Vísperas – Jueves XXVII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ENFRÍA, SEÑOR, MI BOCA

Enfría, Señor, mi boca;
Señor, reduce mi brasa;
dame, como te lo pido,
concordia de cuerpo y alma.

Frente al perverso oleaje,
ponme costado de gracia;
dame, como te demando,
concordia de cuerpo y alma.

Señor, mitiga mi angustia;
remite, Señor, mi ansia;
dame, como te la clamo,
concordia de cuerpo y alma.

No dejes que los sentidos
me rindan en la batalla;
Señor, Señor, no me niegues
concordia de cuerpo y alma. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.

Salmo 131 I – PROMESAS A LA CASA DE DAVID.

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que tus fieles, Señor, te aclamen al entrar en tu morada.

Ant 2. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

Salmo 131 II.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA BREVE   1Pe 3, 8-9

Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque vuestra vocación mira a esto: a heredar una bendición.

RESPONSORIO BREVE

V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

V. Nos sació con miel silvestre.
R. Con flor de harina.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo, diciendo:

Señor, refugio nuestro, escúchanos.

Bendito seas, Señor, que nos has llamado a tu santa Iglesia;
haz que seamos fieles a esta dignación de tu amor.

Tú que has encomendado al Papa Francisco la preocupación por todas las Iglesias,
concédele una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita.

Da a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza,
y concede a todos la penitencia y la salvación.

Tú que quisiste habitar en un país extranjero,
acuérdate de los que viven lejos de su familia y de su patria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A todos los difuntos que esperaron en ti,
concédeles el descanso eterno.

Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, oremos con plena confianza a Dios nuestro Padre:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, te damos gracias por el día que termina e imploramos tu clemencia para que nos perdones benignamente todas las faltas que, por la fragilidad de la condición humana, en él hayamos cometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 11 de octubre

Lectio: Jueves, 11 Octubre, 2018

1) Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican; derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 11,5-13
Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: `Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: `No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos’, os aseguro que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, se levantará para que deje de molestarle y le dará cuanto necesite. «Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, le abrirán. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»

3) Reflexión

● El evangelio de hoy continúa el asunto de la oración, iniciado ayer con la enseñanza del Padre Nuestro (Lc 11,1-4). Hoy Jesús enseña que debemos rezar con fe e insistencia, sin desfallecer. Para esto, usa una parábola provocadora.
● Lucas 11,5-7: La parábola que provoca. Como de costumbre, cuando tiene algo importante que enseñar, Jesús recurre a una comparación, a una parábola. Hoy nos cuenta una historia curiosa que termina en pregunta, y dirige esta pregunta a la gente que escucha y también a nosotros que hoy leemos o escuchamos la historia: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle’, y aquél, desde dentro, le responde: `No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos”. Antes de que Jesús dé la respuesta, quiere que nosotros demos nuestra opinión. ¿Qué contestarías: sí o no?
● Lucas 11,8: Jesús mismo responde a la provocación. Jesús da su respuesta: “Os aseguro que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, se levantará para que deje de molestarle y le dará cuanto necesite”. Si no fuera Jesús, ¿tendrías el valor de inventar una historia en la que se sugiere que Dios atiende nuestras oraciones para verse libre de ser molestado? La respuesta de Jesús afianza el mensaje sobre la oración, a saber: Dios atiende siempre nuestra oración. Esta parábola recuerda otra, también en Lucas, la de la viuda que insiste en conseguir sus derechos ante el juez a quien no le importa ni Dios ni la justicia, y que atiende a la viuda no porque es justo, sino porque quiere librarse de la mujer inoportuna (Lc 18,3-5). Jesús saca luego unas conclusiones para aplicar el mensaje de la parábola a la vida.
● Lucas 11,9-10: La primera aplicación de la Parábola. “Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, le abrirán”. ¡Pedir, buscar, llamar! Jesús no pone condiciones. Si pides, recibirás. Si llamas a la puerta, te abrirán. Jesús no dice cuánto tiempo va a durar el pedido, la búsqueda o el llamar, pero lo cierto es que vas a obtener resultado.
● Lucas 11,11-12: La segunda aplicación de la parábola. “¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?” Esta segunda aplicación deja ver al público que escuchaba las palabras de Jesús y la manera en que él enseña en forma de diálogo. El pregunta: “Tu tienes hijos, si te pide un pez ¿le das en cambio una culebra?” La gente responde: “¡No!”–“y si pide un huevo, ¿le das un escorpión?” -“¡No!” Por medio del diálogo, Jesús implica a las personas en la comparación y por la respuesta que recibe, las compromete con el mensaje de la parábola.
● Lucas 11,13: El mensaje: recibir el don del Espíritu Santo. “Si, pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” El gran don que Dios tiene para nosotros es el Espíritu Santo. Cuando fuimos creados, el sopló su espíritu en nuestras narices y nos volvimos un ser vivo (Gén 2,7). En la segunda creación, a través de la fe en Jesús, él nos da de nuevo al Espíritu, el mismo Espíritu que hizo que la Palabra se encarnara en María (Lc 1,35). Con la ayuda del Espíritu Santo, el proceso de encarnación de la Palabra sigue hasta la hora de la muerte en la Cruz. Al final, en la hora de la muerte, Jesús devuelve el Espíritu al Padre: “Entre tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46). Es éste el Espíritu que Jesús promete como fuente de verdad y de comprensión (Jn 14,14-17; 16,13), y como ayuda en medio de las persecuciones (Mt 10,20; He 4,31). Este Espíritu no se compra con dinero en los grandes almacenes. La única manera de obtenerlo es mediante la oración. Nueve días de oración obtuvieron el don abundante del Espíritu en día de Pentecostés (He 1,14; 2,1-4).

4) Para la reflexión personal

● ¿Cómo reaccionas ante la provocación de la parábola? Una persona que vive en un piso pequeño en un gran ciudad, ¿cómo respondería? ¿Abriría la puerta?
● Cuando rezas, ¿rezas con la convicción de que vas a recibir algo?

5) Oración final

Doy gracias a Yahvé de todo corazón,
en la reunión de los justos y en la comunidad.
Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

50.- “Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.”

 

Nos adentramos en el capítulo segundo de la primera sección. El capítulo primero, el capítulo anterior tenía como título: El hombre es capaz de Dios.  Y en él se había hablado del deseo natural que existe en nosotros de Dios, la capacidad que tenemos de conocerle a Dios racionalmente. Dios nos ha dado unas capacidades de conocerle. Y ahora, después de ese primer capítulo: El hombre es capaz de Dios, el segundo capítulo es: Dios al encuentro del hombre. Más allá de esa capacidad natural con la que Dios nos ha creado para conocer a él, más allá de eso, Dios ha salido a nuestro encuentro. Es el tema de la revelación. Y en el primer punto es el punto 50, que dice así:

“Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras.”Interrumpo aquí. Esto es lo que en el capítulo anterior se ha explicitado. Dios nos ha dado una capacidad racional que puede deducir, desde las criaturas, la existencia del Creador. Pues también puede deducir algunas cualidades de ese Creador, su infinitud, su grandeza, su bondad. Pero, continúa diciendo:

Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015).

