50.- “Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.”
Nos adentramos en el capítulo segundo de la primera sección. El capítulo primero, el capítulo anterior tenía como título: El hombre es capaz de Dios. Y en él se había hablado del deseo natural que existe en nosotros de Dios, la capacidad que tenemos de conocerle a Dios racionalmente. Dios nos ha dado unas capacidades de conocerle. Y ahora, después de ese primer capítulo: El hombre es capaz de Dios, el segundo capítulo es: Dios al encuentro del hombre. Más allá de esa capacidad natural con la que Dios nos ha creado para conocer a él, más allá de eso, Dios ha salido a nuestro encuentro. Es el tema de la revelación. Y en el primer punto es el punto 50, que dice así:
“Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras.”Interrumpo aquí. Esto es lo que en el capítulo anterior se ha explicitado. Dios nos ha dado una capacidad racional que puede deducir, desde las criaturas, la existencia del Creador. Pues también puede deducir algunas cualidades de ese Creador, su infinitud, su grandeza, su bondad. Pero, continúa diciendo:
Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015).
Aquí cita un decreto del Concilio Vaticano I, en el que se define esa distinción de cómo hay que diferenciar claramente una religiosidad natural de una religiosidad revelada. Religiosidad natural es aquella que tiene el hombre, parte del hombre la iniciativa de cómo accedemos a Dios. Ha existido una religiosidad natural en la que el hombre imagina, de alguna manera, inventa, deduce, cuál puede ser su relación con Dios, etc,… y también él mismo da origen a unos ritos, a unos caminos de comunión con Dios. Esa es la religiosidad natural que parte del hombre para llegar a Dios. Pero es que hay otra religiosidad esencialmente diferente, que es la religiosidad revelada, la sobrenatural, que no tiene en nuestra iniciativa el punto de partida. Sino que tiene en Dios mismo el punto de partida. Por eso dice existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina.
Y continúa diciendo: Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.”
Por tanto hay dos órdenes de conocimiento que lógicamente no se excluyen el uno al otro. Ni el conocimiento natural excluye al conocimiento sobrenatural, ni el conocimiento sobrenatural excluye al conocimiento natural. Son dos cosas que son complementarias. Una no excluye a la otra. Pero sin duda la segunda supera ampliamente a la primera. Recuerdo haber puesto un ejemplo, que igual algunos recordarán. Un ejemplo para intentar distinguir entre la religiosidad natural de la sobrenatural, o el conocimiento racional sobre la existencia de Dios y el conocimiento de fe revelado y el ejemplo es el siguiente. Imaginémonos que hay un periodista, un periodista de estos de la revista del corazón, que está queriendo conocer, acercarse, aproximarse a la vida de un cantante o de una actriz, o lo que fuere. Y claro, esa persona tiene muchas medidas de seguridad a su alrededor, de manera que no es fácil acercarse a ella. Y este periodista tiene cámaras con teleobjetivos de larga distancia que más o menos le saca fotos de aproximación, en las que le ve entrando en un sitio, le ve entrando en el otro. Hace cábalas, dice ha ido a este sitio quizás sea porque aquí vive alguien. Y además en ese portal vivía un abogado, igual ha ido a visitar a un abogado, igual tiene algún problema. Y de alguna manera elucubra. A veces acertará otras veces no acertará. El tipo de lecturas que hace de los pasos que le ve dar a ese cantante, al que le sigue esos pasos. Ahora se le ha visto con una, igual es que estará saliendo con ella y cosas por el estilo, de las cuales estamos muy acostumbrados. Y bueno, ese periodista un día regresa a su casa, cuando ya está cansado de la jornada, suena el teléfono, lo atiende y se lleva la gran sorpresa de su vida, al comprobar que quien le llama, para su asombro, quien le llama es precisamente ese cantante o actriz a quien él intentaba seguir los pasos. Y le dice, mira fulanito, que me he enterado que quieres conocerme, que deseas conocerme y yo también quisiera darme a conocer a ti, y si estás libre, vente a mi casa que cenamos juntos y… si es que parece un sueño. Se pellizcaría, ese periodista, me imagino el brazo, para ver si estaba soñando. Inmediatamente sin perder tiempo va a casa de ese cantante, de esa actriz, y bueno pues comparte su intimidad. Él le habla de sus proyectos, le habla de su pasado, le explica muchas cosas que él no había llegado a comprender de su vida, le enseña su álbum de fotos, etc, etc… Obviamente son dos maneras de conocer la vida de ese cantante totalmente diferentes, esencialmente diferentes. Una la que él desde su, digamos, debilitada capacidad él intentaba abordar y otra la “revelación” entre comillas, la revelación de su vida que le hace. Este ejemplo, que como todos los ejemplos que os digo, no se puede tampoco todo interpretar literalmente en la medida que lo aplicamos a Dios, pero este ejemplo nos sirve para decir, es que la revelación es una iniciativa de Dios, que él ha tomado por amor y que obviamente nos da una capacidad de conocer a Dios, esencialmente distinta, muy superior a la que teníamos antes.
