Vísperas – San Basilio y San Gregorio

VÍSPERAS

SAN BASILIO MAGNO Y SAN GREGORIO NICIANCENO, Memoria obligatoria

INVOCACIÓN INICIAL

Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada,
de la Virgen María, hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y pueblos,
sed su guía. Amén. 

SALMO 61: LA PAZ EN DIOS

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia;
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO PRIMOGÉNITO

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: Col 1, 13-15

Dios nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.

RESPONSORIO BREVE

R/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

R/ Y acampó entre nosotros.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Oh dichosa Infancia, que ha restaurado la vida humana; Cristo, como sale el esposo de su alcoba, ha salido del seno de María.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh dichosa Infancia, que ha restaurado la vida humana; Cristo, como sale el esposo de su alcoba, ha salido del seno de María.

PRECES

Dios, que de muchas maneras habló antiguamente a nuestros padres por los profetas, ahora, en la etapa final, nos ha hablado por el Hijo. Imploremos, pues, su misericordia, diciendo:

Señor, ten piedad.

Por tu Iglesia santa:
— que todos tus hijos proclamen con fidelidad y valentía que Cristo es el Salvador.

Por los que proclaman el Evangelio:
— que los ministros de la palabra anuncien con coraje el nombre del Salvador a todo el mundo.

Por nuestros hermanos enfermos:
— que al invocar el nombre del Salvador obtengan la salud.

Por los cristianos que sufren persecución:
— que acepten con paciencia los insultos e injusticias por el nombre del Salvador.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por nuestros hermanos que han muerto por culpa de los hombres:
— que por tu misericordia obtengan la vida.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Señor Dios, que te dignaste a instruir a tu Iglesia con la vida y doctrina de san Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno, haz que busquemos humildemente tu verdad y la vivamos fielmente en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

Amén.

Anuncio publicitario

Lectio Divina – 2 de enero

Lectio: Miércoles, 2 Enero, 2019

Tiempo de Navidad

1) Oración inicial
Dios todopoderoso: que tu Salvador, luz de redención que surge en el cielo, amanezca también en nuestros corazones y los renueva siempre. Por nuestro Señor. Amen.
 
2) Lectura
Del santo Evangelio según Juan 1,19-28
Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?» Él confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.» Y le preguntaron: «¿Qué pues?; ¿Eres tú Elías?» Él dijo: «No lo soy».» – «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.» Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?» Dijo él: «Yo soy la voz del que clama en el desierto:
Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Habían sido enviados por los fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.» Esto ocurrió en Bethabara, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
 
3) Reflexión
• El evangelio de hoy habla del testimonio de Juan Bautista. Los judíos enviaron a “sacerdotes y levitas” para interrogarlo. Asimismo, algunos años después, mandaron a algunas personas a que controlaran la actividad de Jesús (Mc 3,22). Hay una semejanza muy grande entre las respuestas de la gente respecto a Jesús y las preguntas que las autoridades hicieron a Juan. Jesús preguntó a los discípulos: “¿Quién dice la gente que yo soy?” Ellos respondieron: “Elías, Juan Bautista, Jeremías; algunos de los profetas” (cf. Mc 8,27-28). Las autoridades plantearon las mismas preguntas a Juan: “¿Quién eres: el Mesías, Elías, el Profeta?” Juan respondió citando al profeta Isaías: “Yo soy la voz del que grita en el desierto: preparad el camino al Señor”. Los otros tres evangelios tienen también la misma afirmación respecto de Juan: no es el Mesías, pero vino a preparar la llegada del Mesías. (cf. Mc 1,3; Mt 3,3; Lc 3,4). Los cuatro evangelios prestan una gran atención a la actividad y al testimonio de Juan Bautista. ¿Cuál es el motivo de esta insistencia de los evangelios en decir que Juan no es el Mesías?
• Juan Bautista había sido ejecutado por Herodes, alrededor del año 30. Pero hasta finales del siglo primero, época en la que fue escrito el Cuarto Evangelio, el liderazgo de Juan Bautista seguía siendo muy fuerte entre los judíos. Hasta después de su muerte la memoria de Juan seguía ejerciendo una gran influencia en la vida de fe de la gente. Era considerado como un profeta (Mc 11,32). Era el primer gran profeta que apareció después de siglos de ausencia de profetas. Muchos le consideraban como el Mesías. Cuando en los años 50, Pablo pasó por Efeso allí en Asia Menor, encontró a un grupo de personas que habían sido bautizadas en el nombre de Juan (cf. He 19,1-4). Por ello, era importante divulgar el testimonio de Juan Bautista quien afirmaba que no era el Mesías y apuntaba a Jesús como el Mesías. Y así Juan contribuía a irradiar mejor la Buena Noticia de Jesús.
• “¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” La respuesta de Juan es otra afirmación que apunta hacia Jesús como el Mesías: «Yo bautizo con agua, pero hay uno en medio de ustedes a quien no conocen. El viene detrás de mí, y yo no merezco soltarle la correa de la sandalia». Y un poco más adelante (Jn 1,33), Juan hace alusión a las profecías que anunciaban la efusión del Espíritu para los tiempos mesiánicos: “Verás el Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu Santo, y se quedará en él” (cf Is 11,1-9; Ez 36,25-27; Joel 3,1-2).
 