Aquí cita un decreto del Concilio Vaticano I, en el que se define esa distinción de cómo hay que diferenciar claramente una religiosidad natural de una religiosidad revelada. Religiosidad natural es aquella que tiene el hombre, parte del hombre la iniciativa de cómo accedemos a Dios. Ha existido una religiosidad natural en la que el hombre imagina, de alguna manera, inventa, deduce, cuál puede ser su relación con Dios, etc,… y también él mismo da origen a unos ritos, a unos caminos de comunión con Dios. Esa es la religiosidad natural que parte del hombre para llegar a Dios. Pero es que hay otra religiosidad esencialmente diferente, que es la religiosidad revelada, la sobrenatural, que no tiene en nuestra iniciativa el punto de partida. Sino que tiene en Dios mismo el punto de partida. Por eso dice existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina.

Y continúa diciendo: Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.”

Por tanto hay dos órdenes de conocimiento que lógicamente no se excluyen el uno al otro. Ni el conocimiento natural excluye al conocimiento sobrenatural, ni el conocimiento sobrenatural excluye al conocimiento natural. Son dos cosas que son complementarias. Una no excluye a la otra. Pero sin duda la segunda supera ampliamente a la primera. Recuerdo haber puesto un ejemplo, que igual algunos recordarán. Un ejemplo para intentar distinguir entre la religiosidad natural de la sobrenatural, o el conocimiento racional sobre la existencia de Dios y el conocimiento de fe revelado y el ejemplo es el siguiente. Imaginémonos que hay un periodista, un periodista de estos de la revista del corazón, que está queriendo conocer, acercarse, aproximarse a la vida de un cantante o de una actriz, o lo que fuere. Y claro, esa persona tiene muchas medidas de seguridad a su alrededor, de manera que no es fácil acercarse a ella. Y este periodista tiene cámaras con teleobjetivos de larga distancia que más o menos le saca fotos de aproximación, en las que le ve entrando en un sitio, le ve entrando en el otro. Hace cábalas, dice ha ido a este sitio quizás sea porque aquí vive alguien. Y además en ese portal vivía un abogado, igual ha ido a visitar a un abogado, igual tiene algún problema. Y de alguna manera elucubra. A veces acertará otras veces no acertará. El tipo de lecturas que hace de los pasos que le ve dar a ese cantante, al que le sigue esos pasos. Ahora se le ha visto con una, igual es que estará saliendo con ella y cosas por el estilo, de las cuales estamos muy acostumbrados. Y bueno, ese periodista un día regresa a su casa, cuando ya está cansado de la jornada, suena el teléfono, lo atiende y se lleva la gran sorpresa de su vida, al comprobar que quien le llama, para su asombro, quien le llama es precisamente ese cantante o actriz a quien él intentaba seguir los pasos. Y le dice, mira fulanito, que me he enterado que quieres conocerme, que deseas conocerme y yo también quisiera darme a conocer a ti, y si estás libre, vente a mi casa que cenamos juntos y… si es que parece un sueño. Se pellizcaría, ese periodista, me imagino el brazo, para ver si estaba soñando. Inmediatamente sin perder tiempo va a casa de ese cantante, de esa actriz, y bueno pues comparte su intimidad. Él le habla de sus proyectos, le habla de su pasado, le explica muchas cosas que él no había llegado a comprender de su vida, le enseña su álbum de fotos, etc, etc… Obviamente son dos maneras de conocer la vida de ese cantante totalmente diferentes, esencialmente diferentes. Una la que él desde su, digamos, debilitada capacidad él intentaba abordar y otra la “revelación” entre comillas, la revelación de su vida que le hace. Este ejemplo, que como todos los ejemplos que os digo, no se puede tampoco todo interpretar literalmente en la medida que lo aplicamos a Dios, pero este ejemplo nos sirve para decir, es que la revelación es una iniciativa de Dios, que él ha tomado por amor y que obviamente nos da una capacidad de conocer a Dios, esencialmente distinta, muy superior a la que teníamos antes.

Por eso dice, por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Una decisión enteramente libre. ¿Qué significa una decisión enteramente libre? Que Dios no estaba obligado a revelarse, que nadie le podía haber acusar a Dios de ser injusto porque no se revelase al hombre, porque no es exigible a Dios que su intimidad la comparta con nosotros. No es exigible. Es una decisión enteramente libre. Porque él ha querido, por su voluntad, por su bondad, algunos dirían porque le da la gana. La expresión le da la gana, es una expresión que tiene muchos peligros de aplicársela a Dios, porque generalmente la expresión me da la gana, suele ser más que indicativa de una voluntad madura, en nosotros suele ser indicativa, de que más bien actuamos bajo el efecto de las pasiones. Por eso aplicarle a Dios eso de porque le da la gana, porque es una decisión libre de su voluntad. Eso en nosotros tiene que, tiene que provocar una respuesta de gratitud. Una respuesta de gratitud como iba a haber tenido ese periodista en ese caso hipotético que hemos puesto. Una respuesta de gratitud tremenda, sobre todo cuando a los periodistas se les suele invitar a ese tipo de reportajes de exclusivas es a toca teja, pagando dinero. Pero en este caso, en el caso de Dios se trata de que nos ha invitado gratuitamente, por pura dádiva suya a conocer su intimidad.

Por eso yo diría, ¿somos conscientes de lo que supone la revelación de Dios, de su gratuidad? Yo diría que eso dependerá del sentido de gratitud, de cómo atendemos la palabra de Dios. El que es consciente es alguien que tiene hambre y sed de la palabra de Dios. Si alguien cuando escucha la palabra de Dios, cuando escucha la predicación o cuando se le dirige la predicación de la Iglesia, etc. A ver si no nos enrollamos mucho, a ver si es cortito esto. Si está en esa actitud posiblemente es que no tenga conciencia de lo grande y maravilloso que es que Dios se halla revelado, se halla descubierto. Como a veces se nos dice a los sacerdotes cuando vamos a comenzar una misa, una boda, etc. Y te dice algún familiar del novio o el novio mismo, le dice al sacerdote, será cortita verdad, será cortita. Es que después hemos quedado para sacar el reportaje de fotos y nos han dicho en el restaurante que no nos retrasemos mucho. Y te dice será cortita verdad. Y luego él llega veinte minutos tarde a la boda. Permitidme la broma, pero qué quiero decir con esto. Hay indicios en los que dejamos patente que no tenemos conciencia de la maravilla de la revelación, que Dios se te descubre. Y tu estás diciendo que será cortita mi boda y que el cura predique un minutito y medio. Si conocieses el don de Dios, si conocieses lo que es que Dios se descubre, cómo ibas a estar regateando dos minutos y tres minutos, para que se te predique la palabra de Dios. ¿Cómo ibas a regatearlo? Que sí que deberíamos no únicamente escuchar esto como palabras bonitas, sino luego, aunque sea un poco meter el dedo en la llaga, meter el dedo en el ojo, examinarnos de si tenemos hambre y sed de acoger la palabra de Dios, de acoger la revelación de Dios que nos habla. Te imaginas lo que es que Dios esté hablando, que Dios te esté llamando y nosotros estemos comunicando. Claro estás hablando con otros, con otras cosas, o estás atento a la tele o como a veces pasa en los jóvenes que van con los casquitos puestos por la calle. Entonces estoy a otra cosa. Luego creo que el mayor sufrimiento de Dios tiene que ser este, el de quien se quiere revelar y ve que sus hijos no acogen su llamada. Acordaros de ese episodio del que tantas veces os he referido en el que Jesús llora al ver Jerusalén:Jerusalén, Jerusalén, que apedreas a los profetas, que rechazas a los que te son enviados.Cuántas veces he querido reuniros y no habéis querido. La revelación de Dios, consecuencia de una decisión libre y amorosa, libre y amorosa quiere decir por amor. Libre lógicamente quiere decir que no es debida, sino que es gratuita.

