Vísperas – Martes VI de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MARTES VI TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R.Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

La noche no interrumpe
tu historia con el hombre;
La noche es tiempo
de salvación.

De noche descendía tu escala misteriora
hasta la misma piedra donde Jacob dormía.

La noche es tiempo
de salvación.

De noche celebrabas la Pascua con tu pueblo,
mientras en las tinieblas volaba el exterminio.

La noche es tiempo
de salvación.

Abrahán contaba tribus de estrellas cada noche;
de noche prolongabas la voz de la promesa.

La noche es tiempo
de salvación.

De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre;
de noche eran los sueños tu lengua más profunda.

La noche es tiempo
de salvación.

De noche, en un pesebre, nacía tu Palabra;
de noche lo anunciaron el ángel y la estrella.

La noche es tiempo
de salvación.

La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro;
la noche vio la gloria de su resurrección.

La noche es tiempo
de salvación.

De noche esperaremos tu vuelta repentina,
y encontrarás a punto la luz de nuestra lámpara.

La noche es tiempo
de salvación.

SALMO 48: VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida, 
que nunca les bastará
para vivir perpetualmente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.

SALMO 48

Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.

Aunque en vida se felicitaban:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.

El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

LECTURA: Rm 3, 23-25a

Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto.

RESPONSORIO BREVE

R/ Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V/ Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

R/ De alegría perpetua a tu derecha.
V/ En tu presencia, Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

PRECES

Alabemos a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, que vela siempre con amor por su pueblo, y, poniendo en él nuestra esperanza, digámosle:

Protege a tu pueblo, Señor.

  • Pastor eterno, protege a nuestro obispo
    — y a todos los pastores de la Iglesia.
  • Mira con bondad a los que sufren persecución
    — y líbralos de todas sus angustias.
  • Compadécete de los pobres y necesitados
    — y da pan a los hambrientos.
  • Ilumina a los cuerpos legislativos de las naciones,
    — para que en todo legislen con sabiduría y equidad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

  • No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre
    — y admítelos en el banquete de las bodas eternas.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, ilumine siempre nuestras vidas, para que así merezcamos gozar un día de aquella luz en la que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R.Amén.

Lectio Divina – 19 de febrero

Lectio: Martes, 19 Febrero, 2019
Tiempo Ordinario
  
1) Oración inicial
Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón; concédenos vivir por tu gracia de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor.
  
2) Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 8,14-21
Se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Él les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.» Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?» «Doce», le dicen.«Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete.» Y continuó: «¿Aún no entendéis?»
3) Reflexión
• El evangelio de ayer hablaba del malentendido entre Jesús y los fariseos. El evangelio de hoy habla del malentendido entre Jesús y los discípulos y muestra como la “levadura de los fariseos y de Herodes” (religión y gobierno), se había infiltrado también en la cabeza de los discípulos hasta el punto de que no fueron capaces de acoger la Buena Nueva.
• Marcos 8,14-16: Cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes. Jesús advierte a los discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos y de Herodes”. Pero ellos no entendían las palabras de Jesús. Piensan que habla así porque habían olvidado comprar el pan. Jesús dice una cosa y ellos entienden otra. Este desencuentro era el resultado de la influencia insidiosa de la “levadura de los fariseos” en la cabeza y en la vida de los discípulos.
• Marcos 8,17-18ª: Las preguntas de Jesús. Ante esta falta casi total de percepción en los discípulos, Jesús hace una serie de preguntas rápidas, sin esperar una respuesta. Preguntas duras que evocan cosas muy serias y revelan una total incomprensión por parte de los discípulos. Por increíble que parezca, los discípulos llegaron a un punto en que no se diferenciaban de los enemigos de Jesús. Anteriormente, Jesús se había quedado triste con la “dureza de corazón” de los fariseos y de los herodianos (Mc 3,5). Ahora, los discípulos mismos tenían un “corazón endurecido” (Mc 8,17). Anteriormente, “los de fuera” (Mc 4,11) no entendían las parábolas, porque “tenían ojos y no veían oídos y escuchaban” (Mc 4,12). Ahora, los discípulos mismos no entendían nada, porque “tienen ojos y no ven, oídos y no oyen” (Mc 8,18). Además de esto, la imagen del “corazón endurecido” evocaba la dureza del corazón de la gente del AT que siempre se desviaba del camino. Evocaba asimismo el corazón endurecido del faraón que oprimía y perseguía al pueblo (Ex 4,21; 7,13; 8,11.15.28; 9,7…). La expresión “tienen ojos y no ven, oídos y no oyen” evocaba no sólo a la gente sin fe, criticada por Isaías (Is 6,9-10), sino que también a los adoradores de los falsos dioses, de los cuales el salmo decía: “Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen” (Sal 115,5-6).
• Marcos 18b-21: Las dos preguntas sobre el pan. Las dos preguntas finales son sobre la multiplicación de los panes: ¿Cuántos cestos recogieron la primera vez? ¡Doce! Y ¿la segunda? ¡Siete! Como los fariseos, también los discípulos, a pesar de haber colaborado activamente en la multiplicación de los panes, no llegaron a comprender su significado. Jesús termina: «¿Aún no entendéis?» La forma que Jesús tiene de lanzar estas preguntas, una después de otra, casi sin esperar respuesta, parece una ruptura. Revela un desencuentro muy grande. ¿Cuál es la causa de este desencuentro?
• La causa del desencuentro entre Jesús y los discípulos. La causa del desencuentro entre Jesús y los discípulos no fue su mala voluntad. Los discípulos no eran como los fariseos. Estos también no entendían, pero en ellos había malicia. Se servían de la religión para criticar y condenar a Jesús (Mc 2,7.16.18.24; 3,5.22-30). Los discípulos, por el contrario, eran buena gente. No tenían mala voluntad. Pues, aún siendo víctimas de la “levadura de los fariseos y de los herodianos”, no estaban interesados en defender el sistema de los fariseos y de los herodianos en contra de Jesús. Entonces, ¿cuál era la causa? La causa del desencuentro entre Jesús y los discípulos tenía que ver con la esperanza mesiánica. Había entre los judíos una gran variedad de expectativas mesiánicas. De acuerdo con las diversas interpretaciones de las profecías, había gente que esperaba a un Mesías Re (cf. Mc 15,9.32). Otros, a un Mesías Santo o Sacerdote (cf. Mc 1,24). Otros, a un Mesías Guerrillero subversivo (cf Lc 23,5; Mc 15,6; 13,6-8). Otros, a un Mesías Doctor (cf. Jn 4,25; Mc 1,22.27). Otros, a un Mesías Juez (cf. Lc 3,5-9; Mc 1,8). Otros, a un Mesías Profeta (6,4; 14,65). A lo que parece, nadie esperaba a un Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (Is 42,1; 49,3; 52,13). Ellos no daban valor a la esperanza mesiánica como servicio del pueblo de Dios a la humanidad. Cada cual, según sus propios intereses y según su clase social, esperaba al Mesías, queriendo encajarlo en su propia esperanza. Por esto, el título Mesías, dependía de las personas o de la posición social, podía significar cosas bien diferentes. ¡Había mucha confusión de ideas! Es en esta actitud de Siervo que está la llave que va a encender una luz en la oscuridad de los discípulos y que los ayudará a convertirse. Solamente aceptando al Mesías como el Siervo sufriente de Isaías, ellos serán capaces de abrir los ojos y comprender el Misterio de Dios en Jesús.
4) Para la reflexión personal
• ¿Cuál es hoy la levadura de los fariseos y de Herodes para nosotros? ¿Qué significa hoy, para mí, tener el “corazón endurecido”?
• La levadura de Herodes y de los fariseos impedía a los discípulos entender la Buena Nueva. La propaganda de la televisión ¿nos impide hoy entender la Buena Nueva de Jesús?
5) Oración final
Cuando digo: «Vacila mi pie»,
tu amor, Yahvé, me sostiene;
en el colmo de mis cuitas interiores,
tus consuelos me confortan por dentro. (Sal 94,18-19)

Dichosos vosotros… pero ¡ay de vosotros!

Maldito el que confía en el hombre

Jesús se decantó a favor de los pobres; pero en su entierro no había ni un solo de los que ayudó; por el contrario había algunos burgueses como Nicodemo, José de Arimatea… Marta, María y Lázaro vivían en Betania, una urbanización de ricos. Esto va por delante para que sepamos dar el valor debido a las bienaventuranzas y a las malaventuranzas. Ni el rico es malo por ser rico, ni el pobre es bueno por ser pobre. Habría que tener en cuenta lo que hemos leído en la primera lectura: «Maldito el que confía en el hombre, pone en él la confianza que debió poner en Dios». Y en esto caen pobres y ricos.

Quién es quién

¿Quiénes son los desdichados dichosos ante los ojos de Dios? Los que saben gozar de lo poco que tienen; los que soportan con paciencia el alzhéimer de la madre y el párkinson del abuelo; los que sufren la impertinencia de un jefe que no aguanta a las personas que no dicen que sí a todo lo que él dice; los que por defender una causa justa han sido atropellados por la justicia humana… Estos y los otros son hoy los bienaventurados.

Y ¿quiénes son los infelices felices de Jesús? Los que aparcan sus creencias religiosas o políticas apoyando al que más engorde sus cuentas, pasando por alto las consecuencias; los que llegan a la trampa por propio interés aunque hundan a los demás; los corruptos, esos alpinistas que suben pisando a los otros; los ejecutivos para los que todo es lícito, en defensa de sus intereses. Estos y los otros son hoy los malaventurados.

