Vísperas – San Vicente

VÍSPERAS

MARTES II TIEMPO ORDINARIO
SAN VICENTE, diácono y mártir

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir ofrecida
como una prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.

Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.

Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que, en la alegría
de servir al Señor, es consumado.

Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos ha dado. Amén.

SALMO 48: VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetualmente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.

SALMO 48

Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaban:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

LECTURA: 1P 4, 13-14

Queridos hermanos, estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

RESPONSORIO BREVE

R/ Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V/ Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

R/ Nos refinaste como refinan la plata.
V/ Pero nos has dado un respiro.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Los santos tienen su morada en el reino de Dios, y allí han encontrado descanso eterno.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los santos tienen su morada en el reino de Dios, y allí han encontrado descanso eterno.

PRECES

A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias diciendo:

Te glorificamos, Señor.

Porque nos amaste hasta el extremo, Salvador nuestro, principio y origen de todo martirio:
Te glorificamos, Señor

Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos para los premios de tu Reino:
Te glorificamos, Señor

Porque hoy hemos ofrecido la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor

Porque, con tu gracia, nos has dado perseverancia en la fe durante el día que ahora termina;
Te glorificamos, Señor

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos:
Te glorificamos, Señor

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, derrama sobre nosotros tu Espíritu, para que nuestros corazones se abrasen en el amor intenso que ayudó a san Vicente a superar los tormentos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 22 de enero

Lectio: Martes, 22 Enero, 2019
Tiempo ordinario
1) Oración inicial
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 2,23-28

Y sucedió que un sábado cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?» Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?» Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»
3) Reflexión
• La ley existe para el bien de las personas. En el día de sábado, los discípulos pasan por las plantaciones y se abren camino arrancando espigas. En Mateo 12,1 se dice que tenían hambre. Invocando la Biblia, los fariseos critican la actitud de los discípulos. Sería una trasgresión de la ley del Sábado (cf. Ex 20,8-11). Jesús responde invocando la misma Biblia para mostrar que los argumentos de los demás no tienen fundamento. Recuerda que el mismo David hizo algo prohibido, ya que sacó los panes consagrados del templo y los dio de comer a los soldados que tenían hambre (1 Sam 21,2-7). Y Jesús termina con dos frases importantes: (a) El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado (b) ¡El Hijo del Hombre es dueño del sábado!

• El sábado es para el ser humano, y no el ser humano para el sábado. Durante más de quinientos años, desde el tiempo del cautiverio en Babilonia hasta la época de Jesús, los judíos habían observado la ley del sábado. Esta observancia secular se volvió para ellos en una fuerte señal de identidad. El sábado era rigurosamente observado. En la época de los Macabeos, hacia la mitad del siglo II antes de Cristo, esta rígida observancia llegó a un punto crítico. Atacados por los griegos en día de sábado, los rebeldes Macabeos preferían dejarse matar y no transgredir el sábado usando las armas para defender su vida. Por esto, murieron mil personas (1Mac 2,32-38). Reflexionando sobre esta masacre, los líderes macabeos concluyeron que debían resistir y defender su vida, aunque fuera sábado (1Mac 2,39-41). Jesús tuvo la misma actitud: relativizar la ley del sábado a favor de la vida, pues la ley existe para el bien de la vida humana, y no ¡el contrario!
• ¡El Hijo del Hombre es dueño del sábado! La nueva experiencia de Dios como Padre/Madre hace que Jesús, el Hijo del Hombre, diera una llave para descubrir la intención de Dios que está en el origen de las leyes del Antiguo Testamento. Por esto, el Hijo del Hombre, es dueño hasta del Sábado. Al convivir con el pueblo de Galilea, durante treinta años y sintiendo en su piel la opresión y la exclusión a que tantos hermanos y hermanas estaban condenados en nombre de la Ley de Dios, Jesús percibió que esto no podía ser el sentido de aquellas leyes. Si Dios es el Padre, entonces acoge a todos como hijos e hijas. Si Dios es Padre, entonces tenemos que ser hermanos y hermanas unos de otros. Fue lo que Jesús vivió y rezó, desde el comienzo hasta el fin. La Ley del Sábado debe estar al servicio de la vida y de la fraternidad. Fue por su fidelidad a este mensaje que Jesús fue preso y condenado a muerte. El incomodó el sistema, y el sistema se defendió, usando la fuerza contra Jesús, pues El quería la ley al servicio de la vida, y no lo contrario.
• Jesús y la Biblia. Los fariseos criticaban a Jesús en nombre de la Biblia. Jesús responde y critica a los fariseos usando la Biblia. El conocía la Biblia de memoria. En aquel tiempo, no había Biblias impresas como tenemos hoy en día. En cada comunidad había sólo una Biblia, escrita a mano, que quedaba en la sinagoga. Si Jesús conocía tan bien la Biblia, era señal de que, durante aquellos 30 años de su vida en Nazaret, había participado intensamente en la vida de la comunidad, donde el sábado se leían las Escrituras. ¡Nos falta mucho para que tengamos la misma familiaridad con la Biblia y la misma participación en la comunidad!
4) Para la reflexión personal
• El sábado es para el ser humano, y no viceversa. ¿Cuáles son los puntos de mi vida que he de cambiar?

