Vísperas – Jueves IV de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES IV TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! Amén.

SALMO 143: ORACIÓN POR LA VICTORIA Y LA PAZ

Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, mi refugio donde me pongo a salvo.

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;

mi bienchechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende;
toca los montes, y echarán humo;
fulmina el rayo y dispérsalos;
dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, mi refugio donde me pongo a salvo.

SALMO 143

Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.

Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.

Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.

Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA: Col 1, 23

Permaneced cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis. Es el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor es mi pastor, nada me falta.
V/ El Señor es mi pastor, nada me falta.

R/ En verdes praderas me hace recostar.
V/ Nada me falta.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor es mi pastor, nada me falta.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.

PRECES

Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente, y digámosle confiados:

Concédenos, Señor, la salud y la paz.

  • Luz indeficiente y Palabra eterna del Padre, que has venido a salvar a todos los hombres,
    — ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.
  • No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
    — pues de ti procede el perdón.
  • Señor, que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de la naturaleza,
    — haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los hombres.
  • Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus hermanos;
    — que, con libertad de espíritu y sin desánimos, puedan realizar su ideal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Señor, que abres y nadie cierra,
    — lleva a tu luz a los que han muerto con la esperanza de la resurrección.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que, siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 7 de febrero

Lectio:  Jueves, 7 Febrero, 2019
1) Oración
Señor: concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda, también, a todos los hombres. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos 6,7-13

Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.» Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.» Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
3) Reflexión
• El Evangelio de hoy continúa el de ayer. El paso por Nazaret fue doloroso para Jesús. Fue rechazado por su misma gente (Mc 6,1-5). Lo que antes era su comunidad, ahora ha dejado de serlo. Algo cambió. A partir de este momento, como informa el Evangelio de hoy, Jesús empieza a andar por los poblados de Galilea para anunciar la Buena Nueva (Mc 6,6) y a enviar a los doce en misión. En los años 70, época en la que Marcos escribe su evangelio, las comunidades cristianas vivían una situación difícil, sin horizonte. Humanamente hablando, no había futuro para ellas. En el 64, Nerón empezó a perseguir a los cristianos. En el 65, estalló la rebelión de los judíos de Palestina contra Roma. En el 70, Jerusalén fue totalmente destruida por los romanos. Por eso, la descripción del envío de los discípulos, después del conflicto en Nazaret, era fuente de luz y de ánimo para los cristianos.

