Vísperas – Jueves VII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES VII TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Éste es el día del Señor.
Éste es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.

Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes,
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.

Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos:

Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten  mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:

La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMO 131: PROMESAS A LA CASA DE DAVID

Ant. Que tus fieles, Señor, vitoreen al entrar en tu morada.

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Que tus fieles, Señor, vitoreen al entrar en tu morada.

SALMO 113

Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan,
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: 1P 3, 8-9

Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis sido llamados: para heredar una bendición.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor nos alimentó con flor de harina.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

R/ Nos sació con miel silvestre.
V/ Con flor de harina.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Cristo, pastor, protector y ayuda de su pueblo, diciendo:

Señor, refugio nuestro, escúchanos.

  • Bendito seas, Señor que nos has llamado a tu santa Iglesia;
    — consérvanos siempre en ella.
  • Tú que has encomendado al papa la preocupación por todas las Iglesias,
    — concédele una fe inquebrantable, una esperanza viva y una caridad solícita.
  • Da a los pecadores la conversión, a los que caen, fortaleza,
    — y concede a todos la penitencia y la salvación.
  • Tú que quisiste habitar en un país extranjero,
    — acuérdate de los que viven lejos de su familia y de su patria.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • A todos los difuntos que esperan en ti,
    — concédeles el descanso eterno.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, oremos con confianza a Dios, nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, te damos gracias por el día que termina e imploramos tu clemencia para que nos perdones benignamente todas las faltas que, por la fragilidad de la condición humana, hemos cometido en este día. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V.El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 28 de febrero

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 9,41-50
«Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga; pues todos han de ser salados con fuego. Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.»

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta algunos consejos de Jesús sobre la relación de los adultos con los pequeños y excluidos. En aquel tiempo, mucha gente pequeña era excluida y marginada. No podía participar. Muchos perdían la fe. El texto que vamos a meditar tiene algunas afirmaciones extrañas que si se toman al pie de la letra causan perplejidad en la gente.
• Marcos 9,41: Un vaso de agua es recompensado. Aquí se inserta una frase suelta de Jesús: En verdad os digo: Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua porque sois de Cristo y lleváis su nombre, os aseguro que no quedará sin recompensa. Dos pensamientos: a) “Cualquier que os dé un vaso de agua”: Jesús está yendo a Jerusalén para entregar su vida. ¡Gesto de gran entrega! Pero no olvida los gestos pequeños de entrega del diario vivir: un vaso de agua, una acogida, una limosna, tantos gestos. Quien desprecia el ladrillo, ¡no construye nunca una casa! b) “Porque sois de Cristo”: Jesús se identifica con nosotros que queremos pertenecer a El. Esto significa que, para El, tenemos mucho valor.
• Marcos 9,42: Escándalo para los pequeños. Escándalo, literalmente, es la piedra por el camino, piedra en el zapato; es aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños es ser motivo por el cual los pequeños se desvían del camino y pierden la fe en Dios. Quien hace esto recibe la siguiente sentencia: “¡Al cuello una piedra de molino y ser echado al mar!”¿Por qué tanta severidad? ¿Porque Jesús se identifica con los pequeños? (Mt 25,40.45). ¡Quien hace algo a ellos, lo hace a Jesús! Hoy, en el mundo entero, los pequeños, los pobres, muchos de ellos se están yendo de las iglesias tradicionales. Cada año, solamente en América Latina, casi unos tres millones de personas migran hacia otras iglesias. ¡No consiguen creer en lo que profesamos en nuestra iglesia! ¿Por qué será? ¿Hasta dónde tenemos la culpa? ¿Merecemos al cuello la piedra de molino?
• Marcos 9,43-48: Cortar la mano y el pie, arrancar el ojo. Jesús manda a la persona que se arranque la mano, el pie y el ojo, en caso de que fueran motivo de escándalo. Dice: “Es mejor entrar en la vida o en el Reino con un pie (mano, ojo) que entrar en el infierno con dos pies (manos, ojos)”.Estas frases no pueden tomarse al pie de la letra. Significan que una persona tiene que ser radical en la opción por Dios y por el Evangelio. La expresión ”geena (infierno) donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”, es una imagen para indicar la situación de la persona que queda sin Dios. La geena era el nombre de un valle cerca de Jerusalén, donde se tiraba la basura de la ciudad y donde siempre había un fuego que quemaba la basura. Este lugar era nauseabundo y para la gente era símbolo de la situación de una persona que dejaba de participar en el Reino de Dios.
• Marcos 9,49-50: Sal e Paz. Estos dos versículos ayudan a entender las palabras severas sobre el escándalo. Jesús dice: “¡Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros!” Una comunidad en la cual se vive en paz, unos con otros, es como un poco de sal que da gusto a toda la comida. La convivencia pacífica y fraterna en la comunidad es la sal que da gusto a la vida del la gente en el barrio. Es un signo del Reino, una revelación de la Buena Noticia de Dios. ¿Estamos siendo sal? Sal que no da gusto, ¡no sirve para nada!
Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños. Varias veces, Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me acoge” (Mc 9,37). Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). El pide que no se desprecien los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer “a uno de estos pequeñuelos” (Mt 25,40). Si Jesús insiste tanto en la acogida que hay que dar a los pequeños, es porque había probablemente mucha gente pequeña ¡que no era acogida! De hecho, muchas mujeres, muchos niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y silenciados (Mt 21,15-16). Hasta los apóstoles impedían que llegasen cerca de Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14). En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades de la época, mucha buena gente era excluida. En vez de acoger a los excluidos, la ley era usada para legitimar la exclusión. En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), a veces indica “niños”, otras veces, indica los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. A veces lo que es “pequeño” en un evangelio, es “niños” en otro. Porque los niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Además de esto, no siempre es fácil discernir entre lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para las cuales los evangelios fueron escritos. Aún así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que estaba presente en la época y la imagen que las primeras comunidades conservaron de Jesús: Jesús se pone del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa.