4) Para la reflexión personal
• ¿Ha habido en mi vida algún Juan Bautista que preparaba el camino a Jesús?
• Juan fue humilde: no se hizo mayor de lo que era en realidad. ¿Has sido bautista para alguien?
 
5) Oración final
Los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 8, 10-13

<

p style=»text-align:justify;»>10Y, de inmediato, embarcandoen la barcacon sus discípulos, fuea la región de Dalmanutá.
11Y salieron los fariseosy comenzaron a disputar con él, buscando de él una señal del cielo, tentándole.

12Y, suspirando en su espíritu, dice: “¿Por qué busca esta generación una señal? En verdad os digo: ¡No será dada a esta generación señal!”.

13Y, dejándoles, embarcandode nuevo, fuea la otra orilla.

 

• Después de haber realizado su segunda multiplicación milagrosa, Jesús cruza el mar, presumiblemente para entrar en territorio judío, donde se enfrenta de nuevo con los fariseos. Esta vez los fariseos le exigen de forma hostil que realice un signo milagroso, con el fin de que autentifique y pruebe su autoridad soberana de tipo legislativo (como la de Moisés), una autoridad que él se ha arrogado en el último encuentro con ellos (cf. 7,15). Jesús se niega a realizar la señal que le piden y se va.

En su forma actual, el pasaje se encuentra estructurado quiásticamente (= ABBA):

<

p style=»text-align:justify;»>A  8,10: Jesús sube a una barca y va a Dalmanutá 


<

p style=»text-align:justify;»>B  8,11: Los fariseos vienen y le tientan, pidiéndole un signo 


B’ 8,12: Jesús rechaza la petición de un signo

A’ 8,13: Jesús sube a una barca y va al otro lado del mar.

• 8,10-13: El pasaje presenta a Jesús, que ha cruzado de nuevo el mar, volviendo a la ribera judía de Galilea. Allí «salen» los fariseos para disputar con él (8,10). Aunque el verbo «salir» es común en Marcos y puede utilizarse refiriéndose a Jesús (1,35.38; 4,3, etc.) o a otros personajes positivos (2,12; 6,12, etc.), la forma de usarlo aquí puede deberse al deseo de vincular a los fariseos con los que están fuera según 4,11. Este matiz simbólico de «salieron» respondería a la ceguera que los fariseos demuestran en nuestro pasaje, que recuerda a los que están «fuera» en 4,12 (que miran sin ver, oyen sin entender). Esta ceguera queda reflejada en la petición de los fariseos, que quieren que Jesús realice un signo milagroso (8,11), a pesar que de que acaba de llevar a cabo uno notable: ha alimentado a cuatro mil personas. Nuestro pasaje desenmascara la hostilidad de los fariseos, mostrando que se trata de un caso de «tentación» diabólicamente inspirada. Al buscar otro signo a pesar de la existencia de señales anteriores, los fariseos de Marcos están minando su propia legitimidad, no solo por su falta de lógica, sino también porque se están comportando como herederos espirituales de los israelitas de la generación del desierto, que rechazaron a Moisés pidiéndole signos incluso después de haber visto algunos asombrosos, en Egipto y en el Mar Rojo.

