I Vísperas – Solemnidad de Todos los Santos

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PATRIARCAS QUE FUISTEIS LA SEMILLA.

Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.

Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
rogadle por nosotros.

Almas cándidas, santos Inocentes
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
rogadle por nosotros.

Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
rogadle por nosotros.

Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que es fuente de vida y hermosura
rogadle por nosotros.

Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
rogadle por nosotros.

Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es raudal de ciencia inextinguible
rogadle por nosotros.

Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a aquel que vive y reina entre vosotros. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Una luz sin ocaso iluminará a tus santos, Señor, y un júbilo eterno será su parte. Aleluya.

Salmo 112 – ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Una luz sin ocaso iluminará a tus santos, Señor, y un júbilo eterno será su parte. Aleluya.

Ant 2. Alégrate y salta de gozo, Jerusalén, ciudad de Dios, por los hijos de los justos, que serán congregados y al Señor de los justos bendecirán. Aleluya.

Salmo 147 – RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alégrate y salta de gozo, Jerusalén, ciudad de Dios, por los hijos de los justos, que serán congregados y al Señor de los justos bendecirán. Aleluya.

Ant 3. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra. Aleluya.

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO – Cf. Ap 19,1-2, 5-7

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra. Aleluya.

LECTURA BREVE   Hb 12, 22-24

Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

RESPONSORIO BREVE

V. Los justos se alegran en la presencia de Dios.
R. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

V. Rebosando de alegría.
R. En la presencia de Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, el ejército glorioso de los mártires te aclama; todos los santos y elegidos te ensalzan unánimes, Trinidad santa, único Dios.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, el ejército glorioso de los mártires te aclama; todos los santos y elegidos te ensalzan unánimes, Trinidad santa, único Dios.

PRECES

Acudamos, alegres, a nuestro Dios, corona de todos los santos, y digámosle:

Por intercesión de todos los santos, sálvanos, Señor.

Dios nuestro, fuente y origen de toda sabiduría, que por tu Hijo Jesucristo has hecho de los apóstoles fundamento de la Iglesia,
concédenos ser totalmente fieles a la fe que ellos enseñaron.

Tú que otorgaste a los mártires fortaleza para dar testimonio de ti hasta derramar su sangre,
concede a todos los cristianos ser fieles testigos de tu Hijo.

Tú que concediste a las vírgenes el don insigne de imitar a Cristo en su virginidad,
haz que sepamos ver siempre su virginidad consagrada como un signo del reino futuro.

Tú que has manifestado en los santos tu presencia, tu grandeza y tu perfección,
haz que los fieles, al venerarlos, se sientan unidos a ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concede, Señor, a todos los difuntos gozar siempre de la compañía de María, de san José y de todos los santos,
y, por su intercesión, dales parte en la alegría de tu reino.

Con el gozo que nos da sabernos miembros de la gran familia de los santos, digamos al Padre de todos:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes celebrar los méritos de todos los santos en una misma solemnidad, te rogamos que, por las súplicas de tan numerosos intercesores, nos concedas en abundancia los dones que te pedimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 31 de octubre

Lectio: Miércoles, 31 Octubre, 2018

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Dos todopoderoso y eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad; y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 13,22-30
Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.
«Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: `¡Señor, ábrenos!’ Y os responderá: `No sé de dónde sois.’ Entonces empezaréis a decir: `Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas ‘. Pero os volverá a decir: `No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los malhechores!
«Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios.
«Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.»

