Vísperas – Viernes V de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

VIERNES V TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyase están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mi todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta. Amén.

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO

Ant. Sáname, señor, porque he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

SALMO 45: DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE ADORACIÓN

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

LECTURA: Rm 15, 1-3

Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con que te afrentaban cayeron sobre mí.»

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

R/ Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
V/ Por su sangre.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

PRECES

Bendigamos a Dios, que mira propicio los deseos de los necesitados y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

  • Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la Iglesia que sufren:
    — acuérdate que, por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.
  • Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos,
    — y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.
  • Concede a tus hijos al fuerza necesaria,
    — para resistir las tentaciones del Maligno.
  • Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
    — para que puedan contemplarte eternamente.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas,
    — para que peudan contemplarte eternamente.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Te pedimos, Señor, que los que hemos sido aleccionados con los ejemplos de la pasión de tu Hijo estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga ligera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

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Lectio Divina – 15 de febrero

Lectio:  Viernes, 15 Febrero, 2019
1) Oración
Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Marcos 7,31-37

Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Ábrete!» Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
3) Reflexión
En el evangelio de hoy, Jesús cura a un sordo que tartamudeaba. Este episodio es poco conocido. En el episodio de la mujer cananea, Jesús supera las fronteras del territorio nacional y acoge a una mujer extranjera que no era del pueblo y con quien estaba prohibido conversar. Esa misma apertura sigue en el evangelio de hoy.

• Marcos 7,31. La región de la Decápolis. “Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis” Decápolis significa, literalmente, Diez Ciudades. Era una región de diez ciudades al sureste de Galilea, cuya población era pagana.
• Marcos 7,31-35. Abrir los oídos y soltar la lengua. Un sordo y tartamudo es llevado ante Jesús. La manera de curarle es diferente. La gente quería que Jesús apenas impusiera las manos sobre él. Pero Jesús va mucho más allá de lo que le piden. Lleva al hombre ante la multitud, coloca los dedos en los oídos y con la saliva le toca la lengua, mira hacia el cielo, da un gemido y dice: “Éffata!”, esto es, “¡Ábrete!” En ese mismo instante, los oídos del sordo se abrieron y el hombre empezó a hablar correctamente. ¡Jesús quiere que la gente abra el oído y suelte la lengua!
• Marcos 7,36-37: Jesús no quiere publicidad. “Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
El le prohíbe hablar de su curación, pero no lo consigue. Aquel que tiene experiencia de Jesús, lo cuenta a los demás, ¡quiera o no quiera! Las personas que han asistido a la curación empiezan a proclamar lo que han visto y resumen así la Buena Nueva: «Todo lo hace bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos». Esta afirmación de la gente hace recordar la creación, en la que se dice: “Dios vio que todo era muy bueno.” (Gen 1,31). Y evoca la profecía de Isaías, donde se dice que en el futuro los sordos oirán y los mudos hablarán (Is 29,28; 35,5. cf. Mt 11,5).
• La recomendación de no contar nada a nadie. A veces, se exagera la atención que el Evangelio de Marcos atribuye a la prohibición de divulgar la curación, como si Jesús tuviera un secreto que hay que conservar. La mayoría de las veces que Jesús hace un milagro, no pide el silencio. Y una vez hasta pide publicidad (Mc 5,19). Algunas veces, sin embargo, da orden de no divulgar la curación (Mc 1,44; 5,43; 7,36; 8,26), pero ellos obtienen el resultado contrario. Cuanto más prohíbe, tanto más la Buena Nueva se difunde (Mc 1,28.45; 3,7-8; 7,36-37). ¡Prohibir, no sirve de nada! ¡Pues la fuerza interna de la Buena Nueva es tan grande que se divulga por si misma!
• Apertura creciente en el evangelio de Marcos. A lo largo de las páginas del evangelio de Marcos hay una apertura creciente hacia los demás pueblos. Así, Marcos lleva a los lectores y a las lectoras a abrirse a la realidad del mundo alrededor y a superar ideas preconcebidas que impiden la convivencia pacífica entre la gente. En su paso por la Decápolis, la región pagana, Jesús atiende la súplica de la gente del lugar y cura al sordo tartamudo. No tiene miedo de contaminarse con la impureza de un pagano, pues lo cura tocándole los oídos y la lengua. Las autoridades de los judíos y los discípulos tienen dificultad en escuchar y entender, sin embargo un pagano era sordo y tartamudo consigue hablar y oír gracias a Jesús que le toca. Recuerda el cántico de Isaías: “El Señor Yahvé me ha abierto el oído y no me resistí” (Is 50,4-5). Al expulsar a los vendedores del templo, Jesús critica el comercio injusto y afirma que el templo tiene que ser casa de oración para todos los pueblos (Mc 11,17). En la parábola de los viñadores homicidas, Marcos hace alusión a que el mensaje se sacará del pueblo elegido, los judíos, y se dará a los demás, a los paganos (Mc 12,1-12). Después de la muerte de Jesús, Marcos presenta la profesión de fe de un pagano a los pies de la cruz. Al citar al centurión romano y su reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios, está diciendo que el pagano es más fiel que los discípulos y más fiel que los judíos (Mc 15,39). La apertura hacia los paganos aparece de forma muy clara en la orden final que Jesús da a los discípulos, después de la resurrección:”Id por todo o mundo, proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15).
4) Para la reflexión personal
• Jesús fue muy abierto hacia las personas de otra raza, de otra religión y de otras costumbres. Los cristianos, hoy, ¿tenemos esta misma abertura? ¿Yo soy abierto?

