Domingo III de Tiempo Ordinario

Hoy es 27 de enero. Tercer Domingo del Tiempo Ordinario.

Sé que estás presente en cada momento, en cada lugar, en mí, en mis hermanos. Pero necesito hacerme consciente, disfrutarte, celebrar tu presencia. Dame ese regalo que ya he recibido de ti otras veces, la alegría de sentirte en mi corazón, en mi piel, en mi vida.

La lectura de hoy es de la primera carta de Pablo a los Corintios (1Cor 12, 12-30):

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno sólo.

Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso. Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen mas débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.

Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían. Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

Te ruego Padre,
que todos sean uno
como tú y yo
somos uno.
Te ruego Padre,
que todos sean uno
como tú y yo
somos uno.

Te ruego Padre, que el amor
esté presente en cada hombre.
Habita en cada corazón,
cuando pronuncie tu nombre.
Y así todos juntos,
sean uno en el amor.

Te ruego Padre,
que todos sean uno
como tú y yo
somos uno.
Te ruego Padre,
que todos sean uno
como tú y yo
somos uno.

Te ruego por los que creerán,
en mi a través de su palabra.
Te pido Padre la unidad,
que todos se hablen como hermanos.
Y así el mundo crea,
que me has enviado tú.

Te ruego Padre,
que todos sean uno
como tú y yo
somos uno.
Te ruego Padre,
que todos sean uno
como tú y yo
somos uno.

Te ruego Padre interpretado por Paco Fernández del Amor, «Mira de nuevo»

El cuerpo de Cristo es su Iglesia. Los que confesamos a Jesús como Señor, somos su cuerpo. Que distinto es cuando me acerco a mi hermano, a mi hermana, con la reverencia y la devoción de que estoy delante del cuerpo de Cristo.

Pablo celebra la diversidad de la comunidad. Seguramente entre los cristianos de Corinto había problemas y discriminaciones, como puede ocurrir en nuestras comunidades hoy. Pero Dios quiere la solidaridad, que vivamos con talentos diferentes, distintos, únicos, para enriquecer este cuerpo de Cristo que formamos.

Al contrario de la mentalidad predominante, Dios da más honor a los que menos valen. Aún nos queda camino para vivir así, para valorar más a los pobres, a los migrantes, a los discapacitados, a los que tienen mala fama. En definitiva los que nuestra sociedad desprecia.

Pablo acompañaba a los primeros cristianos. Su sabiduría sigue siendo válida para nuestras comunidades de hoy. Escucho sus palabras ahora adaptadas a este tiempo y a todos los que siguen a Jesús.

Adaptación de 1Cor 12, 12-30 (RV)

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, hombres y mujeres, de un país o de otro, jóvenes o ancianos, trabajadores, estudiantes, parados, ricos, pobres, ágiles o torpes, conversadores o silenciosos, sanos o enfermos… todos nosotros formamos parte de ese mismo cuerpo, bautizados en su mismo Espíritu.

Si todos fuéramos iguales. Si todos viéramos los mismos programas en la televisión, tuviéramos idénticas aficiones, leyésemos el mismo libro, pensásemos de una única forma, ¿no sería terrible?

Si uno dijera, “es que tú y yo pensamos distinto en este punto o este otro, luego no podemos ser parte de la misma iglesia”, “es que nos preocupamos por problemas diferentes, luego tenemos distinto Dios…” ¿No sería demasiado excluyente? Si solo hubiera una forma de celebrar, una forma de pensar, una forma de actuar, ¿dónde quedaría la riqueza de una comunidad viva? ¿No sería una masa informe?

Somos muchos. Y distintos. Cada uno aporta algo al conjunto. No solo los más brillantes, los más elocuentes o los más asertivos. A menudo son los que parecen más débiles, más frágiles o pasan más desapercibidos, quienes en realidad hacen más falta. Ese es el secreto de la comunidad. El valor de lo pequeño. El contraste entre el brillo aparente y la grandeza escondida.