La historia del maná del Éxodo venía seguida por la narración en la que se dice que Israel «tentó» a Dios en Masá y Meribá (Ex 17,1-7); pues bien, este último pasaje se reflejaría de un modo especial en nuestro texto. Así, tanto Ex 17,2.7 como Mc 8,11 utilizan el verbo «tentar» para hablar del pueblo desobediente, que tienta a Dios o a su agente. En ambos casos, la «tentación» consiste en pedir que se realice un signo milagroso. A Moisés le exigen que produzca agua en medio de un desierto desolado, para probar que Dios está con los israelitas (cf. Ex 17,7); a Jesús, en cambio, le piden que realice un milagro que sirva para autentificar su autoridad (cf. 11,8).

Parece claro, por tanto, que en los primeros trece versículos del capítulo 8 (Mc 8,1-13) la narración de Marcos está siguiendo el orden de los acontecimientos de Ex 16,1-17,7: primero describe una alimentación milagrosa en el desierto y después presenta una tentación culpable, que se expresa en forma de petición de un signo. Sin embargo, entre Ex 17,1-7 y Mc 8,10-13 existe una diferencia pequeña pero posiblemente muy significativa, que refleja la alta estima que Marcos tiene por Jesús. 1) En el Éxodo, al que tientan es a Dios y no a Moisés, aunque las críticas del pueblo contra Moisés son un signo de su desobediencia a Dios. 2) Por el contrario, en Marcos el que aparece tentado es el mismo Jesús, de manera que este asume y desempeña la función que tiene Dios en la narración del Éxodo.

Jesús responde a la «tentación» de los fariseos con un suspiro (8,12a), lo cual es un nuevo indicio de la naturaleza demoníaca de la petición (cf. 7,34), y con una pregunta retórica: «¿Por qué pide esta generación un signo?» (8,12b). Lo que el texto quiere decir no es que nunca hayan de pedirse signos; lo que está diciendo es, más bien, que carece de sentido que los fariseos pidan signos, porque su hostilidad frente a la actuación escatológica de Dios en Jesús muestra que pertenecen a «esta generación» y, por lo tanto, son destinatarios de la ira de Dios y no de su revelación gratificante.

Significativamente, el término «esta generación» tiene su primer trasfondo bíblico en las historias sobre la generación del desierto, que se enfrentó y luchó contra Moisés. Como aquella mala generación que pereció en el desierto y nunca llegó a la tierra prometida, los fariseos y sus seguidores no alcanzarán lo que piden. Por el contrario, Jesús jura que no les será dado (= Dios no les dará) nunca un signo. Esto mismo es lo que hizo Dios en Nm 14,21-23 y en Sal 95.

La tipología del Éxodo, extensamente desarrollada en Mc 8,1-9 y 8,10-13, se refleja con gran fuerza en el ambiente del evangelio de Marcos, tan cerca de la Guerra Judía de los años 66-73 d.C. El periodo que va del año 40 al 70 d.C. estuvo cargado de apariciones de «profetas de signos». Apareció entonces Teudas; aparecieron «engañadores» innominados; surgió un profeta egipcio; hubo otro «engañador» durante el tiempo del procurador Porcio Festo (60-62 d.C.; y apareció «un falso profeta» cuando el templo se encontraba ya ardiendo, el día 10 del mes de Ab del año 70 d.C. Estos profetas parecen haber apelado a las experiencias del Éxodo de Israel, prometiendo realizar «signos de liberación», señales que mostraran que Dios iba a redimir a Israel como ya lo había hecho una vez en tiempos de Moisés. La excitación escatológica que despertaron estos profetas de signos debió de contribuir en gran medida a la rebelión contra Roma, rebelión que constituye el trasfondo del evangelio de Marcos.