3) Reflexión

● El evangelio de hoy nos relata un episodio acontecido durante el largo camino de Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, cuya descripción ocupa más de una tercera parte del evangelio de Lucas (Lc 9,51 a 19,28).
● Lucas 13,22: El camino de Jerusalén. “Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.”. Más de una vez Lucas dice que Jesús está de camino hacia Jerusalén. En los diez capítulos que describen el viaje hasta Jerusalén (Lc 9,51 a 19,28), Lucas, constantemente, recuerda que Jesús está de camino hacia Jerusalén (Lc 9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,22.33; 14,25; 17,11; 18,31; 18,37; 19,1.11.28). lo que es claro y es definido desde el comienzo el es destino del viaje: Jerusalén, la capital, donde Jesús será condenado a muerte (Lc 9,31.51). Raramente, informa sobre el recorrido y los lugares por donde Jesús pasaba. Sólo al comienzo del viaje (Lc 9,51), en medio (Lc 17,11) y al final (Lc 18,35; 19,1), sabemos algo respecto del lugar por donde Jesús estaba pasando. De este modo, Lucas sugiere la siguiente enseñanza: tenemos que tener claro el objetivo de nuestra vida, y asumirlo decididamente como hizo Jesús. Debemos caminar. No podemos detenernos. Pero no siempre es claro y es definido por dónde pasamos. Lo que es cierto es el objetivo: Jerusalén, donde nos espera el “éxodo” (Lc 9,31), la pasión, la muerte y la resurrección.
● Lucas 13,23: La pregunta sobre los pocos que se salvan. A lo largo del camino hacia Jerusalén acontece de todo: informaciones sobre las masacres y los desastres (Lc 13,1-5), parábolas (Lc 13,6-9.18-21), discusiones (Lc 13,10-13) y, en el evangelio de hoy, preguntas de la gente: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» ¡Siempre la misma pregunta alrededor de la salvación!
● Lucas 13,24-25: La puerta estrecha. Jesús dice que la puerta es estrecha: » Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.”. Jesús ¿dijo esto para llenarnos de miedo y obligarnos a observar la ley como enseñaban los fariseos? ¿Qué significa esta puerta estrecha? ¿De qué se trata? En el Sermón de la Montaña Jesús sugiere que la entrada en el Reino tiene ocho puertas. Son las ocho categorías de personas de las bienaventuranzas: (a) pobres de espíritu, (b) mansos, (c) afligidos, (d) hambrientos y sedientos de justicia, (e) misericordiosos, (f) limpios de corazón, (g) constructores da paz y (h) perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10). Lucas las reduce a cuatro: (a) pobres, (b) hambrientos, (c) tristes y (d) perseguidos (Lc 6,20-22). Solamente entran en el Reino los que pertenecen a una de estas categorías enumeradas en las bienaventuranzas. Esta es la puerta estrecha. Es la nueva mirada sobre la salvación que Jesús nos comunica. ¡No hay otra puerta! Se trata de la conversión que Jesús nos pide. Insiste en lo siguiente: » Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: `¡Señor, ábrenos!’ Y os responderá: `No sé de dónde sois.”. El tiempo hasta la hora del juicio, es tiempo favorable para la conversión, para cambiar nuestra visión sobre la salvación y entrar en una de estas ocho categorías.
● Lucas 13,26-28: El trágico malentendido. Dios responde a los que llaman a la puerta: “No sé de dónde sois”. Pero ellos insisten y argumentan: ¡Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras! No basta haber convivido con Jesús, no basta haber participado en la multiplicación de los panes y haber escuchado sus enseñanzas en las plazas de las ciudades y en los poblados. No basta haber ido a la iglesia y haber participado en las instrucciones del catecismo. Dios responderá: ¡No sé de dónde sois!. Retiraos de mí, todos los malhechores!”. Trágico malentendido y falta total de conversión, de comprensión. Jesús declara injusticia aquello que los demás consideran ser cosa justa y agradable a Dios. Es una visión totalmente nueva sobre la salvación. La puerta es realmente estrecha.
● Lucas 13,29-30: La clave que explica el malentendido. “Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos.”. Se trata de un gran cambio que se operó con la venida de Dios hasta nosotros en Jesús. La salvación es universal y no sólo del pueblo judío. Todos los pueblos tendrán acceso y podrán pasar por la puerta estrecha.

4) Para la reflexión personal

● Tener el objetivo claro y caminar hacia Jerusalén: ¿mis objetivos son claros o me dejo llevar por el viento del momento?
● La puerta es estrecha. ¿Qué idea tengo de Dios, de la vida, de la salvación?

5) Oración final

Alábente, Yahvé, tus creaturas,
bendígante tus fieles;
cuenten la gloria de tu reinado,
narren tus proezas. (Sal 145,10-11)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 6, 53-56

53Y, cruzando, llegarona tierra en Genesaret y atracaron.