• Marcos 6,7. El objetivo de la Misión. El conflicto creció y tocó de cerca a la persona de Jesús. ¿Cómo reacciona? De dos maneras. a) Ante la cerrazón de la gente de su comunidad, Jesús deja Nazaret y empieza a recorrer los poblados de los alrededores (Mc 6,6). b) Expande la misión e intensifica el anuncio de la Buena Nueva llamando a otras personas para implicarlas en la misión. “Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos”. El objetivo de la misión es sencillo y profundo. Los discípulos participan de la misión de Jesús. No pueden ir solos, sino que deben ir de dos en dos, pues dos personas representan mejor la comunidad que una sola, y se pueden ayudar mutuamente. Reciben poder sobre los espíritus impuros, esto es, deben aliviar el sufrimiento de la gente y, a través de la purificación, deben abrir las puertas de acceso directo a Dios.
• Marcos 6,8-11. Actitudes que hay que tomar en la misión. Las recomendaciones son sencillas: “Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino:”Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.» Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.». Y ellos se fueron. Es el comienzo de una nueva etapa. Ahora ya no es sólo Jesús, sino todo el grupo va a anunciar la Buena Nueva de Dios al pueblo. Si la predicación de Jesús ya causaba conflicto, cuanto más ahora, con la predicación de todo el grupo. Si el misterio ya era grande, ahora va a ser mayor aún con la misión intensificada.
• Marcos 6,12-13. El resultado de la misión. “Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”. Anunciar la Buena Nueva, provocar la conversión o mudanza en las personas y aliviar el dolor de la gente, curando las dolencias y expulsando los males.
• El envío de los discípulos en Misión. En el tiempo de Jesús había otros movimientos de renovación. Por ejemplo, los esenios y los fariseos. Ellos también buscaban una nueva manera de vivir en comunidad y tenían a sus misioneros (Cf. Mt 23,15). Pero cuando iban en misión, iban prevenidos. Llevaban bolsa y dinero para cuidar de su propia comida. Desconfiaban de la comida de la gente porque no era siempre ritualmente “pura”. Al contrario de los otros misioneros, los discípulos y las discípulas de Jesús reciben recomendaciones diferentes que ayudan a entender los puntos fundamentales de la misión de anunciar la Buena Nueva, que reciben de Jesús y que es también nuestra misión:
a) Debían ir sin nada. No podían llevar nada, ni bolsa, ni cintura, ni bastón, ni pan, ni sandalias, ni tener dos túnicas. Esto significa que Jesús nos obliga a confiar en la hospitalidad. Pues aquel que va sin nada, va porque confía en la gente y cree que la gente va a recibirlo. Con esta actitud criticaban las leyes de exclusión, enseñadas por la religión oficial, y por medio de la nueva práctica, mostraban que tenían otros criterios de comunidad.
b) Debían comer lo que la gente les daba. No podían vivir separados con su propia comida, sino que debían sentarse con los demás, en la mesa (LC 10,8). Esto significa que, en el contacto con la gente, no debían tener miedo a perder la pureza tal como era enseñada en la época. Con esta actitud criticaban las leyes de la pureza en vigor y por medio de la nueva práctica, mostraban que tenían otro acceso a la pureza, esto es, a la intimidad con Dios.
c) Debían quedarse hospedados en la primera casa en que fueran acogidos. Debían convivir de manera estable y no andar de casa en casa. Debían trabajar como todo el mundo y vivir de lo que recibían en cambio, “pues el obrero merece su salario” (Lc 10,7). Con otras palabras, ellos debían participar de la vida y del trabajo de la gente, y la gente los acogería en su comunidad y compartiría con ellos su comida. Significa que debían confiar en el compartir.
d) Debían sanar a los enfermos, curar a los leprosos y expulsar los demonios (Lc 10,9; Mc 6,7.13; Mt 10,8). Debían ejercer la función de “defensor” (goêl) y acoger para dentro del clan, dentro de la comunidad, a los que vivían excluidos. Con esta actitud criticaban la situación de desintegración de la vida comunitaria y apuntaban hacia salidas concretas.
Estos eran los cuatro puntos básicos que debían animar la actitud de los misioneros y de las misioneras que anunciaban la Buena Nueva de Dios en nombre de Jesús: hospitalidad, comunión alrededor de la mesa, compartir con los excluidos y acogerlos. Una vez que hubiesen cumplido con esas cuatro exigencias, tenían que gritar a los cuatro vientos: “¡El Reino ha llegado!” (cf. Lc 10,1-12; 9,1-6; Mc 6,7-13; Mt 10,6-16). Pues el Reino de Dios que Jesús nos reveló no es una doctrina, ni un catecismo, ni una ley. El Reino de Dios acontece y se hace presente cuando las personas, motivadas por su fe en Jesús, deciden vivir en comunidad para, así, dar testimonio y revelar a todos que Dios es Padre y Madre y que, por consiguiente, nosotros, los seres humanos, somos hermanos y hermanas, del Reino, del amor de Dios como Padre, que nos hace a todos hermanos y hermanas.
4) Para la reflexión personal
• ¿Tú participas de la misión como discípulo o discípula de Jesús?

• ¿Cuál es el punto de la misión de los apóstoles que tiene más importancia hoy para nosotros? ¿Por qué?
5) Oración final
¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!

En la ciudad de nuestro Dios
está su monte santo,
hermosa colina,
alegría de toda la tierra. (Sal 48,1-2)

Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica

Nº 67: A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas «privadas», algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Éstas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de «mejorar» o «completar» la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.

 

La fe cristiana no puede aceptar «revelaciones» que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes «revelaciones».”

Aquí se explica con más detalle cuál es la aportación de la revelación privada. Es una aportación obviamente importante. Aquí dice que lo que hacen en una época determinada, en una circunstancia determinada de la historia, está acercando una parte de la revelación de Jesucristo, que ya fue predicada por Cristo, y la traen a la actualidad, la subrayan y suponen un consuelo.

Por ejemplo, las apariciones de la Virgen al indio Juan Diego, San Juan Diego o beato Juan Diego. Esas apariciones de la Virgen tienen lugar en un momento clave en el que los indios, todos los indígenas, están un poco perplejos, porque claro, ha llegado la conquista de América y ven llegar allí unos hombres montados en caballos, que ellos ni siquiera conocían el caballo ni el burro. La verdad es que se quedan ellos totalmente obnubilados ante aquellos conquistadores que llegan con armaduras y al mismo tiempo junto con esos conquistadores llegan unos frailes muy humildes, vestidos con una tosca tela que les predican una fe, la fe cristiana. El ejemplo de vida austera y penitente de esos frailes les atrae a los indígenas, pero al mismo tiempo están aturdidos porque para ellos es un cambio fuerte. En ese momento la Virgen María tiene la intuición de aparecerse, de tener una revelación privada con ese indio Juan Diego. Y entonces los indígenas al ver que la Virgen María les habla a ellos directamente, confían y se abren plenamente a la predicación. Y fue providencial esas apariciones de la Virgen de Guadalupe, porque hicieron que hubiera una especie de conexión, signo del amor del Señor y del amor de su madre a los indígenas. Eso por ejemplo.