4) Para la reflexión personal

• En nuestra sociedad y en nuestra comunidad, ¿quiénes son hoy los pequeños y los excluidos? ¿Cómo está siendo la acogida que les damos?
• “Cuerda al cuello”. Mi comportamiento ¿merece una cuerda o una cuerdecilla al cuello? ¿Y el comportamiento de nuestra comunidad: qué se merece?

5) Oración final

El Señor, que tus culpas perdona,
que cura todas tus dolencias,
rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura. (Sal 103,3-4)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

Nº 76: “La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras:

  • oralmente: «los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó»;
  • por escrito: «los mismos Apóstoles y los varones apostólicos pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo» (DV 7).”

 

Es decir que la predicación apostólica, después de la ascensión de Jesucristo a los cielos, hay como dos momentos. Un primer momento en que los apóstoles, acogiendo la llamada que Jesús les había hecho de id y predicad, lógicamente comenzaron haciéndolo oralmente. Siempre existía la escritura en aquel tiempo, pero la escritura no tenía la familiaridad que tenía entre nosotros en este momento. La escritura era algo complicado. La escritura suponía, pues no existía el papel, y había que hacer echando mano de papiros, que eran costosos y que no estaban al alcance de cualquiera. Y suponía entrar en un cierto círculo intelectual del que no formaban parte los apóstoles. O sea que la transmisión escrita era complicada, dificultosa. Y la forma de comunicación a la que estaba totalmente acostumbrado el pueblo era la oral. Con lo cual hubo unos años en los que la predicación de los apóstoles fue oral. Antes de empezar a ponerse por escrito y se comenzó a poner por escrito cuando los apóstoles, que habían sido testigos del Señor, comenzaron a hacerse mayores y ya existía el riesgo de que ellos falleciendo, se quedase la comunidad cristiana sin los testigos directos de lo que Jesús había hecho y empezaron a ponerlo por escrito. Por eso dice que la predicación apostólica tiene dos maneras: oral y escrita. Fue más o menos en esa cadencia que os he dicho.