54Y saliendoellos de la barca, reconociéndole a él de inmediato, [las gentes] corrieron por toda aquella comarca y comenzaron a traer a los enfermos en camillas a donde oían que [Jesús] estaba.

56Y, a donde iba, a aldeas o ciudades o campos, colocaban a los enfermos en las plazas y le rogaban para que le tocaransiquiera la orla de su manto; y todos los que le tocabaneran salvados».

<

p style=»text-align:justify;»>El viaje revelador, lleno de acontecimientos, de Jesús y sus discípulos por el mar de Galilea termina cuando desembarcan en la llanura de Genesaret, sobre el lado occidental del lago. Como en las ocasiones anteriores (Mc 1,45; 3,7-12; 6,33), también ahora Jesús se ve asaltado por una multitud de enfermos que han oído hablar de su poder de curación y que han ido en su busca desesperados, con el deseo de que utilice ese poder a favor de ellos. El desembarco en Genesaret crea un problema narrativo, dado que los discípulos no se habían embarcado para ir a Genesaret, sino a Betsaida (cf. 6,45). Parece que Marcos está combinando tradiciones, y de manera un poco tosca. 
Este sumario de actividad de Jesús, en su forma actual, está caracterizado por una gran sensación de movimiento y de excitación, comparable en cierto sentido a la que encontraremos más tarde en la narración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (11,8-10). La impresión de dinamismo y del impacto universal que suscita la presencia de Jesús queda resaltada por el uso constante del tiempo imperfecto y por la repetición de frases en relativo. El clímax, el momento culminante, se alcanza con la conclusión del pasaje, porque solo allí se ofrece la solución al problema de la enfermedad con un giro rápido y decisivo: «Y cualquiera de los que le tocaban quedaban salvados». 


<

p style=»text-align:justify;»>6,53-56: La fama creciente de Jesús se pone de relieve desde el comienzo del pasaje: tan pronto como él y sus discípulos desembarcan en Genesaret y amarran la barca, son reconocidos y empieza la agitación (6,53-54). La gente comienza a correr frenéticamente para llevar a sus amigos y parientes inválidos a los lugares por donde se dice que Jesús va a pasar (6,55). 
El clímax dramático del pasaje sigue inmediatamente. Así como el vendaval de la gracia divina se despliega y se difunde por todas las plazas de las ciudades, así también los inválidos que han sido colocados en esos lugares, con emocionada humildad, suplican a Jesús que les permita tocar simplemente las borlas de su vestido (6,56b). Esta visión de los inválidos pidiendo permiso para tocar los vestidos del sanador que va pasando por allí resulta poco realista y es probable que tenga un origen simbólico: la fe consigue tocar a Jesús, pero incluso este movimiento solo puede llevarse a cabo con su autorización. 
En esa línea, nuestro texto sigue trazando un desarrollo que había comenzado en dos historias anteriores de curaciones: la de 3,7-12, donde se dice que la gente tocaba a Jesús, y la de 5,21-34, que cuenta cómo una mujer tocó solamente la ropa de Jesús. Pues bien, en nuestro pasaje se dice que los enfermos querían tocar solo la orla del manto de Jesús. Este progreso en el retraimiento de la gente (que cada vez toca a Jesús con menos intensidad) puede estar relacionado con la visión increíblemente elevada de Jesús que ofrece el evangelio. Recordemos que nuestro pasaje viene inmediatamente detrás de otro en el que Jesús ha sido retratado en una forma casi divina, y ambos pasajes se encuentran vinculados, pues los dos describen a Jesús como alguien que «pasa junto a». Este «pasar junto a» se 
convierte en una revelación de la gracia y del poder divino, pues las llamadas de los enfermos no quedan sin respuesta, de modo que «todos los que le tocaban quedaban curados» (6,56c).
Nuestra perícopa constituye una preparación para la controversia siguiente con los fariseos y los escribas sobre la tradición de los ancianos y el mandamiento de Dios (7,1-23), y sirve para rechazar sutilmente la acusación que presentarán los oponentes de Jesús, diciendo que él y sus discípulos son unos renegados culpables, que se han apartado de la autoridad de la tradición. Poniendo de relieve el fuerte poder carismático de Jesús, este pasaje indica que Jesús realiza sus obras prodigiosas con el poder de Dios y que cualquier tradición que quiera elevarse a sí misma en contra de Jesús resulta sospechosa.