Pero que no haya divisiones en el cuerpo, en la comunidad. Puede haber diferencias, porque somos distintos, pero no dejemos que las diferencias se conviertan en barreras que nos incomuniquen a unos de otros. Dios ha distribuido en la iglesia muchos carismas y talentos, muchas sensibilidades. Hay hoy gente más apegada a la tradición y gente más abierta a lo nuevo. Hay quien coordina. Y quien enseña. Hay quien cuida, con ternura, de los enfermos. Hay quien investiga. Hay quien canta. Hay quien vive solo. Quien forma una familia. Quien abraza una comunidad. Hay catequistas. Y sacerdotes. Y laicos comprometidos con la realidad concreta. Y religiosos y religiosas.

Todos sois necesarios.

Agradezco al Señor los dones que me ha dado a mí y los que contemplo en mi comunidad, en mis hermanas y hermanos en la fe. Juntos, el Señor y yo, celebramos esta riqueza.

Que esta oración te pueda acompañar a lo largo de la semana, repitiendo en tu interior, una y otra vez, este anhelo: que todos seamos uno…; que todos seamos uno…

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Liturgia 27 de enero

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Misa del Domingo (verde)
 
Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Credo. Prefacio dominical
 
Leccionario: Vol. I (C)
• Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10. Leyeron el libro de la Ley, explicando su sentido.
Sal 18. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
1Cor 12,12-30. Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

• Lc 1, 1-4; 4, 14-21. Hoy se ha cumplido esta Escritura.

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Antífona de entrada Cf. Sal 95, 1. 6
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.

Monición de entrada
Nuevamente nos hemos reunidos, convocados por Jesús resucitado, para celebrar la Eucaristía. Él nos trae vida, esperanza, transformación de los corazones. Él trae liberación, dignidad, luz. Él llena nuestro mundo con la fuerza de Dios, la novidad de Dios, el amor de Dios hacia los pobres. Escuchándole, renovamos hoy, una vez más, nuestra voluntad de seguirle.

Acto penitencial
Por eso empezamos nuestra celebración pidiendo perdón por nuestros pecados.

• Tú que eres compasivo y misericordioso. Señor, ten piedad.
• Tú que anuncias a tu pueblo la conversión y el perdón de los pecados. Cristo, ten piedad.
• Tú que perdonas y aceptas siempre a quien se convierte y hace penitencia. Señor, ten piedad.

Gloria

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno,
orienta nuestros actos según tu voluntad,
para que merezcamos abundar en buenas obras
en nombre de tu Hijo predilecto.
Él, que vive y reina contigo.

Credo
Unidos ahora a todos nuestros hermanos cristianos de cualquier confesión, que profesan el mismo credo que nosotros, confesemos nuestra fe.

Oración de los fieles
Como pueblo convocado por el Señor en este día consagrado a Él, presentemos ahora nuestras súplicas a Dios Padre, que nos ha enviado a su Hijo Jesucristo, cuya palabra es espíritu y vida e instruye al ignorante.

1.- Por la Iglesia; para que anuncie siempre la palabra de Dios con fidelidad y valentía. Roguemos al Señor.

2.- Por las vocaciones sacerdotales; para que el Espíritu de Dios suscite santas y abundantes vocaciones al ministerio sacerdotal al servicio de nuestra diócesis, que nos anuncien que sólo hay un Dios, una fe y un Bautismo. Roguemos al Señor.

3.- Por los responsables de las naciones y de los organismos internacionales; para que busquen con conciencia recta lo que favorece más el progreso y no se dejen dominar por el afán del dinero y del poder. Roguemos al Señor.

4.- Por los que dedica su tiempo a aliviar los sufrimientos de los enfermos y de los miembros más débiles de la sociedad; para que en cada uno de ellos sepamos reconocer la presencia y el rostro de Cristo que da más honor a los más necesitados. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros, reunidos en torno al altar; para que seamos constructores del Reino de Dios anunciando el año de gracia del Señor, según los dones que cada uno hayamos recibido. Roguemos al Señor.

