Vísperas – San Francisco de Asís

SAN FRANCISCO DE ASÍS. (MEMORIA)

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EN LA CUMBRE DE LA VERNA.

En la cumbre de la Verna
se han dado cita de amor
el siervo con su Señor
unidos en Pascua eterna.

Del cielo el Señor venía,
Hijo de Dios humanado,
tenía el cuerpo llagado
y el rostro resplandecía.

¡Oh Jesús, el mas hermoso
entre los hijos de Adán,
libres tus brazos están
para el abrazo de esposo!

Y Francisco se ha quedado
de gracia y amor transido;
por Cristo se encuentra herido
en manos, pies y costado.

Ved la Regla ya cumplida
en el monte de la alianza;
amor que la sangre alcanza
es de aquel que da la vida.

¡Gloria a ti, Cristo benigno,
en el precioso madero;
para el gozo verdadero
guárdanos bajo tu signo! Amén.

SALMODIA

Ant 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Salmo 71 I – PODER REAL DEL MESÍAS

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.

Que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Ant 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.

Salmo 71 II

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;

él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.

Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.

Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA BREVE   Rm 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; porque yo llevo en mi cuerpo sus marcas.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; porque yo llevo en mi cuerpo sus marcas.

PRECES

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:

Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,
ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.

Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Señor Dios, que en el pobre y humilde Francisco de Asís has dado a tu Iglesia una imagen viva de Jesucristo, haz que nosotros, siguiendo su ejemplo, imitemos a tu Hijo y vivamos, como este santo, unidos a ti en el gozo del amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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Lectio Divina – 4 de octubre

Lectio: Jueves, 4 Octubre, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 10,1-12

Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir. Y les dijo:
«La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: `Paz a esta casa.’ Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: `El Reino de Dios está cerca de vosotros.’ En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: `Sacudimos sobre vosotros hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies. Sabed, de todas formas, que el Reino de Dios está cerca.’ Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.
3) Reflexión.
• El contexto. El cap. 10, que empieza con nuestro pasaje, presenta un carácter de revelación. En 9, 51 se dice que Jesús “se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén”. Este camino, expresión de su ser filial, se caracteriza por una acción doble: están estrechamente unidos el “ser quitado” de Jesús (v.51) y su “venida” mediante la invitación de sus discípulos (v.52); hay una ligazón en el doble movimiento: “ser quitado del mundo” para ir al Padre, y ser enviado a los hombres. De hecho sucede a veces que el enviado no es atendido (v.52) y por tanto debe aprender a “entregarse” sin por desistir ante el rechazo de los hombres (9,54-55). Tres breves escenas ayudan al lector a comprender el significado del seguimiento de Jesús, que va a Jerusalén para ser quitado del mundo. En la primera, se presenta un hombre que desea seguir a Jesús a dondequiera que vaya; Jesús lo invita a abandonar todo lo que le proporciona bienestar y riqueza. Los que quieran seguirlo deben compartir con él su condición de nómada. En la segunda, es Jesús el que toma la iniciativa y llama a un hombre cuyo padre acaba de morir. El hombre pide una dilación de la llamada para atender a su deber de sepultar a su padre. La urgencia del anuncio del reino supera a este deber: la preocupación por sepultar a los muertos resulta inútil porque Jesús va más allá de las puertas de la muerte y esto lo realiza incluso en los que lo siguen. Finalmente, en la tercera escena, se presenta a un hombre que se ofrece espontáneamente a seguir a Jesús, pero pone una condición: saludar antes a sus padres. Entrar en el reino no admite demoras. Después de esta renuncia, la expresión de Lc 9,62, “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios”, introduce el tema del cap. 10.

