Vísperas – Miércoles II de Navidad

VÍSPERAS

MIÉRCOLES II de NAVIDAD

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.

El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.

Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.

Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.

La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.

Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.

A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.

SALMO 61: LA PAZ EN DIOS

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son mas que un soplo,
los nobles son apariencia;
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:

«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.

SALMO 66: QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblso te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

CÁNTICO de COLOSENSES: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

LECTURA: Col 1, 13-15

Dios nos ha sacado del domino de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.

RESPONSORIO BREVE

R/ Será la bendición de todos los pueblos.
V/ Será la bendición de todos los pueblos.

R/ Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
V/ Todos los pueblos.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Será la bendición de todos los pueblos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Hérodes preguntó a los magos: «¿Qué señal habéis visto sobre el nacimiento del Rey?» «Vimos una estrella resplandeciente cuyo fulgor ilumina al mundo.»

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Hérodes preguntó a los magos: «¿Qué señal habéis visto sobre el nacimiento del Rey?» «Vimos una estrella resplandeciente cuyo fulgor ilumina al mundo.»

PRECES

Alabemos a Cristo, el Verbo de Dios, que ha venido para arrojar al mar todos nuestros pecados; fortalecidos con esta certeza, roguémosle, diciendo:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Sacerdote eterno, que al entrar en el mundo has instituido la plenitud del culto,
— haz que todos los hombres participen de él por medio de tu Iglesia.

Médico de las almas y de los cuerpos, que viniste a visitar a los que estábamos enfermos,
— da salud y virgor a los débiles.

Tú que en tu nacimiento nos diste un motivo de común alegría,
— socorre a los indigentes y a los pecadores, para que se alegren en ti.

Rey poderoso, que quebraste las ataduras de la antigua servidumbre,
— libra a los prisioneros y vela por los encarcelados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que al venir a nosotros te convertiste en puerta abierta del cielo,
— haz que los difuntos tengan, por ti, acceso al Padre.

Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro…

ORACION

Señor, luz radiante de todas las naciones, concede a los pueblos de la tierra gozar de una paz estable, e ilumina nuestros corazones con aquella luz espléndida que condujo a nuestros padres al conocimiento de tu Hijo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 9 de enero

Lectio: Miércoles, 9 Enero, 2019

Tiempo de Navidad

1) Oración inicial
Señor, luz radiante de todas las naciones, concede a los pueblos de la tierra gozar de una paz estable, e ilumina nuestros corazones con aquella luz espléndida que condujo a nuestros padres al conocimiento de tu Hijo. Que vive y reina. Amen.
 
2) Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 6,45-52
Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo. Pero ellos, viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Ánimo!, que soy yo, no temáis.» Subió entonces junto a ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos, pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
 