Continuamos en esta edición del catecismo en el punto 76. La predicación apostólica, cómo comenzó a transmitirse la revelación, la plenitud de la revelación en Jesucristo. Se nos ha dicho, primero oralmente. Primeramente fue la forma oral de transmisión, cosa que a nosotros igual nos puede parecer que es una forma un poco insegura porque tenemos esa experiencia de que cuando alguien te dice que han dicho que dijo que dice… La sensación es que esto no hay quien se fie de ello porque me acuerdo que en algunos campamentos con los niños hemos hecho una especie de juego didáctico en el que a los niños les hemos puesto en un círculo grande, son 20 ó 30 niños en un círculo y entonces el juego consiste en decirle tú al de tu derecha, te inventas una historia breve y se la cuentas al de la derecha, el de la derecha se la cuenta al que tiene a su derecha y así se va dando la vuelta a todo el círculo hasta que regresa al punto de partida. ¿Qué suele ocurrir? De lo que tú dijiste a lo que te ha llegado, ha habido un cambio tremendo porque cada uno le añade lo suyo y bueno, cada uno puede sacar la siguiente conclusión. Es que la transmisión oral, la transmisión de que dicen, han dicho que dijo… es muy insegura y así no se transmiten las cosas. O se ponen por escrito o las palabras se las lleva el viento. No proyectemos en los demás algún problema nuestro. Nosotros hemos llegado a ser una cultura en la que la palabra tiene en nosotros muy poca capacidad de transmisión fiel de las cosas. Hasta el punto que la palabra no tiene muchas veces valor si no está puesta por escrito. A mí eso me lo pones por escrito si no, no sirve para nada.

Pero es que para entender los evangelios hay que remontarse a la cultura semítica y ser conscientes de que la transmisión oral tiene un valor y una importancia similar o incluso superior a la transmisión escrita. Es un pueblo, el pueblo semítico que tiene una asombrosa capacidad de fidelidad. Primero de memorización. Una asombrosa capacidad de memorización de los textos antiguos. El pueblo judío era educado en el aprendizaje de todos los salmos, de los 150 salmos y se los sabía de memoria, y los recitaba. Y la recitación memorística era la cultura en la que nacían los niños y crecían en ella. Tenían muchos artificios memotécnicos, es decir, para poder aprender las cosas de memoria solían hacer determinados ritmos, paralelismos… para que lo que aprendiesen tuviese ciertas reglas memotécnicas para quedarse con ello. Series de cierto número de elementos, palabras gancho… para que la memorización uno se quede más fácilmente con ella. Solían repetirla a modo pedagógico, la recitaban incluso semitonada, como murmurándola para que de esa manera la retuvieran. Cuando uno le pone musiquilla a la letra parece que se queda más fácilmente con ella. En el pueblo judío esto era muy frecuente. Se aprendía de memoria un texto oral para poder transmitirlo. Y una vez que se aprende de memoria el texto, ya es más fácil explicarlo. Por eso sería un error que nosotros proyectando nuestra cultura en la que la transmisión oral es poco fiable pensásemos que si los apóstoles predicaron oralmente las cosas, pues aquello tuvo que ser poco fiable. No. Tenía un grado de fiabilidad altísimo porque formaba parte de su cultura la transmisión oral. Por ejemplo hay textos de san Pablo a los Corintios que son bien aleccionadores. Cuando dice en 1Cor 11, 23, porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido. Que el Señor Jesús la noche en que fue entregado tomó pan y después de dar gracias lo partió y dijo, esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en recuerdo mío. Así mismo también la copa, después de cenar diciendo: esta copa es la copa de mi alianza en mi sangre.Pero es impresionante que comience diciendo, porque yo he recibido del Señor lo que os he transmitido, como diciendo yo ni he añadido ni he quitado. O por ejemplo 1Cor 15, 3. Os recuerdo hermanos el evangelio que os prediqué que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también estáis salvados. Porque os transmití en primer lugar lo que a mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados, según las escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las escrituras, que se apareció a Pedro y luego a los doce…Con qué fuerza Pablo predica, os he trasmitido lo que ha su vez he recibido.No lo invento desde mi subjetividad, sino que hay una obligación muy grande de conformarse a la objetividad de lo que se me ha transmitido.