• Dinámica del relato. El pasaje objeto de nuestra meditación empieza con expresiones muy densas. La primera, “Después de esto”, remite a la oración de Jesús y a su firme decisión de ir a Jerusalén. La segunda, respecta al verbo “designar”: “designó a otros setenta y dos y los envió…” (10.1), precisando que los envía delante de sí, es decir, con la misma resolución con la que él se encamina a Jerusalén. Las recomendaciones que Jesús les da antes de enviarlos son una invitación a ser conscientes de la misión a la que se les envía: la mies abundante en contraste con el número exiguo de obreros. El Señor de la mies llega con toda su fuerza, pero la alegría de su llegada se ve impedida por el reducido número de obreros. De aquí, la invitación categórica a la oración: “Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (v.2). La iniciativa de enviar a la misión es competencia del Padre, pero Jesús da la orden: “Id”, indicando después el modo de seguir (vv.4-11). Empieza con el equipamiento. Ni bolsa, ni alforja, ni sandalias. Estos elementos manifiestan la fragilidad del que es enviado y su dependencia de la ayuda que viene del Señor y de los habitantes de la ciudad. Las prescripciones positivas se resumen, en primer lugar, en la llegada a la casa (vv.5-7) y después en el éxito en la ciudad (v.8-11). En ambos casos no se excluye el rechazo. La casa es el lugar en el que los misioneros tienen los primeros intercambios, las primeras relaciones, valorando los gestos humanos del comer, del beber y del descanso, como mediaciones sencillas y normales para comunicar el evangelio. La paz es el don que precede a la misión, es decir, la plenitud de vida y de relaciones; la alegría verdadera es el signo que caracteriza la llegada del Reino. No hay que buscar la comodidad, es indispensable ser acogidos. La ciudad, sin embargo, es el campo más extenso de la misión en el que se desenvuelve la vida, la actividad política, las posibilidades de conversión, de acogida o de rechazo. A este último aspecto se une el gesto de sacudirse el polvo (vv.10-11), como si los discípulos, al abandonar la ciudad que los ha rechazado, dijesen a sus habitantes que no se han apoderado de nada, o también podría indicar el cese de las relaciones. Al final, Jesús recuerda la culpabilidad de la ciudad que se cierre a la proclamación del evangelio (v.12).
4) Para la reflexión personal
• Cada día el Señor te invita a anunciar el Evangelio a tus íntimos (la casa) y a los hombres (la ciudad). ¿Adoptas un estilo pobre, esencial, al testimoniar tu identidad cristiana?

• ¿Eres consciente de que el éxito de tu testimonio no depende de tus capacidades personales, sino sólo del Señor que envía y de tu disponibilidad?
5) Oración final
«Busca su rostro».

Sí, Yahvé, tu rostro busco:
no meocultes tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
No me abandones, no me dejes,
Dios de mi salvación. (Sal 27,8-9)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

43.- Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que «entre el Creador y la criatura no se puede señalar una semejanza tal que la desemejanza entre ellos no sea mayor todavía» (Concilio de Letrán IV: DS 806), y que «nosotros no podemos captar de Dios lo que Él es, sino solamente lo que no es, y cómo los otros seres se sitúan con relación a Ël» (Santo Tomás de Aquino, Summa contra gentiles, 1,30).

Por tanto, el hombre sí puede conocer a Dios, pero el conocimiento que tenemos de Dios es parcial y complejo, no es el conocimiento de simplicidad que tenemos en el cielo. El conocimiento de simplicidad que es el de la visión de Dios, que es que, viéndole a Él casi conocer y amar se funden. En esta vida, una cosa es el conocimiento y otra cosa es el amor. Cuando en el cielo conocemos a Dios a través de la visión beatífica, conocer y amar son una sola cosa, y a Dios se le conoce de una manera intuitiva, simple. Yo a Dios por la visión beatífica lo puedo conocer en su integridad, en su totalidad, aunque toda la eternidad será corta para poderle abarcar plenamente, para poder fundirme con Él, pero le conozco en su plenitud, en esa visión beatífica. Por tanto, el problema que tenemos aquí es que no sabemos ser simples porque somos complicados. Acordaos como Jesús nos puso como ejemplo la simpleza de los niños, la sencillez de los niños “Si no os hacéis como niños no podréis conocer a Dios”. Somos demasiado complicados, el pecado nos ha hecho demasiado complicados para conocer a Dios. Hazte niño para que siendo niño tengas más posibilidades de conocer a Dios. La visión beatífica de Dios en el cielo está más cerca de la inocencia de un niño que de la sabiduría de un premio nobel.

