Comentario al evangelio – 6 de enero

Entre el triunfo y la traición

      “Epifanía” significa manifestación. Se refiere a la manifestación de una gloria que estaba oculta. Hoy es la fiesta de la Epifanía porque celebramos la manifestación del Salvador a toda la humanidad. La fiesta de hoy es la culminación de la Navidad. El niño nacido en una cuadra y recostado en un pesebre es reconocido como el Salvador, el Mesías esperado, en primer lugar por los pastores. Fueron los primeros que se acercaron a adorarle. Los pastores representan al pueblo de Israel. Ellos “glorificaron y alabaron a Dios” por haber visto al niño. Hoy son unos magos de Oriente los que se acercan a visitar al niño. Provienen de tierras lejanas. Han hecho un largo viaje guiados por una estrella. Quieren adorar al rey de los judíos que, dicen, acaba de nacer. 

      La tradición ha puesto nombres a estos magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Además les ha hecho pertenecer a las tres razas principales de la tierra: blanco, amarillo y negro. Los transformó de magos en reyes. Y así la tradición interpretó perfectamente, y adornó, la intención del evangelista. De una forma tan plástica y tan clara, nos decía que los magos eran los representantes de todos los pueblos y razas de la tierra que llegaron a Belén para adorar no sólo al rey de los judíos sino al que reconocían como rey y señor de toda la humanidad. Los regalos que le llevaron: oro, incienso y mirra, son una muestra de ese reconocimiento. Son regalos propios de un rey, que en ningún caso se hacían a otra persona. 

      Pero en esta gran ceremonia de reconocimiento del salvador por todos los pueblos de la tierra hay un dato importante a tener en cuenta. El Salvador de todos los pueblos, el que es adorado como rey, es apenas un niño que está en una cuadra y recostado en un pesebre. No es un rey al estilo de los demás reyes. Es muy diferente. Habrá que estar atento a cuando crezca para ver cómo va a ser su reinado. 

      Además, también un dato importante, en este momento de epifanía, de manifestación ante todos los pueblos del salvador, está ya presente la traición. Herodes teme que el nuevo rey le vaya a quitar su poder. A pesar de ser un niño indefenso, Herodes se siente amenazado. Está ya aquí presente en germen la traición que llevará a Jesús a la cruz. 

      También nosotros reconocemos en Jesús al salvador de nuestras vidas, al que nos devuelve la esperanza. Con los magos le adoramos y le confesamos como nuestro Salvador.

Para la reflexión

      Hoy es día de alegría, de celebrar en familia nuestra fe en Jesús. Sería bueno que en algún momento del día nos reuniésemos en familia e hiciésemos una breve adoración al Jesús recién nacido. ¿Quizá al momento de abrir los regalos?

Fernando Torres, cmf

Epifanía del Señor

Hoy es 6 de enero, fiesta de la Epifanía.

Epifanía es una palabra rara. Significa descubrir algo que estaba oculto. Hoy hacemos memoria de la llegada de los magos de Oriente al portal de Belén. Ese día, en el que siguiendo una estrella, llegaron hasta el portal y descubrieron que en un niño pequeño se manifestaba la grandeza de Dios. Por comenzar la oración, te pido Señor, que también a mí me enseñes a abrir los ojos y reconocerte en mi mundo. Hoy, con los magos, me arrodillo ante este niño. Este niño que va a ser hombre, Mesías, amigo, maestro, Señor y Dios. Imagino que lo tengo entre mis brazos. Lo miro y hago memoria de todo eso que va a ser.

Tú, Señor, que hablas a oscuras,
cuando no hay cómo entenderte,
cuando no hay cómo saber que…
que las sombras son presencia
y los silencios murmullos,
tus caricias soledades
y tu voz un canto suave.

Tú, Señor, que sabes todo
e interpretas melodías,
tú que unes bien mis notas
para componer el día. 