3) Reflexión
• Después de la multiplicación de los panes (evangelio de ayer), Jesús obliga a los discípulos a subir a la barca. ¿Por qué? Marcos no lo explica. El Evangelio de Juan nos dice lo siguiente. Según lo que esperaba la gente de aquel tiempo, el Mesías iría a repetir el gesto de Moisés que había alimentado al pueblo en el desierto. Por esto, ante la multiplicación de los panes, la gente concluye que Jesús debía de ser el Mesías esperado, anunciado por Moisés (cf. Dt 18,15-18) y quiso hacer de él un rey (cf. Jn 6,14-15). Esta manifestación de la gente era una tentación tanto para Jesús como para los discípulos. Por esto, Jesús los obliga a embarcar: Quería evitar que se contaminasen con la ideología dominante, pues la “levadura de Herodes y de los fariseos” era muy fuerte (Mc 8,15). Jesús mismo se enfrenta a la tentación por medio de la oración.
• Marcos describe con arte los acontecimientos. Por un lado, Jesús sube al monte para rezar. Por otro lado, los discípulos bajan hacia el mar y entran en la barca. Parece un cuadro simbólico que prefigura el futuro: es como si Jesús subiese ya al cielo, dejando a los discípulos solos en medio de las contradicciones de la vida, en la frágil barquita de la comunidad. Era de noche. Ellos estaban en alta mar; todos juntos en la pequeña barca, queriendo avanzar remando, pero el viento era contrario. Estaban cansados. Ya era el amanecer, esto es, de madrugada: entre las 3 y las 6. En el tiempo de Marcos, las comunidades eran como los discípulos. ¡Noche! ¡Viento contrario! No consiguen nada, ¡a pesar de todo el esfuerzo que hacen! Pero él estaba presente y fue hacia ellas, pero ellas, las comunidades, al igual que los discípulos de Emaús, no le reconocieron (Lc 24,16).
• En tiempo de Marcos, entorno al año 70, la pequeña barca de las comunidades se enfrentaba con un tiempo contrario tanto de algunos judíos convertidos que querían reducir el misterio de Jesús a profecías y figuras del Antiguo Testamento, como de algunos paganos convertidos que pensaban que fuera posible una cierta alianza de la fe en Jesús con el imperio. Marcos trata de ayudar a los cristianos a que respetasen el misterio de Jesús, a que no reluciesen a Jesús a sus propios deseos e ideas.
• Jesús llega caminando sobre las aguas del mar de la vida. Ellos gritan porque tienen miedo, porque piensan que se trate de un fantasma. Como en la historia de los discípulos de Emaús, Jesús hace como que quiere seguir adelante (Lc 24,28). Pero el grito de los discípulos hace que cambie de rumbo, se acerca y dice: “¡Animo, no tengan miedo! ¡Soy yo!” Aquí, de nuevo, quién conoce la historia del Antiguo Testamento, recuerda algunos hechos muy importantes: (1) Recuerda que la gente, protegida por Dios, atravesó sin miedo el Mar Rojo. (2) Recuerda como Dios, al clamor de Moisés, declaró varias veces su nombre diciendo: “¡Soy yo!” (cf. Ex 3,15). (3) Recuerda además el libro de Isaías que presenta la vuelta del exilio como un nuevo éxodo, en el que Dios aparece repitiendo numerosas veces: “¡Soy yo!” (cf. Is 42,8; 43,5.11-13; 44,6.25; 45,5-7). Esta manera de evocar el Antiguo Testamento, de usar la Biblia, ayudaba a las comunidades a percibir mejor la presencia de Dios en Jesús y en los hechos de la vida. ¡No tengan miedo!
• Jesús sube a una barca y el viento se detiene. Pero el espanto de los discípulos, en lugar de terminar, aumenta. El evangelista Marcos hace un comentario crítico y dice: “Pues ellos no habían entendido lo de los panes: su corazón quedaba totalmente cerrado” (6,52). La afirmación corazón cerrado evoca el corazón endurecido del faraón (Ex 7,3.13.22) y del pueblo en el desierto (Sal 95,8) que no querría escuchar a Moisés y pensaba solamente en volver a Egipto (Núm 20,2-10), donde había pan y carne a saciedad (Ex 16,3).
 
4) Para la reflexión personal
• ¡Noche, mar agitado, viento contrario! ¿Te has sentido así alguna vez? ¿Qué hiciste para vencer el miedo?
• ¿Te has espantado alguna vez al no reconocer a Jesús presente y actuante en tu vida?
 
5) Oración final
El Señor se apiadará del débil y del pobre,
salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia,
considerará su sangre valiosa. (Sal 72,13-14)

Lectura continuada del Evangelio de Marcos

Marcos 8, 14-21

<

p style=»text-align:justify;»>14Y se olvidaron de tomar panes, y no tenían más que un pancon ellos en la barca.
15Y les advirtió diciendo: “Mirad, cuidaos de la levadura de los fariseos y de la levadurade Herodes”. 16Y hablaban entre sí que no tenían panes.

17Y, dándose cuenta, les dice: “¿Por qué habláis de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis embotado vuestro corazón? 18¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Ya no recordáis? 19¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis cuando repartí los cinco panesentre los cinco mil?”.

<

p style=»text-align:justify;»>Le dicen: “Doce”.
20“Y cuando repartí los sieteentre los cuatro mil, ¿cuántos cestos llenos de trozos recogisteis?”. Y le dicen: “Siete”.
21Y les decía: “¿Aún no entendéis?”».