Dios se revela al hombre, Dios se descubre, Dios ha hablado. No se ha quedado con los brazos cruzados, viendo como sus hijos, sus criaturas teníamos esa dificultad de conocerle y a veces estábamos como tanteando, cuasi a ciegas, y no sin la capacidad de descubrir el verdadero rostro de Dios. Él ha hablado, no se ha quedado con los brazos cruzados.

Quisiera hacer alguna reflexión sobre las dificultades que también nuestra cultura, nuestro pensamiento, tiene para aceptar esto. Es curioso porque estamos hoy en un momento en el que a mí me parece que esta es la verdadera frontera entre la creencia y la increencia. Así como en el momento en el que la ideología marxista estaba muy en el candelero, en aquel momento parecía que la frontera era la afirmación de la existencia o no existencia de Dios. Y el marxismo afirmaba que la religión era el opio del pueblo, que era una construcción para engañar, para engañar a los pobres del mundo y para consolarles con el cielo y etc. Nos acordamos de aquella doctrina comunista y que afirmaba como el ateísmo científico. Claro que hoy en día existe algo de eso todavía, pero eso ya ha pasado a ser minoritario. Hoy en día, más que ateísmo, lo que existe es un agnosticismo, entendido no como una negación explícita de Dios, porque también para negarle a Dios, para negar explícitamente a Dios hay que dar razones y hay que tener cierta energía. Y quizás en nuestra cultura no existe esa energía para meterse directamente, alguno lo hace, por supuesto. Más bien decía, que la frontera actual, más que en la creencia o en el ateísmo, está en el agnosticismo. Es decir, es posible que exista un ser superior transcendente, una energía infinita. Pero lo que ya se descarta como absurda es la posibilidad de que Dios llegue a tener una relación personal con nosotros, que sea un Dios que nos hable, que se comunique con los hombres. Eso ya, esta es la frontera, creer en la revelación o no creer en la revelación, más que creer o no creer en Dios. Es que claro, existe, cómo va a venir Dios a nosotros y nos va a hablar. Eso es una continuación moderna de la tendencia agnóstica que existió desde los primeros siglos en la Iglesia, una tendencia agnóstica, a quien le repugnaba que los misterios trascendentes, sobrenaturales sean presentados con la cercanía y la concreción propias de algo que está a nuestro alcance. Digamos que este agnosticismo, lo que viene a decir es que, la revelación, eso de que Dios nos habla, y nos muestra el camino y nos enseña los mandamientos y nos da unos sacramentos para hablar con él, eso sería el recurso de los ignorantes, que necesitan ver y palpar y poner velitas… Se ridiculiza de esta manera porque son incapaces de pensar y de abstraer. Bultman fue quien dijo que lo divino no puede acontecer de este modo tan tosco, tan inmediato, que se puede ver y palpar. La tesis de Bultman era que lo divino no puede acontecer de un modo humano, no eso es imposible. Dios no puede actuar o manifestarse sensiblemente en el espacio ni en el tiempo. Dios no puede ser la causa de acontecimientos físicos. ¿Cómo Dios va a intervenir en las leyes físicas del mundo?

Es decir, todo esta especie de gnosticismo y agnosticismo, que es una mezcla curiosa, conduce a una especie de filosofía del no acontecimiento, a una teoría en la que se niega sistemáticamente la posibilidad de que Dios intervenga en el mundo, de que Dios nos hable, de que Dios se encarne, de que Dios haga milagros, etc. Desde el presupuesto de que Dios no puede manifestarse en la historia.

Y ahora vamos a hacer una crítica a esta teoría. Vamos a ver. Porque claro se parte de esta mentalidad racionalista que alardea de que eso es un pensamiento más filosófico, más puro, más desarrollado de la trascendencia. Oiga, pero usted le va a decir a Dios lo que puede o lo que no puede hacer. Es que usted le va a impedir a Dios ser Dios. Es que usted acusa que la religión está constriñendo la divinidad en un mensaje revelado. Y usted pretende según sus esquemas ideológicos racionalistas, decir lo que Dios puede hacer o no hacer. Es que usted pretende limitar la libertad de Dios. Es que si Dios es Amor, él no puede hablarnos, porque usted lo diga. Porque a usted le parezca que eso es cosa de gente ignorante. Es curioso. A veces no le dejamos a Dios ser Dios. Además de tener cierta dificultad, de comprender la dinámica del amor, porque el amor tiende a comunicarse, tiende a darse. Entonces la verdad es que, para entender por qué Dios se ha revelado, por qué Dios nos ha hablado, hay que ser un poco padre y hay que ser un poco madre. Y entender como un padre y una madre difícilmente van a permanecer callados como su hijo va por el camino de la perdición. No se van a quedar con los brazos cruzados, es que van a ir en su búsqueda, van a salir en su búsqueda. Por eso a veces no comprendemos a Dios y no comprendemos la revelación, porque no tenemos corazón de padre o de madre.

Por lo tanto no sólo Dios es libre para poder revelarse. No sólo es una potestad suya, sino que además es perfectamente coherente con la imagen de Dios, con la imagen de Dios amor que la revelación nos ha comunicado. ¿Hay algo más comunicativo que el amor? Y nos atreveríamos a decir que ese rechazo, ese rechazo a la revelación, a la posibilidad de que Dios se revele en el fondo esconde una resistencia del hombre al amor de Dios. Es la desconfianza hacia lo que Dios quiera decirnos. Hacia los caminos que él trace para que lleguemos a él. Como diciendo, mira no me marques el camino muy concretito, porque yo quiero ser más bien cabra que oveja y yo iré por donde me parezca. El rechazo de la revelación esconde la sospecha de que Dios viene a robar nuestra libertad o a robar nuestra autonomía o a impedir nuestra felicidad. Es no fiarse de Dios.

Frente a esto nosotros lo que afirmamos es que la libre decisión de Dios de revelarse es consecuencia de su amor, de un amor apasionado que le lleva a implicarse en la historia. Aquello que dice, creo que es alguna poesía o algún himno litúrgico del tiempo de Navidad, que dice que el amor no soporta el silencio, el amor es comunicativo. Siempre es necesario que alguien tome la iniciativa. Y claro la iniciativa parte de Dios. Acordaros del texto de Jn 15, 16: no sois vosotros quienes me habéis elegido a mí, sino que soy yo quien os he elegido a vosotros. En resumen. Que la revelación es posible porque Dios es libre y Dios infinitamente misericordioso, infinitamente misericordioso. La divina misericordia, expresada en el corazón de Cristo, sobre todo consiste en que Dios se revela a nosotros por amor. Por eso fijaros que el domingo de la Divina Misericordia es el domingo en el que se proclama el evangelio de Tomás: mira mis llagas, mira las llagas de mi mano, mira mi costado abierto y no seas incrédulo sino creyente. Es el domingo de la Divina Misericordia, es el domingo en el que se subraya la revelación de Dios. Dios se descubre a los incrédulos, Dios se descubre a los que no terminan de abrirse al amor de Dios. La Divina Misericordia, misterio del segundo domingo de Pascua, domingo in albis,es la revelación de Dios. Dios viene de lo alto, su resurrección, la resurrección de Cristo es exactamente lo que el hombre necesitaba para saciar su deseo de plenitud, de felicidad de eternidad. Ha existido también algunas dificultades, otras dificultades para acoger la revelación. Dificultades de nuestro pensamiento racionalista, etc,…