• Aún sin tener la Biblia en casa, Jesús la conocía de memoria. ¿Y yo?
5) Oración final
Doy gracias a Yahvé de todo corazón,

en la reunión de los justos y en la comunidad.
Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)

Domingo III de Tiempo Ordinario

El Evangelio de este Domingo tiene dos partes. La primera es el prólogo del Evangelio de San Lucas. Lucas manifiesta que «después de comprobarlo todo exactamente desde el principio» ha querido relatar ordenadamente la vida y enseñanzas del Señor Jesús, para que sea conocida por Teófilo «la solidez de las enseñanzas» que ha recibido.

Con esta introducción San Lucas afirma la veracidad e historicidad de los hechos relatados, exponiéndolos en su Evangelio tal y como se los relataron testigos oculares, testigos que vieron y escucharon personalmente al Señor. La fe que han recibido los creyentes no se sustenta en un personaje mítico, en una fantasía o en un Cristo elaborado por una comunidad de discípulos alucinados que se negaban a aceptar la muerte infame de su Maestro, sino que se fundamenta sólidamente en lo que Cristo verdaderamente hizo y enseñó. El ‘Cristo de la fe’ no es distinto que ‘el Cristo histórico’, y los Evangelios no son fábula o mitología, sino auténtico recuento de hechos sucedidos.

La segunda parte del Evangelio relata el tremendo anuncio que el Señor Jesús hace al inicio de su ministerio público en la sinagoga de Nazaret. Poco antes el Señor había recibido el bautismo de Juan en el Jordán. Relata San Lucas que en aquella ocasión «se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma» (Lc 3,21-22). Se trataba de un signo visible que señalaba a Jesús como el Ungido por Dios con el Espíritu divino, realizándose en Él de modo visible la antigua profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido» (Is 61,1). De esta manera Jesús es presentado al pueblo de Israel como el Mesías -que significa Ungido- prometido por Dios desde antiguo, aquél «que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino.» (Ver Catecismo de la Iglesia Católica, 436 y 438)

Luego de ser “ungido” visiblemente por el Padre con el Espíritu el Señor inicia su ministerio público en diversos pueblos de Galilea, enseñando en sus sinagogas y obrando diversos milagros. Caná, Cafarnaúm, Corazim, Betsaida, Genesaret, habían ya escuchado sus enseñanzas y visto los signos que realizaba. Así, para el momento en que retorna a Nazaret y «como era su costumbre» entra en la sinagoga un sábado, ya su fama se había extendido por toda la región.