 

<

p style=»text-align:justify;»>• Jesús deja de discutir con los fariseos e inicia una sesión privada con sus propios discípulos. Pero también ahora Jesús encuentra en sus discípulos una falta de sensibilidad espiritual comparable a la que acaban de mostrar sus adversarios. La extensa crítica que Jesús dirige ahora a sus discípulos constituye una ampliación del comentario que Marcos realizó en 6,52: («Ellos no entendieron lo de los panes, sino que tenían sus corazones endurecidos») y de la corta reprensión que les dirigió en 7,18a por su falta de entendimiento. 
En cuanto a su estructura, el pasaje se divide de forma natural en dos partes: la introducción, que sirve para crear el escenario (8,14-16), y el interrogatorio de Jesús a sus discípulos (8,17-21). La segunda sección queda unificada por una inclusión en forma de pregunta: «¿Aún no entendéis?» (8,17b.21). El pasaje termina, de una manera muy sorprendente, con una pregunta de Jesús (cf. 3,4; 12,37) que destaca la incomprensión actual de los discípulos y apunta hacia su iluminación futura. 


<

p style=»text-align:justify;»>• 8,14-16: La escena tiene lugar en la barca, cruzando desde Dalmanutá, que está en algún lugar de la costa occidental del Mar de Galilea (8,10), hacia Betsaida, en la costa nordeste (8,22). El texto nos dice que los discípulos se han olvidado de llevar consigo panes (8,14a), una afirmación que queda inmediatamente precisada por la cláusula «y no tenían con ellos en la barca más que un pan» (8,14b). Esta frase, que pone de relieve la importancia de un pan, tiene probablemente un significado simbólico (pues de lo contrario sería superflua). Si no fuera simbólica, a Marcos le habría bastado con decir que los discípulos se habían olvidado de llevar pan con ellos (8,14a). Es posible que ese simbolismo sea eucarístico: sabemos por 1Cor 10,17 que la frase «un solo pan» podía utilizarse para aludir al pan de la Cena del Señor; por otra parte, en el evangelio de Marcos las alimentaciones milagrosas llevadas a cabo por Jesús parecen ser un anticipo de la eucaristía. Para los lectores de Marcos nuestro pasaje retomará los motivos de Mc 4,35-41: la ansiedad de los discípulos es innecesaria, pues llevan a Jesús con ellos «en la barca» (un símbolo de la Iglesia) y esto es todo lo que a ellos les hace falta. Jesús les proveerá del pan que verdaderamente ellos necesitan. 


Hay, sin embargo, un obstáculo para que los discípulos se apropien de este pan eucarístico, que está vinculado con la enseñanza de Jesús: es la levadura de los fariseos y la de Herodes, contra la cual se les advierte que se mantengan en guardia (8,15), una levadura que el resto del pasaje relaciona con la incomprensión de los mismos discípulos (8,17-21). La petición de Jesús nos remite a la tipología del Éxodo/Pascua: la Pascua era la fiesta de los panes ázimos, y antes de que la fiesta empezara, las casas judías tenían que quedar cuidadosamente libres de levadura. En el contexto pascual, la «levadura» es a menudo un sinónimo del «pan con levadura», es decir, fermentado, y esa identificación responde bien a nuestro contexto, donde se establece un contraste entre el pan que Jesús ofrece y la levadura de los fariseos y de Herodes.

Y ¿qué es más exactamente «la levadura de los fariseos y la levadura de Herodes» contra la que se dice a los discípulos que han de mantenerse en guardia? «Levadura» es una metáfora judía muy común para referirse a la Mala Inclinación, el impulso destructor y anárquico que anida en los corazones de los seres humanos, llevándoles al pecado. La posibilidad de aplicar esta imagen a nuestro pasaje queda confirmada por la continuación del texto, donde la «levadura» se asocia con un corazón endurecido o embotado (8,17). En textos de Qumrán asocian la Mala Inclinación y la Dureza/Embotamiento de Corazón como términos sinónimos. Según esto, Jesús está poniendo en guardia a sus discípulos para que no se dejen embotar por el mismo mal impulso que ha endurecido los corazones de sus enemigos, los fariseos y herodianos (cf. 3,6; 12,13).

Resulta típico en estos casos el hecho de que los discípulos olviden completamente esta fuerza simbólica de la referencia de Jesús a la levadura y la interpreten de un modo literal, como alusión a la escasez de pan material (8,16). Esta falta de comprensión es comparable a la que aparece en los episodios del evangelio de Juan donde la mujer samaritana interpreta mal el «agua viva», como si se tratara de una referencia al agua física (Jn 4,10-15); por su parte, los judíos malinterpretan el «pan de Dios», como si fuera una alusión al pan material (Jn 6,31-34).

