Vísperas – Jueves II de Navidad

VÍSPERAS

JUEVES II de NAVIDAD

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.

El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.

Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.

Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.

La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.

Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.

A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.

SALMO 71: PODER REAL DEL MESÍAS

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrate al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sore el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le pagen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

SALMO 71

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Lïbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA: 1Jn 1, 5b.7

Dios es luz sin tiniebla alguna. Si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados.

RESPONSORIO BREVE

R/ Será la bendición de todos los pueblos.
V/ Será la bendición de todos los pueblos.

R/ Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
V/ Todos los pueblos

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Será la bendición de todos los pueblos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Vienen todos de Saba trayendo incienso y oro. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vienen todos de Saba trayendo incienso y oro. Aleluya.

PRECES

Unidos en oración con todos los hermanos, bendigamos a Dios y supliquémosle, diciendo:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Padre Santo, te rogamos por aquellos que sólo tienen de ti un conocimiento natural;
— haz que sean también iluminados con la luz del Evangelio de tu Hijo.

Mira con piedad a todos aquellos que, fuera de la Iglesia, buscan liberarse de las angustias de la condición humana,
— para que encuentren a Cristo, que es camino, verdad y vida.

Ayuda a los que practican de buena voluntad su religión,
— para que lleguen a la admirable luz de Cristo.

Purifica siempre los corazones de tus fieles,
— para que te conozcan cada vez más claramente.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Manifiesta tu misericordia con tus difuntos,
— revístelos de la gloria de tus elegidos.

Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Oh Dios, que por medio de tu Hijo has hecho clarear para todos los pueblos la aurora de tu eternidad, concede a tu pueblo reconocer la gloria de su Redentor y llegar un día a la luz eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 10 de enero

Lectio: Jueves, 10 Enero, 2019

1) Oración inicial

¡Oh Dios, que por medio de tu Hijo has hecho clarear para todos los pueblos la aurora de tu eternidad!, concede a tu pueblo reconocer la gloria de su Redentor y llegar un día a la luz eterna. Por nuestro Señor. Amen.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Lucas 4,14-22a
Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la región. Iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

3) Reflexión

• Animado por el Espíritu Santo, Jesús vuelve a Galilea e inicia a anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios. Yendo por las comunidades y enseñando en las sinagogas llega a Nazaret, donde se había criado. Volvía a la comunidad en la que, desde pequeño, había participado en las celebraciones durante treinta años. El sábado siguiente, según acostumbraba, va a la sinagoga para estar con la gente y participar en la celebración.
• Jesús se levanta para hacer la lectura. Escoge el texto de Isaías que habla de los pobres, de los presos, de los ciegos y de los oprimidos. El texto refleja la situación de la gente de Galilea en el tiempo de Jesús. En nombre de Dios, Jesús toma postura en defensa de su pueblo y, usando las palabras de Isaías, define su misión: anunciar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, despedir libres a los oprimidos. Retomando la antigua tradición de los profetas, proclama “un año de gracia del Señor”. Proclama un año de jubileo. Jesús quiere reconstruir la comunidad, el clan, para que fuera de nuevo expresión de su fe en Dios. Así que si Dios es Padre/Madre, todos y todas debemos ser hermanos y hermanas unos de otros.
• En el antiguo Israel, la gran familia o el clan o la comunidad, era la base de la convivencia social. Era la protección de las familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición y de la defensa de la identidad del pueblo. Era la forma concreta en que el amor de Dios se encarnaba en el amor del prójimo. Defender el clan, la comunidad, era lo mismo que defender la Alianza con Dios. En la Galilea del tiempo de Jesús, un doble cautiverio marcaba la vida de la gente y estaba contribuyendo en la desintegración del clan, de la comunidad: el cautiverio de la política del gobierno de Herodes Antipas (4 aC a 39 dC) y el cautiverio de la religión oficial. A causa del sistema de explotación y de represión de la política de Herodes Antipas, apoyada por el Imperio Romano, muchas personas eran excluidas, quedaban sin hogar y sin empleo (Lc 14,21; Mt 20,3.5-6). El clan, la comunidad, se quedó debilitada. Las familias y las personas quedaron sin ayuda, sin defensa. Y la religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la época, en vez de fortalecer la comunidad, para que pudiera acoger a los excluidos, reforzó aún más ese cautiverio. La Ley de Dios se usaba para legitimar la exclusión de mucha gente: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos, poseídos, publicanos, enfermos, mutilados, parapléjicos. Era el contrario de la fraternidad que Dios ¡soñó para todos! Así que, tanto la coyuntura política y económica como la ideología religiosa, todo conspiraba para debilitar la comunidad local e impedir la manifestación del Reino de Dios. El programa de Jesús, basado en el profeta Isaías, ofrecía una alternativa.
• Terminada la lectura, Jesús actualiza el texto y lo enlaza con la vida del pueblo diciendo:“¡Hoy se cumplen estas profecías que acaban de escuchar!” Su manera de enlazar la Biblia con la vida de la gente, produce una doble reacción. Algunos creen y quedan admirados. Otros tienen una reacción de descrédito. Quedan escandalizados y no quieren saber nada de él. Dicen: “¿No es éste el hijo de José?” (Lc 4,22) ¿Por qué se quedan escandalizados? Porque Jesús habla de acoger a los pobres, a los ciegos, a los oprimidos. Pero ellos no aceptan su propuesta. Y así, cuando Jesús presenta su proyecto de acoger a los excluidos, ¡él mismo es excluido!