Por eso dice, por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Una decisión enteramente libre. ¿Qué significa una decisión enteramente libre? Que Dios no estaba obligado a revelarse, que nadie le podía haber acusar a Dios de ser injusto porque no se revelase al hombre, porque no es exigible a Dios que su intimidad la comparta con nosotros. No es exigible. Es una decisión enteramente libre. Porque él ha querido, por su voluntad, por su bondad, algunos dirían porque le da la gana. La expresión le da la gana, es una expresión que tiene muchos peligros de aplicársela a Dios, porque generalmente la expresión me da la gana, suele ser más que indicativa de una voluntad madura, en nosotros suele ser indicativa, de que más bien actuamos bajo el efecto de las pasiones. Por eso aplicarle a Dios eso de porque le da la gana, porque es una decisión libre de su voluntad. Eso en nosotros tiene que, tiene que provocar una respuesta de gratitud. Una respuesta de gratitud como iba a haber tenido ese periodista en ese caso hipotético que hemos puesto. Una respuesta de gratitud tremenda, sobre todo cuando a los periodistas se les suele invitar a ese tipo de reportajes de exclusivas es a toca teja, pagando dinero. Pero en este caso, en el caso de Dios se trata de que nos ha invitado gratuitamente, por pura dádiva suya a conocer su intimidad.
Por eso yo diría, ¿somos conscientes de lo que supone la revelación de Dios, de su gratuidad? Yo diría que eso dependerá del sentido de gratitud, de cómo atendemos la palabra de Dios. El que es consciente es alguien que tiene hambre y sed de la palabra de Dios. Si alguien cuando escucha la palabra de Dios, cuando escucha la predicación o cuando se le dirige la predicación de la Iglesia, etc. A ver si no nos enrollamos mucho, a ver si es cortito esto. Si está en esa actitud posiblemente es que no tenga conciencia de lo grande y maravilloso que es que Dios se halla revelado, se halla descubierto. Como a veces se nos dice a los sacerdotes cuando vamos a comenzar una misa, una boda, etc. Y te dice algún familiar del novio o el novio mismo, le dice al sacerdote, será cortita verdad, será cortita. Es que después hemos quedado para sacar el reportaje de fotos y nos han dicho en el restaurante que no nos retrasemos mucho. Y te dice será cortita verdad. Y luego él llega veinte minutos tarde a la boda. Permitidme la broma, pero qué quiero decir con esto. Hay indicios en los que dejamos patente que no tenemos conciencia de la maravilla de la revelación, que Dios se te descubre. Y tu estás diciendo que será cortita mi boda y que el cura predique un minutito y medio. Si conocieses el don de Dios, si conocieses lo que es que Dios se descubre, cómo ibas a estar regateando dos minutos y tres minutos, para que se te predique la palabra de Dios. ¿Cómo ibas a regatearlo? Que sí que deberíamos no únicamente escuchar esto como palabras bonitas, sino luego, aunque sea un poco meter el dedo en la llaga, meter el dedo en el ojo, examinarnos de si tenemos hambre y sed de acoger la palabra de Dios, de acoger la revelación de Dios que nos habla. Te imaginas lo que es que Dios esté hablando, que Dios te esté llamando y nosotros estemos comunicando. Claro estás hablando con otros, con otras cosas, o estás atento a la tele o como a veces pasa en los jóvenes que van con los casquitos puestos por la calle. Entonces estoy a otra cosa. Luego creo que el mayor sufrimiento de Dios tiene que ser este, el de quien se quiere revelar y ve que sus hijos no acogen su llamada. Acordaros de ese episodio del que tantas veces os he referido en el que Jesús llora al ver Jerusalén:Jerusalén, Jerusalén, que apedreas a los profetas, que rechazas a los que te son enviados.Cuántas veces he querido reuniros y no habéis querido. La revelación de Dios, consecuencia de una decisión libre y amorosa, libre y amorosa quiere decir por amor. Libre lógicamente quiere decir que no es debida, sino que es gratuita.
