Vísperas – La Conversión de San Pablo

VÍSPERAS

LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Con presunción del bélico soldado,
galán sale y feroz Pablo atrevido,
que, si ahora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primer estado.

¿A dónde Pablo, de soberbia armado,
para quedar con un a voz vencido?
Seguid las letras, ¿dónde vais perdido?,
que habéis de ser doctor del mayor grado.

Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma,
que dará con los ojos por la tierra.

La Iglesia espera vuestra docta suma;
mirad que no sois vos para la guerra;
dejad las armas, y tomad la pluma.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 115

Ant. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Tenía fe, aún cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos».

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

SALMO 125

Ant. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
´»el Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.

CÁNTICO de EFESIOS

Ant. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

LECTURA: 1Co 15, 9-10

Yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Diso conmigo.

RESPONSORIO BREVE

R/ Te alabaré, Señor, de todo corazón.
V/ Te alabaré, Señor, de todo corazón.

R/ Daré gloria a tu nombre entre los gentiles.
V/ De todo corazón.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Te alabaré, Señor, de todo corazón.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

PRECES
Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

  • Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
    — haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.
  • Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
    — jaz que el evangelio sea proclamado a toda la creación.
  • Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
    — danos también a nosotros sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.
  • Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
    — haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo,
    — admite a los difuntos en tu reino de felicidad.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Lectio Divina – 25 de enero

Lectio: Viernes, 25 Enero, 2019

Tiempo ordinario

1) Oración inicial

Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor. Amen.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 16,15-18
Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»

3) Reflexión

Las señales que acompañan el anuncio de la Buena Nueva. Al final Jesús aparece a los once discípulos y los reprende por no haber creído en las personas que decían haberle visto resucitado. De nuevo, Marcos se refiere a la resistencia de los discípulos en creer en el testimonio de quienes experimentaron la resurrección de Jesús. ¿Por qué será? Probablemente, para enseñar dos cosas. Primero, que la fe en Jesús pasa por la fe en las personas que dan testimonio de él. Segundo, que nadie debe desanimarse, cuando la falta de fe nace en el corazón. ¡Hasta los once discípulos tuvieron dudas!
• Enseguida, Jesús les da la misión de anunciar la Buena Nueva a toda criatura. La exigencia que plantea es ésta: creer y ser bautizado. A los que tienen el valor de creer en la Buena Nueva y que son bautizados, Jesús promete las siguientes señales: echarán demonios, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos serpientes y si beben algún veneno no les hará daño. Esto acontece hasta el día de hoy:
echar demonios: es combatir el poder del mal que daña la vida. La vida de mucha gente mejora por el hecho de haber entrado en la comunidad y por haber empezado a vivir la Buena Nueva de la presencia de Dios en su vida;
hablar en nuevas lenguas: es comenzar a comunicarse con los demás de una forma nueva. A veces encontramos a una persona que nunca vimos antes y que nos parece hemos conocido desde hace mucho tiempo. Es porque hablamos la misma lengua, la lengua del amor;
el veneno no hace daño: hay mucha gente que envenena la convivencia. Mucho cotilleo que estropea la relación entre las personas. Quien vive en presencia de Dios sale adelante y consigue no ser molestado por este terrible veneno;
curar a los enfermos: en cualquier rincón del mundo, donde aparece una conciencia más clara y más viva de la presencia de Dios, aparece también un cuidado especial hacia las personas excluidas y marginadas, sobre todo hacia los enfermos. Aquello que más favorece la curación es que la personas se siente acogida y amada;
a través de la comunidad, Jesús continúa su misión. Jesús que vivió en Palestina y que allí acogió a los pobres de su tiempo, revelando el amor del Padre, es el mismo Jesús que continúa vivo en medio de nosotros, en nuestras comunidades. A través de nosotros, continúa su misión para revelar la Buena Nueva del Amor de Dios a los pobres. Hasta hoy, acontece la resurrección, que nos lleva a cantar: «¿Quién nos separará, quién nos separará del amor de Cristo, quién nos separará?» (cf. Rom 8,38-39). Ningún poder de este mundo es capaz de neutralizar la fuerza que viene de la fe en la resurrección (Rom 8,35-39). Una comunidad que quiere ser testigo de la Resurrección tiene que ser signo de vida, tiene que luchar contra las fuerzas de la muerte, para que el mundo sea un lugar favorable a la vida, tiene que creer que otro mundo es posible. Sobre todo aquí en América Latina, donde la vida de la gente corre peligro a causa del sistema de muerte que nos fue impuesto, las comunidades deben ser una prueba viva de la esperanza que vence el mundo, ¡sin miedo a ser feliz!

