Vísperas – Viernes II de Navidad

VÍSPERAS

VIERNES II de NAVIDAD

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.

Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.

Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.

Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.

Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.

Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén. 

SALMO 114: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Diso es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando y sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.

SALMO 120: EL GUARDIÁN DEL PUEBLO

Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

LECTURA: Rm 8, 3-4

Dios envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu.

RESPONSORIO BREVE

R/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

R/ Y acampó entre nosotros.
V/ Aleluya, aleluya.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. Mi Padre es el que me ha enviado.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. Mi Padre es el que me ha enviado.

PRECES

Cristo vino a nosotros y se entregó por nosotros para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. Invoquémosle con devoción ardiente:

Señor, ten piedad.

Por tu Iglesia santa:
— para que todos sus hijos renazcan a una nueva vida.

Por los pobres, los cautivos y los exiliados:
— para que a través de nuestra caridad te encuentren a ti, Hijo de Dios hecho hombre.

Para que nuestro gozo sea pleno,
— y nos maravillemos ante el don que el Padre nos ha dado en ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Que tus fieles difuntos, iluminados por la luz de tu Natividad, contemplen tu rostro,
— y las tinieblas se disipen para ellos.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, que tu Salvador, luz de redención que surge en el cielo, amanezca también en nuestros corazones y los renueve siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 4 de enero

Lectio: Viernes, 4 Enero, 2019

1. Oración
Oh Padre, Tú que eres Dios omnipotente y misericordioso, acoge la oración de nosotros tus hijos; el Salvador que tú has enviado, luz nueva al horizonte del mundo, surja y brille sobre toda nuestra vida. Él es Dios…

2. Lectura

Del Evangelio según San Juan (1, 35-42)
35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. 36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.» 37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. 38Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí – que quiere decir, «Maestro» – ¿dónde vives?» 39 Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. 40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» – que quiere decir, Cristo. 42 Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» – que quiere decir, «Piedra».
 
3. Meditación
* En el primer capítulo de su Evangelio, Juan nos conduce a través de una especie de viaje temporal, en una semana, con tres repeticiones de la expresión “al día siguiente” (vv. 29, 35 y 43). Nuestro pasaje nos ubica en el segundo de estos momentos, el central, y por lo tanto el más importante, caracterizado por el itinerario físico y espiritual que hacen los primeros discípulos de Juan hacia Jesús. Es el “día siguiente” del encuentro, de la elección, del seguimiento.
* Nuestra escena está  atravesada de manera muy viva por el intercambio intenso de miradas: de Juan hacia Jesús (v. 35); de Jesús a los dos discípulos (v. 38); de los discípulos a Jesús (vv. 38-39); y finalmente es Jesús el que dirige nuevamente su mirada a nosotros, en la persona de Pedro (v. 42).
El evangelista utiliza verbos diferentes, pero todos cargados de distintos matices, de intensidad; no se trata de miradas superficiales, distraídas, fugaces, sino más bien de contactos profundos, intensos, que parten del corazón, del alma. Es así que Jesús, el Señor, mira a sus discípulos y nos mira a nosotros; es así también que nosotros deberíamos aprender a mirarlo a Él. De manera especial es bello el verbo que abre y cierra el pasaje: “fijar la mirada”, que significa literalmente “mirar dentro”.
* Jesús está  caminando por el mar, por las orillas de nuestra vida; es así que Juan lo retrata, lo fija, usando el verbo en el participio para decirnos que, en el fondo, Jesús aún hoy está pasando a nuestro lado, como en aquel día. También Él puede visitar y atravesarse en nuestras vidas; nuestra tierra puede acoger las huellas de sus pasos.
* Talvez el centro del pasaje se encuentra precisamente en el movimiento de Jesús; primero Él camina, luego se vuelve y se detiene, con la mirada, con el corazón, en la vida de los dos discípulos. Jesús “se vuelve”, es decir, cambia, se adapta, deja su condición de antes y asume otra. Jesús aquí se nos revela como Dios encarnado, Dios que ha descendido en medio de nosotros, hecho hombre. Se ha vuelto del seno del Padre y se ha dirigido a nosotros.
* Es bello ver cómo el Señor nos hace participar en sus movimientos, en su propia vida; Él, de hecho, invita a los dos discípulos a “venir a ver”. No se puede estar detenido cuando se ha encontrado al Señor; su presencia nos pone en movimiento, nos hace levantar de nuestras viejas posiciones y nos hace correr. Tratemos de recoger todos los verbos que hacen referencia a los discípulos en este pasaje: “siguieron” (v. 37); “le seguían” (v. 38); “fueron… vieron… se quedaron con Él” (v. 39).
* La primera parte del pasaje se cierra con la experiencia bellísima de los primeros dos discípulos que se quedaron con Jesús; lo han seguido, han entrado en su casa y se han quedado allí con Él. Es el viaje de la salvación, de la verdadera felicidad, que se ofrece también a nosotros. Basta solamente con aceptar quedarse, con ser firmes, decididos, estar enamorados, sin ir de acá para allá, hacia uno u otro maestro del momento, uno u otro nuevo amor de la vida. Porque cuando está Jesús, el Señor, cuando hemos sido invitados por Él, realmente no hace falta nada.
 