Podríamos poner más casos. El caso de la Virgen de Fátima fijaros lo que supuso junto a sus promesas de que después que el comunismo arrebatase la fe al final el Corazón Inmaculado triunfaría, la promesa de que la consagración al Corazón de Cristo cambiaría las cosas, es impresionante. Es impresionante como en ese momento en el que en el siglo XX en Europa el comunismo pudo llegar a ser una auténtica fiera, que a la mitad del mundo le impuso, por las armas, un ateísmo, científico y militante, pues tuvo la Virgen María ese consuelo. O lo mismo la Virgen María en Lourdes después de la Revolución Francesa, etc. También tenemos que entender que las revelaciones privadas aunque no formen parte del depósito de la fe, repito, y aunque no sea algo dogmático el creer en ellas, no forma parte del dogma católico el creer en esas revelaciones privadas, sin embargo es verdad que han sido providenciales. Y que en esa estrategia que el Señor y su Madre ha tenido de tener esas revelaciones privadas, nos han ayudado y son signo de su cercanía, de su amor. Dios no puede, no queda quieto, sino que suscita santos, suscita carismas, y también en momentos determinantes de la historia lleva a cabo revelaciones privadas para confortarnos, para subrayar aspectos de aquello que está quedando en el olvido, etc.

Pero como bien dice aquí no se trata que de que un mensaje del Señor o de la Virgen vengan a completar a decirte algo que no te dijo antes, esto no lo he dicho en el evangelio, esto no lo he dicho  en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.

Vamos al punto anterior que teníamos algo por completar y dice:“Aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.”

Es decir esa frase de San Juan de la Cruz, que el Padre pronunció una palabra y luego se quedó mudo.Esa palabra es Jesucristo. Después de Jesucristo ya no nos dice más. Esa palabra es cierta pero no en el sentido de revelación pública. Después de Jesucristo no pretendas que vengan más revelaciones públicas. Pero sí es verdad que Dios sigue hablando a través de su Iglesia para explicitar esa palabra. No para decir más palabras, pero sí para explicitarla, sí para hacerla comprensiva. Sí para hacerla actual. Entonces os acordáis de ese pasaje del evangelio de San Juan cuando el Señor está ya a punto, está anunciado su ascensión a los cielos, Jesús dice, os enviaré el Espíritu Santo, él llevará a su plenitud todo lo que os he revelado. Hay un crecimiento, no en el contenido de la revelación sino en su comprensión progresiva. Vamos poco a poco y según pasan los años, teniendo un crecimiento en la comprensión en el mensaje de Jesucristo. De manera, fijaros, que ahora en el siglo XXI, tenemos un grado de comprensión de quién es Jesucristo y de su palabra y su mensaje, superior al que se tuvo en el siglo II, en el siglo III. Igual esto puede extrañar a alguien. Pero aquellos estaban más cerca de Jesús. Sí, estaban más cerca, históricamente e incluso geográficamente, pero nosotros tenemos un grado de conocimiento superior de Jesucristo, incluso que el que tuvieron los discípulos que escucharon predicar en el sermón de las Bienaventuranzas. Ellos todavía no habían tenido la suerte que hemos tenido nosotros de ver cómo la Iglesia ha explicitado lo que ya está en la Palabra de Dios. Por ejemplo la comprensión de que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, el hecho de que tenga esas dos naturalezas en una sola persona. Tantas cosas que vamos comprendiendo según las vamos también formulando, frente a herejías, frente errores. La Iglesia ha ido reflexionando lo que Jesucristo nos dijo.

La revelación está acabada pero no totalmente explicitada. Vamos explicitando más las cosas, que si os fijáis, también nos pasa un poco nosotros esto. De pequeños aprendimos un catecismo y yo creo que muchos de nosotros aprendimos un catecismo bien aprendido. Pero ahora se dan cuenta que recibiendo una buena catequesis, pues se va explicitando más. No en el sentido de que ahora escuchen cosas que antes no oyeron, sino en el sentido de que vamos explicitando, vamos teniendo más capacidad para comprender lo que aprendimos en el catecismo. Bueno, pues algo así pasa también con lo que la Iglesia supone que a través de la acción del Espíritu Santo va explicitando la revelación concluida y acabada con la ascensión de Jesucristo a los cielos y el envío del Espíritu Santo.