También hay otros textos que son muy curiosos en los que por ejemplo, aunque san Pablo no diga literalmente esto, hace referencia a que eso ya lo dijo el Señor. Por ejemplo, uno lee Mt 5, 32, allí dice. Pues yo os digo, todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace adultera y que se case con una repudiada comete adulterio.Luego está leyendo la carta de san Pablo a los Corintios 1Cor 7, 10 y lee: En cuanto a los casados les ordeno, no yo sino el Señor, que la mujer no se separe del marido. Fijaron, dice les digo pero no les digo yo, sino que lo dijo el Señor. Fíjate como san Pablo había leído aquel texto que ahora está recogido en Mt 5, 32, es decir, la había escuchado esa predicación de Jesús, que Jesús se posicionaba en contra del divorcio, en cuanto a los casados os digo, no yo, sino se lo dice Jesucristo, que el matrimonio no se separe… Está claramente refiriéndose a la misma tradición de Jesús, aunque no cite la misma frase. Es hermoso ver cómo Pablo cuando predica, ya sabemos que tenía un gran carisma, era un hombre que por su carisma tan grande podía haber tendido, un tanto, a innovar. Nada de innovaciones, él era totalmente fiel a transmitir lo que había recibido de Jesucristo. Ese es algo sagrado para él. Al mismo tiempo dice, por escrito, pasada esa fase, esa fase de transmisión oral, llega esa fase en la que entienden que hay que poner por escrito todo aquello que, y es frecuente encontrar en los evangelios, por ejemplo, en la conclusión, prácticamente en el epílogo del evangelio de san Juan dice: muchos otros signos que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de sus discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en su nombre. Más tarde dice,muchas otras cosas hizo Jesús, si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir. Los evangelios también hacen referencia al momento en que la tradición oral se pone por escrito. Supongo que alguien podrá decir, y todo, todo lo que Jesús había predicado, y todo lo que había pasado a formar parte de la tradición oral, de lo que se contaba, bien sea mediante relatos aprendidos de memoria, las palabras de Jesús, himnos litúrgicos, porque había distintas maneras de guardar memoria de todo lo que había dicho Jesús. ¿Todo eso se puso por escrito? Pues, obviamente no se podría, sin duda alguna algunas cosas quedarían sin ponerse por escrito. La prueba es que los evangelistas claro que sustancialmente cuentan lo mismo, pero no es que literalmente digan lo mismo. Se complementan. También alguno cuenta cosas que el otro no contó. O por ejemplo existe un texto, más de un texto, en las cartas de Pablo y en los Hechos de los Apóstoles, en los que se hace referencia a alguna cosa de lo que dijo Jesús que quedó sin recogerse en los evangelios. Por ejemplo ese pasaje que dice: como dijo el Señor, más alegría hay en dar que en recibir.Pues eso no había quedado recogido en los evangelios. Es curioso. Se ve que los apóstoles, en ese momento echaron mano de la predicación oral que por lo que sea no había quedado por escrito. Dice, como decía el Señor, más alegría hay en dar que en recibir. Eso lo decía el Señor y lo sabemos porque nos lo han contado en el nuevo testamento, pero fíjate, en concreto ese versículo no había quedado recogido en los evangelios. Es decir, que no quiere decir que quedase recogido todo lo que Jesús había hecho. Aquí un poco exagerando dice san Juanes que si se hubiese recogido todo, todo, no habría sitio en el mundo para todos los libros. Es una exageración, pero como diciendo, soy consciente de que yo he puesto por escrito lo sustancial, lo fundamental, pero era imposible poner por escrito todo. También era imposible transmitir oralmente todo lo que había dicho Jesucristo. Pero sin duda alguna la predicación apostólica pone por escrito lo sustancial de la predicación oral y la predicación oral ha transmitido lo sustancial de lo que dijo Jesucristo. Estamos pues hablando de la tradición apostólica y como se transmite esa revelación a través de ella.

Comentario del 28 de febrero

Las palabras de Jesús referidas al escándalo son tan tajantes que cortan hasta la respiración. Oigámoslas una vez más: El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Se trata del escándalo de los pequeños que creen, pero a los que un simple mal ejemplo o una mala experiencia puede quitarles la fe. Escándalo es siempre una «piedra de tropiezo» en el camino del bien; es una incitación al mal o al pecado. Por eso, la conducta desviada de un creyente puede resultar realmente escandalosa en la medida en que interfiere como un obstáculo en el camino del bien o de la fe de otros muchos.