Mi Señor, mi Dios, tan ausente, tan cercano,
tan presente entre mis manos, mi Dios.
Tú, Señor, Padre de todos,
que me buscas sin reposo
cuando vivo sin saber bien…
sin saber cómo encontrarte
cómo entender tus caminos,
sin tus huellas que me muestren
el sentido a tanto espino.

Tú, Señor, luz de mi noche
huellas que siguen mis pasos,
respuesta a tantas preguntas que…
que en mi corazón de niño
eran sueño, eran canto
ahora en ti descansan Padre,
y florecen en tus manos

                                                     Mi Señor, mi Dios, Carlos Padilla

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 2, 1-12):

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel’». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Adorar es querer, es respetar, es reconocer la grandeza. En este mundo que a veces pone el brillo en figuras efímeras, en grandes fortunas, en ídolos deportivos o en poderes fugaces, hace falta adorar la verdadera grandeza. La del Dios hecho pequeño, la del amor que se entrega, la del compromiso profundo de Dios con el ser humano. Yo también quiero adorarte, Señor.

Le ofrecieron regalos, oro, incienso y mirra. Son regalos propios de un rey. Hoy se me invita a poner delante del Dios Niño, un solo regalo, mi propia vida, comprometida con su verdad, con su sueño de sanación para este mundo, con su mensaje de amor frágil. Convierto esta invitación en oración. Todo es tuyo, Señor.

Lejos, Herodes sigue encerrado en sus engaños. No comprende. Ve a Jesús como un rival, un poder que no controla, una presencia incómoda. También hoy mucho silencio en el evangelio. O lo perciben como algo molesto. Te pido, Señor, que tu luz ilumine los corazones cerrados, las vidas de quienes te ignoran.

Pienso ahora en María y José. Tal vez en algún momento, años después, le contaron al Jesús niño lo ocurrido. En su memoria, se mezclaría lo que comprendían y lo que no.

María le cuenta a Jesús…

Jesús, tú aún no lo sabes, pero eres un rey. Eso sí, un rey diferente. Te hemos contado muchas veces cómo naciste. Aquel viaje a Belén, lo pobres que éramos, y que naciste en un establo porque no había sitio para ti en la posada. Teníamos tanto miedo… Luego, cuando naciste, todo el miedo se fue. Era mirarte y sentir una profunda alegría. De golpe, se oyeron pasos. Yo pensé que venía alguien del pueblo, o algún pastor, pues ya habían venido otros. Pero entraron tres hombres extraños. Vestían trajes muy vistosos. Fuera dejaron criados y una gran caravana. Se veía que venían de lejos. En cuanto te vieron, ya no pudieron quitarte los ojos de encima. Sus rostros se llenaron de alegría y se arrodillaron delante de ti. Yo sabía que Dios estaba detrás. Entonces sacaron regalos que pusieron ante ti. Eran regalos propios de un rey. Sentí entonces, una vez más, la certeza de que venías del mismo Dios. Y empecé a comprender que tú le vas a enseñar al mundo algo muy distinto. Aquellos hombres se fueron. No llegamos a intercambiar ni una palabra, porque no hablábamos el mismo idioma. Pero a veces no hacen falta las palabras, porque cuando nuestros ojos se encontraron, supe que, al mirarte, todos veíamos lo mismo.

Al terminar la oración te pido, Señor, que también yo aprenda a ver en lo oculto. A reconocer la grandeza escondida en lo pequeño. A descubrir la verdadera majestad de un rey en un pesebre. ¡Que vea!

Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Liturgia 6 de enero

DOMINGO. EPIFANÍA DEL SEÑOR, solemnidad

Misa de la solemnidad(blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria, Credo, Prefacio de Epifanía, embolismos propios en las Plegarias Eucarísticas. No se puede decir la Plegaria IV.

Leccionario: Vol. I (C)

  • Is 60, 1-6. La gloria del Señor amanece sobre ti.
  • Sal 71. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
    Ef 3, 2-3a. 5-6. Ahora ha sido revelado que los gentiles son coherederos.
  • Mt 2, 1-12. Venimos a adorar al Rey.