Dichosos los desdichados e infelices los felices

Seguro que si uno quiere buscar en el evangelio su tranquilidad, la encontrará: «Venid a mí todos los que estáis cansados». «No os agobiéis pensando qué vais a comer o cómo os vestiréis»… Pero, una lectura seria del evangelio nos lleva a lo contrario. Se nos llama a nadar contra corriente, a vivir en la contradicción: «Dichosos los pobres, dichosos cuando os odien, dichosos los que lloráis»… Es como decirnos: ¡Felices los infelices! Y «¡ay de los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo, ay de los saciados y de los que reís, porque tendréis hambre y lloraréis»… Que es lo mismo que decir: ¡Infelices los felices! Esta es la línea de todo el evangelio: Cristo viene a reinar, pero nace en un pesebre; dice que «los violentos arrebatarán el reino», pero se hace amigo de los leprosos y débiles. Afirma que «los limpios de corazón verán a Dios», pero se sienta a comer entre publicanos y pecadores…

El programa de Jesús: se gana, perdiendo; se vive, muriendo, y se conquista, perdonando. Por una elemental razón: Dios, «se hizo hombre, para que el hombre se haga Dios».

Comentario del 19 de febrero

Nos dice san Marcos que, en cierta ocasión, Jesús les hizo esta recomendación a sus discípulos: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes. El modo en que aquellos discípulos entienden la advertencia de su Maestro es muy reveladora, muestra a las claras su torpeza y cortedad de miras. Era evidente que Jesús no se estaba refiriendo a la levadura del pan que habían olvidado llevar en la barca. No era ésta la levadura de los fariseos.

Aplicándose al papel del paciente pedagogo, Jesús, como si se dirigiera a niños pequeños, se entretiene en recordarles las cestas de pan recogidas cuando repartió cinco panes entre cinco mil personas. La escasez de pan no era algo que le preocupara. Él podía hacer panes sin necesidad de levadura. Lo que sí le preocupaba es que sus discípulos se dejasen contagiar por la mentalidad de los fariseos o la de Herodes. Ambas eran nocivas y había que cuidarse de ese posible contagio.

Porque la hipocresía farisaica –ésta es probablemente la levadura de los fariseos frente a la cual Jesús pone en guarda a sus discípulos- es contagiosa y, como buena levadura, puede acabar fermentando la masa social en la que está inserta. Una es la hipocresía farisaica y otra la de Herodes; en ambos hay, seguramente, hipocresía, pero en los fariseos tiene un alcance más religioso (aparentan piedad, pero por dentro están llenos de podredumbre) que en Herodes, que tiene un carácter más político (aparenta honorabilidad, pero es un rey títere, que vive como lacayo del César romano). La hipocresía ayudaba a los fariseos a conservar su autoridad moral ante el pueblo y a Herodes a mantenerse en el trono y a conservar sus privilegios y dominios. Las apariencias, expresamente cultivadas, permitían a los fariseos aparecer rodeados de un halo de dignidad que no se correspondía con la verdad; les permitía aparecer a los ojos de todos como cabales cumplidores de la ley, limosneros, orantes, observantes del ayuno y el Sábado, etc. Pero en su conducta había más de apariencia de piedad que de verdadera piedad. Y así lo denuncia Jesús en multitud de ocasiones. También la majestuosidad de Herodes era una apariencia de dignidad en un hombre carente de ella.

La hipocresía sirve para cubrir u ocultar, al menos temporalmente, ruindades, fealdades, mezquindades y corruptelas humanas. Por eso es también contagiosa, como la mentira, porque se presenta como un recurso útil para alcanzar ciertos objetivos o amparar ciertos intereses. De esta levadura quiere Jesús que se guarden sus discípulos, algo que no resulta nada fácil, como no es fácil mantenerse en la verdad o permanecer verdaderos en las palabras y en las obras. Es la dificultad que supone mantenerse libres de un fermento tan poderoso y extendido. Porque también nosotros recurrimos a las apariencias para ocultar la realidad. ¡Cuántas veces adoptamos comportamientos hipócritas! ¡Cuántas veces nos vemos ocupados en la tarea de mostrar la cara más amable de nuestra vida o la imagen más aceptable de nuestra personalidad, ocultando esos rasgos de la misma que, entendemos, van a contribuir a nuestro desprestigio o difamación! La hipocresía es, realmente, contagiosa, y tenemos que guardarnos de ella si no queremos ser una víctima más de su poder fermentante. Es la recomendación de Jesús. Tened, pues, cuidado con esa levadura que no es la que fermenta el pan, sino la que se apodera del alma.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ-CID
Dr. en Teología Patrística

Veritatis gaudium – Francisco I

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