Más aún, si, como parece probable, las «borlas» milagrosas del vestido de Jesús son las sîsîyôt que según el Antiguo Testamento deben ponerse los varones israelitas, nuestro pasaje presenta a Jesús como un judío observante, hasta el punto de que lleva los adornos del manto que manda la Ley. Pero si, conforme a Nm 13,39, las borlas constituyen para los judíos un recuerdo constante con el fin de que cada generación observe «todos los mandamientos del Señor», también representan una advertencia perpetua «para no seguir detrás de vuestros propios corazones y de vuestros propios ojos, tras los cuales estáis inclinados a caminar y os habéis prostituido». Según esto, la referencia a las borlas del vestido de Jesús ofrece una transición adecuada para el pasaje en el que Jesús elevará el mandamiento divino por encima de las tradiciones de aquellos hombres y mujeres cuyos corazones se han separado de Dios.

6. Silencio

Hablamos del silencio, no como ausencia de sonido, sino como antítesis de la dispersión. Al joven rico le sofocaron sus riquezas; al hombre tardomoderno le deshacen millones de quehaceres en los que anda desparramado. ¿Quién no tiene la sensación de verse frecuentemente superado? ¿Quién no experimenta la frustrante impresión de no ser capaz de dejar de pensar lo que hay que hacer, al menos por un instante?

Las consecuencias de esa ausencia de silencio —o aumento de dispersión, da igual cómo se diga— son patentes. Ya no nos abandonamos en manos de Dios o de un amor estable, todo eso está muy lejos; el abandono efectivo del hombre actual es lo periférico. Estamos continuamente ocupados en cosas de no muy extraordinaria valía, y preocupados casi por cualquier cosa. Es propio del hombre cansado desfigurar los problemas y tomarlo todo a la tremenda. Esta tipología afecta a casi todo hombre y mujer normales, susceptibles a cualquier estímulo, pendientes de cualquier eventualidad. Vivimos en una sociedad sobre-estimulada, ¿qué nos hace pensar que nosotros estamos fuera de su área de influencia?
Un modo perfecto de vivir superado es estar pegado al teléfono móvil, porque entregarse a lo periférico tiene mucho que ver con el deseo de estar al tanto de todo. La máxima conectividad es ideal para ello. Usamos el móvil para tantas cosas que llegamos a preguntarnos cómo han podido existir generaciones enteras de hombres y mujeres que carecieron de este aparato.
Millones de palabras glosan nuestra vida en las redes sociales, en la publicidad, en la radio y en la televisión. Muchas de las nuevas tesis doctorales también están atiborradas de palabras, convencidos sus autores de que el valor del trabajo tiene que ver con su peso. Ya no es posible quedar con una persona sin confirmarlo media docena de veces; resulta casi imposible confiar en la existencia de personas que lleguen en hora; es más fácil mandar un simpático mensajito diciendo «llego diez minutos tarde», y añadir un icono de sonrojo, como si eso sustituyera la responsabilidad de ser puntual.
Más allá de los muchos innegables efectos positivos que puede tener la mejora de la comunicación, la hipercomunicatividad ha provocado una devaluación extraordinaria del valor de la palabra. Cada vez significa menos.
La segunda característica de la dispersión (o de la falta de silencio) tiene justamente que ver con este uso banal de la palabra: el yo se deshace en apariencias. Habla mucho, comparte muchas fotos, está en numerosos foros: pero ya no es nadie, ya no es nada. La ausencia del yo. ¿Quién soy? Una vida desnuda. Se comparte solo la apariencia, porque hay poco o nada que comunicar. ¡Si hablara de lo que llevo dentro! Además, ¿a quién se lo podría contar?
Como hace notar Alessandro D’Avenia, en su conferencia Un libro e tre mandarini, se tienen amigos que son apariencias de amigos, porque «no sonríen, no lloran, no sudan, no apestan, no mastican, no tienen un cuerpo, no comen pan, no se hieren, no sufre, no mueren… son amigos cómodos para tener: no hay necesidad de hacerse cargo de ellos o arriesgar por ellos la vida». Son amigos con los que no compartirás jamás la aventura de tu vida. En definitiva, no son amigos.
Finalmente, la ausencia de silencio es adictiva. «Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día» (Lc 21, 34). No es fácil salir d eninguna de estas tres cosas: el vicio, la bebida o los afanes de la vida. Son prisión para quien está sujeto a ellas, pero también lenitivo. ¿Dónde encuentra descanso el borracho, sino en la bebida? Asimismo, quien se ha dispersado absolutamente en los afanes cotidianos, y ha abandonado todo propósito de dominio de sí, descansará únicamente haciendo más y más cosas. Incluso puede llegar el día en que pierda el sentido de lo que hace; y, a pesar de ello, seguirá obrando. Lo importante es no parar. No sabe parar. No puede parar.
Amar el silencio. Evitar cuanto dispersa y favorecer lo que recoge. Escribir sobre ello es describir la vida de miles de personas, y también abrir una ventana por donde entre el aire fresco de la mesura y del dominio de sí.
Cuenta conmigo, Fulgencio Espa

