I Vísperas – Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LUZ MENSAJERA DE GOZO.

Luz mensajera de gozo,
hermosura de la tarde,
llama de la santa gloria,
Jesús, luz de los mortales.

Te saludamos, Señor,
oh luz del mundo que traes
en tu rostro sin pecado
pura la divina imagen.

Cuando el día se oscurece,
buscando la luz amable
nuestras miradas te siguen
a ti, lumbre inapagable.

Salve, Cristo venturoso,
Hijo y Verbo en nuestra carne,
brilla en tu frente el Espíritu,
das el corazón del Padre.

Es justo juntar las voces
en el descanso del viaje,
y el himno del universo
a ti, Dios nuestro, cantarte.

Oh Cristo que glorificas
con tu vida nuestra sangre,
acepta la sinfonía
de nuestras voces filiales. Amén.

SALMODIA

Ant 1. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Salmo 112 – ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Ant 2. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Salmo 115 – ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.

Ant 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL – Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.

LECTURA BREVE   Hb 13, 20-21

El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos, por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

V. Cuántas son tus obras, Señor.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuántas son tus obras, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El hombre se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. ¡Gran misterio es éste! Y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El hombre se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. ¡Gran misterio es éste! Y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

PRECES

Recordando la bondad de Cristo, que se compadeció del pueblo hambriento y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:

Escúchanos, Señor.

Reconocemos, Señor, que todos los beneficios que hoy hemos recibido proceden de tu bondad;
haz que no sean estériles, sino que den fruto, encontrando un corazón noble de nuestra parte.

Dios nuestro, luz y salvación de todos los pueblos, protege a los que dan testimonio de ti en el mundo,
y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu.

Haz, Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano.

A ti, que eres el médico de las almas y de los cuerpos,
te pedimos que alivies a los enfermos y des la paz a los agonizantes, visitándolos con tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos,
cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, que con la magnificencia de tu amor sobrepasas los méritos y aun los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 6 de octubre

Lectio: Sábado, 6 Octubre, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 10,17-24

Regresaron los setenta y dos, y dijeron alegres: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.»
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a ingenuos. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Mi Padre me lo ha entregado todo, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.»
3) Reflexión
• El contexto. Anteriormente, Jesús había enviado a setenta y dos discípulos, ahora éstos vuelven y se explican. Puede constatarse que el éxito de la misión se debe a la experiencia de la superioridad, o mejor, de la supremacía del nombre de Jesús respecto a las potencias del mal. La caída de Satanás coincide con la llegada del Reino: los discípulos lo han visto al realizar la misión. Las fuerzas demoníacas han quedado debilitadas: los demonios se someten al poder del nombre de Jesús. Pero este convencimiento no puede ser el fundamento de su alegría y del entusiasmo de su testimonio misionero; la alegría tiene sus raíces profundas en el hecho de ser conocidos y amados por Dios. Esto no quiere decir que la protección de Dios y la relación con él nos sitúen siempre en ventaja ante las fuerzas demoníacas. Aquí se pone la mediación de Jesús entre Dios y nosotros: “Mirad, os he dado el poder” (v.19). El poder de Jesús es un poder que nos hace experimentar el éxito ante el poder diabólico y nos protege. Un poder que sólo puede ser transmitido cuando Satanás es derrotado. Jesús ha asistido a la caída de Satanás, aunque aún no ha sido derrotado definitivamente; los cristianos están llamados a impedir este poder de Satanás sobre la tierra. Ellos están seguros de su victoria, aunque vivan en situación crítica: participan de la victoria en la comunión de amor con Cristo aunque son probados en el sufrimiento y el la muerte. Sin embargo, el motivo de la alegría no está en la seguridad de salir indemnes, sino en el hecho de ser amados por Dios. La expresión de Jesús “vuestros nombres están escritos en el cielo” atestigua que el estar presente en el corazón de Dios (la memoria) garantiza la prolongación de nuestra vida en la dimensión de la eternidad. El éxito de la misión de los discípulos es consecuencia de la caída de Satanás, pero por otra parte muestra la benevolencia del Padre (vv.21-22): el éxito de la Palabra de Gracia en la misión de los setenta y dos, vivida como designio del Padre y en comunión con la resurrección del Hijo, es desde ahora revelación de la bondad del Padre; la misión se convierte en un espacio para revelar la voluntad de Dios en el tiempo humano. Esta experiencia la transmite Lucas en un contexto de oración: Muestra la reacción en el cielo (“te doy gracias”, v.21) y también en la tierra (vv.23-24).