• Definición de la Buena Nueva: “¡Jesús hace todas las cosas bien!” ¿Soy Buena Nueva para los otros?
5) Oración final
¡Cantad a Yahvé un nuevo canto,

canta a Yahvé, tierra entera,
cantad a Yahvé, bendecid su nombre!
Anunciad su salvación día a día. (Sal 96,1-2)

Comentario del 15 de febrero

Yendo Jesús de camino, mientras atravesaba la Decápolis (Galilea), le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar, un sordomudo, y le piden que le imponga las manos. Piensan que semejante imposición de manos va a tener un efecto curativo o milagroso. En su narración, el evangelista no nos dice que le impusiera las manos, sino que le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua, al tiempo que pronunciaba una palabra, fijando la mirada en el cielo y suspirando: Effetá, que significa ábrete. Aquella palabra acompañada del gesto tuvo un efecto instantáneo: al momento se le abrieron los oídos y se le soltó la traba de la lengua, y hablaba sin dificultad. Todos los impedimentos habían desaparecido.

Aquel hecho, realmente asombroso, no podía mantenerse envuelto en un silencio complaciente. Los testigos del acontecimiento sintieron la imperiosa necesidad de divulgarlo, a pesar de las serias advertencias de Jesús, que les mandó que no lo dijeran a nadie. Pero de nada sirvieron, porque ellos lo proclamaban con más insistencia. Y el asombro les llevaba a la exaltación del que había protagonizado el hecho asombroso. Decían: Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos. Desatar los impedimentos de los impedidos, liberar a los cautivos era una buena acción, aunque no todos lo vieron así. Algunos, en esas acciones liberadoras y benéficas no vieron sino una encubierta y maléfica coalición con el demonio. Pero los que se dejaban asombrar sencillamente por esas acciones maravillosas no veían otra cosa que manifestaciones de poder y de bondad.

Ábrete, la palabra pronunciada por Jesús en presencia del sordomudo, es realmente una palabra grandiosa y liberadora: ábrete a la trascendencia, a lo que está por encima de ti; ábrete a Dios, que quiere comunicar contigo; ábrete a la realidad que se te manifiesta; ábrete al conocimiento que se ofrece a tu inteligencia; ábrete al prójimo, que te complementa y te enriquece, ábrete a sus razones y a sus sufrimientos; ábrete a la inmensidad del universo que te circunda; ábrete a la luz, proceda de donde proceda; ábrete a la vida mientras dé de sí y deja abierta una vía en el seno de la misma muerte; ábrete a la Buena Noticia; no te cierres, ni te encierres, ábrete. El que se encierra, permanece ciego, sordo y mudo. Ábrete a la vida que Cristo te ofrece y promete.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

Artículo 9. § 1. Las Facultades, que no hayan sido canónicamente erigidas o aprobadas por la Santa Sede, no pueden conferir grados académicos que tengan valor canónico.