4. Algunas preguntas
* El relato temporal de esta parte del Evangelio, con sus “al día siguiente” nos hace entender que el Señor no es una realidad abstracta y distante, sino que Él entra en nuestros días, en nuestros años que pasan, en nuestra existencia concreta. ¿Me siento dispuesto a abrir a Él mi tiempo, a compartir con él mi vida? ¿Estoy listo a entregar en sus manos mi presente, mi futuro, para que sea Él quien guíe cada “día siguiente” de mi vida?
* Los discípulos realizan un bellísimo camino espiritual, evidenciado por los verbos “oyeron, siguieron, vieron, se quedaron”. ¿No deseo, yo también, comenzar esta bella aventura con Jesús? ¿Tengo los oídos abiertos para oír, para escuchar con profundidad y así yo también poder dar la misma respuesta positiva al Amor del Padre que desea llegar a mí? ¿Siento nacer en mí el gozo de poder comenzar un camino nuevo, caminando detrás de Jesús? ¿Tengo los ojos del corazón totalmente abiertos como para comenzar a ver lo que realmente sucede dentro de mí y a mi alrededor, y para reconocer en cada acontecimiento la presencia del Señor?
* Pedro recibe un nombre nuevo por parte de Jesús; su vida se ve completamente transformada. ¿Me atrevo, hoy, a entregar al Padre mi nombre, mi vida, mi persona toda, así como es, para que Él pueda generarme de nuevo como hijo, como hija, llamándome con el nombre que él, en su infinito Amor, ha pensado para mí?
 
5. Oración final
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace reposar, y me conduce hacia aguas frescas.
Conforta mi alma, me guía por el camino justo
por amor de su nombre.
Aunque camine por valles oscuros,
no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo.
                                    (del Salmo 23)

Comentario del 4 de enero

Algunos de los que después se incorporarán al discipulado de Jesús, como Andrés, hermano de Simón, habían sido antes discípulos del Bautista, es decir, habían iniciado el seguimiento de un maestro portador de un mensaje profético y salvífico. Eran personas con inquietud religiosa; cabría decir que naturalmente predispuestas a una posible llamada del Mesías. No es extraño, pues, que cuando Juan, su maestro e introductor en la vida del espíritu, les hace fijar su mirada en el que pasaba delante de ellos y recibía el calificativo de Cordero de Dios, emprendan su seguimiento como imantados por su figura singular.

Cordero de Dios era una denominación de grandes resonancias bíblicas. El cordero pascual, ofrecido en sacrificio, era el signo más elocuente de la Pascua judía, esto es, del paso liberador de Dios por las tierras de la esclavitud (Egipto). La sangre del cordero degollado, rociando las jambas de las puertas, era la señal que habría de tener en cuenta el ángel exterminador para no sembrar de muerte tales lugares: una especie de salvoconducto para los elegidos de entre los moradores de esa tierra azotada desde algún tiempo atrás por incesantes calamidades (las plagas de Egipto). Decir de un hombre que es el Cordero de Dios era reservarle un papel singular en la historia de las intervenciones salvíficas del mismo Dios: otra manera de calificar al Mesías, que habría de derramar su sangre en sacrificio para beneficio de muchos. También esta sangre habrá de sellar una alianza, la nueva y eterna alianza de Dios con su pueblo.