En el Concilio IV de Letrán, que lo trae a colación este punto dice “Entre el creador y la criatura hay una semejanza, una analogía, pero ¡ojo! Siempre será menor esa semejanza que la diferencia que hay entre nosotros y Dios. Siempre será mayor por la infinitud de Dios. El milagro de la gracia es que Dios en la medida en que nos va santificando, cada vez nos hace más semejantes a Él hasta fundirnos en la visión beatífica. Luego se trae aquí también otra cita de Santo Tomás de Aquino en la que se dice que hablamos con más precisión de Dios cuando decimos lo que no es, que cuando decimos lo que es. Dios es infinito. No tiene límite. Es más fácil hablar con precisión de Dios en la medida en que se habla con un lenguaje en el que se afirma lo que Dios no es. Dios es inmenso, Dios es infinito, etc. Por ejemplo, si decimos Dios es generoso, ¿Qué ocurre? Que cuando utilizamos términos que no son términos que nieguen el límite, sino que afirmen algo concreto, sí, Dios es generoso, pero no como la generosidad nuestra sino algo muy superior. Dios es veraz pero no como lo que nosotros entendemos por veracidad sino algo muy superior. Siempre cuando hablamos de Dios tenemos que trascender los términos que estamos utilizando. Hemos llegado hasta aquí.

Si nos preguntamos cual es la conclusión de esta exposición que hemos hecho y que tiene como título “¿Cómo hablar de Dios?” Pues yo diría dos cosas:

  1. Con confianza porque este lenguaje que Dios nos ha dado y esta capacidad de conocer son reales.
  2. Con humildad, porque Dios no es un objeto de laboratorio que lo metemos en una lupa y allí lo controlamos.

Hablemos con Él con confianza porque Dios nos ha dado la gracia de ser interlocutores suyos. Al mismo tiempo hagámoslo con mucha humildad, porque en el fondo para hablar bien de Dios tenemos que escucharle a Él hablar de nosotros, para que así nosotros podamos hablar de Él. Es como cuando unos hijos se ponen con el oído pegado a la puerta “Están los papás hablando de nosotros. A ver que dicen de nosotros” Y escuchan lo que los padres dicen de los hijos para que luego puedan los hijos hablar de sí mismos y de los padres. Algo así nos pasa a nosotros, vamos a escuchar lo que Dios dice de nosotros que esa es la revelación para que podamos hablar mejor de Él y con más precisión y con más consciencia de lo que decimos.

Acompañamiento espiritual y otros

Florecen por estanterías y bibliotecas los libros de autoayuda, ofreciendo el descanso a través de mil técnicas de respiración o diversos modos de conseguir un sueño más profundo. No pocos dejaron de fumar con literatura de este género, y tantos otros encontraron sosiego en muchas de sus páginas. Ciertamente, hicieron su vida mejor.
Amanecen más y más terapias de crecimiento y teorías psicológicas inspiradoras de paz y sosiego. Los profesionales de la psique ofrecen sus servicios, conscientes de que gran parte de la problemática de sus contemporáneos no está sino dentro de ellos mismos. Problemas más encarados, situaciones fatalmente resueltas, traumas que no se vivieron a fondo o heridas que continúan abiertas. Estudian y estudian la conducta humana, encontrando, en muchas ocasiones, novedosos -y llenos de éxito- modos de ayudar.
Especialmente atractiva suena, últimamente, la disciplina del coach personalizado. Según la Federación Internacional del Coach, «el coaching profesional consiste en una relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida, profesión, empresa o negocios de las personas. Mediante el proceso del coaching, el cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida». Los temas de conversación son elegidos por el «cliente», y la tarea del «entrenador» es proyectarle hacia un futuro mejor y más pleno. para ello, salpica su presente con el esfuerzo, y anima al usuario de estos servicios al examen de sus acciones. En el fondo, quien acude al coaching puede esperar conocerse mejor a sí mismo, reconocer lo que quiere descubrir y poner medios proporcionados para conseguirlo.
Nada de cuanto he descrito pienso que tenga mucho que ver con el acompañamiento espiritual. Conviene anotarlo -con claridad- para evitar confusiones que puedan, finalmente, defraudar. Por su propia naturaleza, en virtud de su particular especifidad, el acompañamiento espiritual busca hacer crecer al acompañado -que no es ni cliente ni paciente- en la amistad con dios y en la caridad con los hermanos. El acompañamiento espiritual aportará secundariamente solución a problemas relativos el éxito profesional, familiar o personal; pero únicamente como consecuencia de ese centrarse en lo fundamental y conducir por ese camino todos los esfuerzos.
Es legítimo que el acompañamiento espiritual nazca de la preocupación por solucionar una circunstancia concreta, pero es cuestión de tiempo que la conversación se eleve, llegando a tocar las realidades más profundas y vivas del corazón. Por su misma naturaleza, el acompañamiento espiritual responde a la necesidad de seguridad y cuidado del espíritu, además de dar ocasión para su natural apertura. Sin embargo, el diálogo espiritual no es una cosa aislada o privada, exclusiva: es mucho más.
Por un lado, es una muestra muy concreta de la solicitud de Dios por cada alma, que se interesa por cada una y por cada uno. En este sentido, bien podría ser denominada paternidad espiritual, porque en ella se manifiesta la dedicación de nuestro Padre Dios por cada uno de sus hijos. En efecto, el pastoreo de Cristo no es un genérico servir al conjunto, sino una personalizada atención al hombre singularmente considerado.
Por otro lado, la dirección espiritual expresa el amor que la Iglesia tiene por cada uno de sus miembros. La vida de la Iglesia es muy amplia, y abarca tanto aquella actividad que ejercen los pastores (nutrir por los sacramentos, ilustrar con la enseñanza y dirigir con el gobierno), como todas aquellas que construyen el reino de Dios en el mundo, y que son tarea de los bautizados (sacerdotes o no): acción social, catequesis, cultura, problemas sociales…
La dirección espiritual forma parte de esta extraordinaria vida de la Iglesia, que trae los medios de salvación a los hombres a través de otros bautizados, quizá especialmente cualificados. Es una llamada a la santidad para todo el que quiera dejarse acompañar.