§ 2. Para que los grados conferidos en estas Facultades puedan tener valor en orden a algunos efectos canónicos, necesitan el reconocimiento de la Congregación para la Educación Católica.

§ 3. Para obtener este reconocimiento, además de requerirse para cada uno de los grados alguna causa especial, deberán cumplirse las condiciones establecidas por la misma Congregación.

Procuremos ser pobres de Espíritu

1.- NECESITAMOS CONFIAR EN ALGUIEN. – Jeremías nos dice hoy: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor» (Jr 17, 5). Sin embargo, hay momentos en los que necesitamos confiar en alguien; momentos en los que todo parece hundirse a nuestro alrededor. Necesitamos entonces un apoyo, un amigo al que recurrir. Es la hora de descubrir dónde está la verdadera amistad. ¡Y cuántos desengaños se sufren! Uno comprende que las palabras que prometían no eran más que palabras hueras, sonidos articulados carentes de sentido.

Por eso es desdichado el que confía en el hombre, el que busca su fuerza en la carne. Y es lógico que sea así. El hombre es frágil por naturaleza, se sostiene en pie con dificultad. No puede dar mucho de sí, no es capaz, aunque quiera, de sostener por mucho tiempo a los demás. No hay que extrañarse ni desalentarse. Y sobre todo no hay que pedir a los hombres lo que no pueden dar, lo que ellos mismos necesitan porque no lo tienen.

De lo contrario, nos dice hoy el profeta, serás como un cardo en la estepa, habitarás la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Serás un pobre desdichado que saborea la amargura de la ingratitud. Un pobre corazón sin ilusión que mira torvamente a cuantos se le cruzan por el camino.

Un árbol plantado cerca del agua, con sus raíces metidas en tierra húmeda y blanda. Su hoja estará verde en verano, en los años de sequía seguirá dando fruto abundante y bueno. Así ve Jeremías al hombre que confía en Dios, que pone en el Señor su refugio.

En efecto, Dios no cambia. Él ama de verdad. También cuando las cosas van mal, también cuando el ser querido le traiciona, le falla. Basta con que vuelva arrepentido para que Dios le perdone y se olvide de todo. Y le limpie las lágrimas, le cure las heridas, le llene, una vez más, el corazón de paz y alegría.

Además él es fuerte, recio, es el apoyo firme del mundo entero. Todo lo que existe se apoya en él y él en nada tiene que apoyarse. Si él escurriera el hombro todo se vendría abajo, aun lo que más seguro nos parece. Sí, es cierto. Dichoso el que confía en el Señor y pone en él su confianza. No se verá jamás defraudado. Dios no le falta a nadie. A nadie que cuente con él. Y aunque parezca que el mundo se hunde a nuestro alrededor, el corazón estará sereno, confiado en la fortaleza de Dios, seguro de su amor sin fin.

2.- POBRES Y RICOS. – Hoy es un monte el lugar donde Jesús se reúne con los suyos. De nuevo su palabra resuena en el aire libre y limpio de los campos de Galilea. Desde aquella cumbre se divisa un panorama extenso, que tiene como fondo la lejanía azulada de las aguas del lago de Genesaret. Está rodeado de sus apóstoles, y también de aquella muchedumbre que le admira y le ama, esa gente sencilla que ha sabido ver en él un refugio para sus penas y una solución para sus problemas. Son hombres y mujeres de pueblo en su mayoría, esos que eran llamados con cierta ironía ‘am ha’ares, «el pueblo de la tierra». Para todos ellos, y también para nosotros, pronuncia uno de sus más bellos discursos, el Sermón de la Montaña.

Sus palabras son llamativas. Comienza proclamando que los pobres son dichosos. Luego explica que no lo son por ser pobres precisamente, sino porque de ellos es el Reino de Dios. San Mateo completa la frase que nos transmite san Lucas, y aclara que esos pobres son los de espíritu, es decir, los que reconocen su indigencia radical, los que se sienten tan débiles y miserables que sólo en Dios tienen puesta su esperanza. Éstos, en medio de su pobreza, incluso podríamos decir que gracias a esa indigencia interior, son dichosos, bienaventurados porque Dios les reserva un puesto de privilegio en su Reino.

