He sido enviado para evangelizar a los pobres y a los oprimidos

Impulsado por la fuerza del Espíritu, regresó Jesús a Galilea y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en sus sinagogas y era honrado por todos. Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la Sinagoga el sábado y se levantó para leer. Le entregaron el Libro del profetaIsaías y desenrollando el libro, encontró el pasaje donde está escrito: “ElEspíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido. Me ha enviado para evangelizar a los pobres, para predicar a los cautivos la redención y devolver la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y promulgar un año degracia del Señor”. Después de enrollar el libro, lo devolvió al ministro y se sentó.Todos en la Sinagoga tenían sus ojos puestos en Él y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”.

Lc 1, 1-4. 4,14-21

Realmente, Jesús, cuando te veo ya en tu pueblo, en tu casa y cómo se te recibe, me pregunto: ¿qué es lo que me quieres decir a mí con tus palabras, con este mensaje de amor, de salvación, de cercanía, de cariño hacia los más pobres y hacia los más necesitados? Me impresiona con el ánimo que vienes y me impresiona tu actitud y pienso en ti, cuánto sufrirías al verte rechazado por tu mismo pueblo. Querías regresar ahí, a tu casa…

Me impresiona también lo que siempre haces: te vas a la Sinagoga, desenrollas el libro y anuncias esa Buena noticia, ese buen mensaje desalvación. Una vez que lo has leído: “Hoy se cumple esto en mí. El Espíritu del Señor está sobre mí y me has enviado para evangelizar a los pobres, a los cautivos, a los necesitados, a los ciegos, y para anunciar este año desalvación”.

Me impresionas mucho, Jesús, y muchas veces soy como tu pueblo, como los tuyos. Muchas veces la rutina, la forma de mi vida no acoge tu palabra. Muchas veces no me doy cuenta de que Tú me estás anunciando una Buena noticia y no me doy cuenta de que Tú has venido a liberarme, a sanarme, a curar a todo el necesitado, a todo el que está mal. Quieres venir amí… No te escucho, mi corazón está en otro sitio, mi mente está en otro sitio. “¡Si vengo a anunciarte la salvación, si vengo a liberarte, si vengo a darte todo! ¡Si vengo a sacarte de tu mundo, de tus oscuridades, de tus pobrezas! ¿Porqué me rechazas, por qué?”

Pienso mucho esto, Jesús: Tú siempre sanando, siempre curando,siempre salvando… “He venido a anunciar la Buena noticia de salvación para ti y para todo el que me quiera acoger y escuchar… las palabras que nacende mi corazón”. Hoy, Jesús, te pido esto: acoger… acoger. Y me pregunto: ¿Cuántos rechazos tengo? ¿Qué hago con la palabra que Tú me das? ¿Cómo acojo esa Buena noticia? ¿Qué opresiones, qué esclavitudes, qué es lo que quieres que yo te dé?

Y se lo pido a tu Madre; tu Madre, que siempre supo escuchar, que siempre supo saborear tu palabra. Y se lo pido de todo corazón, que Ella me ayude a entrar en tu corazón para que yo aprenda que has venido a curar, a sanar, a salvar. Y que mi vida, mi mensaje, mis acciones y todo lo que haga tiene que ser curar, liberar, ser Buena noticia. Siempre donde yo vaya, ser Buena noticia. Se lo pido a tu Madre de todo corazón: Jesús, ayúdame a que sepa acoger tu palabra de amor y de paz y de alegría.

“He sido enviado para evangelizar a los pobres y a los oprimidos”.

Que así sea.

Francisca Sierra Gómez

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I Vísperas – Domingo III de Tiempo Ordinario

I VÍSPERAS

DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Acuérdate de Jesucristo,
resucitado de entre los muertos.
Él es nuestra salvación,
nuestra gloria para siempre.

Si con él morimos, viviremos con él;
si con él sufrimos, reinaremos con él.

En él nuestras penas, en él nuestro gozo;
en él la esperanza, en él nuestro amor.

En él toda gracia, en él nuestra paz;
en él nuestra gloria, en él la salvación. Amén.