Gaudete et exsultate (Francisco I)

124. María, que supo descubrir la novedad que Jesús traía, cantaba: «Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1,47) y el mismo Jesús «se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10,21). Cuando él pasaba «toda la gente se alegraba» (Lc 13,17). Después de su resurrección, donde llegaban los discípulos había una gran alegría (cf. Hch 8,8). A nosotros, Jesús nos da una seguridad: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. […] Volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría» (Jn 16,20.22). «Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (Jn 15,11).

Comentario Domingo XXXI de Tiempo Ordinario

Oración

Del salmo 46

Dios es nuestro refugio y fortaleza, socorro en la angustia, siempre a punto. Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes vacilan en el fondo del mar, aunque sus aguas bramen y se agiten,
y su ímpetu sacuda las montañas.

¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santifican la morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no vacila,
Dios la socorre al despuntar el alba.

Braman las naciones, tiemblan los reinos, lanza él su voz, la tierra se deshace.

¡Con nosotros YHWH Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob! ¡Con nosotros YHWH Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!

 

Mc 12,28b-34

«28Y acercándose uno de los escribas que les había oído [[a los saduceos]], viendo que [[Jesús]] les había respondido bien, le preguntó:“¿Cuál es el primer mandamiento de todos?”.

29Respondió Jesús: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor, 30y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. 31El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”.

32Y le dijo el escriba: “Bien, Maestro; en verdad dices que es único y que no hay otro fuera de Él, 33y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y que amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

34Y Jesús, viendo que le había contestado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie más se atrevía ya a preguntarle nada».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

El evangelio ya está muy avanzado. Jesús ha llegado a Jerusalén y allí realiza su gesto mesiánico en el Templo (11,15-19). Después se suceden una serie de controversias con los grupos religiosos judíos: con los sumos sacerdotes, escribas y ancianos, a cuenta de la autoridad de Jesús (11,27-33); con los fariseos y herodianos, a cuenta del tributo al César (12,13-17); con los saduceos, a cuenta de la resurrección de los muertos (12,18-27). En este momento se acerca un escriba para tratar del mandamiento principal (12,28-34). Se acerca ya el discurso escatológico del capítulo 13 e, inmediatamente después, el relato de la Pasión. Cada grupo insistía en algún aspecto de la religión judía. Por eso, en el evangelio de hoy se nos aclara qué es lo más importante: el amor a Dios y al prójimo, como dos caras de la misma moneda, del mismo mandamiento. Acercándose el final del evangelio, de la vida de Jesús, delaño litúrgico…, la Palabra de Dios nos ofrece lo fundamental.