Dios se revela al hombre, Dios se descubre, Dios ha hablado. No se ha quedado con los brazos cruzados, viendo como sus hijos, sus criaturas teníamos esa dificultad de conocerle y a veces estábamos como tanteando, cuasi a ciegas, y no sin la capacidad de descubrir el verdadero rostro de Dios. Él ha hablado, no se ha quedado con los brazos cruzados.
Quisiera hacer alguna reflexión sobre las dificultades que también nuestra cultura, nuestro pensamiento, tiene para aceptar esto. Es curioso porque estamos hoy en un momento en el que a mí me parece que esta es la verdadera frontera entre la creencia y la increencia. Así como en el momento en el que la ideología marxista estaba muy en el candelero, en aquel momento parecía que la frontera era la afirmación de la existencia o no existencia de Dios. Y el marxismo afirmaba que la religión era el opio del pueblo, que era una construcción para engañar, para engañar a los pobres del mundo y para consolarles con el cielo y etc. Nos acordamos de aquella doctrina comunista y que afirmaba como el ateísmo científico. Claro que hoy en día existe algo de eso todavía, pero eso ya ha pasado a ser minoritario. Hoy en día, más que ateísmo, lo que existe es un agnosticismo, entendido no como una negación explícita de Dios, porque también para negarle a Dios, para negar explícitamente a Dios hay que dar razones y hay que tener cierta energía. Y quizás en nuestra cultura no existe esa energía para meterse directamente, alguno lo hace, por supuesto. Más bien decía, que la frontera actual, más que en la creencia o en el ateísmo, está en el agnosticismo. Es decir, es posible que exista un ser superior transcendente, una energía infinita. Pero lo que ya se descarta como absurda es la posibilidad de que Dios llegue a tener una relación personal con nosotros, que sea un Dios que nos hable, que se comunique con los hombres. Eso ya, esta es la frontera, creer en la revelación o no creer en la revelación, más que creer o no creer en Dios. Es que claro, existe, cómo va a venir Dios a nosotros y nos va a hablar. Eso es una continuación moderna de la tendencia agnóstica que existió desde los primeros siglos en la Iglesia, una tendencia agnóstica, a quien le repugnaba que los misterios trascendentes, sobrenaturales sean presentados con la cercanía y la concreción propias de algo que está a nuestro alcance. Digamos que este agnosticismo, lo que viene a decir es que, la revelación, eso de que Dios nos habla, y nos muestra el camino y nos enseña los mandamientos y nos da unos sacramentos para hablar con él, eso sería el recurso de los ignorantes, que necesitan ver y palpar y poner velitas… Se ridiculiza de esta manera porque son incapaces de pensar y de abstraer. Bultman fue quien dijo que lo divino no puede acontecer de este modo tan tosco, tan inmediato, que se puede ver y palpar. La tesis de Bultman era que lo divino no puede acontecer de un modo humano, no eso es imposible. Dios no puede actuar o manifestarse sensiblemente en el espacio ni en el tiempo. Dios no puede ser la causa de acontecimientos físicos. ¿Cómo Dios va a intervenir en las leyes físicas del mundo?
Es decir, todo esta especie de gnosticismo y agnosticismo, que es una mezcla curiosa, conduce a una especie de filosofía del no acontecimiento, a una teoría en la que se niega sistemáticamente la posibilidad de que Dios intervenga en el mundo, de que Dios nos hable, de que Dios se encarne, de que Dios haga milagros, etc. Desde el presupuesto de que Dios no puede manifestarse en la historia.