SALMO 112: ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

SALMO 115: ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagarél al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

CÁNTICO de FILIPENSES: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL

Ant. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajo hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor Jesús se rebajó, y por eso Dios lo levantó por los siglos de los siglos.

LECTURA: Hb 13, 20-21

Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os ponga a punto en todo bien, para que cumpláis su voluntad. Él realizará en nosotros lo que es de su agrado, por medio de Jesucristo; a él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cuántas son tus obras, Señor.
V/ Cuántas son tus obras, Señor.

R/ y todas las hiciste con sabiduría.
V/ Tus obras, Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cuántas son tus obras, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados y se puso en pie para hacer la lectura del libro del Profeta.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados y se puso en pie para hacer la lectura del libro del Profeta.

PRECES
Recordando la bondad de Cristo, que se compadeció del pueblo hambriento y obró en favor suyo los prodigios de su amor, digámosle con fe:

Muéstranos, Señor, tu amor.

  • Reconocemos, Señor, que todos los beneficios que hoy hemos recibido proceden de tu bondad;
    — haz que no tornen a ti vacíos, sino que den fruto, con un corazón noble de nuestra parte.
  • Oh Cristo, luz y salvación de todos los pueblos, protege a los que dan testimonio de ti en el mundo
    — y enciende en ellos el fuego de tu Espíritu.
  • Haz, Señor, que todos los hombres respeten la dignidad de sus hermanos,
    — y que todos juntos edifiquemos un mundo cada vez más humano.
  • A ti, que eres el médico de las almas y de los cuerpos,
    — te pedimos que alives a los enfermos y des la paz a los agonizantes, vistándolos con tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos,
    — cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Lectio Divina – 26 de enero

Lectio: Sábado, 26 Enero, 2019
Tiempo ordinario
1) Oración
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos 3,20-21

Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí.»
3) Reflexión
•  El evangelio de hoy es bien corto. Apenas dos versículos.  Habla de dos cosas: (a) de la gran actividad de Jesús hasta el punto de no tener tiempo para comer, y (b) la reacción contraria de la familia de Jesús hasta el punto de pensar que estaba loco. Jesús tuvo problemas con la familia. A veces, la familia ayuda y, otras veces, constituye un obstáculo. Así pasó con Jesús y así pasa con nosotros. 