Una dificultad es la de entender que nosotros no tenemos dentro de nosotros mismos lo que necesitamos para la felicidad, sino que nos viene de lo alto. Entonces han existido tendencias, y existen, tendencias teológicas que nos vienen a decir que la revelación, vamos a conceder que sí existe la revelación, pero la revelación no es que Dios venga del cielo a decirte cosas que tú no tenías o que tú no tuvieses ya dentro de ti mismo. Y se pretende explicar que la revelación es que Dios te hace caer en cuenta de lo que está dentro de ti. Incluso se pone la famosa imagen de Sócrates, que explica el conocimiento de la verdad, en base de lo que es el oficio de la comadrona, de la partera, que del mismo modo que la comadrona no introduce al niño en el seno de la madre, sino que le ayuda para que sea ella la que le de a luz, así Sócrates pretendía decir que la verdad está dentro de ti y que el filósofo lo que tiene que hacer es de partera, sacarte la verdad que tienes dentro de ti. Esto es lógico que lo dijese Sócrates antes de Jesucristo, porque él como filósofo que es, no conoce la revelación que viene de lo alto. Pero es que nosotros entendemos que la revelación que viene de lo alto, es decir, es que el hijo de Dios es el verbo de Dios encarnado, Jesucristo es el verbo de Dios encarnado y eso no está dentro de ti, eso no eres tú el que lo das a luz, es que viene de lo alto. Y la revelación está infinitamente por encima de tus capacidades. Que de lo contrario, fijaros bien, si se acepta eso se confunde la teología con la filosofía, se confunde la revelación de Dios, el evangelio de la palabra de Dios con tu propio pensamiento. Porque claro, si la palabra de Dios lo que hace es venir a que tú descubras cuál es tu pensamiento, lo que tienes dentro de ti, pues entonces, la Biblia eres tú, la Biblia eres tú y en el fondo tu pensamiento, tu filosofía es la propia revelación. Este tipo de teorías, que por desgracia se han dicho y se dicen y se difunden, por algunos teólogos que no están en comunión con el Magisterio de la Iglesia, y también los obispos tienen que hacer esa denuncia y poner el dedo en la llaga. Este tipo de explicaciones vacía de su contenido el concepto de la revelación. Porque si la revelación ya no es la palabra que Dios me dirige a mí desde lo alto sino que es descubrirme yo a mí mismo y lo que yo tengo dentro de mí, oiga pues entonces confundimos la revelación con la introspección. Confundimos al teólogo con el filósofo, lo confundimos. Esta es una de las dificultades para entender bien hoy en día el concepto de la revelación.

¿Alguna otra dificultad que también existe? El hecho de que existen también concepciones que dicen, claro cómo Dios se va a revelar, como Dios va a hablar a un pueblo concreto, al pueblo de Israel. ¿Y por qué Dios no se revela a todo el mundo? Claro eso va en contra del igualitarismo, eso es una discriminación. Porque claro por qué tenemos que creer que Dios se reveló a los israelitas y no a los chinos, y por qué no se reveló primero en Bilbao. Vamos a ver por qué no. Perdonadme la broma, pero claro tenemos hoy día una especie de dogma igualitarista en el que decimos, vamos a ver, es que cuando Dios elige un camino de revelación, está eligiendo un camino concreto en que a unos los toma como instrumentos para llevar su mensaje a todos. Es que si Dios se tiene que encarnar, en algún sitio se tendrá que encarnar. Y si se hace hombre y entra en nuestros parámetros históricos, en nuestro espacio y en nuestro tiempo, pues no va a estar al mismo tiempo en Nazaret y en Santiago de Compostela. No va a estar al mismo tiempo. Tenemos que entender que Dios cuando entra en la historia lógicamente también está limitado a un espacio y a un tiempo. Pero él no discrimina al resto de los pueblos, no les discrimina. Sino que elige a Israel para ser un pueblo desde el que su revelación se abra a todo el mundo. Y precisamente uno de los pecados de Israel, que es denunciado por los profetas y en definitiva por Jesús, es el de pretender apropiarse de esa revelación olvidando que somos instrumentos de Dios para todo el mundo. Acordaros cuando Jesús dice: somos hijos de Abrahamy él dice, Dios podría hacer hijos de Abraham de estas piedras. Con lo cual seamos humildes y considerémonos porteadores del mensaje de Dios a todo el mundo. Porque claro, algunos acusan diciendo que el creer en la revelación, el creer que Dios nos ha hablado y que los cristianos y los judíos somos el pueblo de la revelación de Dios, el creer tal cosa, eso te lleva a la intolerancia, porque entonces tú posees la verdad y como la verdad la posees tú, los demás no poseen la verdad. Entonces el creer en la revelación es fuente según estas personas, según estas interpretaciones, es fuente de conflicto. No, mire usted, no es verdad que la creencia en la revelación sea la fuente de los conflictos o de las intolerancias, no es verdad. Es que nosotros no creemos que poseamos la verdad. Más bien lo que pensamos es que es la verdad, es Dios el que nos posee a nosotros, y nos tomará como instrumentos suyos para llevar su salvación a todo el mundo. Y para Id y predicar el evangelio, id y bautizar, id y proclamad mi palabra. Y eso no nos lleva, en absoluto, nos debe llevar a un sentido de estar como seguros de nosotros mismos, sino de sentir una gran responsabilidad de que Dios nos halla elegido como instrumentos suyos para todos. Luego no es verdad que la revelación sea como una semilla de intolerancia, no es verdad. Pero al mismo tiempo también, la existencia de la revelación nos tiene que hacer caer en la cuenta que no podemos equiparar todas las religiones. No. Pues porque Dios se ha revelado por un camino concreto y todas las religiones no son reveladas. Porque Dios se ha revelado en Jesucristo y Jesucristo es la única revelación de Dios. Y eso no supone despreciar nada, pero supone distinguir claramente.

Quisiera fijarme en este término “revelar un misterio”. Revelar un misterio. La palabra misterio, nosotros solemos a veces referirla a las películas de miedo, a los ocultismos y lógicamente no va por ahí la cosa. Misterio en el sentido teológico designa lo que rebasa al hombre en su capacidad de conocimiento. De alguna manera es algo que al hombre le atrae pero que al mismo tiempo le supera. Considerar algo como un misterio significa por una parte, reconocer la gran atracción y la necesidad que tengo de ello y por otra parte es renunciar a disponer de ello, porque ello sería una expectativa indebida. O sea, yo no puedo meter algo que es misterioso, que me supera infinitamente, no puedo meterlo en una jaula y tenerlo controlado, pues no. Sería hasta un pecado por parte del hombre pretender controlar un misterio que me supera. Ante un misterio uno siempre tiene que ser humilde, porque es algo grandioso, que me atrae, que soy consciente que vivo de ello, pero que por otra parte no puedo controlar. Por ejemplo, cuando decimos Dios revela su misterio, no lo entendemos en el sentido, ahí va ya está revelado, ya no tiene ninguna gracia, no era como cuando hay un acertijo y en cuanto te dan el resultado del acertijo ya deja de tener algún misterio, porque ya te han explicado el mecanismo y se acabó el misterio. No es en ese sentido en el que hablamos de que Dios revela su misterio, porque el misterio está continuamente manifestándose y es siempre nuevo. No es como una cábala que te dan la fórmula o es como un jeroglífico egipcio. No, el misterio es siempre misterio y por el hecho de que Dios te lo revele no deja de ser misterio. Por ejemplo, Dios es amor, ah, descubierto el misterio, ya está, no, te lo ha descubierto, te lo ha revelado, pero sigue siendo un misterio, es algo que supera la mera razón humana. Supera, sigue siendo algo increíble, sigue siendo algo impactante, es misterioso. En ese sentido, la revelación es como un pequeño adelanto de la visión beatífica en el cielo. Un pequeño adelanto, porque en el cielo tenemos toda la eternidad para contemplar un misterio que no agotaremos nunca, nos quedaremos siempre cortos. La eternidad se va a quedar corta para gozar de la visión de Dios. De ahí por tanto ese término. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente, etc.

