VÍSPERAS
LUNES II de NAVIDAD
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Diso su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
SALMO 44: LAS NUPCIAS DEL REY
Ant. Eres el más bello de los hombres; en tus labios se derrama la gracia.
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu centro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Eres el más bello de los hombres; en tus labios se derrama la gracia.
SALMO 44:
Ant. ¡Que llega el Esposo, salid a recibirlo!
Escucha, hija, mira: inclina tu oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
la traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. ¡Que llega el Esposo, salid a recibirlo!
CÁNTICO de EFESIOS: EL DIOS SALVADOR
Ant. Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Ant. Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
LECTURA: 2P 1, 3-4
Cristo, por su divino poder, nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia. Con eso nos ha dado los inapreciables y extraordinarios bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar dle mismo ser de Dios.
RESPONSORIO BREVE
R/ Será la bendicón de todos los pueblos.
V/ Será la bendicón de todos los pueblos.
R/ Lo proclmarán dichoso todas las razas de la tierra.
V/ Todos los pueblos.
R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Será la bendicón de todos los pueblos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Al ver la estrella, los magos se llenaron de inmensa alegría; y, entrando en la casa, ofreciendo al Señor oro, incienso y mirra.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al ver la estrella, los magos se llenaron de inmensa alegría; y, entrando en la casa, ofreciendo al Señor oro, incienso y mirra.
PRECES
Bendito sea el Señor Jesucristo, que ha visitado a los que vivían en tinieblas y en sombra de muerte a fin de iluminarlos; supliquémosle, diciendo:
Oh Cristo, sol que naces de lo alto, iluminanos con tu luz.
Señor Jesucristo, que al venir al mundo diste nacimiento a la Iglesia, tu cuerpo,
— haz que esta Iglesia crezca y se construya en la caridad.
Tú que con tu poder gobiernas el cielo y la tierra,
— haz que los pueblos y sus gobernantes reconozcan y confiesen tu soberanía divina.
Tú que, en el seno de María Virgen, desposaste místicamente la humanidad con la divinidad,
— bendice a las vírgenes que se han consagrado a ti para ser tus esposas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que, al unirte a nuestra naturaleza mortal, destruiste la muerte introducida por el pecado,
— transforma en vida eterna la muerte de nuestros difuntos.
Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de Dios:
Padre nuestro…
ORACION
Te pedimos, Señor, que tu divina luz ilumine nuestros corazones; con ella avanzaremos a través de las tinieblas del mundo, hasta llegar a la patria donde todo es eterna claridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.