• La oración de júbilo. En la oración que Jesús dirige al Padre guiado por la acción del Espíritu, se especifica que “se llenó de gozo”, expresando la apertura al gozo mesiánico y proclamando la benevolencia del Padre. Se hace evidente en los pequeños, en los pobres y en los que no cuenta para nada, porque ellos han escuchado la palabra anunciada por los enviados y de esta manera acceden a la relación entre las personas divinas de la Trinidad. Sin embargo, los sabios y doctos, en su seguridad, se complacen en su competencia intelectual y teológica. Esta actitud les impide entrar en el dinamismo dado por Jesús a la salvación. La enseñanza que Lucas pretende transmitir a cada creyente, e igualmente a las comunidades eclesiales, se podría sintetizar así: la humildad abre a la fe; la suficiencia de las propias seguridades cierra al perdón, a la luz, a la benevolencia de Dios. La oración de Jesús tiene sus efectos sobre todos los que acogen la benevolencia del Padre y se dejan envolver por ella.
 
4) Para la reflexión personal
• La misión de ser portadores de la vida de Dios a los demás comporta un estilo pobre y humilde. ¿Está tu vida atravesada por la vida de Dios, de la Palabra de gracia que viene de Jesús?
• ¿Tienes confianza en la llamada de Dios y en su poder, que busca manifestarse a través de la simplicidad, de la pobreza y de la humildad?
5) Oración final
Tú, Señor, eres bueno e indulgente,

rico en amor con los que te invocan;
Yahvé, presta oído a mi plegaria,
atiende a la voz de mi súplica. (Sal 86,5-6)

Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

El tema del divorcio se planteaba en el judaísmo, en tiempos de Jesús, de forma muy distinta a como se plantea en nuestro tiempo. El derecho a divorciarse estaba exclusivamente de parte del hombre. Los casos en los que la mujer podía demandar el divorcio eran muy escasos y de difícil aplicación. Y para complicar más las cosas, el rabino Hillel interpretaba la ley de Moisés (Dt 24, 1) de forma que cualquier cosa que desagradara al marido, le daba derecho a este para repudiar a la mujer. Además, el texto del Deuteronomio se ha de leer completo, ya que el texto entero (Dt 24, 1-4) lo que considera abominable es que el marido de la divorciada se case de nueva con ella, si es que ella ha tenido un segundo marido. Era un problema de «pureza ritual», no de indisolubilidad matrimonial.

La pregunta de los fariseos no era la pregunta por el divorcio, tal como ahora se plantea, sino la pregunta por la desigualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Es decir, los fariseos preguntaban si los privilegios del hombre eran prácticamente ilimitados, como defendía la escuela teológica de Hillel. Ahora bien, eso es lo que Jesús no tolera. La desigualdad de derechos está directamente en contra del Evangelio. Además, se debe recordar que los cristianos, por lo menos hasta el s. VIII, se casaron como todos los ciudadanos del Imperio. Y en cuanto a la indisolubilidad, el papa Gregorio II, en 726, permite el divorcio, como consta en una carta del mismo papa (Migne, PL 89, 525).

Jesús argumenta (en pro de la igualdad de derechos) recurriendo al proyecto original de Dios: que el hombre y la mujer no son dos, sino una sola carne, es decir se funden en una unidad que es tanto como decir una perfecta igualdad en dignidad y derechos, por más que sean tan patentes las diferencias. La diferencia es un hecho. La igualdad es un derecho. Deducir de este evangelio lo que Jesús no pudo pretender decir, ya que ni se lo preguntaron, es manipular (por ignorancia) lo que dijo Jesús.