También son felices los que tienen hambre y sed de justicia, los que ansían con todas las fuerzas de su ser el cumplimiento de la voluntad de Dios. Esa justicia de la que habla en otra ocasión el Señor, cuando dice al Bautista que es preciso cumplir toda justicia; esto es, realizar los planes de Dios, que en realidad son los únicos realmente justos. Sigue el Maestro proclamando dichosos a los que lloran porque ellos serán consolados, reinarán cuando llegue el momento decisivo del juicio final, cuando cada uno recibirá el premio o el castigo por sus obras.

En contraposición, el Señor exclama: ¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! Son aquellos que, como el rico Epulón, se olvidan de los demás y sólo viven para satisfacer su propia ambición. Los que sueñan con ampliar más y más sus graneros, sin pensar que un día cualquiera han de rendir cuenta a Dios de la administración de todos esos bienes, que en realidad les fueron confiados para que contribuyeran no sólo a su propio provecho, sino también al de los demás… Tratemos de sacar propósitos concretos de estas palabras del Señor. Procuremos ser pobres de espíritu, y si somos ricos tratemos de enriquecer a los que tienen menos que nosotros.

Antonio García-Moreno

La misa del Domingo: Misa con niños

1. MONICIÓN DE ENTRADA

¡Bienvenidos a celebrar con fe y con alegría la Eucaristía! La misa de cada domingo nos da la fuerza necesaria para seguir a Jesús. ¿Puede un deportista mantenerse en forma sin una dieta sana y equilibrada? ¿Puede un amigo de Jesús, decir que es su amigo, sin escucharle, comulgarle o hacerle partícipe de su vida?

Hoy, el Señor, nos propone un programa que, si lo cumplimos, nos abre un mundo de felicidad y de paz: es el camino de las bienaventuranzas. Es decir: cómo y de qué manera ser felices según Jesús.

Iniciemos esta celebración con el canto: TAN CERCA DE MI o ALEGRE ESTOY

2. PENITENCIAL

a) Decimos ser amigos del Señor pero, en nuestra vida, a penas dejamos un lugar para El. Señor ten piedad. (Un joven o un niño puede mostrar una agenda donde ponga: deporte, idioma, juegos, juerga, belleza, etc.)

b) Decimos seguir a Jesús pero, en muchas ocasiones, no conocemos a fondo su mensaje. Cristo ten piedad (Se puede mostrar un rostro de Cristo con un aspa tapándole la boca o tal vez un mando de televisión simbolizando la preferencia de otros programas o mensajes.).

c) Decimos querer mucho a Dios pero preferimos otros programas que nos entretengan o hagan más superficial nuestra vida. Señor ten piedad (Se puede enseñar una revista con los horarios de la televisión)

3. MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las tres lecturas que vamos a escuchar son una invitación a poner nuestra confianza en Dios. En la primera escucharemos como, el cerrarnos en nosotros mismos, produce olvido de Dios; en la segunda San Pablo nos recuerda una cosa importantísima: todo lo que hagamos está muy bien pero, lo más importante, es que Jesús Resucitó.

Y, finalmente en el evangelio, escucharemos el programa que Jesús quiere para nuestra vida. Un programa de cuatro puntos que, de cumplirlos, nos lleva a la felicidad. Escuchemos con atención.

4. PETICIONES

a) Por la Iglesia, de la cual formamos parte todos nosotros; para que nos ayude a descubrir los caminos para cumplir con más perfección y sinceridad el camino de las bienaventuranzas. Roguemos al Señor.

b) Por todos aquellos que ponen su centro de atención en el dinero, en el poder o en aspectos que, a la larga, producen ansiedad e insatisfacción. Para que descubran a Jesucristo. Roguemos al Señor.

c) Por los que gobiernan las instituciones. Para que promuevan el desarrollo de todos los pueblos y los derechos de todas las personas. Nos acordamos especialmente de los más pobres. Roguemos al Señor.

d) Por todos aquellos que por ser fieles al Señor son asesinados en tantos lugares del mundo. No hay día en el que, un sacerdote, religioso, religiosa o católico, muera por manifestar públicamente su fe. Que Dios sea su recompensa. Roguemos al Señor.