4) Para una reflexión personal

• Echar demonios, hablar en lenguas nuevas, vencer el veneno de las serpientes, imponer las manos a los enfermos: ¿has realizado algunas de estas señales?
• A través de nosotros y de nuestra comunidad Jesús continúa su misión. En nuestra comunidad ¿consigue realizar esta misión? ¿Cómo? ¿De qué manera?

5) Oración final

¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre. (Sal 117,1-2)

Comentario del 25 de enero

El llamado «mandato misionero» se inscribe dentro de los relatos postpascuales. Se trata de una encomienda de Jesús resucitado a los Once. Jesús se aparece a sus discípulos y les da esta consigna: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. En este imperativo se encuentra resumida la misión de la Iglesia, conformada en este momento histórico por los Once. Jesús, que había salido para proclamar el evangelio del Reino y que ahora ha pasado a otra dimensión, les pide a sus discípulos más directos que prolonguen su misión en el mundo, que es esencialmente la de seguir anunciando la llegada del Reino, pero al mismo tiempo amplía los límites de esta misión extendiéndola al mundo entero. Si esto es así, no podrán darla por finalizada hasta alcanzar estos límites. Jesucristo manifiesta, pues, su voluntad de llevar este mensaje a todos los hombres sin distinción, al mundo entero. Para que esto se haga realidad, aquellos mensajeros tendrán que ponerse en camino, pero como no les bastará para llevar a cabo esta tarea con una vida, tendrán que establecer sucesores que continúen su labor en la historia. Esto explica la existencia de los obispos como sucesores de los apóstoles y la obra inmensa protagonizada por algunos misioneros como san Pablo, cuya conversión recordamos hoy.

Pero si el empeño de Jesús es que este anuncio llegue a todos los hombres, será porque concede mucha importancia a este conocimiento como vía de salvación. Ello confiere una gran relevancia a las palabras que siguen: El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. La salvación se hace depender de la fe, y la fe va ligada a un acto de adhesión y compromiso que es el bautismo. Bautizarse es recibir el agua bautismal que significa la vida naciente y la limpieza proporcionadas por el Espíritu; pero semejante recepción debe ir precedida de un profundo acto de fe, que es al mismo tiempo acto de adhesión y compromiso. Se trata, pues, de una fe comprometida, que quiere ser coherente con un determinado estilo de vida. Todo ello permite afirmar: el que crea el mensaje que se le anuncia (el evangelio del Reino) y asuma y mantenga los compromisos bautismales hasta el final de sus días, se salvará. Pero esta sentencia tiene, como cualquier moneda o efigie, su reverso: el que se resista a creer, será condenado.