 

TEXTO

Podemos estructurar en 4 partes este evangelio de hoy: 1) la pregunta del escriba acerca del mandamiento más grande (v. 28); 2) la respuesta de Jesús, que cita dos textos del AT muy importantes en la tradición judía: Dt 6,4-5 y Lv 19,18 (vv. 29-31);3) la ratificación de la respuesta por parte del escriba, que “añade”por su cuenta algunas consecuencias (vv. 32-33); 4) la intervención final de Jesús, corroborando las palabras del escriba(v. 34). El verbo “preguntar” abre y cierra la unidad textual. Laactitud positiva del escriba se cifra en que por dos veces dice“bien” refiriéndose a las palabras de Jesús; los escribas eran “doctores de la Ley” y precisamente lo esencial de la Leyprotagoniza la enseñanza de este evangelio.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• La pregunta del escriba tiene pleno sentido en aquel contexto judío, en el que había hasta 613 mandamientos que regulaban la observancia de la Ley de Dios. De ellos, 365 (uno por día del año) eran prohibiciones y 248 (uno por cada parte del cuerpo) eran obligaciones. El sentido era claro: TODO debía estar orientado al cumplimiento de la Ley divina. Seguramente, también nosotros debemos saber jerarquizar y dar mayor importancia a lo que para Jesús tiene más importancia. ¿Tenemos claras cuáles son las preferencias de Jesús en este sentido?

• Jesús responde citando dos textos del Antiguo Testamento: Dt 6,4-5, la hermosa y famosa plegaria llamada Shemá (=“Escucha”), que se recitaba dos veces al día; y Lv 19,18, el amor debido al prójimo. Es como un resumen de la enseñanza de Jesús, que nos remite al papel que Dios y el prójimo juegan en nuestra vida: ¿vivimos con esa intensidad con que vivió Jesús su relación con Dios (obediencia absoluta) y con los demás (servicio absoluto)? ¿qué límites o “rebajas” nos ponemos?

• El escriba saca conclusiones importantes: el amor a Dios y al prójimo es más importante que las prácticas cultuales o ritos religiosos que no se implican en la defensa de los valores del Reino. Tenemos que reflexionar sobre nuestro modo de vivir lareligión, el modo de expresar nuestra fe, porque los “holocaustos y sacrificios” (= devociones, misas, novenas, procesiones…) deben ser expresión del amor a Dios y a los demás, y deben conducir a un compromiso por los valores del Reino de Dios.

• El escriba habla sensatamente y por eso Jesús le dice que no está lejos del Reino. Pero no está en el Reino. Porque una cosa es hablar sensatamente y otra obrar en consecuencia a eso que se piensa con sensatez. El amor a Dios y al prójimo no son ideas para pensar sino una forma de vivir, un estilo de vida en el que Dios y el prójimo tienen la importancia debida.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Domingo XXXI de Tiempo Ordinario

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario

4 de Noviembre 2018

Deuteronomio 6, 2-6; Salmo 17; Hebreos 7, 23-28; Marcos 12, 28-34

El Primer Mandamiento

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Jesús le respondió: «El primero es:

Escucha, Israel:

El segundo es éste: No hay ningún mandamiento mayor que éstos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro.

Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Reflexión

¿Por qué son importantes las leyes? ¿Qué pasa si no seguimos las leyes del tráfico? ¿Por qué Dios nos da leyes a seguir? (nos ama y quiere que seamos felices) Repasar los 10 mandamientos y como nos hacen felices. ¿Qué les responde Jesús a los escribas de cuáles son los dos mandamientos más importantes? ¿Cuál es la relación entre los 10 mandamientos y estos dos mandamientos? (lo resumen) Amar a Dios y amar al prójimo es lo que Dios nos pide porque sabe que eso nos da la felicidad eterna.

 

Actividades

Hacer la bandera que divide los 10 mandamientos en los que hablan del amor a Dios y los que hablan del amor al prójimo. Hablen de como pueden amar a Dios y al prójimo mejor.