5. OFRENDAS

a) Con este mural en el que hemos diseñado los cuatro caminos de la pobreza, el hambre, la persecución o las lágrimas, queremos manifestarte Señor nuestro deseo de ir contracorriente. Es decir; de buscar en cada situación tu presencia y la fortaleza que tú nos das. (Unos jóvenes o unos niños, acercan hasta el altar un póster con cuatro caminos con las siguientes palabras: pobreza; lágrimas; hambre; persecución. Al final del camino pondrá: CIELO, FELICIDAD, DIOS, JESÚS)

b) Con este mural que contiene la palabra “¡AY!” queremos representar el vacío y el lamento en los que viven muchos hombres; la soledad en la que están inmersas muchas personas que, por lo que sea, se han apartado del camino verdadero.

c) Finalmente, con el pan y con el vino, traemos la OFRENDA que, con tu fuerza y con tu poder, se convertirá en un momento feliz la Eucaristía: TU PRESENCIA REAL Y MISTERIOSA EN LA CONSAGRACION. Acéptalos, Señor, y que nunca nos falte para seguir andando por tus caminos.

6.- ACTIVIDADES

¡Actividades y más actividades!

¿Dejamos lugar para cumplir el programa de Jesús?

7.- ORACIÓN FINAL

Bienaventurados si no nos olvidamos de Dios (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si sonreímos aunque estemos llorando (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si no presumimos de ser ricos (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si no tememos decir la verdad (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si no valoramos sólo el mundo (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si miramos al cielo (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si no olvidamos al que sufre (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si somos fuertes en la fe (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si no nos burlamos de los débiles (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si nos dejamos tocar por Dios (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si creemos en la Resurrección(¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si no ponemos en el centro al mundo (¡Bienaventurados!)
Bienaventurados si avanzamos con y por Jesús (¡Bienaventurados!)

La felicidad de la que habla Jesús (Oración)

LA FELICIDAD DE LA QUE HABLA JESÚS

Seguro que has escuchado muchas veces eso de los últimos serán los primeros. Jesús habla de los últimos, de las personas que no cuentan, que no tienen poder. Los pobres, los que lloran, los que están solos y a esos los llama felices.

El texto es una adaptación del evangelio de Lucas (Lc 6, 17.20-26):

Jesús solía subir al monte con sus amigos para orar. Y cuando bajaban del monte, era cuando enseñaba a la gente. Una mañana, al bajar del monte, había mucha gente de muchos lugares de Judea. Entonces empezó a enseñarles, y les dijo:

«Felices sois los pobres, porque el Reino de Dios es vuestro.

Felices los que ahora tenéis hambre, porque un día quedaréis saciados.

Felices los que ahora lloráis, que un día reiréis.

Felices vosotros si os persiguen, y os atacan, y os acusan por defender lo que yo os he enseñado. No dejéis que os entristezcan ese día, porque Dios os pagará. Ya persiguieron así a los profetas».

La gente estaba sorprendida con esa clase de felicidad de la que hablaba Jesús, pero él aún no había acabado. Entonces continuó:

«¡Lo siento por los ricos, que ahora ya lo tenéis todo!

¡Lo siento por los que ahora estáis saciados, que un día pasaréis hambre!

¡Lo siento por los que ahora reís, que un día lloraréis!

¡Lo siento por aquellos a los que todo el mundo aplaude!».

Esto era más difícil de entender, pero lo que quería decir es que cuando la gente de verdad comparte la buena noticia, siempre hay otros que van a intentar que se callen.

Y así, los dejó muy intrigados, al ayudarlos a ver que Dios ve las cosas de una manera muy distinta a nosotros.

¿Serías tú feliz si fueses pobre? ¿Si te persiguieran como se persigue hoy a muchos en algún lugar del mundo?

Quiero preguntarme: ¿qué hago yo para que esas personas sean felices? ¿Porque tienen que esperar al reino de los cielos?

Yo sé que cuando ayudo a alguien como  lo hacía Jesús la felicidad es muy grande.