La condena no recaerá sin más en los que no crean, sino en los que se resistan a creer. Tiene que haber resistencia, obstinación, contumacia, que hemos de suponer culpable. Porque si tal resistencia se debiese a otros factores ambientales o educacionales que pudieran eximir de culpa a la persona en cuestión, habría que dejar abierta la puerta de la salvación para ella, aun pareciendo cerrada la puerta de su fe. ¿Cómo no admitir esta posibilidad teniendo por juez al que, colgado en la cruz, pidió el perdón para sus enemigos: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen? Les excusa en razón de su parcial ignorancia. Es verdad que Jesús no incorpora estas disquisiciones propias de teólogos y moralistas; al menos no han quedado reflejadas en el evangelio. Pero de lo que sí tenemos constancia es de sus actuaciones, inspiradas en la misericordia, y de su enseñanza lineal. No sabemos qué grado de resistencia tendrá que oponer el que merezca condena; pero tendría que ser un tipo de resistencia que rechace con desprecio la salvación que se le ofrezca consciente de la gravedad del acto. Jesús se encontró de hecho con la incredulidad real presente sobre todo entre los fariseos y con la pública condena de los miembros del Sanedrín.

Hoy nos encontramos con la incredulidad difusa y resistente a dejarse penetrar de una mentalidad positivista muy difundida en nuestra sociedad. ¿Será suficiente esta resistencia tan generalizada para merecer la condena o será preciso una resistencia más personalizada y endurecida por el odio? ¿Es posible mantener esta resistencia hasta el final si no media una cierta ignorancia o la convicción de estar solos ante la muerte sin la posibilidad de recurrir a Dios dado que se le cree inexistente? Pero ¿puede mantenerse esta convicción sin dudas? Muchas preguntas para pocas respuestas. Sin embargo, la frase de Jesús sigue resonando en el aire no como una amenaza, pero sí como una advertencia de alguien que ha dado la vida para proporcionarnos el acceso a la salvación. La condena es sólo privación de salvación o de Dios. Y hay quienes de factodesean vivir sin Dios, aunque quizá sin un Dios que, por los motivos que sea, se les hace odioso o poco amable, cuando el Dios verdadero debe ser objetivamente el supremamente amable, puesto que es el Bien sumo. Pidamos a Dios que nos mantenga perseverantes en la fe y derribe las murallas de la incredulidad que con tanto esfuerzo nos empeñamos en levantar los hombres de todos los tiempos, especialmente de los actuales.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

Art. 21

Constitución de una Comisión para la Implementación

§ 1. Según el tema y las circunstancias, la Secretaría General del Sínodo puede servirse de una Comisión de expertos para la Implementación.

§ 2. El Secretario General del Sínodo nombra a los Miembros, tras escuchar al jefe del Dicasterio de la Curia Romana competente, y la preside.

§ 3. La Comisión asiste con estudios especiales a la Secretaría General en la tarea mencionada en el art. 20 § 1.

Anuncio y realidad liberadora

1.- Escuchar la Palabra y hacerla vida. «Y todo el pueblo escuchaba atentamente la Palabra de la ley y todo el pueblo respondió Amén», señala el libro de Nehemías. La escucha es un acto de disciplina que exige dejar otros pensamientos y exige concentración. La escucha es un acto de amor. El crecimiento y el cambio, en la vida cristiana, comienza cuando se escucha con atención la Palabra de Dios. La escucha de la Palabra de Dios produce la rehabilitación de nuestro vivir. Respuesta del pueblo: Amén. Adoraron al Señor y su Palabra. Yo me pregunto si esta misma emoción y alegría es la que sentimos nosotros cuando nos acercamos a la «Mesa de la Palabra» Parece que no le damos importancia, pues a menudo llegamos tarde, estamos distraídos o quizá nos entra por un oído y nos sale por otro, sin calar en nuestro interior. Deberíamos ir cada domingo a la iglesia con hambre de la Palabra de Dios, dispuestos a dejar iluminar nuestra realidad concreta por el Seño. Es su Palabra la que va a darnos la paz que buscamos, el alimento que necesitamos y la fuerza para sostenernos. Cada domingo lo que escuchamos en las lecturas debería ser «palabra de vida», de tal manera que, al escuchar lo que Dios nos dice, intentáramos llevarlo a la práctica durante toda la semana.