• 8,17-21: Jesús discierne (quizá de un modo sobrenatural) la mala interpretación de la levadura, puramente literal, que sus discípulos están haciendo y diciendo en sí mismos, y como respuesta les plantea una serie de cinco preguntas críticas, que ofrecen un eco de pasajes y temas del Antiguo Testamento (8,17-18). Jesús añade después dos preguntas adicionales que retoman los motivos de las dos multiplicaciones milagrosas (8,19-20), antes de volver a la pregunta crítica final (8,21).

Las cinco preguntas críticas se ocupan, todas ellas, de la falta de entendimiento de los discípulos. Para los lectores de Marcos, la más significativa de todas es la penúltima («¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Es que ya no recordáis?», 8,18), que recoge de manera intensa el juicio terrible que Jesús pronunció contra «los de fuera» (en 4,12). En aquel otro caso (4,12) Jesús empleó una cita de Is 6,9-10. Pero nuestro pasaje (8,18) se encuentra más vinculado al lenguaje convergente de Jr 5,21 y de Ez 12,2, que habla de la ceguera y la sordera de la casa rebelde de Israel, «que tiene ojos pero no ve, que tiene oídos pero no escucha».

Ciertamente, incluso dentro de una obra tan enigmática como el evangelio de Marcos, nuestro pasaje resulta singularmente oscuro. ¿Por qué la incomprensión de los discípulos suscitó la severa reprimenda de 8,17-18, si la afirmación inicial de Jesús sobre la levadura de los fariseos y la de Herodes (8,15) fue y sigue siendo tan enigmática que ha dejado perplejos a los intérpretes de Marcos, desde Mateo y Lucas hasta hoy? ¿Deberá reprenderse a los discípulos por no haber comprendido la sentencia de Jesús (en 8,15), si a primera vista la misma interpretación posterior parece reforzar esa oscuridad? Por eso, la reacción inicial de los lectores del pasaje puede ser la de mostrarse tan perplejos como los discípulos.

En la obra de Marcos, el «personaje» que expresa dramáticamente la frustración de la audiencia que intenta comprender a Jesús está formado por el grupo de discípulos, y esta frustración compartida por los lectores y los discípulos sirve para vincular a la audiencia con los discípulos y destacar la trascendencia de Jesús. De todas formas, en nuestro enigmático pasaje hay algo más que el intento deliberado de confundir a los lectores.

Las preguntas de Jesús en 8,17-18 recuerdan también las palabras que Moisés dirige a Israel en Dt 29,2-4, y que conectan igualmente con el pasaje anterior de Marcos: «Vosotros habéis visto todo lo que el Señor hizo ante vuestros ojos en la tierra de Egipto… las grandes tentaciones que vuestros ojos han visto, los signos y aquellas grandes maravillas. Pero, hasta el día de hoy, el Señor no os ha dado un corazón para entender y unos ojos para ver y unos oídos para escuchar». Aquí aparecen los temas del corazón insensible, los ojos ciegos y los oídos sordos, todos ellos en el mismo orden que tienen en Mc 8,17-18; y aquí aparece también el motivo de las tentaciones y los signos que hemos visto en el pasaje anterior de Marcos.

Si Marcos está haciendo una alusión deliberada a estos pasajes del Deuteronomio, eso significa que las perspectivas para los discípulos son mucho más esperanzadoras de lo que parece: «hasta este día» ellos no han recibido corazones, ojos y oídos capaces de percibir, pero al final los recibirán (cf. Dt 30,1-8). Las palabras finales de Jesús a sus discípulos en este pasaje («aún no entendéis», que repiten la pregunta de 8,17) sugieren un mensaje semejante de esperanza. Por eso, en el fondo las preguntas de 8,19-20 han de tomarse como preguntas reveladoras más que ofuscadoras, pero debemos añadir que a menudo han tenido el efecto contrario. En particular,el énfasis sobre los números ha ocasionado en este campo una gran cantidad de especulaciones fantasiosas, aunque la verdad es que ni en el Antiguo Testamento ni en el judaísmo existe un simbolismo fijo ni para cinco mil ni para cuatro mil, y que los números cinco, siete y doce pueden significar muchas cosas diferentes.