•  Marcos 3,20:  La actividad de Jesús. Jesús volvió a casa. Su hogar ahora está en Cafarnaún (Mc 2,1). No vive ya con la familia en Nazaret. Sabiendo que Jesús estaba en casa, la gente fue para allá. Se juntó tanta gente que él y sus discípulos no tenían ni siquiera tiempo para comer. Más adelante Marcos habla, de nuevo, del servicio hasta el punto de no tener tiempo para comer con sosiego (Mc 6,31)
•  Marcos 3,20: Conflicto con la familia.  Cuando los parientes de Jesús supieron esto, dijeron: “¡Está loco!” Tal vez, porque Jesús se había salido del comportamiento normal. Tal vez porque comprometía el nombre de la familia. Sea como fuera, los parientes deciden llevarle de nuevo para Nazaret. Señal de que la relación de Jesús con la familia estaba sufriendo ya. Esto debe haber sido fuente de sufrimiento, tanto para él como para María, su madre. Más adelante (Mc 3,31-35) Marcos cuenta como fue el encuentro de los parientes con Jesús. Ellos llegaron a la casa donde se encontraba Jesús. Probablemente habían venido de Nazaret. De allí hasta Cafarnaún son unos 40 Km. Su madre estaba con ellos. Ellos no podían entrar en casa, porque había mucha gente en la entrada. Por eso le mandaron un recado: ¡Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te esperan! La reacción de Jesús fue firme preguntando:  ¿Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos? Y él mismo contesta apuntando hacia la multitud que estaba alrededor: Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre! ¡Alargó la familia!  Jesús no permite que la familia lo aleje de la misión.
•  La situación de la familia en el tiempo de Jesús.  En el antiguo Israel, el clan, esto es, la gran familia (la comunidad) era la base de la convivencia social. Era la protección de las pequeñas familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición, la defensa de la identidad. Era la manera concreta que la gente de aquel tiempo tenía de encarnar el amor de Dios en el amor hacia el prójimo. Defender el clan, la comunidad, era lo mismo que defender la Alianza.  En la Galilea del tiempo de Jesús, a causa del sistema romano, implantado durante los largos gobiernos de Herodes Magno (37 aC a 4 aC) y de su hijo Herodes Antipas (4 aC a 39 dC), todo esto había dejado de existir, o existía cada vez menos. El clan (comunidad) se estaba debilitando. Los impuestos que había que pagar al gobierno y al templo, el endeudamiento creciente, la mentalidad individualista de la ideología helenista, las frecuentes amenazas de la represión violenta de parte de los romanos, la obligación de acoger a los soldados y darles hospedaje, los problemas cada vez mayores de supervivencia, todo esto llevaba las familias a encerrarse en sí mismas y en sus propias necesidades. Se había dejado de practicar la hospitalidad, el compartir, la comunión alrededor de la mesa, la acogida a los excluidos. Esta cerrazón se veía reforzada por la religión de la época. La observancia de las normas de pureza era un factor de marginación para mucha gente: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos, poseídos, publícanos, enfermos,  mutilados, parapléjicos. Estas normas, en lugar de favorecer la acogida, el compartir y la comunión, favorecían la separación y la exclusión.
Así, tanto la coyuntura política, social y económica como la ideología religiosa de la época, todo conspiraba para el enflaquecimiento de los valores centrales del clan, de la comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios pudiera manifestarse, de nuevo, en la convivencia comunitaria de la gente, las personas tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y abrirse de nuevo a la gran familia, a la Comunidad. 
Jesús da el ejemplo. Cuando sus parientes llegan a Cafarnaún y tratan de apoderarse de él para llevarlo hacia la casa, él reacciona. En vez de quedarse encerrado en su pequeña familia, ensancha la familia (Mc 3,33-35). Crea comunidad. Pide lo mismo a todos cuantos quieren seguirle. Las familias no pueden encerrarse en sí mismas. Los excluidos y los marginados deben ser acogidos, de nuevo, en la convivencia y, así, sentirse acogidos por Dios (cf Lc 14,12-14). Es éste el camino para realizar el objetivo de la Ley que decía:  “Que no haya pobres entre ustedes” (Dt 15,4). Al igual que los grandes profetas, Jesús procura  afianzar la vida comunitaria en las aldeas de la Galilea. Retoma el sentido profundo del clan, de la familia, de la comunidad, como expresión de la encarnación del amor de Dios en el amor hacia el prójimo.
4) Para la reflexión personal
• La familia ¿ayuda o dificulta tu participación en la comunidad cristiana? ¿Cómo asumes tu compromiso en la comunidad cristiana?

• ¿Qué nos tiene que decir todo esto de cara a nuestras relaciones en familia y en comunidad? 
5) Oración final
¡Pueblos todos, tocad palmas,

aclamad a Dios con gritos de alegría!
Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
el Gran Rey de toda la tierra. (Sal 47,2-3)

Domingo III de Tiempo Ordinario

En la fiesta del Bautismo de Jesús llegamos a la conclusión de que Dios Padre, con aquel: “este es mi hijo”, garantizaba la legitimidad de Jesús, exhortándonos, en consecuencia, a que le escuchásemos. Deseosos de cumplir la voluntad de Dios nos preguntábamos el domingo pasado ¿desde dónde nos habla Jesús para que vayamos a escucharle? Reconocíamos que nos habla a través de los Evangelios, -que recogen sus enseñanzas y ejemplo de vida- así como desde el acertado análisis y escucha de los signos de los tiempos.

Hoy los textos nos vuelven a remitir a la ratificación de Jesús como Aquel que nos habla y nos convoca en nombre de Dios.

Esta afirmación es absolutamente transcendental desde el punto de vista de la religiosidad. Nuestro compromiso con el mensaje de Jesús no lo es con un buen político o ideólogo capaz de haber diseñado el más formidable plan de convivencia y progreso individual y social entre los humanos sino la participación en los mismísimos planes de Dios sobre la creación. Nuestro compromiso cristiano nos incorpora al plan de Dios creador y salvador del mundo.