No sabemos el alcance que aquellos discípulos de Juan concedieron a las palabras de su maestro referidas al todavía desconocido personaje que pasaba por su lado; el caso es que, tras escuchar, estas palabras delatadoras, iniciaron el seguimiento de Jesús. Éste, al ver que lo seguían, se volvió a ellos y les preguntó: ¿Qué buscáis? Porque era evidente que algo buscaban: un sentido para sus vidas, una respuesta a sus interrogantes, una salvación anhelada. Ellos se limitaron a contestarle: Rabí, ¿dónde vives?

En el deseo de conocer su vivienda latía el deseo de conocerle a él. La vivienda es el lugar de la propia intimidad y de la expresividad más espontánea, donde uno no siente la necesidad de simular ni alegrías ni tristezas, el lugar que muestra nuestros propios gustos y preferencias, el lugar al que sólo tienen acceso familiares, amigos e invitados, el lugar del reposo y del proyecto. Conocer este lugar es sin duda conocer en gran medida a sus moradores. Por eso, quizá sea ésta la razón de ser de la pregunta: la necesidad del conocer al que repentinamente se había convertido en objeto de su deseo. Y como Jesús entiende que no le preguntan por una simple dirección, les invita a pisar el suelo de su casa: Venid y lo veréis. Ellos acogieron la invitación con alegría: Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron él aquel día. La visita se convirtió en estancia y el encuentro «casual» en amistad prolongada. Aquel momento fue para ellos el inicio de una larga e ininterrumpida relación de amistad y discipulado que cambiaría el rumbo de sus vidas.

Pero la cosa no quedó ahí. Andrés, que era hermano de Simón, se dirigió de inmediato a su hermano con esta noticia: Hemos encontrado al Mesías. A Simón le bastó aquel testimonio para dejarse conducir hasta él. El testimonio de una experiencia o encuentro personal venido de personas creíbles suele ser el camino más eficaz para el apostolado. Y es que entonces como ahora estamos más necesitados de testigos que de maestros. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas, porque Cefas, es decir, Pedro, será el nombre que identifique su futura misión, la de ser cimiento o piedra basilar de su Iglesia. El nuevo nombre, Pedro, nacía al servicio de la nueva función que habría de desempeñar como pastor de la congregación de los creyentes en Cristo. El que le imponía el nombre era consciente de esta encomienda.

Jesús había respondido a la inquietud (y búsqueda) de aquellos hombres que salieron tras él estimulados por las palabras de su maestro, Juan, con una invitación (venid y lo veréis) a compartir con él su propia experiencia mesiánica. Andrés invita a su hermano a hacer el mismo camino: ven y verás al Mesías encontrado. También Simón Pedro fue, vio, se dejó imponer un nombre nuevo y se quedó, agregándose al número de los discípulos de Jesús. La incorporación al discipulado acontece por la vía de la invitación (ven) a hacer una experiencia (y verás) que acaba reteniendo al invitado como discípulo junto a su maestro. La invitación entra de lleno en una cadena de transmisión que va de testigo a testigo y que no debe interrumpirse, porque el testimonio, como el agua del río, debe llegar a su desembocadura final o hacia ese último rincón del orbe en el que todavía sea anunciable esta noticia de alcance universal que es el evangelio aportado por el Cristo enviado por Dios como Salvador.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

10. Gracias al Sínodo de los Obispos se mostrará también de manera más clara que, en la Iglesia de Cristo, hay una profunda comunión tanto entre los Pastores y los fieles, siendo cada ministro ordenado un bautizado entre los bautizados, constituido por Dios para apacentar su rebaño, como entre los Obispos y el Romano Pontífice, siendo el Papa un «obispo entre los Obispos, llamado a la vez —como Sucesor del apóstol Pedro— a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en la caridad a todas las Iglesias»[35]. Esto impide que ninguna realidad pueda subsistir sin la otra.

En particular, el Colegio episcopal no existe nunca sin su Cabeza[36]; pero también el Obispo de Roma, que posee «en la Iglesia, […] la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad»[37], «se halla siempre unido por la comunión con los demás Obispos e incluso con toda la Iglesia»[38]. A este respecto, «no cabe duda de que el Obispo de Roma necesita de la presencia de sus hermanos en el episcopado, de su consejo y de su prudencia y experiencia. El sucesor de Pedro debe proclamar a todos quién es “el Cristo, el Hijo del Dios vivo” pero, al mismo tiempo, debe prestar atención a lo que el Espíritu Santo suscita en los labios de quienes, acogiendo la palabra de Jesús que declara: “Tú eres Pedro…” (cf. Mt 16, 16-18), participan a pleno título en el Colegio apostólico»[39].