También quisiera hacer como una pequeña exégesis del término designio de Dios. Se dice Dios dispuso en su designio. La palabra designio, o la palabra Dios dispuso revelarse, fue su designio a lo largo de los siglos. Quizás nos suene como a una especie de decisión como si no fuese voluntaria, como si fuese una especie de, estaba escrito en los tiempos, como si fuese una especie de algo que no había más remedio que fuese así, era el designio, estaba escrito en las estrellas, como se dice. Tenemos que intentar purificar esas reminiscencias que tienen en nosotros esos términos. Designio, disposición, son cosas un tanto frías, como si fuesen cosas de energías en vez de ser decisiones personales. La palabra designio, la palabra Dios tuvo un designio de revelación, hay que referirlas siempre a que Dios libremente así lo ha querido, porque nos ama. A que Dios te ha conocido personalmente y porque te ha conocido personalmente te ha hablado. Os acordáis de esa sorpresa de Zaqueo que se enteró que pasaba por allí Jesús y entonces tenía esa curiosidad, tenía esa atracción de decir, este hombre del que tanto se habla, voy a verle pasar y se subió al árbol porque era bajo de estatura. Y la gran sorpresa de Zaqueo es que él estaba curioseando quien era ese Jesús y de repente cuando pasa por allí, ese Jesús levanta los ojos y le dice, oye Zaqueo baja que hoy me tengo que hospedar en tu casa. Pero ¿cómo me conoce y cómo sabe mi nombre? La sorpresa de Zaqueo es que se pensaba que buscaba a Jesús y era Jesús el que le estaba desde hace tiempo buscando a él. Esto es la revelación, no hablemos en conceptos abstractos. La revelación es que Dios te conoce a ti y te habla.  Zaqueo esa es su gran sorpresa, pero bueno si es que este hombre, quién le ha hablado de mí, de qué me conoce y además es que quiere venir a mi casa y entonces Dios viene a tu casa. Entra en tu casa. Esa es la revelación. Digo que esos términos, como tenemos un castellano que tenemos bastante limitadito, que lo sabemos hablar en unos términos que a veces no utilizamos muchos términos, quizás nos suene un poco lejano hablar del designio, la disposición divina de la revelación. De acuerdo que tenemos que conocer bien esos términos, pero es yo te conozco, yo desde toda la eternidad te he amado, te conozco por tu nombre y por eso te hablo a ti personalmente. En una revelación que al mismo tiempo se da a un pueblo, se da al pueblo de Israel y se pone en manos de la Iglesia como depositaria de esa revelación.

Y finalmente termina diciendo: “Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.”

Os acordáis de esa parábola del evangelio del dueño de la viña que va a cobrar las rentas de la viña y manda un enviado y no le hacen caso y manda a otro y le apalean y manda a otro y dice, mandaré a mi hijo, a mi propio hijo, a él le escucharán. Y resulta que envía a su hijo y dicen: mirad aquí viene el heredero, le matamos y nos quedamos con la viña. Es decir, que la revelación al final es que te envío a mi hijo para que él te hable, ya no te voy a hablar a través de intermediarios. La cumbre de la revelación es voy a ir yo a hablar contigo. Te estoy mandando enviados y digo qué pasa, es que la intermediación no funciona, cómo es posible que te mandé a alguien o se ha distorsionado lo que yo le dije a ese que te dijese o tú lo has entendido mal. Voy a ir yo, voy a ir a hablarte en persona. Esa es la encarnación de Jesucristo en la que se lleva a cabo el misterio de la cercanía de Dios.

Ese Jesucristo es el revelador del Padre, y al mismo tiempo el Espíritu Santo es el revelador del Padre y de Jesucristo. Por eso tenemos que, en ese misterio de la Santísima Trinidad, cuando veamos al Padre, mejor dicho, cuando veamos a Jesucristo, en él vemos al Padre. Dice el evangelio de san Juan, nadie ha visto al Padre, pero quien ha visto al Hijo ha visto al Padre. Y lo mismo deberíamos del Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo es el que en este momento actualiza la presencia de Jesucristo a través de los misterios sacramentales y de la vida de la Iglesia. Por eso digamos que quien ha recibido al Espíritu Santo ha visto al Hijo y quien ha visto al Hijo ha visto al Padre. Esta es como la cadena de revelación.