Es lo que nos van a señalar los textos sagrados. En la tercera lectura tomada del Evangelio de San Lucas, (4, 14-21) Jesús reconoce que en Él se cumplen las escrituras. Que “Él es el enviado para llevar la buena nueva a los pobres, para anunciar la libertad a los presos, dar la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor”.

Una vez más aparece Jesús como alguien que nos compromete en una empresa que supone dar una vuelta a todo lo que en aquel momento era apreciado, para cambiarlo por unos nuevos valores en los que el hombre, independientemente de que sea rico o pobre, preso o libre, ciego o vidente, es considerado como el valor central.

Jesús nos habla de unos tiempos anunciados ya por el profeta Nehemías (8, 2-4, 5-6, 8-10) en los que el hombre podrá vivir gozoso. Apelando a recursos domésticos, el profeta les insta a sus congéneres a no estar tristes, a que coman buenos platos, a que sean felices porque el gozo del Señor es su fuerza. Les anima a que vivan esperanzados porque Jesús vendrá a liberarlos de la opresión del mal, de la esclavitud de las pasiones, al mismo tiempo que les anuncia la proclamación de un año de gracia del Señor.

San Pablo, segunda lectura (1ª Cor. 12, 12-30) nos recordaba la profunda transformación que experimenta la persona en la concepción cristiana, al concebirla como una parte del mismo cuerpo de Cristo, ”porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo”.

Un cuerpo que, como todo organismo vivo, está integrado por partes diversas en cuanto a las funciones a realizar, no en cuanto a prepotencia de unos miembros sobre otros. Todos, insiste el Apóstol, “Hemos recibido el mismo espíritu” por eso todos formamos el cuerpo de Cristo, y “cada uno es igualmente miembro de ese cuerpo”.

La idea de que todos formamos un cuerpo con diferentes miembros y funciones, pero todos iguales en dignidad substancial, incluye a su vez otras dos: la necesidad de preocuparnos los unos por los otros y la de cooperar todos juntos al bienestar de la totalidad.

Ambas aparecen claramente en el pensamiento paulino. El ojo no puede decir a la mano: No te necesito; ni la cabeza a los pies: No os necesito. El organismo solo funciona correctamente cuando todos cooperan al bien del todo. Si un miembro sufre, todo el organismo sufre, de la misma manera que si uno recibe una atención especial, todo el organismo se beneficia.

Son ideas evidentes que, sin embargo, pocas veces las tenemos de verdad en cuenta a la hora de programar nuestras actuaciones. Cada uno tiende a resolver su problema sin preocuparse de los demás ni del bien común.

Quizás, debido a la complejidad de la vida moderna, el individualismo se haya abierto paso como una especie de sálvese quien pueda, sin mirar al prójimo y a la comunidad. La necesidad de la supervivencia ha desplazado cualquier preocupación solidaria.

No hace falta mucho esfuerzo para constatar que por ese camino no vamos, ni como individuos ni como sociedad, más que al desastre.

Aprovechemos estas grandes lecciones que nos ofrece la Revelación para replantearnos nuestros comportamientos. Dios no es amigo de perder el tiempo. Cuando nos ha hablado de estas cosas es porque son más importantes de lo que nos parece a nosotros. En todo caso, la dramática experiencia de un mundo tan extraordinariamente conflictivo como el que nos toca vivir parece confirmar las fatales consecuencias de no tenerlas suficientemente en cuenta.

Abramos los oídos y escuchemos a Jesús. Es lo que nos dijo el Padre, con ocasión del Bautismo de Jesús: Escuchadle. Que así lo hagamos y todo marchará muchísimo mejor para nosotros y para la sociedad. AMÉN.