2. – “Hoy se cumple esta Escritura”. Jesús viene a abrir nuestros ojos y a proclamar el «Año de Gracia». Este se proclamaba cada 47 años y significaba el perdón de todas las penas, la cancelación de todas las deudas y la vuelta de las tierras a sus antiguos propietarios. Jesús ofrece un perdón sin límites y sin condiciones. ¿Cuándo será esto?, se preguntan sus oyentes y nos preguntamos también nosotros. «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Hoy, también para nosotros, puede ser ese gran día para ti y para mí, si la Palabra de Dios que has escuchado comienza a ser viva y eficaz, porque es espíritu y vida. Jesús no vino a leer la Biblia. Vino a cumplirla. Un “hoy” que se repite muchas veces en el evangelio y que hace referencia a la actualidad, a nuestra situación personal y comunitaria: «Hoy se cumple esta Escritura». «Hoy ha nacido el salvador». «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Hoy debe cumplirse lo que es la Buena Noticia. El cristiano vive siempre en el hoy de Dios siempre presente, siempre buscándonos, siempre amnistiándonos. Este hoy del que nos habla el Evangelio nos sigue cuestionando.

3.- La liberación que trae Jesús. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno, los humillados y olvidados por todos. Jesús se siente enviado a cuatro grupos de personas: los pobres, los cautivos, los ciegos, y los oprimidos. Los pobres lo sienten como liberador de sufrimientos; los cautivos, como el que les quita sus opresiones; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores y oprimidos lo reciben como gracia y perdón. Son los que sufren los que más dentro lleva en su corazón, los que más le preocupan. La Iglesia es de los que sufren, o deja de ser la Iglesia de Jesús. Si no son ellos quienes nos preocupan, ¿de qué nos estamos preocupando? Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los sufren como algo bueno. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza.

José María Martín OSA

La misa del Domingo: Misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos, en este día consagrado al Señor –el Domingo- a este lugar donde Dios, a través de Jesús, nos habla y nos va conduciendo mientras vivimos como hijos suyos en la tierra.

Cuando amanece, y salen las primeras luces del sol, las montañas y los valles, las ciudades y los pueblos, se iluminan. Algo así ocurre con nuestra vida: cuando escuchamos la Palabra de Dios, es iluminada y llena de ilusión de color.

Que, esta EUCARISTIA, nos ayude además a comprometernos con Jesús por un mundo mejor. Y, por supuesto, tengamos un recuerdo muy especial por la unión de todos los cristianos.

Canto: Vienen con alegría/ Este es el día del Señor/ Viva la Palabra/ Cristo nos da la libertad

2. ACTO PENITENCIAL

a) El mundo está tan lleno de palabras que, muchas veces, olvidamos las más importantes: la Palabra de Dios. Señor ten piedad (sale un joven o un niño con un periódico abierto)

b) Jesús es Alguien que nos trae felicidad y que nos invita a descubrir la grandeza de la vida. Pero preferimos otros ídolos. Cristo ten piedad (se muestra una cartulina o un poster de alguien famoso –cantante, toreros, artistas, futbolistas.)

c) El Señor quiere que estemos unidos. La historia nos enseña que, el hombre, tiene mucha facilidad para romper y muchas dificultades para unir. Cristo ten piedad (puede llevarse el cartel del octavario de la unión de las iglesias o, incluso, sobre una cartulina la palabra “cristianos” rota en cuatro pedazos)

3. CELEBRACIÓN DE LA PALABRA

Las tres lecturas que vamos a escuchar nos ayudan a comprender el cómo, la Palabra de Dios, da mucho fruto si se escucha, se cuida y se acoge con atención. Además, con la preocupación de ser todos una misma Iglesia, San Pablo nos recuerda que somos un solo cuerpo cuya cabeza es Cristo. Escuchemos atentamente.