José María Castillo

Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

Palabra

Hay dos modos de escuchar las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio. Uno, en clave jurídica: se trata de la ley, exigencia constitutiva de la pareja cristiana, sellada por el sacramento. Otro: se trata de un imperativo que nace de la llamada al Reino (así aparece claramente en Mt 19,11-12).

El imperativo es incondicional; pero se apoya en la llamada y se realiza mediante la dinámica misma del amor. La ley es externa y se impone como exigencia formal, independiente de la realización del valor esencial, que es el dos-uno, el misterio de la Alianza entre el hombre y la mujer.

En la época de Jesús, El tuvo que superar la Ley de Moisés interpretada arbitrariamente por los rabinos, recuperando su espíritu expresado en Gén 2 (primera lectura).

En nuestra época, tenemos que superar el legalismo del derecho canónico y de la mentalidad de tantos creyentes, recuperando el espíritu de Jesús respecto al amor cristiano de pareja.

Vida

Cuando un texto religioso se entiende como ley formal, adquiere un contenido intemporal y sagrado. En consecuencia, cuando se juzga un caso problemático grave, el razonamiento es mecánico y se atribuye, automáticamente, a infidelidad moral.

Pero la problemática actual del matrimonio es infinitamente más compleja. Basta pensar en la diferencia entre la sociedad rural y nuestra sociedad postindustrial.

¿Se trata, entonces, de relativizar el imperativo de Jesús? Por el contrario, se trata de traducirlo aquí y ahora, de ayudar a las parejas cristianas a vivir realmente, no legalmente, el don de la indisolubilidad.

¿Hemos educado para el amor de pareja? Lo triste es que se reduce la cuestión a información sobre la sexualidad. Pero los desafíos de madurez afectiva, la necesidad de fundamentar el amor en la fe, son tales que llama la atención la superficialidad con que se abordan.

Javier Garrido

Gaudete et exsultate (Francisco I)

99. Esto implica para los cristianos una sana y permanente insatisfacción. Aunque aliviar a una sola persona ya justificaría todos nuestros esfuerzos, eso no nos basta. Los Obispos de Canadá lo expresaron claramente mostrando que, en las enseñanzas bíblicas sobre el Jubileo, por ejemplo, no se trata solo de realizar algunas buenas obras sino de buscar un cambio social: «Para que las generaciones posteriores también fueran liberadas, claramente el objetivo debía ser la restauración de sistemas sociales y económicos justos para que ya no pudiera haber exclusión»[83].


[83] Conferencia Canadiense de Obispos Católicos. Comisión de Asuntos Sociales, Carta abierta a los miembros del Parlamento, The Common Good or Exclusion: A Choice for Canadians (1 febrero 2001), 9.

Domingo XXVII de Tiempo Ordinario

El domingo 17de Julio la Liturgia recordaba aquel episodio en el que Jesús percibe que los que le han escuchado no aceptan sus palabras y comienzan a abandonarle. Ante tal situación se dirige a los Apóstoles y les pregunta ¿También vosotros queréis iros? Entonces Pedro dijo: No, y no queremos irnos porque Tú tienes palabras de vida eterna.

¿Qué palabras son esas que tienen valor de vida eterna?

A lo largo de estos domingos y hasta el comienzo del tiempo de adviento, si Dios quiere, procuraremos irlas descubriendo y analizando.

Las palabras de Jesús que hoy vamos a considerar hacen referencia a las relaciones hombre-mujer en general y, en especial, como núcleo de la familia.

Con un lenguaje e imágenes totalmente antropomórficas,adecuadas a la comprensión de unos hombres muy primitivos, Dios, en el relato-historieta del Génesis [Primera lectura, (2,18-4)] revela su proyecto sobre las relaciones hombre y mujer dentro del plan general de la creación.

En él, hombre y mujer aparecen complementándose mutuamente con capacidad para multiplicarse.