Oh Padre, que has enviado a Cristo, rey y profeta, a proclamar la buena noticia a los pobres de tu reino; escucha nuestras oraciones y haz que la palabra que hoy resuena en la Iglesia, nos edifique en un solo cuerpo y nos haga instrumento de liberación y de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
S
eñor, recibe con bondad nuestros dones

y, al santificarlos,
haz que sean para nosotros
dones de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio dominical

Antífona de comunión Cf. Sal 33, 6
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.

O bien: Cf Jn 8, 12
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Oración después de la comunión
C
oncédenos, Dios todopoderoso,

que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora
nos gloriemos siempre
del don que nos haces.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
— La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio
custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos
en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Seño.

— Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Amén.

Santoral 27 de enero

El santoral consigna entre sus más célebres santos a un español y catalán: Enrique de Ossó y Cervelló, de profunda espiritualidad teresiana, que vivió en la segunda mitad del siglo XIX. Su lema de vida fue conocer y amar a Jesús, todo por Jesús.Fue escritor y publicista, pedagogo y apóstol de la juventud. Llevado de su celo pastoral fundó seis movimientos apostólicos entre los que descuella la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Este hombre de oración y maestro de oración fue canonizado por Juan Pablo II el día 16 de junio de 1993.

Hoy hacemos también memoria de Santa Ángela de Merici fundadora de la Compañía de Santa Úrsula, comúnmente llamadas ursulinas, de Juan María, niño decapitado en Uganda en 1887 por declararse cristiano, de Gilduino diácono, Devota virgen y mártir de Córcega, Julián primer obispo de Le Mans, Julián de Sora de origen dálmata y también decapitado por su fe, Manfredo eremita, Mario abad, Teodorico obispo y Vitaliano papa.

Añadimos los beatos Jorge Matulaitis, arzobispo lituano, fundador de una Congregación de clérigos y otra de hermanas, Marcolino de Forli, presbítero dominico, Juan, obispo francés, Rosalía de Verdier mártir de la revolución francesa y Manfredo Settala sacerdote y eremita.

Álvaro Maestro Jesús

Laudes – Domingo III de Tiempo Ordinario

LAUDES

DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya. +

SALMO 94: INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendición al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
qu eno entrarán en mi descanso».»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Cristo,
alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo!

En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.

En el día primero,
vio que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.

La mañana celebra
tu resurrección y se alegra
con claridad de Pascua.

Se levanta la tierra
como un joven discípulo en tu busca,
sabiendo que el sepulcro está vacío.

En la clara mañana,
tu sagrada luz se difunde
como una gracia nueva.

Que nosotros vivamos
como hijos de luz y no pequemos
contra la claridad de tu presencia.

SALMO 92: GLORIA DEL SEÑOR CREADOR

Ant. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

El Señor reina, vestigo de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

CÁNTICO de DANIEL: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Ant. Eres alabado, Señor, y ensalzado por los siglos. Aleluya.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
Astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
Vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Ant. Eres alabado, Señor, y ensalzado por los siglos. Aleluya.

SALMO 148: ALABANZA DEL DIOS CREADOR

Ant. Alabad al Señor en el cielo. Aleluya. +

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, entrellas lucientes.

Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.

Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.

Les dió consistencia perpetua
y una ley que no pasará.

Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,

rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes,

montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,

fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,

los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,

alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo

Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escongido

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo

Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.

LECTURA: Ez 37, 12b.14

Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que yo soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago». Oráculo del Señor.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V/ Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

R/ Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
V/ Ten piedad de nosotros.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.

PRECES

Invoquemos a Dios Padre, que, por mediación de su Hijo, envió el Espiritu Santo, para que con su luz santísima penetrar las almas de sus fieles, y digámosle:

Ilumina, Señor, a tu pueblo.

  • Te bendecimos, Señor, a ti que eres nuestra luz,
    — y te pedimos que este domingo que ahora comenzamos transcurra todo él consagrado a tu alabanza.
  • Tú que, por la resurrección de tu Hijo, quisiste iluminar al mundo,
    — haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.
  • Tú que por el Espíritu de la verdad, adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
    — envía este mismo Espíritu a tu Iglesia para que permanezca siempre fiel a ti.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Tú que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las tinieblas
    — y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.