4) Para la reflexión personal

• Jesús enlaza la fe en Dios con la situación social de su pueblo. Y yo, ¿cómo vivo mi fe en Dios?
• ¿En el lugar donde vivo hay ciegos, presos, oprimidos? ¿Qué hago yo?

5) Oración final

¡Que su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

63: “Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (cf. Ex 19, 6), «sobre el que es invocado el nombre del Señor» (Dt 28, 10). Es el pueblo de aquellos «a quienes Dios habló primero» (Viernes Santo, Pasión y Muerte del Señor, Oración universal VI, Misal Romano), el pueblo de los «hermanos mayores» en la fe de Abraham (cf. Juan Pablo II, Discurso en la sinagoga ante la comunidad hebrea de Roma, 13 abril 1986).”

También se le llama pueblo sacerdotal. Entre las tribus que se constituyó y se dividió Israel para organizarse, estaba también la tribu sacerdotal. Pero Israel entero era pueblo sacerdotal. Aquí se nos cita Ex 19, 6: Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Acordaros de esa canción que solemos cantar en la liturgiaPueblo de reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal. Eso nosotros podemos decirlo en plenitud porque estamos unidos al supremo sacerdote que es Jesucristo, que es único y eterno sacerdote. Pero también el pueblo de Israel podía decirlo porque estaba preparando, estaba prefigurando el sacerdocio de Jesucristo y así se le designa, como pueblo sacerdotal de Dios, que sirve a Dios, que está consagrado de una forma especial a su servicio. Ser sacerdote es lo que significa, es estar consagrado especialmente al servicio de Dios. También ser el puente de Dios para todas las naciones.

En este punto del catecismo hay un cuidado, un esmero muy especial en el trato hacia el pueblo judío, llamándoles “hermanos mayores”. Es curioso, esta expresión, nuestros “hermanos mayores”, que es con la que designamos al mundo judío, es toda una llamada a fortalecer los vínculos que tenemos con ellos que son todos los vínculos del Antiguo Testamento y es como una invitación que hacemos al pueblo de Israel a que sea fiel a sus raíces, porque confiamos plenamente en que si son fieles a todo el mensaje que han recibido en el Antiguo Testamento terminarán por encontrarse con Jesucristo. Estamos convencidos de ello. Que quien vive el Antiguo Testamento con plenitud se va a terminar encontrando con Jesucristo. Tenemos pues esta veneración y este respeto grande a aquellos a los que Dios habló primero. Está tomado, según lo cita aquí mismo, de la liturgia que celebramos el Viernes Santo, en esas peticiones especiales que hacemos el Viernes Santo. Aquellos que llevan el nombre del Señor a quienes Dios habló primero.