Y los más expuestos al escándalo (lo mismo que a la mala influencia) son los más débiles, tanto religiosa como moralmente, esos pequeñuelos que creen a los que alude Jesús. Son pequeñuelos seguramente en el sentido de ser muy influenciables por los buenos y los malos ejemplos de aquellos a quienes conceden autoridad moral; y creen, pero su fe es todavía muy frágil o muy tierna, como esa planta a la que el clima y el tiempo no ha curtido aún. Pues bien, al que escandalice a uno de estos pequeñuelos les espera una pena aún peor que la que sufren los que son arrojados al mar con una piedra de molino al cuello para que no emerjan a la superficie. La severidad de la condena denota la gravedad de la falta a los ojos del juez.

Pero Jesús no se detiene aquí; habla también de otro tipo de escándalo que no rebasa el perímetro personal. Es el que provoca en cada uno el uso que hace de sus órganos sensoriales. Si tu mano te hace caer –dice-, córtatela; más te vale entrar manco en la vida que ir a parar con las dos manos al abismo, el fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer… Y si tu ojo de hace caer, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al abismo.

Aquí no son otros los que escandalizan, sino nuestras propias manos y ojos. Pero lo que incita al mal, a la comisión de un pecado de robo, homicidio o adulterio, no son las manos, los ojos o los pies –aun teniendo estos parte en la acción-, que carecen de autonomía para el obrar, sino la intención con que se mira o se toca eso que, ante tales manos, ojos o pies, se convierte en «objeto» de codicia, de avaricia o de lujuria. Lo que nos escandaliza no es siquiera ese «objeto» que nos incita al mal, sino el encuentro del objeto con la codicia. Es la codicia o la lujuria que habitan en nosotros lo que hace de un determinado objeto (cosa o persona) objeto de codicia.

El escándalo se produce, por tanto, cuando se produce el encuentro de la codicia o la lujuria con un cierto objeto; y ese encuentro acontece de ordinario por la vía sensorial. Lo que no se ve, no se desea; es verdad que puede desearse también lo imaginado, pero la imaginación ya es un cierto modo de visión. Si cortamos esta vía sensorial (la de las manos, pies u ojos) reducimos enormemente el poder de atracción del mal presente en un determinado objeto. Sin manos y sin pies es más difícil robar; sin ojos es más difícil desear a una mujer o dejarse arrastrar por el incentivo de la lujuria. Aun así, mientras haya lujuria o codicia en el corazón humano, éste podrá buscar el modo de encontrar satisfacción. No bastará, por tanto, con cortarse las manos o sacarse los ojos para frenar el flujo de la codicia o la lujuria.

Cuando Jesús usa expresiones tan radicales, que algunos consideran hiperbólicas, no pretende otra cosa que proponer un remedio, también radical, frente al poder de arrastre que tiene el mal en personas en las que pervive la concupiscencia. Para hacer frente al mal que nos atrae, Jesús no está proponiendo como parece la medida quirúrgica de la amputación de manos, pies u ojos. Este procedimiento vale para frenar una gangrena que, empezando por los pies, puede extenderse a todo el cuerpo y provocar la muerte. Aquí la amputación puede ser el único remedio medicinal para atajar una enfermedad. Pero en el terreno moral las amputaciones han de ser de otro tipo, como el de cortar una relación personal, o el de abstenerse de ver ciertas imágenes o espectáculos, o el de no pisar o frecuentar ciertos lugares que pueden resultar muy nocivos para la salud espiritual y psíquica, ya que en tales circunstancias no seríamos capaces, o sólo lo seríamos con extrema dificultad, de poner freno a nuestros bajos instintos o de detener el empuje de nuestra codicia.