Una vez reunidos en la asamblea Jesús «se puso de pie para hacer la lectura». Una escena semejante la encontramos en la primera lectura. La asamblea se reúne para escuchar la lectura de los textos sagrados, a través de los cuales experimenta como Dios mismo dirige su palabra a su pueblo. En aquella ocasión «los levitas leían el libro de la Ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieran la lectura.» Jesús hará lo mismo.

En los tiempos de Jesús eran pocos los que sabían leer, más aún si se trataba de leer textos en hebreo, la lengua sagrada en la que estaban originalmente escritos los libros del Antiguo Testamento. Esta era una tarea reservada a los escribas, quienes luego de leer el texto sagrado en hebreo, pasaban a comentarlo en arameo, el lenguaje coloquial de los hebreos.

El Señor leyó la antigua profecía de Isaías que decía: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres…». Terminada la lectura, explicó la lectura de un modo absolutamente inesperado a la asamblea que lo escuchaba con gran atención y curiosidad: “Hoy”, es otras palabras, en Él se cumplía verdaderamente aquella antigua profecía. Él se presentaba ante sus oyentes como el Mesías prometido por Dios para la salvación de su Pueblo, el Ungido con el Espíritu divino, el enviado por Dios a anunciar la Buena Nueva de la Reconciliación a la humanidad sumida en la esclavitud, la pobreza, el mal, la enfermedad y la muerte.

¿Quién puede decir de sí mismo cosa semejante? Un desquiciado, un hombre trastornado por el delirio de grandeza, un megalómano, un embaucador, o alguien que en verdad es quien dice ser. Con sus señales y milagros, y sobre todo con su misma resurrección de entre los muertos, hechos todos que Lucas recoge en su Evangelio tras diligente investigación, el Señor Jesús demuestra la veracidad de sus palabras: Él es verdaderamente el Ungido de Dios, Aquél que ha venido a traer la liberación, la salvación y reconciliación a la humanidad. No hay que esperar a otro (Ver Hech 4, 12; Catecismo de la Iglesia Católica, 430-432).

Comentario del 22 de enero

El texto del evangelio de Marcos se sitúa en el marco de las controversias que Jesús mantuvo con los fariseos a propósito de la observancia de la ley del Sábado, ley sagrada para un judío. Un sábado, nos dice el evangelista, Jesús y sus discípulos atravesaban un sembrado. Durante la travesía, los discípulos iban arrancando espigas, probablemente para comérselas porque tenían hambre. Al verles los fariseos actuar en este modo, se dirigen a Jesús censurando su conducta: Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido? El motivo de su censura es que hacían «lo que no estaba permitido en sábado», es decir, que obraban contra la ley del Sábado o ley del descanso sabático, ley que prohibía trabajar en sábado. No se les acusa, pues, de robar en campo ajeno o de substraer bienes que no eran suyos; se les acusa de «arrancar espigas», esto es, de trabajar durante el día del descanso sagrado, y ello aunque lo hicieran con el fin de calmar el hambre, es decir, en situación de necesidad. Y los fariseos, al parecer, también admitían ciertas excepciones a esta ley, como, por ejemplo, la de llevar al buey o al asno a abrevar o la de rescatarlo si se había caído en un pozo.

Jesús, tratando de justificar el comportamiento de sus discípulos, les propone a modo de ilustración un ejemplo tomado de la historia del pueblo de Israel. Se trata de lo que hizo David, el más grande y piadoso monarca judío, cuando él y sus hombres, en una de sus frecuentes campañas guerreras, se vieron faltos y con hambre. Entró en la casa de Dios, es decir, en el templo, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, y comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros de batalla. David hizo, por tanto, lo no permitido por la ley, a saber, comer unos panes «ofrecidos en sacrificio sagrado» (=consagrados) que sólo les estaba permitido comer a los sacerdotes. Y no sólo comió él, sino que los compartió con sus compañeros. Hacer uso profano de unos bienes sagrados puede ser calificado como sacrilegio.