Comentario del 10 de enero

San Lucas sitúa a Jesús en la comarca de Galilea, enseñando en las sinagogas y recibiendo alabanzas de todos; por tanto, disfrutando del éxito y extendiendo su fama por toda la región. Nazaret, el lugar en el que se había criado, también gozó de su presencia y actividad profética. Pero allí no tuvo tanto éxito. Allí notó el desprecio que dispensan a los profetas en su propia patria. El evangelista nos habla de que, estando en Nazaret, Jesús entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Se trata de la lectura sinagogal que correspondía a ese día. Por eso se le entrega el libro (=rollo) del profeta Isaías, y él, desenrollándolo, lee en voz alta el pasaje indicado: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor». Tras la lectura del texto bíblico, venía el comentario del rabino. La Palabra de Dios no podía quedar sin comentario.

Se trataba de una enseñanza que tenía que ser esclarecida y aplicada a la vida de los oyentes. Por eso la gente se sienta y se dispone a escuchar manteniendo los ojos fijos en él. La expectativa ante la palabra de cualquier rabino aquí doblaba su intensidad y emoción. Jesús se había criado entre ellos, era «el hijo de José, el carpintero», conocían a sus parientes; estaban realmente expectantes. Y Jesús no defrauda esas expectativas, aunque más tarde se vea obligado a decir: No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre su gente. Al parecer, comenzó su discurso con esta frase, tan rotunda como contundente: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Yo soy ese Ungido del que habla Isaías, enviado para dar la buena noticia a los pobres y para anunciar a los cautivos la libertad. Yo soy el designado por Dios para anunciar el año de gracia del Señor. Hoy, por tanto, se cumplen los tiempos mesiánicos: en este momento histórico ha empezado a resonar la buena noticia de Dios para los pobres de este mundo. Yo soy el portador de esa noticia. Yo soy el que viene de parte de Dios no sólo para anunciar, sino también para dar la libertad o la gracia presentes en ese anuncio. Hoy, con mi actividad, se cumple esta Escritura.

No hay que esperar, por tanto, a otro tiempo ni a otra persona. Hoy es el momento del cumplimiento. A pesar de ser tan novedoso e impactante el discurso, no parece que provocara ningún rechazo; al contrario, todos le expresaron su aprobación y se admiraron de las palabras de gracia que salían de sus labios. Sólo más tarde, cuando no cumple con sus expectativas y exigencias (de milagros), empieza a encontrar oposición y rechazo por parte de sus paisanos. Pero en este momento Jesús es acogido como un verdadero Mesías o Libertador. Son los momentos idílicos de la relación de Jesús con su pueblo.

También nosotros podemos pasar por diferentes fases en nuestra relación con Jesús: fase de acogida entusiasta; fase de acostumbramiento; fase de desencanto (porque no cumple nuestras expectativas); fase de indiferencia; fase de desprecio; fase de incredulidad; y en algunos casos, hasta fase de rechazo visceral o de odio. Pero él seguirá siendo aquel en el que se cumple la Escritura de Isaías, porque con él ha llegado la buena noticia para los pobres; y pobres de este mundo no son sólo los que carecen de recursos económicos; son también los que carecen de recursos culturales (analfabetos), sanitarios, o teniéndolos, carecen de salud (enfermos), o de vigor (ancianos), o de afecto y compañía (solitarios), o de consideración social (marginados, mendigos, vagabundos), o de estabilidad laboral o humana, o de autoestima (maltratados), o de dignidad (porque nadie se la reconoce), o de esperanza, más allá de lo que cabe esperar de esta vida (desesperanzados, desesperados, suicidas), porque otros se la han arrebatado junto con la fe, o de amor de Dios (porque no lo conocen para poder experimentarlo).

Quizá sea ésta la mayor pobreza para el ser humano, aunque puede que no se experimente como tal: la carencia de Dios, el no poder recurrir a Él porque se desconoce su existencia. Para estos principalmente el Evangelio es buena noticia, porque el evangelio proclama que tenemos Dios y que ese Dios es Padre y nos ama. Para eso ha venido el Hijo a nosotros, para testificarlo. Es verdad que la noticia no tendrá ninguna eficacia si no es acogida o en aquellos por quienes no es acogida. Para estos será una simple información, despreciable por falta de credibilidad. En cualquier caso, será una noticia despreciada o desoída; pero ahí estará como un permanente desafío o una oferta permanente de bondad, de libertad, de gracia que brota de lo más alto o de lo más profundo de nuestro ser. Nosotros, los que nos profesamos cristianos o no hemos renegado de nuestra condición bautismal, somos los que hemos conocido esta buena noticia del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús. Vivamos de este conocimiento experiencial y nunca nos sentiremos desamparados ni experimentaremos la gélida sensación de estar solos en la inmensidad del universo, porque en la circunstancia más desgraciada percibiremos el calor que proporciona el regazo de nuestro Padre.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