Con un lenguaje moderno y científico la doctrina evolucionista viene a decir lo mismo. La naturaleza, millones de años antes de que apareciera el animal humano sobre la tierra para poder influir en el proceso evolutivo, y por consiguiente absolutamente al margen de cualquier influencia política o religiosa, la naturaleza, la materia, se había ido complejizando hasta dar a luz a los primates diferenciados en machos y hembras, una de cuyas ramas evolutivas constituyó el filum humano con las características que le son propias y que hoy disfrutamos los aquí presentes.

La información revelada por Dios no es un arma para declarar la guerra a nadie ni a nada. Dios en este tema, como en otros muchos, nos hace una oferta para que nuestra vida camine con una cierta orientación. Dios ofrece luz. Quien la recibe camina iluminado. Quien no la recibe camina sin esa luz. La responsabilidad de no aceptarla hemos de dejarla al juicio de Dios. Él sabrá qué hacer, porque Él solo conoce en profundidad el corazón y la vida de cada uno.

Por tanto, no como polémica sino como una oferta hecha por Dios a todos los hombres y mujeres, hemos de entender las ideas centrales de los once primeros capítulos del Génesis.

El autor de la carta a los Hebreos, [Segunda lectura (2,9-11)] tal vez San Pablo, nos muestra a Jesús como el enviado por el Padre reforzando así el valor de las proposiciones de Jesús.

Oferta sobre la que Jesús [Tercera lectura (Mc. 10, 2-16)] preguntado sobre este tema aportó varias importantes afirmaciones

1.- El proyecto de matrimonio en los planes de Dios es el que aparece en el Génesis. Dados los conocimientos científicos de aquellos primitivos tiempos no entra en toda la problemática que han despertado los avances de la ciencia y una mayor comprensión del ser humano y su compleja existencia. Esto queda en gran parte en las manos de los científicos y de los teólogos estudiosos de esta materia.

2.- En principio Dios quiere que esa grandeza alcance a todos los humanos.

3.- Por razones de la dureza del corazón, (hoy sería más acertado decir, por la flaqueza humana para realizar un plan tan perfecto, tan grandioso) se permitió acudir al divorcio para remediar males mayores.

4.- Quien rompa la unidad familiar por capricho, culpablemente, comete una acción reprobable. La reprobación NO nace de la naturaleza del asunto sino de la injusticia que se comete caprichosamente infringiendo un daño grave y doloroso a la otra parte y a los hijos. Esa es la razón por la que el divorcio no hemos de contemplarlo solamente como un problema sexual o de amor sino de JUSTICIA.

Podría decirse que estas orientaciones están ampliamente expuestas por el Papa Francisco en la Exhortación: “La Alegría del Amor”, sobre las que ya reflexionamos en el momento de su publicación. Las conclusiones definitivas de la comisión de estudio están pendientes de la aprobación papal.

Lo que a nosotros nos interesa más inmediatamente, es resaltar la grandeza del proyecto de Dios. Dios nos propone grandes planes para que alcancemos a ser grandes personas. Las ideas propuestas son:

1.- El hombre y la mujer son absolutamente iguales en dignidad y derechos. Parece mentira que esto se haya abierto paso de la mano de partidos políticos y no de la Iglesia Jerárquica. Las expresiones del Génesis – tomadas no literalmente sino en su significado profundo- son absolutamente evidentes

a).- La mujer sale de una costilla de Adán. Son de la misma naturaleza.

En otra versión Dios los crea juntos: hombre y mujer los creo.

b).- Aparece como un complemento necesario exigido por el mismo Adán.

c).- A los dos se les encarga procrear y dominar la Tierra.

d).- Forman una sola carne.

Es uno de los muchos casos en los que la influencia de las religiones y tradiciones paganas han prevalecido sobre el auténtico sentido de la Revelación. No podemos olvidar ni evitar el que la religión cristiana se desenvolvió en un clima de paganismo entre el que tuvo que ir abriéndose paso pero del que en muchas ocasiones fue y sigue estando viciada.