El énfasis de nuestro pasaje no recae ni en el número de las respectivas muchedumbres (cinco mil o cuatro mil), ni en el de panes iniciales (cinco o siete), sino en el número de cestas con trozos sobrantes, que son doce y siete. Estas cestas de trozos son el tema de la pregunta de Jesús, y la última pregunta («¿y aún no entendéis?») sugiere que las respuestas de los discípulos -«doce» y «siete»- tiene un carácter autoexplicativo. En la tradición bíblica, doce y siete, con sus múltiplos, se utilizan con una amplia variedad de matices, pero el más relevante para las historias de las multiplicaciones milagrosas es su connotación de plenitud escatológica, que deriva de las imágenes básicas de las doce tribus de Israel y de los siete días de la creación. La impresión de que los números doce y siete sugieren en nuestro pasaje plenitud escatológica queda reforzada por el hecho de que están asociados con dos palabras diferentes relacionadas con la plenitud (8,19.20), que hemos traducido en ambos casos como «lleno/llenos». En el conjunto de Marcos, las palabras con esa misma raíz (pler-) tienen siempre la connotación de plenitud o realización escatológica (1,15; 2,21; 4,28; 6,43; 14,49).

<

p style=»text-align:justify;»>Lo que los fariseos y Herodes no advierten, y los discípulos están en trance de olvidar, es que por medio de Jesús Dios está haciendo que llegue la nueva era escatológica. Estando ciegos ante ese cambio revolucionario divino, los fariseos ignoran los signos claros de su llegada (8,10-13).
Nuestro pasaje, sin embargo, advierte que los discípulos mismos están en peligro de caer en un tipo semejante de ceguera acerca del hecho y el significado de la acción escatológica de Dios en Jesús, por fijarse de un modo similar en aquello que es meramente humano, centrándose en las preocupaciones mundanas que son la quintaesencia de esta edad perversa que se acaba.

En la próxima sección del evangelio (8,22-10,52) Jesús se esforzará por quitar esta levadura de los corazones de los discípulos, haciendo que superen su preocupación por este mundo, impulsándoles a salir de la oscuridad y a avanzar hacia la luz. De modo apropiado, esta nueva sección se inaugurará con la historia de la curación de un ciego (8,22-26).

Comentario del 9 de enero

Tras el milagro de la multiplicación de los panes o tras haber calmado el hambre de una multitud con unos cuantos panes, nos refiere el evangelista que Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la otra orilla, la de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Al parecer, lo que quería es quedarse solo, porque, después de despedir a la gente, se retiró al monte a orar. La indicación evangélica es elocuente. Jesús se encontraba a gusto entre las multitudes, porque les veía necesitados de guía, como ovejas sin pastor; pero también necesitaba de espacios de soledad para la oración y el encuentro con su Padre, Dios. Se sentía realmente hijo, el Hijo amado, y tenía que estar con su Padre: no sólo en las cosas de su Padre, sino también con Él y a solas, sin interferencias, en la intimidad de la relación filial. Así le veremos en otros momentos, a veces guardándose de las miradas ajenas, como el el huerto de Getsemaní, a veces expresando sin pudor alguno sus sentimientos de gratitud hacia el que ha ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, revelándoselas a la gente sencilla. Le vemos, pues, hablar del Padre tanto como hablar con el Padre. Podía hablar de Él con conocimiento de causa porque hablaba constantemente con Él.

Pero el que vivía en la presencia permanente de Dios Padre necesitaba no obstante retirarse a orar. Y ello le exigía apartarse momentáneamente de sus acompañantes, despedirles, quedarse a solas. La oración es un encuentro de amor, y reclama intimidad, ausencia de testigos, confidencialidad. Después ya habrá ocasión para volver al trabajo, a las relaciones humanas, a la actividad ordinaria con renovadas energías. Porque Jesús no abandona por eso a sus discípulos que se encuentran en dificultad. Llegada la noche, y viendo Jesús el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vela de la noche, va hacia ellos andando sobre el lago. Ellos se sobresaltaron, pero él les tranquilizó con estas palabras: Ánimo, soy yo, no tengáis miedo. Entró con ellos en la barca y amainó el viento. Ellos seguían presos del estupor, sin poder explicarse lo sucedido.

La escena, como sacada de un relato de ficción, es sumamente instructiva. Los discípulos, expertos marineros, se ven enfrentados a una tormenta que les hace zozobrar. Luchan con todas sus fuerzas contra el viento y las olas y se ven impotentes para doblegarlas. Perciben la presencia fantasmagórica del Maestro que camina sobre el agua sin que las olas le incomoden. Se sobresaltan porque no encuentran explicación al suceso. Por fin oyen palabras tranquilizadoras que les devuelven la calma. Y cesa la tempestad.