Comentario del 2 de enero

Este es el testimonio de Juan. Así comienza el pasaje evangélico de este día. Se trata del testimonio de Juan el Bautista, que, a la pregunta de sacerdotes y levitas: ¿Tú quién eres?, él responde: Yo no soy el Mesías. Es evidente que Juan fue confundido con el Mesías esperado, o al menos con el Elías esperado o con un profeta singular, el Profeta. Por eso le preguntan por su identidad. Y él, que es un hombre íntegro, no se sirve de estas falsas atribuciones en su beneficio, haciéndose pasar por quien ya era tomado, por el Mesías o el Profeta. Ante las sucesivas negaciones, le piden que confiese abiertamente su propia identidad, la conciencia que él tiene de sí mismo: ¿Quién eres entonces? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo? Y Juan contestó: Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el profeta Isaías). Así se presenta el Bautista, como una voz, similar a la de Isaías, que se deja oír en el desierto pidiendo que se allane el camino al Señor.

Su predicación, por tanto, está en función de este Señor al que hay que allanar el camino apartando obstáculos y dificultades que imposibilitan su venida. Pero la respuesta de Juan no les deja del todo satisfechos. Los fariseos encuentran una incoherencia entre lo que dice de sí mismo y lo que hace: Entonces ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? Consideran que bautizar es tarea mesiánica o profética; por eso no entienden que, tras haber negado esta condición, Juan siga bautizando. Pero él responde: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Juan, al tiempo que reconoce su bautismo (con agua) como un signo ligado a su predicación –a su condición de vocero– o llamada a la conversión, denuncia la presencia entre ellos de alguien, todavía desconocido, pero anterior a él, y al que no es digno de desatar la correa de la sandalia. De él dirá en otro lugar que bautizará con Espíritu Santo y fuego, y no sólo con agua, como él.

Este es el testimonio de Juan, no un testimonio de sí mismo, sino de otro que, viniendo detrás que él, existía antes que él y al cual no puede compararse porque le es muy inferior. Al afirmar de sí mismo que él no es el Mesías, está señalando en la dirección de ese otro que ya está en medio de ellos, aunque envuelto en el anonimato. Él será el que bautice de verdad, con Espíritu Santo, por ser el Mesías. A Juan le piden un testimonio de sí mismo, pero acaba dando testimonio en favor de otro, de aquél ante quien él se siente indigno y cuya voz le prepara el camino. Juan se siente realmente un servidor del Mesías, no un suplantador del Mesías. Por eso, consciente de su papel de precursor, obra con tanta humildad y honestidad, sin pretender engañar a nadie y sabiendo retirarse a tiempo. Es una enorme lección para todos los que hacemos presente a Cristo con nuestro oficio. Una cosa es hacerle (sacramentalmente) presente y otra suplantarle «ocupando su lugar». También los que obramos «in persona Christi» tenemos que saber retirarnos a tiempo para no dar lugar a borrosas confusiones o a indignas suplantaciones. Sólo así allanaremos el camino del Señor que viene a salvar a los corazones cautivos.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

8. El Sínodo de los Obispos, que de alguna manera retrata la imagen y refleja «el espíritu y el método» del Concilio ecuménico[32], está compuesto por Obispos. Sin embargo, como ya ocurrió en el Concilio[33], pueden ser también llamados a la Asamblea del Sínodo otros que no hayan recibido el munus episcopal, cuyo rol viene determinado en cada ocasión por el Romano Pontífice.

En esta última cuestión, es necesario considerar de manera especial la aportación que pueden dar los miembros de Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica.

En la Asamblea del Sínodo, además de los Miembros pueden participar, en calidad de invitados y sin derecho de voto, Expertos (Periti), que cooperan en la redacción de los documentos; Auditores (Auditores), que poseen una competencia particular sobre las cuestiones a tratar; Delegados Fraternos (Delegati Fraterni), pertenecientes a Iglesias y Comunidades eclesiales que todavía no están en plena comunión con la Iglesia católica. También se pueden añadir algunos Invitados Especiales (Invitati Speciales), designados en virtud de su reconocida autoridad.