Y ahora vamos a hacer una crítica a esta teoría. Vamos a ver. Porque claro se parte de esta mentalidad racionalista que alardea de que eso es un pensamiento más filosófico, más puro, más desarrollado de la trascendencia. Oiga, pero usted le va a decir a Dios lo que puede o lo que no puede hacer. Es que usted le va a impedir a Dios ser Dios. Es que usted acusa que la religión está constriñendo la divinidad en un mensaje revelado. Y usted pretende según sus esquemas ideológicos racionalistas, decir lo que Dios puede hacer o no hacer. Es que usted pretende limitar la libertad de Dios. Es que si Dios es Amor, él no puede hablarnos, porque usted lo diga. Porque a usted le parezca que eso es cosa de gente ignorante. Es curioso. A veces no le dejamos a Dios ser Dios. Además de tener cierta dificultad, de comprender la dinámica del amor, porque el amor tiende a comunicarse, tiende a darse. Entonces la verdad es que, para entender por qué Dios se ha revelado, por qué Dios nos ha hablado, hay que ser un poco padre y hay que ser un poco madre. Y entender como un padre y una madre difícilmente van a permanecer callados como su hijo va por el camino de la perdición. No se van a quedar con los brazos cruzados, es que van a ir en su búsqueda, van a salir en su búsqueda. Por eso a veces no comprendemos a Dios y no comprendemos la revelación, porque no tenemos corazón de padre o de madre.
Por lo tanto no sólo Dios es libre para poder revelarse. No sólo es una potestad suya, sino que además es perfectamente coherente con la imagen de Dios, con la imagen de Dios amor que la revelación nos ha comunicado. ¿Hay algo más comunicativo que el amor? Y nos atreveríamos a decir que ese rechazo, ese rechazo a la revelación, a la posibilidad de que Dios se revele en el fondo esconde una resistencia del hombre al amor de Dios. Es la desconfianza hacia lo que Dios quiera decirnos. Hacia los caminos que él trace para que lleguemos a él. Como diciendo, mira no me marques el camino muy concretito, porque yo quiero ser más bien cabra que oveja y yo iré por donde me parezca. El rechazo de la revelación esconde la sospecha de que Dios viene a robar nuestra libertad o a robar nuestra autonomía o a impedir nuestra felicidad. Es no fiarse de Dios.
Frente a esto nosotros lo que afirmamos es que la libre decisión de Dios de revelarse es consecuencia de su amor, de un amor apasionado que le lleva a implicarse en la historia. Aquello que dice, creo que es alguna poesía o algún himno litúrgico del tiempo de Navidad, que dice que el amor no soporta el silencio, el amor es comunicativo. Siempre es necesario que alguien tome la iniciativa. Y claro la iniciativa parte de Dios. Acordaros del texto de Jn 15, 16: no sois vosotros quienes me habéis elegido a mí, sino que soy yo quien os he elegido a vosotros. En resumen. Que la revelación es posible porque Dios es libre y Dios infinitamente misericordioso, infinitamente misericordioso. La divina misericordia, expresada en el corazón de Cristo, sobre todo consiste en que Dios se revela a nosotros por amor. Por eso fijaros que el domingo de la Divina Misericordia es el domingo en el que se proclama el evangelio de Tomás: mira mis llagas, mira las llagas de mi mano, mira mi costado abierto y no seas incrédulo sino creyente. Es el domingo de la Divina Misericordia, es el domingo en el que se subraya la revelación de Dios. Dios se descubre a los incrédulos, Dios se descubre a los que no terminan de abrirse al amor de Dios. La Divina Misericordia, misterio del segundo domingo de Pascua, domingo in albis,es la revelación de Dios. Dios viene de lo alto, su resurrección, la resurrección de Cristo es exactamente lo que el hombre necesitaba para saciar su deseo de plenitud, de felicidad de eternidad. Ha existido también algunas dificultades, otras dificultades para acoger la revelación. Dificultades de nuestro pensamiento racionalista, etc,…