Confío también en que, precisamente animando una «conversión del papado […] que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización»[40], la actividad del Sínodo de los Obispos podrá a su manera contribuir al restablecimiento de la unidad entre todos los cristianos, según la voluntad del Señor (cf. Jn 17, 21). Así de esta manera, ayudará a la Iglesia católica, según el deseo formulado hace años por Juan Pablo II, a «encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva»[41] [41].


[35] Discurso en el 50 aniversario del Sínodo de los Obispos.

[36] Cf. Lumen gentium, 22.

[37] Ibíd.

[38] Codex Iuris Canonici, can. 333, § 2; Cf. Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium, can. 45, § 2; Pastores gregis, 58.

[39] Carta al Secretario General del Sínodo de los Obispos con ocasión de la elevación a la dignidad episcopal del Subsecretario (1 de abril de 2014).

[40] Evangelii gaudium, 32.

[41] Enc. Ut unum sint (25 de mayo de 1995), 95.

La misa del Domingo: Misa con niños

EPIFANÍA DEL SEÑOR
“Tu regalo para Jesús”
6 enero 2019
(Hoy, festividad de Epifanía – los Reyes Magos -, tenemos en cuenta que los niños – y los mayores – han estado o están recorriendo las casas de los familiares y amigos, recogiendo los regalos que han dejado los Reyes Magos. Por lo tanto, la celebración de la eucaristía tendrá en cuenta este dato social, festivo, de colorido y alegre.

Un signo para la celebración: las figuras de los tres Reyes Magos, de manera destacada, ante el Niño Jesús.

Otro signo puede ser una “caja de regalo”, colocada en lugar visible. Una caja un poco hermosa y envuelta en papel de regalo, mejor con su lazo. En la caja viene escrita esta frase: “Tu regalo para Jesús”.

Se trata de que, en el momento del ofertorio, un niño lleve ante Jesús esta caja, como regalo. En la homilía se ha motivado oportunamente para que cada niño piense qué quisiera meter en esa caja para regalar a Jesús.

Una canción para la celebración: “El tamborilero” es un villancico apropiado para hoy. Se ofrece la letra en esta hoja. Otros villancicos y canciones de Navidad).

1. MOTIVACIÓN

Amigos. Buenos días y un feliz año nuevo para todos. Hoy venimos muy contentos a la eucaristía, seguro que los Reyes Magos han dejado mucha ilusión y algunos regalos en las casas. Por eso venimos a celebrar una fiesta, la fiesta en que Jesús se dio a conocer a todo el mundo, también a los que vivían lejos de Belén. Aquellos personajes, los Reyes Magos, le trajeron unos regalos a Jesús, ¿y tú, qué le traes hoy? Comienza la misa. Cantamos y rezamos.

2. CANTO DE NAVIDAD (U otro que se conozca mejor. Mientras se canta se puede hacer una pequeña procesión de entrada, si procede, y hay algún traje de Rey Mago, se podría usar).

Aleluya, aleluya, ha nacido el Salvador.
Aleluya, aleluya, ha nacido el Salvador.

Escuchad, hermanos, una gran noticia:
“hoy en Belén de Judá

os ha nacido un Salvador” (bis).

Escuchad, hermanos, una gran noticia:
“Gloria en los cielos a Dios

y en la tierra al hombre paz” (bis).

3. SALUDO DEL SACERDOTE

4. PETICIÓN DE PERDÓN

  • Porque no acogemos tu mensaje de vida y esperanza. SEÑOR, TEN PIEDAD.
  • Porque no anunciamos tu nombre a los que no te conocen. CRISTO, TEN PIEDAD.
  • Porque a veces no sabemos compartir la alegría de los regalos y no somos agradecidos. SEÑOR, TEN PIEDAD.

5. GLORIA. (Canto del “Gloria” u otro que exprese alegría).

6. PRIMERA LECTURA (Isaías 60, 1-6)

Lectura del libro del Profeta Isaías:

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti, su gloria aparecerá sobre ti y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora!

Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.Palabra de Dios.