Sea como fuere, lo cierto es que David hizo lo prohibido por la ley, ciertamente estando en situación de (¿extrema?) necesidad: faltos y con hambre. Se sirvió de un alimento sagrado para saciar una necesidad corporal. Y Jesús justifica esta actuación aludiendo al estado de necesidad (material) en que se encontraban aquellos hombres. La autoridad del personaje ejemplarizado, el gran rey judío, le ayudaba a refrendar esa conducta. Pero la consecuencia moral que saca Jesús de la actuación transgresora, pero justificable, de David y sus acompañantes no hace distinción de personas: El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.

Toda ley, incluida la ley del descanso sabático, incluida la ley más sagrada, se hizo para el hombre, para el bien (integral) del hombre, para beneficio del hombre; y no al revés, el hombre para el sábado. Invertir los términos es deformar las cosas queridas por Dios. Suponer que el hombre ha sido hecho para la ley, para el engrandecimiento o la salvaguarda de la ley, de modo que tenga que sacrificar su vida en aras de la ley es deformar el orden de las cosas. La ley está al servicio del hombre, de su dignidad, de su bien integral, de su vida.

La ley del sábado se hizo para que el hombre pudiera descansar de sus afanes diarios, para que pudiera glorificar a Dios, para que pudiera compartir gozosamente su tiempo con su familia y sus amigos, para que pudiera dedicarse a otras cosas, para que pudiera recrearse en las obras de Dios, no para que no pudiera saciar su hambre, aunque para ello tuviera que arrancar espigas, ni para que no pudiera recuperar la salud, aunque para ello tuviera que solicitar la intervención de un médico o un sanador. El Sábado se hizo –lo hizo Dios- para facilitar la vida del hombre en la tierra, no para dificultarla. Ello no significa que el mismo Dios de la vida no pueda exigir el sacrificio de la vida temporal en aras de un bien superior como es la vida eterna, y que la ley del amor a Dios (o al prójimo) pueda exigir en ocasiones la entrega (martirial) de la propia vida. Pero esta ley, que puede exigir la entrega de la vida disponible, no por eso deja de estar al servicio del hombre y del bien supremo de su salvación. Así que el hombre es señor del sábado, y el Hijo del hombre, que es también hombre, es también y con mayor razón señor del sábado.

Es verdad que las leyes se han dado para que se cumplan, y si siendo justas no se cumplen, no justifican su promulgación. Pero toda ley tiene su excepcionalidad, que hay que valorar en cada caso sin perder nunca de vista que la ley se hizo para bien del hombre y de los hombres en su convivencia social. Si se olvida esta perspectiva incurriremos en un legalismo malsano y perjudicial y haremos del hombre un esclavo de la ley que no discierne situaciones personales ni necesidades. Las exigencias de la ley pueden resultar en ocasiones verdaderamente inmisericordes. Por todo ello es muy conveniente sentar este supuesto evangélico: que el sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

Art. 18

Entrega del Documento final al Romano Pontífice

§ 1. Recibida la aprobación de los Miembros, el Documento final de la Asamblea es presentado al Romano Pontífice, que decide su publicación.

Si es aprobado expresamente por el Romano Pontífice, el Documento final participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro.

§ 2. Si el Romano Pontífice concede a la Asamblea del Sínodo potestad deliberativa, según norma del can. 343 del Código de derecho canónico, el Documento final participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro una vez ratificado y promulgado por él.

En este caso el Documento final es publicado con la firma del Romano Pontífice junto a la de los Miembros.