El Sínodo de los Obispos se reúne en distintos tipos de Asamblea[34]. Si las circunstancias lo sugieren, la misma Asamblea del Sínodo puede desarrollarse en  varios períodos distintos. Cada Asamblea, independientemente de su modalidad de desarrollo, es un momento importante para escuchar comunitariamente lo que el Espíritu Santo «dice a las Iglesias» (Ap 2, 7). Por esto es necesario que, a lo largo de los trabajos sinodales, reciban particular relieve las celebraciones litúrgicas y otras formas de oración comunitaria, para invocar sobre los miembros de la Asamblea el don del discernimiento y de la concordia. También es oportuno que, según la antigua tradición sinodal, el libro de los Evangelios sea solemnemente entronizado al comienzo de cada jornada, para que a todos los participantes se les recuerde también de manera simbólica la necesidad de ser dóciles a la Palabra divina, que es «Palabra de verdad» (Col 1, 5).


[32] Cf. B. Pablo VI, Discurso al comienzo de los trabajos de la I Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (30 septiembre 1967).

[33] Cf. Codex Iuris Canonici, can. 339, § 2; Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium, can. 52, § 2.

[34] Cf. Codex Iuris Canonici, can. 346.

Comentario Epifanía del Señor

Oración preparatoria

Señor Jesús, dame deseo de encontrarte en Tu palabra, en personas y situaciones, dame un corazón grande para ofrecer lo mejor de mí a los demás, pues será ofrecerte lo mejor. No dejes que pierda las estrellas que en mi vida apuntan a Tu presencia y a Tu vida. AMEN.

 

Mt 2, 1-12

«1Pero, habiendo sido engendrado Jesús en Belén de Judea, en los días del rey Hero- des, he aquí que unos magos vinieron de Oriente a Jerusalén, 2diciendo: “¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo”.

3Pero, al oírlo, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él, 4y, reuniendo atodos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les inquiría sobre dónde iba a ser engendrado el Cristo.

5Pero ellos le dijeron: “En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:
6‘Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres el menor entre los principales de

Judá; porque de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo Israel’”.

7Entonces Herodes, tras llamar aparte a los magos, se informó cuidadosamente por ellos sobre el tiempo de la aparición de la estrella, 8y, enviándolos a Belén, dijo: “Id e indagad cuidadosamente sobre el niño; pero cuando lo encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarlo”.

9Pero ellos, habiendo oído al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se paró encima de donde estaba el niño.

10Pero al ver la estrella, se alegraron mucho con gran alegría.

11Y, al entrar en la casa, vieron al niño con María su madre y, postrándose, lo adora- ron; y, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro e incienso y mirra.

12Y, avisados en sueños para no volver a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

El relato de infancia en Mateo (Mateo 1-2) también es un relato teológico y cristológico más que histórico. Está compuesto en forma de tríptico, en el que se nos narra la genealogía de Jesús (1,1-17), la generación de Jesús Mesías (1,18-25) y un conjunto de breves relatos de las primeras circunstancias de la vida de Jesús (2,1-23). El pasaje de este domingo, que coincide con la fiesta de la Epifanía del Señor, nos presenta el comienzo del capítulo 2 (2,1-12), al que le siguen otros tres episodios: la fuga a Egipto (2,13-15), la matanza de los inocentes (2,16-18) y el retorno de Egipto (2,19-23). La salvación del niño-rey y el exterminio de inocentes son temas correlativos, que forman parte de un modelo-tipo de relato antiguo: la persecución y salvación de un héroe (recordemos, a nivel bíblico, la historia de Moisés).

 

TEXTO

El relato, precioso, tiene una pequeña introducción, con la primera intervención de los magos, que desencadena toda la acción (vv. 1-2). Después siguen dos partes, como en claroscuro: a) vv. 3-8: el encuentro de los magos con el falso rey de los judíos, con Herodes; b) vv. 9-12: el encuentro de los magos con el verdadero rey de los judíos, el niño Jesús.