7. CANTO RESPONSORIAL (Puede ser un aleluya o villancico apropiado).

8. EVANGELIO (Mateo 2, 1-12). “Y, cayendo de rodillas, lo adoraron”.

(Hoy se presta el texto del evangelio a ser escenificado o, al menos, ser proclamado de manera dialogada. También se puede leer y un niño, o tres, representan a los Reyes Magos).

Narrador: Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

Rey: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.

Narrador: Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó. Convocó a los sumos pontífices, y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

Un letrado: En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta.

Narrador: Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciendo:

Herodes: Id y averiguad qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo.

Narrador: Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría y, entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y, habiendo recibido en sueños un mensaje para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor.

7. COMENTARIO

  • Día de regalos, para expresar el cariño hacia las personas.
  • En recuerdo de aquellos personajes que ofrecieron a Jesús las cosas más valiosas que ellos tenían: lo mejor para Jesús.
  • Aquí tenemos como signo una caja de regalo: tu regalo para Jesús para este año que comienza. ¿Qué le vas a regalar?
  • Y Jesús también te da un regalo: él mismo se da a conocer (“Epifanía” es “manifestación de Dios”).
  • ¿Has conocido mejor a Jesús en esta Navidad?

(También se puede hacer una homilía más dialogada, preguntando a los niños sobre los regalos o lo que vieron en la cabalgata de ayer… para deducir del comentario algún motivo de “tu regalo para Jesús”).

8. PETICIONES

  1. Portodoslosniñosqueenelmundonotienenjuntoasípersonasquelesquieran y ayuden. Roguemos al Señor.
  2. Por todos los niños que todavía no han conocido a Jesús, para que tengan catequistas que les den a conocer su mensaje. Roguemos al Señor.
  3. Por la Iglesia, extendida por todas las naciones. Roguemos al Señor.
  4. Por nuestros padres, amigos y familiares que hoy se alegran con nosotros al

    vernos alegres por los regalos recibidos. Roguemos al Señor.

9. OFRENDAS (Se puede traer ante el portal de Belén la caja de regalo con la inscripción: “Tu regalo para Jesús”. Motivando qué pone cada uno dentro de esa caja. Se podría cantar o escuchar alguna estrofa de “El Tamborilero”).

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió,
los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropopompom, ropopompom, pom.

Ha nacido en un portal de Belén, el Niño Dios.

Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor,
mas tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor.
Ropopompom, ropopompom, pom.

En tu honor frente al portal tocaré,
con mi tambor.

1O. ACCION DE GRACIAS (No estaría mal una “Acción de Gracias” espontánea, dicha por un niño a Jesús, por esta Navidad vivida con tanta ilusión).

11. BENDICIÓN DE LA FIESTA DE EPIFANÍA

12. DESPEDIDA. (Se puede hacer una despedida más cuidada. Incluso puede ser un día apropiado para, al concluir la misa, invitar a los niños a que se hagan una foto en grupo junto al belén colocado en la Iglesia, como recuerdo de esta navidad. Se da a besar al Niño Jesús).

Iñaki Lete, sdbpage5image2102286992

La misa del Domingo

Solemnidad de la Epifanía – Ciclo C
6 de enero de 2019
• Isaías 60,1-6: “La gloria del Señor amanece sobre ti
• Salmo 71: “Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra”
• Efesios 3,2-3a.5-6: “Ahora ha sido revelado que los gentiles son coherederos de la promesa”
• Mateo 2,1-12: “Venimos a adorar al Rey”

Tuvo que ser apasionante la historia de aquellos magos que, un buen día, se pusieron en camino siguiendo una estrella.

Muchos serían los que vieron la misma estrella: alzarían una noche los ojos al cielo, vieron su luz, pero volvieron a bajar la cabeza y a continuar con su vida de cada día. Miraron la luz, su brillo, pero no cambió nada en sus vidas.

En cambio aquellos sabios… Me imagino que serían personas inquietas, descontentas con lo que tenían a su alrededor. Tal vez lo que hacían, lo que sabían, lo que vivían, no les llenaba. Por eso andaban mirando al cielo, mirando más allá de lo que los demás veían. Y apareció aquella luz, aquella estrella. Y su vida cambió radicalmente.