Este tema que hoy hemos explicado es un tema delicado, que comprenderlo bien, ayuda mucho a tener una espiritualidad equilibrada. Porque por ejemplo puede ser un signo de desequilibrio, hay bastantes signos de desequilibrio. Uno suele ser el que uno le dé más importancia a las revelaciones privadas que a la revelación pública. Eso es una espiritualidad desequilibrada. Que alguien le dé mucha más importancia y mucho tiempo en su vida a leer unas revelaciones privadas más que a la Palabra de Dios. Eso no es normal. Pero también hay desequilibrios por el lado contrario. Los desequilibrios de quien no acepta la posibilidad de que Dios pueda revelarse privadamente. Tampoco te pases al lado contrario, porque quiénes somos nosotros para decirle a Dios que no puede enviar a la Madre de Jesús como la envió en México al indio Juan Diego o a Santa Bernardita en Lourdes. Quién somos nosotros para decir que no. Una cosa es que la Iglesia no nos obligue a creer las revelaciones privadas, pero otra cosa es que tengamos por sistema una oposición a la misma posibilidad de esa explicitación. Hay que tener una espiritualidad equilibrada. De lo contrario esto suele tener consecuencias. Si no se tiene el debido equilibrio suele tener consecuencias para una espiritualidad madura.

Comentario del 7 de febrero

El envío para la misión es un acto constituyente que forma parte de la actividad mesiánica de Jesús tal como ponen de relieve los relatos evangélicos. Cristo no podía dejar que su misión se agotara con su propia existencia histórica. Por eso elige de entre sus discípulos a doce, los Doce, y les forma para el apostolado, haciendo de ellos apóstoles (de apostello = enviar) o enviados para prolongar su misión en el tiempo. A esta formación para el apostolado pertenecen ensayos como el que refiere el texto de Marcos que nos proponemos comentar. Nos dice el evangelista que, en cierta ocasión, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.

Los Doce forman ya un grupo bien definido. Son esos discípulos de Jesús que están con él de modo más o menos permanente, que suelen acompañarle a todas partes y que reciben enseñanza en privado o personalizada. En un determinado momento, cuando lo creyó oportuno, reunió a esos Doce y los fue enviando de dos en dos a una experiencia misionera. El envío hace de ellos enviados, es decir, apóstoles. Pero semejante envío iba acompañado de una autoridad, que implicaba una potestad –no hay autoridad sin potestad para su ejercicio- sobre los espíritus inmundos. Semejante autoridad no entrañaba únicamente la ejecución de ciertos exorcismos o la actuación sobre los endemoniados. Su misión no consistía sólo en esto. Tener autoridad sobre los espíritus inmundos era aplicarse a una tarea de mayor alcance, una tarea que consistía ante todo en extender el Reino de Dios debilitando el dominio de las fuerzas del mal en todas sus expresiones (enfermedad, pecado, posesión diabólica) y ganando terreno a estas fuerzas instaladas en el mundo.

Para esta misión itinerante no necesitaban más que la palabra y los descansos necesarios para reponer fuerzas. Los elementos prescindibles que nos suelen acompañar en la vida ordinaria podían convertirse en un obstáculo o en una distracción, o al menos en cosas inservibles para la misión a la que eran enviados. Por eso les encarga que prescindan de todo lo que es prescindible. Además, así aprenderán a vivir de la providencia divina, que se cuida de que a su apóstol no le falte el sustento ni el descanso necesarios. Ello explica las instrucciones que les da: Les encargó –dice el evangelio- que llevaran para el camino un bastón (el bastón del peregrino que es tan frecuente ver en las largas caminatas y peregrinaciones a pie) y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Parece que Jesús tiene especial interés en ver a sus «misioneros» salir a la misión «despojados de todo», hasta de lo que en la vida ordinaria parece necesario, pero que en tiempos de misión resulta superfluo, como el pan del día, o los víveres almacenados en la alforja, o el dinero suelto para las compras más elementales. De lo necesario para la vida de cada día ya se ocupa el mismo Dios, que alimenta a las aves del cielo y viste con todo esplendor a los lirios del campo, y que vela por las necesidades de sus elegidos y enviados. Ya habrá quienes les procuren el pan y la casa a estos misioneros que no necesitan siquiera llevar una túnica de repuesto. Los que se dejen captar por el mensaje del Reino les repondrán de lo necesario. ¿A qué preocuparse, por tanto, de estos utensilios o de este equipaje que resta libertad para moverse con ligereza y diligencia en los asuntos propios de la misión?

Estas recomendaciones no son, sin embargo, las de un lunático insensato e inconsciente que vive en la inopia y carece del más mínimo sentido de la realidad, dado que no es capaz de advertir las necesidades del hombre en su condición terrestre. Él sabe muy bien que sus apóstoles necesitarán no sólo de bastón para el camino, sino también de casa para descansar y de pan para comer. Por eso, añade: Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Jesús les asegura, por tanto, que encontrarán casas donde reposar, casas donde serán bien acogidos, porque siempre habrá puertas que se abran y acojan a los enviados de Dios. Pues bien, les dice que aprovechen esas ofertas y permanezcan en la casa que les haya acogido, y que disfruten de la estancia y agradezcan la hospitalidad que les dispensen, y que a cambio les dejen el regalo de la paz (ese conjunto de bienes salvíficos) de la que ellos son portadores de parte de Dios.