Gaudete et exsultate (Francisco I)

97. Ante la contundencia de estos pedidos de Jesús es mi deber rogar a los cristianos que los acepten y reciban con sincera apertura, «sine glossa», es decir, sin comentario, sin elucubraciones y excusas que les quiten fuerza. El Señor nos dejó bien claro que la santidad no puede entenderse ni vivirse al margen de estas exigencias suyas, porque la misericordia es «el corazón palpitante del Evangelio»[81].


[81] Bula Misericordiae Vultus (11 abril 2015), 12: AAS 107 (2015), 407.

Dios, diálogo y detalles

1.- “El amor es comprensivo”. En el matrimonio, tanto el hombre como la mujer «son una sola carne» y, por tanto, busca siempre el uno la felicidad del otro. Ya no se preguntará si «yo soy feliz», sino si «estoy haciendo feliz al otro». Porque en la medida en que el esposo haga feliz a su mujer, será también él feliz y viceversa. En el matrimonio hay un compromiso de amar para siempre, pero para que esto sea posible «hay que cuidar el amor», como cuidamos una planta para que no se seque. Y sólo se cuida el amor cuando se dedica el tiempo necesario al otro, cuando se es capaz de renunciar a uno mismo en favor del otro, cuando el diálogo y la tolerancia tienen cabida dentro del hogar. Pregunté a un matrimonio en la celebración de sus bodas de oro cuál era el secreto de que se quisieran tanto y me respondieron al unísono: «comprensión, mucha comprensión……. Comprender al otro es ponerse en su lugar, es ser capaz de sufrir y alegrarse cuando el otro sufre o se alegra, igual que todo nuestro cuerpo sufre cuando le duele un miembro. Amar de verdad es ser capaz de decir «lo siento» y «te perdono», igual que se dice «te quiero». Para conseguir el éxito en el matrimonio hay que tener presente las tres “D”: Dios, diálogo y detalles

3.- Es un amor que toma la iniciativa. El proyecto de amor según Dios exige permanencia y tiene ansias de plenitud y para siempre, «hasta que la muerte nos separe». Pero la realidad es que este ideal no se puede vivir por diversas razones. En este caso la Iglesia debe ser acogedora. Así lo manifestado repetidas veces el Papa Francisco y lo destacó en la “Amoris laetitia”. Hay tres palabras claves para el Papa en el matrimonio: “permiso, perdón y gracias”. El respeto, el perdón y el agradecimiento son fundamentales en la vida del matrimonio. El verdadero amor no espera que el otro dé el primer paso. Se lanza el primero para hacerle feliz. Además, es comprensivo, disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites. El amor lleva a aceptar al oro como es, sin pretender cambiarlo, ni dominarlo, ni anularlo…. Quiere la realización del orto sin esclavitudes. Es como tener al ser querido como en un pedestal, buscando en todo momento su bien.