Los 10 mandamientos

 

Oración

Señor, gracias por siempre cuidarme y preocuparte por mi felicidad. Ayúdame a obedecerte. Ayúdame a amarte mas cada día y amar a mis hermanos con todo mi corazón. Amen

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Domingo XXXI de Tiempo Ordinario

Me imagino que muchos de vosotros tenéis una lista de reglas parecida a estas en vuestras clases. Si camináramos a través de cada clase de su escuela, probablemente veríamos una lista de reglas en la pared. Aún cuando hubiesen algunas diferencias, la mayoría tendrían escritas las mismas cosas. Tendrían cosas como:

  • Escucha con cuidado.
  • Sigue las instrucciones.
  • Obedece a la maestra (al maestro).
  • Trabaja calladamente.
  • Mantén tus manos quitas.
  • Sé amable con los demás.

Si se me preguntara cuál de las reglas de la clase es la más importante, yo sabría qué decir. Diría que la más importante es respetar y obedecer a la maestra y la segunda es muy parecida a esta: ser amable y respetar a tus compañeros. Si siguiéramos esas dos reglas, ninguna otra regla sería necesaria.

A los líderes religiosos de la época de Jesús les gustaba sentarse a discutir la ley. Especialmente les gustaba hacerle preguntas a Jesús esperando que dijera algo que hiciera que las personas le rechazaran. Un día ellos estaban haciéndole preguntas a Jesús y él les daba una buena contestación tras otra. Uno de los maestros religiosos de la ley estaba parado allí oyendo el debate, la discusión. Se dio cuenta que Jesús había contestado bien, así que le preguntó: “De todos los mandamientos que hay, ¿cuál es el más importante?”

Muchos de vosotros sabéis los diez mandamientos, ¿no? ¿Cómo contestarían esa pregunta?

Esto es lo que Jesús contestó. Dijo: “El mandamiento más importante es amar a Dios con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es igualmente importante: Ama a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamientos más importantes que estos”.

¡Después de escuchar la contestación de Jesús, nadie más se atrevió a hacerle más preguntas!

¡Qué contestación sabia! Si tan sólo pudiéramos cumplir con esos dos mandamientos, no tendríamos dificultad en cumplir con los demás, ¿no es así? Vayamos al Padre y pidámosle ayuda.

Comentario al evangelio – 31 de octubre

Los sacerdotes rezamos, hacemos sacrificios (algunos, menos de los debidos), tratamos de servir al pueblo y de atender a la gente, nos enfadamos, nos alegramos… y de vez en cuando pasamos vergüenza. La Gracia tiene sus recovecos: ¡cuántos penitentes no nos han sacado los colores e invitado con su finura cristiana a ser más exigentes en nuestra vida de fe!, ¡cuántos laicos no nos dan mil vueltas en oración, pobreza, caridad, valentía!… He experimentado vergüenza varias veces. Hay personas -cada vez menos, pero las hay- que se lanzan a besarte la mano. Pienso en algunas religiosas, religiosos no ordenados, personas mayores… No puedes evitar la sensación inmediata de que eres tú quien debería inclinarse a besar las suyas. Suelen ser manos gastadas, que han cavado muchas huertas, limpiado muchos suelos, pelado muchas patatas, rezado muchos rosarios, pero vienen a besar las tuyas.

¿Quiénes son los últimos?, ¿quiénes los primeros? Jesús nos vuelve a meter (con el cariño que le distingue) el dedo en el ojo. ¿Qué será de los que echamos horas y horas en presumir de que Él ha comido en nuestras plazas y predicado en nuestras calles?, ¿de los que nos pasamos la vida señalando a los que ‘no son de los nuestros’? Seguimos empeñados en entrar por la puerta principal, por la ancha, por la de primera división.

No puedo evitar recordarle. D. Mauro Rubio Repullés sirvió a la Iglesia de Salamanca (España) como Obispo durante casi treinta años. En los últimos no se perdía encuentro de Caritas, llegaba enfundado en su gabardina, con su boina y su paraguas, sorteando los coches con chófer de alcaldes, diputados, catedráticos y presidentes de diputación. Recibió solemnemente a su sucesor con un discurso precioso en el que recordó las raíces apostólicas de la Diócesis, los santos y mártires que la habían embellecido, pero al mismo tiempo le informó -sin prisa y con la misma seriedad- del número de viviendas sin agua corriente, de personas sin trabajo, de ancianos sin compañía.

No dudo de que el Señor mismo salió el primero a abrirle la puerta del Reino.

Pedro Belderraín