Porque el obrero merece su salario. Y cuando un «lugar» no les reciba –que también sucederá- ni les escuche –a él tampoco lo recibieron ni escucharon en muchos lugares-, que no se extrañen, porque el miedo, la desconfianza y la ingratitud son también patrimonio humano y ellos habrán de experimentarlo en sus propias carnes; que simplemente se sacudan el polvo de los pies en señal de disconformidad o desaprobación, como si no quisieran compartir con los moradores del lugar ni siquiera el polvo del terreno que se pega a los pies de todos los que transitan por él. De esta manera pondrán de manifiesto su culpa, es decir, su desprecio, su cerrazón, su falta de apertura al don de Dios que no se hace perceptible sino a través de sus mediaciones humanas. Por eso, despreciando a sus enviados (sus mediaciones) podemos estar substrayéndonos al mismo Dios: el que a vosotros recibe a mí me recibe; el que a vosotros rechaza a mí me rechaza. Esta es la lógica de Dios, que pasa por la aceptación de sus mediaciones. Y las mediaciones, siendo humanas o mundanas, son siempre imperfectas; y hasta vulgares nos pueden parecer. Pero no por eso dejan de ser «mediaciones de Dios», es decir, cauces a través de los cuales Dios se nos comunica.

Aquellos discípulos, respondiendo al envío, salieron a predicar la conversión (al mensaje del Reino), echaban muchos demonios (dando muestras de la potestad recibida), ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban (confirmando así la eficacia de su palabra o la fuerza de la autoridad con la que habían sido investidos). Sus obras eran el mejor refrendo de la autoridad con la que Jesús les había dotado para la misión. Los enviados habían recibido del enviante su misma potestad de operar sobre la enfermedad y los demonios en bien del hombre oprimido, pero llamado a participar de los bienes mesiánicos del Reino de los cielos.

Aquella misión fue, sin embargo, un ensayo de lo que habría de consolidarse después como misión de la Iglesia, y aquel envío, un esbozo del mandato misionero posterior a la resurrección del Señor: Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación… La misión de la Iglesia brota de la misión de Jesús, y tiene como fin prolongar en el tiempo lo iniciado por el Cristo o dar continuidad a lo sembrado por el Mesías en nuestra tierra: contribuir al acrecentamiento del Reino de Dios.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Primera Parte

NORMAS COMUNES

Título I

Naturaleza y finalidad de las Universidades y Facultades Eclesiásticas

Artículo 1. Para cumplir el ministerio de la evangelización, confiado por Cristo a la Iglesia católica, ésta tiene el derecho y el deber de erigir y organizar Universidades y Facultades dependientes de ella misma[69].


[69] Cf. can. 815 CIC.

Ante los retos… ratos

Ante el reto (una sociedad secularizada, bautizados que viven como si no lo estuvieran, incapacidad o no disposición de las familias para transmitir la fe, conciencia individualista de todo lo que acontece, relativismo moral…) no cabe otra que “ratos” ante y con Aquel que nos puede llenar de su presencia. No lo tuvo fácil Él y ya nos lo advirtió: “seréis, por mi causa, perseguidos”.

1. Nuestro encuentro con Cristo, desde el día de nuestro Bautismo, fue un golpe de gracia y de vida pero, cuando pasa el tiempo, vamos cayendo en la cuenta de lo que supone comprometerse con El. O de lo que nos espera, si somos capaces y estamos interesados, claro está, de acoplar hasta las últimas consecuencias, su estilo de vida con la nuestra. Porque, nos puede ocurrir lo mismo que a aquellos que, en la sinagoga, quedaron encantados por las palabras de Jesús pero, a continuación, comenzaron a pensárselo dos veces: ¿no es este Jesús el hijo del carpintero? ¿Y esos milagros? También, esta reacción y actitud, la solemos emplear muchísimas veces en personas de nuestro entorno cuando nos cuesta admitir el bien que nos hacen o, simplemente, el que llevan la razón.