Art. 6

Consulta del Pueblo de Dios

§ 1. La consulta del Pueblo de Dios se realiza en las Iglesias particulares, por medio de los Sínodos de los Obispos de las Iglesias patriarcales y arzobispales mayores, de los Consejos de los Jerarcas y de las Asambleas de los Jerarcas de las Iglesias sui iuris y de las Conferencias Episcopales.

En cada Iglesia particular los Obispos realizan la consulta del Pueblo de Dios sirviéndose de los Organismos de participación previstos por el derecho, sin excluir cualquier otra modalidad que juzguen oportuna.

§ 2. Las Uniones, las Federaciones y las Conferencias masculinas y femeninas de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica consultan a los Superiores Mayores, que a su vez pueden interpelar a los propios Consejos y también otros Miembros de los mencionados Institutos y Sociedades.

§ 3. De la misma manera también las Asociaciones de fieles reconocidas por la Santa Sede consultan a sus Miembros.

§ 4. Los Dicasterios de la Curia Romana ofrecen su aportación teniendo en cuentas las respectivas competencias específicas.

§ 5. La Secretaría General del Sínodo puede señalar también otras formas de consultar al Pueblo de Dios.

De nuevo en el tiempo ordinario

El domingo pasado celebrábamos la solemnidad de la Epifanía, y veíamos a Dios manifestándose hecho niño en Belén ante aquellos magos venidos de Oriente. Hoy, al celebrar la solemnidad del Bautismo del Señor, le vemos manifestado ante Juan Bautista en el rio Jordán como el Hijo amado de Dios Padre, sobre el que se posa el Espíritu Santo en forma de paloma. Con esta solemnidad concluimos el tiempo de Navidad y volvemos de nuevo al Tiempo Ordinario.

1. El bautismo de Juan el Bautista. Es importante en este día caer en la cuenta de que el bautismo de Juan Bautista en el Jordán no era como nuestro bautismo. Juan bautizaba con agua, como él mismo nos dice en el Evangelio de hoy, en espera de la llegada del Mesías que bautizará con Espíritu Santo y fuego. El bautismo de Juan por tanto es un bautismo que prepara la llegada del Mesías. Era un bautismo de purificación, de conversión. Era muy común entre los israelitas la práctica de lavarse con agua como signo de purificación. Lo hacían por ejemplo los judíos antes de entrar en el templo de Jerusalén, lo hacían también los sacerdotes antes de oficiar el culto, y así en muchas otras ocasiones. La fe de Israel se fijaba mucho en la impureza, en las cosas que podían hacer impuro al hombre, sobre todo lo que venía de fuera según creían ellos, por eso utilizaban mucho este signo de lavarse como signo de purificación. El bautismo de Juan en el Jordán tiene este mismo sentido. Juan, el precursor, sabía que estaba cerca la llegada del Mesías, y por eso prepara esta venido con el bautismo, llamando a la conversión del corazón, invitando a dejar atrás todo aquello que nos separa de Dios y lavándose externamente como signo de esta conversión interna.