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Antífona de entrada Cf. Mal 3, 1; 1Cor 19,12
Mirad que llega el Señor que domina; en su mano está el reino y el poder y la fuerza.

Acto penitencial
Como aquellos sabios de Oriente, también nosotros, guiados por la estrella luminosa de la fe, estamos aquí para postrarnos ante el Niño Jesús, y reconocer que Él es nuestro Señor, la Luz verdadera que ilumina a todo hombre.

Preparémonos, pues, para celebrar dignamente esta Eucaristía, agachando nuestras cabezas ante Jesús, nuestro Señor y Salvador, y pidámosle perdón por nuestros pecados.

  • Tú que eres la Luz, que birlla en las tinieblas. Señor, ten piedad.
  • Tú que te manifiestas a todos. Cristo, ten piedad.
  • Tú que nos guías con la luz de tu estrella. Señor, ten piedad.

Gloria

Oración colecta
Oh, Dios,
que revelaste en este día tu Unigénito
a los pueblos gentiles por medio de una estrella,
concédenos con bondad, a los que ya te conocemos por la fe,
poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Credo

Oración de los fieles
Hermanos, sigamos la estrella que nos conduce a Belén y vayamos al encuentro de Cristo Jesús y, sabiendo que él es el Dios con nosotros, presentemos nuestras oraciones al Padre, que en este día santo ha manifestado su poder a las naciones, la salvación a los pueblos y a nosotros la luz radiante de su gloria.

1.- Por la Iglesia, extendida de Oriente a Occidente; para que, arraigando en todas las culturas, sea portadora de la paz y de la esperanza de Dios, y signo de salvación para todos los hombres y pueblos del mundo. Roguemos al Señor.

2.- Por las vocaciones al ministerio sacerdotal; para que no le falten a nuestra diócesis los sacerdotes que necesita para que le manifieste el amor que Dios tiene a todas sus criaturas. Roguemos al Señor.

3.- Por todos los que gobiernan; para que Dios alumbre sus corazones y les muestre el verdadero camino de progreso y de justicia; y brille sobre las naciones que todavía no han recibido la Buena Noticia de Cristo la estrella que conduce a la salvación. Roguemos al Señor.

4.- Por los que sufren sin esperanza, los que buscan sin fe, los que aman a Diso sin saberlo; para que se les manifieste e ilumine sus vidas, puedan confesar a Cristo como Señor y se postren ante Él como verdadero Dios. Roguemos al Señor.

5.- Por todos y cada uno de nosotrosm adultos y niños, que estamos aquí adorando al Señor, como los Magos de Oriente; para que todos podamos vivir la alegría profunda por el gran regalo de la salvación que nos ha traído Jesucristo. Roguemos al Señor.

Escucha nuestras oraciones, Dios todopoderoso y eterno, levanta la vista en torno y mira a todos los que se han reunido para celebrar tu gloria y proclamar tus alabanzas, y haz que los que hemos conocido y adorado a tu Hijo, Rey y Señor de todos los pueblos, vivamos siempre como hijos de la luz y nos esforcemos para iluminar con la luz de Cristo a todos los pueblos y naciones, ya que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Mira propicio, Señor, los dones de tu Iglesia
que no son oro, incienso y mirra,
sino Jesucristo que, en estas ofrendas,
se manifesta, se inmola y se da en alimento.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio de la Epifanía

Antífona de comunión Cf. Mt 2, 2
Hemos visto salir su estrella en Oriente y venimos con regalos a adorar al Señor.

Oración después de la comunión
Que tu luz, Señor, nos prepare siempre y en todo lugar,
para que contemplemos con mirada limpia
y recibamos con amor sincero
el misterio del que has querido hacernos partícipes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
— D
ios, que os llamó de las tinieblas a su luz admirable,

derrame abundamentemente sus bendiciones sobre vosotros
y afiance vuestros corazones en la fe, la esperanza y la caridad.
Amén.

— Y él, a todos vosotros, fieles seguidores de Cristo,
manifestado hoy al mundo como luz en la tiniebla,
os haga testigos de la verdad ante los hermanos.
Amén.