Las huellas de un camino

La tarea de determinar las cualidades oportunas del acompañante espiritual es delicada. Para poder realizarla sin temor al error o a la equivocación, es de gran ayuda acudir a la vida y enseñanza de los santos. En ellos encontramos el ejemplo necesario a seguir, la inspiración que puede marcar los pasos de un seguimiento, las huellas de un camino. Desde luego, quien es depositario de la confidencia espiritual de un fiel cristiano no debe aspirar a calcar esos modelos, sino más bien a inspirarse en ellos para trazar su propio camino. Igualmente, el hijo de Dios que quiere tomarse más en serio su fe mediante la dirección espiritual no debe elegir según unos criterios previos ya establecidos, sino empezar a caminar. Con todo, las indicaciones que se refieren a continuación pueden resultar de gran utilidad con el fin de perfilar un acompañamiento espiritual lo más evangélico posible, inspirado por eso mismo en la teología de los santos. En concreto me fijaré en dos de ellos, que fueron extraordinarios guías de almas: san Juan Bosco y san Josemaría Escrivá de Balaguer.
San Juan Bosco, entre los años 1871 y 1886, escribió una serie de misivas donde se compendían consejos útiles dirigidos a sus más estrechos colaboradores. Muchos de ellos tratan de la tarea de dirección espiritual (cfr. Recuerdos confidenciales a los directores).
El conjunto de estas pláticas se sustenta al menos en dos planos distintos. El primero guarda referencia a las cualidades del director en sí mismo, destacándose dos consejos:
«Procura más bien  hacerte amar que hacerte temer. La caridad y la paciencia te acompañen constantemente cuando mandes y cuando corrijas, y obra de tal suerte que todos saquen por tus hechos y palabras que lo que buscas es el bien de las almas. Cuando se trate de impedir el pecado, toléralo todo. Tus cuidados han de ir encaminados al bien espiritual, corporal e intelectual de los jóvenes que la divina providencia te confie» (p. 550).
Don Bosco es consciente del papel de autoridad que sacerdotes y religiosos tenían en su contexto histórico, y trata de subrayar la necesidad del servicio en su expresión más profunda: amar y hacerse amar. Es posible que hoy haya cambiado esa percepción de los superiores religiosos, y sea más clara su disposición a servir antes que a ser servidos. En  cualquier caso, el recordatorio sigue vigente, porque quien quiera educar lo escondido de los corazones, necesariamente había de presentar la caridad como carta de identidad.
La segunda advertencia habla de la ponderación interior del director espiritual. «En los asuntos de importancia eleva siempre un momento el corazón a Dios antes de decidir. Y cuando te propongan que opines sobre una cuestión, escucha todo primero y no emitas juicio sin haber puesto bien claros los hechos».
En este sentido, la precipitación es uno de los principales enemigos del acompañamiento espiritual. Como hacía notar mucho antes santo Tomás de Aquino, el precipitarse de algo significa caer rápidamente de lo más alto a lo más bajo. Referido al alma, y a las razones del corazón, percipitarse hace referencia a verter el juicio sin la reflexión suficiente, yendo de lo más alto a lo más bajo sin pasar por la quietud de lo intermedio. «Los grados intermedios por los cuales hay que descender son la memoria de lo pasado, la inteligencia de lo presente, la sagacidad en la consideración del futuro, la hábil comparación de alternativas, la docilidad para asentir a la opinión de los mayores. A través de estos pasos desciende ordenadamente el juicioso» (S. Th II-II, q. 53, a. 3, resp.).
Es tradicional confiar la vida espiritual a personas ya maduras, de cierta edad. Esta natural referencia tiene que ver con la confianza que sugiere la persona que tiene «memoria de lo pasado», y en virtud de su experiencia puede aconsejar con más moderación. Sin embargo, ni esta cualidad se adquiere necesariamente con los años, ni son necesarios los años para adquirirla. Tanto la memoria de acciones pretéritas, como la inteligencia para el tiempo presente y la previsión respecto al futuro, hacen más bien referencia a la prudencia que a la edad. Lo mismo cabría decir de la capacidad para comparar las posiblidades y la benignidad para recibir consejos de otros. Pertenecen a esa virutd cardinal que debe estar presente en todo director espiritual, sin excepción: la prudencia.
En resumen, si hubiera que subrayar dos características del director espiritual, podríamos hablar del esfuerzo por vivir la caridad y brillar en la prudencia.
Un segundo grupo de consejos los dirige el santo piamontés a la relación con los alumnos. Con el fin de conseguir el conocimiento de los muchachos, don Bosco propone algunas metas concretas: «Pasa entre los jóvenes todo el tiempo que puedas y deja caer al oído, cuando la necesidad te lo aconseje, aquellas afectuosas palabras que tú sabes muy bien. Este es el gran secreto que ha de hacerte dueño de los corazones» (p. 553). La aplicación concreta de la caridad del director se expresa en la palabra oportuna para el dirigido. Se entiende bien que ser dueño de los corazones es ser servidor de cada uno de ellos, con la esperanza de actuar dentro de los jóvenes como sembrador de paz y de alegría, como semilla evangélica en lo profundo del alma.
Sin embargo, el santo de Turín sabe bien que en el trato con los muchachos no todo es benévolo y fácil. En ocasiones, la relación se ve entorpecida por el pecado y por el mal obrar. «Cuando lleges a descubrir alguna falta grave», sentencia el santo, «llama a tu despacho al culpable o sospechoso, y de la forma más caritativa procura hacerle reconocer su error por haberla cometido; corrígele después e invítale a ajustar las cuentas de su conciencia. Con este medio, y acompañando al alumno con una benévola asistencia, se consiguieron maravillosos efectos y enmiendas, a primera vista imposibles» (p. 554).
A modo de síntesis, don Bosco subraya al menos dos conductas para conquistar la confianza de la juventud y dirigir al bien sus corazones: fomentar la convivencia que facilite la confidencia, y no dar la espalda a la corrección, que fortalece a la salmas y las eleva a altas cotas de santidad.
En relación con el anhelo de santidad, san Josemaría afirmaba que el sacerdote es despertador de las conciencias, encendedor de los mejores deseos. Encender corazones, despertar conciencias, son acciones que hablan de llegar al corazón mismo de la persona. Este deseo suscita unas actitudes concretas, que no son «cuestión de táctica», sino expresión del amor del sacerdote. Según su particular modo de ser, el director espiritual ilumina cuando desvela -de modo natural, sin fingimientos- su extraordinario amor a Jesucristo y a su Madre, a la Iglesia y a la vida de la gracia.
La capacidad del sacerdote de encender corazones va mucho más allá de sus dotes humanas o particular simpatía. No tendrá más éxitop or ser locuaz o cautivador; no al menos en las cosas de Dios. Podrá estar rodeado de mucha gente, pero tocar pocos corazones. El hondón del alma que quiere aspirar a la santidad vibra más con la piedad del sacerdote que con su simpatía; y se enciende por su amor a Dios en la liturgia, su esfuerzo por ser justo y piadoso, y su lucha por querer ser (solo) de Dios.
En este sentido, el depositario de una charla espiritual debe ser muy consciente de sus propias flaquezas. «Dios Nuestro Señor conoce bien mi debilidad y la vuestra», decía san Josemaría; «somos todos nosotros hombres corrientes, pero ha querido Jesucristo convertirnos en canal, que haga llegar las aguas de su misericordia y de su Amor a muchas almas» (J. Echevarría, p. 180).
Para poder ayudar a los demás, es decisivo que el director espiritual tenga conciencia clara de sus propios errores y equivocaciones. Dios permite que caigamos muchas veces… para hacernos comprensivos con los que tropiezan. La debilidad y el pecado (si somos humildes) ayudan extraodinariamente a poner del todo la confianza en Dios. Solo así se puede auxiliar con sinceridad y rectitud a los demás.
El privilegio de haber recorrido cierta distancia de la mano de estos dos santos nos pone en disposición de poder enumerar algunas características oportunas para el acompañante espiritual. Lo hago advertido por la prudencia; prudencia de quien tiene en cuenta los límites antes enumerados, prudencia que no pretende una recapitulación exhaustiva ni exclusiva; sino simplemente adecuada.
Fulgencio Espa. Cuenta conmigo

Gaudete et exsultate (Francisco I)

El culto que más le agrada

104. Podríamos pensar que damos gloria a Dios solo con el culto y la oración, o únicamente cumpliendo algunas normas éticas ―es verdad que el primado es la relación con Dios―, y olvidamos que el criterio para evaluar nuestra vida es ante todo lo que hicimos con los demás. La oración es preciosa si alimenta una entrega cotidiana de amor. Nuestro culto agrada a Dios cuando allí llevamos los intentos de vivir con generosidad y cuando dejamos que el don de Dios que recibimos en él se manifieste en la entrega a los hermanos.

El cumplimiento de la ley no nos hace automáticamente perfectos

1.- Se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le pregunto: ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: Ya sabes los mandamientos… Él replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, dale el dinero a los pobres… y luego sígueme… Él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. La escena evangélica de este hombre que se quería asegurar la vida eterna la conocemos todos. Sin duda, se trataba de una persona buena, que cumplía todas las normas religiosas establecidas y que quería saber si con eso heredaría la vida eterna. La pregunta se la hace a Jesús, sin duda porque veía en él – Maestro bueno- algo que no veía en los demás maestros de la Ley judía. También muchos de nosotros podríamos hacernos a nosotros mismos esta misma pregunta: yo, ni robo, ni mato, voy a misa todos los domingos y hago lo que la Iglesia manda, ¿me salvaré? Es decir: ¿el cumplimiento literal de las normas religiosas es suficiente para salvarse? La respuesta que dio Jesús a este judío, fiel cumplidor de la Ley, que se lo preguntó, fue, rotundamente, negativa. Debemos suponer, por tanto, que a nosotros nos respondería lo mismo: podemos ser buenos cumplidores de la Ley religiosa y, no obstante, no ser buenos cristianos. ¿Qué nos falta? El desprendimiento total de aquellas cosas que nos impiden seguir del todo a Jesús. ¿Qué cosas son estas? Cada uno de nosotros, en un sincero examen de conciencia, debemos descubrirlo.