2.- La relación fundamental entre ellos es el amor que disuelve sus vidas en una empresa común. El matrimonio es la fusión perfecta del tú y del yo en el nosotros.

3.- En el proyecto de Dios el matrimonio es una unión para darse y compartir felicidad. Para que nunca el otro se sienta solo. Para ser, supuesta la dureza de la vida, el paño de lágrimas que jamás falte en unos ojos llorosos.

4.- En el proyecto de Dios el amor en el matrimonio debe compaginarse con el respeto mutuo. La convivencia no debe dar pie a la utilización indiscriminada del otro. El papa en esa exhortación decía que el matrimonio se salva con tres palabras: Perdón, gracias y por favor. Perdón porque la convivencia crea roces que hay que ir disolviendo cada noche antes de entregarse al sueño. El posponer el encuentro no resuelve la tensión, ésta necesita del perdón sincero y pronto. Gracias porque la disponibilidad del otro nunca debe ser considerada como un vasallaje sino como un favor que se recibe. Por favor porque la cotidianidad nunca debe hacer olvidar el respeto que se debe al otro en razón a su condición de persona libre y responsable.

Como vemos en el proyecto de Dios sobre la pareja humana se tiene en cuenta su grandeza y los remedios necesarios para que esa grandeza no se mengüe sino que crezca a lo largo de la vida compartida, no resignada o lastimosamente sufrida.

5.- El amor que sustenta el matrimonio es un amor que hay que mantener vivo todo el tiempo. No es algo de lo que se pueda vivir como quien ha conseguido una enorme fortuna y le basta con ir sacando de la libreta. No. El amor hay que mantenerlo vivo y para ello hay que utilizar el mismo combustible que sirvió para despegar en el inicio de las relaciones, aquellas horas en las que todo fue alegría, esperanza y ternura.

Que el recuerdo de estas grandes verdades que, de parte de Dios, nos ofrece hoy la liturgia os ayude a los casados a vivir intensamente vuestro amor y a los que estamos fuera de esa situación a darle gracias a Dios porque nosotros fuimos engendrados en un amor así, en un amor ofrecido por Dios a nuestros buenos padres. AMÉN.

Pedro Sáez

La nueva moral

1. La característica más notable de la moral farisaica es el legalismo. En cambio, la moral que propone Jesús es una «moral de actitudes». Para transmitirla a sus discípulos, el evangelio narra dos episodios. El primero es una controversia con los fariseos sobre el divorcio, que favorecía entonces al varón y discriminaba a la mujer, considerada inferior y propiedad del marido. Jesús se sitúa en la perspectiva de Dios y recuerda el designio amoroso divino en el logro de una plenitud humana. El varón y la mujer son personas iguales; se unen en matrimonio por amor, no por otros intereses. Al nivel de proyecto, el matrimonio es indisoluble; en la realidad práctica, debe regularse de algún modo el posible fracaso matrimonial. Lo que debe ser, a veces no puede ser, a causa de la «dureza de corazón».

2. El segundo episodio es un altercado en relación a unos niños llevados a Jesús para que sean bendecidos. En el fondo, los discípulos piensan que los niños, los «menores», no significan nada; el reino de Dios es para adultos, para personas «fuertes», es decir, para los que hacen méritos, realizan obras y piensan ortodoxamente. Jesús, por el contrario, cree que el reino —por ser de los «pequeños», sin pretensiones de dominio— es sencillamente recibido, al ser iniciativa divina. Con la actitud de un niño se recibe el reino después de haber entrado en él. El niño es modelo de los destinatarios del reino, por ser indefenso y débil, sin privilegios y sin méritos.

3. Lo que confiere unidad a los dos pasajes, en el orden de la fe, es la vida cristiana según las exigencias del reino, es decir: confianza, disponibilidad y abandono. Dicho de otro modo, es el seguimiento de Jesús desde el compromiso y la inocencia. El reino se acoge como don gratuito, en actitud de entrega amorosa.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Somos capaces de mantenernos en la vida con firmeza?

¿Con qué actitudes recibimos el reino de Dios?