Pedro Floristán

Comentario – Sábado II de Tiempo Ordinario

Según la breve narración de Marcos, parece como si Jesús y sus discípulos hubiesen hecho un alto en el camino de su frenética actividad y hubiesen vuelto a casa con intención de descansar. No es la única vez que se alude a este intento. Pero la gente no les dejaba en paz. Eran tantos los que se juntaron que no les dejaban ni comer. Esta precisión es significativa. Estaban tan absorbidos por las demandas de la gente que no les quedaba tiempo ni para las tareas más necesarias. Pero si Jesús atendía estas demandas es porque le importaban las personas que acudían a él, porque sentía lástima de ellos, porque amaba a la humanidad en su concreta situación. Jesús se deja hasta tal punto «comer» que no tiene tiempo ni para comer. Esta entrega era preludio de su disposición a morir por el hombre, de su entrega hasta la muerte y muerte de cruz. El que por atender a la humanidad doliente y necesitada dejó de ser dueño de su propio tiempo hasta no tenerlo para comer, acabó dándose a comer en su cuerpo crucificado y glorioso para provecho de esa misma humanidad. Tal es nuestro Cristo-eucaristía.

Pero aquella entrega y actividad en favor de los demás no fue entendida por todos. Y los primeros en no entenderla fueron los más próximos a él por razón del parentesco, los de su propia sangre. El evangelista destaca esta incomprensión con una escueta, pero elocuente, frase: Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales. No precisa qué miembros de su familia. Menciona a la familia sin más precisiones. Pero es claro que la actividad profética iniciada por Jesús no había caído bien en el seno de su familia, que empezó a sospechar que el hijo de María, tal vez su primo o su sobrino, había perdido la cabeza con esos sueños de grandeza mesiánica que le habían llevado a la plaza pública. Jesús fue un incomprendido en su círculo familiar más próximo. Aquello tuvo que apenarle y entristecerle, pero no podía abandonar la misión que el Padre le había confiado; tenía que seguir adelante a pesar de estos intentos de retenerle o de apartarle de la misma.

Su familia le tuvo por loco; después, otros le tendrán por malhechor, heterodoxo y blasfemo; algunos incluso le tendrán por revolucionario y alborotador. Pero él no se desviará de su camino, el camino marcado por la voluntad del Padre, hasta ver consumada su hora en el Calvario. Es la actitud de un hombre convencido de lo que hace y dispuesto a recorrer su camino existencial con todas las consecuencias. Pues bien, su convicción y su testimonio de amor hasta el extremo, hasta la entrega total de la propia vida, son nuestra fuerza, aunque puedan también infundirnos un cierto temor, como todo lo que se expresa con esta radicalidad que acaba poniendo en cuestión el valor de esta vida temporal que tanto apreciamos.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Episcopalis Communio – Francisco I

V. Secretaría general del Sínodo de los Obispos

Art. 22

Constitución de la Secretaría General

§ 1. La Secretaría General es una institución permanente al servicio del Sínodo de los Obispos, directamente sometida al Romano Pontífice.

§ 2. Esta está compuesta por el Secretario General, el Subsecretario, que asiste al Secretario General en todas sus funciones, y por el Consejo Ordinario, así como por los Consejos mencionados en el art. 25, si han sido constituidos.

§ 3. El Secretario General y el Subsecretario son nombrados por el Romano Pontífice y son miembros de la Asamblea del Sínodo.

§ 4. Para sus actividades la Secretaría General se sirve de un apropiado número de oficiales y de consultores.

La palabra en la comunidad

1. Desde tiempos inmemoriales, el pueblo cristiano se ha reunido semanalmente en asamblea para celebrar la fracción del pan, o cena del Señor. La primera parte de esa reunión la constituye la liturgia de la Palabra. Al proclamar la Palabra de Dios en la comunidad, se proclaman los designios del mismo Dios. Y a la proclamación de esa Palabra respondemos de dos modos: con la confesión de fe y con la plegaria de petición y de acción de gracias. Después se rubrica el pacto con el abrazo fraternal y la comunión del Cuerpo de Cristo.