Recursos – Domingo III de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA INFANCIA MISIONERA

(Puede hacer la ofrenda uno de los-las jóvenes de la comunidad. Lo debe situar en un lugar bien visible)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo este cartel misionero que anuncia la Jornada de la INFANCIA MISIONERA que celebra la Iglesia hoy. Con él, en mi nombre y en el de toda la comunidad, te quiero hacer presente nuestro deseo evangelizador. Sabemos que la fe que nos has regalado no es para nuestro lujo personal, sino para que sea luz puesta sobre el candelero y que alumbre a los demás. Te pedimos que no olvidemos nunca esa dimensión hacia fuera de nuestra fe y que nos des la fortaleza que precisamos para hacerlo. No te olvides, por otra parte, de hacer crecer vocaciones específicamente misioneras.

PRESENTACIÓN DE UNA SOGA

(Puede hacer la ofrenda cualquiera de los-las jóvenes de la comunidad, en representación de uno de los grupos sociales más tentados por el consumismo y, a la vez, más débiles para su defensa. En el transcurso de las palabras que acompañan la ofrenda, el o la joven, que lleva unas tijeras o un instrumento cortante, rompe la soga, como símbolo de la liberación de las ataduras)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo esta soga, que es símbolo de nuestra dependencia del consumismo y de los valores fáciles que nos quiere vender e imponer la sociedad actual. Te la ofrezco y la corto en tu presencia, aceptando el compromiso, en nombre de toda la comunidad, de liberarnos de las ataduras que nos esclavizan e impiden que vivamos la radicalidad de tu Evangelio y de tu seguimiento. Ayúdanos en la tarea, Señor.

PRESENTACIÓN DE UNA BIBLIA

(Hace la ofrenda uno-a de los-las catequistas de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Mira, Señor, yo te traigo esta Biblia, como expresión de mi trabajo en orden a la iniciación a la fe. Señor, que sepa acompañar a los miembros de mi grupo de catequesis en el descubrimiento del valor de tu Palabra, que les sepa ayudar a escucharla y a ponerla en práctica en sus vidas. Que nosotros y nosotras, los y las catequistas y cada uno-cada una de los miembros de la comunidad, hagamos de ella el alimento que necesitamos para creer y vivir.

PRESENTACIÓN DE UNA ROCA

(Lo realiza una persona adulta de la Comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo te traigo, Señor, esta roca, como signo de que te reconocemos como nuestro refugio y fortaleza. Es más, no queremos tener otro. Te pedimos que, si somos víctimas de la tentación y los cantos de sirena de este mundo, Tú nos abras los ojos y los oídos del corazón para no dejarnos enredar por ellos.

PRESENTACIÓN DE UNAS MANOS VACÍAS

(Una persona adulta de la comunidad muestra sus manos, en forma de cuenco, pero vacías, mientras dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Yo, por mi parte, quiero añadir al reconocimiento de que Tú eres nuestra roca y refugio, que nosotros y nosotras, a cambio, no tenemos nada. Sólo nuestra disponibilidad para acoger tu gracia. Eso es lo que yo hoy te ofrezco, con estas manos vacías, que esperan ser llenadas por Ti.

Oración de los fieles – Domingo III de Tiempo Ordinario

El Señor Jesús se presenta ante todos como el ungido. También hoy está frente a nosotros a nuestro lado. Sintiéndonos necesitados presentamos estas súplicas repitiendo:

SEÑOR, TU ERES NUESTRA FORTALEZA

1.- Por el Papa, los obispos, sacerdotes y cuantos predican tu Palabra para que sean fieles a Cristo el único libertador del hombre. OREMOS.

2.- Por aquellos que sufren algún mal en su vida: pobres, esclavos, ciegos, oprimidos… para que reciban pronto la Nueva Noticia que les permita llevar una vida más agradable. OREMOS.

3.- Por aquellos que viven lejos de Ti, para que descubran en Ti se cumplen todas las esperanzas del hombre. OREMOS.

4.- Por los jóvenes, para que no tengan miedo a decir sí al Señor. OREMOS.