Jesús, dame fuerza para ayudar a los compañeros que nadie quiere ayudar. Dame ingenio para enseñar a todos que los que no tienen poder también cuentan. Dame alegría para celebrar con ellos la felicidad de la que habla Jesús.

Necesito fuerzas para seguir.
Dios, mi roca, yo creo y me refugio en ti.
Sé yo muy bien a quién sigo, mi Dios.

Que en mi debilidad se muestra tu Gloria.

Me basta tu gracia.
Solo mi Dios me bastará.

Me basta tu gracia interpretado por Athenas, «Athenas me basta tu gracia.»

<

p style=»text-align:justify;»>Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

Comentario al evangelio – 15 de febrero

También hoy el autor del Génesis se sirve de mitos y leyendas ya existentes, que, debidamente depuradas, le sirven para expresar el mensaje cristiano (o ya precristiano) que desea inculcar. El hombre es limitado, proclive a escuchar voces contrarias a la llamada amigable de Dios; desea a veces irrumpir sin respeto en el mundo del misterio, de lo divino, quizá hasta en actitud de desafío; “mas, ay, que contra el cielo/ no tiene el hombre rayo/, y en súbito desmayo/ cayó de ayer a hoy…” (El Mesías, de García Tassara).

Aunque parezca pasado de moda, nos es obligado reflexionar sobre la realidad del pecado. No todos los comportamientos valen igual. Y no todo son meros “desajustes psicológicos”. Siendo criatura tan nobles, podemos usar mal de las cualidades con que el Creador nos ha adornado: la voluntad, la libertad… Podemos olvidar nuestra condición de creados para la vida y tomar un camino de autodestrucción. Así vemos hoy a Adán: autodestruido. En vez de pasear con Yahvé por el jardín a la hora de la brisa, termina avergonzado, escondido, lleno de temores; se da cuenta de que está desnudo. Al alejarse de su Creador, su ser más íntimo se queda en cueros. Menos mal que, como veremos en los próximos días, Dios es fiel y no abandona. Saldrá al paso del hombre herido y le dará nuevas oportunidades; vendrá la Alianza. El rostro de ese Dios compasivo en medio de nuestro mundo es Jesús, que –dirán repetidamente los evangelios– va curando toda enfermedad y dolencia del pueblo, hoy la sordomudez.

Marcos no anda muy ducho en geografía. Si de la zona de Tiro alguien se encamina hacia Sidón, se aleja del Mar de Galilea, al cual tampoco se llega por la Decápolis. Quizá en la fase aramea de la tradición evangélica un originario Betsaida, ciudad vecina al Mar de Galilea, se entendió como beSaidá (=por Sidón), y siguieron desafortunados intentos de arreglo. Pero esto ni al evangelista ni a nosotros nos interesa mucho; nos basta con que Jesús fue realmente humano, situado en el tiempo y en el espacio. Allí hemos de encontrar lo que importa: su acción y su mensaje.

Los evangelistas son cuidadosos en subrayar que en Jesús se realizan las esperanzas seculares de Israel. En Isaías 35,5 leían: “en aquellos días, los oídos del sordo se abrirán, la lengua del mudo cantará”; y Jesús afirmará en Nazaret, tras leer un párrafo de este mismo profeta: “hoy se cumple esta Escritura que habéis oído” (Lc 4,21). Esa fue también la respuesta de Jesús a los discípulos del Bautista cuando le preguntaron si era él el que tenía que venir o aún había que esperar a otro: “…los sordos oyen…” (Lc 7,22).

Pero la Iglesia leyó siempre estas acciones de Jesús en profundidad; vio en ellas más que curaciones físicas. En Jeremías 6,10 hay un lamento de que muchos judíos tengan “orejas incircuncisas”, es decir, no oían a Yahvé ni obedecían su palabra porque les faltaba sintonía con él. Y esta es la advertencia y la llamada que hoy se nos dirige a nosotros. A muchos nos hicieron con el bautismo el rito, ahora opcional, del effetá, que incluye esta oración: “que es Señor te conceda, a su tiempo, escuchar su palabra y proclamar la fe”. Que el Señor nos libre de caer en la sordomudez espiritual.

Severiano Blanco cmf