3.- Un amor total, fecundo y fiel. Supone entrega total de uno mismo. Pone en juego todo lo que somos. La persona es corazón: amar es darse. Cada uno se ofrece al otro su cariño para hacer feliz al otro. La persona es libertad, decisión: los esposos se dan un sí que compromete toda su vida. Es como si se dijeran; “Mi vida eres tú”, o “sin ti no soy nada”. El amor mutuo es el mejor camino para entender y amar a Dios. Necesita salir de sí mismo, dar vida: los hijos, fruto del amor. Pero debe ser fecundo para los demás. No se trata solamente de mirarse el uno al otro, sino también de mirar juntos a los demás, para que el amor sea también bendición para otros muchos. Es un amor fiel, que tiene que crecer y que hay que cuidar No podemos ser ingenuos y pensar que crece sólo. Se cuida cada día con los pequeños detalles, la comunicación y el dedicar tiempo al otro… Hay que evitar todo aquello que pone en peligro al amor y favorecer lo que lo hace crecer, como dice esta parábola:

“Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse.

El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos y solamente le dijo una palabra: Ámala, luego guardó silencio.

-Pero es que ya no siento nada por ella.

Ámala, repuso el sabio.

Y ante el desconcierto del señor, después de un oportuno silencio, el viejo sabio agregó lo siguiente: Amar es una decisión, no un sentimiento; Amar es dedicación y entrega, amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor.

El Amor es un ejercicio de jardinería: arranca lo que le puede hacer daño a tu jardín, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega y cuida. Debes estar preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvias, mas no por eso abandone tu jardín.

Ama a tu pareja, es decir, acéptala, valórala, respétela, dale afecto y ternura, admírala y compréndela. Eso es todo, Ámala”.

José María Martín OSA

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

Se le acercaron unos fariseos y le preguntaron con intención de tentarlo: «¿Le está permitido al hombre separarse de su mujer?». Jesús les respondió: «¿Qué os mandó Moisés?». Ellos dijeron: «Moisés mandó escribir un acta de divorcio y despedirla». Jesús les dijo: «Moisés escribió este precepto por la dureza de vuestros corazones. Pero al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne”. Por lo tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Ya en casa, de nuevo los discípulos le preguntaron acerca de esto; Jesús les dijo: «El que se separe de su mujer y se case con otra comete adulterio contra la primera; y si la mujer se separa de su marido y se casa con otro comete adulterio».

Le presentaron unos niños para que les impusiera las manos. Los discípulos los regañaban. Pero Jesús, al verlo, se indignó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño no entrará en él». Los tenía en brazos y los bendecía imponiéndoles las manos.

Marcos 10, 2-16

 

Comentario del Evangelio

Trataban de poner a prueba a Jesús porque para ellos Jesús les decía cosas incómodas, cosas que no querían escuchar. Muchas veces hay personas que nos dicen verdades y no las quere- mos escuchar… Debemos estar abiertos a que nos digan cosas que no nos gustan, que seguro que nos harán crecer.

Y Jesús les contesta siempe desde el amor, apostando por el amor en el matrimonio y por el te- ner siempre cerca a los niños. Sabemos que hay muchas familias con problemas, donde padres y madres tienen problemas y donde también hay falta de amor entre padres e hijos. Nosotros debemos estar atento a todo esto y ayudar en lo posible.

 

Para hacer vida el Evangelio

• ¿Conoces alguna situación de alguna familia en la que hay problemas entre ellos?

• ¿Por qué es importante la familia para todos nosotros? ¿Qué podemos hacer para ayudar en las situaciones en las que hay problemas en las familias?

• Escribe un compromiso para ser una persona atenta a los problemas de relaciones en las familias.

Oración

Sabemos que necesitamos
cuidarnos mutuamente,
pero la vida nos arrastra y se nos olvida.
Hazte Tú presente en todas nuestras casas
y ayúdanos a cuidar el clima de familia
y el calor de hogar.
Enséñanos, Señor, a acompañar
la vida de los separados,
a entender el dolor de las familias rotas,
sabiendo ser amigos en los que puedan apoyarse
y encuentren una mano tendida
que les pueda ayudar.
Que tu Iglesia, Señor, y toda tu gente,
sepa hacer familia en torno suyo,
que no condene a nadie, que no critique nada,
y que acompañe, solo, el dolor de alrededor.
La familia está en crisis, las parejas se rompen,
los niños están solos y es un tiempo difícil,
por eso te necesitamos, en medio de nosotros,
apóyanos, ayúdanos y llénanos de Amor,
para hacerlo mejor.