Una dificultad es la de entender que nosotros no tenemos dentro de nosotros mismos lo que necesitamos para la felicidad, sino que nos viene de lo alto. Entonces han existido tendencias, y existen, tendencias teológicas que nos vienen a decir que la revelación, vamos a conceder que sí existe la revelación, pero la revelación no es que Dios venga del cielo a decirte cosas que tú no tenías o que tú no tuvieses ya dentro de ti mismo. Y se pretende explicar que la revelación es que Dios te hace caer en cuenta de lo que está dentro de ti. Incluso se pone la famosa imagen de Sócrates, que explica el conocimiento de la verdad, en base de lo que es el oficio de la comadrona, de la partera, que del mismo modo que la comadrona no introduce al niño en el seno de la madre, sino que le ayuda para que sea ella la que le de a luz, así Sócrates pretendía decir que la verdad está dentro de ti y que el filósofo lo que tiene que hacer es de partera, sacarte la verdad que tienes dentro de ti. Esto es lógico que lo dijese Sócrates antes de Jesucristo, porque él como filósofo que es, no conoce la revelación que viene de lo alto. Pero es que nosotros entendemos que la revelación que viene de lo alto, es decir, es que el hijo de Dios es el verbo de Dios encarnado, Jesucristo es el verbo de Dios encarnado y eso no está dentro de ti, eso no eres tú el que lo das a luz, es que viene de lo alto. Y la revelación está infinitamente por encima de tus capacidades. Que de lo contrario, fijaros bien, si se acepta eso se confunde la teología con la filosofía, se confunde la revelación de Dios, el evangelio de la palabra de Dios con tu propio pensamiento. Porque claro, si la palabra de Dios lo que hace es venir a que tú descubras cuál es tu pensamiento, lo que tienes dentro de ti, pues entonces, la Biblia eres tú, la Biblia eres tú y en el fondo tu pensamiento, tu filosofía es la propia revelación. Este tipo de teorías, que por desgracia se han dicho y se dicen y se difunden, por algunos teólogos que no están en comunión con el Magisterio de la Iglesia, y también los obispos tienen que hacer esa denuncia y poner el dedo en la llaga. Este tipo de explicaciones vacía de su contenido el concepto de la revelación. Porque si la revelación ya no es la palabra que Dios me dirige a mí desde lo alto sino que es descubrirme yo a mí mismo y lo que yo tengo dentro de mí, oiga pues entonces confundimos la revelación con la introspección. Confundimos al teólogo con el filósofo, lo confundimos. Esta es una de las dificultades para entender bien hoy en día el concepto de la revelación.
¿Alguna otra dificultad que también existe? El hecho de que existen también concepciones que dicen, claro cómo Dios se va a revelar, como Dios va a hablar a un pueblo concreto, al pueblo de Israel. ¿Y por qué Dios no se revela a todo el mundo? Claro eso va en contra del igualitarismo, eso es una discriminación. Porque claro por qué tenemos que creer que Dios se reveló a los israelitas y no a los chinos, y por qué no se reveló primero en Bilbao. Vamos a ver por qué no. Perdonadme la broma, pero claro tenemos hoy día una especie de dogma igualitarista en el que decimos, vamos a ver, es que cuando Dios elige un camino de revelación, está eligiendo un camino concreto en que a unos los toma como instrumentos para llevar su mensaje a todos. Es que si Dios se tiene que encarnar, en algún sitio se tendrá que encarnar. Y si se hace hombre y entra en nuestros parámetros históricos, en nuestro espacio y en nuestro tiempo, pues no va a estar al mismo tiempo en Nazaret y en Santiago de Compostela. No va a estar al mismo tiempo. Tenemos que entender que Dios cuando entra en la historia lógicamente también está limitado a un espacio y a un tiempo. Pero él no discrimina al resto de los pueblos, no les discrimina. Sino que elige a Israel para ser un pueblo desde el que su revelación se abra a todo el mundo. Y precisamente uno de los pecados de Israel, que es denunciado por los profetas y en definitiva por Jesús, es el de pretender apropiarse de esa revelación olvidando que somos instrumentos de Dios para todo el mundo. Acordaros cuando Jesús dice: somos hijos de Abrahamy él