Casiano Floristán

Iguales ante Dios

El tema central de los textos de este domingo es el significado de la pareja humana en la revelación bíblica.

La pareja humana

Una vez más los fariseos buscan colocar a Jesús en contradicción con las leyes religiosas de su tiempo. Han sido testigos de actitudes de Jesús que prueban el valor que él da a la mujer; por eso le preguntan con ánimo de tentarle: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»(Mc 10, 2). Ellos saben que sí, según sus normas; esta vez quizá Jesús quede entrampado. El Señor hace añicos esta pretensión, les explica con autoridad el porqué de la prescripción de Moisés (por «vuestra terquedad», v. 5), pero sobre todo va a lo esencial del asunto, remontándose al «principio de la creación» (v. 6).

La mujer no es una cosa, no forma parte del patrimonio del hombre, es una persona. Se trata de la unión de seres iguales que se definen ante todo por su orientación a Dios. Jesús fundamenta su posición refiriéndose a los dos relatos de la creación. El evangelio nos remite así al Génesis.

Seres para Dios

Los primeros capítulos del Génesis nos traen en efecto dos narraciones de la creación del hombre y la mujer. El primero corresponde a la tradición llamada sacerdotal y el segundo a la yahvista. La versión inicial subraya la igualdad fundamental del hombre y la mujer: «Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Gén 1, 27) (citado en Mc 10, 6). Ambos por igual han sido creados a imagen de Dios y en relación con El.

El segundo relato del Génesis (el único que nos trae la primera lectura) nos habla de la mujer como ayuda del hombre y pone de relieve la complementariedad más que la igualdad: «El Señor Dios se dijo: No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (2, 18).

El mensaje central de estos textos es que tanto el hombre como la mujer son seres para Dios e iguales ante él, ése es su rasgo básico. Ellos son también, al mismo tiempo, el uno para el otro. Hombre y mujer son imagen de Dios y esto pone su sello a la vinculación entre ellos. La igualdad es el fundamento de la complementariedad, la segunda no se entiende sin la primera. Se trata de una ayuda en base al amor y no hay amor sino entre iguales. Todos somos hermanos en Jesús(cf. Heb 2, 11). Los textos de este domingo son un recuerdo vigoroso de esta igualdad entre hombre y mujer sin la cual no hay una vida de pareja sana humana y cristiana. Son textos que rechazan la pretendida superioridad masculina, el «machismo»tan arraigado en nuestras categorías culturales, que llevan a un trato discriminatorio y muchas veces insultante para la mujer.

En el marco de estas lecturas —dadas las demás condiciones en que viven tantas familias hoy— digamos que estamos ante la exigencia de un nuevo reparto de responsabilidades entre los esposos en el respeto y la equidad. Hombre y mujer han sido hechos, por igual, a imagen del Dios de la vida; desde allí deben enriquecerse mutuamente.

Gustavo Gutiérrez

Ante los divorciados

Los cristianos no podemos cerrar los ojos ante un hecho profundamente doloroso. En general, los divorciados no se sienten comprendidos por la Iglesia ni por las comunidades cristianas. La mayoría solo percibe una dureza disciplinar que no llegan a entender. Abandonados a sus problemas y sin la ayuda que necesitarían, no encuentran en la Iglesia un lugar para ellos.

No se trata de poner en discusión la visión cristiana del matrimonio, sino de ser fieles a ese Jesús que, al mismo tiempo que defiende el matrimonio, se acerca a todo hombre o mujer ofreciendo su comprensión y su gracia precisamente a quienes más las necesitan. Este es el reto. ¿Cómo mostrar a los divorciados la misericordia infinita de Dios a todo ser humano? ¿Cómo estar junto a ellos de manera evangélica?

Antes que nada hemos de recordar que los divorciados que se han vuelto a casar civilmente siguen siendo miembros de la Iglesia. No están excomulgados; no han sido expulsados de la Iglesia. Forman parte de la comunidad y han de encontrar en los cristianos la solidaridad y comprensión que necesitan para vivir su difícil situación de manera humana y cristiana.