Sólo Tú sabes como vivir el amor

Tú, Señor, conoces el momento
en que estamos viviendo,
sabes, bien, que el amor,
se confunde con otras cosas,
y también sabes lo difícil que es vivir en pareja,
haciendo que los dos se cumplan y sean felices.

Tú, que conoces mejor que nadie nuestras dificultades,
ayúdanos, Señor, a querernos
cada día un poco más,
a potenciar todos la pareja humana,
creando clima de ternura y de amor alrededor.

Hoy la gente se cansa del otro enseguida,
las parejas se rompen y sufre toda la familia;
las prisas, los agobios, las tareas y la televisión,
se comen el tiempo de comunicación familiar.

Sabemos que necesitamos cuidarnos mutuamente,
pero la vida nos arrastra y se nos olvida.
Hazte Tú presente en todas nuestras casas
y ayúdanos a cuidar el clima de familia

y el calor de hogar.

Enséñanos, Señor, a acompañar
la vida de los separados,
a entender el dolor de las familias rotas,
sabiendo ser amigos en los que puedan apoyarse

y encuentren una mano tendida que les pueda ayudar.

Sugiere, Señor, a los educadores,
a suplir a los padres,
cuando ellos no sepan o no puedan hacerlo bien,
en vez de criticarles y ponerse en su contra,
que sean para ellos un descanso,

entre tanto dolor.

Que tu Iglesia, Señor, y toda tu gente,
sepa hacer familia en torno suyo,

que no condene a nadie, que no critique nada,
y que acompañe, solo, el dolor de alrededor.

La familia está en crisis, las parejas se rompen,
los niños están solos y es un tiempo difícil,
por eso te necesitamos, en medio de nosotros,
apóyanos, ayúdanos y llénanos de Amor,
para hacerlo mejor.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio del Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

• Como en los pasajes que hallábamos en los domingos anteriores, en este, en la parte dedicada al “divorcio” (2- 12), hay dos momentos: el debate con los fariseos (2-9) y la enseñanza a los discípulos “en casa” (10-12)

• Vale la pena tomar nota, a partir de este hecho, de la importancia que Jesús da al grupo, a la revisión de la jornada en grupo, al discernimiento comunitario… sin voluntad de “poner a prueba” a nadie (2).

• Para acercarnos a lo que Jesús dice (5-9.11-12) sobre el divorcio y la unión del hombre y la mujer hay que tener en cuenta su preferencia por los pobres, por los pequeños(16). Y que el amor, como el Reino (15), esun don para ser acogido. También hay que tener en cuenta la situación de la mujer en relación con el marido en su tiempo.

* La mujer se consideraba impura por la menstruación (Lv 15,19); se la veía asociada al pecado de los orígenes de la humanidad (Gn 3,12-16); no se le enseñaba la Ley y participaba en el culto de manera limitada; en cuanto al matrimonio, el marido la compraba y el padre la vendía; era esclava del marido; sólo tenía derecho a alimentación, vestido y protección de agresiones…

* El legalismo, interpretando Dt 24,1, había creado mil razones para que el marido se la pudiera quitar de encima, muchas veces sin compensación alguna, quedando totalmente desamparada. En tiempo de Jesús la aplicación de Dt 24,1 era muy discutida entre los maestros de la Ley.

* En ese texto se dice que el hombre puede divorciarse de su mujer si halla en ella algo censurable. Algunos lo interpretaban de modo que se podía repudiar a la mujer por cualquier motivo; otros, en cambio, decían que era necesario un motivo grave, como, por ejemplo, el adulterio.

• Jesús recuerda (6-9) que en los orígenes(Gn 1,27; 2,24) el Plan de Dios era otro: “los creó hombre y mujer”. Es decir, ambos,juntos, son creados por Dios, y son ambos, juntos, imagen suya (Gn 1,27). En el proyecto de Dios son “una sola carne” (8): él y ella, en igualdad, se dan el uno al otro para tener comunión de vida, para compartirlo todo, para hacer juntos, en libertad, un único proyecto. Se acogen el uno al otro como regalos.