2.- El domingo pasado nos quedábamos con la sensación del éxito de Jesús: ¡todos los ojos puestos en El! Hoy, por el contrario, todas las manos parecen estar sobre El para empujarlo y despeñarlo por una ladera. La vida, en todos los estados y en variadas situaciones, nos trae a la memoria esta cruda realidad: tan pronto te aplauden como te critican. Pero, aquella persona que es o quiera ser profeta, ha de saber (hemos de saber) que no hemos venido al mundo para ser elogiados, ni tampoco con el ánimo de ser impopulares, sino para sentirnos tan en las manos de Dios que, cumplir su voluntad, es la ocupación y la preocupación de todo apostolado. Lo demás queda en segundo plano. Agarrarse a Dios, y estar menos pendiente de la imagen, da fuerza al apostolado. Lo contrario lo debilita.

3. ¿Lo vemos así? ¿No preferimos que la sociedad, el mundo, los que nos rodean pongan los ojos en nosotros y en nadie más? La Iglesia, aunque nos duela, cuando es empujada por la ladera desde diversos medios de comunicación, filosofías imperantes o ideologías sectarias, está más cerca y a la altura de Jesús Maestro. Si, El, fue denostado, despreciado entre los suyos y no reconocido ¿Por qué con la iglesia habría de ser distinto? ¿Qué espera nuestra sociedad de la Iglesia? ¿Qué le diga que “sí” a todo? ¿Qué piense y actúe como el mundo y no como Dios? ¿Que renuncie a lo que es vital en ella y traicione al espíritu de su fundador para subir puntos en el barómetro de su consideración? Me quedo con una sentencia leída estos días atrás: “un cristianismo light y en acorde perfecto con las ideas dominantes de nuestro tiempo, es un cristianismo al que le quedan cuatro días”.

El Señor va por delante. Que seamos capaces de abrirnos paso en medio de una turba que, más que airada, está despistada y sin control. Se cumple una vez más. Sólo desprecian a uno en su propia casa. ¿Será que Jesús tenía entre nosotros muchas casas pero pocos corazones dispuestos a dar batalla por El?

5.- ¿NO ERES TÚ, SEÑOR?

¿Quién vino pequeño y, ahora, nos habla con lenguaje tan elocuente?
¿Quién se hizo hombre y, ahora, parece expresarse con Palabras de Dios?
¿Quien nació en el silencio y, ahora, rompe la calma con palabras proféticas?

¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿A quién se cerraron las puertas de la posadas
y, una vez más, te las cierran las gentes de tu misma tierra?
¿Aquel que fue reverenciado con dones por los Reyes
y, ahora, eres irreverentemente acosado al filo de un despeñadero?
¿Aquel que, fue agasajado por sencillos, humildes y pastores
y, ahora, acoges dudas e improperios?

¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Aquel a quien los profetas fueron anunciando y,
los hombres de aquellos tiempos, al igual que los de ahora,
tampoco te reconocemos?
¿Aquel que bajó a compartir nuestra humanidad
y, ahora, nos resulta difícil contemplar tu divinidad?

¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Aquel que, con su propia vida, cumple una vez más
lo que en Belén Dios hizo con la suya: amor al hombre?
¿Aquel que, siendo humilde, es valiente para manifestar
las cosas de Dios ante un mundo indiferente?

¿NO ERES TÚ, SEÑOR?
¿Quién siendo el Hijo de Dios quieres que vivamos en Ti,
que creamos en Ti, sin más pruebas que tu Palabra y tu vida?
¿Aquel que siendo Hombre nos enseña el camino adecuado
para buscar y encontrar a Dios?

¡DINOS, SEÑOR! ¿NO ERES TÚ?

Javier Leoz

Dejándolo todo, lo siguieron

Mientras la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios, él estaba junto al lago de Genesaret y vio dos barcas situadas al borde del lago. Los pescadores habían bajado a tierra y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separase un poco de la tierra. Se sentó en ella, y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro y echad vuestras redes para la pesca». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero por tu palabra, echaré las redes». Así lo hicieron, y pescaron tan gran cantidad de peces que casi se rompían las redes. Hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al ver esto Simón Pedro, cayó a los pies de Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un pecador». Y es que tanto él como sus compañeros habían quedado asombrados ante la pesca realizada; y lo mismo Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No tengas miedo; desde ahora serás pescador de hombres». Ellos llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y lo siguieron.

Lucas 5, 1-11

Comentario del Evangelio

¿Se puede seguir a Jesús a medias? ¿Podemos ser seguidores de Jesús durante un rato al día o a la semana? El Evangelio de hoy nos lo deja muy claro. Pedro estaba ya sin esperanza y a punto de abandonar porque no era capaz de pescar nada. Es Jesús el que mantiene la espranza de Pedro, el que consigue que no abandone y vuelva a echar las redes.

Y al final Pedro, Santiago y Juan deciden abandonarlo todo y seguir a Jesús. Eso no quiere decir que el resto de las cosas no le importan, sino que Jesús se convierte en el centro de sus vidas. Gracias a los primeros apóstoles, hoy podemos conocer y vivir la fe…

 

Para hacer vida el Evangelio

• Escribe el nombre de algunos apóstoles que conozcas y escribe algo que sepas de su vida apostólica.