Más te vale entrar manco (o tuerto) en la vida que ir con las dos manos (o los dos ojos) al abismo, al fuego que no se apaga. La gravedad de la acción se mide por el valor de aquellas cosas de que somos privados. Ir a parar al abismo es vernos privados de la vida o de los bienes del Reino, vida o bienes de los que se podría gozar sin manos o sin ojos, puesto que tales órganos ya no serían necesarios para esa vida. Pero, como ya he indicado, no se trata de cortarse las manos o de sacarse los ojos, sino de amputar esas vías por las que seríamos presa fácil del mal con manos y ojos o sin ellos.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Artículo 23. Debe haber distintas clases de profesores, especificadas en los estatutos según el grado de preparación, inserción, estabilidad y responsabilidad en la Facultad, teniendo oportunamente en cuenta la costumbre de las Universidades de la región.

Los frutos de nuestra vida

Después de escuchar el pasado domingo la llamada de Jesús acerca del amor a todos, incluso a los enemigos, y a punto de celebrar el Miércoles de Ceniza y con él dar comienzo a la Cuaresma, la liturgia de la palabra nos invita hoy a preguntarnos si los frutos que estamos dando en nuestra vida son los frutos que espera Dios de nosotros, y a tomarnos en serio el camino de conversión y de preparación a la Pascua que comenzaremos el próximo miércoles con la imposición de la ceniza.

1. La verdadera justicia comienza por uno mismo. Después de las exigencias del amor a los enemigos que escuchábamos en el Evangelio del pasado domingo, hoy Jesús nos invita a revisarnos a nosotros mismos. Es fácil pensar que los demás son los que no hacen bien las cosas. Cuántas veces leemos en la Escritura algún texto, o escuchamos la homilía de un sacerdote, y pensamos: qué bien le vendría a fulanito escuchar esto… Por eso hoy Jesús nos llama la atención y nos dice que no es posible que podamos ver la mota de polvo que tiene el otro en su ojo cuando intentamos quitársela, si no nos quitamos nosotros primero la viga que tenemos en el nuestro. Es decir, que hemos de empezar por juzgarnos a nosotros mismos antes de juzgar a los demás, que hemos de corregirnos a nosotros mismos antes de pretender corregir a los demás. No está el discípulo por encima de su maestro, dice Jesús en el Evangelio de hoy, y esto se completa cuando nos damos cuenta de que hemos de considerar a los demás como maestros, como superiores a nosotros. Hemos de abrir bien los ojos, pero no para fijarnos en las faltas y en los defectos de los demás, sino para ver primero nuestras faltas y defectos, para sacarnos las “vigas” de nuestros ojos, y entonces, cuando veamos con claridad, poder guiar a otros, poderles ayudar a quitarse la mota de polvo que tienen en su ojo. Qué fácil es exigir a los demás, cuando nosotros no hacemos muchas veces ni la mitad de lo que exigimos a otros. Si queremos que las cosas vayan bien, si deseamos que el mundo o la misma Iglesia funcionen mejor, comencemos por cambiarnos a nosotros mismos y pongámonos en camino de conversión, y después estaremos en disposición de ayudar a otros a que se corrijan.

2. ¿De qué tenemos lleno el corazón? Jesús, a continuación, nos invita a preguntarnos qué tenemos en nuestro interior, en nuestro corazón. Pues “de lo que rebosa el corazón habla la boca”. Si queremos un criterio que nos ayude a conocer qué tenemos en nuestro corazón, fijémonos en las cosas que decimos. ¿De qué cosas solemos hablar?, ¿cuáles son nuestros temas habituales de conversación? Así es como sabremos si nuestro corazón está lleno de amor y de compasión hacia los demás o más bien está lleno de juicios; o si en verdad está lleno de Dios o más bien está lleno de las cosas del mundo. Jesús nos recuerda que cada árbol da el fruto que le corresponde, y que de un árbol bueno se espera que dé fruto bueno, mientras que de un árbol malo se espera que de fruto malo. Del mismo modo, de un hombre que tiene un buen corazón, lleno del amor de Dios, saldrán frutos de bondad, de amor y de misericordia hacia los demás, mientras que un corazón lleno de maldad, de rencor y de juicios hacia los demás sólo podrá dar furos de odio, de división y de maldad. Por ello, hoy es un buen día, cercanos ya a la Cuaresma, para que nos preguntemos: ¿cuáles son los frutos que estoy dando?