• También nos muestra Jesús que, cuando las relaciones se apoyan en las leyes, sobre todo si son las de quien domina, no hay comunión. El otro o la otra deja de ser un regalo.

* Lo que no quita que, si hay una ruptura real “por vuestra terquedad” (5), las leyes no tengan que regular la situación para defender al o a la más pobre. En todo caso, el matrimonio, en el Proyecto de Dios, no tiene su base en las leyes sino en el amor entre una mujer y un hombre igualmente libres.

• Entrando en el tema de los “niños” (13),cabe decir que, en la cultura del tiempo de Jesús, representaban la realidad más insignificante: los que no tienen derechos, que no importan, que no cuentan, no merecen atención (13). Las mujeres o los esclavos tenían la misma consideración.

• Acoger a un niño, como hace e invita a hacer Jesús (14.16), supone abrirse a una persona que no te dará nada a cambio. Es un gesto gratuito.

• Jesús aprovecha el hecho para decir cosas importantes sobre el Reino: es un don de Dios a todos los que lo quieran, pero ofrecido prioritariamente a los que más lo necesitan: los pequeños y las pequeñas, los rechazados y las rechazadas, los y las que no cuentan; es un don gratuito, un regalo que no se merece, que no se gana. Por ello sólo lo reciben (sólo lo aceptan) los pequeños y aquellos que, estando con ellos, se hacen pequeños (14-15).

• El gesto de Jesús, “imponer las manos” (16), expresa la bendición divina.

• Jesús propone el niño como modelo (15).Pero no por su inocencia o por su comportamiento (no siempre son modélicos los niños), sino porque los niños se hallan en una situación de debilidad y dependencia y tienen que confiar en otra persona. El niño acepta lo que le es ofrecido. El verdadero discípulo de Jesús es quien acepta el don del Reino que Dios le hace, el don del Amor pleno.

Comentario al evangelio – 4 de octubre

Celebramos hoy la memoria de San Francisco de Asis. ¿Quién no ha oido hablar de este santo que ha traspasado las fronteras del tiempo y la cultura, incluso de las religiones? Es seguramente el santo más ecuménico de todos. De él se han dicho tantas cosas que lo mejor es permitir que sea él quien nos hable a través de uno de sus hijos, Eloi Lecrec. Él recrea así la palabra de Francisco en su conocida obra «Sabiduría de un pobre»: «Algunos hermanos me piden una regla más precisa, más determinada. Pero yo no puedo decirles otra cosa que lo que les he dicho ya, y que el Señor Papa ha aprobado plenamente: es decir, que la regla y la vida de los Hermanos Menores consiste en observar el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. A eso, aún hoy, no tengo nada que añadir o quitar. Que los hermanos vivan, pues, en la condición humilde y pobre que fue la del Señor. Que anuncien como Él el reino de Dios a toda criatura, y si se les arroja o se les persigue en un lugar, que vayan a otro. Y en todas partes donde sean recibidos, que coman todo lo que les ofrezcan. Los hermanos que vivan así no constituirán, sin duda, una Orden poderosa, sino que formarán en todas partes donde estén, libres comunidades de amigos. Serán verdaderos hijos del Evangelio. Serán hombres libres, porque nada limitará su horizonte. Y el Espíritu del Señor soplará en ellos como quiera».

Estas palabras puestas en boca de San Francisco nacen del puro Evangelio. Hoy la liturgia nos regala este texto de Lucas en el que Jesús habla a sus discípulos de las exigencias de misión: dejarlo todo para seguirle solo a El. Mirar al frente con la confianza puesta sólo en Dios. Asumir la libertad absoluta frente al “tener” para ponerse totalmente al servicio del Reino. Quizá vivimos tan rodeados de medios, de cosas, de necesidades, de comodidades… que dificilmente pasamos de un suspiro cuando escuchamos estas palabras, o cuando vemos el testimonio vivo depersonas que se han tomado en serio estas palabras de Jesús y lo han dejado todo por el Reino. Nos justificamos facilmente creyendo que para nosotros es imposible, y probablemente tengamos razón. Aunque nos olvidamos que para Dios nada hay imposible. Basta con tener fe… en el sentido más literal de la Palabra, fiarnos un poco más de Él para proclamar con San Francisco: “Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tu eres toda nuestra riqueza y satisfacción. (San Francisco de Asis – Alabanza al Dios Altísimo)