Habían encontrado la Luz, aunque no sabían muy bien lo que representaba. Pero merecía la pena ponerse en camino. Dejar lo que conocían, sus comodidades, lo que venían haciendo siempre, y ponerse a seguir aquella Luz. Arriesgaron. Y descubrieron a un Niño en el que reconocieron al Dios que andaban buscando. Buscaban respuestas, luz para sus vidas, el sentido de la vida y de la creación. Y encontraron a un niño envuelto en pañales. Era la Luz. Y lo adoraron.

Dios no deja de sorprendernos. El ejemplo de los Magos de Oriente, que hemos escuchado en el Evangelio de este día, puede servirnos para reflexionar sobre nuestra vida de seguidores de Jesús. También nosotros necesitamos ponernos en camino. Sí, es verdad que llevamos muchos años siguiendo al Señor, viviendo el camino de la fe. Pero no podemos dejar de tener el corazón inquieto. A lo mejor caminamos un poco cabizbajos, perdiendo la ilusión, conformándonos con lo de siempre.

¡Espabila! Levanta la mirada, mira hacia lo alto pues hay una Luz para ti, una estrella para seguir y descubrir el mejor regalo que podemos recibir: a nuestro Dios. Y lo descubrimos en ese Niño que nos mira desde el establo en Belén.

La primera lectura que hemos escuchado nos invita precisamente a esto. Son hermosas las palabras de Isaías. Es un texto de esos que bien podemos conservar para los momentos de bajón, cuando la vida nos pese demasiado. “¡Levántate, brilla, llega tu luz!”. Puede haber oscuridad, tinieblas, momentos difíciles en nuestra vida. Pero hay algo que nos llena de esperanza. Es una promesa de nuestro Dios: “Sobre ti amanecerá el Señor”. En más de una ocasión tendríamos que repetirnos esta profecía de Isaías que relata el actuar de Dios. “Sobre ti amanecerá el Señor”.

Este es el mensaje de salvación que, en estos días de navidad estamos celebrando y escuchando. Y que nos venimos repitiendo desde aquella primera Navidad de Belén: Llega nuestra Luz, nuestra salvación. La gloria de Dios aparecerá sobre nosotros.

En forma de luz, de estrella… en forma de un Niño que nos habla de la ternura de Dios. Este es el mejor regalo que nos ha podido hacer Dios. Un regalo para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. Nosotros los vemos representados por esos tres magos que, desde lugares lejanos, se acercan inquietos siguiendo una estrella. Dios está en medio de nosotros. Nos quiere tanto, que ha decidido hacerse como nosotros, dejarse abrazar, besar, estrechar, como un bebé recién nacido, para traernos su salvación.

Ese Niño al que adoramos, es Dios. Ese Niño es la Epifanía, la manifestación de la ternura de un Dios que nos quiere y nos salva. Y, ahora que lo hemos adorado, ¿qué hacer?

Volver a nuestro camino, a nuestra vida, con la mirada, el corazón y el alma, llenos de luz, de su luz, para anunciarle a nuestros hermanos; para convertirnos, ¿porqué no?, también nosotros, en regalo para los otros.

Xabier Camino Sáez, sdb

Epifanía, una gran noticia

EPIFANÍA, UNA GRAN NOTICIA

¿Te imaginas que en tiempos de Jesús hubiera redes sociales? Istagram, Tuiter, Facebook, Whasapp. La gran noticia de su nacimiento se habría hecho viral y todo el mundo la compartiría. Habría tenido muchos “likes” y muchos comentarios. Pero claro, no a todo el mundo le habría gustado. Incluso la habrían bloqueado. Será mejor que oigas tú mismo lo que pasó. Cierra los ojos, escucha atentamente al relato y luego hablamos.

El texto es una adaptación de Lc2, 16-21:

Ya hemos conocido a Herodes, ese rey poderoso, ambicioso y miedoso que vivía en Jerusalén. Pero no era el único hombre poderoso que había por allí. Unos sabios que venían de Oriente habían llegado también a Jerusalén, siguiendo una estrella. A estos hombres sabios también se les llamaba magos, porque su sabiduría dejaba admirados a la mayoría de las personas. Cuando vio su caravana, Herodes los invitó a cenar a su palacio. Y en la cena le contaron que estaban convencidos de que la estrella los iba a llevar hasta un rey de los judíos que había nacido. Claro, Herodes casi se desmaya de la rabia. Pero disimuló, para que lo ayudasen a descubrir dónde estaba ese otro rey, y les dijo que cuando se enterasen, lo avisaran, para ir él también a verlo. En realidad, lo que quería era acabar con él. Los sabios entonces siguieron su camino, sin sospechar sus malas intenciones.