dice, Dios podría hacer hijos de Abraham de estas piedras. Con lo cual seamos humildes y considerémonos porteadores del mensaje de Dios a todo el mundo. Porque claro, algunos acusan diciendo que el creer en la revelación, el creer que Dios nos ha hablado y que los cristianos y los judíos somos el pueblo de la revelación de Dios, el creer tal cosa, eso te lleva a la intolerancia, porque entonces tú posees la verdad y como la verdad la posees tú, los demás no poseen la verdad. Entonces el creer en la revelación es fuente según estas personas, según estas interpretaciones, es fuente de conflicto. No, mire usted, no es verdad que la creencia en la revelación sea la fuente de los conflictos o de las intolerancias, no es verdad. Es que nosotros no creemos que poseamos la verdad. Más bien lo que pensamos es que es la verdad, es Dios el que nos posee a nosotros, y nos tomará como instrumentos suyos para llevar su salvación a todo el mundo. Y para Id y predicar el evangelio, id y bautizar, id y proclamad mi palabra. Y eso no nos lleva, en absoluto, nos debe llevar a un sentido de estar como seguros de nosotros mismos, sino de sentir una gran responsabilidad de que Dios nos halla elegido como instrumentos suyos para todos. Luego no es verdad que la revelación sea como una semilla de intolerancia, no es verdad. Pero al mismo tiempo también, la existencia de la revelación nos tiene que hacer caer en la cuenta que no podemos equiparar todas las religiones. No. Pues porque Dios se ha revelado por un camino concreto y todas las religiones no son reveladas. Porque Dios se ha revelado en Jesucristo y Jesucristo es la única revelación de Dios. Y eso no supone despreciar nada, pero supone distinguir claramente.
Quisiera fijarme en este término “revelar un misterio”. Revelar un misterio. La palabra misterio, nosotros solemos a veces referirla a las películas de miedo, a los ocultismos y lógicamente no va por ahí la cosa. Misterio en el sentido teológico designa lo que rebasa al hombre en su capacidad de conocimiento. De alguna manera es algo que al hombre le atrae pero que al mismo tiempo le supera. Considerar algo como un misterio significa por una parte, reconocer la gran atracción y la necesidad que tengo de ello y por otra parte es renunciar a disponer de ello, porque ello sería una expectativa indebida. O sea, yo no puedo meter algo que es misterioso, que me supera infinitamente, no puedo meterlo en una jaula y tenerlo controlado, pues no. Sería hasta un pecado por parte del hombre pretender controlar un misterio que me supera. Ante un misterio uno siempre tiene que ser humilde, porque es algo grandioso, que me atrae, que soy consciente que vivo de ello, pero que por otra parte no puedo controlar. Por ejemplo, cuando decimos Dios revela su misterio, no lo entendemos en el sentido, ahí va ya está revelado, ya no tiene ninguna gracia, no era como cuando hay un acertijo y en cuanto te dan el resultado del acertijo ya deja de tener algún misterio, porque ya te han explicado el mecanismo y se acabó el misterio. No es en ese sentido en el que hablamos de que Dios revela su misterio, porque el misterio está continuamente manifestándose y es siempre nuevo. No es como una cábala que te dan la fórmula o es como un jeroglífico egipcio. No, el misterio es siempre misterio y por el hecho de que Dios te lo revele no deja de ser misterio. Por ejemplo, Dios es amor, ah, descubierto el misterio, ya está, no, te lo ha descubierto, te lo ha revelado, pero sigue siendo un misterio, es algo que supera la mera razón humana. Supera, sigue siendo algo increíble, sigue siendo algo impactante, es misterioso. En ese sentido, la revelación es como un pequeño adelanto de la visión beatífica en el cielo. Un pequeño adelanto, porque en el cielo tenemos toda la eternidad para contemplar un misterio que no agotaremos nunca, nos quedaremos siempre cortos. La eternidad se va a quedar corta para gozar de la visión de Dios. De ahí por tanto ese término. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente, etc.