4. ORACIÓN UNIVERSAL

a) Por la iglesia. Para que sea un altavoz por el que, el mundo, pueda seguir escuchando y conociendo la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.

b) Por todos nosotros aquí reunidos. Para que no nos conformemos con estar bautizados. Para que, además, conozcamos y vivamos más intensamente la vida y el ejemplo de Jesús de Nazaret. Roguemos al Señor.

c) Para que, al acudir a la Eucaristía, tengamos más interés en llegar puntualmente y escuchar toda la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.

d) Por la unión de todos los cristianos. Para que trabajemos por buscar más lo que nos une que aquello que nos divide. Roguemos al Señor.

e) No olvidemos a los pobres. El Señor amó a Dios pero nunca se alejó de los sufrimientos de las personas. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

a) Queremos ofrecer las 7 obras espirituales de misericordia: Enseñar al que no sabe. Dar buen consejo al que lo necesita. Corregir al que yerra. Perdonar las injurias. Consolar al triste. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo y rezar por los vivos y los difuntos. (Salen 7 niños/as con carteles alusivos. Se pueden copiar en el buscador de internet en “imágenes”).

b) Finalmente, Señor, la ofrenda que más te gusta –el pan y el vino- te los ofrecemos para que nos ayudes a robustecer nuestra fe; para hacer de cada domingo una auténtica fiesta en nuestra existencia cristiana.

6. ACCIÓN DE GRACIAS

Señor;
Antes de marchar de nuevo a la vida
Queremos darte gracias por tu PALABRA.
¿Nos enseñarás a cumplirla?
¿Seremos capaces de no olvidarla?
Queremos decirte que, tu Palabra, nunca engaña
Que tu Palabra es de aquellas que siempre hacen bien
Que tu Palabra, por ser del cielo, nos ayuda a conocer a Dios
Gracias por ser nuestro amigo y Señor
Gracias por cumplir tantas cosas prometidas desde antiguo
Gracias, amigo y Señor.
Amén.

Buenas noticias (Oración)

BUENAS NOTICIAS

Hoy vas a escuchar, pero de una forma diferente. Haz un momento de silencio. ¿Oyes algo alrededor? A lo mejor hay algún ruido, voces, música, conversaciones… O a lo mejor no oyes nada. Fíjate mejor. Hay otra voz que siempre nos está hablando aunque no siempre la oímos. Está dentro de nosotros. Es el Espíritu de Dios.

El texto es una adaptación de Lc 1,1-4; 4,14-21:

Jesús volvió a Galilea. Tenía la fuerza del Espíritu Santo, y su fama se extendía por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas de los judíos y todos valoraban mucho lo que hacía y decía.
Fue a Nazaret, el pueblo donde había vivido de pequeño. Entró en la sinagoga, y se puso en pie para hacer la lectura. Entonces leyó un texto del profeta Isaías. Decía:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha nombrado. Me ha enviado para anunciar la buena noticia a los pobres, para anunciar la libertad a los que están presos, y dar la vista a los ciegos; para liberar a los oprimidos, y anunciar el tiempo de la misericordia de Dios”. 

Leía con tono solemne. Cuando terminó la lectura, empezó a explicarla. Todos estaban atentos. Y entonces les anunció: “Esto que acabáis de oír se cumple hoy”.

El Espíritu del Señor está sobre mí, dice Jesús. ¿Te imaginas cómo será eso? No es que el Espíritu está encima de la cabeza de Jesús, es que está dentro de él y aunque tú no siempre lo notes, también está dentro de ti. Y de tus padres, y de tus amigos…

Espíritu de Dios, ¿estás dentro de mí, dentro de nosotros? ¡Qué misterio y qué sorpresa! ¡Y qué nervios! Me pregunto ¿Hablas dentro de mí? ¿Qué dices? ¿Qué quieres? Entonces oigo tu voz que me dice: quiero vivir contigo y que seas mi amigo.

El Espíritu de Dios tiene buenas noticias para nosotros. No como las de los periódicos o de la tele. La buena noticia es asegurarnos que Dios nos quiere. Y que está con nosotros. Y quiere curar nuestras heridas. Eso, que es muy bueno, te lo dice Dios si escuchas bien.