2.- Qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero… Los discípulos se espantaron y comentaban: entonces, ¿quién puede salvarse? Se ve que los discípulos entendieron perfectamente la respuesta de Jesús al hombre rico. Ellos no se veían ricos en dinero, sino muy apegados al dinero, como la mayor parte de las personas que ellos conocían. Por eso, preguntaron, tan asustados: entonces, ¿quién puede salvarse? El hombre rico no es que no pudiera alcanzar la vida eterna por ser rico, sino por no atreverse a poner todas sus riquezas al servicio del reino de Dios. Por poner el dinero en primer lugar en su vida. Es decir, que el dinero no debe mandar nunca en nuestra vida, no debe ser nunca lo primero, sino estar siempre al servicio de los valores del reino de Dios.

3.. Invoqué y vino a mí el espíritu de la sabiduría. La preferí a cetros y tronos y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. La quise más que la salud y la belleza y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Estas palabras del libro de la Sabiduría son palabras atribuidas al rey Salomón, al que la tradición judía consideró siempre como prototipo de persona sabia. No olvidemos que la palabra sabiduría, en sentido bíblico, no significa tener mucha ciencia o conocimientos. La palabra sabiduría, en la biblia, hace referencia a nuestras relaciones personales con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo. Puede uno ser ignorante científicamente y sabio bíblicamente. ¿Qué debe, pues, significar para nosotros tener a la sabiduría por luz que guíe nuestra vida? Pues que busquemos siempre en nuestras relaciones personales con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo poner en primer lugar la verdad, la bondad y el amor de Dios por encima de todo lo demás, incluida la salud, el dinero y la belleza. Esto no es algo fácil de hacer, porque nuestras tendencias naturales nos dicen que lo primero es la salud, el dinero y el amor. Poner la sabiduría como lo primero que debemos intentar seguir siempre en nuestra vida nos exigirá vivir en un continuo examen de conciencia. Cristo no puso lo primero en su vida la salud, el dinero y la belleza, sino el cumplimiento de la voluntad de su Padre. Hagamos nosotros lo mismo, aunque nos cueste.

4.- La palabra de Dios es viva y eficaz. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Más de una vez, en el evangelio, Jesús nos dice que es del corazón de donde sale lo bueno o lo malo que hay en el ser humano. Purifiquemos, pues, nosotros nuestro corazón, pidiendo a Dios que nos dé un corazón bueno, manso, humilde y misericordioso, como el corazón de Cristo. Nada se escapa a la mirada de Dios, porque Dios ve dentro de nosotros, lo que hay dentro de nuestro corazón. Nuestras acciones externas no siempre salen del corazón; hay, a veces, mucho fariseísmo en nuestras vidas. Por eso, cuando nos juzguemos a nosotros mismos y a los demás, dejemos que sea Dios el que nos juzgue a todos. Sólo él sabe cómo somos de verdad.

Gabriel González del Estal

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

Al salir Jesús de camino, un hombre corrió a preguntarle, arrodillándose ante él: «Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? El único bueno es Dios. Ya conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». Jesús lo miró con amor y le dijo: «Te queda una cosa que hacer: Anda, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». Al oír esto, el joven se fue muy triste, porque tenía muchos bienes.

Jesús miró alrededor y dijo a sus discípulos: «¡Qué difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!». Los discípulos se quedaron asombrados ante estas palabras. Pero Jesús les repitió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios». Ellos, más asombrados todavía, se decían: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús los miró y les dijo: «Para los hombres esto es imposible; pero no para Dios, pues para Dios todo es posible».

Entonces Pedro le dijo: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Os asegu- ro que nadie deja casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mí o por el evange- lio, que no reciba el ciento por uno ya en este mundo, en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero, la vida eterna.

Marcos 10, 17-30

 

Comentario del Evangelio

Las cosas que usamos, que tenemos no son más que cosas. A veces estas cosas parecen que dominan nuestras vidas y cosas como el móvil, el coche, la casa, el dinero, la play o muchas otras cosas gobiernan sobre nosotros.
Jesús nos dice que para seguirle auténticamente no debemos depender de cosas como las que hemos comentado antes.

Para hacer vida el Evangelio

• Escribe el nombre de algo que tengas y que creas que es algo que “gobierna tu vida”.

• ¿Por qué a veces dependemos tanto de cosas que tenemos? ¿Cómo quiere Jesús que vivamos estas cosas?

• Escribe un compromiso para ser una persona más libre de las cosas que tenemos.

Oración

Tú me invitas a necesitar menos,
para vivir sin apegos ni ataduras,
a necesitar menos, pues se vive mejor,
ya que, compruebo que lo que poseo,
al final me posee ello a mí.
¡Tantas veces, Señor,
me he propuesto esto mismo!
Pero Tú sabes bien que me dejo arrastrar por la moda,
los caprichos, las costumbres…
Ayúdame a no ser el primero en tener lo último,
sino a regirme por luchar

para que los últimos tengan más.
Hoy quiero hacer contigo un compromiso.
No puedo dejar, otra vez, de escuchar

las palabras que le dijiste al joven rico,
y que en tantas ocasiones quiero yo asimilar.
Voy a invitar a los míos a un vivir más austero,
voy a comprometer a mi gente

a que nos esforcemos,
quiero ir dejando cosas, para ganar en libertad
a ver si al desprenderme, ya amo un poco más.

Estoy lleno de cosas, Señor

Hoy me dices a mí, como al niño rico,
que venda lo que tengo
y lo dé a los necesitados.
Tú sabes bien, Señor,
que estoy rodeado de cosas,
que no creo necesidades constantemente
y no sé a qué renunciar,
y cada día tengo más.

Ayúdame, Señor, te necesito, acompáñame
a dar un paseo por mis pertenencias,
sugiéreme de qué me puedo ir desprendiendo
y ayúdame a compartir lo que tengo de más.

El joven rico, al oírte, te dio la espalda y se fue.
Yo no quiero abandonarte, yo quiero seguirte
y hacer caso a tu sugerencia de dar
lo que tengo,
para conseguir una mayor libertad interior.

Cuando Tú dices que son dichosos los pobres,
sé que me estás proponiendo
vivir en austeridad,
ir despegándome de cosas,
no tener todos los libros,
todos los discos, todos los chismes…
que llenan neveras, estanterías y armarios.

Tú me invitas a necesitar menos,
para vivir sin apegos ni ataduras,
a necesitar menos, pues se vive mejor,
ya que, compruebo que lo que poseo,
al final me posee ello a mí.

¡Tantas veces, Señor,
me he propuesto esto mismo!
Pero Tú sabes bien que me dejo arrastrar
por la moda, los caprichos, las costumbres…
Ayúdame a no ser el primero en tener lo último,
sino a regirme por luchar
para que los últimos tengan más.

Hoy quiero hacer contigo un compromiso.
No puedo dejar, otra vez, de escuchar
las palabras que le dijiste al joven rico,
y que en tantas ocasiones quiero yo asimilar.