3. Dios nos da la victoria sobre el mal y sobre la muerte. Pero no hemos de olvidar que quien llena nuestro corazón de la bondad y del amor es Dios. Él es quien nos da la salvación y quien es capaz de convertir nuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Es importante recordar esto: que no somos nosotros quienes podemos cambiar nuestro corazón, por mucho que nos esforcemos en ello. Es Dios, como nos dice san Pablo en la segunda lectura, quien nos da la victoria sobre el mal y sobre la muerte, es Él quien ha vencido a la muerte con su propia muerte. Así, si deseamos dar los buenos frutos que Dios espera de nosotros, lo primero que hemos de hacer es acercarnos a Él, con un corazón sencillo y humilde, para que Él llene nuestro corazón de la bondad y del amor. Demos gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Jesucristo, como nos invita san Pablo, conscientes de que no somos nosotros, sino que es Dios quien vence a la muerte. Ya no hay nada que pueda con nosotros si estamos con Él y en Él.

Este tiempo de Cuaresma, que estamos ya cercanos a comenzar, es un tiempo propicio de conversión para acercarnos de nuevo a Dios y dejar que Él nos transforme, que nos ayude a quitar las “vigas” que tenemos en nuestros ojos, que llene nuestro corazón de amor y de misericordia, pues es Él quien ha muerto por nosotros en la cruz y es Él quien nos da la salvación.

Francisco Javier Colomina Campos

Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.»

Lucas 6, 39-45

 

Comentario del Evangelio

Mirad lo que nos dice Jesús hoy en el Evangelio del domingo… Yo me quedo con dos cosas. La primera de todas es una llamada a que seamos humildes, a que no nos creamos mejores que los demás: “¿Por qué te fijas en la mora que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” Jesús quiere que dejemos de criticar tanto a los demás y que primero intentemos ser nosotros un poco mejores.

Y después dice algo muy bonito sobre las personas que son buenas, esas personas que rápidamente nos damos cuenta que son todo bondad: “El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien”. Hacer el bien, ser bueno, ser justo es nuestro tesoro más grande. Esto es lo verdaderamente importante en la vida.

 

Para hacer vida el Evangelio

• Escribe el nombre de alguna persona que puedas decir de ella que es una buena persona.

• ¿Por qué debemos ser buenos y justos los cristianos? ¿Cómo podemos los cristianos crecen en hacer el bien a los demás?

• Escribe un compromiso que te permita ser mejor persona, más bueno con los demás.

 

Oración

Gracias por hacernos caer en la cuenta
de nuestra fragilidad.
Eso nos hace grandes,
porque caemos en la cuenta
de que eres Tú
quien nos magnifica,
partiendo de nuestra pequeñez.
No nos permitas malgastar palabras en desamor,
no nos dejes hablar mal de nadie, enséñanos a decir el Amor,

a expresar la ternura y el cariño,
a elegir las palabras más dulces
y generadoras de fraternidad.
Haznos constructores
de la gran familia humana,
siendo hermanos de todas las personas, creando calidez alrededor
y calor de mesa camilla en el trabajo,
en la calle, en la familia
y en la sociedad.
Esta es la revolución del Evangelio
que Tú nos propones
y nos invitas a inventar.
En ello queremos gastar la vida, Señor.

Tiempo malgastado

Y como Pablo queremos pedir
¡Cuánto tiempo y energía gastamos,
Señor,
en hablar de los defectos
del hermano!
Y necesitamos encontrarle fallos,
para así poder soportar
los nuestros propios…
¡Somos tan frágiles, Dios nuestro!
Somos como niños malcriados, celosos,
inseguros, necesitados de aprobación.

Gracias por hacernos caer en la cuenta de nuestra fragilidad.
Eso nos hace grandes,
porque caemos en la cuenta
de que eres Tú
quien nos magnifica, partiendo de nuestra pequeñez.

No nos permitas malgastar palabras en desamor,
no nos dejes hablar mal de nadie, enséñanos a decir el Amor,
a expresar la ternura y el cariño, a elegir las palabras más dulces
y generadoras de fraternidad.