Así es, Espíritu santo

<

p style=»text-align:justify;»>Me atrevo a hacer algo que antes no sabia
Me sale muy bien ¡qué bueno! Así es, así es, así es.
Un querido amigo, que ya había perdido,

lo vuelvo a tener ¡qué bueno! Así es, así es, así es.
La fuerza por dentro, la luz de la cara,
la gracia en el cuerpo, la fe en la mirada.
Espíritu santo, así es, así es, así es. ¡Qué bueno, así es!

<

p style=»text-align:justify;»>Tengo algo de miedo y la voz de mi gente

me hace sentir bien ¡qué bueno! Así es, así es, así es.
Como la sonrisa regalo del día,
que hago todo bien, ¡qué bueno! Así es, así es, así es.
La fuerza por dentro, la luz de la cara,

la gracia en el cuerpo, la fe en la mirada.
Espíritu santo, así es, así es, así es. ¡Qué bueno, así es!

Porque me libras de la tristeza… Gracias, Espíritu de Dios
Porque me quieres… Gracias, Espíritu de Dios
Porque curas nuestras heridas… Gracias, Espíritu de Dios
Porque me dices que todo va a salir bien… Gracias, Espíritu de Dios
Porque me enseñas a sonreír… Gracias, Espíritu de Dios
Porque vives dentro de mi…gracias, Espíritu de Dios.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Comentario al evangelio – 25 de enero

En la fiesta de la conversión de Pablo nos recuerda el Evangelio “Id y proclamad el Evangelio a toda la creación”. Anunciar el Evangelio fue la vida y la pasión de Pablo después de su conversión. Gracias a  su conversión, a haber encontrado el sentido de su vida, a haber encontrado a Jesús llegó a ser uno de los grandes testigos del Evangelio en medio de dificultades también.

La conversión de Pablo fue encontrarse  profunda y vitalmente con Jesús que “se entregó a si mismo por mi” muriendo en la cruz y resucitado ahora vive conmigo y en mí. En ese encuentro descubrió que, confiando en el perdón de Jesús y dejándose llevar por su mano, podía salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y la  tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad para conocer y vivir la riqueza del amor de Cristo.

El encuentro con Jesús camino de Damasco dio un cambio total en él: de perseguidor a muerte de Jesús en los cristianos a apóstol intrépido e infatigable. Desde ese momento Jesús pasó a ser la vida de Pablo: “para mí la vida es Cristo”. “Vivo yo mas no yo, es Cristo quien vive en mi”. Jesús lo fue todo para Pablo e imitarle a Él el ideal y objetivo único de su vivir y actuar. De este encuentro con Jesús vivido día a día nacía también la pasión de evangelizar (“ay de mi si no evangelizo”), pero no como una obligación sino como una necesidad vital e incontenible; anunciar el Evangelio era natural en Pablo y lo que le hacía correr de un lado a otro sin descanso.

Quien cree en Jesús y lo busca en la oración, en la Palabra  y los sacramentos poco a poco se transforma en misionero, en apóstol. Y cuanto más cultive el encuentro con Jesús más sentirá el deseo y la necesidad de evangelizar e imitar al apóstol Pablo. El Papa Francisco nos repite insistentemente que los cristianos somos “discípulos misioneros”. Esa es nuestra identidad más profunda y nuestra forma de vivir la fe que hemos recibido. San Pablo VI decía y repetía: “un cristiano que no es misionero, no es cristiano”, es decir no vive como le pide su vocación bautismal. Y si “la fe mueve montañas”, no habrá peligro – demonios, lenguas nuevas, serpientes, veneno…- que no pueda ser vencido y superado. Nada se resiste a la fe y nada la hace vacilar o volver atrás. Por eso dice Jesús: “a  los que crean les acompañarán estos signos…: en mi nombre”.

José Luis Latorre, cmf