• ¿Qué puedes hacer para ser seguidor de Jesús? ¿Qué supone para los cristianos ser seguidores de Jesús?

• Escribe un compromiso para que esta semana puedas dar un pasito en ser seguidor de Jesús, como los primeros apóstoles.

 

Oración

Señor, Tú llenas de sentido mi vida, me buscas para cumplir una tarea, para completar la que tú comenzaste. Yo quiero ser de los tuyos, dejarme seducir por Ti y comprometerme en tu misión, para que todos vivamos una vida mejor. Contigo quiero ser de los que unen, de los que generan bienestar alrededor, de los que transforman su entorno, de los que construyen paz y justicia. A tu lado y con tus hermanos, quiero construir tu reino, llenarlo de sencillez y solidaridad, vivir en austeridad y mansedumbre, derrochar misericordia y calidez. Somos tu gente, Señor, vamos contigo. Danos tu fuerza, contágianos tus sueños y juntos construiremos tu Reino.

Pescador de hombres

Señor, Tú llenas de sentido mi vida,
me buscas para cumplir una tarea,
para completar la que tú comenzaste.

Yo quiero ser de los tuyos,
dejarme seducir por Ti

y comprometerme en tu misión,
para que todos vivamos una vida mejor.

Contigo quiero ser de los que unen,
de los que generan bienestar alrededor,
de los que transforman su entorno,
de los que construyen paz y justicia.

A tu lado y con tus hermanos,
quiero construir tu reino,
llenarlo de sencillez y solidaridad,
vivir en austeridad y mansedumbre,
derrochar misericordia y calidez.

Nuestro mundo competitivo y rápido
está necesitado de profetas del Amor,
de personas equilibradas

que contagien sosiego,
de compañeros acogedores
que faciliten la vida,
de amigos fieles que te presenten a Ti,
como oferta de felicidad y plenitud,
como proyecto de vida apasionante y universal.

Juntos vamos a transformar la Tierra,
vamos a cambiar las prisas por sonrisas,
la competitividad en complementariedad,
la diferencia en valor y en riqueza,

la comunicación en encuentros,
la técnica en servicio a la persona
y el día a día en momentos
para gozar y amar.

Somos tu gente, Señor, vamos contigo.
Danos tu fuerza, contágianos tus sueños
y juntos construiremos tu Reino.

Mari Patxi Ayerra

Notas para fijarnos en el evangelio Domingo V de Tiempo Ordinario

• Lucas describe el lugar y recuerda una predicación de Jesús (Mc 4,1-2, Mt 13,1): “la palabra de Dios”. Esta expresión indica, normalmente el mensaje de la Iglesia (Hch 4, 31; 6, 2.7; 8,24).

• Es frecuente en la Biblia que antes de confiar una tarea a alguna persona Dios se revele de algún signo que manifiesta su poder…. La pesca milagros prepara a los discípulos para seguir a Jesús. No debemos olvidar las dimensiones simbólicas de la pesca como signo de la misión cristiana.

• Lucas narra la historia de una pesca milagrosa(4-10), esta pesca aparece también en Juan 21 2-11 pero en un contexto postpascual. En Lucas se da relieve a la vocación de Simón (llamada). La pesca milagrosa es manifestación (epifanía) del poder de un enviado de Dios, al estilo de un nuevo Moisés acreditado con signos portentosos (Ex 4, 1-9). Nos damos cuenta que estamos ante una re-lectura cristiana de la vida de Jesús a la luz de la fe en Cristo Resucitado. De hecho, todos los Evangelios son re-lecturas desde la fe y desde la realidad que está viviendo la comunidad cristiana a la que pertenece el evangelista.

• Jesús convoca “a la gente” (1). Su fama se había extendido (Lc 4,37). Y en Él podían “escuchar la palabra de Dios” (1). Que la palabra de Jesúses Palabra de Dios es la experiencia de todas las personas que hemos creído a lo largo de todas las generaciones. Lucas habla de ello otras veces(Lc 8,11.21; 11,28).

• Jesús hace su predicación en el lugar dónde la gente vive y trabaja (2-3), no sólo en la sinagoga.Esto queda especialmente acentuado con la expresión “se sentó” (3), que significa que es Maestro y que habla con autoridad. Jesús es la Palabra que acampó entre nosotros (Jn 1,14).

• La palabra de Jesús incide poderosamente en la vida concreta de quienes le han escuchada con confianza; y transforma sus vidas, provoca cambios. “Simón”, que ya conocía a Jesús (Lc 4,38),oye ahora la llamada a actuar. Se trata de una acción que no tenía prevista (4). Esa llamada laoye cuando se juntan en su vida dos cosas: la realidad que está viviendo: “no hemos cogido nada” (5) y la palabra de Jesús recibida como palabra de Dios (1): “por tu palabra” (5).