También quisiera hacer como una pequeña exégesis del término designio de Dios. Se dice Dios dispuso en su designio. La palabra designio, o la palabra Dios dispuso revelarse, fue su designio a lo largo de los siglos. Quizás nos suene como a una especie de decisión como si no fuese voluntaria, como si fuese una especie de, estaba escrito en los tiempos, como si fuese una especie de algo que no había más remedio que fuese así, era el designio, estaba escrito en las estrellas, como se dice. Tenemos que intentar purificar esas reminiscencias que tienen en nosotros esos términos. Designio, disposición, son cosas un tanto frías, como si fuesen cosas de energías en vez de ser decisiones personales. La palabra designio, la palabra Dios tuvo un designio de revelación, hay que referirlas siempre a que Dios libremente así lo ha querido, porque nos ama. A que Dios te ha conocido personalmente y porque te ha conocido personalmente te ha hablado. Os acordáis de esa sorpresa de Zaqueo que se enteró que pasaba por allí Jesús y entonces tenía esa curiosidad, tenía esa atracción de decir, este hombre del que tanto se habla, voy a verle pasar y se subió al árbol porque era bajo de estatura. Y la gran sorpresa de Zaqueo es que él estaba curioseando quien era ese Jesús y de repente cuando pasa por allí, ese Jesús levanta los ojos y le dice, oye Zaqueo baja que hoy me tengo que hospedar en tu casa. Pero ¿cómo me conoce y cómo sabe mi nombre? La sorpresa de Zaqueo es que se pensaba que buscaba a Jesús y era Jesús el que le estaba desde hace tiempo buscando a él. Esto es la revelación, no hablemos en conceptos abstractos. La revelación es que Dios te conoce a ti y te habla. Zaqueo esa es su gran sorpresa, pero bueno si es que este hombre, quién le ha hablado de mí, de qué me conoce y además es que quiere venir a mi casa y entonces Dios viene a tu casa. Entra en tu casa. Esa es la revelación. Digo que esos términos, como tenemos un castellano que tenemos bastante limitadito, que lo sabemos hablar en unos términos que a veces no utilizamos muchos términos, quizás nos suene un poco lejano hablar del designio, la disposición divina de la revelación. De acuerdo que tenemos que conocer bien esos términos, pero es yo te conozco, yo desde toda la eternidad te he amado, te conozco por tu nombre y por eso te hablo a ti personalmente. En una revelación que al mismo tiempo se da a un pueblo, se da al pueblo de Israel y se pone en manos de la Iglesia como depositaria de esa revelación.
Y finalmente termina diciendo: “Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.”
Os acordáis de esa parábola del evangelio del dueño de la viña que va a cobrar las rentas de la viña y manda un enviado y no le hacen caso y manda a otro y le apalean y manda a otro y dice, mandaré a mi hijo, a mi propio hijo, a él le escucharán. Y resulta que envía a su hijo y dicen: mirad aquí viene el heredero, le matamos y nos quedamos con la viña. Es decir, que la revelación al final es que te envío a mi hijo para que él te hable, ya no te voy a hablar a través de intermediarios. La cumbre de la revelación es voy a ir yo a hablar contigo. Te estoy mandando enviados y digo qué pasa, es que la intermediación no funciona, cómo es posible que te mandé a alguien o se ha distorsionado lo que yo le dije a ese que te dijese o tú lo has entendido mal. Voy a ir yo, voy a ir a hablarte en persona. Esa es la encarnación de Jesucristo en la que se lleva a cabo el misterio de la cercanía de Dios.
Ese Jesucristo es el revelador del Padre, y al mismo tiempo el Espíritu Santo es el revelador del Padre y de Jesucristo. Por eso tenemos que, en ese misterio de la Santísima Trinidad, cuando veamos al Padre, mejor dicho, cuando veamos a Jesucristo, en él vemos al Padre. Dice el evangelio de san Juan, nadie ha visto al Padre, pero quien ha visto al Hijo ha visto al Padre. Y lo mismo deberíamos del Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo es el que en este momento actualiza la presencia de Jesucristo a través de los misterios sacramentales y de la vida de la Iglesia. Por eso digamos que quien ha recibido al Espíritu Santo ha visto al Hijo y quien ha visto al Hijo ha visto al Padre. Esta es como la cadena de revelación.
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