Haznos constructores
de la gran familia humana, siendo hermanos de todas las personas,
creando calidez alrededor

y calor de mesa camilla en el trabajo, en la calle, en la familia
y en la sociedad.
Esta es la revolución del Evangelio que Tú nos propones
y nos invitas a inventar.
En ello queremos gastar la vida, Señor.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo VIII de Tiempo Ordinario

• Jesús se dirige a los discípulos con la misma frase, la de versículo 39, que aplica a los fariseos en Mt 15,14. “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?”

•  Con la expresión «ciego» (39), Jesús se refiere a la persona que no tiene la luz de la Palabra de Dios.

• «Guiar» (39) es una alusión directa a los que tendrán la misión de guiar a la comunidad cristiana, misión que consiste en transmitir esta luz de la Palabra de Dios.

• Toda persona está llamada a ser guía de la comunidad, por tanto, necesita dejarse llenar ella misma de la luz de la Palabra. Una Palabra que se ha hecho carne en Jesús (Jn 1,14). El guía tiene que llenarse de Jesucristo.

• Con la afirmación de que «un discípulo… cuando termine su aprendizaje, será como su maestro» (40), Jesús, que es el Maestro, está diciendo que nos quiere como Él mismo. Todos los discípulos estamos llamados a ser otro Cristo. Es la vocación que hemos recibido por el Bautismo y lo que ya somos por el Bautismo.

• «La mota y la viga» (42-43): la «viga», imagen de lo que nos impide «ver»: nos impide recibir la luz de la Palabra y descubrir el don de Jesús, la vocación. Nos impide ver al hermano correctamente y lo juzgamos. Sin la Palabra de Dios no nos vemos bien ni a nosotros mismos ni a los demás.

• La Palabra de Dios nos sitúa en la humildad de reconocer que las cualidades y virtudes, propias y de los demás, son don de Dios.Y la humildad de reconocer que de los defectos que vemos en los demás también nosotros participamos.

• El «árbol» (44): la persona enraizada en el corazón de Dios, en su Palabra, producirá las obras, «frutos», de Dios. Y no sólo las obras, también las palabras de su boca (45) serán expresión de la Palabra de Dios.

Comentario al evangelio – 28 de febrero

“Si te induce a pecar, ¡córtatelo, sácatelo!” Vivimos tiempos muy duros de pena, desolación y tristeza por los pecados cometidos por miembros de la Iglesia contra víctimas inocentes, que ahora salen a la luz. Personas que abusaron de su autoridad y posición, para satisfacer sus pasiones e instintos más viles con menores. El Papa Francisco está haciendo todo lo posible por aclarar hechos, restituir en lo posible a las víctimas y establecer los mecanismos adecuados para que estas aberraciones no se repitan. Lleva años en esta encrucijada que ya comenzó el anterior pontífice y que le costó la renuncia al cargo, entre otras cuestiones.

El Señor es muy claro en el evangelio de hoy: “El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”. No seré yo el que condene a nadie, pues la misericordia de Dios actuará en el momento conveniente, pero no se encuentran palabras tan duras en labios de Jesús como estas que meditamos hoy.

Ninguno estamos libres de caer en el mal. Con la Palabra de Dios debemos confrontarnos nosotros, no los otros. Por ello, aunque haya pecados abominables en nuestra Iglesia que denunciamos con dolor, hoy nosotros nos palpamos la ropa y miramos a nuestro interior pidiéndole la gracia de no sucumbir jamás al pecado de ningún tipo contra seres inocentes.

El pasaje del Eclesiástico que meditamos hoy también es muy claro: “No digas: «He pecado, y ¿qué me ha pasado?», porque el Señor sabe esperar. Del perdón no te sientas tan seguro, mientras acumulas pecado tras pecado. [ ] No tardes en convertirte al Señor, ni lo dejes de un día para otro, porque de repente la ira del Señor se enciende, y el día del castigo perecerás.”

Oramos hoy por todas las víctimas que han sufrido estos criminales abusos y también por sus autores, por su conversión y arrepentimiento. Oramos por nosotros mismos, para que estemos siempre atentos y vigilantes para no sucumbir a ningún pecado que lesione la integridad física o moral de ningún pequeño/a. Dice el evangelio de hoy en su último versículo: “Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros” Que así sea Señor.

Juan Lozano, cmf