El texto enfrenta también dos lugares: Jerusalén y Belén (en Jerusalén no hay estre- lla, fuera de ella, sí); dos estrategias: la de Herodes en Jerusalén y la de Dios en Belén; dos personajes: los magos y Herodes. Mateo hace hablar en directo a los dos personajes en los vv. 2 y 8: los dos preguntan por el nuevo rey y desean adorarlo.Los términos “estrella” (vv. 2.7.9.10) y “adorar” (vv. 2.8.11) sirven de palabras-guía del relato. En el corazón del relato se halla una cita bíblica centrada en Belén, para insertar a Jesús dentro de la dinastía davídica (“Hijo de David” es un título muy mateano).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• La estrella es el elemento más significativo del relato. La aparición de estrellas era frecuente en la antigüedad con motivo del nacimiento de personajes relevantes. Muchas “exégesis astronómicas” hacen referencia a supernovas o cometas que habrían aparecido en años próximos al nacimiento de Jesús… Pero el valor de la estrella essobre todo catequético: Dios guía y acompaña la búsqueda de la verdad, de la fe y del bien, y pone “rastros” para que puedan acceder a ellas quienes tienen verdadero interés, aunque sean extranjeros y paganos. ¿Reflejan los magos nuestra actitud de búsqueda?

• Precisamente, el hecho de que Jesús sea reconocido (“adorado”) por personas de lejos y paganas hace más irritante el rechazo de los suyos (Herodes y toda Jerusalén). Es un tema típico y básico del evangelio de Mateo: la afluencia de los paganos al Mesías y su rechazo por parte de los judíos. Esto se convierte en una alerta paranosotros: no por ser cristianos tenemos la “tarea” hecha.

• “Mago” indicaba en origen a un sacerdote persa; luego amplía su significado para englobar a filósofos, teólogos y astrólogos orientales; y, más tarde, también a brujos y charlatanes. En nuestro texto son unos paganos sabios y piadosos, buscadores capaces de ponerse en camino y superar las dificultades. Ofrecen a Jesús sus mejores dones: oro (porque se trata de un rey); incienso (porque en el niño está presente la divinidad); mirra (porque el niño será ejecutado). Se nos proponen, pues, como modelos de creyentes.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Epifanía del Señor

Solemnidad de la Epifanía del Señor
6 enero 2019

Isaías 60: 1-6; Salmo 71; Efesios 3, 2-3.5-6; Mateo 2, 1-12

Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel».

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?

Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo». Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

«En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta:

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: «Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo». Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

 

Reflexión

Imaginen el viaje por camello a través de las montañas, los valles, el desierto. ¿Qué peligros y dificultades tendrían? ¿Por qué continuaban a pesar de todo? ¿Como sabían que iba a nacer un rey? La Estrella los guiaba a Jesús. ¿Quiénes los guían ustedes a Jesús? (padres, abuelos, maestros, sacerdotes) Son atentos a su instrucción? ¿Están dispuestos a seguir a Jesús a pesar de dificultades? ¿Cuáles dificultades puedan tener? (muchas distracciones, pereza, personas que no creen y se burlan…)

 

Actividad

Darles el dibujo de un regalo para que los niños escriban lo que quieren regalarle al niño Jesús. Llevarlos al Santísimo a adorar a Jesús.

 

Oración

Jesús, Tú eres la luz del mundo. A veces nos perdemos porque estamos interesados en cosas que nos aleja de Ti. Ensénanos a reconocerte en cada persona a mi alrededor. Danos Tu luz para seguirte siempre. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Epifanía del Señor

Si planificamos visitar a alguien en otro pueblo o ciudad, podemos preguntar el cómo llegar allá, pedir que nos den dirección. Puede ser que nos den unas direcciones generales y sugerirnos las mejores carreteras para llegar. Otra cosa que podemos hacer es mirar un mapa. El mapa nos enseñará exactamente cómo llegar a donde deseamos ir. Mientras viajamos, debemos ir cotejando el mapa para asegurarnos que estamos yendo en la dirección correcta. Si seguimos las instrucciones que hemos recibido y utilizamos el mapa para guiarnos, de seguro que encontraremos el camino.