2. Jesús bajó a bautizarse como uno más. Es impactante esta escena del Evangelio, pues vemos a Jesús, Dios hecho hombre, que no tiene pecado ninguno, unirse a la fila de los que se acercaban a Juan para que los bautizase. Es un acto de humildad el de Cristo, que se pone a la cola como un pecador más, en espera de recibir el agua purificadora del Bautista. Dios está entre los hombres, pero ellos no le reconocen. Hasta que, al salir Jesús del agua del Jordán, Dios se pronuncia, hace resonar su voz desde el cielo, y presenta a Cristo como su hijo amado: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”. Ésta es la epifanía que hoy celebramos: la manifestación de Cristo como el Hijo amado del Padre. Y esta escena se completa con la venida del Espíritu Santo que, en forma de paloma, se posa sobre Cristo. Queda por tanto de manifiesto en el Bautismo del Señor, que Cristo es el Hijo, que ha salido del Padre, como hemos celebrado esta Navidad, que se ha hecho hombre y que tiene la fuerza del Espíritu Santo para hablar y actuar en nombre de Dios Padre. Se cumple así lo que el profeta Isaías anunciaba en el primer cántico del Siervo de Yahvé que hemos escuchado en la primera lectura de hoy: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones”.

3. Nuestro bautismo. Aunque el día propio para recordar nuestro bautismo es la noche de la Vigilia Pascual, la noche de la Resurrección, hoy también es un buen día para recordar que también nosotros fuimos bautizados. No es nuestro bautismo igual que el de Juan el Bautista, pues como ya hemos dicho, el bautismo de Juan en el Jordán era un bautismo simbólico. Sin embargo, éste es anuncio y preparación del bautismo inaugurado por Cristo con su muerte y su resurrección. El mismo Juan lo afirma en el pasaje del Evangelio de hoy: “Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Éste es el bautismo que nosotros hemos recibido, mediante el cual hemos entrado en la muerte y la resurrección de Cristo. Por medio de nuestro bautismo, hemos sido hechos hijos de Dios por el Hijo, que es Cristo, y hemos recibido el Espíritu Santo en nosotros. Cuando nosotros fuimos bautizados, también Dios dijo de nosotros lo que dijo de Jesús en el día de su bautismo: “Este es mi hijo”. Hoy es por tanto un buen día para recordar que somos hijos de Dios por nuestro bautismo, y que por tanto hemos de vivir como bautizados, como verdaderos hijos de Dios. Dios es nuestro Padre, que nos ama, que nos lo ha dado todo, y nosotros hemos de seguirle, cumpliendo siempre su voluntad.

Al concluir hoy el tiempo de Navidad y volver de nuevo al Tiempo Ordinario, al celebrar esta solemnidad del Bautismo del Señor, es una buena oportunidad para hacer memoria de nuestro bautismo. Somos hijos de Dios, Él nos ama como a hijos queridos. Dejemos por tanto atrás todo aquello que es contrario a este nombre de hijos de Dios y vivamos cada día, en este Tiempo Ordinario que comenzamos, con la alegría de sabernos amados por Dios Padre y seamos buenos hijos suyos dispuestos siempre a cumplir su voluntad siguiendo el ejemplo de Cristo.

Francisco Javier Colominas Campos

Jesús se bautizó. Mientras oraba, se abrió el cielo

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:

– «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.»

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:

– «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.»

Lucas 3, 15-16.21-22

Comentario del Evangelio

Juan El Bautista tiene muy claro que él no es el Mesías. Que el Mesías es Jesús. Y nos dice que él bautiza con agua, pero que Jesús bautizará con Espíritu Santo y fuego.

San Juan Bautista se pone al servicio de Dios, sin darse ninguna importancia. Para él lo que verdaderamente tiene importancia es el Bautismo, no que sea él quien nos bautiza.

El Bautismo es para los cristianos el momento de formar parte de la Iglesia. En el Bautismo decimos un SI muy grande a Dios y a la Iglesia. Y el Bautismo es un compromiso para toda la vida, es un vínculo que se establece entre las personas y la Iglesia de la que pasamos a formar parte. Es bueno caer en la cuenta de que somos personas bautizadas.

 

Para hacer vida el Evangelio

• Pregúntales a tus padres como fue el día de tu bautismo.
• ¿Qué significan para los cristianos estar bautizados?
• Escribe un compromiso para renovar tu compromiso con la Iglesia.