5.- Por la unidad de los cristianos, que todos seamos uno como Dios es uno. OREMOS

6.- Por las almas de aquellos que han muerto a causa de las guerras y el odio, acógelas Señor en tu Reino de Paz y Justicia. OREMOS.

7.- Por todos y cada uno de nosotros para que reconozcamos nuestro papel en la Iglesia como partícipes del cuerpo de Cristo. OREMOS

Señor, acoge estas plegarias y también aquellas que llevamos cada uno de nosotros en nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.


Oremos a Dios Nuestro Padre, y en nombre del Señor Jesús por nuestra liberación y por la de todo el género humano. Respondemos:

HAZNOS LIBRES, SEÑOR, PARA HACER TU VOLUNTAD

1. – Por la Iglesia, el Papa y los Obispos, para que siempre su enseñanza se base en la libertad del hombre, en la solidaridad hacia los más débiles y el amor que Cristo nos enseño, OREMOS.

2. – Por los gobernantes de todo el mundo, para que respeten la libertad de todos y sean interpretes adecuados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. OREMOS.

3. – Por los fallecidos, víctimas del terrorismo en todos los países y en todos los momentos. OREMOS

4. – Por los emigrantes de todos los países y por sus familiares, para que reciban ayuda y hospitalidad material y espiritual OREMOS

5. – Por los enfermos, los tristes, los solitarios, los débiles de cuerpo y alma, para que nunca les falte nuestro apoyo OREMOS

6. – Por los esclavos del dinero, del poder, de la mentira y del odio, para que admitan ser liberados de sus esclavitudes por Jesús. OREMOS

7. – Por quienes asistimos a esta Eucaristía –y por los que no quisieron o no pudieron venir—para que todos formemos la Asamblea de hombres y mujeres libres por el mensaje de Jesús. OREMOS.

Escucha, Dios Padre de todo y todos, nuestra súplica humilde que te presentamos en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que reina contigo en la unidad del Espíritu Santo.

Amen.

Comentario al evangelio – 22 de enero

Marcos nos cuenta un nuevo episodio de Jesús con los fariseos. El sábado está en el centro de la controversia. Para los judíos el sábado es el día consagrado al Señor y no se puede trabajar ni hacer nada, aunque alguna persona necesite que le socorran o ayuden.

Jesús por el contrario relativiza la ley del sábado  en favor de la vida del hombre. No basta con cumplir la ley, unas obligaciones, unas tradiciones; hay que ir más allá, las necesidades de los hombres son lo prioritario y principal. Prevalece siempre la ley del amor, la misericordia, la piedad con los demás. A un discípulo de Jesús le identifica el amor al prójimo, porque “no hay mandamiento mayor que este”.

Para un cristiano el reposo y el descanso son importantes, pero el amor lo es mucho más. Y está por encima de todo. En el caso de elegir entre descanso y amor siempre debe prevalecer la caridad y la solidaridad.

Jesús se manifiesta con una libertad total frente a cualquier medida humana, incluso religiosa. Esta libertad coincide con su amor, que se manifiesta en la predilección por los más pequeños, en mirar más allá de las apariencias, en el reconocimiento del primado de la persona humana afirmado en la creación y nunca desmentido a lo largo de toda la Biblia; al contrario siempre afirmado y reafirmado con rotundidad hasta llegar a entregarse Jesús a la muerte libremente para salvar a la humanidad. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”

Jesús no solo ama a los pobres sino que se identifica con ellos (“cuanto hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis”), de tal manera que los pobres son ahora el rostro visible de Jesús que vive en nuestras calles y plazas. Quien se encuentra con ellos y los atiende, se encuentra y atiende a Jesús; quien los rechaza, rechaza a Jesús; quien los desprecia, desprecia a Jesús. La indiferencia ante el pobre o necesitado es un gran pecado porque es la expresión de una falta profunda de amor al hermano. Jesús nunca fue indiferente al sufrimiento ajeno y buscó siempre la forma de solucionarlo.

José Luis Latorre, cmf