La percepción de la presencia poderosa del Señor, puede ahorrarnos muchos temores. Es como sentir que estamos en buenas manos. Y no es que no tengamos que poner todas nuestras energías para superar la dificultad o enfrentar el peligro, aunque en la naturaleza hay fuerzas ocultas que, desatadas, no podríamos de ningún modo contener, enfrentar o resistir, pero eso cabe hacerlo con la convicción de que estamos en manos de Dios que tiene el poder sobre todo poder, el poder de salvar y el de dejar perecer, el poder de destruir y el de rescatar. ¿Por qué no tener miedo estando él? Porque él tiene el poder sobre el oleaje, porque tiene en su mano la capacidad de resolver el problema. Y si no lo resuelve en un sentido, porque no calma la tempestad, lo resolverá en otro, porque nos permitirá transitar por la muerte sin soltarnos de la mano. En cualquier caso, podremos afrontar la dificultad con serenidad y confianza. El miedo, en cambio, suele dejarnos sin la respuesta adecuada, porque o bien nos paraliza, o bien nos lanza en la dirección incorrecta.

Sólo si percibimos en nuestra vida la compañía del Señor, cultivada en la oración, podremos escuchar en nuestro interior las tranquilizadoras palabras que oyeron sus discípulos: Ánimo, soy yo, no tengáis miedo. Y nuestros miedos se desvanecerán aunque perdure la tempestad o tarde en llegar la calma.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

II. Fase preparatoria de la Asamblea del Sínodo

Art. 5

Inicio y finalidad de la fase preparatoria

§ 1. La fase preparatoria inicia cuando el Romano Pontífice convoca la Asamblea del Sínodo, asignándole uno o más temas.

§ 2. Coordinada por la Secretaría General del Sínodo, la fase preparatoria tiene como finalidad la consulta del Pueblo de Dios sobre el tema de la Asamblea del Sínodo.

Comentario Bautismo del Señor

Oración preparatoria

Señor Jesús, Hijo Amado del Padre, Tú acudiste a ser bautizado, mezclado entre el gentío, fue experiencia profunda del Espíritu, escuchando aquella voz que Te decía quién eres. No dejes de buscarme entre el gentío, no dejes que los ruidos de la vida y las preocupaciones me hagan sordo/a a Tu voz, no dejes de darme Tu Santo Espíritu y de llamarme Hijo/a amado/a. AMEN.

 

Lc 3, 15-16. 21-22

«15Pero estando expectante el pueblo y pensando todos en sus corazones acerca deJuan si no sería él el Cristo, 16declaró Juan diciendo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el más fuerte que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

[vv. 17-20]

21Pero sucedió, tras haber sido bautizado todo el pueblo y también Jesús ya bautizado y estando en oración, el ser abierto el cielo, 22y el bajar el Espíritu Santo corporalmente, como una paloma, sobre él, y el suceder una voz desde el cielo: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido”».

¡PALABRA DEL SEÑOR!

 

CONTEXTO

Este evangelio está formado por dos unidades textuales, una de las cuales (vv. 15- 16) ya consideramos en el tercer domingo de Adviento. El evangelio forma parte de la misión de Juan Bautista en su última fase: anunciar a Jesús (aunque faltan los vv. 17-18). Después, se nos refiere la prisión de Juan (vv. 19-20, que tampoco leemos hoy) y, de inmediato, la segunda parte del evangelio de hoy, el bautismo de Jesús (vv. 21-22). La inserción de la prisión de Juan, antes de poder bautizar a Jesús, es un recurso narrativo de Lucas para ‘arreglar’ el problema cristológico creado por Marcos: en efecto, si el bautismo de Juan era “para perdón de los pecados” y Jesús es bautizado por Juan, entonces se podría llegar a la inaceptable conclusión de que Jesús tenía pecados. Cada evangelista ‘corrige’ a su manera la información de Marcos. Hacer detener a Juan antes de que Jesús se bautice es la que elige Lucas. Tras el bautismo, Lucas nos refiere la genealogía de Jesús (vv. 23-38). “Pueblo” y “bautismo” son los términos-guía de las dos partes de este evangelio ‘incompleto’.