— Y así, cuando termine vuestra peregrinación por este mundo,
lleguéis a encontraros con Cristo, luz de luz,
a quien los Magos, guiados por la estrella,
contemplaron con inmesa alegría.
Amén.

— Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Amén.

Santoral 6 de enero

Celebramos en este día la gran solemnidad de la manifestación del Señor a los pueblos gentiles. En griego se llama esta fiesta Epifanía o Manifestación del Señor. Los magos representan a todos los pueblos gentiles. Buscaron al salvador y lo encontraron en Belén, donde lo adoraron como rey y salvador ofreciéndole oro, incienso y mirra, como signos de su carácter regio y sacerdotal, recordando a la vez su muerte y sepultura en sacrificio por todos. Dios había nacido para salvar a todos los hombres. No hace acepciones. Siguieron la estrella y encontraron a Cristo. Dios se deja encontrar de cuantos le buscan. Los regalos que hoy intercambian los fieles, «los reyes», son un recuerdo a los dones ofrecidos por estos hombres a Cristo.

La Iglesia celebra también en este día la fiesta del bautismo de Jesús por Juan en el río Jordán, aunque la traslada al domingo siguiente, y la manifestación primera de su gloria en las bodas de Caná. Se abrió el cielo, bajó sobre él el Espíritu Santo… y vino una voz: Tú eres mi Hijo amado en ti me complazco.De este modo proclamaba el Padre a su Hijo ante el mundo.

El Santoral conmemora los santos Andrés Corsini, cuya memoria se celebra el 9 de enero, Carlos de Sezze hermano franciscano, Crispín obispo de Pavía, Félix obispo de Nantes, Julián y Basilisa mártires de la Tebaida, Pedro Tomás carmelita obispo de Constantinopla, Rafaela del Sagrado Corazón, Porras Ayllón, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón, canonizada en 1977; de ella se hace memoria el 18 de mayo.

Nos encomendamos también a los beatos Andrés Vesette, religioso canadiense de la Congregación de la Santa Cruz y Macario abad benedictino del siglo XII.

Las Obras Misionales Pontificias quieren que celebremos hoy el Día del catequista nativo. El catequista es el más eficaz auxiliar del misionero y nos piden que les ayudemos con la oración y la limosna.

Álvaro Maestro Jesús

Laudes – Epifanía del Señor

LAUDES

EPIFANÍA DEL SEÑOR, solemnidad

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.

SALMO 94: INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendición al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
qu eno entrarán en mi descanso».»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.

SALMO 62: EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

Ant. Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor; oro, incienso y mirra. Aleluya.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mi labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor; oro, incienso y mirra. Aleluya.

CÁNTICO de DANIEL: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Ant. Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios. Aleluya.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
Astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
Vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Ant. Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios. Aleluya.

SALMO 149: ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Ant. Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles,
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya.

LECTURA: Hb 1, 1-2

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tú Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sion. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

RESPONSORIO BREVE

R/ Se postrarán ante él todos los reyes.
V/ Se postrarán ante él todos los reyes.

R/ Todos los pueblos le servirán.
V/ Todos los reyes.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Se postrarán ante él todo los reyes.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rye, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rye, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.

PRECES

Veneremos a nuestro Salvador, adorado hoy por los magos, y aclamémosle con alegrái, diciendo:

Luz de luz, ilumina nuestro día.

Oh Cristo, manifestado en la carne,
— santifícanos por la palabra de Dios y la oración.

Oh Cristo, justificado en el Espíritu,
— líbranos de todo error.

Oh Cristo, contemplado por los ángeles,
— danos a gustar ya en la tierra de los bienes de tu reino.

Oh Cristo, predicado a los paganos,
— ilumina el corazón de todos los hombres con la luz de tu Espíritu.

Oh Cristo, creído en el mundo,
— renueva la fe de cuantos creen en ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Oh Cristo, llevado a la gloria,
— enciende en nosotros el deseo de tu reino.

Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, tú que en este día revelaste a tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles, por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.