2. Lucas presenta a Jesús, por primera vez en su evangelio, proclamando la Palabra como Señor o como profeta mesiánico. En Marcos y en Mateo, Jesucristo se hace presente como evangelizador que anuncia la llegada del reino. Según Lucas, en toda liturgia de la Palabra está él Señor, como lo está en el cuerpo y la sangre eucarísticos. La liturgia de la Palabra no es mera preparación a la eucaristía ni pura enseñanza doctrinal, lección moral o recuerdo de un pasado histórico. Es algo que sucede: es manifestación de lo que Dios quiere; es actualización de lo que Jesucristo hace.

3. El sentido de la liturgia cristiana y de la misión de la Iglesia en el mundo está sintetizado en el programa de Isaías, que hace suyo Jesús: evangelizar a los pobres (y que los pobres nos evangelicen), dar la libertad a los cautivos y oprimidos (y que ellos nos liberen) y declarar un año de gracia (perdonar y pedir perdón). En suma, proclamar la buena noticia.
 

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Con qué actitud participamos en la liturgia de la Palabra?

¿Qué parte tenemos en el proceso de liberación del pueblo?

Casiano Floristán

El programa mesiánico

Este domingo trae textos muy ricos que merecerían cada uno un comentario aparte. Como siempre haremos hincapié en el evangelio.

Pobreza y libertad

El texto lucano nos presenta hacia dónde apunta el ministerio de Jesús que comienza en Galilea (cf. v. 14). Como Esdras (cf. Neh 8, 3), Jesús lee la Escritura, el texto de Isaías da el contenido del Reino que ha venido a proclamar. Las diferentes situaciones humanas enunciadas (pobreza, cautividad, ceguera, opresión) (cf. Lc 4, 18) aparecen como expresiones de muerte. El anuncio de Jesús, ungido como el Mesías por la fuerza del Espíritu, la hará retroceder, introduciendo un principio de vida que debe llevar la historia a su plenitud. En este texto programático encontramos por consiguiente la disyuntiva muerte-vida, central en la revelación bíblica, frente a la cual se nos exige una opción radical.

Pero no se trata de situaciones que se hallan al mismo nivel. La afirmación clave es «anunciar a los pobres la buena nueva» (v. 18), ellos son los desprovistos de lo necesario para vivir. A los pobres se les comunica la liberación. Cautivos, ciegos, oprimidos son profundizaciones de la condición de pobreza. En todos esos casos estamos ante una proclamación de la libertad. Ese es también el sentido de la expresión «la vista a los ciegos». Si nos referimos al texto original (en hebreo) de Isaías encontramos que allí se habla de «los condenados» a quienes al sacarlos de oscuras mazmorras se les «abren los ojos». La traducción griega de ese texto —citada por Lucas— emplea, por eso, la imagen de «ciegos», la falta de luz en la prisión les impide ver. De otro lado, cuando el texto de Isaías dice «a vendar a los corazones rotos», Lucas lo reemplaza —siguiendo otro texto de Isaías (58, 8)— por «la libertad de los cautivos». La buena nueva que Jesús anuncia a los pobres tiene pues como eje la liberación.

Esto caracteriza, debe caracterizar, el anuncio del evangelio por parte de la Iglesia. Ella es un cuerpo en el que cada uno tiene ineludiblemente una función que cumplir (cf. 1 Cor 12, 13-25).
 

La profecía permanece

Lucas subraya la perspectiva de su texto hablando de la proclamación del «año de gracia» (Lc 4, 19). Año jubilar a celebrarse cada cincuenta años, en que «cada uno recobrará su propiedad»(Lev 25, 13), porque en última instancia sólo Yahvé es propietario de la tierra. Rompiendo con toda injusta desigualdad, el año de gracia debía contribuir al establecimiento permanente de la fraternidad entre los miembros del pueblo judío y finalmente de la comunión con Dios.

El reinado de Dios, reino de vida, es el sentido último de la historia humana, pero su presencia se inicia desde ahora a partir de la atención de Jesús por los olvidados de la historia. De ello da testimonio el texto de Lucas, la Escritura «se cumple hoy» (v. 21). Es el momento de la liberación integral en Cristo, en la persona de Jesús el Reino se hace presente. Toca a sus continuadores, a nosotros, observar cabalmente nuestro papel como profetas, maestros, autoridades (cf. 1 Cor 12, 27-30). La situación de pobreza de nuestro pueblo sigue requiriendo que la profecía de Isaías y Lucas se cumpla.