 

TEXTO

Tiene dos partes:

a) vv. 15-16: centrados en el pueblo (laos, término técnico del pueblo elegido, de Israel), en sus dudas sobre la verdadera identidad de Juan (v. 15), y en una solemne declaración de Juan, en la que se contrapone al auténtico Mesías que viene (el más fuerte que yo) (v. 16);

b) vv. 21-22: centrados en Jesús; indican su ya acontecido bautismo, su estado enoración (término favorito de Lucas y situación común de Jesús en este evangelio), y acciones espectaculares que tienen a Jesús por objeto: el cielo se abre (es abiertopor Dios), el Espíritu Santo desciende y se escucha la voz de Dios en una enfática declaración: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido”. La frase divina es el auténtico clímax del evangelio, porque es el verbo final “eres” el único que está conjugado, es decir, el verbo principal; preparado por una sucesión de participios e infinitivos que, a modo de heraldos, preparan adecuadamente la declaración de la voz de Dios.

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Esto ya lo vimos en la III Adviento: el ‘hombre de Dios’, el profeta Precursor, llega hasta los corazones de las gentes pero no es prisionero de los mismos. Provoca el descubrimiento, no de él, sino de quien es precursor, de Jesús. Apropiación de lo divino (mensaje, comportamiento moral) para un descentramiento de sí mismo, señalando siempre al Otro, al Mesías. Ejerce verdaderamente de puente, es ‘acceso a Dios’. Dios no se brinda para un ‘gozo espiritual personal’ sino para capacitarnos en la misión evangelizadora.

• La importancia del sacramento (en este caso, del bautismo) como punto de partida, como paso adelante, como punto de inflexión, como mojón en el camino de nuestra vida espiritual, un itinerario a seguir. ¿Cómo vivimos los sacramentos?

• Dos aspectos que acompañan a Jesús: es hombre de oración, acompañado deEspíritu Santo. Los dos aspectos están muy desarrollados en la obra de Lucas (Evangelio + Hechos). La referencia nos impulsa a reflexionar sobre la importancia de la oración en nuestra vida de creyentes y sobre el ‘motor’, el ‘espíritu’ que muevenuestro interior.

• Una voz (la de Juan) anunciaba a Jesús y otra voz (la de Dios) declara su identidad: en Jesús confluyen los dos anuncios, del cielo y de la tierra. Jesús es el punto de convergencia de Dios y de los seres humanos; Jesús nos proporciona el auténtico encuentro con los demás y con Dios: poner más a Jesús en el centro de nuestra vida. Hacer un itinerario discipular con Él.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

Para la catequesis: Bautismo del Señor

Fiesta del Bautismo del Señor
13 de enero 2019

Isaías 42, 1-4.6-7; Salmo 28; Hechos 10, 34-38; Lucas 3, 15-16, 21-22

Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego

En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: «Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego». Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: «Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco».

Reflexión

Imaginen la escena: la luz, la voz, la paloma. ¿De quién es la voz? ¿Quién representa la paloma? (Padre, Espíritu Santo, y Jesús -la Trinidad) Dios dice que Este es su hijo. ¿Como se sentían las personas que observaban? San Juan diferencia entre el bautizo que él hace y el bautizo que hace Jesús. (El bautizo de San Juan es simbólico del arrepentimiento y la conversión. Con su pasión, muerte, y resurrección, Jesús nos concede el perdón de Dios por nuestros pecados y el pecado original, nos hace hijos de Dios, y parte de su Iglesia, y nos da el Espíritu Santo). Jesús aceptó ser bautizado, aunque no necesitaba conversión, porque así, aceptó su misión de redimirnos de nuestros pecados. Como hijos de Dios, nosotros estamos escogidos a cumplir la misión que Dios tiene para nosotros. Debemos ser las manos y corazón de Dios para otros.

 

Actividad

Como niños, una misión que nos da Dios en los 10 Mandamientos es honrar nuestros padres. Compartir como podemos amarlos y honrarlos mejor. Hacerle una tarjeta a los padres. Que los niños escriban como pueden ser hijos como Jesús.

 

Oración

Gracias, Jesús, por amarnos tanto y aceptar Tu misión tan dolorosa para salvarnos. Ensénanos a amar como Tú amas. Ayúdanos a estar abiertos al Espíritu Santo para obtener las gracias que necesitamos para cumplir la misión que Dios nos concede. Quédate siempre con nosotros, Señor. Amen.