Voy a invitar a los míos a un vivir más austero,
voy a comprometer a mi gente
a que nos esforcemos,
quiero ir dejando cosas, para ganar en libertad
a ver si al desprenderme, ya amo un poco más.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio del Domingo XXVIII de Tiempo Ordinario

• La posición ante los bienes materiales no es un aspecto más en la enseñanza de Jesús. Es una cuestión que lo define a Él mismo y define a sus discípulos. En el mundo judío del tiempo de Jesús, tener riqueza material era un signo de la bendición de Dios. Jesús cambia este enfoque y se pone, por tanto, en contradicción, como es contradictorio que “un camello” pueda pasar“por el ojo de una aguja” (25).

• En este pasaje, como los de los últimos domingos, Marcos nos hace caer en la cuenta de que después del hecho -en este caso, el diálogo con el hombre rico (1 7-22)-, Jesús habla del mismo con el grupo de discípulos (23-30). Revisan los hechos de vida para sacar enseñanzas y consecuencias. Esta segunda parte tiene hoy dos momentos: la enseñanza sobre el peligro de las riquezas (23-27) y el diálogo sobre la recompensade los que han renunciado a ser ricos (26-31).

• El hombre que se acerca a Jesús (17) busca normas de comportamiento —“¿qué haré?”— para así merecer —“heredar”— “la vida eterna”. Quiere ser amo de la vida eterna del mismo modo que es amo de muchos bienes al ser “muy rico» (22).

• Posiblemente ese hombre ha trabajado mucho y los bienes que tiene son fruto de su esfuerzo. Marcos lo presenta como alguien con ganas de ser fiel a la voluntad de Dios (20). Jesús lo valora. Pero le hace ver que fuera de Dios nadie es bueno (18) por más que haya sido “cumplidor desde pequeño” (20). Ni el mismo, Jesús, se sitúa entre los buenos (16). “Los mandamientos” (19) que ese hombre “ha cumplido” (20) son pistas que conducen a la vida eterna (Ex 20,12; Dt 5,16), pero no para merecer nada.

• Jesús “se le quedó mirando con cariño” (21).Yle hace el mayor regalo que le pueda hacer: le invita a “seguirle”, a ir con Él (21). Si los Mandamientos no llevan a seguir una Vida, a vivir como Jesús, nos llevan al legalismo. Seguir a Je- sús nos hace descubrir que la relación con Dios es relación con una Persona y con las personas. Y una relación que es gratuita y confiada.

• El seguimiento de Jesús no es un mandamiento que se añade a los demás, ni un mandamiento nuevo que supera a los anteriores. Jesús invita a pasar de la Ley al Amor, del hacer —“¿qué haré?” (17)— al ser —“sígueme” (21)—.

• Jesús invita al rico a desprenderse de todos sus bienes. Y el hombre “frunció el ceño” (22). Seguir a Jesús no se puede hacer si no se rompen las cadenas de las riquezas que nos atan. Sobre las riquezas, Jesús enseña que el mejor uso que podemos hacer de las mismas es dárselas a los pobres. Pero, cuidado: no por dárselas a los pobres se gana la vida eterna, que siempre es un don de Dios. Hay que dárselas porque son suyas. Y porque cuando se acumulan se convierten en un ídolo que exige culto: estar siempre pendiente de ganar más y no perderlas. Las riquezas ocupan fácilmente el lugar de Dios: Nadie puede estar servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero (Mt 6,24).

• La actitud de presentarse ante Dios bien cargado de riquezas y de méritos es como decirle a Dios que no lo necesitamos. Dios no me hace falta por que ya lo tengo todo, todo me lo he ganado: me he ganado bien la vida en este mundo y me he ganado la vida eterna. Me lo merezco: he trabajado mucho y he sido fiel cumplidor de la religión, incluso dando limosna. Dios no me hace falta. En el fondo, esta actitud es una especie de ateísmo práctico, no reconocido como tal, Y la figura de un “dios”, que no es el Padre deJesucristo, tapa la autosuficiencia sobre la que he montado mi vida.

• La salvación no se compra, es incompatible con la riqueza (23-25); es un regalo de Dios, gratuita,por tanto. A nosotros nos es imposible salvarnos. Pero para Dios “es posible” (Mc 10,27; Gn 18,14; Jr 32,17.27; Za 8,6; Jb 42,2; Lc 1,37). Nosotros estamosllamados a acoger la vida eterna que nos es dada y sólo lo podremos hacer con las manos vacías. Si tenemos las manos llenas, si vamos por la vida demasiado hartos, si estamos llenos de nosotros mismos… no podremos acogerla.

• Renunciar a todo (21.28), se hace “por Jesús y por el Evangelio” —es decir, por anunciar elEvangelio— (29). Se hace por un “tesoro” (21). Quien así lo deja todo, recibe ahora el regalo que es la Iglesia —“casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras” (30)-. y no se ahorrará dificultades, “persecuciones” (30), las mismas que vivió Jesús. Pero también, como el Resucitado, recibirá el regalo —no el premio— de la “vida eterna”.

NOTA: En la mentalidad bíblica riqueza y bienestar son signos de bendición divina; pero ya en el Deuteronomio (8,11-18), se ve su peligro de autosuficiencia y olvido de Dios. Los pobres de Yahvé comprenden que no dependen de sí, sino de Dios. Jesús invita a la desposesión absoluta: sólo Dios es el único absoluto. Los bienes terrenos están al servicio de todos los hombres. Este principio lo admiten todos en teoría; pero la práctica lo desmiente: “algunos países, generalmente los que tienen una población cristiana sensiblemente mayoritaria, disfrutan de la opulencia, mientras otros se ven privados de lo necesario para la vida y viven atormentados por el hambre, las enfermedades y toda clase de miserias” (GS 88).

Comentario al evangelio – 11 de octubre

Hay tres verbos que sólo practican los sencillos: pedir, buscar, llamar. Si a estos verbos se les añade el adverbio «insistentemente» tenemos esbozado el programa de un verdadero seguidor de Jesús.

Pedir supone reconocer que no tenemos todo lo que necesitamos, tomar conciencia de nuestros límites, admitir que Alguien tiene más que nosotros. Piden los pobres y los mendigos. No piden los autosuficientes.

Buscar implica experimentar la atracción de algo que tira de nosotros, admitir que hay un tesoro por el que merece la pena arriesgarse, sentir el aguijoneo de muchas preguntas para las cuales no existen respuestas prefabricadas. No buscan los que han sucumbido a la rutina, los perezosos y los desesperanzados.

Llamar es dirigirse a alguien con la confianza de que vamos a ser escuchados, invocar una presencia que nos supera y que al mismo tiempo se hace cargo de nosotros. No llaman los que temen que no haya nadie al otro lado de la puerta, los que no está preparados para entrar en el caso de que se abra.

Insistentemente significa todos los días, a todas horas, no sólo en ciertos momentos críticos, o cuando no encontramos otra cosa mejor.

Estas lecciones esenciales se pueden explicar así, con un lenguaje un poco árido, o se pueden explicar diciendo: «Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche …». Evidentemente, Jesús elige el modo más eficaz. Y por eso nos remueve por dentro.

Cuando uno pide, recibe; cuando busca, encuentra; cuando llama, se le abre. ¿Qué recibimos y encontramos? La síntesis de todo lo que podemos recibir y encontrar es el Espíritu Santo; es decir, todo lo que necesitamos para decir «Abbá» y para reconocer con nuestros labios y nuestro corazón que «Jesús es Señor».