Gustavo Gutiérrez

Ante una buena noticia

Posiblemente estamos ante la noticia de corte institucional más importante en muchos años con relación a la Iglesia: La celebración del Sínodo Panamazónico en Roma en el próximo mes de Octubre. El espacio, el escenario objeto de atención de esta asamblea es todo el mundo, pues los mil doscientos millones de católicos (y si añadimos otros mil millones de protestantes que son cristianos) no hay rincón donde no haya algún cristiano-católico. La Amazonía (del río Amazonas) equivale a catorce veces la extensión española y limita con nueve países. Se trata del bosque tropical más grande. Su cantidad de agua supera la de los nueve ríos más caudalosos. Es la mayor farmacia del mundo, pues de ésta selva nace alrededor del veinticinco por ciento de todas las medicinas. A lo largo de los años han sido diezmadas varias comunidades indígenas. Este amplio territorio, inmenso y majestuoso asombra por la variedad enorme de animales y de plantas. La selva amazónica alberga muchos secretos. Por lo cual cuenta con numerosos “novios”. La industria maderera, la farmacéutica, la minería… En la Amazonía muchos indígenas han sido y son objeto de preocupación de la Iglesia, presente sobre todo a través de los misioneros y misioneras. Los indígenas están de moda. Vivimos en una época de cambios, o en un cambio de época. Para Pedro Casaldáliga los indígenas o indios son los más evangélicos y los más pobres: frágiles. Se buscan caminos y lugares distintos por lo que el mundo indígena despierta curiosidad. Actualmente uno de sus objetivos, quizás el principal es recuperar tierras, creencias, idioma, tradiciones. Antes la Iglesia enfocó su trabajo en la educación y en la salud. Ahora el verbo más querido es “recuperar”. Los católicos hemos aprendido a ser más respetuosos, a valorar más los sentimientos de los otros.
Actualmente no es fácil encontrar grupos reivindicativos; los intelectuales y los obreros dejaron de serlo. Hoy los indígenas (los indios) son los que reclaman un cambio de dirección en el mundo. Alguien escribió en una pared de Barbados: ”La sangre y el sueño de nuestros antepasados permanecen en nosotros. A pesar de que las ramas han sido cortadas, sus frutos robados y hasta su tronco quemado, las raíces están vivas y nadie podrá arrancarlas”.
Las noticias actuales sobre la Iglesia en general son sombrías. Atravesamos una crisis brutal. El jesuita Víctor Codina lo resume. Desde el punto de vista político (corrupción, crisis de la democracia); desde el punto de vista social (exclusión, muros contra los emigrantes); desde el punto de vista económico (pobreza); desde el punto de vista ecológico; de género (machismo, homofobia) desde el punto de vista religioso (fundamentalismo, abusos sexuales de dirigentes religiosos). Pero lo anterior no es toda la realidad. También hay sectores que luchan por la libertad, la democracia, por los derechos humanos, por la paz, por la justicia, por la preservación de la creación, por la defensa de las mujeresEn concreto, la historia de la humanidad, no es sólo de los depredadores, sino también de los ciudadanos más nobles, honestos, pensadores, inteligentes, profetas, místicos. Hay alternativas positivas a la situación actual. Es posible transformar éste mundo siguiendo el mensaje de Jesús.
Muchos de los problemas y de las soluciones aplicables a ésta zona de América pueden servir para la Iglesia en general. Estamos deseosos de noticias buenas, positivas, esperanzadoras. Las palabras: secularización, vocación, cambio climático, deforestación, evangelización, samaritana… las oiremos con frecuencia. ¿Cómo responderemos?

Josetxu Canibe

Profeta

En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que había crecido.

La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.

Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Según Lucas, la gente «tenía los ojos fijos en él». La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él?

Movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y sus gestos, su ternura y su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos «Dios».

Profeta de Dios. Jesús no ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido «ungido» por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético.

Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno.

Dedicado a liberar. Vive entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva.

José Antonio Pagola