Después que Jesús nació, algunos sabios, también llamados Magos, vieron una estrella en el cielo que ellos creyeron que anunciaba el nacimiento de un rey. Ellos viajaron a Jerusalém y comenzaron a preguntar: “¿Dónde está el rey de los judíos? Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo.”

Herodes oyó de los magos y su búsqueda de un rey y estaba muy preocupado. Llamó a sus sacerdotes y maestros de la ley a una reunión y preguntó: “Dónde se supone que el Mesías nazca?” Los sacerdotes le informaron a Herodes que el profeta Miqueas había indicado que nacería en Belén. Herodes, en reunión privada, le dijo a los magos «Vayan a Belén y busquen diligentemente al niño. Cuando lo encuentren, regresen y díganme dónde está para poder ir a verle y adorarle también!»

Como saben, los sabios no tenían un mapa para guiarlos hasta Belén, pero tenían algo mejor, tenían una estrella para guiarlos. Así que los sabios, siguiendo la información que los sacerdotes le habían provisto a Herodes y la estrella que Dios les había dado para guiarles, llegaron donde Jesús estaba. Cuando le encontraron, le dieron regalos y se arrodillaron ante él y le adoraron.

Sabios, mujeres, niños y niñas todavía están buscando a Jesús. Hay personas que desean ayudar, personas como pastores y maestros de escuela bíblica. No hay un mapa para encontrar a Jesús y no hay una estrella para seguir, pero tenemos la Biblia. ¡Podemos encontrar el camino hacia Jesús leyendo la Santa Palabra de Dios! La Biblia es el mapa y la estrella que nos guiará a Jesús. Todos nosotros podemos leerla diariamente para asegurarnos que vamos en la dirección correcta.

Querido Jesús, estamos buscándote hoy porque deseamos adorarte y coronarte como nuestro Rey. Estamos agradecidos por pastores y los maestros que desean ayudarnos. Estamos agradecidos por la Biblia que nos has dado para guiarnos hacia ti. Amén.

Comentario al evangelio

“Por sus frutos los conoceréis”. Porque el fruto es el momento de la verdad, mientras que las palabras pueden quedarse en buenos propósitos. En el fruto es más difícil el engaño; es imposible que un árbol malo de buenos frutos. Si el fruto es bueno, lo es el árbol.

San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno, a los que recordamos hoy, dieron buenos frutos; San Gregorio formó el primer monasterio que hubo en Asia Menor, organizó la existencia de los religiosos y enunció los principios que se conservaron a través de los siglos y hasta el presente gobiernan la vida de los monjes en la Iglesia de oriente. San Basilio practicó la vida monástica propiamente dicha durante cinco años solamente, pero en la historia del monaquismo cristiano tiene tanta importancia como el propio San Benito.

Los malos frutos son los que nos muestra la Primera Carta de Juan en la primera lectura: llama ”anticristos” a los que no creen en Jesús como el Mesías, el Ungido enviado por Dios, que ha asumido en verdad nuestra carne humana. Y si no creen en Cristo, tampoco creen en Dios Padre. Y al revés, el que confiesa su fe en Cristo, cree también en el Padre y en la acción del Espíritu Santo en su vida.

Parece que, en esta comunidad, a la que Juan escribe algunos, abandonando la doctrina que habían recibido desde el principio, habían ofuscado su fe en Cristo, tanto con herejías doctrinales como con una practica descuidada en la vida. Juan quiere que sus lectores estén vigilantes y no se dejen seducir, por eso los corrige con esta carta de exhortación y ánimo.

Tampoco nosotros queremos dejarnos seducir por falsas doctrinas y engaños en este nuevo año. Queremos permanecer, un verbo que nos habla de fidelidad, de perseverancia, de mantenimiento de la verdadera fe, sin dejarnos engañar. Permanecer en la verdad del evangelio es permanecer en comunión con Cristo y con Dios Padre, ungidos y movidos por su Espíritu. Es lo que Juan el Bautista recuerda a los que acuden a preguntarle: “yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.” Con Cristo queremos estar, a Él queremos conocer más y mejor, para servirle y amarle en todos los acontecimientos de este nuevo año recién comenzado.

Juan Lozano, cmf