano de trigo sepultado en la tierra nos revela la fecundidad de su vida y de su muerte.

Se atribuye a Francisco de Asís una conocida oración («Haz de mí, oh Señor, instrumento de tu paz»), aunque parece no haber testimonios de esa plegaria anteriores al s. XX. En todo caso, la oración refleja el espíritu del Poverello y nos revela la sabiduría del evangelio. En ella decimos: «Porque es dando como recibimos, olvidándonos como nos encontramos, perdonando como somos perdonados, muriendo como resucitamos a la vida eterna». Lorenzo se recibió dando y dándose, se encontró olvidándose de sí, fue perdonado por medio de su perdón, resucitó a la vida eterna muriendo mártir.

Nos han enseñado que la Iglesia, asentada en la piedra angular que es Cristo y descansando en las columnas o cimientos que son los profetas y apóstoles, se apoya en estos cuatro pilares: el anuncio y testimonio, la liturgia, el servicio, la comunión. Lorenzo vivió el anuncio-testimonio en su forma suprema: el martirio; su vida y muerte fueron liturgia espiritual; sirvió a los pobres desde su ministerio de diácono; la caridad y la fuerza del Espíritu que lo alentaban lo hacían vivir en la comunión y generar comunión. Podemos celebrar su fecundidad eclesial.

San Agustín enseña en la lectura del Oficio divino de este día: «Lo han imitado [a Cristo] los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no solo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber pasado ellos. Tenedlo presente, hermanos».