¿Qué me quiere decir hoy Jesús? – Bautismo del Señor

Enero es un tiempo excitante. Es el comienzo de un nuevo año. A algunas personas les gusta hacer resoluciones de Nuevo Año o promesas a sí mismos sobre lo que pretenden lograr durante el nuevo año. La resolución más frecuente es: “Voy a adelgazar”. No creo que muchas personas logren su meta ya que parece ser la primera resolución de muchos año tras año. Yo sé que esa resolución llega a ser una de mis primeras 10 resoluciones de nuevo año.

Aún cuando no hagamos resoluciones de Nuevo Año, sigue siendo un tiempo excitante. Es un tiempo en el cual podemos olvidar nuestros errores pasados y mirar hacia las nuevas oportunidades que se presentan frente a nosotros. Es un tiempo de nuevos comienzos.

Jesús también experimentó tiempos de nuevos comienzos en su vida. Uno de esos momentos tuvo lugar cuando fue bautizado. Hubo un par de cosas importantes que ocurrieron cuando Jesús fue bautizado. En primer lugar la Biblia nos dice que se abrieron los cielos y que el Espíritu Santo bajó en forma de paloma y se posó sobre él. Lo segundo fue que Dios habló y dijo: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».

Este evento marcó el comienzo del ministerio de Jesús aquí en la tierra. Hasta ese momento él no había hecho milagro alguno, pero con el sello de aprobación de Dios y con el espíritu de Dios sobre él, Jesús comenzó a hacer grandes milagros. Desde este nuevo comienzo fue que muchas personas comprendieron que Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios y decidieron seguirle.

Nuestro propio bautismo representa también un nuevo comienzo para nosotros. Cuando nos bautizamos demostramos al mundo que al igual que Jesús resucitó de los muertos a través de la gloria de Dios el Padre, también nosotros vivimos una nueva vida en él (Romanos 6:4). Dios no siempre estará complacido con nosotros, pero creo que él nos mira con una sonrisa de aprobación cuando ve que tratamos de caminar con Jesús.

Nuevos comienzos…Dios nos da oportunidades para comenzar nuevamente. Hagamos lo más que podamos con ellas mientras vivimos una nueva vida en Cristo a través del poder de su Espíritu Santo.

Querido Padre, gracias por los nuevos comienzos. Ayúdanos a hacer lo más que podamos con ellos, no por nuestras fuerzas, sino por del poder de tu Espíritu Santo, el cual mora en nosotros. En el nombre de Jesus oramos. Amén.

Comentario al evangelio – 9 de enero

“No tengáis miedo”. Qué suerte tener un Dios que se preocupa tanto de nosotros. Que nos anima a confiar en Él. A seguirle. A entregarnos a Él.

Pero sigue habiendo muchas dudas. Seguimos teniendo miedo, o miedos. Es que a Dios no siempre se le ve. Hay muchas tormentas en nuestra vida. Algunas veces, de camino a Apatity (a 180 kilómetros de Múrmansk), para celebrar la Eucaristía con un grupito de fieles, nos envuelve la niebla, o la nieve. Se ve muy poco. Y hay que confiar y seguir hacia delante, para llevar a esa gente la Buena Nueva.

Otras veces está el miedo al “qué dirán”. Nos falta coraje para decir que somos creyentes, que intentamos vivir los conforme a los Mandamientos, porque quizá puedan pensar que somos “raros”. Y nos callamos cuando alguien ataca a la Iglesia, o hacemos cosas que sabemos que no tenemos que hacer.

Es que a Dios no lo ha visto nadie. Y es difícil fiarse de alguien a quien no ves. Aunque sea alguien que te ama tanto que envió a su Hijo a este mundo, para que pudiéramos ver su rostro. Por puro amor. Y hoy san Juan nos da otra clave para nuestra vida espiritual: No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.”

Cuando hay amor, no hay miedo. Es la imagen del niño al que sus padres lanzan al aire, y sabe que le van a recoger. Por eso se ríe, y le gusta, y pide que lo repitan. Dios a veces también nos lanza a lo alto. Y con los ojos cerrados, aceptamos su voluntad, porque le amamos. Es la experiencia de la Virgen María. Es la experiencia de san José. Es lo que sintieron tantos y tantos fundadores a lo largo de la historia.

El mismo Jesús viene a nuestro encuentro, para que podamos seguir remando. Lo hace en su Palabra, en los sacramentos, en la oración personal, en la Lectio Divina comunitaria… Basta con abrir el corazón, para que Él lo ocupe. ¿Te atreves?

Alejandro, C. M. F.