 

Oración

Yo quiero hoy renovar mi bautismo
y por ello renunciar de nuevo a la vida inhumana,
a explotar a nadie y a vivir mejor que él,

a no expresar el amor y robárselo a los míos,
a vivir una vida mediocre y sin sentido,
a acomodarme, sin luchar por la justicia,
a sentirme superior a nadie
o creerme en la verdad,
a hablar mal de otros o criticar,
a dejarme llevar por la sociedad de consumo,
a caer en los mil deseos que ella me genera,
a marcar distancias con otros hermanos,
a tratar con diferencias a inmigrantes y pobres,
a toda prepotencia ideológica, económica o intelectual,

a toda acción que dañe a alguna persona,
a acaparar bienes materiales, sin compartirlos,
a tener más que nadie a todos los niveles,

a acomodarme en mi bien vivir,
sin mirar al hermano,
a tener privilegios que me distancien de otros,
a creerme en la verdad y a pensar sólo en mí.
Ayúdame Señor para que mis renuncias sean verdaderas,

no se vayan a quedar sólo en palabras fáciles,
sino en hechos concretos y en vida vivida contigo y a tu manera.
Tuyo soy, Señor,

y quiero hacer tu voluntad.

Junto a los pecadores

Me gusta verte, Jesús, en la fila de los humanos,
como un pecador más,
que pide perdón por sus fallos
y que renuncia a una manera concreta de vivir.

Cuando te bautizaron, Dios explicó
que tú eres su hijo muy amado,
su predilecto, que es lo mismo
que nos dices al bautizarnos.
Para Ti, somos todos predilectos,
especialmente amados cuando estamos peor.

Quiero darte gracias por mi bautismo,
por haberme elegido para ser de los tuyos,
por regalarme el tesoro de mi fe en Ti,
por ayudarme a vivir con un código concreto,
con el Evangelio por modelo
y con tu vida por testigo.

Yo quiero hoy renovar mi bautismo
y por ello renunciar de nuevo a la vida inhumana,
a explotar a nadie y a vivir mejor que él,
a no expresar el amor y robárselo a los míos,
a vivir una vida mediocre y sin sentido,
a acomodarme, sin luchar por la justicia,
a sentirme superior a nadie
o creerme en la verdad,
a hablar mal de otros o criticar,
a dejarme llevar por la sociedad de consumo,
a caer en los mil deseos que ella me genera,
a marcar distancias con otros hermanos,
a tratar con diferencias a inmigrantes y pobres, a toda prepotencia ideológica, económica o intelectual,
a toda acción que dañe a alguna persona,
a acaparar bienes materiales, sin compartirlos,
a tener más que nadie a todos los niveles,
a acomodarme en mi bien vivir,
sin mirar al hermano,
a tener privilegios que me distancien de otros,
a creerme en la verdad y a pensar sólo en mí.
Ayúdame Señor para que mis renuncias sean verdaderas,
no se vayan a quedar sólo en palabras fáciles,
sino en hechos concretos y en vida vivida contigo y a tu manera.
Tuyo soy, Señor,
y quiero hacer tu voluntad.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Bautismo del Señor

• Lucas no dice que Jesús recibe el bautismo de Juan; dice que “también se bautizó”en “un bautismo general” (21). De hecho,antes del Bautismo de Jesús, Juan fue en- cerrado en la prisión (Lc 3,20).

• La situación de Juan en relación con “el Mesías” (15) que “viene” (16) se expresa con la imagen de desatarle “las correas de las sandalias” (16), una de las tareas que debían hacer los esclavos cuando su amo volvía a casa. Juan, en relación a Jesús,“no es digno” ni de hacer esto que hacen los esclavos.

• Por otra parte, Jesús es el esclavo de todos, es quien sirve (Lc 22,27). No está sometido a Juan en nada. Pero se pone por debajo de todos.

• Con Jesús empieza algo nuevo. Con Juan Bautista termina la Antigua Alianza y con Jesús empieza la Nueva y definitiva Alianza de Dios con su Pueblo: el Hijo de Dios vive la vida de su pueblo, totalmente inmerso:“un bautismo general… Jesús también” (21).

• “Se abrió el cielo” (21): Dios entra en laHistoria humana. Es lo que pedía la liturgia de Adviento cuando con el profeta decíamos: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!” (Is 63,19). Es lo que celebra la liturgiade Navidad: “Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14). Desde ahora ya no habrá separación entre el cielo y la tierra, entre Dios y la humanidad… entre nosotros tampoco, por tanto.