Si la Iglesia les retira el derecho a recibir la comunión es porque «su estado y condición de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la eucaristía» (Juan Pablo II). Pero esto no autoriza a nadie a condenarlos como personas excluidas de la salvación ni a adoptar una postura de rechazo o marginación.

Al contrario, el mismo Juan Pablo II exhorta a los responsables de la comunidad cristiana «a que ayuden a los divorciados cuidando, con caridad solícita, que no se sientan separados de la Iglesia, pues pueden e incluso deben, en cuanto bautizados, tomar parte en su vida». Como todos los demás cristianos, también ellos tienen derecho a escuchar la Palabra de Dios, tomar parte en la asamblea eucarística, colaborar en diferentes obras e iniciativas de la comunidad y recibir la ayuda que necesitan para vivir su fe y para educara sus hijos.

Es injusto que una comprensión estrecha de la disciplina de la Iglesia y un rigorismo que tiene poco que ver con el Espíritu de Jesús nos lleven a marginar y abandonar incluso a personas que se esforzaron sinceramente por salvar su primer matrimonio, que no tienen fuerzas para enfrentarse solas a su futuro, que viven fielmente su matrimonio civil, que no pueden rehacer en manera alguna su matrimonio anterior o que tienen adquiridas nuevas obligaciones morales en su actual situación.

En cualquier caso, a los divorciados que os sintáis creyentes solo os quiero recordar una cosa:

Dios es infinitamente más grande, más comprensivo y más amigo que todo lo que podáis ver en nosotros, los cristianos, o en los hombres de Iglesia. Dios es Dios. Cuando nosotros no os comprendemos, él os comprende. Confiad siempre en él.

La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.

Vienen preocupados. Un exorcista no integrado en el grupo está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: «No es de los nuestros».

Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?

Sus primeras palabras son rotundas: «No se lo impidáis». El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.
Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.

No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Hemos de apoyarlos en vez de descalificarlos.

Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. El no nos aprobaría. Nos invitaría a colaborar con alegría con todos los que viven de manera evangélica y se preocupan de los más pobres y necesitados.

José Antonio Pagola

Comentario al evangelio – 6 de octubre

El evangelio de hoy nos relata una escena evangélica llena de optimismo y alegría. Los 72 regresan de su misión satisfechos y sorprendidos por el poder que han experimentado al curar y expulsar demonios, signos que acompañaban al anuncio de la venida del Reino de Dios. 

Jesús comparte su alegría, pero si les advierte que la alegría no ha de provenir del éxito experimentado, sino más bien, de participar activamente de la misión del Hijo, de experimentar en vivo y en directo lo que muchas generaciones de creyentes anhelaron y que nunca pudieron vivir. El misterio de Dios se revela en Jesús de manera definitiva, convirtiendo su vida en el punto central de la historia de la humanidad.

Jesús ora al Padre porque su Palabra se revela a los sencillos de corazón, a aquellos que desde la humildad son capaces de acoger a la Palabra hecha carne, que es Él mismo. Tienen los ojos abiertos a la sorpresa de un Dios que siempre va más allá de los límites de nuestras estructuras de pensamiento, de nuestras teorías, de nuestras ideas. Los sabios y entendidos eran los que creían que conocían a Dios. Había escudriñado en la Escrituras y en la tradición los rasgos de su presencia y habían construido una imagen de Dios cerrada, expresada en multitud de leyes que rígidamente practicadas pervertían radicalmente el verdadero rostro de Dios. Jesús rompe radicalmente con esa imagen falsa de Dios, y anuncia al Dios Abba, el que ama primero, siempre abierto al perdón y a la misericordia, siempre sensible al dolor de los que sufren, siempre llamando desde el horizonte a vivir una vida desde la clave del amor hasta entregar la vida. 

Esta Buena Noticia ha llegado hasta nosotros a través de el testimonio de muchos que a través de historia han abierto su corazón al Jesucristo. Nosotros también somos dichosos  porque tenemos la posibilidad de encontrarnos con Él si estamos abiertos a la sorpresa .