• El resultado de la acción es sorprendente, va más allá de lo que se podía prever (6).

• Llegar hasta el final en lo que Jesús ha iniciado es cosa de la comunidad, “la otra barca” (7), no cosa de unos cuántos.

• Sobresale el asombro de Simón ante el enviado de Dios (8): el encontrarse con la potencia de su obrar (pesca). La distancia, en un primer momento, se vuelve “temor y temblor”: “¡apártate de mí!”, pero en un segundo momento, se hace proximidad humana significativa y eficaz ,“te haré pescador…”, “lo dejaron todo y lo siguieron”.

• La acción termina con el reconocimiento. Fijémonos en el cambio de Pedro: cuando este le pide que eche las redes le llama Maestro(respeto), pero al ver los resultados de la pesca reconoce en Él al Señor (título que la Iglesia primitiva dirigía a Jesús Resucitado). Su confesiónde los pecados (8) indica que ha dudado de Jesús (de que en Él actuaba el poder de Dios). Con el título de “Señor” se quiere expresar la condición divina de Jesús, que se manifiesta en todo su ministerio (Hch 1,21), en la resurrección (Lc 24,3.34)y en el regreso glorioso a finales de los tiempos para el juicio (Lc 13,23.25).

• En la acción realizada, y reconociendo al Señor, Simón descubre una nueva llamada (10). Jesús no deja de hacer nuevas llamadas y ofrece su acompañamiento: “no tengas miedo” (10).

• “Desde ahora serás pescador de hombres” (10),literalmente “tomaras vivos a los hombres”, “serás un vivificador de hombres”. Resuena la palabra profética de Jeremías: “Enviaré muchos hombres a pescarlos, oráculo del Señor” (Jr 16,16). La vocación ha sido lanzada como la red al mar.

• La misión de los apóstoles, “pescadores de hombres” (10), es la de ser enviados a comunicar su experiencia personal con Jesús. Esta misión sólo es posible después de haber experimentado el poder de Jesús y la propia limitación: “soy un pecador” (8). Es la experiencia de las negaciones (Lc 22,54ss). La misión, pues, se fundamenta noen las calidades –y menos en los méritos– sino en la Palabra de Jesús. Y parte de su iniciativa gratuita. Es la grandeza y la fragilidad de la Iglesia.

• “Dejaron todo” (11) en Marcos 1,18 dice“dejaron las redes”. Lucas nos presenta el des-prendimiento, una actitud propia de todo discípulo en el seguimiento de Jesús (Lc 5,28; 12,33; 18,22). El desprendimiento debe ser uno de los signos distintivos de las comunidades y de sus discípulos de todos los tiempos.

Comentario al evangelio – 7 de febrero

Las pocas palabras del Evangelio son un guía misionero del cristiano, es decir, un guía para que los enviados no se olviden de reproducir y reflejar el rostro de quien los envía. Si volvemos al comienzo del Evangelio de Marcos, veremos como se presenta el itinerario de los Doce apóstoles: son llamados por Jesús uno a uno, donde se encontraban, independiente del rol que desarrollaban en su contexto social (Mc 1,1-20; 2,14); después, fueron constituidos comunitariamente para que “convivieran con él» (3,14); ahora son enviados dos en dos (6,7).

Estos son los pasos para vivir la vocación apostólica: de la dispersión al seguimiento; del seguimiento a la comunión de vida con Jesús; de la comunión con Él a la misión. Lo que percibimos en el envío que Jesús hace es que asocia sus discípulos plenamente a su misión, haciendo partícipes de su vida y de lo que Él anuncia. Al mirar el contenido del envío, es interesante que el énfasis está más en lo que los discípulos deben ser que en lo que deben decir. Si la Palabra de Dios tiene su propio dinamismo, el testimonio, por su parte, depende de nosotros. Decía San Ignacio de Antioquía: “Es mejor ser cristiano sin decirlo que proclamarlo sin serlo».

Lamentablemente, muchos encargados de anunciar el Evangelio se han apropiado de él, olvidándose que todos somos ministros de la Palabra, no los dueños de lo que anunciamos. A nosotros nos toca cuidar que esta Palabra no deje de ser anunciada, proclamada y testimoniada, como nos propuso al comienzo de su pontificado el Papa Francisco: «la evangelización está esencialmente conectada con la proclamación del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado. Muchos de ellos buscan a Dios secretamente, movidos por la nostalgia de su rostro, aun en países de antigua tradición cristiana. Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción» (EG 15).

Eguione Nogueira, cmf