Cuando llegaron a Belén, la estrella los guio hasta el establo. Allí acababa de nacer el niño Jesús, y en cuanto los magos lo vieron, se quedaron admirados. Se dieron cuenta de que en ese niño brillaba una luz distinta, que solo los más sabios podían ver. Por eso se arrodillaron y le ofrecieron tres regalos: el oro, digno de un rey; el incienso, digno de Dios; y la mirra, digna de un hombre. Porque todas esas cosas veían.

Más tarde, mientras dormían, el ángel de los sueños les contó que Herodes quería perseguir al niño, así que, en lugar de decirle que lo habían encontrado, se volvieron a su casa por otro camino.

Y tú, ¿te has encontrado con alguna persona que brillara más que tú? ¿En un deporte, en los estudios, en un juego, en tu familia…? ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo has actuado? A lo mejor has sido como Herodes y has querido fastidiarle. Le has saludado mal, has sentido envidia, te has enfadado… O tal vez hicieras como los magos y te has alegrado por él. Te acercaste para pedirle consejo, para felicitarle, para imitarle y acabasteis siendo amigos.

Siento una brisa que sigue soplando,
es tu presencia Espíritu Santo.
Da paz al mundo nos da consuelo,
llega y trasforma todos los pueblos.
Es tu presencia que está aquí,
cierro mis ojos lo puedo sentir.

He venido a alabar, he venido a adorar,
he venido a exaltar tu nombre, Señor.
 

Veo una luz que guía mis pasos,
brilla con fuerza me va renovando.
Yendo a su lado no hay tinieblas,
todo es certeza si me entrego a ella.
Es tu presencia que está aquí,
cierro mis ojos y lo puedo sentir.

He venido a alabar, he venido a adorar,
he venido a exaltar tu nombre, Señor.

He venido a alabarte y a adorarte, mi Señor.

He venido a alabar, he venido a adorar,
he venido a exaltar tu nombre, Señor.

He venido de Jonatan Narvaez interpretado por Armonía Coral, «Armonía Coral he venido.»

Repite en voz alta esta oración o hazla en silencio, como tú quieras.

Estrellas

Jesús, ayúdame a estar atento para descubrir nuevas estrellas;
nuevos mensajeros que me hacen llegar tu Palabra.
Ayúdame a seguir mi estrella y buscarte en la gente que me rodea.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Comentario al evangelio – 4 de enero

¿Dónde vives Señor? Al comienzo de este año queremos encontrarte en los distintos acontecimientos de nuestra vida, como Andrés y Juan, empeñados en estar contigo y conocerte.  Aún así, sabemos también de nuestra cizaña. No todo es puro en nosotros, con frecuencia hacemos el mal que no queremos. Sin embargo, conocedores de nuestra naturaleza pecaminosa, de que no siempre conseguimos lo mejor que nos proponemos, no nos rendimos, no dejamos de buscarte, a pesar de las batallas perdidas y de las heridas del camino. En eso consiste el seguimiento, en no perderte de vista, en no alejarnos de ti, en seguir tus huellas fijándonos por donde pisas para no tropezar. Esta es la senda que queremos seguir a lo largo de este año.

El Papa Francisco afirma: “La fe, para mí, nació del encuentro con Jesús. Un encuentro personal que tocó mi corazón y dio una nueva dirección y un nuevo sentido a mi existencia”. También nosotros hemos tenido un encuentro con el Señor que queremos seguir cuidando e incrementando, como Andrés y Juan, porque se puede perder y no queremos que alguien tan valioso desaparezca de nuestra vida.

Así, la primera carta de Juan nos recuerda que lo bueno sembrado en nosotros procede de Dios. Y esta semilla es mucho más fuerte que el poder del maligno que intenta alejarnos de Él, sembrando nuestro interior de dudas y miedos. Queremos ser sólo suyos y de nadie más. Por eso sentimos un día más en esta Navidad, la invitación a estar con Él, a que nos llame por nuestro nombre, a que su luz brille en nosotros y disipe toda oscuridad, porque suya es la victoria, como rezamos en el salmo de hoy: “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”.

Juan Lozano, cmf