• “Bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma” (22): con esta imagen Lucas pretende expresar no una apariencia, no algo que alguien viese, sino la forma de bajar, “como una paloma” (22). Recuerdaotras muchas páginas de la Biblia:

– Bajar para reposar: “Sobre Él se posará el Espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor del Señor” (Is 11,2).

– Recuerda el primer relato de la Creación, cuando dice que el Espíritu de Dios estaba sobre las aguas (Gn 1,2) y que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26).

– También recuerda la paloma que traía en el pico una hoja de olivo indicando que las aguas del diluvio habían descendido (Gn 8,6-12): era el signo de una nueva creación –siete días (Gn 8,12)–, la humanidad podía volver a empezar.

– Y, también, sobre la renovación de la creación: “envías tu aliento, y los creas y renuevas la faz la tierra” (Sal 104 [103],30). Por el Espíritu, Dios nos re-crea, re-hace nuestra identidad según su plan de siempre (Gn 1,26).

• Las palabras que se oyen “desde el cielo” (22) tienen resonancias bíblicas: Voy a proclamar el decreto del Señor. Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy» (Sal 2,7); Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi Espíritu, para que traiga el derecho a las naciones (Is 42,1). Esta presentación de Jesús haciendo referencia al siervo sufriente (Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12), lo sitúa como el Mesías que no vencepor el poder sino por la entrega. Al mismo tiempo, lo sitúa desde el principio como el servidor: “Porque, ¿quién es más importante, quien está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27).

* Hoy es ocasión para renovar nuestras promesas bautismales, nuestra militancia:

  • Por el Bautismo–Confirmación fuimos unidos a Jesucristo, “el Hijo, el amado” (22).
  • El Espíritus que recibimos nos dio la identidad de hijos e hijas amados de Dios, hermanos en la comunidad que es la Iglesia: Mi madre y mis hermanos son quienes escuchan la palabra de Dios y la cumplen (Lc 8,21).
  • Y recibimos el don del seguimiento con la misión de dar testimonio por la entrega y el servicio: “si alguien quiere venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que tome cada día su cruz y que me siga” (Lc 9,23); “el más importante entre vosotros ha de ocupar el lugar del más pequeño, y quien manda, el lugar de quien sirve” (Lc 22,26).

Comentario al evangelio – 10 de enero

La escena del Evangelio de hoy es casi cinematográfica. Casi me puedo imaginar la cámara yendo del rostro de Jesús, mientras lee, al de los oyentes, al escuchar esas palabras de esperanza. No debía ser fácil vivir en tiempos de Jesús. Por lo menos, para la gente sencilla, sin mucho futuro, pensando solo en cómo llegar al día de mañana. Y, de repente, aparece Él, diciendo: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

Y no es una escritura cualquiera. Es una escritura que habla de liberación, de salud, de esperanza. Palabras útiles hace 2000 años, y palabras que nos pueden servir a nosotros hoy, también. Porque los tiempos cambian, pero las necesidades de la persona no tanto. Sentirse querido, respetado, libre. ¿Quién no quiere tener esas sensaciones?

El mundo en el que vivimos habla mucho de libertad, pero no siempre la entiende como debe. Habla mucho de paz y amor, pero generalmente son vivencias a corto plazo. Y, muchas veces, cargadas de utilitarismo. Estoy contigo mientras “yo” esté bien. Lo importante soy yo. Y mucha gente vive intentando ser libre, pero sintiéndose esclavizada.

Es Jesús el que nos anuncia el año de gracia del Señor. Y lo hace sin menoscabar la libertad de la persona. Propone, no impone, asombra, no avasalla, deja vivir, no obliga. Nosotros hemos aceptado ese mensaje, esa gracia que el Señor regala a los que se dejan interpelar. Y, con la gracias, comienza la misión. Porque “quién ama a Dios, ame a su hermano”.

Tenemos que hacer entender a los que no lo saben que Dios es la Libertad con mayúscula, la Salud, la Paz. El niño Jesús, a quien hace poco celebrábamos, es la muestra de que Dios está con nosotros, cuando anunciamos al mundo ese mensaje de liberación. Que seamos capaces de seguir anunciando a todos la Buena Nueva.

Alejandro, C. M. F.